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“En el mes de la Biblia, redescubrirla como Palabra de Dios”, por Consuelo Vélez

Viernes, 15 de septiembre de 2023
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Un-hombre-estudia-la-Bibliaestudios-biblicosDe su blog Fe y Vida:

No sobra insistir, una vez más, en la riqueza e importancia de la Sagrada Escritura en la vida cristiana, más cuando en el mes que se avecina, se hace memoria de la Biblia. San Jerónimo tradujo la Biblia del hebreo, arameo y griego al latín en el siglo IV y se conmemora su memoria el 30 de septiembre. De ahí que se hable de septiembre como el mes de la Biblia. Cabe anotar un dato interesante: la traducción hecha por Jerónimo se conoce como “la vulgata”, es decir, para el “vulgo”, para el “pueblo” que, en ese tiempo, conocía el latín (más adelante menos gente va a saber latín). Y este es el desafío que sigue vigente hoy porque el “pueblo santo fiel de Dios” -como ahora dice el papa Francisco-, no acaba de asumirla, entenderla, referir su vida hacia ella, saborear su mensaje, ponerlo en práctica.

¿En qué radicará tanta dificultad? Tal vez influye mucho la historia vivida de relación con la Sagrada Escritura. Durante siglos, aunque ya estaba traducida, se consideraba que solo era para los expertos que, por supuesto, era el clero, ya que habían realizado estudios bíblicos, además de que la traducción hecha por San Jerónimo era en latín que, como dije antes, cada vez era conocido por menos gente.

Otra causa posiblemente es el hecho de que fue Martín Lutero quien “protestó”, entre otras cosas, contra esa costumbre de reservar la Biblia solo para los clérigos y por eso la tradujo a su lengua (el alemán) para que más gente la pudiera leer. Conocemos bien las consecuencias de ruptura que tuvo toda la reforma luterana, mucho más allá de este hecho de la traducción de la Biblia, pero que tomado en su conjunto hizo que la Iglesia católica reforzara su postura contraria a las propuestas de Lutero. Si hay algo que sigue caracterizando, hasta el día de hoy la diferencia entre católicos y protestantes, es esta relación con la Biblia. Hasta en algunas iglesias muy pequeñas que se identifican con ese horizonte protestante, los fieles que allí acuden estudian la biblia, la repiten, la comunican, la enseñan. Eso sí, es importante decir que no siempre lo hacen con los necesarios presupuestos hermenéuticos para acercarse a ella, sino con un tipo de fundamentalismo, es decir, tomando la Biblia al pie de la letra, lo cual lleva a excesos, anacronismos, rigidez, en otras palabras, una fe sin contexto, sin discernir el significado de lo que allí se quiso decir. No se puede leer la Biblia sin un mínimo de interpretación para no convertirla en un instrumento de sometimiento o fanatismo.

Otra causa puede ser que la vida cristiana se ha alimentado de la religiosidad popular que, siendo una “verdadera experiencia de amor teologal como la definió la Conferencia de Aparecida (n. 263), reconociéndola como “esa piedad que refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer” (DA n. 258), no siempre se ha sabido integrar con la también necesaria espiritualidad bíblica que sabe escuchar la Palabra de Dios, saborearla, interiorizarla y buscar los caminos actuales para ponerla en práctica. La religiosidad popular necesita aprender a escuchar más a Dios a través de su palabra e integrarla en la rica espiritualidad que posee.

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¿Cómo podríamos propiciar más este encuentro con la Sagrada Escritura de manera que alimente nuestra fe y espiritualidad? Uno de los caminos podría ser tomar, en serio, la Biblia como “Palabra de Dios”. Es lo que proclamamos en la misa dominical, después de escuchar las lecturas. Ahora bien, ¿qué significa que sea palabra de Dios?  Ya dijimos antes que no significa tomarla al pie de la letra (eso es fundamentalismo), ni tampoco podemos tomar un versículo sacado del contexto (eso es no tener en cuenta el contexto para interpretar un texto) pero significa que nuestro Dios se encarnó en la historia humana -especialmente en Jesús- y nos ha dejado en lenguaje humano la posibilidad de conocerlo, de mirar con sus ojos el mundo en que vivimos, el dejarnos enseñar cómo amar, cómo servir, cómo construir hermandad. Todo eso es el texto bíblico cuando nos acercamos a él para conocer cómo Dios actúo con el pueblo de Israel, cómo Jesús vivió y cómo las primeras comunidades fueron haciendo vida la experiencia recibida. Gracias a que toda esa vida quedo escrita, hoy podemos conocerla y entrar en esa misma dinámica de fe que se ha de hacer vida a través de la nuestra.

En algunos contextos aumenta la formación bíblica, sin embargo, habría que acompañarla con el cambio de imagen de Dios y de Iglesia. En cuanto respecta a la imagen de Dios, el Dios de Jesús es alguien que nos habla, nos comunica en lenguaje humano su deseo sobre la humanidad. No es un Dios para pedirle milagros sino para entablar una relación de amistad con Él. Con respecto a la Iglesia, hemos de hacer vida el modelo sinodal donde comprendemos que Dios se dirige a todo el pueblo de Dios, el papa Francisco lo expresa, como el sensus fidelium o sentido de la fe de los fieles. Todos corresponsables con la misión que el Señor nos confía, todos llamados a interpretar los signos de los tiempos a la luz de la palabra de Dios, por supuesto, en el seno de la comunidad eclesial donde, caminando juntos, trabajamos por un mundo mejor.

Finalmente, hoy la gente busca libros de sabiduría para orientar su vida. Posiblemente explicar, socializar, enseñar, compartir, mostrar la sabiduría del Dios de Jesús, en la Sagrada Escritura, podría traer mucha vida a nuestra vida, mucha fuerza a nuestra tarea de construir un mundo más justo, mucha sabiduría, misericordia y paz para nuestra vida y la de todos los que nos rodean. Y, el mes de la biblia puede ser la posibilidad de redescubrirla como Palabra de Dios que está ahí para ser acogida, escuchada, puesta en práctica.

Biblia, Cristianismo (Iglesias), General ,

“ La Sagrada Escritura como fuente de vida y fecundidad cristiana”, por Consuelo Vélez

Miércoles, 7 de septiembre de 2022
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De su blog Fe y Vida:

Septiembre, mes de la Biblia

“Todavía falta mucho para que la Sagrada Escritura sea un “alimento” central en la vida cristiana”

“Nuestras liturgias siguen manifestando que el clero es el que enseña y el laicado es el que aprende”

“Algunos programas teológicos, tienen más asignaturas sobre dogma y magisterio que sobre Biblia”

Septiembre se conoce como el mes de la Biblia, especialmente porque el día 30 se celebra la fiesta de San Jerónimo, quien fue el que tradujo la Biblia del hebreo, del arameo y del griego al latín, en el siglo IV, -versión que se conoce como la Vulgata (edición para el vulgo, para el pueblo)- posibilitando así que muchas más personas pudieran tener acceso a ella. Al recordar este hecho la pregunta que nos surge es sí, en realidad, la Biblia ha llegado “al pueblo”, si es parte de la espiritualidad cristiana y si constituye la referencia primera y fundamental de nuestra Iglesia.

En una mirada rápida y, tal vez, superficial, se respondería afirmativamente porque en la eucaristía ocupa un lugar central e incluso, en muchas celebraciones, se hace una entronización de este libro sagrado con mucha solemnidad. Además, muchos creyentes la tienen en su casa y muestran un respeto real hacia ella.

Pero si profundizamos un poco más, nos damos cuenta de que todavía falta mucho para que la Sagrada Escritura sea un “alimento” central en la vida cristiana. Todavía no se ha logrado -como tal vez lo han logrado más las iglesias cristianas no católicas- que el creyente lea la biblia, la medite, se deje interpelar por esa palabra, encuentre en ella la fuerza y orientación para su vida.

Hay varias causas que podrían explicar este poco acercamiento de los creyentes a la Biblia. Nombremos algunas a manera de propuesta de reflexión, sin tener la total certeza de que esas sean las razones más claras que lo expliquen.

Comencemos fijándonos en la liturgia. El único que proclama el evangelio y lo explica es el ministro ordenado. El resto del pueblo de Dios escucha -cuando no se distrae lo cual es fácil en situaciones de solo escucha- y no tiene ninguna posibilidad de establecer un diálogo frente a lo que escuchó y mucho menos de compartir lo que ese texto le dice. En otras palabras, nuestras liturgias siguen manifestando que el clero es el que enseña y el laicado es el que aprende. Así lo determina la liturgia actual y no será este comentario el que la cambie. Pero conviene pensarlo para propiciar, algún día, cambios que son necesarios porque en la medida que tomemos conciencia de lo que vivimos, podremos empujar para que las cosas cambien.

Si nos fijamos en las prácticas de oración que la iglesia fomenta mayoritariamente, estas consisten en realizar novenas, rosarios, procesiones, adoraciones al santísimo, etc. Todas estas prácticas son valiosas y ayudan a sostener la fe de las personas. Pero en estas prácticas no está muy incorporada la Sagrada Escritura. Parece que da tranquilidad el saber que se cumplió con los pasos que se proponen para rezar una novena, por ejemplo, y esto es suficiente.

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Una semana para descubrir la “inagotable fuente de sentido” de la Biblia.

Lo anterior no quiere decir que, algunas personas no oren con el texto bíblico, pero no es una oración que se fomente con la intensidad con la que se insiste en las otras prácticas. La meditación de la Sagrada Escritura es más propia de la vida religiosa o de alguna porción del laicado que comparte la espiritualidad de una congregación religiosa, pero no para el conjunto del pueblo de Dios que acude a la parroquia y a las celebraciones litúrgicas.

Otra realidad que también acompaña a la Iglesia católica es que a veces se le ha dado más importancia al magisterio que a la Sagrada Escritura. Muchas veces las predicaciones se centran en la doctrina -reforzándola con lo dicho por el magisterio- más que en el anuncio de la Buena Noticia que trae la Palabra de Dios. De hecho, el papa Francisco insistió en la Exhortación Evangelii Gaudium (2013) que “el texto bíblico debe ser el fundamento de la predicación” (n. 146). Bien sabemos que muchas homilías son más “moralistas y adoctrinadoras” (n. 142), que un diálogo entre Dios y su pueblo. Vaticano II afirmó que la Biblia “es el alma de la teología” (Optatam Totius n. 16) y, sin embargo, algunos programas teológicos, tienen más asignaturas sobre dogma y magisterio que sobre Biblia.

Como podemos ver, es difícil el camino que hemos de recorrer para que la Sagrada Escritura pueda ser esa palabra rica, capaz de alimentar, sostener, animar la vida creyente; pero precisamente esa es la tarea que podemos seguir impulsando al conmemorar el mes de la Biblia. El texto del profeta Isaías (55, 10-11) nos ayuda a pensar en la manera como la palabra de Dios actúa en la vida cristiana: “como desciende la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié”.

¿Es la Biblia “Palabra de Dios”?

Ahora bien, no olvidemos que la biblia hay que interpretarla adecuadamente para no hacerle decir lo que no dice. En eso tanto católicos como cristianos no católicos tienen mucho que aprender. Abunda el “fundamentalismo” en la lectura bíblica. La Palabra de Dios ha de interpretarse y por eso es necesario hacer mínimo dos preguntas: ¿qué quiso decir el texto bíblico en el contexto en el que se escribió? y ¿qué quiere decirnos hoy para nuestro contexto? No podemos olvidar los géneros literarios en los que fue escrita la biblia, las condiciones socio culturales del tiempo en el que se escribió que no corresponden a las nuestras y, de ahí, la necesidad de una interpretación adecuada.

Busquemos, entonces, fortalecer nuestra vida cristiana con el contacto asiduo, directo, constante con la Palabra de Dios. Deseemos aprender a interpretarla. Pongamos los medios para ello. Esto redundará en frutos de vida y vida en abundancia (Jn 10.10) porque la palabra de Dios interpela, renueva, consuela, anima, desinstala, impulsa, en otras palabras, mantiene la vitalidad de nuestro amor a Dios y al prójimo, razón de ser de nuestra vida cristiana.

Biblia, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad , , ,

En el Mes de la Biblia, fallece uno de los más insignes biblistas chilenos, el teólogo Pablo Richard

Jueves, 23 de septiembre de 2021
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Liberation theologian Father Pablo Richard Guzman stands in front of St. Anthony Catholic Church in Soyapango, El Salvador, May 22. Father Guzman, originally from Chile, says Archbishop Oscar Romero was not a follower of liberation theology, "but he influenced us." (CNS photo/Chaz Muth) See ROMERO-RICHARD May 22, 2015. Pablo Richard Guzman (CNS photo/Chaz Muth) 

Fue uno de los teólogos que más aportó para que las comunidades cristianas del mundo pobre

Familiares en Chile confirmaron el fallecimiento del sacerdote Pablo Richard Guzmán, quien ejercía su ministerio desde hace cerca de 40 años

El sacerdote Sergio Torres, uno de sus cercanos amigos y con quien Pablo Richard compartió diferentes proyectos, declaró a Kairós News sentirse muy dolido por la partida de su amigo

Los familiares del sacerdote en Chile le confirmaron el sorpresivo fallecimiento ocurrido en San José, esta mañana, porque no estaba enfermo sino que con las dolencias propias de su edad

Pablo fue fundador y activo dirigente del Movimiento de Cristianos por el Socialismo en los inicios de los años 70. Con el golpe cívico militar del 73 partió a Francia exiliado. Antes se había casado y había tenido hijos

En uno se sus últimos escritos, afirmó: “Cuando Dios se hace humano todos los dioses se derrumban. El dios dinero, el dios mercado, con su fuerza el neoliberalismo”

Afirmó, asimismo: “La lucha de los dioses: los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios Liberador’, fue un libro que entregué a Mons. Romero y que impactó la espiritualidad de los años 80 y más“.

Pablo Richard, médico de la fe y la amistad

Pablo Richard (1939-2021). Cristiano, teólogo de la libertad, amigo

Pablo Richard, teólogo de la liberación contra la idolatría del mercado

1.09.2021

(Kairós News).– “En el principio la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios”. “Y la Palabra se hizo carne  y puso su Morada entre nosotros” (cf. Jn 1, 1-14) Carne significa humanidad en condición de debilidad y mortalidad.(…) Cuando Dios se hace humano todos los dioses se derrumban. El dios dinero, el dios mercado, con su fuerza el neoliberalismo».

Ese fue uno de  los últimos escritos de Pablo Richard, registrado por Amerindia en la Red el 10 de abril del año pasado. «La contradicción es con el Dios Palabra que se hizo carne, que se despojó de su condición divina y se hizo esclavo. ‘La lucha de los dioses: los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios Liberador’, fue un libro que entregué a Mons. Romero y que impactó la espiritualidad de los años 80 y más», añadió.

«Ahora se desata una guerra contra la humanidad y la madre tierra. Sentimos que toman vida los dioses de la muerte, los ídolos de la sangre y la muerte. El Dios de la vida aparece como derrotado. Los y las que gritan ¿dónde está Dios?, no reciben  respuesta. ¿Dios ha muerto? No, está vivo, vivo en los que luchan contra el Coronavirus. Dios no ha muerto, está luchando por la vida», concluía.

Pablo Richard Guzmán, nació en Chile, en 1939. En 1966 se graduó como licenciado en Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en la que fue alumno deotro de los grandes teólogos, el belga-chileno José Comblin, quien influyó en su énfasis en el estudio de la Biblia. En 1968 obtuvo la licenciatura en Sagradas Escrituras, en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. En 1969 y 1970 estudió Arqueología bíblica, en la Escuela Bíblica de Jerusalén.

Teología de la liberación

Fue fundador y activo dirigente del Movimiento de Cristianos por el Socialismo en los inicios de los años 70. Gon el golpe cívico militar del 73 partió a Francia exiliado. AllÍ se doctoró en Sociología de la Religión, en La Sorbona de Parìs.

Antes de partir al exilio, Richard dejó el sacerdocio y se casó y tuvo hijos.

Posteriormente se radicó en Costa Rica, país que lo acogió y le dio posibilidades de seguir aportando al movimiento popular de la Biblia del que era un importante difusor junto al brasileño Carlos Mester. Así trabajó en el Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI)], dedicado a la formación permanente de agentes de pastoral en América latina y del que fue director.

En Costa Rica solicitó volver al sacerdocio, siendo aceptado por el arzobispo de San José quien lo encardinó a su diócesis con el expreso apoyo del entonces prefecto de la Congregación del Clero en Roma, el colombiano Darío Castrillón quien después fuera presidente del Celam.

Con la vuelta a la democracia en Chile, Richard visitó en varias oportunidades nuestro país para participar en foros y dar conferencias y talleres bíblicos a las comunidades cristianas, siendo el Centro Ecuménico Diego de Medellín su casa en Chile para realizar estas actividades.

Misa in Memoriam

El sacerdote Sergio Torres, uno de sus cercanos amigos y con quien Pablo Richard compartió diferentes proyectos, declaró a Kairós News sentirse muy dolido por la partida de su amigo.

Torres señaló haber conversado con los familiares del sacerdote en Chile quienes no solo le confirmaron el sorpresivo fallecimiento ocurrido en San José, esta mañana, porque no estaba enfermo sino que con las dolencias propias de su edad, e informaron que se celebrará una eucaristía en su memoria el miércoles 22 próximo, a las 4 de la tarde, en la capilla del Colegio San Ignacio El Bosque, ubicado en Avenida Pocuro 2801, Providencia, Santiago.

Publicaciones

Publicó numerosas obras, entre ellas, los siguientes libros:

– Origen y desarrollo del movimiento Cristianos por el Socialismo: Chile, 1970-1973, 1975. Centre Lebret Foi et développement.

– Cristianismo, lucha ideológica y racionalidad socialista, 1975. Salamanca, Sígueme.

– Cristianos por el socialismo. Historia y documentación,1976. Salamanca: Sígueme.

– Muerte de las cristiandades, nacimiento de la Iglesia, 1978. París: Lebret.

– Desarrollo de la teología latinoamericana: 1960-1978, 1979. San José, Costa Rica: Seminario Bíblico Latinoamericano.

– La Iglesia latino-americana entre el temor y la esperanza: apuntes teológicos para la década de los años 80, 1980. Bogotá: Indo-American Press Service.

– Religión y política en América Central: hacia una nueva interpretación de la religiosidad popular, 1981. San José, Costa Rica: DEI.

– La iglesia de los pobres en América Central (coautor Guillermo Meléndez), 1984. San José, Costa Rica: DEI.

– La fuerza espiritual de la iglesia de los pobres, 1987. San José, Costa Rica: DEI.

– La lucha de los dioses: los ídolos de la opresión y la búsqueda del Dios liberador, 1989. San José, Costa Rica: DEI.

– Lectura popular de la Biblia en América Latina: una hermenéutica de la liberación, 1987. San José, Costa Rica: DEI.

– Apocalipsis: Reconstrucción de la Esperanza, 1994. San José, Costa Rica: DEI.

– El Movimiento de Jesús después de la Resurrección y antes de la Iglesia. Una interpretación liberadora de los Hechos de los Apóstoles, 1998. Maliaño (Cantabria): Editorial Sal Terrae, 2000.

– 10 palabras clave sobre la Iglesia en América Latina, 2003. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino.

– Fuerza ética y espiritual de la Teología de la liberación en el contexto actual de la globalización, 2004. San José, Costa Rica: DEI.

Fuente Religión Digital

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