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Mártires de Sendero Luminoso

Domingo, 16 de noviembre de 2014
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martires de santa peruDos sacerdotes polacos y un italiano, asesinados en 1991

“Esperamos que el papa apruebe el decreto el próximo año y que venga a Perú para la beatificación”

Dos sacerdotes polacos y un italiano que fueron asesinados en 1991 por el grupo armado Sendero Luminoso serán declarados beatos mártires y se espera que el papa Francisco llegue el próximo año a Perú para oficializar la ceremonia, informó el obispo emérito de Chimbote, Luis Bambarén.

En declaraciones ofrecidas desde Roma y citadas hoy por el diario La República, Bambarén dijo que los religiosos franciscanos polacos Michael Tomaszek (a la dcha de la fotografía, conocido en Perú como Miguel) y Zbigniew Strzalkowski (en el centro de lafotografía), y el italiano Sandro Dordi  (izda en la fotografía) fueron ejecutados por los senderistas “por propagar la palabra del Señor“.

El obispo dijo que los jóvenes misioneros fueron acusados por los terroristas de impedir que el mensaje de la lucha armada sea acogido por los jóvenes en las localidades andinas de Pariacoto y Santa, en la región norteña de Áncash.

Añadió que durante la última semana culminó el proceso de beatificación de los tres misioneros, por lo que se espera que el papa los declare “beatos mártires”.

Esperamos que el papa apruebe el decreto el próximo año y que venga a Perú para la ceremonia de beatificación. Si no puede, vendría el cardenal Angelo Amato, que es el prefecto de la congregación para las Causas de los Santos, trayendo el decreto“, explicó.

Bambarén reveló que durante el proceso de beatificación se reunió en cuatro oportunidades con el líder y fundador de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, quien cumple desde 1992 una condena a cadena perpetua en la prisión de la Base Naval del Callao.

Abimael me pidió perdón por ordenar asesinarlos y porque ese fue un acto de odio a la fe“, aseguró.

Fuente Religión Digital

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San Sergio y San Baco

Martes, 7 de octubre de 2014
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1064Hoy celebramos la festividad de estos dos mártires. Nos encomendamos a ellos y les encomendamos tantos  hermanos y hermanas perseguidos, calumniados, golpeados, asesinados… Y que ayuden a los padres sinodales a volverse al Dios de la Misericordia para así abrir las puertas de la Iglesia de par en par a los excluídos.

SANTOS SERGIO Y BACO

(Festividad: 7 de Octubre)

Todavía en el siglo X, una crónica define a Sergio como “dulce compañero y amante” de Baco. Otra más antigua* (probablemente, del s. V) dice que eran “en su amor a Cristo cual una sola persona”. En el s. VI, el patriarca Severo de Antioquía reprobó citarlos por separado: “No debemos separar en el lenguaje a quienes están unidos en la vida”.

A finales del s. III, Sergio y Baco eran soldados romanos de elevada posición, gozando de la confianza personal del emperador. De ninguno de los dos se dice que tuvieran esposa.

Sabedores sus enemigos envidiosos de que eran cristianos, los denunciaron. Aquello provocó la ira del emperador, quien les ordenó ofrecer sacrificios a los ídolos. Como se negaran, los humilló vistiéndolos como mujeres y haciéndolos desfilar por la ciudad, en una clara burla a la masculinidad de los amantes. Ellos respondieron entonando salmos “con una sola boca” (expresión típica de los relatos de martirio de matrimonios heterosexuales). Fueron entonces entregados a la tortura.

Como perseveraran en su fe, Baco fue flagelado con látigos de cuero sin curtir (en otras crónicas, con nervios de buey) hasta la muerte. Sergio “con el corazón enfermo por la pérdida de Baco, lloraba y gritaba: (…) Te han desunido de mí, has ido al cielo y me has dejado solo en la tierra, sin compañía ni consuelo”. Aquella noche el espíritu de su amado se le apareció y le animó a afrontar el martirio: “Para mí la corona de la justicia es estar contigo”.

Al día siguiente, Sergio fue obligado correr quince kilómetros, calzado con unos zapatos cuyas suelas estaban llenas de clavos que se hundían en la carne. Pero por la noche un ángel le curó los pies, que quedaron como si nada. Contrariado, el verdugo le obligó a recorrer de nuevo la misma distancia con la misma tortura en los pies, y como Sergio permaneciese firme pese a todo, mandó decapitarlo. Sucedió en Siria, el año 303 o 309 (según la versión).

En su iconografía, que se remonta al s. IV, se les representa unas veces cabalgando juntos, otras a la usanza en que representaban a los matrimonios, con la efigie de Jesús entre sus cabezas como símbolo de unión – como en el icono del Monasterio de Santa Catalina del Sinaí, datado en el s. VII -.

La intercesión de los santos Sergio y Baco era invocada en las liturgias de unión homosexual bendecidas por la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente, y de las que el texto más antiguo data del siglo VIII (haciéndose a su vez eco, al parecer, de usos que se remontarían a los ss. II-III).

Pese a que en Occidente, a partir del s. XIV, tales uniones empezaron a ser proscritas – sin que el Papa llegara a pronunciarse explícitamente contra ellas: habría supuesto reconocer su arraigo tradicional, y lo que se quería era borrar su memoria -, su arraigo en los Balcanes siguió siendo tal que en Albania aún sobrevivirían hasta el s. XVIII. (Cf. BOSWELL, John. “Las Bodas de la Semejanza.”)

Sergio y Baco2
…………….

* Los pasajes entrecomillados a continuación son citas de la misma.

Cristianismo (Iglesias), General, Homofobia/ Transfobia. , , , , , ,

Otra Iglesia. Clero disidente durante la Segunda República y la guerra civil

Martes, 3 de junio de 2014
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OtraIglesiaEl historiador coordina “Otra Iglesia. Clero disidente durante la Segunda República y la Guerra Civil”

Feliciano Montero: “Hay mártires en los dos bandos, también entre los curas de izquierdas”

“No se trataba de una cruzada religiosa, la guerra no podía justificarse religiosamente”

El canónigo que eligió al pueblo frente a Franco

(Jesús Bastante).- Feliciano Montero es uno de los compiladores de Otra Iglesia. Clero disidente durante la Segunda República y la Guerra Civil, una obra publicada por la editorial Trea. El libro narra las vidas de aquellos curas disidentes o militantes de izquierdas que, según Feliciano, “también son santos” (en el sentido laico de la palabra) puesto que en muchos casos ejercieron actos heroicos como salvar la vida de personas de derechas.

Hay mártires en los dos bandos, también en el bloque de los curas de izquierdas, afirma Montero, lamentando que las historias de estos sacerdotes hayan sido en su mayoría olvidadas. “Los únicos que nunca perdieron la memoria de lo que habían sido durante la guerra y la República fueron los curas vascos”, opina el compilador del libro.

Como historiador, Feliciano es consciente de que “la historia de la República y de la Guerra Civil no pondera demasiado las posiciones de centro”. Y esto se debe, a su parecer, a que “la guerra elimina los matices, hay que definirse en blanco o negro”.

 El libro trata un tema polémico, controvertido y poco conocido. ¿Por qué hablar de “otra Iglesia”?

Porque los curas biografiados en el libro tienen ciertamente una trayectoria diferente a la que fue la posición mayoritaria, y la más conocida y reconocida en la historia de la Iglesia española.

¿Existen características comunes para poder definir a esos curas?

Fundamentalmente son clérigos que entran en un proceso de conversión hacia valores democráticos y republicanos, a través del compromiso social o de ciertos contactos del mundo exterior a la Iglesia católica. Son personas que van convirtiéndose a esos valores, lo que hace que, cuando llega la República, se encuentran a gusto. De una manera bastante natural. Y después, ante la situación dramática y crítica de la Guerra Civil, según dónde les pilla, asumen posiciones heterodoxas para lo que era la posición dominante en la Iglesia.

¿Fue compatible en esos casos la identificación de los valores republicanos o de izquierdas y la pertenencia a la Iglesia?

 Era peligroso, pero desde luego sí era compatible. Más allá de las biografías más excepcionales de estos curas, durante la República la mayor parte de la población creo que fue sinceramente católica pero a la vez aceptó la República. En algunos casos de manera accidentalista o posibilista, como “mal menor” según la teoría de León XIII. Pero en otros casos, aunque fuera un sector minoritario, se aceptó con más convicción. Aunque ciertamente al estallar la guerra la cosa se complicó mucho más. La compatibilidad se hizo muy difícil, prácticamente imposible.

¿Se sintieron esos curas abandonados por su Iglesia, por su jerarquía?

Sí. La guerra supuso una ruptura para toda la sociedad española. Creo que la historia de la República y de la Guerra Civil a veces no pondera demasiado las posiciones de centro. Es decir, los matices. La guerra elimina los matices, hay que definirse en blanco o negro. De ahí que todos los que estuvieran en una posición matizada eligieron el exilio para simplemente desaparecer. En el caso de los curas también. Muchos de ellos fueron también perseguidos y suspendidos de su cargo, aunque algunos de ellos lograron posteriormente rehabilitarse.

¿Fueron los obispos mediadores en el conflicto, o se comportaron de manera opuesta? Sabemos que en el 37 declararon el alzamiento como una gran cruzada. ¿Hubo posturas diferentes por parte de algunos obispos o sacerdotes concretos?

Justamente los sacerdotes que aparecen en el libro son el testimonio de aquellos que fueron enemigos del golpe de Estado de Franco. Hubo curas muy conocidos que asumieron una tarea de propaganda en defensa de la República en medios católicos extranjeros, criticando la legitimidad religiosa de la guerra. De modo que estuvieron claramente enfrentados con la pastoral colectiva en esa guerra de propaganda.

Guerras de propaganda hay en todas las guerras, pero en el caso de España lo que se discutía era el carácter religioso o no de la Guerra Civil.

¿Cree que tenia un carácter religioso la Guerra Civil?

Creo que en parte sí. Pienso que con la distancia histórica que tenemos hoy, y desde una mentalidad post-conciliar con la que me identifico, es muy fácil desmontar eso. Pero creo que hay que colocarse en el contexto de la época y escuchar los testimonios de la gente que vivió aquello de cerca, sus autopercepciones. Una cosa es que Franco y los militares utilizaran el elemento religioso, sobre todo cuando le guerra se consolidó, para favorecer claramente su posición (y en esta operación entraron los obispos, que se dejaron utilizar por el régimen, o se utilizaron recíprocamente); y otra cosa es que efectivamente los fieles, los católicos, vivieran la experiencia de la guerra con carácter religioso. Y yo creo que para bastantes de los que participaron en la guerra, fue así. Y no cabe que nosotros desautoricemos sus percepciones. ¿Quiénes somos nosotros para desautorizar a quienes vivieron situaciones tan dramáticas, en las que les iba la vida? Tenían sus condicionamientos, como tenemos nosotros los nuestros. Pero precisamente el trabajo del historiador es tratar de comprender el contexto de la época, intentar situarse en él. Desautorizarlo o descalificarlo desde parámetros posteriores no tiene mucho sentido. Aunque se tenga que reconocer, por supuesto, que hubo una manipulación y una utilización de ese carácter religioso, y que se trató de transmitir al catolicismo internacional (no sólo español) que había un respaldo de la Iglesia hacia un determinado bando, a pesar de que medios franceses y belgas habían publicado que no. Que no se trataba de una cruzada religiosa, y que la guerra no podía justificarse religiosamente.

Como historiador, ¿cómo ves los procesos de beatificación de los mártires de la Guerra Civil?

Hay que reconocer que es llamativa la evolución de la política de la Iglesia al respecto. Hay un momento, en torno al 63 o 64, en que Pablo VI decidió que se paraban esos procesos, y se paralizaron los que habían empezado inmediatamente después de la guerra. El importantísimo libro de Antonio Montero sobre la persecución religiosa está hecho en buena medida sobre la base de los estudios previos sobre esos procesos, que estaban demasiado recientes. Leer más…

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