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¡Poneos en camino!

Domingo, 3 de julio de 2016
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Pobreza evangélica

No tener nada.
No llevar nada.
No poder nada.
No pedir nada.
Y, de pasada,
no matar nada;
no callar nada.

Solamente el Evangelio, como una faca afilada.
Y el llanto y la risa en la mirada.
Y la mano extendida y apretada.
Y la vida, a caballo dada.

Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada,
para testigos de la Revolución ya estallada.
¡Y “mais nada”!

*

Pedro Casaldáliga
Clamor elemental, Editorial Sígueme, Salamanca 1971

***

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:

“La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.

Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.

No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios.”

Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.”

Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.”

Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:

“Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.”

Él les contestó:

– “Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.

Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

*

Lucas 10, 1-12. 17-20

***

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad ,

Dom 3. 7.16. 72. Una marcha de Paz, los 72 Diputados de Jesús

Domingo, 3 de julio de 2016
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 14. Tiempo ordinario. Ciclo C. Sólo quiso tener 72, como algunos pequeños partidos España. No los quiso tener por votación, sino por vocación y envío propio.

Había escogido ya un círculo central de 12, un Consejo permanente de Ministros , a los que Jesús hizo signo y principio del Nuevo Israel, una Isla Verde de paz en la tierra.

Pero, al lado de ellos, escogió y envió 72 diputados, que representaban a todas la naciones, citadas en Gen 10 (eran las que entonces se conocían), como si fueran delegados de su Unión de Pueblos, evocados en Mt 28, 16-20,sin necesidad de una edificio superior, como el de Nueva York, sin Pentágono, sin armas…. Quiso expresar así su movimiento de paz.

En ese contexto puede situarse el texto de este día, la palabra de Jesús, que dice a sus enviados, con sus tres consignas fundamentales:

— que vayan por doquier (todos los pueblos son iguales) y que saluden a la gente con la paz:invitándoles a compartir su movimiento de comunión social, de plenitud humana, desde Dios, ante la vida;

— que coman lo que haya, que compartan entre todos lo que tienen, lo que llevan, lo que logran conseguir, sin capitalizar dinero, sino sólo esperanza y vida compartida (pues un dinero capitalizado se vuelve principio de imposición y dominio que destruye a las personas);

— que curen a los enfermos, que animen a los desanimados, que ofrezcan a todos una educación de paz, con su ejemplo de vida, más que con palabras… como avanzadilla de Reino entre los pueblos…

Suenan estos días en Europa los tambores de la disensión, como un nuevo fascismo imparable, poblado de miedos: No hay sitio para refugiados, cada en un su casa, sin pan para los otros, llega el Brexit de los pueblos (y sobre todo del Gran Capital), sálvese quien pueda y que se arreglen, si pueden, los restantes.

Suenen en España los tambores de unas elecciones mal digeridas, en las que casi nadie sabe de verdad lo que (lo que hemos) votado, con codazos, expulsiones…, amenazas, miedos, sin un norte que nos permita orientarnos o al menos compartir orientaciones. Tengo la impresión de que hemos votado como súbditos de unos poderes externos y de unos miedos interiores.

Pues bien, desde su hogar caminante, Jesús nos sigue invitando a la gran marcha de la paz, sigue enviando a sus 72 diputados… llamarles profesores y obispos de la paz, simplemente “testigos”. Buen tema, buen domingo

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Paz en Galilea y desde Galilea (Lc 10, 1-12)

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.

— ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.

–Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan..,

— Curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios.”

— Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios.”

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El texto incluye otros detalles y elementos que no puedo hoy comentar (he tratado de ellos en Historia de Jesús, VD, Estella 2014). Quiero fijarme hoy en la paz, siguiendo en la línea de lo que he venido diciendo otros días sobre el tema.

Otros podràn comentar otros rasgos (del pasaje citado y del resto del evangelio del domingo (Lucas 10, 1-12, 17-20). Yo quiero resaltar sólo algunos, siguiendo en la línea de mi Historia de Jesús.

Ésta es la caravanade la paz de Jesús… formado por 72 enviados, que son el signo de toda la humanidad , un Tren de paz concretado en 72 trenes más pequeños, dirigidos a todos los continentes, con un único mensaje: la paz.

A este Jesús de la paz no le importa establecer grupos cerrados… Quiere crear un movimiento de paz para todas las naciones… y para eso le basta con 72 pobres, sin nada… pero con ganas de ofrecer la paz y compartirla, desde abajo.

Introducción. La paz era difícil.

Los estudios económicos y arqueológicos confirman que en los años de Antipas, etnarca o rey vasallo de Galilea (del 4 a C. al 39 d. C.), que son en gran medida los de Jesús , se produjo la mayor revolución social de aquella tierra: gran parte de los antiguos propietarios perdieron sus tierras y quedaron sin trabajo. Creció la inestabilidad política y muchos empezaron a pensar y sentir que no había más solución que la muerte o la guerra.

En ese contexto se entiende el proyecto de paz de Jesús, que empieza de abajo y se expresa en forma de pacto entre itinerantes (sin casa ni tierra) y sedentarios (con casa). Los amigos y enviados de paz de Jesús eran itinerantes, portadores de un mensaje de Reino (Paz mesiánica), en medio de una sociedad duramente amenazada por la guerra. Así debían actuar esos mensajeros, que según Lucas eran setenta y dos, signo de todas las naciones y pueblos de la tierra (no simplemente Doce judíos, como en otras tradiciones).

Los que así ofrecen la paz, estos setenta y dos, no son simplemente judíos, ni cristianos, son hombres y mujeres de paz, que tienen la tarea mesiánica de ofrecer y expresar la paz en este mundo.

La paz que aquí se ofrece no es de tipo espiritualista, ni formalistas. Los enviados de Jesús vienen por todo Galilea y por los pueblos del entorno como promotores de una paz activa, en contra de los que colaboran con Roma en el campo militar, pero también en contra de los que se rebelan de un modo militar. Su mensaje es la paz mesiánica.

Ofrecer la paz. Un movimiento de pacificadores

Los enviados de Jesús empiezan ofreciendo por las casas “paz”, no una paz puramente interior, sino la paz social, política, económica, que ellos, pobres itinerantes, querían ofrecer, en nombre de Dios, como expresión y signo del Reino que viene. No eran los únicos, había otros que decían ofrecer la paz, pero lo hacían con otros medios y otros fines.

Roma quiso actuar como “pacificadora”; también los reyes herodianos y los sacerdotes se presentaron como portadores y garantes de paz, pero una paz del sistema, para beneficio de funcionarios y comerciantes. Pues bien, en ese contexto, Jesús envió a sus discípulos casa a casa, como portadores de un proyecto de paz, en una situación pre-bélica, sin seguridad externa (sin dinero, sin armas, sin garantías jurídicas). Sus mensajeros de su paz eran precisamente aquellos pobres, que han sido expulsados de los grandes proyectos de la pax romana. Por eso iban sin nada:

No llevéis bolsa, ni alforjas, ni calzado; ni saludéis a nadie por el camino. En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: ‘Paz sea a esta casa…

Precisamente porque no tienen absolutamente nada, ellos pueden ofrecer la paz, viniendo a presentarse como portadores de un proyecto de pacificación real para Galilea y, de hecho, para todo Israel, y de hecho para todo el mundo… un proyecto de paz concreta, que debía ir creciendo desde abajo, un camino social de trasformación que brota de la tradición israelita y que no empieza con la toma de poder, ni con la destrucción de los adversarios, sino con el mensaje y testimonio de unos campesinos desposeídos, que expanden su ideal por aldeas y pueblos.

Por eso, Jesús elige y envía a sus “adelantados”, para que anuncien la paz con su vida (no sólo de palabra) en todo Galilea. Éste es el principio permanente, el punto de partida de la paz mesiánica, que Jesús entiende como Reino de Dios.

Estos discípulos de Jesús, adelantados de una paz social, en medio de un mudo conflictivo, dispuesto a la guerra, siguen siendo ejemplo para todos los cristianos posteriores. Iglesias y grupos de fieles han pactado muchas veces con las instituciones dominantes, con los poderes militares. En contra de eso, los primeros cristianos fueron unos verdaderos “objetores de conciencia”, unos promotores de paz, sin armas, ni seguridades (sin dinero, sin alforja), como seguiremos viendo. No tenían nada que defender, por eso pudieron ser y fueron portadores de la paz mesiánica de Jesús.

Conclusiones:

a) La paz es dialogar entre todos, desde abajo, no con el poder de algunos que lo tienen casi todo (políticos, dueños del sistema), sino con la palabra de aquellos que no tienen nada (o se han despojado de lo que tenían) para establecer las bases de la paz desde la palabra común, no desde instancias de poder más alto.

b) La paz es curar… curar a los enfermos “del cuerpo”, pero, sobre todo, a los enfermos del “alma”, es decir, a los que viven aplastados por el deseo de tener y de dominar a los demás. Sin curar a los enfermos de “violencia” social, ideológica, económica o militar no es posible la paz. Hace falta un gran “hospital” de campaña (de campos y pueblos) de pacificación.

c) La paz es trabajar y comer junto… “Comed lo que es pongan…”. Colaborar en la tarea de la humanidad, en contacto directo, desde la misma calle de la vida… sin lugares resguardados, coches blindados, seguridades y más seguridades policiales… Hay que aprender a compartir la vida desde la calle, que es la palabra, la conversación, la casa abierta… trabajando y comiendo juntos…

d) Crear una cultura de pan, sin mentiras de unos, sin imposiciones de otros… Ésta es la utopía de los setenta y dos de Jesús que siguen siendo mensajeros de su paz mesiánica. Esa es la tarea de la Iglesia.

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“Homenaje a los apóstoles anónimos”. Domingo 14 Tiempo Ordinario. CICLO C

Domingo, 3 de julio de 2016
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de-dos-en-dosDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre:

Las instrucciones de Jesús a los discípulos cuando los envía de misión, en el evangelio de Mateo se dirigen a los Doce, pero en el de Lucas a setenta y dos. En la perspectiva de Lucas, la misión no es obra de un pequeño grupo de selectos; si el mensaje del evangelio se difundió por el imperio romano fue gracias a gran número de personas anónimas, igual que ocurre en nuestros días.

Tres advertencias previas sobre el evangelio

1) Entre el envío de los setenta y dos y su vuelta introduce Lucas otras palabras de Jesús (sobre Corozaín y Betsaida, etc.), que la liturgia ha suprimido.

2) El discurso de Jesús tiene unas palabras muy duras contra los pueblos que no acojan a los discípulos; en nuestra época tan políticamente correcta pueden escandalizar a algunas personas.

3) En consecuencia, la liturgia ofrece la posibilidad de dos lecturas: una larga y otra breve (en ningún caso el texto completo de Lucas 10,1-20).

Lectura breve, políticamente correcta (Lucas 10, 1-12)

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:

‒ La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino!

Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. 

Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa.

Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios.” 

Curiosamente, lo primero que deben hacer los setenta y dos es rezar para que el Señor envíe operarios a su mies. El tema empalma con el del domingo pasado, a propósito de los tres casos de vocación. Jesús hablaba con tanta dureza que parecía no querer seguidores. Aquí queda claro que son absolutamente necesarios y hay que pedir al dueño de la mies que los envíe. El dueño de la mies no es Dios Padre, sino el mismo que Jesús, que les ordena ponerse en camino. Con una advertencia y unas órdenes.

La advertencia: no van a una labor fácil ni agradable. Van como corderos en medio de lobos. Mateo, cuando copia esta frase, añade una otras palabras de Jesús: “sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas”. Haced lo posible para que el lobo no os coma. Pero Lucas ve otro tipo de peligro en los lobos y otra forma de afrontarlo. El peligro no es la dentellada que provoca la muerte sino la que desprestigia y tira por tierra el mensaje del evangelio. El imperio romano estaba repleto de grupos y predicadores religiosos parecidos a muchos de los actuales que utilizan la religión como forma de ganarse la vida. Por eso, la mejor forma de evitar las dentelladas de los lobos es llevar una forma de vida totalmente pobre y austera: No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias. La talega hace referencia al dinero, la alforja al alimento, las sandalias al vestido.

Luego añade unas palabras que sólo se encuentran en su evangelio: y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Eso mismo le dijo el profeta Eliseo a su criado Guejazí, un día que lo envió a una misión urgente (curar al hijo de la sunamita). Lucas, que conocía el Antiguo Testamento de memoria, pensó que este momento era el adecuado para poner en boca de Jesús las mismas palabras. La misión de los discípulos es urgente, no se puede perder el tiempo charlando a mitad de camino.

¿Qué hacer cuando llegan a un pueblo o aldea? Jesús concede una importancia capital al alojamiento, insistiendo en no cambiar de casa. Probablemente refleja su experiencia personal; y Lucas, la de los primeros misioneros. El cambiar de casa puede provocar muchos celos y tensiones.

Las palabras siguientes resultan extrañas en este sitio: Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios.” Los discípulos ya habían llegado a un pueblo y habían sido bien acogidos por una familia, que les da de comer. Si Lucas hubiera escrito con ordenador, quizá hubiera marcado bloque, cortado y pegado, cambiando el orden de las frases. O quizá no, porque este orden ilógico deja para el final, dándole mayor importancia, la misión de los discípulos: curar a los enfermos y anunciar la cercanía del Reino de Dios.

Continuación, políticamente incorrecta (Lucas 10,17-20)

Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.” Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.

[Aquí sigue la condena de Corozaín y Betsaida, dos ciudades galileas que no aceptaron a Jesús, para que no se extrañen los discípulos si son rechazados; y otras palabras sobre los que les prestan atención, que es como si escuchasen a Jesús y a Dios Padre].

Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:

‒ Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.

Él les contestó:

‒ Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

Lectura del libro de Isaías 66, 10-14c
El texto, muy poético, puede desconcertar al lector moderno. Por eso comienzo con dos aclaraciones:

1) Para un judío, Jerusalén representa infinitamente más que para un católico Roma o el Vaticano. Desde el siglo VI a.C. hasta el tiempo de Jesús, que fueron los siglos más duros en la historia de Judá (dominio sucesivo de babilonios, persas, griegos y romanos), la mayor esperanza se centraba en la gloria y esplendor de Jerusalén. El tema aparece en numerosos textos proféticos y Salmos.

2) Jerusalén es representada como ciudad y como madre. Como ciudad, quedó totalmente destruida después de la conquista de los babilonios en el año 586 a.C. Como madre, se vio desprovista de hijos, porque fueron deportados. Y los hijos, a su vez, están desprovistos del alimento y el cariño de su madre.

En este contexto, el profeta proclama su mensaje utópico, centrado en la vuelta de los hijos a su madre, la mayor alegría para Jerusalén y el mayor consuelo para los desterrados. También habla, en el centro, de la paz y la riqueza que inundarán la ciudad. Un mundo maravilloso de alegría, consuelo, paz y esplendor.

¿Cómo se consigue? ¿Qué deben hacer los judíos? Según este poema, nada. Todo lo hace Dios. Es él quien hace derivar hacia Jerusalén la paz y la riqueza de las naciones; es él quien consuela. Es él quien manifiesta a sus siervos su poder (su mano), como dice la última frase del poema.

Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis,

alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto.
Mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos,

y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor:

«Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz,

como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán;

como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo,

y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo, se alegrará vuestro corazón,

y vuestros huesos florecerán como un prado;

la mano del Señor se manifestará a sus siervos.

El contraste entre la lectura de Isaías y el evangelio

            El mundo utópico de Isaías, el esplendor de Jerusalén, se realiza sin esfuerzo alguno, por pura obra de Dios. En cambio, el mundo utópico que predican Jesús y los discípulos conlleva mucho sacrificio y esfuerzo. Además, es un mensaje que puede ser rechazado, como le ocurrió al mismo Jesús en Corozaín y Betsaida. Pero la última palabra es de victoria y esperanza: Satanás, símbolo de la oposición al evangelio, cae del cielo como un rayo, mientras que los discípulos triunfan sobre los espíritus inmundos y, sobre todo, sus nombres están escritos en el cielo.

Además, y esta es la gran aportación de Lucas, esos discípulos enviados a la misión no son un grupo de selectos. Todos hemos conocido gente que nos ha hecho gran bien desde el punto de vista humana y cristiano, que nos han anunciado el Reino de Dios. Y también nosotros hemos llevado y debemos llevar adelante esa tarea, a veces dura, y muchas veces con sensación de fracaso. Pero esto no es motivo para dejar de esperar en el triunfo de la utopía.

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Domingo XIV del Tiempo Ordinario. 3 JULIO, 2016

Domingo, 3 de julio de 2016
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“…el Señor designó a otros setenta y los envió por delante”.

Lc 10,1-12.17-20

Jesús tiene urgencia por anunciar el Reino y se decide a compartir su misión personal con un grupo de escogidos  a quienes envió delante suyo. Los seguidores de Jesús somos camino en el Camino, casa en Casa y alegría en la Alegría. Jesús nos habla de ser cauces, canales, puentes de CORRESPONSABILIDAD,  COMUNIÓN, pero antes nos instruye desde el espíritu del amor  y no desde el precepto normativo.

  • “ La mies es abundante”: nos habla  de que hay mucho trabajo por realizar, pero no nos dice que nos estresemos y agobiemos, sino que roguemos para que nos envíen ayuda.
  • “Rogad por tanto al dueño de la mies”: en una sociedad de la inmediatez , donde cada vez somos más autosuficientes, Jesús nos ruega que oremos, que pidamos al Padre, que seamos pequeñas y humildes, sabiendo que nuestra fuerza es LA CONFIANZA en Dios.
  • “Que envíe obreros”: esto somos los seguidores de Jesús, obreros, personas que trabajamos un campo que no es nuestro, hij@s que descubren el Reino del Amor y no solo entregan su tiempo, sino  su Vida entera, no nos pertenecemos porque no somos pagados con dinero sino retribuidas con Amor, y el Amar de Dios es calidad y calidez y no cantidad.
  • “Y nos envía como corderos en medio de lobos”: nos habla de vulnerabilidad, de fragilidad, y así somos los seguidor@s de Jesús, pequeñ@s,  pero sabemos que  la fuerza se realiza en la debilidad. Solo en lo pequeño, en lo frágil y vulnerable Dios actúa, porque ahí es donde nos dejamos acariciar. En lo grande y perfecto, Dios no tiene espacio. Ese espacio lo ocupa el ego. Nuestra fuerza no consiste en ser más que, ni tener más que, sino en amar todo lo posible y en ser cada vez más en Dios.
  • “Que vayamos sin sandalias ni alforjas”: con esto nos indica la libertad de corazón. Un seguidor de Jesús ha de ser cada día más libre, más capaz de anunciar y denunciar y estar en contacto con los excluidos, con los que la sociedad no quiere. El seguidor de Jesús es quien no es camino, para ser Camino de tránsito de otros hacía Dios. El seguidor de Jesús es quien no tiene casa pero es Casa  y Morada para quien se acerca a  él. El seguidor,a de Jesús no se alegra de lo que hace, ni de los éxitos conseguidos, se alegra porque vive en Dios y su alegría está transcendida más allá de los resultados, su alegría es el poso que da la confianza de quien sabe que vive en las entrañas de Dios y su nombre está grabado a fuego en el corazón de la Trinidad.

Padre, ayúdanos a entregar la vida por el Reino. Descúbrenos el valor de despertenecernos para ser camino que otro@s transiten hacia Ti. Te lo decimos en nombre de Jesús que es El Camino y mediante  la ternura del Espíritu Santo.

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“El secuestro del envío”, por Dolores Aleixandre

Domingo, 3 de julio de 2016
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envio misioneroQué nos ha pasado para que, al leer el texto del envío de los discípulos, pensamos inmediatamente que eso a nosotros “no nos toca” y que es algo reservado para gente que tiene un obispo o un superior/a que los mande de acá para allá. Como en el fondo nos resulta más cómodo, lo aparcamos en una zona reservada al “clero y alrededores”, sin darnos cuenta de que esta actitud supone algo tan grave como negar nuestra condición de discípulos. Porque es esa la condición preciosa que recibimos en el Bautismo y que sigue latente en nosotros esperando la oportunidad de desplegar todas sus potencialidades.

Probemos lo contrario: leer de nuevo el texto como dirigido a nosotros, sentirnos aludidos por sus palabras y escuchar sobrecogidos la llamada apremiante a ponernos en camino. Si nos parece demasiado, vamos a quedarnos solamente con algunos de sus consejos sobre la estrategia de envío que diseña Jesús:

– Hay que ir “de dos en dos”: es decir, dispuestos a caminar con otros, a comportarse como cómplices y compañeros, a negociar metas y pactar itinerarios, convencidos de que al individualismo le ha caducado el código de barras. “Mirad cuánto se quieren” decían de los primeros cristianos; “mirad qué gente tan especial”, podrían decir hoy si nos ponemos a ello: se ayudan unos a otros, no saben de faenas, codazos ni pisotones, se sostienen y apoyan mutuamente.

– Hay que encajar lo de “ser pocos” y encima de no lamentar el disponer de muchos medios ni de muchas certezas: la pobreza y la minoridad no son obstáculos que impiden que la eficacia del Evangelio sino todo lo contrario, tanto que son condiciones puestas por Jesús. “La simplicidad de vuestra vida será mucho más poderosa que vuestros discursos”, sería una buena traducción hoy.

– En medio de un mundo que busca el éxito inmediato, nos toca ser hombres y mujeres con aire de tener una cita más lejos, poseedores de la extraña alegría de saber que nuestros nombres están “apuntados” en ese libro de Vida que es el corazón de Dios. O tatuados en la palma de sus manos, una imagen mucho más cool y que se reserva hoy a los tipos con éxito.

Dolores Aleixandre

Fuente Fe Adulta

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La calle

Lunes, 23 de mayo de 2016
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Del blog Nova Bella:

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“Empieza un día más. Jesús quiere vivirlo en mí. No está encerrado. Conmigo está entre los hombres de hoy. Jesús no ha dejado de ser enviado a todas partes. Nosotros no podemos dejar de ser en cada instante los enviados de Dios al mundo. Jesús no deja de ser enviado en nosotros, a lo largo de este día que comienza, a toda la humanidad de nuestro tiempo, de todos los tiempos, de mi ciudad y del mundo entero.”

*

Madeleine Delbrêl

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Los fue enviando

Domingo, 12 de julio de 2015
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YO, PECADOR Y OBISPO, ME CONFIESO

Yo, pecador y obispo, me confieso
de haber llegado a Roma con un bordón agreste;
de sorprender el Viento entre las columnatas
y de ensayar la quena a las barbas del órgano;
de haber llegado a Asís,
cercado de amapolas.

Yo, pecador y obispo, me confieso
de soñar con la Iglesia
vestida solamente de Evangelio y sandalias,
de creer en la Iglesia,
a pesar de la Iglesia, algunas veces;
de creer en el Reino, en todo caso
-caminando en Iglesia-.

Yo, pecador y obispo, me confieso
de haber visto a Jesús de Nazaret
anunciando también la Buena Nueva
a los pobres de América Latina;
de decirle a María: «¡Comadre nuestra, salve!»;
de celebrar la sangre de los que han sido fieles;
de andar de romerías…

Yo, pecador y obispo, me confieso
de amar a Nicaragua, la niña de la honda.
Yo, pecador y obispo, me confieso
de abrir cada mañana la ventana del Tiempo;
de hablar como un hermano a otro hermano;
de no perder el sueño, ni el canto, ni la risa;

de cultivar la flor de la Esperanza
entre las llagas del Resucitado.

*

Pedro Casaldáliga,
Todavía estas palabras. 1994

*

 

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió:

– “Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.”

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

*

Marcos 6,7-13

***

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“Para un examen colectivo”. 15 Tiempo Ordinario – B (Marcos 6,7-13)

Domingo, 12 de julio de 2015
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15-852850Jesús no envía a sus discípulos de cualquier manera. Para colaborar en su proyecto del reino de Dios y prolongar su misión es necesario cuidar un estilo de vida. Si no es así, podrán hacer muchas cosas, pero no introducirán en el mundo su espíritu. Marcos nos recuerda algunas recomendaciones de Jesús. Destacamos algunas.

En primer lugar, ¿quiénes son ellos para actuar en nombre de Jesús? ¿Cuál es su autoridad? Según Marcos, al enviarlos, Jesús «les da autoridad sobre los espíritus inmundos». No les da poder sobre las personas que irán encontrando en su camino. Tampoco él ha utilizado su poder para gobernar sino para curar.

Como siempre, Jesús está pensando en un mundo más sano, liberado de las fuerzas malignas que esclavizan y deshumanizan al ser humano. Sus discípulos introducirán entre las gentes su fuerza sanadora. Se abrirán paso en la sociedad, no utilizando un poder sobres las personas, sino humanizando la vida, aliviando el sufrimiento de las gentes, haciendo crecer la libertad y la fraternidad.

Llevarán solo «bastón» y «sandalias». Jesús los imagina como caminantes. Nunca instalados. Siempre de camino. No atados a nada ni a nadie. Solo con lo imprescindible. Con esa agilidad que tenía Jesús para hacerse presente allí donde alguien lo necesitaba. El báculo de Jesús no es para mandar, sino para caminar.

No llevarán «ni pan, ni alforja, ni dinero». No han de vivir obsesionados por su propia seguridad. Llevan consigo algo más importante: el Espíritu de Jesús, su Palabra y su Autoridad para humanizar la vida de las gentes. Curiosamente, Jesús no está pensando en lo que han de llevar para ser eficaces, sino en lo que no han de llevar. No sea que un día se olviden de los pobres y vivan encerrados en su propio bienestar.

Tampoco llevarán «túnica de repuesto». Vestirán con la sencillez de los pobres. No llevarán vestiduras sagradas como los sacerdotes del Templo. Tampoco vestirán como el Bautista en la soledad del desierto. Serán profetas en medio de la gente. Su vida será signo de la cercanía de Dios a todos, sobre todo, a los más necesitados.

¿Nos atreveremos algún día a hacer en el seno de la Iglesia un examen colectivo para dejarnos iluminar por Jesús y ver cómo nos hemos ido alejando sin darnos casi cuenta de su espíritu?

José Antonio Pagola

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“Los fue enviando”. Domingo 12 de julio de 2015. Domingo 15º de tiempo ordinario

Domingo, 12 de julio de 2015
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40-ordinarioB15 cerezoLeído en Koinonia

Amós 7,12-15:Ve y profetiza a mi pueblo.
Salmo responsorial: 84:
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Efesios 1,3-14: Nos eligió en la persona de Cristo, antes de Crear el mundo.
Marcos 6,7-13: Los fue enviando.

Am 7, 12-15: Conflicto en Betel con el sacerdote Amasías

El santuario de Betel tenía también su significación política para el Reino del Norte. Por eso el sacerdote Amasías tiene que cuidar su puesto defendiendo los intereses del rey. Amós, en el comienzo de su misión profética, encuentra rechazo de parte de la estructura religiosa, esto le augura problemas y dificultades pero está dispuesto a enfrentarlos. Vive de lo que hace, su vida no depende de su labor profética, de ahí que puede actuar con libertad tanto frente a la estructura religiosa como a la estructura política. Yahvé mismo le ha pedido que vaya a profetizar a Betel, así que Amasías va a tener que escucharlo aunque se incomode y aunque él no sea del Reino del Norte.

El papel político e «ideológico» (justificativo) que toda religión juega –en un sentido o en otro- en el contexto sociológico en el que se mueve, es ya un descubrimiento de la conciencia moderna que a nadie se le escapa. Ya nadie es tan ingenuo como para pretender que su discurso o su práctica religiosa no hagan ninguna referencia a lo social, a lo político o a lo económico. El apoliticismo de la religión es simplemente imposible, o bien ilusorio o ingenuo. La religión hace política de alguna manera, inevitablemente, como Jesús asumió definidamente su postura social y política frente a la realidad de su momento. No se trata de negar las implicaciones sociales y políticas de nuestra práctica cristiana: lo que es necesario es que esa política sea secundum Marcum, secundum Matheum, secundum Lucam. O sea, «según el Evangelio». Es el Evangelio mismo el que nos obliga a hacer política. Pero no una política según los intereses del rey, o los intereses de los poderosos, o los intereses del sistema, o nuestros propios intereses, sino según el interés del amor, de la fraternidad, de la justicia, de la opción por los pobres, de la Utopía (del Reino, del «otro mundo posible» del Evangelio).

Aparte de los casos individuales locales (cada templo, cada comunidad cristiana…) ¿qué papel ideológico-político está jugando el cristianismo respecto al capitalismo occidental y su sistema explotador? La visión de «otros» puede ayudarnos: el mundo musulmán, por ejemplo, mira al sistema económico occidental como capitalista, explotador, invasor, imperialísticamente globalizador, fuera de todo derecho internacional y del mínimo respeto a la convivencia entre los pueblos, y como «el sistema cristiano», el de los actuales «cruzados»… Para muchos pensadores musulmanes, el cristianismo es el sistema religioso ideológico justificador del capitalismo mundial. El cristianismo como conjunto hace política y economía, y no precisamente «según el Evangelio».

Por su parte, los movimientos populares emancipatorios, la izquierda mundial, sabe que, excepto la gloriosa excepción de la teología de la liberación y sus comunidades eclesiales y sus mártires, en la gran mayoría de los casos el cristianismo ha «justificado» a -y se ha identificado con- la derecha, el capital, el patriarcalismo, el «orden», el poder… como sucesor del imperio romano, que es. Lo contrario ha sido –y sigue siendo- minoritario y excepcional dentro del cristianismo. Veinte siglos de historia están ahí para demostrarlo. El cristianismo como conjunto es un «santuario de Betel», en el que Amasías tiene como punto de referencia al Rey, y Amós no es acogido en él. Amós –que no era sacerdote, que ni siquiera era «profeta profesional»- es la personificación de los cristianos individuales y grupos de base de corazón sencillo, que sienten la exigencia de la Justicia de Yahvé y denuncian la complicidad del Santuario. Los representados aquí por Amós no son sólo los teólogos críticos, ni los obispos proféticos, sino todos los cristianos de a pie de corazón limpio de intereses y sensibles a las exigencias del Evangelio.

Ef 3, 1-14: El misterio que no fue dado a conocer en tiempos pasados…

Para Pablo es claro que no sólo los judíos sino también los gentiles están ahora en Cristo y participan de la bendición de Dios que tiene lugar también en Cristo.

La gran dificultad en el comienzo de la Iglesia fue aceptar a los gentiles. Pablo se esfuerza en esta alabanza de bendición a Dios por mostrar que quien se bautiza participa también de la elección, de la gracia o remisión de los pecados y de la iniciación en el misterio de Dios. Los miembros de la Iglesia somos, según el apóstol, los que hemos recibido la bendición: elegidos desde siempre y antes de todas las cosas, elegidos y destinados por Cristo para la condición santa de hijos y para que lleguemos a la plenitud de nuestro ser al transformarnos en imágenes de su Hijo, gracias a la acción del Espíritu y al haber sido agraciados en el Amado con el perdón de los pecados mediante la sangre de Cristo, elegidos para que mediante la sabiduría y la prudencia que, proceden del mismo Espíritu, penetremos en el misterio de Dios.

En el misterio de la voluntad de Dios, de su propósito y realización en Cristo, nos hallamos incluidos también nosotros los cristianos procedentes tanto del judaísmo como de la gentilidad, porque en él está definida nuestra esencia, en él experimentamos el perdón de los pecados.

Pablo siente que esta realidad terrena tiene que evolucionar, que el plan de Dios es recapitular todas las cosas en Cristo y que los cristianos no debemos permanecer al margen de las transformaciones sociales. Hemos sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo para ser sensibles a la acción transformadora de Dios, acción transformadora que tampoco es exclusiva de los cristianos. El compromiso del cristiano es hacer que este mundo de injusticia se transforme en una sociedad de hermanos pues se supone que entendemos cuál es la voluntad y el plan de Dios sobre la humanidad y el cosmos. Esta tarea no es fácil, porque no vivimos aislados de los demás y porque el mal ha sido institucionalizado por el ser humano.

Mc 6, 7-13: Jesús envía a los doce.

Comienza una nueva etapa en el proceso del seguimiento, la etapa de la misión. Ahora les corresponde a los Doce proclamar lo que han visto y oído. Jesús es consciente de que tendrán que enfrentar el mal en todas sus dimensiones por eso les da poder para hacerlo y les da algunas recomendaciones, les indica que es necesario un cierto estilo de pobreza, tener capacidad para acomodarse a las circunstancias y saber que van a ser aceptados o rechazados. La proclamación de la Buena Nueva debe hacerse en libertad, a nadie se puede obligar a aceptarla. Jesús les está hablando desde su propia vida, les está aportando desde su práctica pastoral.

Todos los comienzos tienen sus dificultades -así lo vemos también en la experiencia de Amós-, pero además están llenos de esperanza y de alegría porque se tiene la motivación de sacar a adelante un proceso. Jesús les advierte a los discípulos cómo son las cosas, para que nada los tome por sorpresa. Sin embargo, la experiencia para cada evangelizador será siempre diferente y a veces donde creemos que nos va a ir bien quizá no logramos nada. Quien evangeliza debe tener presente que es Dios quien hace que surja el fruto, pero también debe disponerse para que el mensaje que transmita motive, inquiete y sea más creíble.

Jesús sabe lo que les espera a los Doce. Los envía de dos en dos. La compañía es apoyo, fuerza y motivación para cumplir mejor con la misión y para resistir a las dificultades. La tarea que van a realizar es una tarea liberadora pero, ¿están capacitados para hacerla? Al final del texto se nos dice cómo los discípulos expulsaron muchos demonios y curaron muchos enfermos. De esta forma los Doce van adquiriendo autonomía y confianza en sí mismos, se dan cuenta de que son capaces de hacer lo mismo que hace Jesús.

El que es enviado sabe que debe permanecer en el lugar hasta que cumpla con su misión, así lo vemos en Amós y en las indicaciones que Jesús les da a los Doce. El enviado no va a nombre personal, va en nombre de quien lo envió. Además Jesús cuenta con la buena voluntad de muchos hombres y mujeres que son solidarios, que abren la puerta de su casa para compartir, de ahí que se atreva a decirles que se queden en la casa donde entren hasta que vayan a otro lugar. Pero también les dice que donde no los reciban ni los escuchen, al marcharse sacudan el polvo de los pies. El gesto de sacudir los pies se hacía públicamente y expresaba condena y separación. Este gesto lo podemos leer también como señal de intolerancia de parte del evangelizador que no soporta que lo rechacen y que no lo reciban. No se puede obligar al otro a que reciba la Buena Nueva, también los demás tienen derecho a disentir, a manifestar que no están de acuerdo y el evangelizador debe tener una actitud más tolerante y comprensiva, debe esperar una nueva oportunidad.

Contrariamente a lo que fue la práctica de Jesús, el anuncio del Evangelio, en la mayoría de los casos y de los tiempos, se ha impuesto a los demás, unas veces en forma violenta empleando la fuerza del poder o de las armas, otras veces con las leyes o con la presión social o la presión psicológica, manejando el miedo por la amenaza de la condenación. También ejercemos una cierta violencia cuando insistimos en la costumbre de bautizar a los niños en vez de arriesgarnos a que sean ellos quienes elijan hacerse cristianos libremente cuando sean adultos. Entre las grandes religiones, el cristianismo por lo menos tiene una historia que desacredita mucho la supremacía numérica mundial de la que está tan orgulloso. Su gran magnitud cuantitativa deja mucho que desear y suscita muchas dudas sobre su futuro en un mundo cada vez menos susceptible de coerción religiosa. Se adivina un futuro –que ya es presente en regiones de vieja cristiandad- de disminución y abandono, una situación que no debería interpretarse catastróficamente, sino como la oportunidad de recuperar la calidad que se sacrificó a la cantidad.

Jesús dice a sus enviados que si no es recibido el mensaje, sacudan el polvo de sus pies y se vayan, y es claro que no quiere que obliguen a nadie a aceptar el mensaje. Es más coherente con la «política de Dios» ser menos en número -por ser celosamente respetuosos de la libertad religiosa-, que ser más cuantitativamente a base de bajar el nivel de la calidad evangélica de los métodos evangelizadores. Leer más…

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Dom 12. 7. 15. Huellas de pies en la arena, un programa misionero

Domingo, 12 de julio de 2015
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para-vivir-el-evangelio-lectura-de-marcosDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 15, tiempo ordinario. Ciclo b. Muchos hombres y mujeres de Iglesia andan buscando como locos un programa misionero, pues les parece que el evangelio de Jesús fracasa sin remedio en este nuevo mundo que parece sin dioses, sin rumores de dioses, sin deseos de Dios.

Pero ese programa existe, lo formuló al principio de la iglesia el evangelio de Marcos, que dice así:

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: “Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.” Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban (Mc 6, 7-13).

Sigue siendo un programa de vida. Con algunas adaptaciones puede y debe ponerse en marcha todavía, como seguiré indicando. Bueno domingo a todos, desde Buenos Aires

(He escrito un largo comentario de Marcos (Verbo Divino, Estella 2013), pero sigo recordando con cariño el primero comentario, éste de la imagen de con unos pies en la arena, dejando una huella).
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1. Programa misionero (Mc 6, 7-13)

Este pasaje ofrece el mejor programa de misión de la iglesia antigua (que sirve básicamente para la moderna). Por eso es bueno retomar y presentar de un modo esquemático sus rasgos principales:

1. Jesús les manda de dos en dos (6, 7a), como expresión de ministerio compartido. Son signo de comunidad, no solitarios. No son filósofos cínicos o mendigos asociales, obligados por vocación a vivir en soledad. Su misma vida en compañía (de dos en dos) es signo de iglesia germinal, es experiencia de evangelio. Más que lo que dicen importa lo que son: testigos de vida hecha diálogo, experiencia común de fraternidad. Marcos no ha concretado la relación que hay entre ellos (si son hermanos, célibes, hombre y mujer, dos mujeres, un matrimonio…). Todas las variaciones son posibles. Sólo se dice que van en pareja.

2. No llevan nada para el camino: ni pan, ni alforja, ni dinero, ni dos túnicas (6, 8-9). Ciertamente, calzan sandalias para caminar; pero no llevan vestido de repuesto; no van así por austeridad ni por espíritu de pobreza; no son ascetas profesionales, ni mendigos (comen y beben, no ayunan; cf 2, 18-22). Van sin equipaje por confianza: tienen la certeza mesiánica de que habrá quien les ofrezca lo que necesiten. No van para construir su propia casa (aislados de los otros), sino para “quedarse” en el lugar que les acoja, recibiendo allí comida, vestido, alojamiento. Con esa fe caminan. Son testigos vivientes de esperanza.

3. Les dijo: cuando entréis en una casa, quedaos allí… (6, 10). Ésta es la otra cara del rasgo anterior: si nada llevan es porque todo esperan recibir. No imponen, no exigen, pero aceptan la hospitalidad de quien les abra las puertas, integrándose en el contexto familiar y social del lugar que les reciba. Son pobres: caminan sin seguridades materiales; pero su misma pobreza es fuente de comunión: son dos en manos de muchos que les acogen, ofreciéndoles familia, o les expulsan, rechazando así la invitación mesiánica. Son más ricos no teniendo nada, pues esperan recibirlo todo de los otros. No llevan armas, no pretenden conquistar cosa ninguna por dinero o por prestigio social; pero confían en la ayuda de los otros.

4. Son mensajeros mesiánicos que inician sobre el mundo un camino de intercambio salvador (6, 12-13). No son mendigos (no piden limosna), ni ricos autosufientes (no van con lo que necesitan, para aislarse de los otros), sino personas capaces de realizar la “obra” del reino que es la conversión (meta-noia), que se expresa en la expulsión de los demonios y en las curaciones. Ellos son, ante todo, portadores de la meta-noia o conversión y de esa forma continúan realizando lo mismo que había iniciado Jesús al comenzar su mensaje en Galilea (1, 14).

5. Su tarea se expresa en dos signos básicos: exorcismos y curaciones. Como he dicho, los enviados de Jesús son ante todos “portadores” de una conversión (de una meta-noia) que se expresa en dos gestos: la expulsión de los demonios y las curaciones (6, 12-13). La conversión que ellos anuncian y ofrecen viene a presentarse ante todo como exorcismo, esto es, como transformación de una vida que se hallaba dominada por lo demoníaco, en el sentido personal más hondo. En un segundo momento, el exorcismo se expande en forma de “curación”: “ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”.

2. Misión cristiana, una tarea mesiánica.

Los envía de dos en dos, es decir, en gesto de solidaridad misionera, no sólo para que se ofrezcan ayuda y compañía unos a otros, sino también para que puedan indicar mejor que el reino es solidaridad y plenitud de vida compartida. La verdadera vocación es realidad comunitaria (se va de dos en dos), y ella nos pone al servicio de la gran comunidad del reino. Desde aquí se han de entender las notas del anuncio misionero:

• Desprendimiento. Los enviados de Jesús llevan las manos vacías de bienes materiales. Se han puesto las sandalias, han tomado el bastón que les permite caminar por todos los caminos (es decir, por lugares de fácil y difícil acceso). Pero prescinden de pan y de dinero: no son criados al servicio de una institución que paga, no son jornaleros de ningún tipo de empresa. Van voluntarios: porque quieren. Van ligeros de equipaje: simplemente con lo puesto. De esa forma pueden ser testigos de un reino que es gracia, don de Dios que nunca puede comprarse, venderse o merecerse.

• Solidaridad. La misma pobreza les hace solidarios de los otros en el sentido más radical de la palabra: no pueden pagar un hotel ni comprar una casa. Tienen que pedir alojamiento de prestado, quedando de esa forma en manos de aquellos que quieran recibirles. La misma autoridad del reino que transmiten les hace dependientes de los hombres: así viven a merced de la hospitalidad de los otros, como signo intenso de que creen en la fuerza del Señor que les envía y acompaña de manera misteriosa en su camino.

• Autoridad escatológica. Nada tienen, nada pueden en sentido externo y, sin embargo, en su propia debilidad, son signo viviente del juicio de Dios sobre la tierra. Por eso, allí donde no les reciben, pueden (deben) sacudir el polvo de las sandalias (o los pies), como diciendo: quedáis en las manos del juicio de Dios. Os ofrecemos vida, y vosotros preferís la vieja muerte de la tierra. Estos enviados de Jesús son misioneros con su propio gesto, con el signo de su vida pobre. Antes de ofrecer nada, antes de dar algo a los otros, ellos empiezan recibiendo: se ponen en las manos de los hombres y mujeres del lugar, en actitud de intensa pequeñez, pobreza suma. Sólo de esa forma (no llevando ropa o bienes, sin dinero y sin poderes) vienen a mostrarse (y ser) testigos de la gracia del reino que al sanarles les transforma.

De esa forma, ellos han puesto en marcha una misión dirigida a todos, centrada en las casas, con el fin de cambiar las formas de vida personal y social de aquellos a los que “convierten”.

El texto no dice que vayan a la plaza del mercado, ni al templo, sino que entran en las casas (oikia: 6, 10), es decir, en los lugares de convivencia familiar, para iniciar allí un proceso de transformación mesiánica universal (cf. topos: 6, 11).

No piden como mendigos, ni venden como comerciantes. Ellos ofrecen y comparten. Por eso suscitan gratuidad y vida compartida (evangelio, reciben un lugar en casa), estableciendo lazos de familia en gratuidad.

No son mendicantes, ni buscadores de fortuna sino profetas, creadores de fraternidad. Dan y reciben: ofrecen su riqueza mesiánica y quedan en manos de aquellos que quieran acogerles. Así convierten la vieja casa de este mundo (antes lugar de disputa y separación) en espacio de encuentro universal. No hay venta o negocio en su gesto. Ofrecen solidaridad mesiánica (van de dos en dos, curan…) y quedan en manos de aquellos que quieran responderles con solidaridad humana.

Este pasaje nos sitúa ante la eclesiogénesis de Marcos, es decir, ante su estrategia misionera de creación de la iglesia como familia mesiánica. Frente al orden romano, que se instaura por códigos de honor, poder y dinero, frente al orden judío, edificado sobre bases de distinción nacional y pureza religiosa, Jesús expone las bases del orden mesiánico, universal, sobre principios de donación humana (cada uno da a los otros lo que tiene) y de acogida mutua (cada uno queda en manos de los otros). Así pierde sentido la vieja diferencia entre judío y gentil. Es evidente que al fondo está la esta misión a los judíos. Pero en ella no hay nada exclusivamente judío. Todo es universal, todo humano. Quien empieza a ofrecer así evangelio rompe las fronteras de nación o grupo elegido.

Los enviados de Jesús van suscitando una familia en la que todos pueden compartir en gratuidad vida y palabra.

(1) Ofrecen lo que tienen: su experiencia de reino, como principio de conversión y poder de curación.

(2) Quedan en las casas y lugares de aquellos que se “convierten”. Por eso, la palabra clave es recibir (dekhomai: 6, 11), que volveremos a encontrar hablando de los niños (9, 37; 10, 15). Como niños indefensos en manos de los grandes, así quedan los misioneros de Jesús en el mundo. Ellos dan en la medida en que reciben, iniciando una forma de existencia dialogada, en plano de palabras, dones y afectos.

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De discípulos a misioneros. Domingo 15. Ciclo B

Domingo, 12 de julio de 2015
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jesus-marcos-6-7-13-aDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El fracaso en Nazaret no desanima a Jesús. Al contrario. Además de continuar misionando, como veíamos el domingo pasado, envía también a sus discípulos a misionar. Los profetas del Antiguo Testamento tienen a veces discípulos; pero, que sepamos, nunca los envían de misión; la labor del discípulo consiste en servir de apoyo social y espiritual al profeta, memorizar sus palabras y transmitirlas a la posteridad. El enfoque que tiene Jesús de sus discípulos es distinto, más dinámico: no se limitan a aprender, deben también poner en práctica lo aprendido, y ampliar desde ahora la actividad de Jesús.

Las instrucciones a los discípulos (Marcos 6,7-13)

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió:

̶  Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

            El texto de Marcos trata brevemente cinco puntos:

  1. La autoridad. Cualquier embajador o misionero debe estar investido de una autoridad. La que reciben los discípulos es sobre los espíritus inmundos. Esta idea, tan extraña a la cultura de nuestra época, debemos considerarla en el contexto del evangelio de Marcos. Jesús, desde el primer momento, en la sinagoga de Cafarnaúm, ha demostrado su autoridad sobre un espíritu inmundo. Sus discípulos reciben el mismo poder. Son embajadores plenipotenciarios.
  2. Equipaje y provisiones. Es interesante advertir lo que se permite y lo que se prohíbe: sólo se permite llevar un bastón y sandalias; en cambio, se prohíbe llevar comida (ni pan, ni alforja) y túnica de repuesto. El permiso del bastón y las sandalias contrastan con lo que dice el evangelio de Mateo, donde se prohíben. Es un caso interesante de cómo los evangelistas adaptan el mensaje de Jesús a las circunstancias de su comunidad: Marcos tienen en cuenta el apostolado posterior de largos viajes, por terrenos difíciles, que requieren el bastón y las sandalias. En cambio, la prohibición de comida y vestido de repuesto, demuestra la enorme preocupación de Jesús por dar ejemplo de pobreza en una época en que los predicadores religiosos eran acusados con frecuencia de charlatanes en busca de dinero.
  3. Alojamiento. Para evitar tensiones y peleas entre las personas que quisieran acogerlas en sus casas, Jesús ordena que se alojen siempre en la misma.
  4. Rechazo. El apostolado no tendrá siempre éxito. Igual que Jesús fue rechazado en Nazaret, ellos pueden ser rechazados en cualquier lugar.
  5. La actividad. Curiosamente, lo que deben hacer los discípulos no aparece hasta el final: «Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.» Lo mismo que hacía Jesús, a excepción del uso de aceite para curar enfermos. Esta práctica parece haber entrado en la iglesia en un momento posterior y está atestiguada en la carta de Santiago: « ¿Que uno de vosotros cae enfermo? Llame a los ancianos de la comunidad para que recen por él y lo unjan con aceite invocando el nombre del Señor.» (Snt 5,14).

El rechazo (1ª lectura: Amós 7,12-15)

            En las instrucciones de Jesús, este tema es el que ocupa menos espacio. Sólo se menciona como posibilidad. En cambio, la primera lectura nos recuerda que esta posibilidad fue y sigue siendo muy real.

En aquellos días, dijo Amasías, sacerdote de Casa-de-Dios, a Amos:

– Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá; come allí tu pan y profetiza allí. No vuelvas a profetizar en Casa-de-Dios, porque es el santuario real, el templo del país.

Respondió Amos: No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: “Ve y profetiza a mi pueblo de Israel”.

            A mediados del siglo VIII a.C., el profeta Amós, originario del sur (Judá) fue enviado por Dios a predicar en el Reino Norte (Israel), para denunciar las injusticias terribles que se cometían, favorecidas por la corte y el clero. El enfrentamiento más fuerte tiene lugar en el santuario de Betel (= Casa de Dios), con el sumo sacerdote Amasías, que lo expulsa. En el fondo, Amós tuvo suerte. A otros les cortaron la cabeza.

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