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“El amor de Dios sin limitaciones” Ante la homosexualidad: Sínodo, teología y espiritualidad.

Sábado, 9 de marzo de 2024
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“Para quien lea sin prejuicios la Declaración Fiducia supplicans. Sobre el sentido pastoral de las bendiciones, razonada  bíblica y pastoralmente, puede comprender la intención y sentido de un texto acorde con la línea papal de acogida fiel al amor y misericordia de Dios”

“Ante la novedad de esta práctica el cardenal Parolin habla de ‘progreso en la continuidad’ y de apertura a los signos de los tiempos en fidelidad al Evangelio y la Tradición. Es ‘un punto delicado que necesitará mucho estudio'”

“Interpretando el texto y su invitación a profundizar el amor de Dios en especial ante situaciones de personas consideradas al margen, se plantea, por tanto, la necesidad de una reflexión amplia y dialogada, con libertad y audacia”

“La concreto desde tres campos: el Sínodo, la teología, la espiritualidad”

 Francisco denunció la “hipocresía” de algunos críticos de Fiducia Supplicans. Nueva defensa de Francisco del documento de Doctrina de la Fe.

La Declaración Fiducia supplicans. Sobre el sentido pastoral de las bendiciones aprueba ”la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio”.

Para quien lea sin prejuicios esta Declaración, razonada  bíblica y pastoralmente, puede comprender la intención y sentido de un texto acorde con la línea papal de acogida fiel al amor y misericordia de Dios. Se entiende como “una semilla del Espíritu Santo que hay que cuidar y no obstaculizar” y que invita a profundizar lo que significa e implica el amor incondicional de Dios que llama ”a aprender no a maldecir, sino bendecir”. Ante la incomprensión de quienes no admiten tales bendiciones, el mismo Papa ha respondido pastoralmente: “Se bendice a las personas, no al pecado”.

Ante la novedad de esta práctica el cardenal Parolin habla de “progreso en la continuidad” y de apertura a los signos de los tiempos en fidelidad al Evangelio y la Tradición. Es ”un punto delicado que necesitará mucho estudio”.

Interpretando el texto de la Declaración y su invitación a profundizar el amor de Dios en especial ante situaciones de personas consideradas al margen, en este caso, por sus convicciones y formas de vida sexuales, se plantea, por tanto, la necesidad de una reflexión amplia y dialogada, con libertad y audacia. La concreto desde tres campos: el Sínodo, la teología, la espiritualidad.

Sinodalidad y homosexualidad

IMG_3031No deja de ser significativo que esta Declaración se haya hecho pública en el periodo entre las dos sesiones  de la Asamblea Sinodal.

Ya en el Documento de trabajo para la Etapa Continental, Ensancha el espacio de tu tienda”, se proponía en múltiples aportaciones una Iglesia abierta y acogedora para que sea “lugar de comunión, de participación y misión común”. En el Documento síntesis para la II sesión de la Asamblea sinodal se propone, siguiendo el Evangelio, plantearse la superación de posturas de “incomprensión y rechazo… escuchando el grito de auxilio de quien tiene necesidad”. Cita en concreto “las referidas a la identidad de género y a la orientación sexual que suscitan preguntas nuevas”, teniendo en cuenta  que, “a veces, las categorías antropológicas que hemos elaborado no son suficientes para acoger la complejidad de los elementos que emergen de la experiencia y del saber de las ciencias y requieren maduración y un estudio ulterior”. Por ello, advierte,  “es importante tomar el tiempo necesario para esta reflexión y emplear las mejores energías, sin ceder a juicios simplistas que hieren a las personas y al cuerpo de la Iglesia. Muchas indicaciones que ya ha ofrecido el Magisterio esperan ser traducidas en apropiadas iniciativas pastorales”.

Se trata todavía de propuestas, a la espera de la II Sesión de la Asamblea sinodal. La Declaración Fiducia supplicans ha adelantado ya algunas de ellas que esperamos se reafirmen y amplíen para abrir un horizonte nuevo en el que la teología debe ir aportando con libertad sus reflexiones.

La teología ante la homosexualidad

Aunque en nuestras Facultades de Teología no sea tema habitual (las reservas son muchas y el campo, arriesgado), ha habido y hay numerosas reflexiones teológicas de gran alcance y profundidad. Su tratamiento está relacionado  con investigaciones antropológicas, como indica el Sínodo, y las concepciones de género.

Las teologías feministas y, en especial, la llamada teología queer han asumido en sus reflexiones la profundidad humana de los sujetos y subjetividades marginadas por su sexualidad no normativa o identidad de género (LGBTIQ+). Cuestionan las categorías de género, identidad y sexualidad como naturales e inmutables, fuentes de explotación y opresión. Transgresoras, liberadoras y subversivas ante los modelos establecidos, estas teologías conducen al reconocimiento y derechos de los cuerposconsiderados como abyectos por culturas dominantes.

Sus reflexiones no se limitan a la sexualidad y al género. Abarcan otros contextos sociales y culturales, identidades subordinadas, maltratadas, marginadas socialmente, invitando a reconocerlas. Denuncian hegemonías violentas anuladoras para liberar su identidad y promover un nueva humanidad. Buscan la justicia, presentan una nueva escatología, consecuentes con el Reino de Dios a cuyo banquete  son invitadas las personas que, olvidadas y rechazadas, deambulan por los caminos de  la vida.

La teología  queer de la liberación, como la denomina Juan José Tamayo, citando a su pionera, la teóloga argentina Marcella Althaus-Reid, abarca todo tipo de opresiones a las que la sociedad somete a quienes no se ajustan a sus modelos  establecidos por la clase dominante. Superando una concepción binaria de las personas, abogan por identidades diversas y fluidas como un acto de justicia social, subraya el teólogo sudafricano Nontando Hadebe, para hacer posible un auténtica diversidad.

IMG_3033En esta teología el concepto de Dios, al que Marcella Althaus-Reid llamó “Dios queer”, se descubre en el exilio de las calles, de los y las profesionales del sexo, de las personas de diferente orientación sexual, en los marginados sociales. Como mostraban las reflexiones teológicas de la revista Concilium (nº 383), estas personas devienen  “el cuerpo queer de Cristo” donde quedan superadas todas las desigualdades diferenciadoras y llaman a superar dualismos: “Ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3,26-28). Para Cristo todos somos iguales, hijas e hijos de Dios y  conduce, como afirma Sharon A. Bong, siguiendo a Elisabeth Schüssler Fiorenza, a superar sexismos y homofobias para hacer una Iglesia transformadora, relacional, inclusiva,  cuerpo de   Cristo queer.

Por tanto, estas perspectivas teológicas contribuyen a descubrir en las situaciones despreciadas y marginadas, en las identidades no reconocidas y reprimidas, auténticos signos de los tiempos de la presencia de Dios que deberán, sin duda, ser interpretados, nunca rechazados, para buscar soluciones plenamente humanas, como pide  el Vaticano II (Gaudium et spes 11), y hacia las que encamina, creo, la Declaración Fiducia supplicans.

Las teologías feministas como la teología queer, por tanto, proponen caminos importantes que deben considerarse en un diálogo fecundo, abierto, libre y audazescuchando al Espíritu que habla desde estas realidades oprimidas y despreciadas.

Espiritualidad en la experiencia homosexual

La experiencia y pensamiento feministas plantean desafíos profundos a determinadas espiritualidades tradicionales elaboradas desde poderes quiriarcales o patriarcales; son críticas y purificadoras de equivocadas superioridades y categorías construidas desde su ideología y prepotencia.

Estas posiciones se relacionan con la experiencia ‘queer’ que aboga y desarrolla una espiritualidad solidaria con los marginados del sexo, género, etnia, clase y estatus económico que promueve experiencias y expresiones de una espiritualidad liberadora de su marginación social, cultural, religiosa.

Esta espiritualidad conduce a una relación con un Dios que asume la pobreza y exclusión, con un Cristo comprendido con otras categorías que superan su masculinidad y lleva a reconocer la dignidad de todas las personas, también de diferente orientación sexual, sin discriminaciones, desde otra concepción de identidad, donde se incluyen las rechazadas. Nace del corazón, de las entrañas, como subraya Ángel Méndez Montoya. Abre a una experiencia del Espíritu en el Amor Trinitario hacia el que nos dispone superando todo dualismo. Vislumbra nuevos horizontes de otro mundo posible y, en consecuencia, desarrolla en esa experiencia espiritual una radical justicia social. Mantienen, por tanto,  estrecha vinculación con movimientos sociales antihegemónicos de personas y pueblos oprimidos por diferentes causas patriarcales, económico-neoliberales, de etnia, de clase.

Su experiencia espiritual descubre un Dios en el exilio, más allá y diferente del concepto y experiencia de un Dios del centro privilegiado del poder establecido. Reivindican, por tanto, otra epistemología que supere marginaciones, colonialismos, lecturas parciales y dominantes desde el poder, que se han impuesto en la sociedad, en la cultura, en la religión.

Esta espiritualidad descubre en la corporalidad su significado más allá del sentido superficial e inmediato. La corporalidad hace a la espiritualidad carne concreta y situada, sufriente, gozosa, limitada, relacionada. De esta forma, superando oposiciones y falsas dicotomías, comprendemos que el cuerpo es espiritual y el espíritu es corporal.

Hacia un cambio de paradigmas pastorales

IMG_3029La Declaración Fiducia supplicans es, sobre todo pastoral y, a mi entender, abre a planteamientos que no se limitan a ofrecer bendiciones a las personas. Su significado simbólico va mucho más allá e impulsa nuevas interpretaciones y actitudes en ese campo. Abre caminos diferentes que algunos temen y son la razón de muchas críticas a la Declaración. Llevan a  la Iglesia hacia un descentramiento de sus tradicionales comportamientos cerrados  a cualquier avance. Pide  cambiar sus actitudes, comportamientos y relaciones pastorales e institucionales.

También -tal vez sea lo más difícil- se propone un cambio de mentalidad que abandone sus dogmatismos y posturas intransigentes, como garantía de seguridad, para descubrir con humildad la presencia sacramental de Dios en realidades rechazadas. Dios comunica su gracia, su amor no solo  en los sacramentos instituidos, entre ellos el matrimonio. El amor de Dios es mucho más amplio y acogedor, sin limitaciones; se comunica en la sacramentalidad de la vida.

Con un ejemplo se puede comprender mejor. En nuestras relaciones pastorales nos encontramos, cada vez con más frecuencia, con situaciones familiares donde hay parejas formadas del mismo sexo. Por supuesto hay familias que las rechazan, pero otras los respetan y acogen con naturalidad; son parte de la familia; se sientan en su mesa y comparten en igualdad el cariño familiar ¿Cuál es la postura que mejor sigue criterios humanos y evangélicos?

Si la Iglesia forma una gran familia (Lumen gentium 6), ¿cómo será madre acogedora? ¿Incluirá a estas personas plenamente en la vida eclesial, en la comunión, participación y misión que propone  el Sínodo actual? ¿Las invitará a sentarse en la mesa común preparada para todos, sin exclusiones, con una sola condición: llevar el vestido apropiado que es el amor?  

Fuente Religión Digital

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“Trinidad Indecente”, por Carlos Osma

Miércoles, 12 de noviembre de 2014
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TrinityUn texto, seguro que provocador y que busca despertar conciencias, que hemos leído en el blog Homoprotestantes:

En el principio era el Dios Macho, y todas las demás no éramos nada, nuestra insignificante existencia sólo fue posible gracias a su potente voz masculina que lo ordenó todo. Nada éramos antes que Él y nada fuimos después, y si en algún momento pudimos llegar a ser, lo hicimos por Él y para Él.

 El Dios Macho increado e inengendrado no necesitó jamás justificación, Él siempre fue así, y su poder que lo impregnaba todo era incuestionable. Fue un Dios pringoso, invisible y fantasmagórico que siempre nos vigilaba, y que decía estar escondido en los templos, pero también en nuestras casas, nuestras habitaciones y nuestras camas. Amarle no era una opción, sino el mandamiento primero, y debíamos hacerlo sobre todas las cosas, incluso sobre nosotras mismas. Algunas alucinadas se lo imaginaron con barba y túnica blanca, pero lo predicaron como un padre bigotudo y barrigudo al que la cerveza, y su voluntad de ocuparlo todo, hicieron saltar por los aires los botones de su usada y sucia camisa a cuadros.

Ese Dios peludo, moreno y con callos en las manos, se reveló como un juez con muy mala leche que necesitaba siempre culpables para los sacrificios sangrientos que sus seguidoras más fieles no dejaron nunca de realizarle. Sus sacerdotisas integristas y fundamentalistas se tatuaron su Ley en la lengua, y lamieron con ella hasta los rincones más íntimos de nuestros cuerpos. Explican que entonces, el Dios Macho, sintió una gran satisfacción.

 Jamás mantuvo contacto alguno con la feminidad, con lo último, excepto para embarazar a una adolescente sumisa con una simple mirada. Más tarde la abandonó con su bebé esperando que algún padre putativo se hiciese cargo de la criatura. La realidad, la cotidianidad, lo concreto jamás fueron relevantes para Él. Se sintió siempre más libre en un mundo espiritual que nadie más que Él podía tocar.

 Quizás fue el contacto con una maternidad y una paternidad de carne y hueso la que hizo que aquel hijo engendrado, que no creado por el Dios Macho, se convirtiera en una divinidad gay mucho más humana. El Dios Gay abandonó pronto sus raíces orientales y se convirtió en un occidental rubio y depilado, con una gran formación intelectual y acostumbrada a ir todos los sábados al gimnasio-sinagoga para sacar músculo ante los regordetes adoradores del Dios Macho.

 Como buen hijo, siempre se sintió atraído por las personas que su Padre detestaba, se sentó con ellas y decidió vivir y amar junto a ellas. Explican que le encantaban los imposibles, que se apuntaba a todas las causas y ONG’s que valiesen la pena, y que jamás se perdía una manifestación o un buen escrache. Fue lo que se dice un Dios comprometido, cercano, aunque excesivamente emocional. Atrás dejó la Ley para entregarse en los brazos del amor, la libertad y la justicia.

 Quizás también por contradecir a su Padre, le gustaron las mujeres, pero no quiso con ellas nada físico. Eran para Él algo etéreo, como almas sin cuerpo y sin sexo, que revoloteaban sin nombre ni derechos a su alrededor. Esa excesiva complicidad con el sexo contrarío fue mal vista por sus discípulas no mujeres que pensaban que todo eso podría dar lugar a malentendidos. Sin embargo el Dios Gay dejó bien claro que Él era un Dios masculino alternativo y sensible, pero no una Diosa. Se afanó en mostrar que amar a otros hombres, que dejarse abrazar o dormir junto a ellos, no le convertían en un Dios mujer, en una Diosa.

 Se equivocó claramente con tanta justificación, el ser un Dios tan poco macho, se podía admitir en Galilea, lejos de Jerusalén. Allí en realidad su presencia sólo fue una anécdota, una curiosidad que sorprendía, agradaba y divertía a sus conciudadanas bastante hartas de la ortodoxia y necesitadas de cotilleos y parábolas entretenidas. Pero en Galilea en el fondo, el Dios Gay no cambió nada ni cuestionó la esencia de la religiosidad del Dios Macho. Sólo cuando se atrevió a ir a Jerusalén se dio cuenta de que los dioses maricas no son bien recibidos. Sólo cuando se atrevió a gritar en el Templo del Dios Macho que quería acabar con tanta farsa y que estaba dispuesto a destruirlo todo, se dio cuenta de que su pluma, su amaneramiento y su desviación, por muy divinas que fueran, no eran admisibles.

 Por eso lo clavaron en una cruz, porque era un Dios maricón, un Dios indecente. Y quienes pensaron alguna vez que con un Dios Gay habría suficiente, que sería el último paso hacia la libertad, se equivocaron. Un Dios Gay no es suficiente, los dioses gay son siempre abandonados en una cruz por el Dios Macho que jamás se da por vencido. Pero tras la resurrección y la marcha del Dios Gay, conocimos una Diosa Pansexual y Pangénero.

 La Diosa Pansexual y Pangénero procede tanto del Dios Macho como del Dios Gay, y aunque no nos habíamos percatado antes, su Espíritu se movía desde el principio sobre la faz de las aguas. Es un Espíritu capaz de todo que no se deja encasillar en conceptos opresivos; una Diosa nacida para abarcarlo todo y ser toda en todos. Una Diosa que puede abrazar cualquier realidad, y cualquier modificación de esa realidad; porque para nuestra Diosa el cambio constante no es un problema sino el lugar donde se mueve con más naturalidad. Por eso en ocasiones se revela como una Diosa lesbiana que se enamora de un hombre bisexual, y en otra como un trans hetero al que le encantan las madres maricas. En el fondo a la Diosa Pangénero y Pansexual le sobrarían tantas etiquetas, o necesitaría muchas y más dinámicas, para reflejar infinidad de realidades no nombradas.

 Se manifiesta claramente en el acompañamiento, en el ir con todas y llevarlas hacia todos, no hacia ellas mismas. La Diosa Pansexual y Pangénero que no niega lo concreto y que se abre al conocimiento de las diversas realidades tal y como son, llama al reconocimiento de formar parte de una misma humanidad, de una misma creación múltiple y diversa. Su centro de gravedad no es la institución, ni los ritos, ni los cuerpos, ni los sexos, ni los géneros; ya que eso la llevaría a marginar a quienes viven y practican todo eso de una forma distinta. Su esencia es sin lugar a dudas la experiencia desde la fe que relativiza cualquier tipo de absoluto y sitúa al sujeto como verdadero centro de todo. Pero no al sujeto yo, sino al sujeto otro, que es donde se nos revela a todas esta Diosa de la vida abundante.

 Su mayor pecado es que a menudo en su intento de mostrar diversas realidades, parece negarlas todas. Y en su voluntad de vivir junto a todas las realidades, parece no vivir en ninguna. Por eso en vez de pringarse con lo concreto, como las seguidoras del Dios Gay, se eleva y evapora en la nada.  Y sus adoradoras se quedan con ellas mismas, y sin nadie más, deseando ser penetradas por la revelación de una Diosa tan lejana. Vemos a algunas de ellas en sus modernos burdeles-templos del siglo XXI, levantando las manos para mostrar que están receptivas para revolcarse en el suelo de gozo cuando su amada invisible entre dentro de ellas. Otras, se encierran en la soledad de sus habitaciones con la Diosa sabiduría, y buscan en libros prohibidos razonamientos y teorías que les hagan sentir placeres indescriptibles. Orgías del Espíritu en la que el sexo se tiene con una misma; una verdadera autosatisfacción divina.

 Pero la Diosa Pansexual y Pangénero se resiste a ser manipulada, encerrada o etiquetada y se revuelve ante tanto interés travestido de divinidad amorosa. Decidida está a reventar los muros en los que las buenas cristianas viven escondidas. Si lo consigue, si logra tener éxito, promete llevarlas a ellas y el resto de amigas y enemigas, a la consumación final. Lo que todavía parece desconocer, es que en esa consumación, Ella, junto al Dios Macho y el Dios Gay, será también purificada ante quien es La Eternamente Otro.

 Carlos Osma

 

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