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Una Iglesia mixta: Ovejas y Cabras (Sigue Mt 25, 31-46)

Viernes, 28 de noviembre de 2014
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Dije ayer que el gran pasaje del juicio (Mt 25, 31-45) se refiere más al presente de la historia que al “tiempo final” del más allá . Jesús (el evangelista Mateo) sitúa nuestra vida ante el telón de fondo de esta parábola que no se limita a decir lo que será, sino más bien lo que somos y debemos ser.

‒ Ésta es una parábola “individual”, y Jesús la cuenta para que cada uno “avive el seso y despierte, contemplando…”, como diría J. Manrique. De esa forma nos sitúa así ante la verdad de nuestra existencia, uno a uno, ante aquello lo que somos (hermanos de Jesús) y que debemos ser (hermanos y servidores unos de los otros).

‒ Pero ésta es también una parábola social, que trata de pueblos y naciones, es decir, de la humanidad en su conjunto, a lo largo de los siglos. Aquí viene a definirse el sentido y meta de la historia, en forma de reto (tarea) y promesa, una gran promesa (¡venid benditos de mi Padre!), una gran amenaza (¡apartaos de mí, maldecidos…!.

‒ Ésta es finalmente una parábola de Iglesia, como todo el evangelio de Mateo. Aquí aparece el sentido y verdad de la Iglesia de Jesús, que al final (en el fondo) deja de ser protagonista (un grupo especial, sobre los otros) para convertirse en un grupo más entre los otros, entre todos los pueblos y naciones, en el conjunto de la humanidad.

Sobre ese tema de iglesia quiero detenerme ahora, conforme al evangelio de Mateo, destacando sus dos rasgos esenciales: (a) La llamada a la perfección más honda (en la línea del Sermón de la Montaña: “Sed perfectos, como Dios…): ¡Todos los cristianos tendrían que ser santos, santas ovejas”. (b) La debilidad y pecado de la iglesia (compuesta de peces buenos y malos, de trigo y cizaña).

En la misma raíz de la iglesia encontramos por tanto un rasgo de separación… Sería conveniente dividir ya a los hombres y mujeres para siempre, poniendo a un lado los buenos, a otro los malos, para que todos sepan donde están (como han querido inquisiciones, purismos a lo Robespierre y guerras religiosas…). Pero, al mismo tiempo, Jesús nos recuerda que estamos rodeados de lo malo, que nosotros mismos (todos) tenemos un rasgo de maldad. Desde aquí se entienden los dos rasgos del evangelio de Mateo:

‒ Fuerte es en Mateo (en el Jesús de Mateo) la exigencia de separar, de distinguir, como indica de un modo especial esta parábola del juicio (M 25, 31-46): Separará a unos de otros como el pastor separa a las ovejas de las cabras… De algún modo, la Iglesia debería separarse, centrarse sólo en los buenos (las ovejas, echando de ella a las cabras).

‒ Pues bien, Mateo sabe que esa separación no puede trazarse (imponerse) en este mundo, como han intentado siempre los “puristas puros”, los que han querido arrancar desde ahora la cizaña, la parte mala. Jesús les responde que no pueden hacerlo, que estamos en un mundo mezclado, que sólo Dios podrá separar al fin, como él sabe, al trigo de la cizaña (Mt 13), a las ovejas de las cabras (Mt 25).

Nos hallamos, pues, irremisiblemente, en un mundo dividido, ante una iglesia de ovejas y cabras mezcladas. Ciertamente, debemos tender a la perfección (hacernos ovejas buenas…), pero todos tenemos también un tufillo de cabra, y nadie (en este mundo, hasta el final) es pura cabra mala. Algunos tienden más a oveja, otros a cabra, pues la división pasa por dentro de nosotros mismos, de forma que somos de algún mudo ovi-caprinos, o capro-ovejas (si valen estos neologismos).

La división ovejas-cabras… es parabólica por tanto. Es para entendernos, pues el mundo y la iglesia es un campo mezclado, con cientos cientos de matices intermedios (como entre el blanco y el negro…).
Pero hay algo que vincula y separa a todos: la necesidad de los necesitados, el gesto concreto de ayuda entre unos y otros. Las mismas ovejas-cabras han de ayudarse entre sí, para superar la oposición que tiende a dominar sobre todos.

Quiero seguir hablando de este tema en próximas entregas, refiriéndome incluso a los curas pederastas (¿hay que arrancarlos de la Iglesia y expulsarlos a las tinieblas exteriores?, a quienes algunos quieren simplemente “condenar” (cortar la parte podrida de la manzana…). Pero de eso trataré otro día. Hoy quiero fijarme sólo en la comparación hermosa de las ovejas y las cabras, siguiendo el hilo de mi libro sobre Mt 25 y los pasajes correspondientes del Diccionario de la Biblia.

((A modo de aviso, he tomado las imágenes del pueblo de Rodén, Fuentes de Ebro (Zaragoza) donde en la guerra del 1936-1939 lucharon rojos y azules, creyéndose unos buenos contra otros. No se entendieron ovejas y cabras, lucharon entre sí, hasta destruirse (casi todos( y destruir el pueblo, que así ha quedado. Por allí anduvo de un lado mi tío Andoni (uno de los sobrevivientes), y le llevé por allí, años más tarde, para ver las ruinas, muchos años más tarde. ¡Fueron como unos fuegos artificiales de muerte, me decía! No entendíamos el evangelio, ni la justicia social… Suba a la colina quien quiera entender mejor esta parábola).

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De ovejas y cabras trata lo que sigue, en línea histórico-cultural. Recojo aquí unas páginas de mi tesis de Biblia… tal como las he reelaborado para el Diccionario de la Biblia (Verbo Divino, Estella 2001)

Como el pastor… (separará a unos de otros como el pastor…)

La figura del pastor y su rebaño pertenece al mundo cotidiano del antiguo oriente mediterráneo. Nada impide que Mt 25, 32 la haya tomado del ambiente. Sin embargo, dado el simbolismo del conjunto, es difícil que esté libre de otras alusiones.
Pastor es en oriente (Sumeria, Babilonia, Asiria…) el rey: como tal reúne a los dispersos, protege a los enfermos, ayuda a los débiles. Pastor es en el cielo Dios, aquel que cuida del rebaño grande de los hombres. El Antiguo Testamento sabe que Dios es pastor de Israel (Gen 48, 15; Sal 23, 1; 80, 2): dirige a su pueblo, lo lleva a las fuentes y pastos, lo reúne y lo protege (Sal 23, 3: Jer 23, 3; Ez 34, 11-12, etc.). También los jefes de Israel reciben rasgos de pastor (cf. 2 Sam 7, 7; Jer 13, 20; Sal 78, 72), aunque parece que nunca se les atribuye di¬rectamente ese título, que será propio del mesías: «les daré un pastor único que los pastoree: mi siervo David; él les apacentará, él será su pastor. Yo, el Señor, seré su Dios y mi siervo David será príncipe en medio de ellos» (Ez 34, 23-24; cf. 37, 22.24; Jer 3, 15; 23, 4).

La certeza de que Dios cuida a las ovejas y la promesa del nuevo pastor mesiánico de Ez 34, 11-14; 23, 23 s forman el punto de par¬tida de una visión teológico-simbólica que llega hasta Mt 25, 32. En el fondo está igualmente la imagen de 1 Hen 89-90: el camino de Israel, desde el diluvio hasta el mesías, aparece como historia de un rebaño; los miembros del pueblo son ta próbata (ovejas); Dios las guía, superando los peligros, los rechazos y rupturas hasta el tiempo en que llegue el salvador- mesías. A1 referirse a Jesús-Hijo de Hombre en la fi¬gura del pastor que separa a su rebaño, Mt 25, 32 se encuentra en la línea de ese viejo simbolismo. Las funciones pastorales de Dios y del mesías se han centrado aquí y culminan en el juicio. No es ex¬traño que suceda así, porque la imagen del pastor emerge con fre¬cuencia a través del evangelio, siendo signo del cuidado que Dios tiene por los hombres, signo del sentido de la acción del Cristo .

Ovejas y cabras.

Mt 25, 31-46 compara el juicio final con la acción de un pastor que, al terminar el día, separa ovejas y cabras (probata y eriphia). Su gesto es normal: llegada la noche, los pastores de rebaños mixtos suelen separa su ganado para ofrecer mejor refugio a las cabras, más sensibles al frío, y para que las ovejas puedan descansar más tranquilas .

Suelen aducirse varias pruebas para indicar que las ovejas repre¬sentan el costado bueno (salvados) mientras que las cabras reflejan lo perverso (condenados). Leer más…

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“Un juicio extraño”. 23 de noviembre de 2014. Solemnidad de Cristo Rey. Mateo 25, 31 – 46

Domingo, 23 de noviembre de 2014
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57-OrdinarioA34Las fuentes no admiten dudas. Jesús vive volcado hacia aquellos que ve necesitados de ayuda. Es incapaz de pasar de largo. Ningún sufrimiento le es ajeno. Se identifica con los más pequeños y desvalidos y hace por ellos todo lo que puede. Para él la compasión es lo primero. El único modo de parecernos a Dios: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo».

¿Cómo nos va a extrañar que, al hablar del Juicio final, Jesús presente la compasión como el criterio último y decisivo que juzgará nuestras vidas y nuestra identificación con él? ¿Cómo nos va a extrañar que se presente identificado con todos los pobres y desgraciados de la historia?

Según el relato de Mateo, comparecen ante el Hijo del Hombre, es decir, ante Jesús, el compasivo, «todas las naciones». No se hacen diferencias entre «pueblo elegido» y «pueblo pagano». Nada se dice de las diferentes religiones y cultos. Se habla de algo muy humano y que todos entienden: ¿Qué hemos hecho con todos los que han vivido sufriendo?

El evangelista no se detiene propiamente a describir los detalles de un juicio. Lo que destaca es un doble diálogo que arroja una luz inmensa sobre nuestro presente, y nos abre los ojos para ver que, en definitiva, hay dos maneras de reaccionar ante los que sufren: nos compadecemos y les ayudamos, o nos desentendemos y los abandonamos.

El que habla es un Juez que está identificado con todos los pobres y necesitados: «Cada vez que ayudasteis a uno de estos mis pequeños hermanos, lo hicisteis conmigo». Quienes se han acercado a ayudar a un necesitado, se han acercado a él. Por eso han de estar junto a él en el reino: «Venid, benditos de mi Padre».

Luego se dirige a quienes han vivido sin compasión: «Cada vez que no ayudasteis a uno de estos pequeños, lo dejasteis de hacer conmigo». Quienes se han apartado de los que sufren, se han apartado de Jesús. Es lógico que ahora les diga: «Apartaos de mí». Seguid vuestro camino…

Nuestra vida se está jugando ahora mismo. No hay que esperar ningún juicio. Ahora nos estamos acercando o alejando de los que sufren. Ahora nos estamos acercando o alejando de Cristo. Ahora estamos decidiendo nuestra vida.

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Difunde en el mundo la compasión. Pásalo

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“Se sentará en el trono de su gloria”. Semana del 23 al 29 de Noviembre de 2014. Ciclo A. Jesucristo Rey del universo

Domingo, 23 de noviembre de 2014
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01_ultimate_exterface(Imagen Exterface)

Leído en Koinonia:

Ezequiel 34,11-12.15-17: A vosotras, mis ovejas, voy a juzgar entre oveja y oveja.
Salmo responsorial: 22: El Señor es mi pastor, nada me falta.
1Corintios 15,20-26.28:Devolverá a Dios Padre su reino, y así Dios lo será todo para todos.
Mateo 25,31-46:Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros.

Problemática pastoral concreta de la festividad de Cristo Rey

Vamos a comenzar removiendo obstáculos, porque hay problemas respecto a los posibles significados de esta fiesta. Veamos algunos:

a) El origen de esta fiesta y su contexto original. Esta fiesta fue establecida en un contexto anterior al Vaticano II, en 1925, por Pío XI, y con un espíritu muy cercano al de cristiandad, cuando el Vaticano expresaba claramente su deseo de que el cristianismo fuera la religión oficial, la religión de los Estados cristianos. Al confesar a Cristo como Rey universal se quería con ello vehicular el deseo de que también la Iglesia fuese testigo y participante ya aquí en la tierra de esa realeza: una realeza de Cristo reconocida, redundaba inevitablemente en una Iglesia respetada, favorecida por el Estado, con alto estatus en la sociedad, fuerte y organizada, que aunque no podía ya revestirse de poder político temporal, al menos podía participar de él por una relación estrecha y armoniosa con los poderes sociales. Durante mucho tiempo, el título de “Cristo Rey”, el “reinado social del Corazón de Jesús”… incluyeron esos aspectos de autoencumbramiento de la Iglesia, olvidando que la práctica de Jesús de Nazaret fue muy distinta, incluso totalmente contraria.

b) El concepto de Reino-monárquico. El Reino no es hoy día la forma más frecuente de organización sociopolítica. La mayor parte de los países son repúblicas, de diferentes rostros, y los reinos que persisten, ya no lo son en su forma clásica, sino en adaptaciones a la cultura política actual (por ejemplo las monarquías “parlamentarias”) que, al superarla, niegan en el fondo la esencia misma de lo que era un “reino”.

Aun siendo conscientes de la limitación inevitable que todo lenguaje teológico tiene por su misma naturaleza analógica, figurada, simbólica, apofática… cada vez más se viene insistiendo en que la palabra “reino” no sería la más adecuada para expresar la utopía bíblico-mesiánica del Reino de Dios, porque en esta altura de la historia la palabra «Reino» ya no expresa una forma de organización sociopolítica deseable para los humanos. Cada vez se evidencia más la dificultad de hablar de Dios (y de Cristo) como “rey”, y de su proyecto escatológico como un “reino”. ¿Estamos seguros de que un reino, una monarquía, podría ser una analogía del “Reino de Dios” realizado? La realización del reino de Dios, ¿no exigiría la superación de muchos aspectos de lo que es una monarquía, un “reino”? Acaso una comunidad, ¿puede ser comparada con un «reino», con una «monarquía»? ¿Y una familia?

Pablo Suess viene proponiendo la expresión “democracia participativa del RD” para corregir la evocación que el término clásico conlleva. Ya sabemos que no se puede simplemente sustituir una expresión por otra, pero es bueno aludir con frecuencia a esa insuficiencia de la expresión clásica, para hacer caer en la cuenta a los oyentes, y para liberar al contenido (el Reino mismo, el significado), de las limitaciones del significante (una palabra no completamente adecuada).

Para hablar del Reino puede ser mejor hablar del Proyecto, de la Utopía de Dios… que hacemos nuestra: queremos «construir la Democracia de Dios, cósmica, pluralista, inclusiva, y por eso, amorosa, encarnación viva del Dios de los mil rostros, colores, géneros, culturas, etnias, sentidos…».

c) Connotación de género en la palabra “Reino”.

Es útil saber que en el ámbito de la teología feminista angloparlante se rechaza también la expresión (God’s Kingdom), a causa de su machismo larvado (kingdom alude directamente a king, no a queen…). En castellano no tenemos ese problema en esta expresión, pero el saber que existe en otras lenguas invita a prevenirlo en su uso consciente.

Los grandes temas de la fiesta de hoy y de la semana

Hay varios grandes temas que podrían servir para orientar la reflexión de la homilía o la reflexión del círculo bíblico o la comunidad cristiana en torno a los textos de este domingo. Habrá que elegir entre ellos. Aquí sólo los apuntamos:

a) El Reino de Dios, como contenido del mensaje de Jesús. Jesús nunca se proclamó Rey: nada más lejos de Él. Lo que Jesús hizo fue ponerse al servicio total del Reino, de forma que éste fue el centro mismo de su predicación y de su vida, la Causa por la que dio la vida. Importa pues hacer honor a la identidad verdadera de Jesús: Él no fue rey, ni lo quiso ser nunca, por mucho que algunos cristianos crean que llamándolo así lo honran… La intención puede ser buena, pero el título que de hecho se le atribuye no podría ser de su agrado.

Jesús habló del Reino, fue su servidor y su mensajero, pero sus seguidores se olvidaron del Reino. y lo constituyeron a él como el Reino mismo, como el Rey… El mensaje fue sustituido por el mensajero. Jesús nos indicaba el Reino, como la Causa por la que estaba apasionado y por la que dio su vida, y un buen grupo de seguidores se olvidaron de esa causa, y se enamoraron de Jesús. Es preciso volver a Jesús, y su Causa…

Para hablar concretamente del Reino es bueno reparar en el texto del prefacio de esta fiesta, que da una «descripción» muy plástica de su contenido. Esa idea fue recogida en el conocido estribillo del Salmo 71 del compositor Manzano, que dice: «Tu Reino es Vida, tu Reino es Verdad, tu Reino es Justicia… es Paz… es Gracia… es amor, ¡venga a nosotros tu Reino, Señor». Bien glosada, y debidamente justificada esa perspectiva teológica, puede ser un buen guión para la homilía. Y no debería faltar ese canto en la celebración de hoy.

b) La relación entre cristocentrismo y reinocentrismo. Una cierta interpretación de esta fiesta –muy común por lo demás en el cristianismo en general– propicia un cristocentrismo exagerado, absoluto, que no hace justicia a la verdad de la revelación, al mensaje real de Jesús, a lo que Jesús realmente dijo, no a lo que después dijeron que había dicho. Importa pues pastoralmente discernir una «correcta jerarquía de valores», que la teología de la liberación fue la primera que dio en llamar “reinocentrismo”, con tal fuerza de persuasión, que no hay teología ni espiritualidad honesta que se puedan resistir.

c) El mesianismo de Jesús. La aclamación o la espera de Jesús como Rey se dio en el contexto del mesianismo: se esperaba un liberador. Hoy la postración es tal que ni siquiera se espera nada, pudiendo hacer de la aclamación de Jesús como Rey algo bien alejado de lo que el mesías supuso realmente para los que lo esperaron.

d) La dimensión escatológica: el final de los tiempos, nuestro ineludible caminar en la historia, el “juicio final”… El final del año litúrgico nos hace tematizar en nuestra reflexión el final mismo de la historia, y el final también de nuestras vidas personales. Pero ya en un contexto mental diferente, en el que sabemos que nuestra aventura humana no es la razón del cosmos, que el mundo no acabará el día que Dios decida acabar el ciclo de la humanidad y pasar a la vida eterna, y que no se trata de que estemos aquí para una prueba que se verificará en el día del juicio final, tras lo cual iríamos al cielo o al infierno…

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Mt 25, 31-46: Programa de Iglesia, tarea de Humanidad (Dom 23.11.14)

Domingo, 23 de noviembre de 2014
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memlingDel blog de Xabier Pikaza:

Ofrecí ayer un pequeño comentario del evangelio del Domingo de Cristo Rey (Mt 25, 31-46). Pero más que de Cristo Rey Celeste este evangelio (y esta fiesta final del año litúrgico) trata del Cristo Servidor, del Cristo Hermano, Cristo Obispo, la Gran Inversión de la historia de los hombres, Cristo hecho Iglesia o comunión humana.

Por eso añado nueve notas de la Iglesia que está al fondo de esta parábola y de todo el evangelio de Mateo. Esta parábola es judía y es cristiana, es universal, cuenta el sentido y tarea de los hombres en el mundo, desde una perspectiva de cumplimiento.

Mt 25 es un texto de juicio, como bien saben expertos y eruditos, el texto quizá más influyente de la historia espiritual (de los ideales y terrores) de la iglesia. Un texto “esculpido” en el pórtico de las iglesias románicas, el texto de fondo del Juicio Final de Miguel Ángel (Capilla Sixtina…), el texto de las obras de misericordia, del cielo y del infierno.

Sin embargo, bien leído, éste es un texto de iglesia, el texto clave de la iglesia de Mateo, como iré indicando quizá en los próximos días. Aquí ofrezco algunos de los elementos de su eclesiología, para desarrollar después, en resumen, sus implicaciones exegéticas, partiendo de un Congreso de la Fundación March del año 1977

Sigan leyendo quienes quieran saber de Iglesia, ser Iglesia, con Mt 25, en un campo mezclado de ovejas y cabras, menores y mayores, con machos cabríos de fondo. Buen día a todos.

1. LA IGLESIA SEGÚN MT 25, 31-46. NUEVE NOTAS

1. Mt 25 nos sitúa ante la Iglesia del Cristo encarnado en la necesidad y el hambre de todos los hombres y mujeres del mundo. Es el texto de una Iglesia que sale de sus límites y abarca al conjunto de todas la humanidad, todos los pueblos, “juzgados” (medidos) desde la perspectiva de la acogida y del servicio mutuo; la Iglesia ha de entenderse según eso desde el trasfondo de un mundo que vaga entre el hambre y la cárcel, por injusticia de algunos.

2. Mt 25, 31-46 es el texto de una iglesia servidora, que no puede ponerse simplemente al servicio de una transformación espiritualista del mundo, sino de la vida compartido. No se trata simplemente de no tener, sino de tener para dar y enriquecer a otros: Tener pan (haberlo trabajado…) para darlo y compartir. Compartir el agua, la patria (acoger a los exilados), la dignidad (ofrecer vestido a los desnudos), abrir espacios de salud y de libertad. Eso es la Iglesia. Eso es la Iglesia: germen de comunión integral humana, abierta en especial a los necesiados.

3. No son obras de misericordia lo que pide Jesús en Mt 25, sino obras de servicio (en texto dice “diakonía”), es decir “de humanidad”. Más tarde se ha dicho que son obras de misericordia corporal (a las que se añade enterrar a los muertos, para que sean siete)… diciendo que después vienen las obras de misericordia espirituales, que ser´´ian más importantes. Pero el evangelio no distingue entre obras de misericordia corporales y espirituales, pues la seis del texto son, al mismo tiempo, espirituales y corporales (dar de comer, dar de beber, acoger al exilado, visitar al enfermo y encarcelado). Lo que define a la iglesia no es una misericordia espiritualista sino un servicio humano, es decir, una diakonía (=sólo si hay diakonía puede haber eucaristía).

5. Esas obras de misericordia-servicio son obras de justicia… Según Mt 25, los que las cumplen se llaman simplemente “dikaioi” (los justos). Ésta es la justicia de la Iglesia (no la de un Estado político sin más): Compartir comida y bebida, vestido y patria… ofrecer ayuda a los enfermos y encarcelados. No se trata de añadir a la iglesia un toque social, sino de identificar la Iglesia con un servicio social de justicia fundado en la comida y en la acogida, como signo y presencia de Cristo.

6. La Iglesia de Mt 25 es una iglesia “pastoral”, fundada en el Cristo Pastor, que se hace presente en todas las “ovejas” (en todos los necesitados”… Éste es el principio de toda pastoral cristiana, iglesia de servicio y justicia, a favor de los excluidos sociales, no por victimismo, sino por afirmación activa (dar de comer, visitar, hacer justicia).

7. Ésta es una iglesia de choque, en medio de la gran disputa del mundo. No es una iglesia que se aísla en su desierto, sino que penetra en las calles y plazas, basureros y suburbios del mando, ofreciendo un testimonio fuerte y provocador de solidaridad. Ésta es una iglesia que levanta ampollas con su crítica fuerte, en contra de todos los que oprimen… pero no por guerra (las guerras militares suelen crear nuevas opresiones), sino en milicia de humanidad, al servicio de los excluidos, sin buscarse nunca a sí misma. En este contexto se puede y debe decir la gran palabra “apartaos al fuego…”. Todos los que oprimen a los demás (los que no dan de comer, no visitan y liberan) se destruyen a sí mismos.

8. Los obispos de esta iglesia de Mt 25, 31-46 son los que “visitan” compartiendo humanidad, los que presiden en amor a las iglesia (como dice en otro contexto el mismo Ignacio de Antioquía, que tenía algunos rasgos cercanos a Mateo). En esta iglesia de Mt 25 no había, al parecer, obispos como los actuales… pero los que visitan y ayudan a enfermos y encarcelados se llaman obispos, pues ejercen una función de “episkopein”, de actuar como obispos, visitando, asistiendo, acogiendo (es decir, animando una comunidad que da de comer y de beber, que acoge y viste, que cura y libera).

9. Esta Iglesia de Mt 25, 31-46 es una Iglesia arriesgada, que se introduce en la masa del mundo, de manera humanamente poderosa, pero sin hacerse notar por el poder… Forman parte de esta iglesia todos los que aman y sirven, y crean justicia, y realizan labores episcopales acogiendo, visitando y animando a los hombres en la dura y fuerte travesía de la vida.

2. INTERMEDIO. UNA PARÁBOLA EN MI VIDA

Juicio-Final-MartindeVos-Amberes1570Con ese evangelio a cuestas corrí los caminos de la vida académica y humana a lo largo de diez años, desde el 1974 (en que empecé a trabajar una tesis doctoral en Biblia sobre el tema, bajo la dirección del hoy cardenal Albert Vanhoye) hasta que, acabada y aprobada ya formalmente la tesis (julio del 1984), fui “privado” (por primera vez) de la docencia en la Universidad Pontificia de Salamanca, por mantener (decían) doctrinas al parecer poco ortodoxas (es decir, las de Mt 25, 31-46).

Cuando me preguntaban por entonces “qué haces”, solía responder “me dedico a los cabritos” (los de Mt 25, como sabrá quien ha leído el texto). A ellos me dediqué, y quizá acabé poniéndome quizá muy cerca de ellos, y me echaron. Y tuve que dejar docencia y tesis, a lo largo de 4 años de exilio, a pan y agua.

No quise por esa razón defender la tesis, para no convertir el acto académico en posible ocasión de juicio de doctrinas (ovejas y cabritos), y por eso publique la obra, sin obtener la nota de Doctor en Biblia (era ya doctor en Filosofía y en Teología), con el título Hermanos de Jesús y servidores de los más pequeños (Sígueme, Salamanca 1984). La obra se agotó a los pocos años, y está descatalogada… Con la distancia que ofrece el tiempo, hoy hubiera defendido la tesis ya escrita, acabada y aprobada básicamente en el Instituto Bíblico de Roma.
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Por eso, si Dios me concede años de vida, quiero seguir trabajando sobre el tema, recogiendo las aportaciones de aquel libro… y de los 12 o trece trabajos de investigación que publiqué sobre el tema en varias revistas (Estudios, Salmanticensis, Naturaleza y Gracia…). Así lo empiezo haciendo en mi blog, con una breve reflexión sobre la iglesia, para añadir después un breve anejo que había presentado en la Semana Internacional de Teología que patrocinó la Fundación March, en Madrid, el año 1977, con la participación de grandes teólogos como Pannenberg y el hoy Cardenal Kasper, Käsemann y L. Boff, Ch.Duquoc, y J. Gómez Caffarera.

((Texto publicado en A. Vargas-Machuca (ed), Jesucristo en la Historia y en la fe, F. March y Ed. Sígueme, Madrid/Salamanca 1979, pags. 220-228. Texto on line del libro en: ///C:/Users/Equipo/Documents/Libros%20pendientes/Mateo%20coment/HH%20Madrid%201977,%20March.pdf No se arrepentirán quienes lo descarguen. Son fundamentales las ponencias Boff y Kasper, de Käsemman y otros)

(En este contexto he querido añadir a modo de ejercicio escolar las palabras fundamentales que presenté en aquel l Congreso de Teología de Madrid, año 1977. Han pasado los tiempos, la savia del evangelio de Mt 25, 31-45 permanece).

MATEO 25, 31-46: CRISTOLOGÍA Y LIBERACIÓN
XABIER PIKAZA

A. Vargas-Machuca (ed.), Jesucristo en la historia y en la fe,
Fundación Juan March-Sígueme, Madrid/Salamanca 1978, Madrid (págs. 220-228).

Mt 25, 31-46 es uno de los textos más complejos e importantes del nuevo testamento. Literariamente ofrece elementos de parábola, alegoría, juicio moral y visión apocalíptica. En una perspectiva cristológica presenta los títulos de Hijo del hombre, Señor, Rey, Pastor y la referencia a Hijo de Dios. Su mensaje teológico es central para Mateo: muestra el juicio de Dios (bendición o maldición) y alude al sentido (éxito o fracaso) de la vida de los hombres . Leer más…

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Dom 23. XI. 14. Cristo Rey: “Tuve hambre y… El juicio del hambriento”.

Domingo, 23 de noviembre de 2014
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TUVE HAMBRE 4Del blog de Xabier Pikaza:

Domingo final del Año Litúrgico. Cristo Rey: Mateo 25, 31-46 . Este evangelio de Mateo retoma y culmina el motivo de los domingos anteriores: es el pasaje de Cristo Rey, domingo del Juicio Final, según Mateo 25, 31-46, que aquí presento como juicio del hambriento: tuve hambre y no me disteis de comer…

Ante esa palabra tuve/tengo hambre, no tenía dignidad (ropa), estuve enfermo… hay muchas respuestas

— ¿Tienes hambre? Pues trabaja,produce, no te hagas el vago…

— ¿No tienes dignidad, estás desnudo…? Pues esfuérzate por cambiar tu destino…
— Según Gen 2, antes de “dar de comer” (esperar que otros te den la comida) está el trabajar, para ganar el pan con “el sudor de tu frente”
— No te quedes en manos de otros (¡que te den de comer, que te ayuden…!). No esperes el cielo por compasión, remángate y conquístalo, que esto de la vida es una lucha…

Este es el tema, planteado desde la cultura moderna:

— Hemos aprendido a producir (tenemos pan, medicinas, espacios para vivir…)
— No hemos aprendido a compartir o, mejor dicho, no queremos aprender a compartir, creamos de esa forma hambrientos, sedientos, exilados…

imagesEn ese contexto se mueve la parábola. El texto (Jesús) sabe, que el hambre y desnudez, el exilio y la enfermedad con la cárcel… son consecuencia de la injusticia de otros hombres, por eso apela a ellos (a los que tienen pan y libertad), para que ayuden a los otros, para que haya concordia, convirtiendo al hambriento, exilado, efermo… en juez y sentido de la historia.

Pero todo lo que digamos de este pasaje corre el riesgo de volverse retórica, de un lado o de otro, a no ser que entremos en su dinámica. Así lo hice en un antiguo texto de tesis de Biblia… Así quiero resumirlo y aplicarlo ahora.

Texto

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.” Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les dirá: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.”

Y entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de deber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.” Entonces también éstos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?” Y él replicará: “Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.” Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”

(1) Presentación. Juicio del Hijo del hombre.

Mt 25, 31-46 ha situado el tema del hambre y del exilio, de la opresión y enfermedad, en un contexto de juicio final, que el mismo Jesús proclamará cuando acaben los tiempos. Como es normal, diversos elementos y normas de ese juicio pueden encontrarse en otros pueblos y culturas (en Israel y Mesopotamia, Egipto y China…), que también se han preocupado por los excluidos de la sociedad y han buscado la justicia. Muchos pueblos han «soñado» (buscado) la liberación final, queriendo superar las estructuras de violencia de a tierra. Pero ninguno (que sepamos) ha llevado hasta este límite mesiánico (cristiano) la experiencia y exigencia de comunicación y gratuidad que aquí encontramos.

En este contexto podemos distinguir dos líneas de acción.

(a) Lc 4, 18-30 puede aparecer como programa de mesianismo activo… Si quieres libertad libérate, “toma el cielo por asalto”, transforma con tu impulso decidido las condiciones de la historia. Así dice Jesús “He venido a liberar a los encarcelados, a dar de comer a los hambrientos, a ofrecer dignidad a los excluidos…”. Así tendríamos que interpretar nosotros el mensaje de Jesús como principio de liberación activa (aunque podamos fracasar en el intento, como fracasó Jesús).

(b) Mt 25, 31-46 empieza ofreciendo, sin embargo, un mesianismo receptivo, mirado desde la perspectiva de los vencidos, de los derrotados (los hambrientos, exilados, desnudos, enfermos, oprimidos…). Este pasaje mira la historia de los hombres desde la meta final e interpreta a Jesús como Mesías que ha tomado sobre sí el dolor de los hombres. No es mesías el que libera a los demás, sino el que sufre con ellos, el que se identifica con la inmensa historia de pasión del mundo.

Desde ese fondo, Mt 25, 31-46 entiende la acción liberadora como gesto de asistencia (visita y servicio) hacia aquellos que se encuentran oprimidos. Se reúnen ante el Hijo del Humano todos los pueblos de la tierra, culmina el juicio de la historia y se descubre, por Jesús, la verdad de lo que ha sido: lo que Dios ha realizado, lo que han hecho o padecido los humanos. Desde ese fondo se entienden las necesidades del hombre y el «juicio» del enviado de Dios, que consiste en identificarse con los necesitados de la historia, suscitando un movimiento de solidaridad creadora.

(2) Necesidades humanas: del hambre a la cárcel.

Leído en perspectiva social, Mt 25, 31-46 sintetiza las necesidades de la humanidad en tres niveles: material (hambre y sed), social (exilio y desnudez), abarcador (enfermedad y cárcel). No existe, que sepamos, ningún texto judío o pagano (egipcio, mesopotamios, chino…) que recoja de ese modo todos los males de la historia, aunque esos males, lo mismo que la necesidad de ayudar a quienes los padecen son un tema corriente en las mejores éticas de la antigüedad.

El texto no discute el origen o razón de esos males. Supone que están ahí y busca una forma de solucionarlos, no en clave de ley, sino de más alta gratuidad. Frente al posible riesgo del intimismo religioso (cf. budismo), del refugio en la contemplación divina (hinduismo) o de la aceptación de un destino más o menos trágico (taoísmo, pensamiento griego), Mt 25, 31-46 pone de relieve la exigencia concreta y activa de ayudar a los necesitados.

(3) Dolores mesiánicos: el sufrimiento del Hijo del hombre.

Jesús, Mesías de Dios, no es un superhombre que libera a los humanos desde arriba. Por el contrario, él asume como propios los dolores de la historia, incluyendo en su yo necesitado (muerto por los otros) los dolores de todos los hombres. Leer más…

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Dos regalos, con una condición. Fiesta de Cristo Rey. Domingo 34 Ciclo A.

Domingo, 23 de noviembre de 2014
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a_7Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj: 

El último domingo del año litúrgico se dedica a celebrar la victoria del Señor, después de haber recordado los momentos difíciles y duros de su vida. Pero las lecturas no nos hablan de una celebración de campanas al vuelo y ceremonias deslumbrantes. Hablan de lo bien que se porta Cristo Rey con nosotros y de la respuesta que espera de nuestra parte.

Primer regalo: su preocupación por nosotros (lectura de Ezequiel)

                En el Antiguo Oriente, la imagen habitual para hablar del rey era la del pastor. Simbolizaba la preocupación y el sacrificio por su pueblo, como la de un pastor por su rebaño. En la práctica, no siempre era así. El c. 34 de Ezequiel habla de los reyes judíos como malos pastores que han abusado de su pueblo y luego se han desinteresado de él y lo han abandonado cuando se produjo la caída de Jerusalén y la deportación a Babilonia.

Pero Dios no va a permanecer impasible: eliminará a esos malos reyes y ocupará su puesto haciendo dos cosas: 1) como Rey-pastor, buscará a sus ovejas, las cuidará, etc. 2) como Rey-juez, juzgará a su rebaño, defendiendo a las ovejas y salvándolas de los machos cabríos (por eso llamamos en España “cabrones” a los que se portan mal con otros).

                El texto del evangelio (el Juicio Final) empalma con el segundo tema. Pero la liturgia se ha centrado en el primero, que subraya la preocupación de Dios por su pueblo. Es interesante advertir la cantidad de acciones que subrayan su amor e interés: «seguiré el rastro de mis ovejas, las libraré, apacentaré, las haré sestear, buscaré, recogeré, vendaré a las heridas, curaré a las enfermas». En el contexto de la fiesta de hoy, estas frases habría que aplicarlas a Jesús y ofrecen una imagen muy distinta de Cristo Rey: no lo caracterizan el esplendor y la gloria sino su cercanía y entrega plena a todos nosotros. Buen momento para recordar cómo se ha comportado con cada uno, buscándonos, librándonos, curando…

Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro.  Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear -oráculo del Señor Dios-. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré« como es debido.  Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.»

Segundo regalo: victoria sobre la muerte (lectura la 1ª carta a los Corintios)

Pablo, influido sin duda por las campañas romanas de su tiempo, presenta a Dios Padre como el gran emperador que termina triunfando y sometiendo todo. Pero quien guerrea en su nombre es Cristo, que debe enfrentarse a numerosos enemigos. El último de ellos, el más peligroso, es la muerte, a la que Jesús vence en el momento de resucitar. De esa victoria sobre la muerte participamos también todos nosotros. El fin del año litúrgico, que recuerda el fin de la vida, es un momento adecuado para superar la incertidumbre y la angustia ante la muerte y agradecer la esperanza de la resurrección.

Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.

Una condición (evangelio)

El evangelio no se centra en el triunfo de Cristo, cosa que da por supuesta, sino en la conducta que debemos tener para participar de su Reino.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha:

̶  Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. 

Entonces los justos le contestarán:

̶  Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? 

Y el rey les dirá: 

̶  Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. 

Y entonces dirá a los de su izquierda:

̶  Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.

Entonces también éstos contestarán:

̶  Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?

Y él replicará:

̶  Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.

Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

La parábola es tan famosa y clara que no precisa comentario, sino intentar vivirla. Pero indico algunos datos de interés.

                1. A diferencia de otras presentaciones del Juicio Final en la Apocalíptica judía, quien lo lleva a cabo no es Dios, sino el Hijo del Hombre, Jesús. Es él quien se sienta en el trono real y el que actúa como rey, premiando y castigando.

                2. Los criterios para premiar o condenar se orientan exclusivamente en la línea de preocupación por los más débiles: los que tienen hambre, sed, son extranjeros, están desnudos, enfer­mos o en la cárcel. Estas fórmulas tienen un origen muy antiguo. En Egipto, en el capítulo 125 del Libro de los Muertos, encontramos algo pareci­do: «Yo di pan al hambriento y agua al que padecía sed; di vestido al hombre desnudo y una barca al náufrago». Dentro del AT, la formulación más parecida es la del c.58 de Isaías: «El ayuno que yo quiero es éste: partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne.» Lo único que Jesús tendrá en cuenta a la hora de juzgarnos será si en nuestra vida se han dado o no estas acciones capitales. Otras cosas a las que a veces damos tanta importancia (creencias, prácti­cas religiosas, vida de oración…) ni siquiera se mencionan.

                3. La novedad absoluta del planteamiento de Jesús es que lo que se ha hecho con estas personas débiles se ha hecho con El. Algo tan sorprendente que extraña por igual a los condenados y a los salvados. Ninguno de ellos ha actuado o dejado de actuar pensando en Jesús; pero esto es secundario.

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