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“Actualizar la Cuaresma”, por Gabriel Mª Otalora.

Viernes, 23 de febrero de 2024
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Convertíos y creed en el Evangelio - 1De su blog Punto de Encuentro:

Llamamos Cuaresma al periodo de 40 días (cuadragésima) como tiempo de preparación de la Pascua. Esto es importante y se nos olvida: que no es solo una puerta estrecha, ni el objetivo es la mortificación. Ocurre lo mismo cuando subimos una montaña para disfrutar de las vistas y tonificar el cuerpo: el objetivo no es el cansancio, el esfuerzo muscular, el frío o el calor del camino, sino las vistas maravillosas, el reponer fuerzas en la cima compartiendo un buen refrigerio, el haberlo conseguido y el placer de la experiencia vivida.

Por eso entiendo mal el aspecto de las procesiones de Semana Santa, centradas en el Viernes Santo, e incluso en el dolorismo que a veces lo impregna todo. La Cuaresma y la Semana Santa apuntan a lo esencial: a la Pascua, al paso del Señor de la muerte a la Vida, con lo que esto supone de esperanza y tarea a nuestro alrededor. La razón de ser de la Cuaresma es justamente prepararse para vivir la victoria de Cristo sobre el mal y la muerte, que no tiene la última palabra. Buena Noticia, sin duda.

Naturalmente que para ello hay que esforzarse en el tiempo cuaresmal de cara al compromiso evangelizador a base de ejemplo. Es un mandato principal que los medios para lograrlo no deben despistarnos, y mucho menos convertirlos en fines. La Cuaresma en el siglo XXI no ha cambiado en su fundamento, pero, como decía Juan XXIII, hay que estar con los signos de los tiempos a la hora de su aplicación por cada creyente.

Cuaresma significa cambio a mejor. Es un tiempo fuerte para vivir con una doble mirada, primero interior, y desde ahí a nuestro alrededor con los ojos de Dios. Lo cierto es que la palabra “conversión” está devaluada, ahora se percibe como un retroceso al pasado, algo obsoleto y anacrónico… ¿Qué significa “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15)? En positivo es una mejora en nuestras actitudes personales para que generen amor en sus diferentes formas (compasión, ayuda, aceptación, comprensión, escucha…). En negativo es el esfuerzo por domeñar aquellas actitudes no son acordes con la Buena Noticia que Jesús vivió y predicó.

Conversión para ser la mejor posibilidad de cada uno, sin quedarnos en una Cuaresma de solo privaciones y normas… Es algo más exigente que el cumplimiento del “cumplo y miento”. Es corregir las desviaciones del corazón y orientarlo de nuevo hacia Dios. La conversión interior, la que cuesta mucho más que los sacrificios tradicionales.

¿Qué nos dice el Papa del tiempo de Cuaresma? El camino de conversión cuaresmal se manifiesta en hechos concretos, de hacer o de no hacer. Para esta Cuaresma 2024, Francisco nos propone reflexionar sobre la esclavitud (consumismo y otras adicciones) y la libertad (para convertirla en amor). “No se trata solamente de tomar distancia del mal, sino de poner en práctica todo el bien posible: esto es convertirse”. El Señor es capaz de “hacer este milagro”, es decir, “cambiarnos”, no de un día para el otro, sino en el camino de toda la vida.

CONVERSIÓN Y SINODALIDAD

Palabras del Papa: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual, más que para la auto-preservación”. La reforma de estructuras que exige la conversión de nuestras actitudes sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida” al mundo (EG 27).

De este modo, la conversión personal y pastoral es presentada como la condición sin la cual no habrá una verdadera reforma eclesial. Más importante es cambiar las actitudes que las estructuras, que también, porque lo importante es vivir el Mensaje como Pueblo de Dios, y no la institución eclesial, que es un medio operativo para el fin. De hecho, la conversión pastoral está ahora relacionada con las “reformas espirituales, pastorales e institucionales” (Aparecida 367).

Se ha recalcado mucho la importancia de la formación permanente. Pero Francisco afirma: no es suficiente, porque se necesita también y, sobre todo, “una conversión y una purificación permanente”. Sin ella, “el esfuerzo funcional sería inútil”.

El Papa propone “dos caminos” que nos desafía a que continuamos el viaje sinodal eclesial. El primer camino es la oración: Tenemos que escuchar a Jesús para llevar a cabo la misión. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Jesús en la Palabra, pero también en los acontecimientos de la vida. Y lo segundo escucha también a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia. Esto es difícil, ¡pero es una estupenda penitencia!

Mientras continuamos nuestro camino hacia la alegría pascual, meta de la Cuaresma, nos esforzamos en la conversión -mediante el ayuno, la limosna y oración cuaresmales-, entendida de manera amplia. Va mucho más de lo litúrgico y doctrinal. Va de llevar la cruz de cada día a la manera en que la vivió Jesús, transformándola en amor.

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África de La Cruz Tomé: Aún es tiempo. En búsqueda de caminos nuevos para la fe.

Miércoles, 3 de marzo de 2021
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16_1-CUA_B_1434687En medio de tantas restricciones y confinamientos, la lectura de este libro de Fidel Aizpurúa, recientemente publicado por Feadulta, ha sido para mí aire puro y horizontes abiertos. He disfrutado mucho con el texto y quería resaltar algunas de sus valiosas aportaciones.

Uno de los rasgos esenciales se evidencia en el título. Aún es tiempo, no todo está perdido. Está escrito desde el optimismo como opción vital. El autor confía en la capacidad humana para el bien y el amor, la generosidad y la solidaridad. Cree en el talento creativo del ser humano. Y sobre todo tiene la esperanza de que “Aún es tiempo de recrear el mensaje y la vida de Jesús de Nazaret”. Puede que estemos lejos, pero el primer paso es reconocerlo. Es posible que no sepamos dónde vamos, pero nos anima a buscar. Escrito con mucha templanza y en un tono moderado, sin embargo es un libro provocador que hace pensar. Hay en él muchas preguntas y unas cuantas respuestas. La gran mayoría quedan interpelando para que las contestemos nosotros. Solo esa actitud nos ayudará a encontrar caminos nuevos para la fe.

El libro tiene doce capítulos en los que el verbo recrear se repite en cada uno de ellos. Recrear el sueño, la cena, el espíritu inclusivo o las palabras de Jesús, por poner tan solo unos ejemplos. Y en cada tema, magníficamente estructurado, hace referencia a tres aspectos: racionalizar, actualizar y socializar.

En primer lugar, el autor pretende ayudar a racionalizar nuestra fe. Su tesis: La fe necesita ser pensada si se quiere que sea viva. El evangelio es para personas que piensan, que profundizan, que ahondan. Pero, un pensamiento en libertad. El pensamiento genera horizonte, apertura, salida: “este libro pretende ser algo que sugiera, no tanto algo que sostenga la normativa que ya poseemos.” Habla de la espiritualidad del desplazamiento hacia lo nuevo, de un desplazamiento progresivo, mirando más hacia el futuro que al pasado; más hacia el Evangelio que a la religión. Pensando en una Iglesia en salida hacia los empobrecidos. Los creyentes de hoy necesitan que la experiencia de fe tenga racionalidad y que el diálogo con la cultura y la ciencia sea inexcusable. El autor aporta razones antropológicas, científicas, sociales, políticas y hasta poéticas para justificar la necesidad de esta racionalización de la fe.

En segundo lugar, este libro aspira a actualizar nuestra fe. El autor prefiere el término recrear al de renovar. En la renovación hay, según él, el peligro de cambiar para que nada cambie. Es el peligro del cambio superficial, el lavado de cara. Renovación para mantener y consagrar lo establecido. Al hablar de recrear, se está dejando de lado el recuperar. Recuperar es algo que se quiere hacer sin “soltar”, las amarras y los esquemas del paradigma vigente. La espiritualidad de la recreación tiene en su base la espiritualidad del “soltar”. Para soltarse hay que comenzar a desprenderse, a desapegarse, a dejar de absolutizar lo vivido, el pasado. Y hacerlo sin dialéctica destructiva, sin exclusión, sin condena, aunque no sin perplejidad y dolor. Exige afrontar el temblor de pisar el lugar por primera vez.

En tercer lugar, sus palabras quieren ser catalizador para socializar nuestra fe. Recrear la fe en el aquí y ahora; en una sociedad multicultural, intercultural, interreligiosa e interétnica. Estamos ante el fin del etnocentrismo y es necesario abrir paso al pluralismo cultural donde caben todos, donde la exclusión es una desviación. Por difícil que parezca, la recreación de la propuesta de Jesús se ha de hacer contando con esta Iglesia, incluso con estas Iglesias. No caer en lo que criticamos, y no excluir a nadie. Sin confundir Reino de Dios e Iglesia, es necesario reorientar, reinventar y renovar la teología; una Teología para la sociedad actual y sus problemas.

Y todo este despliegue de argumentos brillantemente expuestos tiene una finalidad muy clara y encomiable: poner al día nuestra fe en Jesús de Nazaret, para conocerle mejor y seguirle más fielmente.

Para los cristianos del siglo XXI recrear la fe es recuperar creativamente los orígenes e intentar ajustarlos a la cultura actual con su vocabulario, su imaginario, sus logros y sus alternativas prácticas. Sacar los relatos antiguos y envejecidos de su tierra original para colocarlos en un espacio y un tiempo nuevos. Un contexto cognitivo que está perfilado sobre las nuevas ciencias físicas y humanas, naturales y sociales. La física cuántica, la biotecnología, la biología molecular, la genética, la ecología, la psicología, las comunicaciones globalizadas, la interdependencia cósmica y humana, etc. El diálogo entre fe y ciencia no es solo es posible, sino necesario y enriquecedor para ambas.

La persona humana es un ser en evolución permanente. Somos herederos del pasado, aunque no deudores sempiternos. Somos hijos libres, no repetidores. Somos evolutivos, creativos y recreativos. Todavía podemos recrear los sueños de Jesús, sus búsquedas, su grupo, su Cena, su espíritu inclusivo, sus caminos, sus palabras, su silencio, sus propuestas, el canto en los tiempos oscuros, su conflicto y su triunfo. Aún es tiempo.

África de La Cruz Tomé

Fuente Fe Adulta

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