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Una historia de Jesús III

Martes, 9 de abril de 2024

medio-rostro-de-jesusTomás Maza Ruiz,
Madrid

El sermón de la montaña

ECLESALIA, 15/03/24.- Podemos considerar que el sermón de la montaña es la exposición más detallada del programa del Reino en el evangelio de Mateo. Jesús nunca explica lo que es el Reino de Dios, sino que lo presenta a través de comparaciones y parábolas. Pero el sermón llamado de la montaña es un código detallado de conducta que corrige y perfecciona la ley de Moisés: “Os han enseñado que se dijo a los antiguos…., pero yo os digo…” Por eso añade: “No he venido a derogar la Ley sino a darle cumplimiento”.

En las llamadas bienaventuranzas los que son dichosos no son los ricos ni los poderosos sino los pobres y los que eligen ser pobres, los oprimidos, los desheredados, los que luchan por la justicia, los que ayudan al que lo necesita, los que tienen un corazón compasivo, los que trabajan por la paz y son perseguidos por ello. Estos son los que tienen a Dios por rey, son los ciudadanos del Reino de Dios. Son la sal de la tierra y la luz del mundo. La misión de los ciudadanos del reino es mostrar su luz a todos los seres humanos para que, con su ejemplo, todos den gloria a Dios.

Los antiguos mandamientos de la Ley decían “no matarás”, pero Jesús prohíbe tratar al prójimo de forma violenta, sea de palabra o de obra. La Ley prohibía el adulterio, pero Jesús dice que “el que mira a una mujer casada con mirada lujuriosa ya ha cometido adulterio en su interior”. “No jurarás en falso”, pero Jesús prohíbe el juramento totalmente, “que vuestro juramento sea un sí o un no”, es decir que nuestra palabra sea tan sincera que no se necesite el apoyo de Dios. “Os han enseñado que se dijo antiguamente ojo por ojo y diente por diente, pero yo os digo no hagáis frente al que os agravia”. “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo, pero yo os digo amad a vuestros enemigos, porque el Padre hace salir el sol para buenos y malos y llover sobre justos e injustos. Sed buenos como vuestro Padre celestial es bueno”.

“Cuando des limosna que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha”, es decir, que no la hagas para que la gente te vea y te alabe. Cuando recéis no lo hagáis de forma que todo el mundo te vea, “sino entra en tu cuarto y rézale a tu Padre que te ve en lo escondido” Y a continuación dijo: “Vosotros rezad así” y les enseñó la oración del Padre nuestro. “Cuando ayunéis no pongáis cara triste para que la gente vea que ayunas. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza, lávate la cara para que nadie vea que has ayunado, sino el Padre que ve en lo escondido”.

-”No amontonéis riquezas en la tierra. No podéis servir a Dios y al dinero. No andéis agobiados pensando qué vais a comer o a vestir. Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura. No os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio trabajo”. “No basta con decir Señor, Señor, sino hacer la voluntad del Padre que está en el cielo”.

La situación política y religiosa de Palestina en el tiempo de Jesús

La tierra de Israel en tiempo de Jesús estaba ocupada militar y políticamente por el imperio romano. Antes formó parte del imperio de Alejandro Magno desde el siglo IV a.C. Este imperio se repartió a la muerte de Alejandro entre sus generales. Siria y con ella Palestina perteneció al reino seléucida, así llamado por el rey Seleuco uno de los generales de Alejandro. Este rey y sus sucesores trataron de forzar a los judíos a aceptar la cultura y la religión griega y al resistirse estos muchos judíos fueron cruelmente torturados y asesinados, como relatan los libros de los Macabeos. La familia de los Macabeos luchó contra los reyes seléucidas y acabó expulsándolos e instaurando la monarquía llamada asmonea en el siglo II a.C. Posteriormente el reino judío fue sometido a los romanos por Pompeyo en el año 63 a.C.

Los romanos no gobernaron directamente Palestina sino que situaron en Jerusalén a un rey vasallo, Herodes el Grande que reinó hasta su muerte el año 4 a.C. Este rey gobernó con mano de hierro su reino, aunque para congraciarse con los judíos reconstruyó el Templo de Jerusalén, el que conoció Jesús y que fue finalmente destruido por, los romanos en el año 70 d.C.

A la muerte de Herodes en, el año 4 a.C., heredó el trono su hijo Arquelao que fue destituido por los romanos que colocaron un Pretor en Jerusalén para gobernar Judea y Samaría, y repartieron el resto del territorio entre los otros hijos Antipas y Filipo. A Herodes Antipas le correspondió el reino vasallo de Galilea, la tierra de Jesús.

En Jerusalén los romanos respetaron el Templo y la religión judía, aunque ocurrieron varios incidentes en vida de Jesús entre el pretor romano Poncio Pilatos y grupos de rebeldes al poder romano, que costaron la vida a bastantes judíos.

Al frente del Templo estaban los sacerdotes y escribas que mantenían lo liturgia y los sacrificios. Los judíos también tenían el Sanedrín, una asamblea de notables, presidida por el Sumo Sacerdote, que era un tribunal para asuntos religiosos y que interpretaba las Escrituras Sagradas con ayuda de los rabinos (maestros de la Ley).

En la religión judía en tiempo de Jesús había varias sectas o corrientes de pensamiento. La primera, que gobernaba el Templo y presidía el Sanedrín, era la de los saduceos. Estos sólo admitían los cinco primeros libros de la Biblia, el Pentateuco, que se creía que había sido escrito en su totalidad por Moisés y no aceptaban la creencia en la resurrección. Con ellos tuvo Jesús varias controversias, como la que sucedió cuando le plantearon los saduceos el supuesto de una mujer que había tenido siete maridos (Mateo 22, 23-33). Estos saduceos habían llegado con los romanos a un acuerdo de que éstos respetaran a la religión judía a cambio de la sumisión política del pueblo judío. Por eso temían que cualquier movimiento independentista del pueblo que provocara una acción militar por parte de los romanos, como la que sucedió en la guerra de los años 66 al 73 d.C. que causó la caída de Jerusalén y la destrucción del Templo en el año 70 d.C.l segundo grupo o secta era la de los fariseos, religiosos fanáticos y seguidores no sólo de la Ley sino también de todas las tradiciones y costumbres acumuladas a través de los siglos y que contradecían muchas veces los principios básicos de la religión judía. Esto provocó graves discusiones con Jesús, sobre todo sobre el cumplimiento del descanso del sábado en el que, según ellos, no podía hacerse nada aunque fuera para ayudar al necesitado. No obstante, a pesar de su exagerado puntillismo en relación con el cumplimiento de la ley y la tradición, la relación de los fariseos con los primeros seguidores de Jesús no debió ser demasiado conflictiva, porque a partir de la destrucción del Templo en el año 70 d.C y con ello la desaparición de los saduceos fueron los fariseos los que continuaron fuera de Jerusalén las celebraciones religiosas en las sinagogas a las que también asistían los primeros seguidores de Jesús, hasta que en los años 80 d.C. los fariseos expulsaron de las sinagogas a estos primeros cristianos a causa de las graves discrepancias doctrinales que fueron surgiendo a través de los años y que se ven reflejadas en los ásperos debates que los evangelios sitúan en vida de Jesús

Otro grupo era el de los esenios. Éste estaba formado por disidentes de las autoridades del Templo de Jerusalén que formaron comunidades en el desierto y de los que tenemos noticias a través de los llamados documentos del Mar Muerto, encontrados en cuevas cercanas a este mar en los años 40 del siglo XX.

Finalmente estaba la secta de los zelotes, nacionalistas radicales, que promovían asesinatos y rebeliones contra las autoridades romanas y que finalmente fueron los que provocaron la revuelta del año 66 d.C. que terminó con la destrucción de Jerusalén en el año 70 y la del último reducto judío, la fortaleza de Masada cerca del Mar Muerto en el año 73.

Este era, muy sucintamente, el panorama de la vida del pueblo judío en vida de Jesús. El pueblo judío esperaba un Mesías-Rey que lo liberara de los romanos y que estableciera un Reinado de Dios, que se impusiera a todos los poderes de la Tierra Cuando los judíos vieron a Jesús como un Mesías (Ungido por Dios) pacífico que predicaba una doctrina de amor y fraternidad entre todos los hombres se sintieron decepcionados, incluidos sus mismos apóstoles que sólo después de su muerte y resurrección comprendieron el mensaje de Jesús .

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