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Sólo la experiencia de Dios puede llevarnos a la comprensión del Prólogo..

Lunes, 25 de diciembre de 2023

index_clip_image002_0000NAVIDAD (B)

Jn 1,1-18

Retomamos la idea central de la Navidad: La palabra se hizo carne, se hizo vida, se hizo luz. La encarnación es verdad fundamental del cristianismo, pero no siempre la hemos entendido bien. Estamos sin duda ante la página más sublime de toda la literatura. Se trata de un himno cristológico anterior a la redacción del evangelio, fruto de la experiencia de una comunidad eminentemente mística. Es una condensación de todo el evangelio. Es prólogo, pero con la misma rotundidad podía ser epílogo.

Es una osadía atreverme a comentar este texto. Ni tengo la preparación filosófica y teológica suficiente, ni la experiencia mística para hincarle el diente. El único consuelo es saber que lo que digo no es palabra de Dios, sino solamente un apunte que pueda ayudar a alguno a encontrar la dirección de su propia búsqueda. Querer expresar una experiencia mística con palabras es sencillamente descabellado, por eso se recurre a un lenguaje simbólico, poético, que violenta el sentido normal de las palabras.

El primer versículo nos dice ya tres cosas: Que el Logos está en el origen. (En el principio ya existía la Palabra). Que los dos estaban volcados el uno sobre el otro. (La Palabra estaba vuelta hacia Dios). Que, aunque distintos uno y otro eran lo mismo (La Palabra era Dios, Dios era la Palabra). Al comenzar con la misma palabra que el Génesis, nos está diciendo que la encarnación no es el comienzo de algo nuevo, sino la culminación de la creación. El Logos no comenzó, porque es el origen de todo. Luego se hace carne (comienza a ser en el tiempo) para terminar la creación del hombre. Arch no significa principio de tiempo sino origen, fundamento, anterior al tiempo.

La traducción de Logos por Palabra no es la más adecuada, porque se pierde la originalidad del concepto. La palabra Logos ya existía, pero el concepto al que quiere aludir es nuevo. Esta palabra se encuentra por primera vez en Heráclito. s. VI a C, (precisamente en Éfeso, donde parece que se escribió este evangelio) y significaba la realidad permanente dentro del devenir de la realidad material (panta rei). La utilizan los estoicos, Platón, y Filón de Alejandría que la emplea 1.200 veces en sus escritos. En NT tiene un amplísimo y a veces contradictorio significado; desde palabra engañosa hasta el sentido cristológico único del prólogo que estamos comentando.

Repito que aquí el concepto es original; no deducible de las distintas tradiciones literarias anteriores. Ese concepto no se vuelve a repetir ni siquiera en Juan. El concepto es incomprensible sin la experiencia pascual. Sin una experiencia mística no se puede acceder al significado que se quiere expresar. Podíamos decir que es el Proyecto eterno que en un momento dado se ejecuta. Dios crea por medio de su Palabra. También nos puede ayudar a comprender lo que quiere decir, la idea de Sabiduría preexistente de los libros sapienciales.

Es muy interesante la expresión: junto a Dios” (pros ton qeon)= vuelto hacia, volcado sobre. Expresa proximidad pero también distinción. Está en íntima unión por relación pero no se confunda con Dios. En griego (Kai qeos en o Logos) y en latín (et Deus erat Verbum), se dice que la Palabra era Dios, pero también que Dios era la palabra. qeos está sin artículo. Podíamos traducir: lo que era Dios, lo era la Palabra. Para los judíos, Dios era el totalmente trascendente; no podía haber otro. Para los helenistas, el peligro era lo contrario, el politeísmo. Por eso dice que ni es una “mónada” ni son dos.

Por medio de la Palabra se hizo todo”. En el AT, Dios crea por su Palabra. No se trata de un sonido que emite Dios. Otra vez tenemos que ir más allá del sentido primero. Quiere decir que el Logos es origen de todo. Con una redundancia, intenta llevarnos más allá de la misma palabra. Al margen de Dios y del Logos, no existe nada. No se trata sólo de lo que existe en el tiempo, sino de todo lo que existe en absoluto.

En la Palabra había Vida, y la Vida era la luz de los hombres”. Ojo al dato: No llegamos a la Vida a través de la luz, sino al revés. Jesús no es un Maestro que nos trae salvación con su enseñanza (como se da a entender en otras cristologías) sino Vida que nos lleva a la comprensión total viviéndola. Para la espiritual, el concepto es clave. Vivir es anterior a comprender. Sin vivencia no podremos comprender nada.

Y la tiniebla no la recibió. El mundo no la conoció. Vino a su casa y los suyos no la recibieron. Esta insistencia tiene que hacernos reflexionar. En Juan se percibe esa lucha entre la luz y la tiniebla. Era una idea que flotaba en el ambiente. En un escrito de Qunrám se dice: Que la luz no sea vencida por las tinieblas. Ni siquiera los suyos fueron capaces de descubrirla. Tenemos aquí el primer reproche al pueblo judío que no fue capaz de ver en Jesús la Vida que podía llevarle a la comprensión de la ley.

Pero a cuantos la recibieron… Vemos que lo anterior era una exageración. Unos no la recibieron, pero otros sí la recibieron. Se habla de creer en sentido bíblico. No se trata de la aceptación de verdades sino de aceptar su persona. Sería: Los que confían en el espíritu de Jesús. Les da poder para ser hijos de Dios. Aquí está la buena noticia. El que cree es engendrado como hijo de Dios. En Juan, se ve una diferencia clara en el concepto de hijo cuando se dice de Jesús y cuando se dice de otros. Para designar a Jesús dice uios y tekna para designar a otros, se emplea aquí y en Jn 11,52.

Es muy importante aclarar este concepto. En AT se usa la expresión “hijo de Dios” para referirse a los ángeles, al rey y al pueblo. Estos conceptos no sirven ni para aplicarlos a Jesús ni a los demás hombres. Nos dan una pista para poder comprender lo que quiere decir Juan. En el AT, el término hijo, se empleaba con sentido mesiánico. Se decía del enviado a cumplir una tarea de salvación en nombre de Dios. Esta idea, unida a la de la Sabiduría, pudo dar origen al concepto de “Hijo”, ser preexistente vuelto al Padre.

Y la Palabra se hizo carne. Meta de todo lo anterior. Se trata de la nueva presencia. Dios no está ya en el templo, ni en la tienda del encuentro. Ahora está en Jesús. No se identifica Palabra y Jesús. Se deja un margen para el misterio. Para la antropología semita hombre-carne, hombre-cuerpo, hombre-alma, hombre-espíritu, son aspectos de una solo realidad, el hombre. Se hizo hombre-carne; limitado pero susceptible de Espíritu. Se hizo carne, sin dejar de ser Logos, sin dejar de estar volcado sobre Dios.

Y habitó entre nosotros”. “eskenosen” significa plantar una tienda para vivir. Hace referencia a la presencia de Dios entre pueblo (tienda del encuen­tro). También de la Sabiduría se dice: “Habita en Jacob, pon tu tienda en Israel”. Siendo uno de nosotros, levantando su tienda en nuestro propio campamento, hizo presente y visible a Dios.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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