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Dom 18.9.22. Dinero de iniquidad: Ante una “conversión” de la economía (Lc 16, 1-13)

Domingo, 18 de septiembre de 2022

20190110-Dios-o-el-dinero-mockup-final.1jpgDel blog de Xabier Pikaza:

Este pasaje incluya una parábola enigmática, algunas aplicaciones y una sentencia fundamental, con la oposición, ya conocida, entre Dios y Mamón y la exigencia radical de una conversión (¿posible?) de la economía. Dos son sus afirmaciones fundamentales:

Todo dinero actual es, en principio, injusto:mammona tês adikias, capital injusto

Nadie puede “servir” (honrar, obedecer) al mismo tiempo al dinero o a Dios.Este es un evangelio prácticamente imposible de entender y de cumplir. Por eso es  salvador y exigemeta-noia, un cambio total de pensamiento y vida, como he comentado en Dios y la economía

Parábola

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: ¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.”

El administrador se puso a echar sus cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. “

Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?” Éste respondió: “Cien barriles de aceite. Él le dijo: Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta. Luego dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Él contestó: Cien fanegas de trigo.” Le dijo: Aquí está tu recibo, escribe ochenta (Lc 16, 1-7).

           Normalmente se piensa que ese hombre rico es Dios, pero el texto le presenta como dueño de una gran hacienda, con un administrador a su servicio. Normalmente tendemos a pensar que tiene razón, y que su riqueza era buena y justa, de manera que derecho a mantener asegurado su capital. Pero, el contexto de Lucas (con la parábola siguiente de Epulón y Lázaro: Lc 16, 19-31), puede hacernos pensar que él es injusto, digno de reprobación, porque no pone su riqueza al servicios de los lázaros hambrientos, dejando así abierto el tema de su posible justicia (o injusticia):

‒ Un hombre rico tenía un administrador al que denunciaron… No sabemos si la denuncia se funda en hechos reales o falsos, pues el administrador podía tener enemigos, que le envidiaban y querían quitarle su puesto. No sabemos, pues, si era ya un corrupto o no, sino sólo que se porta de un modo corrupto (e inteligente) cuando sabe que su amo va a expulsarle, y así cambia la documentación mercantil de la empresa, a favor de los deudores del amo, para que ellos le ayuden cuando él haya caído ya en desgracia.

La parábola nos sitúa así ante un caso normal de corrupción, tanto en los tiempos antiguos como en los modernos, un caso en que el mismo dueño de la empresa alaba la sabiduría de su administrador, por la forma en que le ha engañado, asegurando su futuro. Ciertamente, Jesús no alaba la “moral” del administrador, ni se pronuncia sobre la justicia de su gesto, sino sólo su sabiduría, la forma cómo ha respondido y actuado en un caso de crisis.

            Este administrador utiliza a su favor las normas del sistema económico, que posiblemente son también injustas, de manera que podemos preguntarnos: ¿Quién es más corrupto, el dueño del negocio o su administrador sagaz?   De todas formas, el tema no es que el administrador sea justo o injusto, sin que haya logrado logra romper un sistema de dinero cerrado en sí mismo, de tal forma que el mismo dinero injusto le sirve para crear redes de solidaridad personal entre los deudores del amo. Dentro de su espacio de trabajo “legal”, como dependiente (criado) del sistema, en el último momento en que ejerce su cargo, el administrador (a quien el amo elogiará) utiliza el dinero injusto para crear unas redes de solidaridad subversiva (a su servicio), poniendo los valores del compartir, la hospitalidad y la reducción de la deuda por encima de los intereses del capital acumulado [1].

Primeras aplicaciones (Lc 16, 8-12).

 Son tres, y han de verse desde la perspectiva de conjunto de Lucas, de manera que pueden relacionarse entre sí:

 1. Y el señor felicitó al administrador injusto (de injusticia: tês adikias), porque había actuado de un modo astuto (inteligente) porque los hijos de este siglo son más astutos que los hijos de la luz para sus cosas (Lc 16, 8). El mismo señor descubrió y ensalzó la astucia de su administrador, pues ella le capacitaba para resolver a su favor problemas de este mundo.

Este señor no se hace ilusiones, pues sabe que sus administradores pueden engañarle. A pesar de eso, o quizá por eso mismo, no ha creado un sistema “blindado” de seguridad económica, porque está convencido de que donde hay tesoros materiales habrá ladrones (cf. Lc 12, 34: Mt 6, 19), y donde hay formas de administración injusta surgirán “corruptos” como este administrador, que le está robando/engañando al servicio de sí mismo (o de otros). Por más astuta e inteligente que sea la ley del amo, siempre podrá haber administradores que le engañen, y que lo hagan con inteligencia.

 2. Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas (Lc 16, 9). Aquí ya no habla el administrador, como en el caso anterior, sino el mismo Jesús, que nos invita a comportarnos en un plano como administradores injustos, engañando al mismo sistema injusto, para bien de los hombres concretos (=de los pobres). En esta línea se puede hablar de una “corrupción buena”, en contra del orden económico, al servicio de los hombres concretos.

 ‒ Jesús afirma que los bienes del amo (el sistema) son Mammón injusto (o de injusticia: tês adikias), un tema que he desarrollado al comentar la oposición de Mt 6, 24: No podéis servir a Dios y a Mammón). Jesús afirma así que el dinero de este mundo es inicuo, es Mammón de injusticia, pues está al servicio de sí mismo y no de los necesitados. Eso significa que la propiedad del Gran Amo de la parábola es signo y medio de injusticia [2].

Con este dinero injusto, ganaos amigos, para que os reciban en la morada eterna. Éste es un texto de condena radical del dinero, pero no para destruirlo, sino para re-utilizarlo “para ganar amigos”. El dinero en cuanto capital (Mammón) no tiene amigos, pues sólo se quiere a sí mismo, pero un hombre astuto, como este administrador, puede “blanquearlo”, poniéndolo al servicio de los amigos, que, en esta palabra de Jesús, no son ya los beneficiarios corruptos de la parábola (los que deben al amo una cantidad de trigo o aceite), sino los pobres como tales. Esta es la doctrina de Mc 10, 21 (vender los bienes, darlos a los pobres) y la de Lc 12, 33-35: Limpiar el dinero significa ponerlo al servicio de los pobres.

Jesús reinterpreta la parábola del administrador injusto, haciendo que ella aparezca como ejemplo para aquellos que quieren “transformar” el dinero del amo (Mammón), poniéndolo al servicio de los pobres, en gesto de gratuidad. Este Jesús de la parábola y de su interpretación no niega el dinero, sino que lo transforma (=convierte) en medio para crear amistad, es decir, comunión, entre los hombres.

3.“El que es fiel en lo poco será también fiel en lo mucho y el que es infiel en lo poco será infiel en lo mucho. Si no sois fieles en el Mammón injusto ¿quién os confiará el bien verdadero. Si no sois fieles en lo ajeno ¿quién os confiará lo vuestro?” (Lc 16, 10-12). Este pasaje vincula la lealtad en el dinero con la fidelidad en los valores más hondos de la vida, pues ambos planos son inseparables.

 ‒ La lealtad en lo poco (dinero) no consiste en ponerlo al servicio del capital, defendiendo los principios y valores del sistema, sino todo lo contrario. Para ser fiel en lo poco (dinero) hay que ponerse en contra del sistema económico del “amo” (hombre rico), actuando así de un modo económicamente infiel (en la línea del administrador de la parábola), saboteando el sistema corrupto, al servicio de los pobres, no del capital.

Ser fieles en la línea de Jesús es ser infieles a Mammón. El camino de Dios no va en la línea del amo del dinero (sistema), sino del administrador injusto, que es capaz de engañar al amo, es decir, es decir, de sabotear al sistema, para poner el dinero al servicio de la fraternidad. En esa línea, el administrador ha de ser infiel, pues sólo siendo infiel a su amo podrá ser fiel a los deudores, a los pobres, para suscitar un mundo distinto de fraternidad por encima de la Mammón injusta del dinero…

Declaración fundamental: Dios y el dinero (Lc 16, 13)

             Interpretando y ratificando las reflexiones anteriores, Lucas añade la palabra clave de la oposición entre Dios y Mammón, que Mt 6, 24 situaba en el Sermón de la Montaña:

  •  Ningún siervo (oikêtes, criado de casa) puede servir a dos señores, porque,
  • o bien aborrecerá a uno y amará al otro,
  • o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo.
  • No podéis servir a Dios y a Mammón (16, 13).

           Esta sentencia se entiende a la luz de la paráboladel administrador humanamente injusto, para mostrar que en el fondo es justo, porque utiliza el dinero malo, que es Mammón de injusticia (tês adikias), para ganar amigos… A fin de servir a Dios hay que abandonar (superar y en el fondo convertir) el sistema de injusticia del dinero. (a) Lucas destaca su origen injusto, y lo define como Mammón de injusticia, dinero negro y malo, que el administrador emplea para robar a su amo. (b) Pero Jesús (narrador de la parábola) dice que el mismo “gran amo” felicitó al administrador injusto, porque supo emplear el mal dinero para servicio propio (y de sus amigos; cf. Lc 12, 33).

‒ No se trata solo de un cambio interior(poniendo amor donde había deseo egoísta de bienes), sino de un cambio externo: En lugar de la economía actual, al servicio de los poderosos (sistema), ha de construirse una economía humana, de manera que el dinero deje de ser Mammón, ídolo que mata y destruye, para convertirse en medio de ayuda a los pobres y de encuentro interhumano.  Lucas sabe que, a partir del mensaje de gracia de Cristo, la misma economía puede y debe transformarse en línea de evangelio, superando una visión apocalíptica y malvada de todo lo que existe.

Como indica también  Mt 6, 24, Jesús propone un cambio económico radical, en la forma de entender y aplicar el dinero, no para condenar sin más el mundo, sino para recrearlo en línea de fidelidad humana. En esta perspectiva han de entenderse algunos textos económicos fundamentales de la tradición de Lucas, desde el Canto de María (sacia de bienes a los hambrientos, despide vacíos a los ricos: Lc 1, 46-53) hasta los consejos de Juan Bautista a los soldados y publicanos (3, 10-14; cf. 19, 10). A diferencia del Apocalipsis, que se opone frontalmente a Roma, Lucas acepta en principio su economía, no para defenderla, sino para transformarla.

Notas

[1] En general, como herederos del Derecho Romano, nosotros solemos ponernos de parte del Orden Social, es decir, del Capital del Amo Rico, identificándole con Dios, y condenando sin más al administrador “injusto”. Por el contrario, el derecho “bíblico” tiende a pensar desde las “víctimas”, interesándose en proteger a los deudores. Según eso, la cuestión central de esta parábola no está en saber si el administrador es “inocente o culpable”, sino en ver si lo que él hace resulta bueno o malo para las víctimas.

[2] Esta afirmación parece ir en contra de ciertas tesis de la doctrina social de la Iglesia Católica, que ha venido defendiendo la propiedad privada no sólo de los bienes de consumo, sino de los bienes de producción y del mismo capital.

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