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¿Rico y cristiano?

Domingo, 10 de octubre de 2021

hqdefaultDel blog de Tomás Muro, La Verdad es libre:

Homilía Domingo XXVIII per annum

  1. Algunas constataciones iniciales

         Podemos hacernos conscientes de algunas cuestiones iniciales:

  •  Todos queremos ser felices, vivir en paz y serenidad y queremos vivir felizmente.

Aquel hombre, -joven o no-, se acerca a Jesús porque quiere vivir: ¿Qué tengo que hacer para tener vida, vida eterna-definitiva?

  •  Si aquel hombre se acerca a Jesús es porque no encuentra la vida en el “sistema religioso” y en los criterios culturales de su tiempo. El mero cumplimiento de la ley, de los mandamientos no parece que lleve a una vida amable y serena. Aquella persona que se acerca a Jesús lo había cumplido todo, pero no vivía: su vida era un “sin vivir”.
  •  Se trata de vivir no solamente en el “más allá”, sino ya desde ahora, en el “más acá”. Es decir, no es que ahora tengamos que “rellenar” una buena hoja de servicios religiosos para que luego, post mortem, Dios nos premie. No es esa la cuestión, sino que se trata de vivir y vivir bien desde ahora, en el tiempo, caminado hacia la eternidad.
  •  Otra constatación -evidente según me parece- es que el dinero es el gran “dios-ídolo” ante el que nos postramos. Quien manda y reclama adoración en el mundo es el dinero. Podríamos decir que el rico, -cuando somos ricos-, no es tanto una cuestión moral, sino que el dinero nos convierte en idólatras. Adoramos al “dios dinero”, y tal es nuestro “dios”. Socialmente también la cosa funciona así: “tanto tienes, tanto vales” porque “poderoso caballero es Don dinero”.
  1. ¿Quién es o cuándo somos ricos?

Rico es aquel que pone su confianza (fe) en el dinero. Cuando ponemos nuestra confianza en el dinero somos creyentes, idólatras. Rico es quien vive conforme a la mentalidad de la riqueza. Entonces nos hacemos esclavos del dinero y lejanos del Reino de Dios: lejanos de la gratuidad, distantes de la misericordia, de la justicia y de la solidaridad.

  1. ¿Por qué amamos tanto el dinero? ¿puede el hombre hacerse feliz a sí mismo?

         Si nos apegamos al dinero es porque la riqueza supuestamente nos ofrece seguridad. Un buen sueldo y una cuenta corriente saneada nos asegura la vivienda, alimentación, el placer del consumismo, incluso la salud …

Ahora bien, ¿Puede el hombre hacerse feliz y darse vida a sí mismo? Creo que no. Por naturaleza deseamos y esperamos una plenitud de vida que no está en nuestra naturaleza. La vida es gracia y regalo desde el nacimiento hasta después de la muerte. Nadie compró la vida para nacer y nadie la compra después de la muerte.

         Es cierto que el dinero es necesario para vivir, pero nunca el dinero es bastante y nos solemos “autoengañar” pensando que con dinero nos vamos a solucionar los problemas más fundamentales de la vida, lo cual creo que no es cierto.

Los grandes valores de la vida no se compran con dinero: el amor, la libertad, el sentido de la vida, la esperanza, el respeto, la solidaridad, la ética no salen a la venta en la bolsa ni en el supermercado de “al lado”.

La riqueza no deja espacio a la gratuidad, a la confianza ni a la solidaridad.

Ser rico es no fiarse de Dios Muchos católicos no se fían de Dios. Prefieren asegurarse la vida: esta y la otra. Por esto prefieren la seguridad que les pueda dar el dinero, una persona, un confesor, el mero cumplimiento de la ley. Pero no cumplen por afecto, sino por terror a Dios: la gente religiosa desconfía de Dios. Por eso mucha gente lo que le importa es la seguridad absoluta y pretende comprar a Dios, con actos, con Misas y ritos, etc.

Sin embargo, la relación con Dios es de balde, gratuita: de ahí viene la palabra gracia. El cristianismo no es una banca religiosa.

La experiencia cristiana es la confianza absoluta en la ultimidad: sólo en Dios descansa mi vida, sólo Dios basta.

         El discípulo de Jesús, el cristiano es un agradecido radical y la vida, los bienes los vive como regalo, como don.

         La primera condición para tener vida es el amor. La vida está en el amor, no en el dinero.

Jesús se le quedó mirando y le mostró su amor.

  1. ¿Se salvan los ricos?

         Esta pregunta es de amplio espectro y la respuesta también.

Dios quiere que todos nos salvemos y nos salvamos porque para Dios no hay nada imposible.

         La salvación es un don de Dios, no algo que yo conquisto.

         Los ricos se salvan por la misma razón que nos salvamos todos, hasta el más humilde pecador de la historia.

         Que vamos a vivir bien allá es evidente desde el Evangelio. Lo que hace falta vivir bien -vida eterna- desde aquí. Y esa vida no se consigue con riqueza, sino con gratuidad, amor y libertad.

Jesús se le quedó mirando y le mostró su amor.

  1. No se trata de discutir mucho qué es la pobreza.

Jesús le mira con misericordia a aquella persona rica y siente lástima de ella, porque era rica.

La cuestión de la pobreza crea enseguida un cierto escozor y discusión. Comúnmente pensamos que el dinero es la base de la felicidad. Si tienes dinero -o bienes- eres feliz.

Pero la experiencia nos dice que la riqueza no da la felicidad, ni la vida. El dinero, la riqueza nunca son bastante, nunca satisfacen plenamente. Más bien vemos que la riqueza, el ansia de dinero y riqueza crea insatisfacción y neurosis, pero no vida.

Podemos discutir, pero según JesuCristo, No se puede ser rico y feliz. El rico puede ser una buena persona, un hombre/mujer honestos, religiosos, pero no cristianos felices, con vida abundante. Y es infinitamente más importante ser viviente feliz que ser religioso y que ser rico.

Es difícil hablar de la pobreza y casi imposible tratar de convencer a nadie de que “Bienaventurados los pobres” es verdad.

Apelo a la propia experiencia que podamos tener Estas son vivencias, experiencias que se tienen en el fondo de la vida, del ser.

  1. La pobreza crea tres ámbitos de vida.

Vivir pobremente (no digo miserablemente) crea espacios de libertad, compasión-solidaridad y austeridad.

Libertad: la pobreza crea un estilo de vida sencillo, desprendido, libre, de estima de lo realmente valioso y definitivo, y eso no se compra con dinero.

compasión-solidaridad: La pobreza hace brotar sentimientos de misericordia y solidaridad. Y la compasión hace bien al que la recibe y al que la ofrece.

La limosna y la solidaridad han perdonado y perdonan más pecados que todas las confesiones del mundo

Austeridad: En la vida nos hace bien vivir austeramente. Una cosa es la celebración, la fiesta y otra la vida cotidiana de trabajo y sencillez. Austeridad en el estilo de vida, en la vestimenta, en la comida, en el consumismo, en el trabajo, etc.

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