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Salid de las sombras: ¿Por qué no me lo contaron así?

Miércoles, 23 de diciembre de 2020

pexels-photo-4128641-e1608389411874-1Magdalena  Bennasar, SFCC,
Bilbao.

ECLESALIA, 21/12/20.- Entiendo que este es uno de los importantes mensajes de Adviento. Salid de las sombras para ir acogiendo la luz. Si nos la dieran de golpe, posiblemente nos cegaría. La sombra tiene diferentes significados. Por ejemplo, el significado de sombra en la espiritualidad: representa el lado oscuro de nuestra personalidad, donde se esconden los instintos más primitivos de nuestro pasado evolutivo y los aspectos rechazados por nuestra mente consciente y social.

Sin embargo en el contexto de la Biblia: la sombra es un lugar privado de luz que proporciona una protección agradable del sol ardiente tanto si la sombra proviene de un peñasco, como de una nube, una cabaña, un árbol u otra clase de planta. Sinónimos de sombra: oscuridad y penumbra o tiniebla y también amparo, protección, asilo.

Ofrecer una sombra refrescante y acogedora para todo el que anda un poco quemado de andar a la intemperie o huyendo de poderes no humanizadores, puede ser una de las luces que se desprenden del “ir viendo más” durante nuestro tiempo de espera.

Tal vez como Moisés, que apoyado en el Dios que le habla al corazón a través de la realidad, descubre durante esa búsqueda sosegada, la luz de la llama que no se consume, y se convierte en fuego interior para la liberación de su pueblo, tal vez también para nosotros empiece en este tiempo de Dios una historia de liberación de viejos esquemas y de enfrentar los demonios que no tan fácilmente salen de nuestras mentes forjadas en otros paradigmas religiosos.

¿Por qué no me lo contaron así? Son las palabras de una joven universitaria, asidua de Taizé y sedienta de respuestas, de una historia coherente. Tal vez la sombra para esa generación la causa nuestro miedo a salir del pastoreo cómodo del rebaño de siempre. Formamos parte de un cosmos en continuo movimiento, evolución, vida que se renueva.

Dicen algunos autores que la Encarnación empezó cuando empezamos a ser humanos hace unos 6 millones de años, y que culminó en Jesús. Jesús es el fruto maduro de un proceso de humanización-divinización de la humanidad y del cosmos. Si Dios estaba desde el principio en todo, en el Big Bang y en todo el proceso de la evolución impulsada por el Espíritu permeando todo, cómo no iba a estar presente, cuando de alguna manera el 6º día, etapa en la que surge el humano, la creación-evolución da a luz una especie que es consciente de que es consciente. Una especie entre millones de especies, capaz de evolucionar también en su mente y espíritu.

Nos cuentan que biológica y físicamente posiblemente no evolucionemos más, pero el gran reto está en nuestra mente y en nuestro espíritu.

Dice el profeta: DESPERTAD: posiblemente si nos atrevemos diremos a qué, para qué. A que Jesús, el hombre que es capaz de acoger esa evolución, ese Amor creador y creativo sin miedo nos muestre paso a paso el camino de liberación y sus consecuencias. Claro que no hay sitio para ellos en la posada. Claro que sólo los sencillos lo comprenden, claro que el camino será difícil.

Tú y yo tenemos el reto, la responsabilidad de evolucionar la mente y el espíritu humano. Todo el trabajo que invirtamos en abrirnos a reconocer el valor de nuestra vida, el valor de cada paso que demos, el valor del Amor derrochado en nosotros, será poco.

El poder de la mente-espíritu en apertura al Espíritu es incalculable. Despertar es salir de esas sombras patriarcales que ennegrecen nuestro espíritu cuando de nuevo topamos con personas, mentalidades, políticas, interpretaciones sesgadas de la justicia que nos hacen retroceder por dentro.

Acoger la luz del Adviento es acoger progresivamente esa fuerza cósmica de Amor y luz que nos libera y de alguna manera lanza sin paracaídas a creer en el Dios que nos envuelve.

Cuando orando temprano veo, todos los días enfrente de mi ventana, cómo se pasa de la oscuridad más absoluta a un progresivo clarear imparable y rapidísimo que invade absolutamente todo de luz y colores indescriptibles en sus matices y belleza… me pregunto ¿quién soy yo? Yo formo parte de ese ritmo que en unas horas veré cómo ese mismo sol al otro lado de mi casa se pone en una danza de colores sobre el mar que te dejan en silencio.

Yo formo parte de este proceso, de luz imparable en mí y en todo, a no ser que opte por la sombra. Esa sombra que me da seguridad porque es en la que me refugio cuando lo otro me viene grande o cuando tengo que dar un salto interior que no controlo.

Yo puedo ser sombra o ser luz. Puedo ser buena sombra refrescante y acogedora pero al final, como camarera quedarme en una hospitalidad sin más, que no es poco, pero no la meta. Amar es también además de todo lo otro, sobre todo ayudar a que la gente seamos luz, a que salgamos de la sombra.
Esta es la verdadera liberación. Y es de justicia que lo vivamos. Somos muy sensibles a las injusticias con las personas, el planeta… ¿y la injusticia de quedarme con la luz?

Como dice nuestra joven universitaria, ¿por qué no me lo contaron así? Y esta llamada a la justicia con los más jóvenes y educadores, con las catequistas y educadores está en nosotros. Tú serás esa luz

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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