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Mientras exista hambre en el mundo, la Eucaristía no será plena, (P Arrupe)

Domingo, 14 de junio de 2020

9FDE193A-80CD-4EE1-8C0A-D343111392EFDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

  1. Corpus christi: cuerpo de Cristo.

         Celebramos hoy la fiesta del Cuerpo de Cristo, es decir la presencia de Cristo en nosotros y en nuestras comunidades cristianas.

         La presencia de Cristo no es una cuestión fisiológica (seamos delicados), se trata de que Cristo está siempre presente en medio de los creyentes: donde estáis dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy yo. (Mt 18,20). Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin de los tiempos. (Mt 28,19). Guardad mi presencia en medio de vosotros, haced esto en memoria mía, (1Cor 11).

         El Señor está presente en toda asamblea cristiana por pequeña y humilde que sea, JesuCristo en medio de nosotros: comparte nuestra vida.

JesuCristo fue feliz comiendo con sus discípulos junto al lago, con los dos de Emaús, con publicanos y pecadores, que somos nosotros.

El Señor nos invitó a guardar su memoria en medio de nosotros.

  1. Vivir en eucaristía: en agradecimiento

Eu – Xaris: buen regalo, buena gracia.[1]

Celebrar la Eucaristía no es sola ni principalmente celebrar un mero rito, sino vivir en actitud de agradecimiento: agradecidos a la vida, que cantaba Violeta Parra. Gracias a la vida que me ha dado tanto… Gracias a Dios, gracias a nuestros padres y familia, a nuestros amigos, compañeros, gracias a nuestros maestros, a los médicos que nos cuidan,

De bien nacidos es ser agradecidos”, dice un refrán castellano. Todo esto es también celebrar la Eucaristía

  1. Eucaristía es Multiplicar los panes en plena pandemia y en un mundo

que vive-muere de hambre.

La multiplicación de los panes no es una cuestión de magia o de prestidigitación, sino de solidaridad.Es un milagro que el ser humano dé, pero cuando Cristo está presente en nuestra mente y en nuestro corazón, cuando celebramos la Eucaristía con lo poco que hay, apenas cinco panes y dos peces, se reparte y llega para todos.

En muchos momentos y también en esta etapa de enfermedad y, por tanto de crisis económica, laboral, etc. Eucaristía es la solidaridad del pueblo con los que tienen carencias. Pensemos en los bancos de alimentos, en los comedores sociales, en el P. Ángel, en la hermana Winie Mutuku (hija de la caridad premiada hace algunas semanas por el gobierno de Kenia por su labor de dar comida a los niños)

Se saciaron todos e incluso llega a sobrar. La multiplicación de los panes es multiplicar la vida.

         El milagro es la solidaridad y la generosidad.

         La solución a la crisis económica no está tanto en la economía, cuanto en el corazón y solidaridad de las personas, en la ética.[2] Lo que transforma el mundo no son las leyes, sino el corazón.

Multiplicar los panes es tener buen corazón y compartir.

Celebrar la Eucaristía es también hacer lo que podamos para crear una sociedad justa, para crear trabajo, viviendas y educación para todos

  1. La Eucaristía es una mesa, un banquete abierto a todos.

La Eucaristía hemos de situarla en el contexto de las muchas comidas, cenas salvíficas que Jesús celebró con mucha gente: comidas de encuentro y de vida.

  • o San Juan no sitúa la Eucaristía no tanto en la última Cena, sino en el cp. 6: en la multiplicación de los panes, (Jn 6). El pueblo tiene hambre (entonces y ahora). Cristo es pan de vida: Yo soy el pan de vida (Jn 6).
  • o El Reino de los cielos se parece a un banquete, (Mt 22,24), especialmente para los desheredados, para los pobres.
  • o Recordemos cómo Cristo resucitado come con sus compañeros y discípulos.
  • o Los dos de Emaús reconocen la Vida al partir el pan (Lc 24, 13-35, v 30: Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio).
  • o Junto al lago Jesús les dice a los suyos si tienen algo que comer, comen pan y pescado (Lc 24, 36-49) y cuando compartieron el pan, se les abrió la inteligencia y comprendieron (v 45).

La Eucaristía no es un precepto para cumplir con la Iglesia y salvar mi alma. No me imagino a Jesús diciendo a los suyos: tenéis que ir a Misa los domingos, etc. Les dijo: guardad mi presencia en medio de vosotros, ¿Cuándo, cuántas veces?

La Eucaristía es algo más, más serio y profundo: la eucaristía es  vida. Impregnemos nuestra vida de Vida. Disfrutemos de la vida.

         A veces pensamos en una Iglesia de perfectos, gente de élite, milimétricos en moral, espartanos en ética, puros hasta el escrúpulo. Sin embargo la Iglesia nunca fue así y nunca lo será, porque estamos los que estamos: pecadores profundos, que amamos la vida, pero no acertamos.

  1. Yo soy el pan de vida, quien coma de este pan, vivirá

         El Señor es nuestro alimento. Pero no se trata, al menos no se trata únicamente de comer fisiológicamente un trozo de pan en el que creemos que está el Señor. Más bien comer el pan de vida es alimentar nuestra existencia, nuestro pensamiento y corazón de JesuCristo. Si alimentamos nuestra mente y vida del amor del Señor, del servicio, de la solidaridad, etc., tendremos vida, vida plena, definitiva.

         A modo de ejemplo: vivir no es meramente engullir unas vitaminas, proteínas, etc., sino que vivir es convivir en respeto, paz, servicio en la familia, en la amistad, en el pueblo, en las ideologías, en la iglesia, etc., la Vida, el pan de vida, vivir es vivir en la paz del Señor, en solidaridad, en acogida.

  1. La mesa del Señor está abierta a todos.

         Se hace extraño cómo el rigor litúrgico y moral han ido reduciendo “los cubiertos de los comensales” de la mesa de JesuCristo y no precisamente por las normas sanitarias, sino por un rigorismo moral y ritual.

Para los que viven del entramado moral-litúrgico, la Eucaristía es un restaurante de no sé cuántas estrellas y con la “rigidez litúrgica del desfile del día de la victoria”. Para los que andamos como podemos en la vida, la Eucaristía es la última Cena, es Emaús, pobres hombres y mujeres desesperanzados, incluso traidores, (Judas[3] y Pedro), pero que tienen la fortuna de encontrarse con Cristo y se sientan a la mesa con él.

Sin embargo es de mucho consuelo saber que la mesa del Señor está abierta a todos, especialmente a los pecadores y publicanos.

         La mesa de los ricos y de los poderosos está cerrada a los pobres. La mesa del Señor está abierta incluso a Judas y le ofrece un trozo de pan.

         Jesús disfrutaba comiendo con los pobres, pecadores. Él mismo era pobre y era buena gente.

¿Y nosotros?

Da mucho alivio saber que todos tenemos sitio en la casa, en la mesa, en la fiesta del Padre. No importa nuestra condición moral, nuestro pecado. Sí, somos hijos pródigos, publicanos, “magdalenas”, hemorroísas, pero Dios nos sienta a su mesa y encantado. Dios nos tiene ya preparado el sitio para el banquete. Nuestro sitio es sobre todo su corazón, su amor.

         Tenía mucha razón el Padre Arrupe cuando decía que: Mientras exista hambre en el mundo, la Eucaristía no será plena.

  1. La Eucaristía crea la Iglesia.

         Cristo dijo a los suyos: “haced esto en memoria mía…”, y va y nos inventamos el sagrario.[4] ¡No! Lo que Jesús nos dijo es: “quiero estar en medio de vosotros: en vuestro pensamiento, en vuestro corazón, en vuestras opciones y decisiones, en vuestra vida, en vuestros pobres. Se trata de que El Señor esté presente en nosotros, haced esto en memoria mía…

         Conforme, Cristo está en el sagrario, ¿pero está en mi vida y en la nuestras parroquias y diócesis?

  1. Dadles vosotros de comer.

         Demos gracias a Dios, que eso es la Eucaristía: acción de gracias.

         Hay gente que se pregunta con un cierto escándalo: ¿Y qué hace Dios que permite el hambre en el mundo, la guerra, que tantos niños mueran de paludismo?

         Pues la respuesta está en el evangelio de hoy: Dios nos ha hecho a nosotros

Dadles vosotros de comer

[1] “Eu” en griego significa bueno y “Xaris” es la misma palabra que el ángel le dijo a María: Dios te salve María, llena eres de gracia (“Xaris”).

[2] Del mismo modo que una buena salud no está solamente en Osakidetza (Seguridad Social), sino en una buena ética.

[3] Nunca ha dicho nadie, ni la iglesia que Judas esté condenado.

[4] El sagrario tiene el sentido de una cierta prolongación de la Eucaristía, especialmente en la vida monástica, así como también para los enfermos

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