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Permaneced en mi amor

Domingo, 6 de mayo de 2018
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Permaneced en mi amor

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“Como el Padre me ama a mí, así os amo yo a vosotros; permaneced en mi amor. Pero sólo permaneceréis en mi amor si cumplís mis mandamientos,; lo mismo que yo he observado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he dicho todo esto para que participéis en mi gozo, y vuestro gozo sea completo.

Mi mandamiento es éste: Amaos los unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. En adelante, ya no os llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor: Desde ahoras os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre.

No me elegísteis vosotros a m; fui yo quien os elegí a vosotros. Y os he destinado para que vayáis y deis fruto abundate y duradero. Así, el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre. Lo que yo os mando es esto: que os améis los unos a los otros.

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Juan 15,9-17

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CC FilmStill 57

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El cristiano es una persona a la que Dios ha confiado a los otros; hemos sido confiados los unos a los otros y somos responsables los unos de los otros. La responsabilidad empieza en el momento en que nos mostramos capaces de responder a una necesidad con toda nuestra inteligencia, con todo nuestro ser: nuestra vida, nuestro corazón, nuestra voluntad, nuestro cuerpo, nuestro compromiso de cristianos debe ir mucho más allá de un piadoso propósito de oración y de intercesión: debe ser un compromiso en el que nuestro mismo cuerpo esté plenamente implicado, tanto en la vida –porque a veces es un problema arduo vivir en el nombre de Dios- como en la muerte. Y si no es posible hacer ninguna otra cosa por el que sufre, siempre podremos interponernos entre la víctima y el verdugo.

Conocí a un hombre que vivió durante treinta y seis años en un campo de concentración y que un día, con una profunda luz en los ojos, me contaba: «¿Te das cuenta de lo bueno que ha sido Dios conmigo? Me cogió cuando era sólo un ¡oven sacerdote y me puso primero en la cárcel y después en un campo de concentración durante más de la mitad de mi vida. Así pude ser ministro suyo allí donde era necesaria la presencia de uno de ellos». Poquísimos de nosotros somos capaces, no digo de obrar, sino ni siquiera de pensar en estos términos. Sin embargo, ésa es la actitud de una persona que es presencia divina allí donde se requiere esta presencia: y no se trata, ciertamente, de gestos de poder. La única cosa que este cristiano poseía era la convicción de una vida entregada por completo a Dios y ofrecida, a través de Dios, a los otros hombres. Eso es lo que nos enseña una inmensa nube de testigos a lo largo de toda la historia de la Iglesia.

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A. Bloom,
Vivir en la Iglesia,
Magnano 1990, pp. 75s.

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“Una alegría diferente”. 6º Pascua – B (Juan 15,9-17)

Domingo, 6 de mayo de 2018
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821290No es fácil la alegría. Los momentos de auténtica felicidad parecen pequeños paréntesis en medio de una existencia de donde brotan constantemente el dolor, la inquietud y la insatisfacción.

El misterio de la verdadera alegría es algo extraño para muchos hombres y mujeres. Todavía saben quizá reír a carcajadas, pero han olvidado lo que es una sonrisa gozosa, nacida de lo más hondo del ser. Tienen casi todo, pero nada les satisface de verdad. Están rodeados de objetos valiosos y prácticos, pero apenas saben nada de amor y amistad. Corren por la vida absorbidos por mil tareas y preocupaciones, pero han olvidado que estamos hechos para la alegría.

Por eso, algo se despierta en nosotros cuando escuchamos las palabras de Jesús: os he hablado «para que participéis de mi gozo, y vuestro gozo sea completo». Nuestra alegría es frágil, pequeña y está siempre amenazada. Pero algo grande se nos promete. Poder compartir la alegría misma de Jesús. Su alegría puede ser la nuestra.

El pensamiento de Jesús es claro. Si no hay amor, no hay vida. No hay comunicación con él. No hay experiencia del Padre. Si falta el amor en nuestra vida, no queda más que vacío y ausencia de Dios. Podemos hablar de Dios, imaginarlo, pero no experimentarlo como fuente de gozo verdadero. Entonces el vacío se llena de dioses falsos que toman el puesto del Padre, pero que no pueden hacer brotar en nosotros el verdadero gozo que nuestro corazón anhela.

Quizá los cristianos de hoy pensamos poco en la alegría de Jesús y no hemos aprendido a «disfrutar» de la vida, siguiendo sus pasos. Sus llamadas a buscar la felicidad verdadera se han perdido en el vacío tal vez porque seguimos obstinados en pensar que el camino más seguro de encontrarla es el que pasa por el poder, el dinero o el sexo.

La alegría de Jesús es la de quien vive con una confianza limpia e incondicional en el Padre. La alegría del que sabe acoger la vida con agradecimiento. La alegría del que ha descubierto que la existencia entera es gracia.

Pero la vida se extingue tristemente en nosotros si la guardamos para nosotros solos, sin acertar a regalarla. La alegría de Jesús no consiste en disfrutar egoístamente de la vida. Es la alegría de quien da vida y sabe crear las condiciones necesarias para que crezca y se desarrolle de manera cada vez más digna y más sana. He aquí una de las enseñanzas clave del Evangelio. Solo es feliz quien hace un mundo más feliz. Solo conoce la alegría quien sabe regalarla. Solo vive quien hace vivir.

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

 

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“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Domingo 06 de mayo de 2018 Domingo sexto de Pascua

Domingo, 6 de mayo de 2018
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32-PascuaB6 cerezoDe koinonia:

Hechos de los apóstoles 10,25-26.34-35.44-48: El don del Espíritu Santo se ha derramado también sobre los gentiles.
Salmo responsorial: 97: El Señor revela a las naciones su salvación.
1Juan 4,7-10. Dios es amor.
Juan 15,9-17: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

La primera lectura de este domingo, el famoso episodio de la visita de Pedro a Cornelio, en el capítulo 10 de los Hechos de los Apóstoles, refleja simbólicamente un momento importante del crecimiento del «movimiento de Jesús»: su transformación en una comunidad abierta, transformación que le llevará más allá del judaísmo en el que nació. Dejará de identificarse con una religión étnica, una religión casada con una etnia y su cultura, religión étnica que se tenía por la elegida, y que miraba a todas las demás por encima del hombro considerándolas «los gentiles», dejados de la mano de Dios. Es un tema muy importante, y relativamente nuevo, en todo caso, desatendido por la teología tradicional. Para una homilía puede merecer la pena, más que insistir en el tema eterno del amor…

El pasaje se presta además para toda una lección de teología. Es bueno recomendar a los oyentes que no se queden con la referencia entrecortada que habrán escuchado en la lectura (una selección de unos cuantos versículos salteados), sino que la lean en casa despacio (sin más: “el capítulo 10” de los Hechos, y que saquen sus conclusiones. También se puede recomendar a los grupos e estudio de la comunidad parroquial que lo tomen para su estudio.

Pedro ni sus compañeros de comunidad, todavía no se llamaban «cristianos»… eran simplemente judíos conmovidos por la experiencia de Jesús. Y observaban todas las leyes del judaísmo. Una de ellas era la de no mezclarse con «los gentiles». Y eran leyes sagradas, que eran normalmente observadas por todos, y cuyo incumplimiento implicaba incurrir en «impureza» y obligaba a molestas prácticas de purificación.

Pero Pedro da varios saltos hacia adelante. En primer lugar deja de considerar profano o impuro a ninguna persona, a pesar de que se lo mandaba la ley; es como el levantamiento de una condenación de impureza que pesaba sobre las “otras” religiones desde el punto de vista del judaísmo. Y en segundo lugar «cae en la cuenta» de que Dios no puede tener acepción de personas, ni de religiones, sino que no hace diferencia entre las personas según su etnia o su cultura-religión: acepta a quien practica la justicia, sea de la nación que sea. Es un salto tremendo el que dio Pedro.

Respecto al primer punto, de la valoración negativa de las demás religiones, en la historia subsiguiente se retrocedería: se llegaría a pensar que las otras religiones serían… no sólo inútiles, sino falsas, o incluso negativas, hasta diabólicas. Por poner sólo un ejemplo: el primer catecismo que se escribió en América Latina, nada menos que por el profético Pedro de Córdoba, superior de la comunidad dominica de Antonio Montesinos, declara en su primera página: «Sabed y tened por cierto que ninguno de los dioses que adoráis es Dios ni dador de vida; todos son diablos infernales».

Respecto al segundo punto, la «no acepción de personas por parte de Dios en lo que se refiere a razas, culturas y religiones», o lo que es lo mismo, la igualdad básica ante Dios de todos los seres humanos –incluyendo todas sus culturas y religiones-, hoy mismo continuamos en retroceso con relación a Pedro: la posición oficial de la Iglesia católica dice que las «otras» religiones «están en situación salvífica gravemente deficitaria» (Dominus Iesus 22).

Paradójicamente, la posición de Pedro en los Hechos de los Apóstoles resulta más afín a la mentalidad de hoy que nuestra teología oficial actual. Es por ello por lo que, en este domingo, confrontarse con la Palabra de Dios puede traducirse en una aplicación concreta a nuestras maneras de pensar respecto a las otras religiones. En el guión subsiguiente proporcionamos algunas cuestiones para un tratamiento pedagógico del tema.

El evangelio de hoy, de Juan, es el del mandamiento nuevo, el mandamiento del amor. Pocas palabras deben saturamos tanto en el lenguaje cotidiano como ésta: «amor». La escuchamos en la canción de moda, en la conductora superficial de un programa de televisión (tan superficial como su animadora), en el lenguaje político, en referencia al sexo, en la telenovela (más superficial aún que la animadora, si eso es posible)… Se usa en todos los ámbitos, y en cada uno de ellos significa algo diferente. ¡Pero, sin embargo, la palabra es la misma!

El amor en sentido cristiano no es sinónimo de un amor «rosado», sensual, placentero, dulzón y sensiblero del lenguaje cotidiano o posmoderno. El amor de Jesús no es el que busca su placer, su «sentir», o su felicidad sino el que busca la vida, la felicidad de aquellos a quienes amamos. Nada es más liberador que el amor; nada hace crecer tanto a los demás como el amor, nada es más fuerte que el amor. Y ese amor lo aprendemos del mismo Jesús que con su ejemplo nos enseña que «la medida del amor es amar sin medida». Leer más…

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6.5.18. No os llamo siervos, sois amigos

Domingo, 6 de mayo de 2018
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31598701_974470836063442_2723656787818446848_nDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 6 pascua, Juan 15,9-17. Éste es el manifiesto supremo del amor cristiano. No somos siervos de Dios, pues él no se impone por encima para que le obedezcamos, sino que nos llama y nos hace sus amigos.

No somos tampoco empleados de Dios, para triunfo y gloria de su empresa, pues tenemos en la vida más tarea ni más finalidad que ser amigos.

Somos simplemente amigos de Dios en Jesús…, como dice este evangelio de Juan (¡el testamento del amado!), y como Juan de la Cruz ha interpretado añadiendo que ya “sólo en amor es mi ejercicio”.

Esta lectura de pascua, es un texto paradójico, nervioso, escrito en zig-zag, como el amor que se dice no diciendo o , mejor dicho, diciendo de otro modo.

Amar es simplemente “dejarse amar”, como las mujeres de la pascua, como el discípulo amado, como todos los que han amado a Jesús y se dejan amar por él y con él, sin más ejercicio que el seguir amando…, no para no hacer, sino para hacer de otra manera.

En este manifiesto de amistad culmina el evangelio, entendido, al fin, como escuela de amor… donde no se cumple menos, sino mucho más, porque sólo quien es amado y ama puede asumir en presteza la tarea de la vida, cumpliendo así el “mandamiento del amor”, comos seguirá diciendo Jesús.

Buen domingo a todos, para que podamos expresar de esa manera la alegría suprema que Jesús muestra y nos ofrece en este evangelio.

Jn 15, 9-17

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.

Jesús enamorado

16708394_738743216302873_4384676287806301455_nSe ha discutido mucho sobre Jesús enamorado (de mujeres y/o de varones), se han hecho y se siguen haciendo novelas sobre Jesús casado, con María Magdalena o Salome. Pero los evangelios no dan pie para sacar esas conclusiones. Ellos hablan, sin embargo, de Jesús amigo.

— Éste es un tema del que apenas ha tratado la Iglesia, porque, en general, ha tenido miedo a la amistad, que constituye el centro del Evangelio de Juan.
Ciertamente, Jesús es el carismático de Marcos, el maestro de Mateo, el hombre del gran señorío de Lucas… Pero Jesús es sobre todo y ante todo “amigo”, como sabe el evangelio de Juan.

— Este Jesús del evangelio de Juan empalma así con el ideal de amistad del mundo griego, pero le ofrece unos rasgos distintivos, como muestra su “discípulo amigo” (más que amado). Recuperar y cultivar ese rasgo de Jesús amigo, en la línea del evangelio de Juan, tendría grandes consecuencias para la Iglesia, entre ellas estas cuatro:

1. Superar una visión y esquema de poder y obediencia en la Iglesia, pues va no sólo en contra del Evangelio de Juan, sino de toda la tradición cristiana.

2. Plantear sin miedo, con claridad y hondura, el tema de la amistad entre los diversos grupos de creyentes, especialmente en un tipo de clero, obsesionado a veces por las llamadas “amistades particulares”.

3. Concebir y vivir la Iglesia en forma de comunidad de amigos de Dios y de Jesús, de clérigos y no clérigos, de hombres y mujeres.

4. Entender y acoger a Dios (y a Jesús en Dios) como amigo, superando una teología del poder y de la sumisión

1. COMENTARIO. NO OS LLAMO SIERVOS, SOIS MIS AMIGOS

El mensaje más hondo del evangelio de Juan ha venido a expresarse en el amor fraterno, vivido en forma de amistad. No es simplemente amor al enemigo, no es tampoco amor esponsal. Es amor de hermanos que se vuelven amigos.

Ésta revelación del amor fraterno/amistoso es el don supremo del evangelio de Juan a la historia de occidente. Leer más…

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Dios nos ha amado. Amémonos unos a otros. Domingo 6º de Pascua. Ciclo B

Domingo, 6 de mayo de 2018
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amarDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

La 2ª lectura y el evangelio están estrechamente relacionados. «Amémonos unos a otros», comienza el texto de la carta de san Juan. Y el evangelio insiste dos veces: «Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros»; «Esto os mando: que os améis unos a otros». Este precepto se basa en el amor que Dios nos ha manifestado de dos formas complementarias: enviando su Espíritu y enviando a su Hijo.

Un Padre que da el Espíritu sin distinguir entre judíos y paganos (1ª lectura)

            La lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles recoge parte de un importantísimo episodio de la iglesia primitiva. Hasta entonces, los discípulos de Jesús se han visto a sí mismos con un grupo dentro del judaísmo, sin especial relación con los paganos. No se les pasa por la cabeza hacer apostolado entre ellos, mucho menos entrar en sus casas si no se han convertido al judaísmo y se han circuncidado. Los consideran impuros.

            En este contexto, se cuenta que Pedro tuvo una visión: ve bajar del cielo un mantel repleto de toda clase de animales impuros (cerdo, conejo, cigalas, etc.) y escucha una voz que le ordena: mata y come. Pedro se niega en redondo. «Nunca he probado un alimento profano o impuro». Y la voz del cielo le responde: «Lo que Dios declara puro tú no lo tengas por impuro».

            Termina la visión. Pedro se siente desconcertado, y mientras piensa en su posible sentido, llaman a la puerta de la casa tres hombres enviados por un pagano, el capitán Cornelio, para pedirle que vaya a visitarlo. Pedro comprende entonces el sentido de la visión: no puede considerar impuro a un pagano interesado en conocer el evangelio. Al día siguiente se pone en camino desde Jafa a Cesarea y cuando llega a casa de Cornelio tiene lugar la escena que hoy leemos.

Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo: 

–«Levántate, que soy un hombre como tú.»

Pedro tomó la palabra y dijo: 

– «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.»

Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles. Pedro añadió:

– «¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?»

Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.

            Indico algunos detalles interesantes:

            1) «Está claro que Dios no hace distinciones»; para él lo importante no es la raza sino la conducta del que lo respeta y practica la justicia.

            2) La venida del Espíritu Santo sobre este grupo de paganos produce los mismos frutos que en los apóstoles el día de Pentecostés: hablan lenguas extrañas y proclaman la grandeza de Dios.

            3) El Espíritu Santo viene sobre ellos antes de recibir el bautismo. No se puede decir de forma más clara que «el Espíritu sopla donde quiere y cuando quiere».

            La conducta de Pedro provocó gran escándalo en los sectores más conservadores de la comunidad de Jerusalén y debió subir a la capital a justificar su conducta. Pero este episodio deja claro que, para Dios, los paganos no son seres impuros. Él ama a todos los hombres sin distinción. Con ello se justifica el apostolado posterior entre los paganos.

Un Padre que da su Hijo a los pecadores (2ª lectura)

La carta de Juan justifica el mandato de amarnos mutuamente diciendo que «Dios es amor» y cómo nos lo ha demostrado.

Queridos hermanos:

Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

                Cuando yo era niño, el catecismo de Ripalda, a la pregunta de quién es Dios nos enseñaba a responder: «Un señor infinitamente bueno, sabio y poderoso, principio y fin de todas las cosas». El autor de la carta no necesita tantas palabras. Se limita a decir: «Dios es amor». Y ese amor lo manifiesta enviando a su hijo «como víctima de propiciación por nuestros pecados».

                     La «víctima de propiciación» era el animal que se ofrecía para impetrar el perdón. El Día de la Expiación (yom kippur), el Sumo Sacerdote ofrecía un macho cabrío por los pecados del pueblo. En otras ocasiones se ofrecían cabras y novillos con el mismo fin. Pero esas víctimas carecían de valor definitivo. La humanidad se encontraba en una especie de círculo cerrado del que no podía escapar. Entonces Dios nos proporciona la única víctima decisiva: su propio hijo.

            Y esto lo hace cuando todavía éramos pecadores. No espera a que nos convirtamos y seamos buenos para enviarnos a su Hijo. Si la primera lectura decía que Dios no hace distinción entre judíos y paganos, la segunda dice que no hace distinción entre santos y pecadores.

En vez de amar a Dios, amar a los hermanos (evangelio)

En la segunda lectura el protagonismo ha sido de Dios. En el evangelio, el protagonista principal es Jesús, que demuestra su amor hasta el punto de dar la vida por nosotros, llamarnos amigos suyos, elegirnos y enviarnos. (¡Cuánta gente desearía poder decir que es amigo o amiga de un personaje famoso, que ha sido elegido por él para llevar a cabo una misión!).

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

– «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que  he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis el Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

Lo que Jesús exige a cambio de esta amistad es muy curioso. Cuando era estudiante en el Pontificio Instituto Bíblico le escuché este comentario al P. Lyonnet: «Fijaos en lo que dice la 1ª carta de Juan: “Si tanto nos ha amado Dios…” Nosotros habríamos añadido: “también nosotros debemos amar a Dios”. Sin embargo, lo que dice Juan es: “Si tanto nos ha amado Dios, debemos amarnos unos a otros”.

            Algo parecido ocurre en el evangelio de hoy. «Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.» Jesús podría haber dicho: «Amadme como yo os he amado». Pero no piensa en él, piensa en nosotros. Es fácil engañarse diciendo o pensando que amamos a Jesús, porque no puede demostrarse ni negarse. Lo difícil es amar al prójimo.

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6º Domingo de Pascua. 06 Mayo, 2018

Domingo, 6 de mayo de 2018
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“Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotras, y vuestra alegría llegue a plenitud.”

(Jn 15, 9-17)

Lo que nos presenta el evangelio de hoy es una declaración de amor. “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo.” Estás son las palabras que Jesús no deja de pronunciar en la vida de cada creyente.

El signo de los cristianos no es la cruz, es el Amor. La cruz por sí sola es un instrumento de tortura. Cuando Jesús en un acto infinito de amor y generosidad se deja clavar en cruz la convierte en símbolo de Amor.

El problema que tenemos los cristianos es que nos quedamos mirando a la cruz. O mirando al Amor. Y eso hay que hacerlo, pero no podemos quedarnos ahí. El evangelio continua, Jesús no dice: “amadme como yo os he amado.” No, lo que dice es: “amaos unos a otros como yo os he amado”.

Jesús era muy listo, y nos conoce bien. Sabía que no íbamos a tener grandes dificultades en amarle a Él o amar a Dios. Esto último ya lo hacía muy bien el pueblo judío. Pero no basta. El amor a Dios, para ser completo, para que de verdad se convierta en alegría, tiene que pasar por las hermanas, por las personas que conviven con nosotras.

Por que el amor del que habla Jesús no es una cuestión teórica sino una realidad existencial y práctica. No es algo que “se aprende de memoria” sino algo que que se experimenta en la vida.

Las teorías, por buenas que sean, no provocan alegría. La alegría brota de la vida, de la “práctica”. Y la vida concreta es mucho más audaz y sorprendente que cualquier teoría.

Por que “en teoría” es feliz aquella persona que consigue éxito, fama y dinero. La publicidad nos vende una infalible teoría sobre la felicidad. Es feliz la persona que es guapa, joven y tiene buena salud. Es decir, que tiene un cuerpo atlético, un hermoso cabello, una piel sin arrugas y un buen bronceado.

Pero la vida nos muestra otra cosa. Vemos el brillo de la auténtica felicidad en los ojos de una madre que ve salir adelante a su hijo con parálisis cerebral. O en un joven que se queda en silla de ruedas tras un accidente y pierde movilidad pero descubre la Vida.

La alegría que llega a plenitud es la que es capaz de atravesar los fracasos y el dolor. Es la que lleva consigo la conciencia de saberse vulnerables pero profundamente amadas.

Oración

Trinidad Santa, no dejes que nos conformemos con medias alegrías, sino que caminemos hacia la alegría que brota de Ti. Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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La quintaesencia de lo humano es el amor.

Domingo, 6 de mayo de 2018
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0f5f124a47c98c6d1975f836decccdb3Jn 15, 9-17

El evangelio de hoy es continuación del que leímos el domingo pasado. Sigue explicando, en qué consiste esa pertenencia del cristiano a la vid. Poniendo como modelo su unión con el Padre, va a concretar Jesús lo que constituye la esencia de su mensaje. Ya sin metáforas ni comparaciones, nos coloca ante la realidad más profunda del mensaje evangelio: El AMOR, que es a la vez, la realidad que nos hace humamos.

Jn pone en boca de Jesús la seña de identidad que debe distinguir a los cristianos. Es el mandamiento nuevo, por oposición al mandamiento antiguo, la Ley. Queda establecida la diferencia entre las dos alianzas. Jesús no manda amar a Dios ni amarle a él, sino amar como él ama. No se trata de una ley, sino de una consecuencia de la Vida de Dios y que se ha manifestado en Jesús. Nuestro amor será “un amor que responde a su amor” (Jn 1,16). El amor, que pide Jesús tiene que surgir de dentro, no imponerse desde fuera.

Jn emplea la palabra “agape”. Los primeros cristianos emplearon ocho palabras, para designar el amor: agape, caritas, philia, dilectio, eros, libido, stergo, nomos. Ninguna de ellas excluye a las otras, pero solo el “agape” expresa el amor sin mezcla alguna de interés personal. Sería el puro don de sí mismo, solo posible en Dios. Está haciendo referencia a Dios, es decir, al grado más elevado de don de sí mismo. No está hablando de amistad o de una “caridad”. Se trata de desplegar una cualidad exclusiva de Dios

Dios demostró su amor a Jesús con el don de sí mismo. Jesús está en la misma dinámica con los suyos, es decir, les manifiesta su amor hasta el extremo. El amor de Dios es la realidad primera y fundante. Jn lo ha dejado bien claro en la segunda lectura: “En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó”. Descubrir esa realidad y vivirla, es la principal tarea del que sigue a Jesús. Es ridículo seguir enseñando que Dios nos ama si somos buenos y nos rechaza si somos malos.

Hay una diferencia que tenemos que aclarar. Dios no es un ser que ama. Dios es el amor. En Él, el amor es su esencia, no una cualidad como en nosotros. Yo puedo amar o dejar de amar y seguiré siendo yo. Si Dios dejara de amar un solo instante, dejaría de existir. Dios manifiesta su amor a Jesús y a mí, pero no lo hace como nosotros. No podemos esperar de Dios “muestras puntuales de amor”, porque no puede dejar de demostrarlo un instante. Jesús sí puede manifestar el amor de Dios, amando como un ser humano.

Juan intenta trasmitirnos que, hablando con propiedad, Dios no puede ser amado. Él es el amor con el que yo amo, no el objeto de mi amor. Aquí está la razón por la que Jesús se olvida del primer mandamiento de la Ley: “amar a Dios sobre todas las cosas”. Jn comprendió perfectamente el problema, y deja muy claro que solo hay un mandamiento: amar a los demás, no de cualquier manera, sino como Jesús nos ha amado. Es decir, manifestar plenamente ese amor que es Dios, en nuestras relaciones con los demás.

No se puede imponer el amor por decreto. Todos los esfuerzos que hagamos por cumplir un “mandamiento” de amor, están abocados al fracaso. El esfuerzo tiene que estar encaminado a descubrir a Dios, que es amor dentro de nosotros. Todas las energías que empleamos en ajustarnos a una programación tienen que estar dirigidas a tomar conciencia de nuestro verdadero ser. Solo después de un conocimiento intuitivo de lo que Dios es en mí, podré descubrir los motivos del verdadero amor.

El amor del que nos habla el evangelio es mucho más que instinto o sentimiento. A veces tiene que superar sentimientos e ir más allá del instinto. Esto nos lleva a sentirnos incapaces de amar. Los sentimientos de rechazo a un terrorista pueden hacernos creer que nunca llegaré a amarle. El sentimiento es instintivo y anterior a la intervención de nuestra voluntad. El amor es más que sentimiento. La prueba de fuego del amor es el amor al enemigo. Si no llego hasta ese nivel, todos los demás amores son engañosos.

El amor no es sacrificio ni renuncia, sino elección gozosa. Esto que acaba de decirnos el evangelio no es fácil de comprender. Tampoco esa alegría de la que nos habla Jesús es un simple sentimiento pasajero; se trata de un estado permanente de plenitud y bienestar, por haber encontrado tu verdadero ser y descubrir que es inmutable. Una vez que has descubierto tu ser luminoso e indestructible, desaparece todo miedo, incluido el miedo a la muerte. Sin miedo no hay sufrimiento. Surgirá espontáneamente la alegría.

Solo cuando has descubierto que lo que realmente eres, no puedes perderlo, estás en condiciones de vivir para los demás sin límites. El verdadero amor es don total. Si hay un límite en mi entrega, aún no he alcanzado el amor evangélico. Dar la vida, por los amigos y por los enemigos, es la consecuencia lógica del verdadero amor. No se trata de dar la vida biológica muriendo, sino de poner todo lo que somos al servicio de los demás.

Ya no os llamo siervos. No tiene ningún sentido hablar de siervo y de señor. Más que amigos, más que hermanos, identificados en el mismo ser de Dios, ya no hay lugar ni para el “yo” ni para lo “mío”. Comunicación total en el orden de ser. Jesús se lo acaba de demostrar poniéndose un delantal y lavándoles los pies. La eucaristía dice exactamente lo mismo: Yo soy pan que me parto y me reparto para que me coman. Yo soy sangre (vida) que se derrama por todos para comunicarles esa misma Vida. Jesús lo compartió todo.

Os he hablado de esto para que vuestra alegría llegue a plenitud. Es una idea que no siempre hemos tenido clara en nuestro cristianismo. Dios quiere que seamos felices con una felicidad plena y definitiva, no con la felicidad que puede dar la satisfacción de nuestros sentidos. La causa de esa alegría es saber que Dios comparte su mismo ser con nosotros. Nos decía un maestro de novicios: “Un santo triste es un triste santo”.

No me elegisteis vosotros a mí, os elegí yo a vosotros. Debemos recuperar esta vivencia. El amor de Dios es lo primero. Dios no nos ama como respuesta a lo que somos o hacemos, sino por lo que es Él. Dios ama a todos de la misma manera, porque no puede amar más a uno que a otro. De ahí el sentimiento de acción de gracias en las primeras comunidades cristianas. De ahí el nombre que dieron los primeros cristianos al  sacramento del amor. “Eucaristía” significa exactamente acción de gracias.

Cualquier relación con Dios sin un amor manifestado en obras, será pura idolatría. La nueva comunidad no se caracterizará por doctrinas, ni ritos, ni normas morales. El único distintivo debe ser el amor manifestado. Jesús no funda un club cuyos miembros tienen que ajustarse a unos estatutos sino una comunidad que experimenta a Dios como amor y cada miembro lo imita, amando como Él. Esta oferta no la pueden hacer la institución, por eso se muestra Jesús tan distante e independiente de todas ellas. Ninguna otra realidad puede sustituir lo esencial. Si esto falta no puede haber comunidad cristiana.

Meditación

Sin la experiencia de unidad con Dios
No podemos desplegar el verdadero amor.
El verdadero amor nos lleva al límite de lo humano.
No somos nosotros los que tenemos que amar.
Amar es deshacerme de todo lo que creo ser,
Para que solo quede en mí lo que hay de Dios.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Jesús, brújula de la vida.

Domingo, 6 de mayo de 2018
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viajero-concentrado-mirando-la-brujula-sobre-el-mapa_23-2147628786“Dios nos visita muchas veces, pero la mayor parte del tiempo, no estamos en nosotros… (Maestro Eckhart)

18 de marzo. V Domingo de Cuaresma

Jn 12, 20-33

Se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea y le pidieron: Señor, queremos ver a Jesús

Un grupo de griegos buscadores le comentan a Felipe que quieren ver a Jesús. Quieren conocer al Maestro que, como Platón y Aristóteles, enseña en Galilea. Felipe se lo dice a Andrés y ambos se lo comunican a Jesús. “Dichos griegos, dice Schökel, representan las primicias de la gentilidad; son la vanguardia de la gentilidad que viene a Jesús”. En las listas de apóstoles de los Sinópticos y en los Hechos de los apóstoles, aparece siempre entre los Doce. La primera representación histórica de su figura en el arte es en un capitel de la iglesia de San Pedro la Nave en El Campillo, Zamora. Un relieve visigodo del siglo VII que acompaña a otros similares de los apóstoles Pedro, Pablo y Tomás. En el arte pictórico tenemos en el Museo del Prado el San Felipe, óleo sobre tabla, de Rubens. Su mirada es penetrante como la de Jesús.

Un periodista preguntó un día a Teresa de Calcuta: “¿Cuál es la obra más importante de su vida?”. La madre Teresa contestó sin vacilar: “Lo más importante de mi vida es haber conocido a Jesús”. Según Juan en 12, 16, los fariseos comentaban: “Todo el mundo se va con élY se van y se quedan con él porque todos ellos creen que han encontrado la perla más importante de su vida«¿Cómo puedo hacer una escultura? Simplemente retirando del bloque de mármol todo lo que no es necesario”, dijo en cierta ocasión el insigne escultor Michelangelo Buonarroti. Cuando queremos tener la verdadera figura de Jesús, la mejor manera de conseguirlo es ir desprendiendo de él todos los capisayos con que la Iglesia le ha ido revistiendo a través de cuarenta siglos permitiéndole ser sí mismo. Los artistas del medievo lo dejaron claro en los capiteles de los claustros.

Johannes Vermeer (1632-1675) pintor holandés, tiene un óleo sobre lienzo titulado El geógrafo. Cristophe André lo describe en El arte de la felicidad, de esta manera: “La búsqueda del geógrafo se asemeja mucho a la nuestra. Desde el espacio cerrado de su habitación de trabajo, aspira a organizar el mapa del mundo. De igual modo procedemos nosotros, cuando reflexionamos sobre la felicidad, a partir de nuestras experiencias íntimas”. En su descripción parece adivinar lo que cada uno de nosotros andamos también buscando en la existencia. Su geógrafo corre también tras un enigma. Desde hace mucho tiempo reflexiona, calcula, encuentra, cambia de opinión, advierte que, a veces, ha seguido un camino equivocado, y es entonces cuando levanta la cabeza de nuevo y se gira hacia la luz, permitiendo que su mirada se evada más allá de la ventana. Abriga el presentimiento de que ya no le bastan para la búsqueda la ciencia, el trabajo y la inteligencia. Comprende que debe permitir que le sobrevenga algo que pertenece al plano de la intuición o de la emoción: descubre que la solución a esa cuestión que le tormenta no se encuentra en el exterior de sí mismo, en los mapas, en los globos, en la punta del compás, sino en su interior.

Como Felipe, como los fariseos, como Teresa de Calcuta, como el geógrafo de Vermeer, como el Maestro Eckhart, como Jesús excepto, estamos en búsqueda incesante de ese Dios que no encontramos porque, como apunta el místico: “nos visita muchas veces,  pero la mayor parte del tiempo, no estamos en nosotros.

El GIRASOL

-¿Qué te tienta del sol con tanta fuerza,
que desde su salida hasta el ocaso
con tanto afán le sigues en el cielo?
……………..
-Fuera de su calor y luz, mi vida
no da fruto y se pierde en el vacío.
Mi cabeza erguida sobre el tallo,
recuerda, coronada, su figura:
el “Astro Rey”, decían los antiguos.

Me veo en él centrada la mirada
y en él clavada fija la mantengo
porque de su vivir yo vida tengo:
todos los seres de la Tierra vivos,
en Él estamos, somos y existimos.
……………..
-Despierta de tu sueño girasol,
que el calor estival de la mañana
anuncia recogida de cosecha.
Segadores, cantad vuestras canciones
a Dios, al Girasol, al Sol y al Viento.

(NATURALIA. Los sueños de las criaturas. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Amigos en comunidad.

Domingo, 6 de mayo de 2018
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1102014719_univ_lsr_xlHe pasado el fin de semana en la Rioja, tierra plagada de viñedos donde el símil de la “vid” con la vida de la comunidad cristiana se hace evidente y palpable. Su necesario cuidado nos alerta del que necesita nuestra vida personal y comunitaria para poder dar el fruto esperado. Es una parte de lo que hemos trabajado en ese intento de vivir relacionados y dependientes unos de otros a nivel de universo.

¿Y cuál es ese fruto del que hablamos: cumplir los mandamientos, realizar obras de caridad, atraer adeptos a nuestras iglesias?

Nada de eso menciona el evangelio, sino una clase de amor que lleve hasta las últimas consecuencias como el de Jesús, hasta dar la vida, entregando la vida por ellos, hasta el extremo para ser consecuente con su convencimiento.

Eso sí: “para que llevéis dentro mi alegría y así vuestra alegría llegue a su colmo”. Todas nuestras frustraciones, desengaños, faltas de esperanza, fatalismos, responden a que no nos salen las cosas como queremos y desde luego eso no corresponde al amor auténtico sino al ego.

El gozo nos dice Jesús, nos viene de “mantenernos” en ese amor de Dios que se traduce en el amor concreto que Jesús nos tiene y nos demuestra de una manera tan palpable y tan real hasta dar la vida. Cuando eso lo vivimos en comunidad se convierte en un gozo indescriptible: sensación de apoyo, armonía, entendimiento suma de talentos y creatividad.

 De ahí nace la auténtica amistad. La amistad no me parece la palabra con la que una inmensa mayoría de cristianos definirían su relación con Dios. “Hijos”, “siervos”, “trabajadores de la viña” por no mencionar otros términos, son los que se nos han inculcado a lo largo de los siglos y han perdurado hasta hoy.

El evangelio de Juan, según la prestigiosa teóloga norteamericana, Sandra Schneiders, tiene como centro un tema: “la revelación”, que  a lo largo de la historia ha sido reducido en muchas ocasiones a “información”, más relacionado con proposiciones dogmáticas que se han quedado frías y nos suenan a mandamiento.

La revelación tiene que ver sobre todo con relación. Expresa no tanto conocimiento teórico, información, como auto comunicación. Esta au-torevelación es siempre una invitación a la otra persona a entrar en la intimidad de la propia persona: una invitación por tanto a compartir vida. Esta vida compartida, conduce a la amistad. Y la amistad es un proceso largo y a lo que nunca nos referimos como “ya he llegado”.

La revelación es un proceso que nunca está “acabado. No es que una vez revelado el “secreto” de Dios ya podemos programar nuestra vida de acuerdo a ese conocimiento. Jesús se va revelando en un proceso y es en ese mismo proceso en el que vamos desarrollando lo que es el auténtico discipulado.

Ese amor del que nos habla Jesús se ha traducido por acciones en favor de los demás y amar a Dios igual a cumplir sus mandamientos. Durante siglos eso hemos entendido que era el evangelio y formar parte de la comunidad cristiana. ¿Para qué darle más vueltas?

En el siglo XXI, o entramos en el sentido profundo de la mística o no hemos entendido nada. En ese cambio de sierva a amiga, cualquier ser humano, hombre o mujer, comprende la elección, la llamada, el encargo como fruto de una relación profunda de amor esponsalicio, apasionado, que lejos de ser intimista o ñoño, provoca tal pasión que la persona es capaz de vivir dando la vida hasta el extremo.

Ese gozo, ese amor esa vida son el fruto para compartir. La vida se expande…

Carmen Notario Ajuria

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Fuente Fe Adulta

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Dios solamente ama

Domingo, 6 de mayo de 2018
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imagen191Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:


01. DIOS ES AMOR. 

Cuando Dios crea no hace un alarde de fuerza o tecnológico. Dios ama y desde su amor, crea, nos crea. Dios crea porque quiere comunicarse. El obrar de Dios a lo largo de la historia no es un monólogo ni un “largar” dogmas, doctrinas y moral. La creación, nuestra propia creación es el primer acto de amor salvífico. La creación y la revelación constituyen un largo –a veces dramático- diálogo entre Dios que ama y el ser humano.

No se trata de que Dios crea, nos “echa al mundo” y “vosotros veréis lo que hacéis”, sino que Dios nos crea en su amor y nos crea para ser felices y salvarnos y nos ama siempre y a fondo perdido y, cuanto más perdidos estamos, más nos ama.

02. JESUCRISTO ES EL AMOR DE DIOS QUE DESCIENDE A NOSOTROS.

Jesús es la comunicación del amor de Dios que convive con nosotros. Jesús es el Hijo amado del Padre

v 9 a: como el Padre me ha amado, así os he amado yo.

La vivencia, la experiencia que Jesús tiene de Dios es que es amor. JesuCristo podía habernos dicho que Dios es infinito, eterno, justo, castigador, implacable, ultraortodoxo, etc. Pues bien, JesuCristo tiene una experiencia muy distinta: como el Padre me ha amado. Jesús se siente amado, querido por Dios.

En las caras y conciencias de muchos cristianos y eclesiásticos vemos mucha amargura y angustia. En el “subconsciente” de este momento eclesiástico no parece residir la gracia, la bondad, el amor de Dios Padre.

Sin embargo, somos cristianos porque hemos sido amados, hemos recibido el amor de Dios y nos hacemos cristianos porque amamos.

Lo que nos identifica como cristianos es el amor.

El ADN del cristiano no es la ley, ni el cumplimiento, ni la perfección y escrupulosidad de su moral, ni los ritos, ni las vestimentas, ni el clerygman, tampoco la identidad del cristiano está en la ortodoxia, sino en el amor.

Quien no ama, no ha conocido a Dios.

En esto os conocerán que sois mis discípulos, en que os amáis unos a otros, (Jn 13,34-35).

Muchos de nosotros tenemos una imagen, una experiencia de un Dios duro, justiciero y que “no deja pasar una”. El Dios de Jesús no es el Dios que crea el infierno, que condena, es el Dios que ama.

Volvamos nuestra mirada al amor de Dios: conozcamos la misericordia de Dios y de Cristo. Somos discípulos amados, no clientes o consumidores religiosos posibles candidatos al infierno.

03. ALGUNAS PRECISIONES. 

un-nino-africano-dice-no-al-racismo¿Y qué es el amor?

El amor es una de esas realidades que han sido distorsionadas, mal entendidas, a veces comercializada.

Por simple sentido común, conviene ser conscientes y distinguir los diversos niveles de las relaciones humanas y los varios modos de vivir el entramado de tales relaciones.

En griego hay tres palabras para hablar de los diversos niveles del amor, que son los que Sigmund Freud utilizará siglos más tarde: EROS (amor erótico), FILIA (amor de amistad) y ÁGAPE (amor de donación / entrega).

Los tres niveles son buenos, pero diversos y conviene no mezclarlo todo.

Algunos sois padres y el amor matrimonial es profundo, pero diverso del amor, también hondo, hacia los hijos.

En la vida familiar somos hermanos y tal fraternidad es algo muy íntimo. Sin embargo puede que dos hermanos, siendo hermanos queridos, no sean amigos. Es distinto ser hermano a ser amigo. Con un amigo tengo otro tipo de relación y, quizás, de confidencialidad.

En la vida podemos querer a personas por su serenidad, por su competencia, por su disponibilidad. En la vida religiosa, presbiteral el amor, la afectividad se encauza por otros derroteros (celibato).

La vida religiosa, la vida monacal vive en comunidad y se dan relaciones de fraternidad en la fe que les une en un carisma concreto: benedictinos, franciscanos, congregaciones de vida activa, etc. Los miembros de una comunidad religiosa monacal viven como hermanos o hermanas, lo cual no significa que todos los miembros de tal comunidad sean amigos, ni que la comunidad viva en una adolescente amistad.

La vida comunitaria ha de estar posibilitada por una madurez personal, de fe, afectiva y en muchas ocasiones habrá de echar mano del respeto hacia quien no piensa como yo, en ocasiones el perdón, en todo caso de una convivencia adulta, madura.

El presbítero-sacerdote realiza su afecto y amor orientando su vida hacia el Reino de Dios, que se concretará en la tarea pastoral, intelectual y en una buena convivencia con los colaboradores de su parroquia o de las personas con quienes trabaja. Amar su propia tarea, parroquia, mundo pastoral.

Las Parroquias y “comunidades cristianas” no son comunidades de amigos. Los que estamos aquí reunidos nos estimamos, nos respetamos, estaríamos dispuestos a ayudarnos o ayudar a otros en caso de necesidad, pero no somos estrictamente amigos, ni se debe pretender que una parroquia sea una comunidad de amigos.

No es lo mismo amistad que amor, enamoramiento que encuentro, eros que caridad. Y conviene no mezclarlo todo.

04. AMOR Y POLÍTICA.

Puede parecer una ilusión infantil, pero los grandes problemas de la pobreza, del hambre, etc., no se va a solucionar con criterios económicos, sino con criterios éticos. Igualmente la cuestión de la paz –pacificación de nuestro pueblo y de otros muchos conflictos históricos de la pacificación requiere tratamiento político, conversaciones, negociaciones, etc., pero en el humus de esas negociaciones y problemas habrá que inyectar reconciliación y humanismo.

Inteligencia creativa humana hay, dinero hay, tecnología, materias primas (creación) siguen habiendo todavía. Si todo ello no se concreta es por otras razones ya no técnicas, sino éticas.

Lo que llama la atención es que ni los economistas, ni políticos, ni los medios de comunicación, ni la Universidad, ni los sindicatos, ni muchas veces los eclesiásticos invoquemos el amor eficaz en nuestras vidas

El dinero, ni la patria, ni el poder creen en Dios ni en el hombre, el dinero no ama. Y es ahí donde comienza la convivencia y el encuentro entre personas y pueblos.

Fomentar la paz, el encuentro, el amor no es debilidad, sino humanismo.

04. ALGUNAS CONCRECIONES 

vidrieras-5-bigAmar es respetar y acoger a los seres humanos solamente porque son seres humanos, hijos de Dios.

o Por tanto amar significa RESPETAR a todas las personas por el mero hecho de ser personas: hijos de Dios. Hacemos interesadas acepciones de personas: pensemos en ideologías, puestos eclesiásticos, emigrantes, racismos, etc.

o Hoy en día en nuestro pueblo el mandamiento del amor significa respeto y buscar, ABRIR CAUCES Y CAMINOS, DIÁLOGO PARA LA CONVIVENCIA, la paz y la pacificación. Y en cuanto sea posible, perdonar.

o Amar significa NO SER RACISTA, ni marginar o despreciar a nadie por su etnia, por su origen, por sus limitaciones.

o En el ámbito familiar amar significa muchas veces RESPETO, no hurgar en viejas heridas, no revolver las cosas. Cuestiones de dinero, herencias, etc. Saber declinar, dejar ya de lado determinadas cuestiones.

o El mundo eclesiástico comenzará a ser eclesial -cristiano- cuando intente ver la vida y las situaciones y problemas desde el amor y no tanto desde el legalismo, el miedo, el poder y la ortodoxia. La Iglesia comenzará a ser cristiana cuando deje de ser una permanente sucursal de la Inquisición y del sacramentalismo y pase a ser un hospital de campaña donde se curan las heridas.

o En ocasiones -siempre- amar significa ser discreto y callarse. Callar un defecto, un pecado ajeno, etc. El silencio y la discreción son variantes del mandamiento del amor. Una persona adulta ha de saber callar y marcharse a la tumba con unos cuantos secretos.

o A veces amar significa poner un poco de razón a los sentimientos que pueden aflorar. En determinadas circunstancias es muy difícil amar: en viejos problemas históricos, comunitarios, familiares, brotan sentimientos de odio, de venganza, etc., que son difíciles de dominar. En esas situaciones amar puede significar poner un poco de razón, nuestros sentimientos quizás no los podamos dominar fácilmente, al menos seamos razonables, sensatos.

06. SOMOS DISCÍPULOS AMADOS.

Somos cristianos y ser cristiano es sentirse querido por Dios y desplegar la vida desde el amor. Desde el amor las cosas se ven de otra manera.

El amor produce una confianza enorme, una gran serenidad. Noches oscuras nos van a venir, pero quien ama, quien ama la humanidad, la vida, los valores del Reino de Dios tiene el alma sosegada, en calma.

ESTO OS MANDO: QUE OS AMÉIS UNOS A OTROS.

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