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Adviento: Dios ha prometido

Miércoles, 23 de diciembre de 2015

12359883_527926624051201_396878867604822347_nDel blog de Xabier Pikaza:

El signo clave del Adviento era el otro día (dom. 4) una mujer embarazada o, quizá mejor, dos mujeres con niño prometido, dialogando sobre la Vida que llevan en su entraña (Visitación).

Pero, al lado de ese signo, hay otro quizá más significativo, más universal, el Emmanuel (Dios está, Dios viene) de Isaías 7, 1-4: una mujer que espera y quiere acoger a su hijo, en medio de la guerra (la imagen sitúa la escena un paisaje del norte de Argentina).

Éste pasaje (y paisaje) profético abre un idilio de paz y esperanza en medio de una guerra implacable: Una mujer cuyo nombre ignoramos, con un niño que va a nacer…, llamado Emmanuel, Dios con nosotros. Los cristianos creemos el nombre de esa mujer fue María, y siguen siendo los miles y millones de mujeres que creen en la vida (aman la Vida) por encima de la guerra.
Buen fin de Adviento a odos

Contexto y tema

En el ojo de un gran huracán de lucha entre pueblos, en un contexto de hambre y deseos de venganza, con niños que mueren en playas cercanas (año 2015), prófugos, heridos,extranjeros… una mujer mantiene su fidelidad al hijo que lleva en su entraña, que es hijo de Dios, siendo hijo de todos los hombres, Emmanuel, Dios con nosotros.

Entre los 35.000 niños que mueren cada día de hambre y desamparo social, sin alguien que les acoja de verdad (¡el niño de la playa, queriendo llegar a Europa, hijo del mundo entero!), hoy preparamos la fiesta de la Madre-Fiel, mujer que lleva en su vientre al Niño de la Esperanza.

Esa madre con niño en camino es la mayor protesta y testimonio de la historia. Ella ha sido y sigue siendo Adviento.

Texto

En el tiempo de Ajaz, rey de Judá, subió Rasón, rey de Siria, con Pécaj, rey de Israel, a Jerusalén para atacarla, más no pudieron hacerlo. 2 La casa de David había recibido este aviso: «Aram se ha unido con Efraím», y se estremeció el corazón del rey y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del bosque por el viento. 3 Entonces Yahveh dijo a Isaías: «Ea, sal con tu hijo Sear Yasub al final del caño de la alberca superior, por la calzada del campo del Batanero, al encuentro de Ajaz, 4 y dile: «¡Alerta, pero ten calma! No temas, ni desmaye tu corazón por ese par de cabos de tizones humeantes…

En aquellos días, el Señor habló a Acaz: “Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.” Respondió Acaz: “No la pido, no quiero tentar al Señor.” Entonces dijo Dios: “Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros” Cuajada y miel comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno (Is 7, 1-14)

Introducción

Era el 733 a. de C. Los reyes de la zona siro-palestina (Samaria y Damasco) quieren oponerse al rey de Asiria, que intenta invadir el territorio, y buscan el apoyo del rey de Jerusalén, pero ese rey se opone (porque ha pactado en secreto del Egipto). Por eso suben sirios y samaritanos contra Jerusalén. Tiemblan los habitantes de la ciudad sagrada, el rey prepara la defensa… y ante el rey se alza el profeta. Ya están frente a frente.

El rey confía en las armas y en los pactos militares: inspecciona las defensas de la ciudad y espera la ayuda de los egipcios.

El profeta confía solamente en el Dios de la vida … y en una mujer embarazada; por eso ofrece un signo de carácter humano, no militar.

El rey no quiere signos de profetas que rechazan el uso de las armas y que dejan a los hombres inermes ante los soldados de otros pueblos.

El profeta insiste: “la virgen (la doncella, la mujer) está encinta y dará a luz un niño…”.

1) En medio de la guerra

— El rey Acaz deseaba una señal de guerra: cien mil pares de jinetes bien armados, capaces de triunfar en la batalla.
— En contra de eso, el profeta le presenta una señal de paz: una muchacha encinta, un niño que va a nacer, precisamente ahora, en medio de la guerra, cuando mueren por doquier los hombres, cuando el hambre se extiende, cuando tiemblan de miedo los corazones de todos los hombres.

— Los grandes varones armados se levantan para la guerra y se combaten mutuamente (se dominan, se destruyen) por cuestiones de poder y de dinero; pero ellos no son signo de Dios; sus armas son muerte, su lucha no es Navidad.

— En contra de eso, la mujer embarazada, el niño frágil pueden presentarse y se presentan como señal de verdadera humanidad, signo de Dios sobre la tierra: ellos representan la paz de Dios sobre la batalla de la historia. Frente a la ciudad de guerra del rey emerge aquí la casa de paz para los hombres.

2) Mientras haya muchachas que engendren en amor…

La guerra de Acaz y de los reyes siro-palestinos se halla al servicio de la muerte: es signo de violencia que se perpetúa sin fin sobre la tierra, en espiral de destrucciones. Todo lo que destruye es anti-Navidad. Toda opresión es contraria al Dios de la vida.

Pues bien, en contra de eso, Dios viene a presentarse como fuente de vida. Por eso, su señal es la mujer que se halla embarazada:

— mientras haya muchachas que engendren en amor (aunque hayan sido quizá violadas por soldados o amantes sin conciencia),
— mientras haya mujeres que acojan y cuidan con amor al hijo de su entraña podrá hablarse de Dios sobre la tierra; mientras nazcan y se eduquen los niños sobre el mundo existe adviento, hay esperanza de reino para el hombre.

3) Una mujer para la vida

El texto hebreo dice una doncella (almah) ha concebido, sin especificar de quien se trata: se trata, simplemente, de una mujer joven, capaz ya de engendrar y de ponerse al servicio de la vida.

La traducción litúrgica lo mismo que Mt 1, 23 han interpretado esa doncella como virgen (parthenos), resaltando de esa forma la presencia de Dios y su misterio en el camino de la vida, a través de una mujer. Pero estrictamente hablando, ni virgen ni parthenos significan que esta mujer es “sexualmente virgen”, sino humanamente fecunda Sea como fuere, la señal de Dios recibe forma y gestos de mujer.

Frente al poder de los varones que dominan la tierra y se destruyen en violencia, Dios ha decidido salvar la humanidad por el amor de la mujer. No se trata de afirmar que las mujeres sean superiores o mejores. El texto no se puede interpretar en perspectiva moralista. Pero el profeta sabe que ellas se encuentran más oprimidas en esta sociedad que está centrada en la violencia político-militar de los varones.

Pues bien, desde el fondo de su opresión, las mujeres siguen encontrándose al servicio de la vida; por eso pueden presentarse y se presentan como una señal de Dios, son signo de esperanza, son Adviento para los humanos.

4) No se dice quién es, pero tiene que haber padre…

Los exegetas han hecho mil especulaciones. Puede ser el mismo rey, que va a tener un hijo, puede ser el profeta… que también tendrá un hijo. Pero no se sabe, no se dije. Eso deja abiertas todas las posibilidades.

— El padre biológico de este niño
puede ser un soldado, que se ha ido a la guerra o no volverá…. O puede ser un soldado que ha venido a la guerra y ha violado a la doncella… O puede ser un hombre cualquiera, un violador perverso o un amante marido…., que después, a la hora decisiva, no está.

Aquí sólo aparece esta mujer con el niño que va a venir, mujer sin auxilio (aquí no hay un José que recibe al niño misterioso, como en Mt 1, 18-25).

En ese “hueco de padre” (ausente, muerto, evadido…) se sitúa Dios, que va a realizar funciones de Padre. En ese sentido, el padre humano no es necesario para la Navidad, pero es necesario el Padre Dios… que actúa a través de la madre embarazada. Desde ese fondo, la tradición católica ha podido decir que esta madre es virgen en sentido biológico. Pero aquí lo que importa no es el sentido biológico, sino humano, del término. Aunque falte el padre, aunque los hombres se maten en la guerra, habrá una mujer que acoge el niño, habrá Navidad.

5) Simplemente un niño que va a nacer

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Por ahora no se sabe si será varón o mujer. Es simplemente un niño, ser pequeño que está necesitado de la ayuda y del cariño de los grandes. Recordemos la escena: sobre la muralla de Jerusalén están gritando las trompetas; los fuertes varones adultos se preparan para la guerra, discuten, vociferan, pensando que resuelven de esa forma los problemas de la tierra.

Pues bien, el profeta se ríe (o se sonríe) diciendo: lo verdaderamente valioso es este niño, como promesa de vida que Dios pone en nuestras manos.

Siguiendo esa línea, el evangelio dirá que el “reino” de Dios se hace presente en los pequeños, en los pobres y en los niños, en aquellos que no pueden defenderse con su mente o con sus manos.

Ciertamente, nosotros interpretaremos este pasaje a la luz del Nacimiento de Jesús (Dios se encarna como niño). Pero nunca podremos entenderlo a no ser que lo miremos desde el fondo de todos los pequeños y los pobres que también son signo de Dios sobre la tierra. Cada niño que nace es Navidad para Dios… aunque en muchos casos ese niño no sea aceptado por los hombres.

6) Los niños, una protesta social

Frente a la grandeza exterior de una sociedad que intenta vencer en forma militar y dominar en actitud de poder o de prestigio (político, religioso, cultural…), el profeta ofrece el signo “pobre” de una mujer y de un niño que están abandonados, marginados, expulsados de la buena sociedad, por causa de la guerra de este mundo. Sólo de esa forma, ellos pueden ser representantes de todos los expulsados de la tierra: los que no tienen poder, los que terminan derrotados en la guerra.

La mayoría de los hombres intentamos dominar el mundo por medio de algún tipo de espada y después nos presentamos como bienhechores de los mismos que oprimimos (cf Mc 10, 35-45). Pues bien, en contra de eso el profeta ha destacado como signo de Dios a los pequeños: la mujer y el niño amenazados, en medio de la guerra. Se dice que cada día mueren 30.000 niños en el mundo… por causa de la guerra de los grande (de las naciones triunfadoras, del capitalismo social, del egoísmo consumista de los ricos…).

Mueren cada día 30.000 hijos de Dios, que no han tenido una madre con poder y dinero, con cariño y capacidad social, para acogerles. Por eso, la Navidad del Hijo de Dios, acogido en amor por María, en medio de la pobreza más extrema y de la expulsión social… es un signo de condena en contra de esta navidad consumista, que recuerda a Jesús de Belén pero mata a los hijos de Dios en este mundo.

7) Sigue habiendo Dios

Mujer encinta y niño recién nacido son signo de Dios sobre la tierra: son signo de grandeza verdadera, en medio de la guerra suscitada por las fuerza opresoras, mentirosas de este mundo; mujer encinta y niño son signo de amor en el centro de un volcán de odios; signo de esperanza allí donde en la guerra parecen ya perderse y acabar todas las esperanzas.

Este Dios de Adviento es, a la vez, Dios de ternura y de poder. Quizá pudiéramos decir que Dios es la misma ternura, es el amor de corazón, en medio de una tierra que parece abandonada a la violencia; por eso viene a reflejarse en la unidad de madre y niño.

Frente a las trompetas de la guerra que acaban destruyéndose a sí mismas en gesto de violencia, se desvela aquí la potencia creadora de un amor que triunfa como amor sobre la tierra.

Esta es la revolución de Dios: quiere transformarlo todo desde abajo (desde al amor de madre y niño), para que este mundo sea lugar de vida y esperanza para todos, empezando por los marginados.
Pero es un Dios del poder callado, que siendo Padre de los 30.000 niños que mueren de hambre cada día… parece mantenerse en silencio. ¿Por qué callas, oh Dios? Quizá para que actuemos nosotros. Esta es la señal Adviento, es la esperanza creadora de la Navidad.

8) “Emmanuel”, Dios con nosotros.

El rey de este mundo prepara la guerra y rechaza la señal de Dios, dejando así que muchos niños mueran de hambre, huyendo en mares y tierras llenas de peligros. La política y la economía de este mundo dejan morir a esos niños, en medio de una Navidad de consumo infinito de los ricos. A pesar de eso, el profeta le ofrece la señal: aunque los hombres no quieran aceptarle, Dios insiste. Aunque los reyes de este mundo quieran matar a los niños de los otros (de los emigrantes pobres, de los pueblos hundidos en la miseria)…este niño Yoshua-Emmanuel nacerá y será acogido.

El signo de Dios es este niño acogido, al que se puede y se debe llamar Emmanuel: Dios está en la vida que crece, amenazada, superando los riesgos de este mundo. En el fondo de esa vida, en la vida de cualquier abandonado o pequeño se halla Dios, el Hijo de Dios que se encarna en la debilidad y en el camino de la historia. Por eso, el adviento es tiempo de fe: se trata de abrir los ojos y descubrir el nacimiento de Dios en la pequeñez de nuestra tierra.

9) Señal de antiguos y nuevos profetas.

Adviento es tiempo de profetas: de hombres que saben descubrir y presentar la señal de Dios en medio de la tierra. Así actuó Isaías, así tenemos que actuar nosotros. Por eso, la celebración de este domingo final del adviento ha de expresarse en forma de compromiso activo: en medio de la nueva guerra de este mundo, en una sociedad donde parece que se ahoga para siempre la esperanza, entre unos hombres y mujeres dominados por el miedo y la violencia, tenemos que descubrir (preparar y proclamar) la señal de Dios para los hombres. Sobre los 30.000 niños que mueren cada día (al servicio de todos ellos) nace este niño Emmanuel, que tiene madre, que tiene Dios.

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