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Discernir la realidad lgbtq+ en la Iglesia

Martes, 21 de marzo de 2023
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cruzNecesidad de discernimiento entre Ex 20:13 y Lev 20:13

“A vivir una vida en el armario donde ese talento, esa forma especial de amar, vivir y sentir que Dios le había dado les es arrebatado”

“Una persona lgtbq+ no puede enterrar y a la vez vivir el talento que le ha dado el Señor en su infinita sabiduría (Sab 11:24-26)”

“No se puede seguir a dos señores, a dos mandamientos tan opuestos como Ex 20:13 y Lev 20:13, por lo que es fundamental discernir correctamente que es lo que Dios espera de nosotros”

Se habla mucho de la realidad lgtbq+ en la Iglesia últimamente, con muchos teólogos a un lado y otro de la cuestión, y sorprende mucho la diversidad de posturas en la materia, con posiciones a veces muy divergentes, y es porque el tema en cuestión nos llama a un discernimiento personal de una forma que otros temas no lo hacen. Y es que al igual que la persona lgtbq+ debe discernir cuál es su verdadera orientación, y reconocerse y aceptarse como tal, algo que a veces le lleva décadas o incluso no llega a conseguir nunca de forma plena, la persona heterosexual debe discernir si seguir el mandato de Lev 20:13 (Si alguno ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre) o el de Ex 20:13 (No mataras).

Y al igual que en teoría para una persona lgtbq+ le debería ser sencillo discernir que lo es, y muchos jóvenes de hoy día lo hacen relativamente pronto, para otras personas lgtbq+ el miedo al rechazo, a sí mismos, a la culpa, a no cumplir las expectativas puestas en ellos, a querer encajar siendo como la mayoría, etc les hace intentar rechazar y enterrar el talento lgtbq+ que Dios les ha dado (Mat 25:25). A vivir una vida en el armario donde ese talento, esa forma especial de amar, vivir y sentir que Dios le había dado les es arrebatado, ya que se niegan a usarla y solo les queda el triste crujir de dientes de quien discernió mal y confundió dones divinos con castigos (Mat 25:29-30).

De la misma manera las personas cis heterosexuales deberían encontrar sencillo discernir entre Ex 20:13 y Lev 20:13, los dos con la misma numeración para acentuar la dicotomía, la elección entre ambos, porque no se pueden cumplir a la vez ambos mandamientos, al igual que una persona lgtbq+ no puede enterrar y a la vez vivir el talento que le ha dado el Señor en su infinita sabiduría (Sab 11:24-26).

Porque Ex 20:13 (No mataras) debería tener muchos motivos para ser elegido como la respuesta correcta. Por razones puramente de primacía, por aparecer antes en la Biblia, repetirse con cierta frecuencia y tener un carácter central como parte de los diez mandamientos. O por razones de coherencia con el resto de mandamientos, que nos piden amar al prójimo como a nosotros mismos (y no matarlo) o cuando Dios nos pide misericordia y no sacrificios (Oseas 6:6-7) o simplemente tomando de referencia la vida de Jesús, que acogía a todos, que no se negaba a nadie y que tuvo varios encuentros con personas que podrían catalogarse como lgtbq+ en nuestros días, todos positivos.

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Y sin embargo nos encontramos a muchos teólogos, sacerdotes y creyentes que sin embargo acaban discerniendo que Lev 20:13 es la respuesta correcta, que de alguna forma se puede intentar cumplir ambos mandamientos, olvidando que el pecado es algo que se puede cometer por pensamiento, palabra, obra y omisión y Ex 20:13 no solo condena la propia acción de matar físicamente, sino hacerlo con la palabra, negando la valía del otro, condenándolo como inferior, pecador o intrínsecamente desordenado. Matándolos con el pensamiento, de forma que esos colectivos y personas no existen cuando piensan en su prójimo y por último matándolos por omisión, negando sacramentos como la comunión o el matrimonio y un apoyo firme cuando son atacados o discriminados por la sociedad.

No se puede seguir a dos señores, a dos mandamientos tan opuestos como Ex 20:13 y Lev 20:13, por lo que es fundamental discernir correctamente que es lo que Dios espera de nosotros y no caer en las trampas que el maligno nos pone a nuestro paso, como pensar que podemos cumplirlo todo, sin excepción, sólo centrándonos en acatar las normas y olvidándonos de seguir a Jesús, de amar al prójimo, de vivir el evangelio.

Si todavía piensas que Lev 20:13 es algo que no podemos obviar, que si está en la Biblia es por algo y que la homosexualidad es una abominación a los ojos de Dios, solo me queda pedir que Dios te bendiga y te ilumine, ayudándote a discernir la respuesta correcta, igual que lo hizo conmigo. Porque tienes toda la razón en que Lev 20:13 está en la Biblia por un motivo, pero no es para que le hagamos caso, sino para que podamos discernir y elegir que quiere el Señor de nosotros, no con la obediencia ciega de un robot (Gen 22:2) sino con la libertad de un hijo que conoce a su Padre. (Ef 3:14-19)

* Victoria es una madre trans de tres niños que trabaja como profesora de matemáticas en un instituto público de la provincia de Sevilla. Como católica practicante pertenece a varios grupos católicos de fe, como Ichthys Sevilla, PADIS+G Sevilla, Cristianos trans, CVX, Cursillos de cristiandad y la GNRC. Algunos de estos grupos de fe son exclusivos de personas LGTBQ+, en otros hay diversidad y también los hay donde ella es la única persona LGTBQ+. Pero en todos ellos, ella puede ser ella misma abiertamente, compartir su fe en comunidad e intentar acercarse a Dios.

 

Fuente Religión Digital

General, Historia LGTBI, Homofobia/ Transfobia., Iglesia Católica , , ,

Las mujeres y el discernimiento

Miércoles, 27 de julio de 2022
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Mujeres-sinodo_2430366946_15951672_660x371“Hay que tener mucho arrojo para animar a fieles a discernir en el seno de una Iglesia y Religión”

“El Papa señaló que discernir es uno de los tres verbos del Sínodo, que es camino de discernimiento espiritual, de discernimiento eclesia”

“Es de valentía y hay que tener mucho arrojo para animar a fieles a discernir en el seno de una Iglesia y Religión”

“Los textos de la Biblia judía y del Corán, referidos a la mujer, nada de parecido tienen con los Evangélicos antes indicados, tan de delicadeza femenina”

“Mucho y trascendental debió ocurrir para pasar de unos textos tan respetuosos hacia lo femenino, a la realidad, la de la Iglesia católica, de una religión muy clerical a base de varones”

I.- El discernimiento y los jesuitas:

Al inicio del proceso sinodal, en el Discurso del Papa Francisco pronunciado el sábado 9 de octubre de 2021 en el Vaticano (Aula Nueva del Sínodo), al poco de comenzar Discurso, el discernimiento ya es mencionado: “Y para comenzar un discernimiento en nuestro tiempo, siendo solidarios con las fatigas y los deseos de la humanidad”. Recordó el Papa más adelante, lo siguiente, que es esencial y que muchos parecen olvidar: “El protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo”.

Luego el Papa constató el malestar y sufrimiento de numerosos agentes pastorales, de los organismos de participación de las diócesis y de las parroquias, y también de “las mujeres que a menudo siguen quedando al margen”. El 10 de octubre de 2021, en la Homilía de la Santa Misa de Apertura del Sínodo de los Obispos, el Papa señaló que discernir es uno de los tres verbos del Sínodo, que es camino de discernimiento espiritual, de discernimiento eclesial.

No es sorprendente que un Papa que es jesuita, perteneciente a la Societatis Iesu, emplee con tanta frecuencia el sustantivo “discernimiento, que es un elemento base, decisorio, de la espiritualidad de San Ignacio de Loyola, que está en sus Ejercicios Espirituales y en otros textos. Ya en la importante Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio), fechada el 24 de noviembre de 2013, a meses apenas de haber sido elegido Papa (que lo fue el 13 de marzo de 2013), la palabra discernimiento aparece once veces.

Ese repetido empleo de terminología tan jesuítica, da pie pensar que el Sínodo (2021-2023) tenga en sus fases originales y de inicio una fundamental influencia e impulso por parte de la Compañía de Jesús, que si siempre estuvo muy ligada al Papado, incluso por voto especial, ahora lo está mucho más, en tiempos en los que el Papa es también jesuita (S.J.) Y la discreción de la Compañía, muy agazapada, sin sobresalir en los primeros sitiales del Sínodo, promovido –reitero- por un Papa jesuita, es prueba de prudencia ante lo que pudiera ocurrir en el futuro, acaso indeseable, y de un vital instinto de conservación por parte de la varonil y militante orden religiosa, cuyo Fundador, de cojera por herida de guerra, no quiso hijas, hermanas o madres a su lado.

Es curioso constatar la evolución radical de los jesuitas en la Historia de la Iglesia. En tiempos contemporáneos, siguiendo las directrices y mandatos del documento final de la Congregación General, la número 32, que eligió General al Padre Arrupe, los jesuitas están a la cabeza del progresismo y son su avanzadilla en el mundo eclesiástico. Antes, en anteriores tiempos, cerca del Renacimiento, y más tarde, en tiempos de la Modernidad, los jesuitas hicieron el papel de “contras”, pues fueron los protagonistas del fenómeno de la “Contra-reforma” primero (respuesta católica a la reforma protestante de Lutero, que comenzó en el siglo XVI) y de la “Contra-revolución” después en el siglo XIX, esenciales en el Papado del anti/modernista Pio IX, agrupados en torno a la revista Civiltà Cattolica, e inspiradores de la extremista encíclica Quanta Cura y Syllabus, en 1864. Es normal que los del magis (del siempre más), difíciles a clasificar por ser muy plurales, transiten con facilidad de la contra al pro, o del pro a la contra.

Sobre ello algo ya escribimos, aquí, en Religión Digital, cuando titulamos El jesuita con tricornio, en referencia al Padre Pirrone. confesor del príncipe Salina en la novela siciliana El Gatopardo. Y para leer un análisis detallado del papel desempeñado por los jesuitas en el largo y fundamental Papado de Pío IX, se recomienda el libro de Jean Lacouture, Jesuitas, editado por Seuil, en 1991.

II.- Peligros del discernimiento:

Es de valentía y hay que tener mucho arrojo para animar a fieles a discernir en el seno de una Iglesia y Religión, pues puede producirse, con facilidad, una confusión entre lo que son pensamientos del discernimiento adecuados, muy aplaudidos por unos, y pensamientos de discernimiento inadecuados, de supuestas apostasías, cismas y herejías, muy rechazados por otros. Insisto en que hay que tener mucho cuidado, para no llevarse sorpresas, pues se conocen los inicios y nunca los finales en las incitaciones al discernimiento, colectiva e individualmente, siendo de evitar las tentaciones al fuego, salvo que se sea un pirómano, allí donde hay materias tan combustibles como son los dogmas y los anatemas, de tanta tradición católica, no siendo fortuito que el concilio de Latrán en 1215, que definió el dogma, fuera el de la institución de la Inquisición.

Siempre se dijo que a los alemanes y a sus aprendices, incluidos los españoles, enloquece la metafísica y, naturalmente, la teología, con sus cóncavos o picudos discernimientos, siendo esa la causa de tanta locura, de extremismo y de tantos extremistas a lo germánico, que, al igual que Goethe, hablan alemán en la intimidad, entretenidos en fuegos fatuos. Muchos consideran normal lo que ocurre ahora a los alemanes, en su Sínodo, como se consideró normal lo que les ocurrió en su exitoso Concilio, el Vaticano II, que tanto influyeron, aunque ya protestaban de todo y protestándolo todo. Algunos dirán que de aquellos polvos conciliares resultan los presentes barros sinodales. De lo que estoy seguro es que lo último nunca lo reconocerá el cardenal Kasper, que ahora, bélicamente, discursea sobre “golpes sinodales de Estado”, asunto tenebroso por venir de un germano.

Más dejemos, por ahora, los radicalismos sinodales de los alemanes y alejémonos también de los de alguna diócesis, más o menos española. Bástenos la llamada “ponderación”, nada revolucionaria de la Conferencia Episcopal Española, la  cual, en la conclusión de la fase diocesana del Sínodo 2021-2023, el 11 de junio de 2022 (Asamblea Final Sinodal de la Iglesia en España), señaló que la participación sinodal había sido principalmente de personas ya implicadas en la vida de la Iglesia, mayoritariamente mujeres, y que entre los temas de más fuerte resonancia en el proceso sinodal, el primer lugar lo ocupó el papel de la mujer en la Iglesia.

III.- Ya en lo femenino:

Es normal que la llamada “Revolución feminista”, que nació en el siglo XIX  y que continúa exitosa en el siglo XXI, golpease las puertas de los tres monoteísmos, el Judaísmo, el Islam y el Cristianismo, considerados baluartes o fortalezas del llamado patriarcado, y con unos textos fundamentales, por ser palabra de Dios, de un “Dios Padre”, tachados por ser de apoteosis masculina. Surge una diferencia entre el cristianismo y los otros dos monoteísmos, pues en los Evangelios la posición de Cristo hacia la mujer no puede ser menos patriarcal y más liberadora, de profundo respeto. Emmanuelle Seyboldt, cristiana protestante y “pastora”, escribió: “Los evangelios presentan a Jesús de una manera que se pudiera calificar de feminista”.

Acaso no tanto, pero son de recordar en sentido favorable a la mujer, episodios evangélicos como el encuentro de Jesús con la mujer samaritana (San Juan, 4, 8-43), la discusión con Marta (Lucas, 10, 38-42) y ese fascinante episodio de Jesús con la mujer adultera (San Juan, 8, 1-11), en el que, sorprendentemente, Jesús escribió en la arena sin saber el qué (“Jesús, inclinándose hacia abajo, escribía con el dedo en la tierra”). Esos tres episodios están magníficamente comentados en la Edición de Antonio Piñero, Los Libros del Nuevo Testamento, editorial Trotta 2022, 2ª edición, páginas 1336 y siguientes, 835 y siguientes, y 1358 y siguientes. A esos tres “episodios”, habrá de añadirse un cuarto, que consta en los cuatro Evangelios canónicos, acerca de la presencia de mujeres, María Magdalena, María la de Jacobo y José, y la madre de los hijos del Zebedeo; un cuarto muy importantes, pues inició el relato acerca de la Resurrección del Señor, esencial en el Cristianismo.

 Mucho y trascendental debió ocurrir para pasar de unos textos tan respetuosos hacia lo femenino, a la realidad, la de la Iglesia católica, de una religión muy clerical a base de varones, denunciado por el mismo Papa y siendo conclusión de la fase sinodal diocesana la denominada superación del clericalismo. Acaso en ello haya un deseo divino, propiciador de la  sequedad vocacional, y que sin las mujeres no sea superable el galopante secularismo. Y aquí procede hacer  tres observaciones:

A).- Los textos de la Biblia judía y del Corán, referidos a la mujer, nada de parecido tienen con los Evangélicos antes indicados, tan de delicadeza femenina. La lectura en clave femenina de los textos judíos y musulmanes han de exigir interpretaciones y hermenéuticas que no precisan los textos cristianos, pues a estos bastará quitarles la roña acumulada y no esconderlos. A dicho efecto sirve de prueba el libro escrito a tres voces por la cristiana Emmanuelle Seyboldt, la judía Floriane Chinsky y la musulmana Kahina Bahloul, titulado Mujeres y dioses, publicado en Francia en 2021 y ahora es muy actual por la conclusión de la fase diocesana del Sínodo. En ese libro se trata de dar respuesta al asunto del papel de las mujeres en las tres religiones, tan marcadas por siglos de patriarcado, y ello a través del diálogo a tres, de  una mujer “pastor” en una Iglesia protestante, de una mujer “rabino” en una Sinagoga judía  y de una mujer “imán” en una Mezquita. Interesante el reportaje sobre Kahina publicado el pasado 17 de junio en ABC,  si bien la apellida indebidamente, Bahlqui.

B).- Se destaca la enorme importancia del clericalismo católico, de alguna equivalencia o parecido al clericalismo musulmán del Chiismo, y no existiendo clérigos ni en el Judaísmo ni en el Sunismo musulmán, pues ni los rabinos ni los ulemas e imanes son clérigos en sentido estricto. Es de señalar lo ocurrido en los años 1980-1990, con la llegada al poder en Irán de los clérigos chiítas encabezados por el ayatollah Khomeyni: una llegada que supuso una conquista del Poder, preocupación y ocupación primordial de hombres clérigos, y, además, una revisión fundamentalista de textos musulmanes y de prácticas, con la consiguiente apoteosis de lo masculino y un endemoniar lo femenino. Basta observar la realidad de las mujeres en Irán, hoy.

 C).- Es de juristas y de Justicia no generalizar sobre clérigos, pues unos o muchos son ejemplares y otros, en especial, los ya en la jerarquía, son del “ordeno y mando”, del abuso de superioridad y del prevalimiento, que encubren el miedo, miedo al otro sexo. Frente a ellos, a las mujeres queda no sólo el reproche, incluso el de las más altas autoridades eclesiásticas, sino también la denuncia por pisotear dignidades humanas. Y traigo a colación la reciente sentencia, de uno de Junio de 2022, la número 544,  de la Sala 2ª del Tribunal Supremo, presidida por el sabio magistrado don Manuel Marchena, discípulo, por cierto, de los jesuitas de Deusto. Y una Sentencia que cita al filósofo Rawls, recordando lo que llamó “el deber de civilidad”, que ha de estar insito en los que dicen estar sujetos al “deber de religiosidad”.

(Deberá continuar con el asunto de los cuerpos, también el de las mujeres, con la peculiaridad cristiana de un Dios encarnado, con ese texto tan peculiar que es El Cantar de los Cantares y con los monoteísmo “liberales” en el Islam y Judaísmo, regidos por mujeres)

Fuente Religión Digital

Biblia, Budismo, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, Hinduísmo, Islam, Judaísmo , , , , ,

¿Cómo aprender y ejercitar el arte del discernimiento espiritual?

Miércoles, 29 de diciembre de 2021
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9399-443x332El proceso sinodal, al que estamos todos convocados, es un proceso espiritual. El Vademecum, en el apartado Evitar las trampas, señala entre los escollos que pueden obstaculizar nuestro progreso en el camino sinodal, La tentación de querer dirigirnos a nosotros mismos en lugar de ser dirigidos por Dios. Y lo justifica así: “La sinodalidad no es un ejercicio estratégico corporativo. Es más bien un proceso espiritual guiado por el Espíritu Santo… Nuestros humildes esfuerzos de organización y coordinación están al servicio de Dios que nos guía en nuestro camino. Somos arcilla en manos del alfarero divino (Is 64,8).”

Este Sínodo sobre la Sinodalidad (Hacia una Iglesia sinodal) no es una reunión para saber lo que opinamos sobre nuestro caminar juntos en la Iglesia hoy. Ni nos reunimos para debatir nuestras opiniones sobre la sinodalidad, su necesidad y pertinencia. Nos reunimos para escuchar lo que el Espíritu nos dice hoy a las Iglesias, para saber qué Iglesia es la que Dios quiere para este tercer milenio. El Espíritu habla a través de nuestra boca. Por eso nos escuchamos mutuamente unos a otros y todos al Espíritu. En este proceso sinodal, escucharnos mutuamente es lo primero. Lo segundo es discernir y elegir, entre alternativas diversas, la mejor para el problema que nos convoca. En tercer lugar tomar decisiones de acción consensuadas. En cuarto lugar aplicar (llevar a la práctica) lo decidido. Escucha mutua, discernimiento espiritual, toma de decisiones consensuadas y realización de las mismas. Este es el recorrido del camino sinodal.

En la fase diocesana en que nos encontramos, tenemos la oportunidad de vivir y tener la experiencia directa de la sinodalidad en acción: aprender a ser y actuar como Iglesia sinodal “sinodeando”. Mi reflexión de hoy, como las anteriores, quiere contribuir a que nuestra participación en las reuniones sinodales, que se están realizando ya en algunas diócesis, sea útil y contribuya al logro de los objetivos esperados. Con esta finalidad en mente, mi reflexión hoy se va a centrar en la pregunta: ¿Cómo podemos aprender y ejercitar el arte del discernimiento espiritual personal y comunitario? Esta pregunta surge al hilo de la segunda parte de la Pregunta Fundamental que estamos trabajando en la fase de consulta a nivel diocesano ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro “caminar juntos”? En las reuniones sinodales diocesanas y de zonas o arciprestados, después de evaluar el presente de “nuestro caminar juntos”, hay que hacer propuestas de mejora consensuadas. El consenso es el fruto de un proceso de discernimiento bien hecho. Vamos a ver cómo lo podemos lograr.

Ya sabemos que el discernimiento es un don del Espíritu Santo. Es un don gratuito (pura iniciativa de Dios) y universal (Dios no excluye a nadie en su dádiva). Como gracia, talento o carisma se nos entrega para que lo desarrollemos en el servicio a los demás. Los talentos no son ni para enterrarlos ni para disfrute individual o lucimiento personal. Se nos dan para ser utilizados, según la vocación y tarea asignada, al servicio de la comunidad de pertenencia. Todo talento o gracia recibidos nos compromete a su uso y desarrollo. Somos administradores de lo que somos y tenemos. De ello hay que rendir cuentas. En principio, el discernimiento es una potencia, una capacidad, una habilidad intelectual, que se desarrolla a través de un aprendizaje activo (aprender a hacer haciendo), con formación y entrenamiento pertinente, con nuestro esfuerzo y responsabilidad.

Una definición sencilla de discernimiento podría ser: Es la capacidad de juzgar sabiamente y escoger, entre muchas opciones, la mejor para la resolución del problema presentado. El discernimiento, en el contexto del Sínodo sobre Sinodalidad, se ubica entre la escucha y la toma de decisiones. Los sínodos, en general, son un ejercicio eclesiástico de discernimiento. Y este Sínodo, en concreto, ha querido el papa Francisco, que sea un ejercicio eclesial (de todos los bautizados) de discernimiento. A todos los participantes (y podemos serlo todos, sin exclusión) se nos pide escuchar al Espíritu para saber qué quiere Dios de cada uno de nosotros y de la Iglesia, como institución, en el tercer milenio. El discernimiento personal y comunitario es un ejercicio que forma parte de nuestra inteligencia espiritual. La inteligencia espiritual es una capacidad inherente a todos los humanos por ser personas habitadas por el Espíritu. Esta inteligencia, como las otras inteligencias, se desarrolla por el uso o ejercicio.

El discernimiento espiritual para la toma de decisiones consensuadas como propuestas de mejora de “nuestro caminar juntos” no es tarea fácil ni rápida. Exige tiempo y esfuerzo. Es un proceso no un acontecimiento puntual que busca la verdad, bondad, vida y justicia. Implica al corazón (sentimiento y emociones) y la cabeza (inteligencia espiritual). Supones unas actitudes que son relativamente nuevas para nosotros. El Vademeum (pág.33) señala doce. De alguna de ellas nos faltan hábitos y una cultura de diálogo respetuoso en la búsqueda de consensos. Para aprender e implementar nuestra capacidad de discernimiento personal y comunitario necesitamos información, conocimiento y sabiduría.

Todo discernimiento tiene ciertos presupuestos o condiciones de posibilidad del mismo. Podríamos sintetizarlos en cuatro: 1.“Indiferencia ignaciana”. Sentirse libre de presiones, externas e internas. Esto quiere decir que frente a la materia que voy a discernir, a las posibilidades que se me presentan, debo tener una actitud de libertad que se debe traducir en la disposición a elegir una u otra opción, no según mis gustos o conveniencias, sino según vea o sienta qué es lo mejor. 2.- Apertura a la “acción del Espíritus”. Es necesaria una especial sensibilización a la acción del Espíritu en nosotros. Debemos desarrollar la capacidad de “detección y escucha” de las inspiraciones que sentimos en nuestro interior. Prestar atención a lo que pasa en nuestro corazón. 3.Escucha e imitación al Espíritu que habla en la Palabra y al “modo de actuar y sentir” de Jesús. Por medio de la meditación de las Escrituras, y en especial del Evangelio, y de la oración a partir de esos textos, vamos llenándonos del Espíritu de Dios y vamos incorporando, como por “contagio”, el estilo de vida Jesús. 4.Sentido eclesial. Tener, como uno de los puntos básicos de referencia en nuestros discernimientos, el sentido de pertenencia a la Iglesia, Pueblo de Dios. Todos somos Iglesia. Comunidad de comunidades.

Si queréis información y preparar vuestro espíritu para la tarea sinodal que nos espera, os recomendaría acudir a la literatura sobre discernimiento, hoy abundante, en el campo de la espiritualidad ignaciana, que históricamente tienen una larga tradición en este campo. Como ejemplo de discernimiento personal os propongo las Reglas de Discernimiento Espiritual de San Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales. Como ejemplo de discernimiento comunitario, la conferencia de Javier Melloni “El discernimiento como escucha sagrada”. Octubre 2020. También el retiro de Toni Catalá “El discernimiento”. Febrero 2021. Las encontráis en YouTube.

Las próximas “entregas” serán sobre Conversión personal y Reformas estructurales.

 

África De la Cruz Tomé

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Francisco: “Los tiempos cambian y nosotros los cristianos debemos cambiar continuamente”

Lunes, 26 de octubre de 2015
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a_20Pues eso…

El Papa anima a “evaluar los tiempos y cambiar con ellos, permaneciendo firmes en el Evangelio”

“Somos libres. Somos libres por el don de la libertad que nos ha dado Jesucristo”

(RV).- “Los tiempos cambian y nosotros los cristianos debemos cambiar continuamente, con libertad y en la verdad de la fe. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

El Pontífice reflexionó sobre el discernimiento que la Iglesia debe hacer viendo los “signos de los tiempos”, sin ceder a la comodidad del conformismo, sino dejándose inspirar por la oración.

Los tiempos hacen lo que deben: cambian. Y los cristianos deben hacer lo que quiere Cristo, a saber: evaluar los tiempos y cambiar con ellos, permaneciendo “firmes en la verdad del Evangelio“. Lo que no se admite es el tranquilo conformismo que, de hecho, hace que permanezcamos inmóviles.

Inspirándose en un pasaje de la Carta de San Pablo a los Romanos, el Santo Padre explicó que el Apóstol predica con “mucha fuerza la libertad que nos ha salvado del pecado”. Mientras el Evangelio relata que Jesús habla de los “signos de los tiempos” definiendo hipócritas a quienes saben comprenderlos pero no hacen lo mismo con el tiempo del Hijo del Hombre. Dios nos ha creado libres y “para tener esta libertad – afirmó el Papa – debemos abrirnos a la fuerza del Espíritu y entender bien qué cosa sucede dentro y fuera de nosotros”, usando el “discernimiento”:

“Tenemos esta libertad para juzgar lo que sucede fuera de nosotros. Pero para juzgar debemos conocer bien lo que sucede fuera de nosotros. ¿Y cómo se puede hacer esto? ¿Cómo se puede hacer esto, que la Iglesia llama ‘discernir los signos de los tiempos’? Los tiempos cambian. Es precisamente de la sabiduría cristiana conocer estos cambios, conocer los diversos tiempos y conocer los signos de los tiempos. Lo que significa una cosa y lo que significa otra cosa. Y hacer esto sin miedo, con libertad”.

El Papa Bergoglio reconoció que no es una cosa “fácil”, porque son demasiados los condicionamientos externos que también afectan a los cristianos induciendo a muchos a un más cómodo “no hacer”:

“Este es un trabajo que nosotros no solemos hacer: nos conformamos, nos tranquilizamos con ‘me han dicho, he oído, la gente dice, he leído…’. Así estamos tranquilos… ¿Pero cuál es la verdad? ¿Cuál es el mensaje que el Señor quiere darme con aquel signo de los tiempos? Para entender los signos de los tiempos, ante todo es necesario el silencio: hacer silencio y observar. Y después reflexionar dentro de nosotros. Un ejemplo: ¿por qué hay tantas guerras ahora? ¿Por qué ha sucedido algo? Y rezar… Silencio, reflexión y oración. Sólo así podremos comprender los signos de los tiempos, y qué cosa quiere decirnos Jesús”.

 

Y comprender los signos de los tiempos no es un trabajo exclusivo de una élite cultural. Jesús – recordó Francisco – no dice “miren cómo hacen los universitarios, miren cómo hacen los doctores, miren cómo hacen los intelectuales…”. Y subrayó que Jesús habla a los campesinos que, “en su sencillez” saben “distinguir el trigo de la cizaña”:

Los tiempos cambian y nosotros los cristianos debemos cambiar continuamente. Debemos cambiar firmes en la fe en Jesucristo, firmes en la verdad del Evangelio, pero nuestra actitud debe moverse continuamente según los signos de los tiempos. Somos libres. Somos libres por el don de la libertad que nos ha dado Jesucristo. Pero nuestro trabajo es mirar qué cosa sucede dentro de nosotros, discernir nuestros sentimientos, nuestros pensamientos; y ver qué cosa sucede fuera de nosotros y discernir los signos de los tiempos. Con el silencio, con la reflexión y con la oración “.

Fuente Religión Digital

Espiritualidad, General, Iglesia Católica , , , , ,

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