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Ya son beatos los mártires riojanos, “insignes testimonios del Reino de justicia y caridad”

Martes, 30 de abril de 2019
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EA0B14B1-A68B-43DD-80D8-C93AA0192443 “Vivieron y murieron por amor“, afirma el cardenal Becciu en una ceremonia multitudinaria

El Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos destaca de Angelelli, Murias, Longueville y Pedernera su “fuerte compromiso religioso y social, anclado en el Evangelio, en favor de los más pobres y explotados”

“Fueron asesinados debido a su diligente actividad de promoción de la justicia cristiana“, recuerda el purpurado

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Monseñor Enrique Angelelli, el padre Carlos De Dios Murias OFMConv, el presbítero Gabriel Longueville y el laico Wenceslao Pedernera, fueron proclamados hoy beatos en una celebración eucarística multitudinaria en La Rioja, presidida por el cardenal Angelo Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y enviado especial del papa Francisco.

Concedemos que los Siervos de Dios Enrique Ángel Angelelli Carletti, obispo de La Rioja; Gabriel José Rogelio Longueville, sacerdote diocesano; Carlos de Dios Murias, sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Menores Conventuales y Wenceslao Pedernera, padre de familia, mártires y discípulos fieles de Cristo, insignes testimonios de Su Reino de justicia y de caridad, de ahora en adelante sean llamados beatos“, leyó el purpurado la carta apostólica firmada por Papa y luego el arzobispo de Mendoza y ex obispo de La Rioja, monseñor Marcelo Daniel Colombo.

A las 10.46 una gigantografía con las imágenes de monseñor Angelelli y compañeros mártires fue desplegada en el altar, en medio de vítores, la entonación del Himno de los Mártires Riojanos y los aplausos de miles de fieles congregados en el Parque de la Ciudad, de la capital provincial.

En la carta apostólica también se indicó, además, que se estableció que la fiesta litúrgica en honor de los beatos monseñor Angelelli y compañeros mártires sea el 17 de julio, día de su nacimiento al Cielo.

Texto completo de la homilía del cardenal Becciu

“Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos”.

Queridos hermanos y hermanas,

La invitación que la Liturgia nos renueva constantemente en este tiempo de Pascua, encuentra hoy en nosotros, reunidos en el solemne rito de la beatificación de cuatro mártires, una respuesta particularmente pronta y alegre. Nos alegramos y nos regocijamos en el Señor por el don de los nuevos Beatos. Son hombres que han dado valientemente su testimonio de Cristo, mereciendo ser propuestos por la Iglesia a la admiración e imitación de todos los fieles. Cada uno de ellos puede repetir las palabras del libro de la Apocalipsis, proclamadas en la primera lectura: “Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías” (Ap 12,10): el poder de Cristo resucitado, que, a lo largo de los siglos, por medio de su Espíritu, continúa viviendo y actuando en los creyentes, para impulsarlos hacia la plena realización del mensaje evangélico.

Conscientes de esto, los nuevos Beatos siempre contaron con la ayuda de Dios, incluso cuando tuvieron que “sufrir por la justicia” (1Pe 3,14), de modo que siempre estaban dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pidiese razón de la esperanza que ellos tenían (cfr 1Pe 3,15). Se ofrecieron a Dios y al prójimo en un heroico testimonio cristiano, que tuvo su culmen en el martirio. Hoy a la Iglesia se complace en reconocer que Enrique Ángel Angelelli, Obispo de La Rioja, Carlos de Dios Murias, franciscano conventual, Gabriel Longueville, sacerdote misionero fidei donum, y el catequista Wenceslao Pedernera, padre de familia, fueron insultados y perseguidos a causa de Jesús y de la justicia evangélica (cfr Mt 5, 10-11), y han alcanzado una “gran recompensa en el cielo” (Mt 5,12).

“¡Felices ustedes!” (Mt 5,11; 1Pe 3,13). ¿Cómo podríamos no escuchar dirigida a nuestros cuatro Beatos esta sugestiva manifestación de alabanza? Ellos fueron testigos fieles del Evangelio y se mantuvieron firmes en su amor a Cristo y a su Iglesia a costa de sufrimientos y del sacrificio extremo de la vida. Fueron asesinados en 1976 [mil novecientos setenta y seis], durante el período de la dictadura militar, marcado por un clima político y social incandescente, que también tenía claros rasgos de persecución religiosa. El régimen dictatorial, vigente desde hacía pocos meses en Argentina, consideraba sospechosa cualquier forma de defensa de la justicia social. Los cuatro Beatos desarrollaban una acción pastoral abierta a los nuevos desafíos pastorales; atenta a la promoción de los estratos más débiles, a la defensa de su dignidad y a la formación de las conciencias, en el marco de la Doctrina Social de la Iglesia. Todo esto, para intentar ofrecer soluciones a los múltiples problemas sociales.

Se trataba de una obra de formación en la fe, de un fuerte compromiso religioso y social, anclado en el Evangelio, en favor de los más pobres y explotados, y realizado a la luz de la novedad del Concilio Ecuménico Vaticano II, en el fuerte deseo de implementar las enseñanzas conciliares. Podríamos definirlos, en cierto sentido, como “mártires de los decretos conciliares”.

Fueron asesinados debido a su diligente actividad de promoción de la justicia cristiana. De hecho, en aquella época, el compromiso en favor de una justicia social y de la promoción de la dignidad de la persona humana se vio obstaculizado con todas las fuerzas de las autoridades civiles. Oficialmente, el poder político se profesaba respetuoso, incluso defensor, de la religión cristiana, e intentaba instrumentalizarla, pretendiendo una actitud servil por parte del clero y pasiva por parte de los fieles, invitados por la fuerza a externalizar su fe solo en manifestaciones litúrgicas y de culto. Pero los nuevos Beatos se esforzaron por trabajar en favor de una fe que también incidiese en la vida; de modo que el Evangelio se convirtiese en fermento en la sociedad de una nueva humanidad fundada en la justicia, la solidaridad y la igualdad.

El Beato Enrique Ángel Angelelli fue un pastor valiente y celoso que, nada más llegar a La Rioja, empezó a trabajar con gran celo para socorrer a una población muy pobre y víctima de injusticias. La clave de su servicio episcopal reside en la acción social en favor de los más necesitados y explotados, así como en valorar la piedad popular como un antídoto contra la opresión. Icono del buen pastor, fue un enamorado de Cristo y del prójimo, dispuesto a dar su vida por los hermanos. Los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville fueron capaces de individuar y responder a los desafíos concretos de la evangelización siendo cercanos a las franjas más desfavorecidas de la población. El primero, religioso franciscano, se distinguió por su espíritu de oración y un auténtico desapego de los bienes materiales; el segundo, por ser hombre de la Eucaristía. Wenceslao Pedernera, catequista y miembro activo del movimiento católico rural, se dedicó apasionadamente a una generosa actividad social alimentada por la fe. Humilde y caritativo con todos.

Estos cuatro Beatos son modelos de vida cristiana. El ejemplo del Obispo enseña a los pastores de hoy a ejercer el ministerio con ardiente caridad, siendo fuertes en la fe ante las dificultades. Los dos sacerdotes exhortan a los presbíteros de hoy a ser asiduos en la oración y a hallar, en el encuentro con Jesús y en el amor por Él, la fuerza para no escatimar nunca en el ministerio sacerdotal: no entrar en componendas con la fe, permanecer fieles a toda costa a la misión, dispuestos a abrazar la cruz. El padre de familia enseña a los laicos a distinguirse por la transparencia de la fe, dejándose guiar por ella en las decisiones más importantes de la vida.

Vivieron y murieron por amor. El significado de los Mártires hoy reside en el hecho de que su testimonio anula la pretensión de vivir de forma egoísta o de construir un modelo de sociedad cerrada y sin referencia a los valores morales y espirituales. Los Mártires nos exhortan, tanto a nosotros como a las generaciones futuras, a abrir el corazón a Dios y a los hermanos, a ser heraldos de paz, a trabajar por la justicia, a ser testigos de solidaridad, a pesar de las incomprensiones, las pruebas y los cansancios. Los cuatro Mártires de esta diócesis, a quienes hoy contemplamos en su beatitud, nos recuerdan que “es preferible sufrir haciendo el bien, si esta es la voluntad de Dios, que haciendo el mal” (1 Pe 3,17), como nos ha recordado el apóstol Pedro en la segunda lectura.

Los admiramos por su valentía. Les agradecemos su fidelidad en circunstancias difíciles, una fidelidad que es más que un ejemplo: es un legado para esta diócesis y para todo el pueblo argentino y una responsabilidad que debe vivirse en todas las épocas. El ejemplo y la oración de estos cuatro Beatos nos ayuden a ser cada vez más hombres de fe, testigos del Evangelio, constructores de comunidad, promotores de una Iglesia comprometida en testimoniar el Evangelio en todos los ámbitos de la sociedad, levantando puentes y derribando los muros de la indiferencia. Confiamos a su intercesión esta ciudad y toda la nación: sus esperanzas y sus alegrías, sus necesidades y dificultades. Que todos puedan alegrarse del honor ofrecido a estos testigos de la fe. Dios los sostuvo en los sufrimientos, les ofreció el consuelo y la corona de la victoria. Que el Señor sostenga, con la fuerza del Espíritu Santo, a quienes hoy trabajan en favor del auténtico progreso y de la construcción de la civilización del amor.

Beato Enrique Ángel Angelelli y tres compañeros mártires, ¡rogad por nosotros!

Fuente Religión Digital

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Argentina abre la causa de beatificación de Enrique Angelelli

Domingo, 1 de noviembre de 2015
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angelelli25El martirio del obispo asesinado durante la dictadura podría demostrarse en dos años

“El Papa Francisco conoció a monseñor Angelelli“, afirma monseñor Colombo

(Alver Metalli, en Terres d’America).- El obispo de La Rioja (Argentina), Marcelo Colombo, abrió ayer la causa de beatificación de Enrique Angelelli, asesinado durante y por la dictadura en agosto de 1976. En la ceremonia participó el obispo emérito, Robert Rodríguez, y varios sacerdotes que se constituyeron como comisión Histórica y el Tribunal Diocesano.

Colombo hizo todo lo posible para que comenzara cuanto antes. “Desde que asumí esta responsabilidad pastoral he querido dar toda mi colaboración y siempre encontré en la máxima conducción de la Conferencia Episcopal Argentina una gran sensibilidad e interés por la causa Angelelli”, declara el prelado.

Ya en 1983, siete años después del asesinato de Angelelli, varios obispos argentinos pidieron que se aclararan las circunstancias de su muerte, que desde el principio había despertado sospechas. “Me refiero a cuatro obispos muy reconocidos por su compromiso con los derechos humanos”, aclara monseñor Colombo, dando los nombres y la diócesis a la que pertenecen: De Nevares (Neuquén), Novak (Quilmes), Hesayne (Viedma) y Mendiharat (Salto, Uruguay).

“Ellos expresaron, pero no fueron los únicos, lo que muchos pensaban y decían en La Rioja desde el primer momento: “¡A Angelelli lo mataron! Sobre todo, si se tiene en cuenta que su muerte fue la última de una serie de muertes ocurridas en los días inmediatos anteriores, me refiero a los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville y el laico Wenceslao Pedernera“.

Monseñor Colombo será quien interrogue a los testigos en la instrucción diocesana que acaba de comenzar y documentará la fama de santidad y las condiciones en que se produjo el homicidio de Angelelli en agosto de 1976. Colombo también designó formalmente la Comisión histórica del Tribunal diocesano, de la que formarán parte, entre otros, el obispo emérito Roberto Rodríguez, otra figura importante para la puesta en marcha de la causa, y varios sacerdotes. Estos últimos deberán reunir los escritos de Angelelli -se sabe que el trabajo de compilación se encuentra bastante avanzado-, las grabaciones y filmaciones que de él existen, que no son muchos, analizarlos y clasificarlos, elaborar a partir de ellos las respuestas que se exigen para un procedimiento de este tipo, antes de enviar todo a Roma.

Se sabe que el Papa Francisco en varias oportunidades pidió información sobre el estado de la causa penal que abrió la justicia argentina para dar un rostro a los mandantes y ejecutores del asesinato. “El Papa conoció a monseñor Angelelli”, explica Colombo. “Como provincial jesuita durante esos años visitó la diócesis donde trabajaban algunos sacerdotes de su orden, algunos de los cuales incluso habían sufrido la persecución y la cárcel en esos días”. Monseñor Colombo recuerda que “en 2006, en ocasión del 30° aniversario del asesinato de Angelelli, Bergoglio encabezó las celebraciones con la participación de numerosos obispos y sacerdotes. Fue elocuente su homilía de entonces. Todos la recuerdan con emoción. Como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina dispuso la creación de la comisión investigadora ad hoc, presidida por monseñor Giaquinta”.

Los juicios que se realizaron en Argentina sobre la muerte de Angelelli aportaron importantes certezas. Quedó comprobada la mecánica de un falso accidente automovilístico premeditado y provocado cuando el auto en el que viajaba Angelelli circulaba por la ruta nacional 38 -que hoy lleva el nombre de “Ruta Monseñor Enrique Angelelli”- a la altura de la localidad de Punta de los Llanos. La responsabilidad del atentado se atribuye al Tercer Cuerpo de Ejército y en julio de 2014 fueron condenados a cadena perpetua el ex general Luciano Benjamín Menéndez, Luis Fernando Estrella y otros militares.

la-causa-de-angelelli.jpgLa causa que acaba de abrirse en la diócesis de La Rioja no tiene fecha de vencimiento establecida sino que la intención de los promotores es proceder sin perder tiempo. Uno de los miembros de la Comisión histórica recién constituida, Pedro Goyochea, declaró: lo que se va a comprobar es su martirio, es decir, sufrir una muerte violenta a causa del Evangelio, a causa de la pastoral de conjunto, que como lo definió el obispo Colombo, fue una decisión de monseñor Angelelli de aplicar las condiciones del Concilio Vaticano Segundo, en nuestra provincia“.

Otro sacerdote que integra el Tribunal Diocesano instituido en el diócesis, Roberto Queirolo, anticipó al diario local Chilecito que “en dos años podría estar terminada la instrucción para enviar la causa a la Santa Sede“, como ya se hizo con los curas de Chamical, Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, cuya fase diocesana concluyó el 15 de mayo pasado y el mismo Colombo llevó todo el material a Roma después de asistir a la beatificación de monseñor Romero en El Salvador. El padre Roberto Queirolo recordó que después del homicidio de Murias y Longueville y del laico Wenceslao Pedernera, ocurridos con pocos días de diferencia en julio de 1976, “todos los sacerdotes le pidieron a Angelelli que se proteja, pero él decidió quedarse con su pueblo y no dejar solas a sus ovejas“.

El Papa Francisco sigue con atención el proceso de beatificación y “quiere darle celeridad, admitió el perito de La Rioja, quien recordó también que en 2006, cuando se cumplieron 30 años del asesinato, Bergoglio manifestó en una homilía en la catedral de La Rioja que el fallecido obispo “recibía pedradas por predicar el Evangelio y derramó su sangre por ello“.

Por otra parte, copias de las dos cartas que Angelelli llevaba consigo en el momento de ser asesinado habían sido enviadas al Vaticano pocos días antes y son las mismas que el Papa devolvió al obispo de La Rioja. “En la causa de monseñor Angelelli fue decisiva la inclusión de dos documentos que el Papa nos envió para presentar ante los tribunales argentinos”, reconoce monseñor Marcelo Colombo.

Fuente Religión Digital

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