Amaos unos a otros

Domingo, 15 de mayo de 2022

Repetimos este poema del blog Pays de Zabulon, porque en este contexto mundial y local, refleja claramente dónde hemos de responder al mandato de Jesús…

Reflexiones de Rev. David Eck Asheville de Carolina del Norte, extraído del blog I’ m christian, I’ m gay, Del Let talk,  19 de noviembre de 2009.

“He escrito este poema que se inspira en Jn 13, 34-35. ¡Espero que te ponga en crisis tanto como a mí me ha puesto!

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Amaos los unos otros como yo os he amado.
Esto parece tan simple, tan lineal.
Pero … ¿ Querer al liberal de “corazón lleno de compasión “?
¿Amar al conservador de “valores familiares “?
¿Querer al musulmán? ¿Al judío? ¿Al budista? ¿Al hinduista?
¿Amar al inmigrante en situación irregular? ¿Amar el que tiene todos los privilegios?
¿Amar al gay? ¿La lesbiana? ¿Al transgénero?
¿Amar a los manifestantes por la paz? ¿Amar a los hacedores de guerra?
¿Amar al iraquí? ¿Al palestino? ¡Al norcoreano?
¿Amar al republicano y al demócrata?
Amar al sin techo? ¿Al mendigo?
¿Al enfermo de sida? ¿Al detenido condenado a muerte?
Tendemos a amar con los dedos cruzados en busca de una escapatoria,
Buscando la manera de limitar a aquellos a los que elegimos amar.
Así como el escriba que, una vez, le preguntaba a Jesús: “¿quién es mi prójimo?”
Tendemos a amar de modo selectivo, poniendo condiciones.
Amamos a los que se nos parecen, piensan como nosotros, creen como nosotros.
¿Quién sería odiado por Jesús? ¡Nadie!
La única cosa que enfurecía a Jesús era la hipocresía espiritual,
Los que proclamaban amar a Dios pero no conseguían decidirse a amar a sus prójimos,
Los que creían que ellos eran los elegidos de Dios mientras que trataban a otros como si fueran el mal personificado.
Amaos los unos a los otros como yo os he amado.
Posiblemente no sea tan simple, después de todo.
Pero es el signo por el cual otros reconocerán que somos discípulos de Jesús.

*
Citado por Loquito en anotherdaylight – 2 mayo 2012

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Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:

“Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.

Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros.

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.

*

Juan 13, 31-33a. 34-35

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«Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (cf. Mt 22,37-39). Empiezo a experimentar que un amor a Dios total e incondicionado nace posible un amor al prójimo visibilísimo, solícito y atento. Lo que a menudo defino como «amor al prójimo» se muestra con excesiva frecuencia como una abstracción experimental, parcial y provisional, de sólito muy inestable y huidiza. Pero si mi objetivo es el amor a Dios, me es posible desarrollar asimismo un profundo amor al prójimo. Hay otras dos consideraciones que pueden explicarlo mejor.

Antes que nada, en el amor a Dios me descubro a «mí mismo»

de un modo nuevo. En segundo lugar, no nos descubriremos sólo a nosotros mismos en nuestra individualidad, sino que descubriremos también a nuestros hermanos humanos, porque es la gloria misma de Dios la que se manifiesta en su pueblo a través de una rica variedad de formas y de modos. La unicidad del prójimo no se refiere a esas cualidades peculiares, irrepetibles de un individuo a otro, sino al hecho de que la eterna belleza y el eterno amor de Dios se hacen visibles en las criaturas humanas únicas, insustituibles, finitas.

Es precisamente en la preciosidad del individuo donde se refracta el amor eterno de Dios, convirtiéndose en la base de una comunidad de amor. Si descubrimos nuestra misma unicidad en el amor de Dios y si nos es posible afirmar que podemos ser amados porque el amor de Dios mora en nosotros, podremos llegar entonces a los otros, en los que descubriremos una nueva y única manifestación del mismo amor, entrando en una íntima comunión con ellos.

*

H. J. M. Nouwen,
Ho ascoltato iI silenzio. Diario da un monastero trappista,
Brescia 199810, 82s.

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