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La Buena Samaritana: Primer “apóstol”, de Iglesia. Dom 3 Cuaresma, ciclo A (Jn 4, 5-42)

Domingo, 15 de marzo de 2020

B3E35AA6-C07B-45E8-84B1-2235A4445F52Del blog de Xabier Pikaza:

Éste es el domingo de la Samaritana, cuya figura debe completarse con la del del Samaritano de Lc 10, 25‒36, formando un espléndido retablo de la Iglesia de Jesús judío, culminando la historia de los samaritanos, tenidos como “herejes” por los judíos.  Éstos son los rasgos principales de la escena, que evocaré de forma introductoria, para presentar después el texto y un comentario algo más extenso.

  1. La Samaritana es  el primer apóstol, fundadora de la Iglesia de Samaría. El texto evoca el surgimiento de esa Iglesia, tema al que Juan ha dedicado este capítulo (Jn 4, 5‒42) y Lucas un capítulo central del libro de los Hechos (4, 5‒42), aunque con una diferencia básica.
  2. Según Hechos, el fundador de la iglesia de Samaría fue Felipe, el diácono, pero su labor tuvo que ser completada por los apóstoles, Pedro y Juan, porque Felipe no tenía “autoridad para crear iglesias”. Según Jn 4 la fundadora es una mujer,que habla de su encuentro con Jesús en el pozo, sin que tengan que venir apóstoles de Jerusalén, Antioquía o Roma para completar su obra.
  3. Esta mujer  es el primer apóstol y testigo de Jesús. Ella ha venido antes que Pedro y Juan, que todos los apóstoles varones, incluso antes que las otras mujeres de Juan (a excepción de la madre de Jesús, que aparece ya en Jn 2: Caná de Galilea). Antes que Marta y María, las de Betania y antes que María Magdalena. Ella es la Apóstola Fundadora de primera Iglesia de Samaría (por amor, por encuentro ante el pozo), mientras los varones andan por ahí comprando comida. Ella es, según Juan, el principio de todas las iglesias.
  4. La “historia” de esta mujer 4 ha sido recordada por la iglesia posterior de un modo “sentimental”, como mujer‒guapa, prostituta‒convertida, inspiración para  devotas o contemplativas pero el evangelio de Juan la presenta como fundadora de Iglesia, una figura especial para siglo XXI, un momento clave en que la nueva iglesia “samaritana” ha de ser refundada por mujeres como ella, que buscan amor‒vida, nueva humanidad, junto al Pozo de Jacob, mientras los varones de iglesia buscamos comida (no para los pobres, sino para nosotros).
  5.              Éstos son algunos de los rasgos que quiero destacar en lo que sigue. Presento primero el texto, luego un comentario, para el que tenga tiempo de seguir conmigo:

    Juan 4,5-42

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: “Dame de beber.” Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?” Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. Jesús le contestó: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.” La mujer le dice: “Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?” Jesús le contestó: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.” La mujer le dice: “Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.”

[Él le dice: “Anda, llama a tu marido y vuelve.” La mujer le contesta: “No tengo marido.” Jesús le dice: “Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.”La mujer le dice: “Señor,] veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.” Jesús le dice: “Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.” La mujer le dice: “Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.” Jesús le dice: “Soy yo, el que habla contigo.”

[En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: “¿Qué le preguntas o de qué le hablas?” La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente: “Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que ha hecho; ¿será éste el Mesías?” Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él.

Mientras tanto sus discípulos le insistían: “Maestro, come.” Él les dijo: “Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis.” Los discípulos comentaban entre ellos: “¿Le habrá traído alguien de comer?” Jesús les dice: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador. Con todo, tiene razón el proverbio: Uno siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron, y vosotros recogéis el fruto de sus sudores.”]

En aquel pueblo muchos [samaritanos] creyeron en él [por el testimonio que había dado la mujer: “Me ha dicho todo lo que he hecho.”] Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.”

UN TEXTO BÁSICO. DIEZ PRINCIPIOS

 Hay una bibliografía infinita sobre el tema. Yo recomendaría dos obras. (a) Juan MateosJuan Barreto, El evangelio de Juan: análisis lingüístico y comentario exegético, Cristiandad, Madrid 1979, 230-251. (b) Gonzalo Fontana Elboj, El evangelio de Juan: la construcción de un texto complejo: orígenes históricos y proceso compositivo, Universidad de  Zaragoza  2014

  Jesús “pasa” por Samaría, tierra de herejes y “malas mujeres”; sus discípulos judíos andan buscando comida; él queda junto al pozo… y llega una mujer.   

(1) Esta mujer samaritana es «prostituta»: ha tenido cinco maridos y que ahora vive con uno que no es suyo (Jn 4, 18). Posiblemente, en el fondo de la escena está el recuerdo de las conversaciones que Jesús ha mantenido a lo largo de su vida con publicanos y prostitutas, varones y mujeres que han tenido que vender dignidad y cuerpo por dinero (cf. Mt 21, 31-32; Lc 7, 36-50)… Ésta mujer es el símbolo de la “prostituta Samaría” y de todos los excluidos y condenados de la sociedad, Pronto veremos que el “pecado” de esta mujer no es una prostitución sexual, ni es un pecado personal, sino expresión de la opresión humana, simbolizada de un modo especial en la mujer.

(2) Esta mujer es símbolo de los samaritanosque, según la tradición muy parcial de los judíos, habiendo abandonado el solar del auténtico Israel, se «prostituyeron» desde antiguo adorando a dioses extraños (los cinco maridos de Jn 4, 18). Ahora Jesús rompe las barreras de los judíos, cerrados en su ley, y expande su misión a los «herejes» de Samaría, representados por ésta mujer que sale al pozo de Jacob en busca del agua de la vida.

(3) Esta mujer esla primera que superando el doble  Israel (uno centrado en la Ley de Jerusalén y otro en el Pozo de Jacob: Garizim, Samaría), han comenzado a creer en Jesús y han propagado su evangelio. Ciertamente, siendo mujer y pecadora, puede presentarse como signo de Samaría y de la humanidad entera, conforme a una imagen corriente del judaísmo de Jerusalén (cf. Ez 16 y 23). Pero, al mismo tiempo, ella es una persona concreta que ha escucha a Jesús y ha expandido su palabra.

(4) Esta mujer es el primer apóstol (profetisa, mensajera) de Jesús Por eso deja el cántaro del agua, vuelve a la ciudad y dice a sus paisanos. «Venid, ved al hombre que me ha dicho todo lo que hice ¿no será el Cristo?» (Jn 4, 29) Ella es la primera que pone  a los hombres en contacto con Jesús, profeta (cf. Jn 4, 19.25) y Mesías de la humanidad, superando las divisiones que separan a Jerusalén del Garicím, montaña santa de los samaritanos, porque los verdaderos adoradores han de hacerlo en espíritu y verdad (Jn 4, 19-23).

(5) Una mujer para la Iglesia, una Iglesia de mujeres. Ella es primera persona que transmite un evangelio universal de salvación más allá del judaísmo y así precede a los apóstoles que cosecharán donde otros han sembrado (Jn 4, 37-38).La samaritana conduce a sus paisanos hacia aquel lugar donde culmina el camino de la humanidad, formada por pueblos que se dividen por ciudades y montes santos, para descubrir así, más allá de los montes sagrados (antiguos y modernos) la nueva humanidad unida en el amor de Jesús, que es Espíritu y Vida.

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(6) Mujer‒profeta de las nuevas mujeres creadoras de iglesia del siglo XXI. Una iglesia de varones‒jerarcas, de estilo judío y romano, está llegando a su tope en este siglo, de forma que con ellos es difícil crear nueva iglesia… a no ser que vengan  mujeres, como esta Samaritana, que se descubran “animadas” por Jesús, junto al pozo de la vida, portadoras de un mensaje de intimidad y apertura universal. Por eso, debo repetir que, siendo símbolo de Samaría y de toda humanidad buscadora de “agua superior”, ella ha sido una persona concreta, una mujer apóstol que precede a todos los restantes apóstoles del Cristo en el principio de la iglesia.

(7) Esta mujer nos sitúa en el principio del apostolado cristiano; en su línea, y en la del Buen Samaritano de Lc 10, la iglesia del siglo XXI será samaritana o no será.  Ante este evangelio de Jn 4 resultan patéticos y en el fondo pre-cristianos todos los esfuerzos de los que dicen que no puede haber ministros de Jesús mujeres. Sin samaritanas del siglo XXI la iglesia morirá de sed, teniendo a mano el pozo de Jacob, es decir, de la historia israelita, samaritana, universal.

(8) Ésta es la mujer del pozo de Dios (de Jacob, de Jesús) donde buscan agua para saciar la sed millones de personas que vienen de muy lejos. Cientos de millones de mujeres, varones y niños viven todavía sin agua corriente y potable, sin agua de vida verdadera. Más son aún los que necesitan “del agua de Jesús”, que es la libertad, el amor, la superación de las mentiras y batallas de unos contra otros.

(9) El agua de este pozo es bebida de amor y bodas, de muchachos y muchachas que se encuentran para celebrar la vida, como en las más bellas historias de la Biblia, donde los buenos “matrimonios”, las historias de amor , se dan junto al pozo: Así en el caso Isaac y de Jacob, en el Génesis (Gen 24.29) así en el de Moisés en el Éxodo (Ex 2).En un pozo como éste se juntan y se dan de beber los enamorados, así aparece aquí esta mujer que da de beber a Jesús del agua que ella tiene, mientras Jesús le ofrece la suya. Estamos en el pozo de Jacob, donde se centra la historia de Israel, el pozo donde empieza la revelación del mesías. Sin una historia de fondo de amor en libertad creadora carece de sentido la historia humana.

(10) Éste es un pasaje clave de mística y de historia cristiana, un pasaje que nos abre al infinito de la Vida. Teresa de Jesús reflexionó sobre las formas de sacar agua del pozo de Dios y de la vida. Gustavo Gutiérrez ha escrito un bello libro titulado: “Beber del propio pozo”. Yo poco puedo aportar, a no ser mi pequeña experiencia bíblica. Yo mismo he desarrollado el tema en Gran Diccionario de la Biblia.

ELEMENTOS PARA UN COMENTARIO MÁS AMPLIO

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(Imag3en: Retablo catedral vieja Salamanca). Jn 4 ofrece una exposición simbólica, pero de fondo histórico, de aquello que debió ser la predicación cristiana en Samaría, con recuerdos y argumentos antiguos y, sobre todo, con la reflexión teológica que surgen a partir de la misión de Samaría.

(1) El pozo de Jacob. El episodio se produce en un lugar cargado de simbolismo. Ciertamente, existió y existe ese pozo, pero no tiene importancia en el AT. El evangelio de Juan lo introduce como lugar simbólico de encuentro, vinculado a  la heredad que Jacob dio a su hijo José (cf. Gen 33,18-20).   Éste es, como digo, un pozo teológico, en la línea de las tradiciones antiguas de los “pozos matrimoniales” y en la línea de la tradición de Pablo (de fondo rabínico), en la que se habla de una “roca mesiánica” de la que brota el agua de vida para todos los que forman parte del pueblo de Dios (cf. I Cor 10.1-3).

(2) Llega una mujer. Es una mujer concreta (sin nombre, una mujer sin más, como  la Madre de Jesús en el Evangelio de Juan, en Caná y en la Cruz). Pero es también una “encarnación” de los samaritanos antiguos y de la nueva iglesia cristiana de Samaria. En ese sentido, ella se ha convertido en figura simbólica  para exponer el encuentro del Mesías judío con Samaria, la prostituta, la infiel, la adultera Samaria denunciada por los profetas antiguos desde Amós y Oseas, en el siglo VIII a. C.

(3)Es una mujer con dos sentidos, conforme al estilo del evangelio de Juan, donde muchos personajes e historias tienen varios sentidos. (a) Ella es “Samaría”, toda la historia del gran Israel que los judíos han excluido, diciendo que es herética. Ellos, los “orgullosos” judíos de Jerusalén son sólo “dos” tribus. Jesús, en cambio, ha querido reunir a las doce tribus, a todos Israel, por eso necesita venía a Samaría. (b) Pero, al mismo tiempo, esta samaritana puede y debe haber sido una mujer concreta que, según el evangelio de Juan, ha promovido la misión en Samaría (a diferencia del libro de los Hechos que pone de relieve en este contexto la misión de Felipe).

(4) Un problema de marido: Vete, llama a tu marido y vuelve acá.  En un sentido, ella no tiene marido, porque el marido es Dios, y ella le ha dejado… Ella no es, por tanto, una prostituta normal de la tierra (a las que Jesús quería y acogía, como a los publicanos…), sino una prostituta teológica, conforme al mensaje de los profetas, desde Oseas hasta Ezequiel: una mujer (un pueblo) que no ha logrado amar plenamente a Dios y al Cristo de Dios.

(5)Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo.  Esta  referencia a la prostitución viene de los antiguos profetas de Samaría (como Oseas) o de su entorno (como Jeremías). El ser humano está hecho para ser amado y amar a Dios, que es la vida, en honestidad, en ternura, en fidelidad, en libertad…, pero los judíos (y samaritanos) se han prostituido.          En esa línea, los cinco maridos “falsos” de los samaritanos pueden interpretarse de diversas formas: (a)  Los samaritanos admitían solo los cinco libros del Pentateuco (no admitían a los profetas…, no tenían la Biblia entera).(b) Los asirios habían traído a Samaria colonos que procedían de cinco ciudades de la alta Mesopotamia. Ellos fueron maridos falsos para los israelitas. (c) Los nuevos colonos y los samaritanos  construyeron cinco ≪lugares altos≫, es decir, cinco templos o santuarios, aunque el más importante era el del Garicim (cf. Fontana Elboj).

(6) Dame de beber (dos moi piein).  Sorprendentemente, en vez de empezar dándole agua a la mujer de Samaría, Jesús empieza pidiéndole agua (a una mujer aparentemente de vida dudosa). Él viene rechazado de la tierra de los judíos (de Jerusalén y de su templo, donde ha venido a verle de noche Nicodemo…), y quiere ser acogido en Samaria, a pleno sol de medía, pidiendo agua, amor, a una mujer (quizá en la línea del Shema de Dt 6, 4‒6 donde es Dios el que pide a los hombres que le amen). Repito la idea: Los suyos se han ido por pan (sólo les importa la comida). Jesús queda en el centro de todas las miradas, junto al pozo, donde vienen las mujeres de toda  Samaría… y pide agua, quiere ser amad.

(7) Jesús no empieza diciendo “yo te daré” sino ¿quieres darme? Ésta es la novedad radical del pasaje, un tema teológico central del evangelio de Juan. Jesús no empieza diciendo “yo te daré”, sino “dame tú”, domo Dios‒mesías, que quiere ser amado. Jesús pide amor (es decir, pide agua) a una mujer en Samaría, quiere que ella sea la que empiece así a crear Iglesia. La novedad de la misión cristiana empieza así, en el momento y lugar en que Dios (el Cristo de Dios) busca amor sobre la tierra.  Jesús, judío, empieza pidiendo agua a una samaritana; Jesús, mesías de Dios, empieza pidiendo acogida a un pueblo que parece alejado.

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(8) La mujer defiende su propia tradición israelita (no judía): ¿Eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?Como he dicho, este es un pozo real, pero no forma parte de la tradición del Antiguo Testamento… Es el pozo que esta mujer identifica, en ese momento, con la tradición israelita de su pueblo, añadiendo:   Nuestros padres adoraron en este monte (están bajo el Garicim) y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Se trata de buscar y encontrar la verdadera tradición.

(9) Ni aquí ni en Jerusalén, en espíritu y verdad… Por un lado, Jesús admite las dos tradiciones (del Garicim y de Jerusalén), y con ellas todas las tradiciones de los hombres (aunque poniendo de relieve la suya, la de los judíos, según añade una glosa quizá posterior: “aunque la salvación viene de los judíos…”.  Jesús responde de un modo radical: Ni aquí ni allí (o aquí y allí, y en todas partes…), pero siempre que sea en Espíritu y verdad…

(10) Esperando al Taeb. La samaritana descubre que Jesús es un/el profeta, porque ha descubierto e iluminado su historia de amor. La mujer busca y espera al profeta “samaritano”, prometido y anunciado por el Pentateuco (Dt 18, 15; cf. Hch 3, 22). Los samaritanos esperaban, según eso, un nuevo Moisés, legislador, salvador completo, no un Mesías rey como el de los judíos. En esa línea, ellos esperaban al  Taheb, que significa en hebreo el que retorna, un profeta semejante a Moisés, el maestro de la Ley que restauraría el culto y elevaría la vida de los hombres.

(11) Una esperanza sangrante… Los judíos de Jerusalén (y los de Galilea) tenían en su Biblia muchos profetas… Los samaritanos sólo tenían como biblia el Pentateuco, y así fundaban sus esperanzas mesiánica en el texto citado de Dt 18, 15 (un profeta como yo os mandará Dios…) y en el gran Cántico de Moisés (Dt 32,1-47) donde se evoca y promete también la llegada de ese Taheb, el restaurador de todas las cosas; cuando él venga se restaurará el santuario del monte Garizin, Dios castigará a los impíos y pemiará a los justos (Dt 32.32-35).

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(12) En una época de sufrimiento y rebeliones. La Biblia Judía presenta la historia “sagrada” desde Jerusalén y define a los judíos como los buenos y a los samaritanos como malos. Pues bien, esa visión resulta no sólo parcial sino injusta. Era mentira decir que los samaritanos eran malos y los judíos buenos.  Los “asmoneos” (macabeos judíos) habían oprimido de modo cruel a los samaritanos… y lo mismo hacían los romanos. Por eso, en tiempos de Jesús y de la Samaritana muchos samaritanos esperaban la liberación…, con gran piedad, como Jesús. Sólo en el momento en que superemos un tipo de orgullo judío/jerosolimitano y cristiano…, recuperando la tradición de esta mujer samaritana que busca amor y confía en Jesucristo podremos crear iglesia (podrán crearla ante todo las mujeres).

(13) La rebelión de los samaritanos, para entender a Jesús y a la samaritana. En tiempos de Jesús (de Poncio Pilato, entre el 26‒36 d.C.) se produjo una de las mayores rebeliones de los samaritanos  contra de los Romanos, esperando la llegada del Profeta de Dios. En este entorno ha de entenderse la conversación de Jesús y de la samaritana, en el comienzo de la Iglesia. No estamos ante un idilio de flores, como podría parecer por el texto de Jn 4, sino ante un tiempo recio y sangrante de esperanzas, protestas, sublevaciones y opresiones. Así dice Flavio Josefo:

Pero tampoco el pueblo de los samaritanos dejo de cometer disturbios. En efecto, los revolvió un hombre que no daba importancia alguna al mentir y que urdía cualquier cosa para halagar a la masa. En consecuencia les mando que se reunieran con él en la cima del monte Garizin, considerado por ellos el más sagrado de los montes, puesto que les aseguraba que, si acudían allí, les mostraría los objetos sagrados sepultados en aquel lugar, siendo Moisés, según él, quien los había enterrado en aquel sitio. Y los samaritanos, considerando creíble su información, tomaron las armas y, asentados en cierta aldea de nombre Tirazana, acogían a los que se iban incorporando, con intención de efectuar la subida a la cima de la montaña con una nutrida multitud. Pero antes de que ellos hubieran conseguido subir a la montaña, se les anticipo y les tomó la delantera Pilato con el envió de soldados de caballería y de infantería quienes […] mataron a unos y pusieron en fuga a otros […]. Y a los principales cabecillas, así como a los más influyentes de los que pretendieron huir los mato Pilato (AJ XVIII 85-87; traducción de J. Vara, Madrid, 1997).(imagen del siglo XIX)

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(14) En un contexto de rebeliones y dolores como ése se sitúa la escena de Jesús con la samaritana. El texto de Flavio Josefo es iluminador, pero tenemos que leerlo a la inversa… Josefo escribe  como aristócrata frustrado, enemigo (al fin) de todo alzamiento contra Roma. Así condena (y miente) al hablar del insurrecto y de su tropa mesiánica. Posiblemente, aquel insurrecto tenía muchas cosas en común con Jesús,  y por eso subió al Garizim esperando la revelación de Dios. Jesús subió a Jerusalén, siendo allí condenado a muerte. Para entender el resto de la historia podemos volver al comienzo del pasaje que he comentado.

 

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