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“Ensanchar la fe”, por Koldo Aldai.

Sábado, 24 de junio de 2017
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espiritualidad-religion¿Suficientes dedos para cubrir el pasmo en Su Rostro? ¿Algo más inconcebible en el Nazareno que el temor a la fresca brisa fronteriza, al aire renovado? Triste liderazgo el del viejo miedo, triste imperio el de la torpe doctrina. ¿Si constreñimos la fe, no estaremos ahogándola? ¿Si limitamos la devoción, no estaremos apagándola?

Las bolas de un “mala” (rosario hindú) no son menos redondas que las de un rosario cristiano. Es el corazón que las acaricia el que les saca brillo. Un sentido rosario es también un noble ejercicio de “bhakti-yoga” o yoga de la devoción. La carta beligerante de los obispos vascos y navarro frente a otras espiritualidades pareciera fechada en edades más oscuras. Cuesta ubicarla en nuestros días de mutua, anhelada, gloriosa fecundación interna. El yoga, el reiki, la meditación… no pierden con sus condenas, pero sí ellos y su Iglesia atrincherada condenándolos. Si confrontamos a causa de los nombres, nos llegó bien poco de la Buena Nueva. ¿Es que Jesús no se retiraba del mundo a meditar, es que no extendía sus manos de otra carne para sanar…?

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Cierto que no es oro todo lo que reluce, pero sí cuanto menos las tradiciones que vienen avaladas por grandes almas y milenios de liberadora práctica a sus espaldas. Si peleamos por conservar la parroquia estamos perdidos, si atacamos por mantener bajo control a la feligresía es que se agotó la fuerza y la gracia fundadoras.

Nuestro mundo urge de almas rendidas, no de fés triunfantes. El triunfo sobre otros nunca tuvo nada que ver con lo divino. Mejor reunir las palmas de nuestras manos y rendirnos en medio de otros espacios sagrados, a la vista de otras referencias primordiales. Mejor más humildad, más receptividad a las sanas aportaciones de la alteridad. Mejor dejarnos permear por las propuestas que nos alcanzan con buena voluntad.

Nuestro mundo necesita más corazones abiertos y menos blindados. Si nos blindamos, nos perdemos la oportunidad de ser fertilizados, nutridos por lo nuevo. Necesitamos otros nutrientes, no sólo los que adquirimos en nuestro templo, de nuestro “proveedor” habitual. La desconfianza no obra nunca por un mundo más fraterno. Los obispos del mayor apóstol de la fraternidad humana de todos los tiempos, harían bien en trabajar por disipar las desconfianzas, no por aumentarlas, sobre todo cuando éstas carecen de razón.

Levantamos fronteras cuando condenamos la práctica del otro sin fundamento. Proclamarnos los portadores de la Verdad tiene a estas alturas un riesgo que no deberíamos correr. Ya hemos levantado todas las barreras que había que levantar entre las diferentes tradiciones y espiritualidades. Toca ya comenzar a tumbarlas, toca ya honrar a las demás tradiciones y movimientos serios, portadores de su parte de verdad, que sirven a la humanidad, que contribuyen a su emancipación. Toca dar la vuelta a la historia, no reforzarla. Ya hemos desenvainado todas las espadas, ya ha corrido toda la sangre que tenía que manar por nuestra mutua e infantil incomprensión, ya nos hemos peleado lo suficiente por llamar al mismo Dios por distintos nombres.

Hace pocos días pululaban en las calles y puentes de Londres vándalos apuñalando a destajo. Clamaban por la cara gloria de un extraño Dios sediento de sangre. Cuando amenazan bárbaras cruzadas a destiempo, cuando lo que eventual y formalmente nos separa puja por adueñarse del futuro…, los obispos podrían dar ejemplo y no marcar absurdas distancias entre los credos. En la hora de la amenaza del choque de civilizaciones, pudieran ser los primeros en correr hacia el abrazo imprescindible de esas civilizaciones. ¡Así sea y nosotros lo veamos!

 

Koldo Aldai Agirretxe

Fuente Fe Adulta

Budismo, Cristianismo (Iglesias), Espiritualidad, Hinduísmo, Iglesia Católica, Islam, Judaísmo , , , , ,

“Obispos y educación”, por José Arregi:

Martes, 13 de junio de 2017
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Leído en su blog:

Teólogo vasco critica la pastoral sobre educación de los obispos vasco-navarros

“No imagino a Jesús, diciendo que la ‘ideología del género’ es una ’emergencia educativa’ de nuestro tiempo”

“No puedo imaginar a Jesús, condenando la espiritualidad zen, el reiki o la ‘nueva era'”

El domingo pasado, día de Pentecostés o del Espíritu universal, los obispos vasco-navarros publicaron un documento sobre la Educación y sus desafíos contemporáneos. Es un buen texto en general, con un bello título tomado del salmo 15 de la Biblia: “Me enseñarás el camino de la vida”.

Ahí está dicho todo. Aprendices de la vida como somos, todos necesitamos que alguien, que otros –todos–, que el Espíritu de la Vida que alienta en todo nos enseñe sin cesar el camino de la vida, del Buen Vivir. El niño, el joven, el adulto, y no en último lugar los obispos, todos necesitamos ser educados en el espíritu y la sabiduría de la vida. Nadie estamos dispensado de educar ni de ser educados.

El objetivo de la educación es, se nos viene a decir, construir una sociedad humana, justa, fraterna. Consiste en introducir al educando en el asombro de la realidad, en enseñar a vivir humanamente, en formar personas libres, maduras, críticas, creativas, capaces de vivir en el cambio y de promoverlo. ¡Qué pena que justamente la Iglesia lo haya impedido tantas veces, y que este documento episcopal no contenga ni media palabra de autocrítica!

Dedica un largo apartado, atinado tanto desde una perspectiva histórica como espiritual, a Jesús de Nazaret, espejo cristiano de educación para la vida. Con sensibilidad y vigor, presenta a Jesús como figura humana, muy humana: libre y liberadora, audaz, innovadora. Fue un maestro carismático, no institucional, crítico de “la ley antigua” y del “liderazgo religioso del momento”. Fue un profeta social más que religioso, aunque entonces no se distinguían ni él podía distinguir ambas cosas.

Denunció la riqueza de los ricos que produce sordera, ceguera, crueldad, muerte. Realizó, se nos dice, una revolución pedagógica, al poner en el centro a los pequeños y heridos. Su escuela se desarrolla en campo abierto, en caminos y plazas, abierta a todos, puros e impuros sin distinción. Trató con “publicanos y pecadores”, es decir, con los despreciados de la sociedad. En su grupo de seguidores hubo siempre mujeres que no solo le servían, sino que participaban plenamente en la enseñanza y el anuncio de la Buena Noticia. Perfecto.

Lo que no dice el documento –pero cualquiera puede adivinar– es que Jesús también hoy sería reformador y crítico de todas las estructuras y jerarquías católicas, crítico radical de una institución patriarcal y dogmática, anclada en una cultura que no es la nuestra, secularmente aferrada a intereses sociales que no son los de los últimos, y que a pesar de todo ello se presenta con pretensiones de maestra de la verdadera educación. “Os habéis apoderado de la cátedra”, diría también hoy.

No puedo imaginar a Jesús, él que rompió tantos clichés y roles culturales religiosamente legitimados, no puedo imaginarlo denunciando, como hace el documento por enésima vez la “ideología del género” como una de las más graves “emergencias educativas” de nuestro tiempo. Y lo dicen citando al papa Francisco, como hoy se lleva entre los obispos, a la espera del que venga luego, pronto.

No puedo imaginar a Jesús, maestro itinerante y sanador a través de campos y aldeas, no puedo imaginarlo apelando a los Derechos Humanos y a la Constitución española para defender que en el sistema público de Enseñanza se siga impartiendo la enseñanza confesional de la religión católica, pagada por toda la sociedad, pero controlada por los obispos, que son quienes imponen los manuales y nombran a los profesores. ¿Cómo no han caído aún en la cuenta de que ese modelo confesional no solo se ha vuelto inadmisible en una sociedad plural y laica como la nuestra, sino que se ha convertido además en uno de los factores que más desacreditan a la Iglesia y al mensaje evangélico que pretende predicar?

Tampoco, por eso mismo, logro imaginar a Jesús afirmando, como afirmó recientemente Fernando Giménez Berriocanal, gerente de la Conferencia Epopiscopal Española, con ocasión de la presentación de la Memoria de Actividades de la Iglesia en España, que estudiar en los colegios católicos mejora la salud, reduce las diferencias sociales y “reduce la criminalidad”. ¿No se avergüenzan del panorama que tenemos y de ver que tantos dictadores de nuestra historia reciente y la inmensa mayoría de los especuladores, evasores y corruptos actuales del país, criminales todos ellos, han estudiado justamente en colegios católicos?

Ni puedo imaginar a Jesús contraponiendo, como contrapone el documento pastoral de los obispos vasco-navarros que comento, la espiritualidad zen, el reiki o la “nueva era” a la auténtica y única verdadera espiritualidad que sería la cristiana. Pues nunca dijo ni pensó Jesús que él tuviera la exclusiva del Espíritu, que “sopla donde quiere”, ni que él fuera el único “Hijo Unigénito Encarnado”, ni que Dios se revele más a unos que a otros y menos aún que los obispos sean sus últimos portavoces autorizados.

Con esas y algunas otras correcciones, este documento episcopal podría ayudarnos a abordar los grandes desafíos actuales de la educación para vivir. Una educación con vida, alma, espíritu. Con Espíritu. El Espíritu que inspiró a Jesús inspira y educa a todos los hombres y mujeres, independientemente de creencias y religiones. Es el aliento universal de vida. Es el alma de todos los seres. Es femenino en hebreo (ruah), masculino en latín (spiritus) y neutro en griego (pneuma). Él/Ella/Ello nos enseña desde fuera y desde dentro el camino de la vida.

 

Espiritualidad, Iglesia Católica , , , ,

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