ECLESALIA, 21/03/22.- Hace dos años, publicaba yo lo siguiente en mi espacio de Facebook: “En apoyo al movimiento feminista y a la lucha contra la violencia de género, desde ahora y durante todo el mes de marzo, los sacerdotes portarán el color morado”.

En ese momento el movimiento feminista estaba realizando manifestaciones contra la violencia, especialmente contra la mujer, en varios lugares del país. Se nos invitaba también a portar un pañuelo morado, como símbolo de solidaridad con este movimiento.

Desde luego hubo quienes no entendieron el sarcasmo y preguntaron: “¿qué no es acaso ese el color litúrgico de la cuaresma?” La publicación, ciertamente, era una broma, pero la reflexión que se sigue de ella, no. ¿Qué tal si nos tomamos este tema en serio? Estamos ya en plena cuaresma, que nos recuerda los cuarenta días del Diluvio, que representó la desaparición de una sociedad injusta e inhumana y la llegada de una nueva, más justa y humanizada. Nos recuerda también 40 años del pueblo judío en el desierto, dejando atrás una vida de esclavitud, para llegar a una Tierra Nueva y libre. Finalmente nos recuerda 40 días de Jesús en el desierto, preparándose para su misión de instaurar el Reino de justicia, de paz, de perdón, de tolerancia…

¿Qué tal si en esta cuaresma, en lugar de ayunar y no comer carne los viernes, hacemos todos y todas el esfuerzo para dejar atrás una sociedad intolerante, injusta, corrupta, violenta, y nos dedicamos a vivir en paz, desde nuestro pequeño entorno (familia, trabajo, escuela…)?

¿Qué tal si, incluso dentro de nuestra querida Iglesia, nos hacemos la reflexión y luchamos contra la discriminación de la mujer dentro de la misma, que también es una forma de violencia?

Y que, cuando vayamos a la iglesia, el morado que usa el sacerdote nos recuerde a todos esta lucha contra la violencia, especialmente la ejercida contra la mujer.

¡Que así sea! Un abrazo

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