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Dom 1. XI. 15. El prójimo es Dios. Amar a Dios y al Prójimo

Domingo, 1 de noviembre de 2015
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 31. Tiempo ordinario. Ciclo b. Mc 12,28-34. Sigue hoy, 2015, la misma disputa del principio de la Iglesia: ¿Qué es antes: Dios o el prójimo? En caso de posible “duda”: ¿A quien debería “asistir” primero: al Dios posiblemente “¿necesitado?” de mi religión o al prójimo realmente necesitado de mis manos de los duros caminos de la vida?

Pero no podemos quedarnos en observaciones generales: En contra de toda división, Jesús proclama este domingo un credo “práctico” (bíblico), que incluye dos mandamientos en uno: amar a Dios y amar al prójimo, añadiendo que a Dios le encontramos en el prójimo, como ha vuelto a decir el Papa Francisco en el Sínodo 15, quizá con escándalo de algunos, que parecen querer un Dios sin prójimo real, concreto.

Este doble mandamiento recoge la experiencia más profunda de la teología y vida israelita, centrada en el Shema (amor a Dios) que se amplía con el amor al prójimo (a partir de Dt 6, 4-9; cf. también Dt 11, 13-21 y Num 15, 37-41). El uso del Shema era habitual en el I d. C. Es normal que Jesús lo asuma, orando como buen judío.

imagesqParece que otros judíos, sobre todo helenistas, habían vinculado ya el Shema con la exigencia de amar al prójimo, citando Lev 19, 18 u otras palabras semejantes, pero sólo Jesús (que sepamos) ha formulado de un modo radical y condensado ese don (en amor somos) y esa exigencia (en amor vivimos), vinculando de manera inseparable a Dios y al prójimo.

De esa forma, el mismo Jesús ha resuelto en su evangelio el tema de los primeros concilios de la Iglesia (de Nicea a Calcedonia), vinculando y dando el mismo rango al amor de Dios y al amor al prójimo, pues Dios y el prójimo (en otro lenguaje Dios y Jesús) son radicalmente consubstanciales en temas de amor.

En esa línea ha de avanzar el compromiso del cristiano, sabiendo que el “camino del amor” no empieza subiendo a Jerusalén, sino bajando a Jerícó con el Buen Samaritano, como indica la imagen 2 y el comentario de Lucas, que incluimos al final de este post.

Hay dos amores y los dos se centran en uno: amar al prójimo como a ti mismo, empezando en la práctica por el prójimo.. Buen domingo a todos (añadiré más adelante un comentario a al Fiesta de los Santos, del mismo día 1 del XI)

Marcos 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?” Respondió Jesús: “-El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.” El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos.” El escriba replicó: “Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.”Jesús. Viendo, que había respondido sensatamente, le dijo: “No estás lejos del reino de Dios.” Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

La pregunta de los fariseos

Algunos fariseos, hombres del Libro, interpretaban a Dios como alguien que tiene poder para mandar, es decir, para imponer unos preceptos a sus criaturas, en este caso a los judíos. Ciertamente, la pregunta que dirigen a Jesús es buena (aunque lo hagan para ponerle a prueba) y que Jesús la admite. De todas formas, se trata de una pregunta sesgada, pues supone que lo más importante es la entolê, es decir, aquello que Dios ha mandado cumplir a los hombres.

Estos fariseos son hombres de alianza con Dios, pero también de mandatos que deben cumplirse. El problema no está en que los mandatos sean numerosos (más tarde se recopilan 248 positivos y 365 negativos, en total 613), pues muchos de ellos resultan obvios para los que viven dentro de una sociedad organizada sobre esa base legal.

Por eso, situados en su propio contexto, los judíos del tiempo de Jesús y sus sucesores no se pueden tomar como legalistas en el sentido peyorativo del término. No son legalistas, pero piensan que su vida se encuentra fundada sobre leyes de Escritura/Tradición que se presentan como voluntad de Dios. De todas maneras, es importante discernir: saber dónde se encuentra el centro y clave de los mandamientos, como hacen nuestros fariseos.

Estos fariseos no discuten sobre los mandamientos, pero quieren organizarlos de forma que puedan integrarse como un todo armonioso. Esta es la función de los fariseos:: traducir una Escritura histórica/narrativa en formas de código legal. Por eso, en el fondo de los mandamientos buscan el mandamiento, como si los 613 preceptos se pudieran condensar en una misma y única raíz.

Pues bien, Jesús acepta el reino y no responde con uno sino con dos, como indicando que al principio no hay un tipo de monismo (sólo Dios o sólo el hombre) sino un dualismo básico, un diálogo entre Dios y los humanos. Del primero hemos hablado ya en el tema anterior, que sigue siendo esencial para los cristianos. Del segundo queremos hablar ahora.

Un mandamiento en dos mandamientos. El primer homoousios

Conforme a la experiencia de Jesús, si sólo hubiera un mandamiento (el Shemá) la vida del hombre podría acabar en un espiritualismo teológico. Por eso, con buena parte de la tradición judía de su tiempo, él añade el mandato de Lev 19, 18: «amarás a tu prójimo como a ti mismo».

La novedad de Jesús está en la fuerza que ha dado al término común agapêseis (amarás: hebreo ‘ahabta) de Dt 6, 5 y Lev 19, 18, uniendo los dos mandamientos (amores) y diciendo que el segundo mandamiento (amarás al prójimo) es semejante (=igual) al primero.

Más tarde, la iglesia de los concilios (Nicea 325 y Calcedonia 451) ratifica el “homousios” cristológico: Dios y Cristo Jesús comparten una misma esencia divina, en forma personal, trinitaria.

Pero es anterior este homoousios práctico… que evoca el tema de los dos mandamientos, poniendo en el mismo plano los dos amores, el de Dios y el del prójimo, que es Dios para los hombres.

Los dos forman un solo mandamiento: son aquello que los fariseos llamaban el mayor de todos (megalê de Mt 22, 36). Desde este fondo podemos añadir que en el principio está la dualidad del amor: el amor a Dios se vuelve relación amor al prójimo, es decir, de persona con persona. Se vinculan así, desde el mismo Dios, el yo mismo y el yo del otro de modo que no pueden separarse.

(1) Amarás al Señor, tu Dios. Dios abre ante el hombre un camino de amor.

(2) (Amarás…) a tu prójimo. En el lugar de Dios viene a expresarse ahora el amor al otro, es decir, al individuo concreto. En el libro del Levítico, ese prójimo es el hermano o miembro del propio pueblo israelita; pero, en un sentido más extenso, puede también el pobre y extranjero, es decir, el que rompe las fronteras resguardadas de la propia comunidad (cf Lev 19, 10)

(3) Como a ti mismo. La medida del amor de Dios era no tener medida: experiencia de apertura infinita. Pues bien, la medida del amor al prójimo es ahora mi propia medida. Amarle como a mí mismo significa ponerle como otro yo a mi lado, haciendo de su vida espacio y centro de mi propia vida. Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , , , , , , , , ,

Dom 16 2 2014. Un Dios que se exige mucho (y mucho nos pide en amor).

Domingo, 16 de febrero de 2014
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1653783_254809184696281_946588030_nDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 6 tiempo ordinario, ciclo A. Mateo 5,17-37. El evangelio de Mateo, que ha crecido en diálogo interior con el judaísmo, ha presentado en seis antítesis (habéis oído que… pero yo os digo…) la novedad del evangelio, en contra de aquellos (judíos, cristianos, agnósticos…) que entienden la fe en Dios como pura estrategia de supervivencia propia (a costa de los otros).

En este contexto se plantean algunos de los elementos básicos de la vida cristiana, que empezaré exponiendo este domingo (de las dos últimas antítesis trata el evangelio del domingo que viene). El querido titular este post diciendo que “aquel que está peleado contra el prójimo ya le ha matado”.

Hay varias maneras de matar. Una de las más eficaces es oprimir al prójimo.

Para situar el tema (y adelantar los motivos del próximo domingo) he querido presentar a Dios ofreciendo su amor al mismo diablo. Parece evidente que este Dios del Sermón de la Montaña no está peleado con el Diablo, sino todo lo contrario… Es un Dios que se exige mucho a sí mismo, y que mucho nos pide a nosotros. Quien quiera ver más que siga leyendo. Buen domingo a todos.

a. Punto de partida, formulación general:

«No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque en verdad os que el cielo y la tierra pasarán antes de que deje de cumplirse ni una «yota» o una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así se lo enseñe a los hombres será muy pequeño llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 5, 17-20)

Se trata por tanto de una antítesis (o de una oposición) en el cumplimiento de la ley. Hay un cumplimiento legal de la ley, que para Mateo no es radical, ni responde a la voluntad de Dios; y hay un cumplimiento evangélico de esa misma ley, que Jesús ha radicalizado. Este pasaje recoge una extensa y dura polémica. Muchos cristianos (especialmente Pablo) no estarían de acuerdo con el planteamiento exterior de Mateo, diciendo que la ley ha cumplido ya su función y ha terminado (cf. Rom 10, 4).

Mateo piensa que la ley antigua (habéis oido…) ha cumplido su función, pero debe superarse; sólo subiendo de nivel, superando el plano de la pura ley, la verdadera ley encuentra su sentido.

— Jesús no ha venido a abolir y abrogar, como algunos judíos y judeo-cristianos afirman, sino para cumplirla, es decir, para llevar a plenitud lo que está latente en la ley.

— Cumplir la ley significa superarla. La interpretación de Jesús no destruye la Ley, sino que le da una consistencia mayor que la que tienen cielo y tierra. Por medio de esa nueva interpretación de la Ley, los cristianos que están en el fondo de Mateo se fueron separando de los fariseos, no para abandonar el judaísmo, sino para fundar una nueva y más honda interpretación de sus leyes básicas.

Las seis antítesis concretas.

En este contexto se entienden las seis antítesis que desarrollan la formulación anterior, antítesis que son para Mateo una aportación específica de Jesús al judaísmo (y al despliegue de la verdad del hombre. Quizá más que antítesis se podrían llamar síntesis, porque en general no niegan la ley anterior, sino que la profundizan.

(a) Mt 5, 21-26. No matar.

Texto base. Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado.
Añadido eclesial. [Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “renegado”, merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.]

Lo que se dijo a los antiguos (¡no matar!) es para Jesús insuficiente. No basta con evitar el asesinato externo, sino que es necesario que los hombres superen todo tipo de ira y violencia contra el prójimo. El Papa Francisco ha interpretado esta antítesis en su Exhortación Evagelii Gaudium diciendo que el mundo capitalista “está peleado con los pobres”, condenado a muerte a millones de personas.

(b) Mt 5, 27-30. No adulterar.

Texto base. Habéis oído el mandamiento “no cometerás adulterio”. Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.
Añadido eclesial. [Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno.

Evidentemente, la ley condena el adulterio desde la perspectiva del esposo (porque a la mujer se le considera propiedad del varón), no por la posible maldad del placer erótico, sino para que sea posible un amor personal, permanente, entre el esposo y la esposa. Pues bien, Jesús no sólo se opone a un tipo de adulterio externo, sino que quiere que los esposos (varón y mujer) se quieran y deseen en plenitud, descubriendo y gozando en su deseo-amor la más honda riqueza de la vida. En amor en este plano es un compromiso de entrega total, de persona a persona, como Dios que se entrega en amor a los hombres

(c) Mt 5, 31-32. Ley de divorcio.

Texto base. Está mandado: “El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.” Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.]
Añadido eclesial: Excepto en caso de impureza (porneia, infidelidad o prostitución).

Va en la misma línea de la anterior. La ley en cuanto tal sirve para restringir el derecho absoluto del varón, al que se le pide ofrecer un documento legal a la mujer a la que despide. Pues bien, Jesús va en contra de esa ley, para situar el matrimonio en el plano del compromiso definitivo de amor de un hombre y de una mujer. Amor del todo y para todo tiempo, eso quiere Jesús que sea el matrimonio. En este contexto introduce Mateo la cláusula restrictiva «a no ser en caso de fornicación [porneia]», que puede entenderse de diversas formas, pero que sirve para destacar el valor de la unión matrimonial por encima de una norma legal; el matrimonio en sí es indisoluble, pero en el caso de que esté roto irremisiblemente por porneia no tiene sentido mantenerlo.

(d) Mt 5, 33-37. No perjurarás.

Texto base. Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus votos al Señor”. Pues yo os digo que no juréis en absoluto
Añadido eclesial: [ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.] A vosotros os basta decir “si” o “no”. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.”

La ley exige mantener el juramento, como acto religioso (pues Dios mismo es quien avala los juramentos). La prohibición de Jesús (¡no jurarás!), matizada por el mismo Mt en otro contexto (Mt 23, 16-22), tiene un sentido básicamente religioso: Dios no está ahí para avalar los juramentos, sino que tiene valor en sí mismo, por encima de ese tipo de palabras sagradas. La verdad religiosa del hombre se sitúa en el plano de la vida profana, sin necesidad de introducir una palabra religiosa (de juramento) para ratificar por ella las relaciones humana.

Las dos siguientes antítesis aparecen el próximo domingo. Leer más…

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