Dom 13, tiempo ordinario. Marcos 5,21-43. Este evangelio nos sitúa ante dos mujeres, víctimas de opresión personal y familiar:
— una es joven, hija del archisingogo, y al parecer no tiene más remedio que morir, habiendo cumplido doce años (pues la vida mayor no le ofrece ningún aliciente);
— la otra es ya madura, pero lleva sufriendo doce años de mal flujo de sangre, y las autoridades sanitarias y sociales no le dejan tocan, ni dicer.
Ambas están vinculadas por una enfermedad que es parecida, la enfermedad de ser mujer en aquel contexto y circunstancia. Pero Jesús deja que le toquen; les da la mano y les cura, no para que vuelvan al orden antiguo, sino para iniciar con ellas un camino de humanidad.
Hoy comentaré el tema de la hemorroísa. Dejo para mañana el de la hija del archisinagogo. Retomo así un motivo usual en este blog, y lo haré siguiendo básicamente mi Evangelio de Marcos (Verbo Divino, Estella 1012), sin notas críticas, que el lector interesado deberá buscar en el libro impreso.
Ese pasaje de la hemorroísa ofrece dos mensajes antiguos, dos enseñanzas que siguen siendo nuevas también en nuestro tiempo, para hombres y mujeres:
a. Que la mujer pueda “tocar”, que pueda relacionarse corporal y humanamente con la vida, es decir, con los otros sin cortapisas ni limitaciones externas de género… Que no le impongan otros (sacerdotes y escribas) aquello que ha de hacer y sentir, cómo ha de vivir, aceptándose a sí misma, y así “tocar” al hombre, si ella quiere, como quiera, siempre que sea en respeto, para ser así persona.
b. Que la mujer pueda “contar”, decir lo que ha sentido; que recobra de esa forma la palabra, y diga lo que siente ante el corro de hombres que parecían dispuestos a imponer sobre ella su visión del mundo y de la vida. La verdad (toda la verdad, como en los juicios leales) es lo que ella tiene que decir, como verá quien siga leyendo.
Se trata de devolver la palabra a la mujer, dejar que ella diga y se diga, escucharla, y compartir con ella la trama de la vida.
La imagen 1 evoca el relato de la hemorroísa, en un fondo de sangre de vida.
La mujer de la imagen 2 es Catalina de Siena, que dice al papa y a la iglesia de su tiempo lo que ha de ser un papa y una iglesia.
Buen fin de semana a todos.
Texto: Mt 5, 24-34
(a. Una mujer quiere tocar…). 24 Y mucha gente lo seguía y lo estrujaba, 25 y una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años, 26 y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todo lo que tenía, sin provecho alguno, yendo más bien a peor, 27 habiendo oído hablar de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. 28 Pues se decía: Si logro tocar aunque sólo sea su manto, quedaré curada. 29 E inmediatamente se secó la fuente de su sangre y supo por su cuerpo que estaba curada del flagelo.
(b. Esa mujer tiene que decir) 30 E inmediatamente, Jesús, conociendo en sí mismo la fuerza que había salido de él, volviéndose a la muchedumbre, preguntó: ¿Quién ha tocado mi manto? 31 Y sus discípulos le replicaron: Ves que la gente te está estrujando ¿y preguntas quién me ha tocado? 32 Pero él miraba alrededor para ver quién lo había hecho. 33 Pero la mujer, temerosa y temblorosa, conociendo lo que le había pasado, vino y se postró ante él y le dijo toda la verdad 34. Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu flagelo.
1. Una mujer quiere tocar, esta mujer quiere vivir
Es una hemorroísa, mujer que los hombres declaran maldita, por su “menstruación irregular”… Fuente y foco de impureza para los hombres es esta mujer que avanza escondida y miedosa, en medio del gentío, pues si la reconocen deben hacer un hueco en torno a ella, expulsándola del grupo. Nadie puede ponerse en contacto con ella, ni tocar sus cosas.
Es una muerta viviente, expulsada de la sociedad y condenada a su propia soledad impura, por causa de una ley religiosa, defendida con celo por las «sinagogas» (por los archisinagogos, como éste al que Jesús acompaña). Pues bien, esta mujer, que no ha podido ser curada por la medicina (5,26), no se ha resignado a vivir como lo manda la ley israelita.
Es persona sin familia. Conforme a la ley sacral judía, su condición de hemorroísa (mujer con hemorragia menstrual permanente) la expulsa de la sociedad: no puede tener relaciones sexuales ni casarse; no puede convivir con sus parientes ni tocar a los amigos, pues todo lo que toca se vuelve impuro a su contacto: la silla en que se sienta, el plato del que come… Es mujer condenada a soledad, maldición social y religiosa. El milagro de Jesús consiste en dejarse tocar por ella, ofreciéndole un contacto purificador. En el fondo del relato hay un recuerdo histórico (forma de actuar de Jesús) y una experiencia eclesial (la comunidad cristiana ha superado las normas de pureza humana y sexual del judaísmo) .
Jesús no la ayuda para llevarla después a su grupo, ni le dice que venga a sumarse a la familia de sus seguidores, sino que hace algo previo: La valora como mujer, aceptando el roce de su mano en el manto y ofreciéndole el más fuerte testimonio de su intimidad personal; le anima a vivir y le cura, para que sea sencillamente humana, persona con dignidad, y para que construya el tipo de familia que ella misma decida. No la quiere convertir a nada (en nada) sino capacitarla para que ella sea, al fin y para siempre, humana. Socialmente impura era esta hemorroísa: rescatarla para la humanidad, para las relaciones personales, para la familia, esta ha sido una conquista capital del evangelio .
— Era hemorroísa desde hace 12 años (5, 25). Nadie podía acercarse a su cuerpo, compartir su mesa, convivir con ella. Como solitaria, aislada tras el cordón sanitario y sacral de su enfermedad, vivirá en la cárcel de su impureza femenina. No puede curarla la ley, pues la misma ley social y sacral la ratifica como enferma. Por eso no puede acudir a los escribas ni a los sacerdotes para curarse. Vive sin esperanza de curación humana, pues tampoco los muchos médicos (pollôn iatrôn; 5, 26) fueron incapaces de curarla. Lo ha gastado todo en sanidad y no ha sanado, como dice con ironía el texto . Leer más…
Biblia, Espiritualidad
Ciclo B, Curaciones, Dios, Evangelio, Hemorroisa, Jairo, Jesús, Tiempo Ordinario
Comentarios recientes