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No os aconsejo la paz, sino la victoria (Nietzsche) / La paz os dejo, pero no como la del mundo (Jesús)

Domingo, 1 de enero de 2023

El-extraño-origen-de-algunas-costumbres-muy-comunes-4Del blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

01.- Feliz año nuevo.

    En primer lugar feliz tiempo, feliz año nuevo 2023, que el tiempo y la vida transcurran en paz.

    De los tres aspectos que contiene la celebración de hoy: el día de María la Madre del Señor, el comienzo del año nuevo y la Jornada por la paz, me voy a fijar y centrar la homilía en la paz, y ello porque llevamos casi un año con la guerra entre Rusia y Ucrania, guerra en la están implicadas muchas naciones de Europa y América. Además existen otras guerras más o menos larvadas: Haití, Afganistán, Etiopía, Israel-Palestina, etc.

02.- Paz personal.

    El primer paso (no en el tiempo, pero sí en la vida personal) es la paz interior. Si no estoy en paz conmigo mismo, difícilmente viviré y construiré paz.

    El miedo e incertidumbre ante la vida, ante la culpa, el sentimiento de culpabilidad, el ansia de poder,, el complejo de superioridad étnica, racial, la prepotencia económica, el sentimiento de no sentirse amado pueden generar desasosiego, falta de serenidad y paz interior.

    En muchas situaciones no vivimos ni transmitimos paz, porque no la tenemos nosotros mismos.

    La aceptación serena de mi existencia –y la de los demás- con las limitaciones que podamos tener es fuente de paz interior.

    La paz interior comienza  cuando no somos ambiciosos ni pretendemos grandes cosas en la vida más allá de nuestra debilidad. Lo expresa bien el salmo 130:

Señor, mi corazón no es ambicioso,

ni mis ojos altaneros;

no pretendo grandezas

que superan mi capacidad;

sino que acallo y modero mis deseos,

como un niño en brazos de su madre.

La paz es serenidad del alma, tranquilidad del espíritu, sencillez del corazón.

    Y una vez que mi vida está en calma: estando ya mi casa sosegada, que dice S Juan de la Cruz habremos iniciado el camino de la paz.

03.- Paz social / mundial.

    Tensiones y conflictos, guerras, han surgido y surgen siempre por el instinto de dominio del ser humano. Han habido y hay guerras por pretensiones de prepotencia territorial (fronteras), por razones y odios étnicos (el super-hombre), por fanatismos religiosos (guerras de religión), por motivos económicos, etc…

Y las guerras nunca terminan en la paz. No es cierto el dicho latino que ha llegado hasta nuestros días: si vis pacem, para bellum: si quieres la paz, prepara la guerra.

El resultado de la guerra nunca es la paz. De una guerra salen vencedores y vencidos, pero no pueblos y gentes en paz.

A este respecto –y por desgracia- hay que recordar a Nietzsche, que por medio de Zaratustra (“Así habló Zaratustra”) decía. “No os aconsejo el trabajo, sino la lucha. No os aconsejo la paz, sino la victoria. La guerra y el valor han hecho más cosas grandes que el amor al prójimo”.

¿No es esta la actitud de algún o algunos líderes políticos y religiosos fanáticos de nuestro tiempo?

04.- Con humildad creemos y amemos la paz

Jesús, como buen judío dijo: “shalom” (paz, bienestar). Aunque Jesús dijo y sembró una paz, pero no como la desea el mundo: mi paz os dejo, mi paz os doy, pero no como la da el mundo, (Jn 14, 27-28)

Todavía hoy, cuando un judío saluda a otro con “shalom” (paz) no le desea sólo que no le hagan la guerra y que no le acosen sus vecinos. “Shalom” no es sólo bíblicamemte la ausencia de guerra. Es como un resumen de todos los bienes salvíficos. Desear “shalom” es desearle a uno la paz interior y exterior, la acogida, la fraternidad, el estar a favor del bien del otro, la armonía consigo mismo y con la naturaleza, la sintonía profunda con la vida y con el cosmos, la inefable paz con Dios.

05.- La paz os dejo, mi paz os doy.

    Jesús fue hombre de paz: bienaventurados los que trabajan por la paz. Pero la paz que Jesús nos deja no es como la de este mundo: mi Reino no es como los de este mundo. La paz que Jesús nos deja: la paz os dejo, mi paz os doy, no brota de los misiles y bombardeos, de la destrucción bélica o de la prepotencia nacional, racial o económica, sino que la paz de Jesús surge de otros criterios y valores como el respeto y estima de los seres humanos, el amor, el perdón.

    La paz de Jesús serena el alma y el corazón: No se turbe vuestro corazón, ni tengáis miedo. (Jn 14,17)

    Que durante el año que comenzamos y durante toda nuestra vida vivamos en la paz del Señor, seamos trabajadores de la paz.

 

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