Del blog de Xabier Pikaza:
Españolito que vas a nacer… ¿Una Iglesia que se atreve a bautizar?
La fiesta del nacimiento de Jesús como hombre-hijo de Dios ha desembocado en el surgimiento de una comunidad mesiánica, cuyo primer signo es el bautismo, es decir, el nuevo nacimiento.
En torno a Jesús se han empezado reuniendo algunos seguidores, no para juntarse ante un cadáver, recordando simplemente su memoria y lanzando proclamas de fidelidad o de venganza, sino para descubrir en él y para recorrer con él un camino de vida universal, un nuevo nacimiento. No tienen una pirámide funeraria para recordarle, sino el agua de la vida (de la creación) para retomar su camino y renacer con él.
De esa forma, el escándalo del fracaso de Jesús (¡no logró triunfar, todos le han matado!) se transforma en experiencia de nacimiento, desde Dios, en gratuidad, para la vida compartida, que los cristianos han expresado en su signo primero, el Bautismo:
‒ Bautismo, una experiencia de re-.nacimiento personal.No hemos nacido todavía de verdad, podemos renacer (renaceremos) en Jesús, por él, con él, en su mismo nacimiento. Porque Jesús nació en Nazaret/Belén, como hemos celebrado en esta Navidad, como Hijo de María y de José, por su primer nacimiento. Pero él ha renacido en el río con Juan Bautista.
‒ El hombre, un ser natal, alguien que nace no sólo de su padre y de su madre (¡que nace así!), sino del Espíritu de Dios (cf. Jn 1, 11‒12). El hombre no nace de fuera, como los animales, sino desde el fondo de sí mismo, por obra del Dios que expresa y despliega en él su vida.
‒ La navidad culmina, según eso, en el bautismo, en el gozo y tarea del nuevo nacimiento. El bautismo cristiano, como expresión del nacimiento a la gracia, no tiene por qué está vinculado a la niñez, sino que puede y debe celebrarse también en situación de vida adulta. Pero en un sentido fuerte la iglesia ha relacionado el bautismo de manera intensa con los niños, interpretando su celebración como nacimiento para la vida universal, para la comunión gratuita de los hijos de Dios.
Iglesia en salida: Bautizar
No se bautiza al niño en nombre de un sistema social, de un estado, de una patria política o de una economía. La iglesia le bautiza como Hijo de Dios (en nombre de la Trinidad) para la vida universal, para la fraternidad humana, comprometiéndose a ofrecerle un lugar donde podrá crecer para esa fraternidad.
Este es, a mi juicio, el primero de los retos de la iglesia. ¿Puede y debe hoy bautizar la Iglesia, garantizando al niño, en nombre de los padres y de la comunidad creyente, un espacio de crecimiento en libertad, sobre toda Ley? ¿Puede hoy hacerlo en verdad y mantener su ofrecimiento a lo largo de la vida?
Ciertamente, las afirmaciones tradicionales sobre un bautismo que borra el pecado original y que permite que los niños vayan al cielo si mueren siguen siendo válidas en un sentido. Pero nadie las toma ya de una manera literal. Bautizados o no, los niños son hijos de Dios y pertenecen al misterio de su vida, al camino de su cielo.
La iglesia no bautiza a los niños para quitarles un pecado de muerte, sino para celebrar con solemnidad su nacimiento a la vida, como un don de Dios, un camino de gracia, que se abre a la fraternidad universal y nos permite superar los riesgos de ley y de muerte del sistema.
Españolito que vas a nacer…
Al llegar a este contexto, muchos recordamos unos versos de Machado: “Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Españas (humanidades) te va a helar el corazón”[1]. Esos versos están vinculados al enfrentamiento de las dos españas, que estallaron, y mataron a muchos hombres, mujeres y niños, de odio, ceguera y venganza en la guerra y post‒guerra del 1936‒1936.
Hoy 2020 puede darse ese mismo enfrentamiento… Vuelven a surgir las dos Españas, es decir, las dos humanidades, de derecha y de izquierda, de ricos y pobres, de opresores y oprimidos… de forma que los hombres y mujeres no nacen ya en una humanidad abierta a todos, sino en cotos cerrados de resentimientos, mentiras y engaños.
Este españolito que nace (un hombre o mujer, de India o China, de Irak o de USA, bahutu o favelado) penetrará de hecho en un mundo dividido donde unos condenamos a otros diciendo que tienen corazón de hielo, de violencia o e venganza. ¿Pues bien, podremos llevar a ese niñito a la comunidad cristiana y decirle que nos alegramos de que haya nacido, ofreciéndole el agua de la vida y la fraternidad universal? ¿Le llevaremos a la comunidad, prometiéndole que todos seremos sus padres, hermanos, amigos y colegas?
¿Ofrece la Iglesia en España y en el mundo, a través del bautismo, una experiencia y camino universal de vida? No lo veo claro. Nuestra iglesia tiene miedo, se hace un coto cerrado, más de unos que de otros…
Este es a mi juicio el lugar donde se abre (ha de abrirse) para todos el ideal y camino de una humanidad fraterna, en gratuidad y gozo, en humanidad llena de Dios, pues todos somos en Dios hermanos.
Sólo podemos llamarnos y ser Iglesia allí donde, reunidos en torno a la cuna de Jesús, queremos abrir con Jesús y para Dios (es decir, para la nueva humanidad) un espacio de vida fraterna.
Una iglesia que puede (se atreve) a bautizar
En España y en otros países de tradición cristiana… se bautiza todavía a los niños en nombre de Dios Padre universa, por Jesús, en el Espíritu Santo… Pero crece una “creciente minoría” que ya no bautiza a los niños, no siente la necesidad de introducirles en una iglesia universal, sea por falta de fe en el Dios de quien nacemos, sea por falta de integración en la iglesia (que aparece como un ente residual…).
El tema central no es si los niños (o sus familiares inmediatos) están preparados para el bautismo, sino si la iglesia puede abrirse como pila bautismal de vida compartida para todos los creyentes, es decir, para todos los hombres y mujeres, en “nombre del Padre, del Hijo Jesús y del Espíritu”
La cuestión consiste en saber si las comunidades cristianas son hoy “madres y maestras de paz”, es decir, de humanidad, en diversidad y en comunión…, no para imponer nada a nadie, sino para ofrecer espacios de esperanza y comunión, en el Dios en quien todos vivimos, nos movemos y somos.
LECTURA Y EXPLICACIÓN DEL TEXTO DEL DOMINGO: MT 3, 13‒17
Y con esto pasamos al texto del domingo del bautismo: Mt 3, 13-17. Ésta año toca la versión de Mateo en la que se pone de relieve la novedad de Jesús, que se deja bautizar por Juan. Divido el texto en dos partes: a) Objeción de Juan (3, 13‒16). b) Bautismo. Para comentarlos resumo lo que he dicho en Evangelio de Mateo (Verbo Divino, Estella 2017)
- Objeción de Juan (Mt 3, 13-15 par).
3, 13‒15. Entonces vino Jesús desde Galilea al Jordán, donde estaba Juan, para ser bautizado por él. 14 Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti ¿y tú vienes a mí?» 15 Jesús respondiendo le dijo: Permite por ahora pues conviene que así cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.
Mateo responde así al escándalo que ha podido suscitar el hecho de que Jesús haya sido bautizado (iniciado) por Juan, apareciendo como alguien que viene no sólo después, sino que está subordinado a Juan. Parece claro que algunos círculos judíos acusan a los cristianos no sólo de ser unos meros continuadores de Juan, sino de depender de su mensaje. Jesús no podría ofrecer nada nuevo y su proyecto sería una variante subordinada del proyecto del Bautista. Para superar esa acusación ha creado Mateo esta escena:
Leer más…
Biblia, Espiritualidad
Bautismo, Ciclo A, Dios, Evangelio, Jesús, Tiempo Ordinario
Comentarios recientes