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Tres hombres atacan con cadenas a una mujer trans en Medellín

Miércoles, 6 de julio de 2022
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8BBE728F-BF2B-4AA9-8103-4D029535D468Captura del vídeo en el que se ve a una mujer trans en el suelo tras ser agredida por tres hombres en Medellín, Colombia.

Colectivos LGTBI y el alcalde de la ciudad colombiana han condenado los hechos y piden una investigación para llevar a los responsables ante la Justicia. Al menos 11 personas trans han sido asesinadas en el país en los que va de año.

El ataque a una mujer trans con cadenas y con una correa en una calle del centro de Medellín causó indignación en Colombia, donde los ciudadanos piden a las autoridades esclarecer los hechos y llevar ante la Justicia a los responsables.

La denuncia fue hecha por la Red Comunitaria Trans, que publicó en sus redes sociales el vídeo del brutal ataque cometido por tres hombres que golpearon a la mujer con las cadenas y la correa.

“¿Hasta cuándo las personas trans tenemos que vivir con miedo? Este año han asesinado 11 mujeres trans en Colombia“, aseguró la ONG en Twitter.

Ante lo ocurrido, la Red Comunitaria Trans pidió a la Fiscalía y a la Alcaldía de Medellín “el esclarecimiento de los hechos, la identificación y judicialización de los responsables”.

El alcalde de la ciudad, Daniel Quintero, manifestó que sentía “dolor en el alma” porque “sigan ocurriendo hechos de violencia contra nuestra población LGBTIQ+”.

“Medellín debe ser la capital de la No Violencia y de la inclusión. Desde la Alcaldía ya estamos atendiendo el caso. Los agresores deberían estar tras las rejas“, añadió el gobernante local en Twitter.

Al menos 25 asesinatos a personas LGTBIQA+

Al menos 25 personas LGBTIQA+ fueron asesinadas en Colombia entre enero y abril de 2022, según el Observatorio de DD.HH. de la ONG Caribe Afirmativo, que mostró su preocupación por “el aumento de las violaciones sistemáticas de los derechos de las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas”.

La situación más preocupante la vivió el departamento de Antioquia, donde se registraron 10 crímenes, de los cuales 9 ocurrieron en la capital regional, Medellín, según el Informe de Derechos Humanos de Personas LGBT (enero-abril de 2022).

El resto de homicidios sucedieron en Atlántico, Magdalena y Valle del Cauca (2), y en Bogotá, Cauca, Caldas, Cesar, Córdoba, Quindío, San Andrés, Santander y Tolima.

Fuente Agencias

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Una mujer trans fue asesinada en el barrio Tintala, en Bogotá

Lunes, 1 de febrero de 2021
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6012f7ab1ff58Verónica Solano (Archivo Particular)

El caso fue denunciado en redes por la Red Comunitaria Trans. Es el segundo que se registra en 2021.

Verónica Solano, mujer trans asesinada en el barrio Tintala.

La Fundación Red Comunitaria Trans, organización que trabaja por los derechos de la población trans en Colombia, denunció este jueves un nuevo asesinato de una persona con experiencia de vida trans.

Se trata de Verónica Solano, una mujer trans, cuyo cuerpo, según esa organización, “fue encontrado sin vida y con varias heridas con arma blanca” en el barrio Tintala, de la localidad de Kennedy, en Bogotá.

La Red Comunitaria Trans advirtió a través de sus redes sociales que “su cuerpo muestra que hubo dolor, sufrimiento, prejuicio, odio, sanción a su construcción identitaria, y nos exige verdad, justicia, reparación y no repetición”.

De igual forma, les pidió a la Procuraduría, la Fiscalía General, la alcaldía de Bogotá y la Personería de Bogotá adelantar las respectivas investigaciones. “Que la muerte de Verónica no quede en la impunidad”, señalaron desde esa organización.

El de Verónica es el segundo caso que se conoce este año de una una persona con experiencia de vida trans asesinada en Colombia.

El primero, como lo reportó este diario, se registró el sábado 2 de enero, cuando Samantha, una mujer tras que trabajaba como estilista en Mariquita, Tolima, fue atacada por hombres armados que se movilizaban en una motocicleta y huyeron del lugar sin ser identificados.

Según un conteo que adelantó la Red Comunitaria Trans, en 2020 se documentaron 32 casos de personas trans asesinadas en el país.

En principio se tenía conocimiento de 31, pero hace unos días esa organización informó de otro caso que se registró el pasado 30 de diciembre en Ipiales, Nariño. La víctima se llamaba Erika y, según se denunció, “recibió golpes, puñaladas en el cuello y hubo violencia sexual”.

Sin embargo, varias organizaciones han advertido que hay un subregistro y que la cifra de personas trans asesinadas en razón de su identidad de género es, seguramente, más alta.

Red Comunitaria Trans

hace 21 horas

⚠️No ha termina enero y ya tenemos que registrar el segundo asesinato del año. ¡Que impotencia!

El cuerpo de Verónica Solano fue encontrado sin vida y con varias heridas con arma blanca en el barrio Tíntala. La mataron a punta de puñaladas…su cuerpo muestra que hubo dolor, sufrimiento, prejuicio, odio, sanción a su construcción identitaria, y nos exige verdad, justicia, reparación y no repetición.

Nos siguen matando por construirnos como mujeres libres. Las persona

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Fuente El Tiempo

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Denuncian el asesinato de una mujer trans en Mariquita, Tolima (Colombia)

Sábado, 30 de enero de 2021
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 5ff372e8130aaFoto: Archivo Particular

Es el primer asesinato de una persona trans que se registra en 2021. En 2020 se documentaron 31.

 Sammy, mujer trans asesinada en Mariquita, Tolima.

La Red Comunitaria Trans, organización que trabaja por los derechos de la población trans en Colombia, denunció este lunes, a través de sus redes sociales, el asesinato de una mujer trans en el municipio de Mariquita, en Tolima.

La víctima fue identificada como Samantha, a quien sus allegados llamaban de cariño Sammy. Medios locales reportan que la mujer trabajaba como estilista en ese municipio.

De acuerdo con la información compartida por esa organización, los hechos ocurrieron el sábado 2 de enero, cuando Samantha “fue atacada por hombres armados que se movilizaban en una motocicleta y huyeron del lugar sin ser identificados”.

Los agresores, añadió esa organización, “llegaron hasta la Calle 10, entre carreras segunda y tercera, y de manera indiscriminada dispararon contra la humanidad de Sammy”.

De momento, las autoridades no han emitido un parte de información sobre el hecho. Sin embargo, familiares y amigos elevaron un llamado por medio de redes sociales para que se investiguen los móviles del crimen y se dé con el paradero de los responsables.

La Red Comunitaria Trans informó, además, que este es el primer asesinato de una persona con experiencia de vida trans que se registra en 2021.

Según un conteo que adelantó esa misma organización, en 2020 se documentaron 31 casos de personas trans asesinadas en el país.

“La situación no parece mejorar”, se lamentaron, al tiempo que manifestaron: “Las personas trans queremos vivir… no solo sobrevivir”.

***
Red Comunitaria Trans

hace aproximadamente un mes

Con gran dolor tenemos que registrar el primer asesinato del año. Cerramos el 2020 con 31 personas trans asesinadas y la situación no parece mejorar.

En la noche del sábado Sammy, mujer trans, fue atacada en Mariquita por hombres armados que se movilizaban en una motocicleta y huyeron del lugar sin ser identificados. Llegaron hasta la Calle 10 entre carreras Segunda y Tercera y de manera indiscriminada, dispararon contra la humanidad de Sammy.

¿Cuantas vidas más necesitan pVer más

Fuente El Tiempo

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Mujeres transgénero, las más violentadas entre la comunidad LGBTI

Sábado, 20 de junio de 2015
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x63891_145424_1.jpg.pagespeed.ic.1zgmT3IddeFoto: Paula Thomas

Alrededor del 50% de los homicidios perpetrados en contra de la comunidad LGBTI tiene como víctimas a mujeres transgénero. Revista FUCSIA entrevistó a cuatro luchadoras que han logrado ser ejemplo de su comunidad.

Basta con que una mujer transgénero que trabaje en la Zona de Tolerancia, ubicada en el barrio Santafé de Bogotá, camine una cuadra más allá de su lugar de confort para que sea amenazada a muerte por los jíbaros y miembros de bandas criminales que controlan el barrio a baja voz.

Basta con que decida, una noche cualquiera, quizá buscando mejores clientes, ir más allá de la frontera invisible que existe entre las calles 19 y 22 –donde aquellos que mandan les han permitido ubicarse y adonde no llegan las ‘gallinas’, que son las mujeres uterovaginales– para que sea baleada o amenazada con panfletos que en la madrugada pasarán bajo su puerta.

Santafé es, paradójicamente, el lugar donde las transgénero dicen sentirse de verdad libres: no en vano es en ese barrio de pocas cuadras adonde migran –desde cualquier lugar de Colombia– en busca de trabajo, aceptación, y con la intención de conformar grupos que con el tiempo se transformarán en familias sociales.

447x282x743_14_52_1.jpg.pagespeed.ic.PnY6haFAEZLulú, de 28 años y Coqueta de 55 años. Foto: Paula Thomas

Llegan con nombres distintos a los de su nacimiento; en su maleta traen maquillaje barato y vestidos que fueron comprando con el tiempo y que por fin, con tranquilidad, podrán lucir.

Ahora, y sin tener los ojos de sus familiares en la nuca, tienen la intención de tomar hormonas, practicarse cirugías, aplicarse, así sea, silicona industrial con tal de verse femeninas –aunque este procedimiento pueda causarles graves infecciones, el dinero sea escaso y el Plan Obligatorio de Salud no reconozaca la transformación de este grupo poblacional–.

Quieren reinventarse; olvidar así su primera identidad. Una que no iba ligada con su deseo. Esta transformación, sin embargo, implica una alta posibilidad de peligro, y no solo en lo que concierne a su salud. Se estima que alrededor del 50% de los asesinatos contra la población LGBTI –164 entre 2013 y 2014, según nuevas cifras de Colombia Diversa que serán presentadas el 11 de junio– se cometieron contra mujeres transgénero.

Este panorama es tenebroso. Pero no ha logrado amedrentar a estas mujeres, no las ha limitado, y muestra de ello son cuatro valientes que entrevistamos en la Revista FUCSIA: Coqueta, de 55 años, Katalina, de 29, Lulú, de 28, y Stephanye, de 18.

Las cuatro huyeron de sus hogares antes de cumplir la mayoría de edad para poder transformarse tranquilamente. Las cuatro han sido señaladas en la calle, en cualquier esquina, por lo que reclaman no ser visibles.

“La gente fija la mirada, imprudentemente, y yo solo quiero ser invisible, ser parte de la sociedad sin ser vista, burlada, señalada, juzgada. El problema es que la gente no entiende cómo se construye una persona transgénero. No entienden que hay otras formas de ser mujer y de ser hombre: que hay mujeres con pene y hay hombres con vagina”, dijo Lulú. Las cuatro han vivido y se han transformado en Santafé: un lugar que consideran de apertura mental, aunque sea muy pequeño para sus expectativas a futuro.

Todas forman parte de la Red Somos y la Red Comunitaria Trans, en donde, con trabajos en técnicas de salud sexual y reproductiva, han alcanzado un sueldo digno que les ha permitido salir del estereotipo según el cual estas mujeres solo pueden ser peluqueras o prostitutas.

Aun así, todas han conocido las drogas, la violencia judicial, la prostitución, menos Stephanye, quien, por ser la más joven, ha crecido en un entorno donde las organizaciones civiles le brindan posibilidades distintas. Esto, sin embargo, no la blinda: “Tengo miedo del futuro. Miedo de que sufra tantas agresiones que yo misma termine volviéndome amenazadora y violenta. Llevo dos meses en Bogotá. He pasado un sinnúmero de hojas de vida en barrios distintos y nadie me da trabajo por mi condición. Mientras piensan que soy, naturalmente, mujer, me entrevistan. Apenas muestro mi cédula, donde dice que mi género es masculino, me cierran las puertas“.

Una de ellas, Katalina, fue la primera transgénero en estar en una cárcel de hombres en La Picota. Otra, mientras trabajaba en los años noventa, vio a cuatro amigas morir en Santafé: “Fueron baleadas”, dice Coqueta. Lulú,

de niña, jugaba con los vestidos de primera comunión de sus hermanas y sentía que su único consuelo era el espejo, cuando, con el pintalabios de su madre, se ponía algo de color. Todas, con el tiempo y mucho después de huir de casa, fueron aceptadas por sus madres biológicas. Pero, en sus cédulas, ninguna es identificada como mujer. Esto significa que, si llegan a morir, si llegan a estar en esa lista de mujeres transgénero que año tras año son asesinadas, deberán ser enterradas como hombres. Con otras inconveniencias.

507x320x743_14_54_53.jpg.pagespeed.ic.yRtxZteOYdStephanye, de 18 años. Foto: Paula Thomas

De los 164 casos de homicidio señalados por Colombia Diversa –de ellos, dos de las víctimas eran lesbianas, dos homosexuales, y el resto, probablemente, transgénero– solo seis recibieron sentencias condenatorias.

Los demás casos o bien han quedado impunes o bien siguen abiertos; a pesar de los esfuerzos que ha hecho la Fiscalía General de la Nación, organización que, desde que el fiscal Eduardo Montealegre entró en mando, asumió una lucha total contra la discriminación de las personas LGBTI.

Con la idea de que la identidad de género y la orientación sexual son parte esencial de la personalidad, la organización abrió en 2014 la Dirección Nacional de Políticas Públicas y Planeación, que a su vez creó un equipo orientado en géneros y enfoque diferencial.

“La Fiscalía ahora contempla los homicidios hacia la población LGBTI como un agravante, ya que son asesinatos que se hacen por prejuicio. Nuestro personal entiende que la sexualidad es parte del derecho a la dignidad”, dijo la fiscal María Cecilia Córdoba. Para esto, se entrenaron a 35 fiscales, quienes hoy tienen entre sus manos 267 casos activos de agresión o asesinato, de los cuales 18 están actualmente en juicio.

La mayoría de los casos involucra a una mujer transgénero. La respuesta al porqué parece ser algo compleja: “Los cuerpos transgénero incitan una especie de pánico, ya que van en contra del orden social establecido, y del binarismo hombre-mujer”, dice María Mercedes Gómez, coordinadora de Latinoamérica y el Caribe para el International Gay and Lesbian Human Rights Commission. El perpetrador, entonces, empoderado y con sentido de derecho y de deber, apunta siempre a destruir el cuerpo de la víctima, que es el que lo hace cuestionar su individualidad.

“La persona que se percibe como transgénero lo que muestra es que la asignación de los sexos no es irrevocable. De ahí surge el miedo del perpetrador: los cuerpos transgénero revelan que aquello que consideran tan universal, certero y necesario, como el género, puede ser susceptible al cambio, a la indeterminación. La víctima no hace nada para ser agredida, es el perpetrador que, desde su mirada, la sataniza, la vuelve estereotipo”, explica Gómez.

Según Alejandro Lanz, de Colombia Diversa, las víctimas usualmente son atacadas en las partes que las identifican como mujeres –los senos, los glúteos, el pelo largo–. Cuando se usa arma blanca, no son apuñaladas una vez, sino un sinnúmero de ellas, con el único propósito de destruir o cicatrizar el cuerpo.

Una vez llegan esos cuerpos a Medicina Legal no los identifican como femeninos, sino como masculinos, por lo cual se hace difícil que la familia social que crearon en Bogotá las identifique –ya que no cuentan con su nombre de registro–, y que se tenga claridad sobre el número exacto de homicidios en contra de este grupo poblacional.

De las mujeres a las que entrevistamos, la mayor de ellas, Coqueta, está repleta de cicatrices. Las tiene en brazos y piernas, en el abdomen y en la cara. “Son la muestra de que he resistido –dice riendo, porque todas estas mujeres ríen, a pesar de la vida que han llevado–. He sobrevivido porque he querido superarme. Ya era una mujer trans cuando estudié el bachillerato, tenía alrededor de cuarenta años”.

En su día a día, Katalina, Lulú, Coqueta y Stephanye caminan las peligrosas calles de Santafé, no para buscar clientes, sino para repartir condones, tomar pruebas de sangre a sus compañeras y verificar que no tengan una enfermedad de transmisión sexual; también para alentarlas a que se inscriban en diversos programas creados para ellas por el SENA y la Alcaldía a través de Bogotá Humana.

En las noches, incluso, cuidan que aquellas que se están prostituyendo no estén pasando frío. La única para la que Santafé es un lugar desconocido es Stephanye, quien acaba de llegar de Buenaventura después de ser amenazada por su identidad de género –bandas criminales le dijeron que iban a matarla en una casa de pique si no se iba–. Ella es solo una de las casi 150 personas de este grupo poblacional que han sido desplazadas a causa del conflicto armado, según cifras de la Fiscalía.

Pero no solo los grupos armados y las bandas criminales agreden a la población LGBTI. También la Policía. Así, de los 79 casos de abuso policial que logró identificar Colombia Diversa en 2013 contra la población LGBTI, más del 50% fue en contra de mujeres transgénero.

“Es común que los policías lo cojan a uno de parche –dice Katalina–. Si una mujer transgénero denuncia que es violada, ellos se ríen y le dan paso libre al victimario. Si uno llega a denunciar maltrato, es común que uno le diga al otro: ‘Mira, aquí te traje a tu mujer’. Por eso no denunciamos, y sin denuncias los casos quedan impunes“.

El problema de la impunidad reside, también, en que los agresores sienten –de parte del Estado– un permiso para ejercer limpieza social. Y es que en parte, como sociedad, sí tenemos la culpa: el simple hecho de que no haya registros de cuántas mujeres transgénero hay en Colombia, porque su cédula siempre dirá que son de género masculino, habla de una tendencia hacia la vergüenza y el ocultamiento.

Lo realmente valiente y hermoso de mujeres como Lulú, Katalina, Stephanye y Coqueta no es solo que hayan logrado sobrevivir, sino cómo lo han hecho. Han vivido, felices y en el amor, a pesar de ser materia de agresiones constantes.

Cuidan a sus pares, incluso en las cárceles, ya que ellas mismas han ideado un programa para visitar a las mujeres transgénero que se encuentran en penitenciarías masculinas. Como sociedad, sí, las hemos restringido, dándoles un permiso tácito para que se muevan en un lugar al que le hemos puesto un nombre, en teoría, compasivo: Zona de Tolerancia. Este nombre, sin embargo, es contrario a un sustantivo como “compasión”. Pero, si a pesar de esta restricción estas mujeres han demostrado suficiente poder para ser libres y actuar a favor de sus derechos, imaginémonos lo que podrían hacer si las dejamos ejercer su voluntad. Es hora, entonces, de abrirles paso.

Fuente Fucsia.com

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