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Ser peluquero o tomar Baileys, pruebas suficientes para encarcelar gays en Camerún

Sábado, 13 de septiembre de 2014
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Frame-Cabecera-FacebookExtremadamente surrealista. Ser peluquero o tomar Baileys se han convertido en pruebas suficientes para encarcelar a hombres acusados de “homosexulidad” en Camerún. Un abogado camerunés especializado en derechos humanos ha descrito cómo los tribunales de este país africano utilizan estereotipos de género para condenar a los gays sospechosos.

Michel Togue es un abogado que asegura haber defendido a decenas de personas acusadas de sexo gay, de las cuales muy pocas fueron realmente sorprendidas en el acto. Así lo afirma en una entrevista concedida a ThinkProgress. Por ese motivo, en muchas ocasiones la policía recurre a estereotipos para detenerlos. Entre ellos, la profesión a la que se dedican los acusados. “Que trabajen en una peluquería es una prueba que los tribunales consideran para mandarlos a prisión”, explica el jurista.

El abogado también denuncia que si los arrestados son pillados consumiendo “una bebida para mujeres”, también ingresarían en prisión condenados por “homosexualidad”. De hecho, un juez condenó a uno de sus clientes por tomar Baileys Irish Cream, una bebida que el juez consideraba “solo para mujeres”.

Camerún castiga la homosexualidad con multas y penas de hasta cinco años de prisión, en función del Artículo 347 Bis de su Código Penal.

Muchos individuos han sido acusados por sus propios familiares o vecinos, e incluso por sus ex amantes, aunque en un caso el denunciante también fue arrestado. Togue relata que recientemente trató de liberar a dos mujeres que habían sido acusadas por sus vecinos. Sin embargo, ninguno las había visto practicando sexo. El abogado sostiene que incluso en los casos en los que fuesen descubiertos en pleno acto sexual, esto supondría una violación de la privacidad, que también es ilegal. “Para pillar a las personas que tienen relaciones sexuales, para atraparlos en el acto, hay que quebrantar la ley. Tienes que violar su intimidad, lo que supone un delito”, explica. “Pero la policía no se ocupará del delito de la violación de la intimidad, sino que se centrará en el hecho de que dos personas del mismo sexo son descubiertas manteniendo relaciones”, añade.

“Una persona homosexual es nuestro amigo, es nuestro hermano, es nuestra hermana, es parte de nuestra familia; no es un extraño, no alguien que viene de fuera”, apunta el abogado, que espera que la población camerunesa tome consciencia y llegue a tolerar algún día a la población LGBT.

Y es que los casos de homofobia en este país son flagrantes. Son raras las ocasiones en las que son liberados antes de completar la sentencia. Un ocasión particular ocurrió en noviembre de 2011, cuando dos jóvenes fueron detenidos y encarcelados por “vestir como mujeres e ir maquillados”. Tuvieron que esperar dos años para salir de prisión.

Amnistía Internacional ha recogido más de 8.000 firmas para que la población camerunesa no vaya a prisión por su orientación sexual o identidad de género.

Fuente Ragap

Homofobia/ Transfobia. , , , , , ,

Condena de por vida para los homosexuales de África.

Martes, 18 de febrero de 2014
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1392580632_115937_1392581067_noticia_normalRetrato de un joven homosexual ugandés. / DESRUS BENEDICTE (CORDON PRESS)

Leemos en El País:

El joven Mbede, muerto en enero, fue encarceldo por declararse por sms

Caza al homosexual

El mensaje de móvil decía lo siguiente: “Estoy muy enamorado de ti”. Salió del teléfono de Roger Jean Claude Mbede, joven camerunés muerto el pasado 10 de enero, a la edad de 34 años. El receptor del sms era un amigo al que conoció a finales de 2010, mientras cursaba un máster en filosofía de la educación en la Universidad de Centroáfrica, en Yaundé, capital de Camerún. El individuo del que Roger se había enamorado trabajaba en la administración de la Presidencia de la república, ocupada desde hace más de 30 años por Paul Biya. El 2 de marzo de 2011, este joven telefoneó a Mbede para invitarle a su casa tras llegar a su buzón telefónico la declaración de amor. Allí aguardaban al invitado por sorpresa dos policías en lo que, según llegó a concluir Mbede posteriormente, era una emboscada orquestada por su anfitrión y supuesto amigo. Siete días después entraba en la prisión de Kondengui con una condena de tres años y un estigma que le llevarían a la muerte: era homosexual.

“Sus últimos días fueron un infierno”, admite en un intercambio de correos uno de los abogados de Mbede, el también camerunés Michel Togué, acosado y amenazado en su tierra por defender en los tribunales a un homosexual —se ha visto incluso obligado a enviar fuera del país a su familia. “La mediatización de su caso le ha expuesto a la homofobia de la sociedad camerunesa y de su familia”, continúa el letrado que junto a Alice Nkom y Saskia Ditisheim trataron de sacar del penal al joven camerunés. Ni los suyos pudieron resistirse a condenar a Mbede por su orientación sexual. “Le veían como un servidor del diablo”, señala Togué. Y por eso, como apuntan activistas que han seguido el caso hasta el triste final, le dejaron morir muy enfermo en su localidad natal, Ngoumou, cerca de Yaundé.

Pero no siempre fue así. “Antes de que se revelase que era homosexual”, recuerda Togué, “Roger tenía una vida normal con su entorno, pero tras su condena, esa armonía se convirtió en una discriminación salvaje y una estigmatización total”.

Mbede no es un caso excepcional, aunque por llegar su pena al Tribunal Supremo de Camerún se convirtiera en un símbolo, un ejemplo del maltrato, sentencia y marginalización de los homosexuales en ese país, que ha traspasado fronteras. La muerte de Mbede coincide con la reciente aprobación en dos países africanos de leyes que encierran a los gais entre rejas por serlo, mostrarlo o unirse en pareja; dos polémicas normas que persiguen a cualquiera que anime la homosexualidad —se haga como se haga eso— o participe en organizaciones o forme parte de clubes gais.

Primero llegó Uganda, en diciembre, con el visto bueno parlamentario de un paquete legislativo que prevé incluso la cadena perpetua por actos homosexuales. El presidente ugandés, Yoweri Museveni, bien por la fuerte presión internacional —azotada por organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch— o bien porque no aceptaba alguna coma del texto, se negó a firmarlo en primera instancia y la ley está por el momento bloqueada. Un portavoz de Museveni admitió no obstante a la agencia de noticias AFP que el mandatario mantenía que los homosexuales están enfermos, pero que no por eso había que matarles o condenarles de por vida.

Eso habrá que verlo porque el pasado viernes, el presidente ugandés comunicó a miembros de su partido, el Movimiento de Resistencia Nacional, que firmará. Y lo hará avalado por el trabajo presentado por un grupo de científicos convocados por el Ministerio de Sanidad para resolver el siguiente dilema: el homosexual nace o se hace. La conclusión a la que han llegado apunta a que no existe “responsabilidad genética” en la homosexualidad, esto es, que no es una enfermedad, sino un comportamiento “anormal” que surge en la vida. Y visto así, hay que regularlo, han aconsejado a Museveni sus expertos.

“La homosexualidad”, le comunicó al presidente el asesor científico Richard Tushemereirwe, según recoge Reuters, “tiene consecuencias serias para la salud pública y, por lo tanto, no debe ser tolerada”.

Nigeria impone penas de hasta 14 años por uniones entre homosexuales

Screen-shot-2013-12-15-at-7.00.23-PMAsesinato por linchamiento de dos homosexuales en Nigeria ante la misma policía

Tras Uganda llegó Nigeria a mediados de enero, que si bien evitó la posibilidad de mandar a alguien a prisión a perpetuidad, sí marcó grosso modo dos caminos posibles: 14 años en el penal para los que, siendo del mismo sexo, osen celebrar su unión, y 10 años para aquellos que alienten la homosexualidad, participen en asociaciones gais, actos homosexuales… Aquí no hubo forma de bloquear nada. El presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, firmó la norma —conocida como la ley “Encarcela a los gais”— y en prácticamente 24 horas empezaron los arrestos.

Pero ni la ley viene de nuevas —fue aprobada ya en el Senado en 2011— ni la homofobia pilla por sorpresa a los nigerianos. Según pudo saber la ONG Amnistía Internacional, las autoridades del Estado de Bauchi, uno de los 36 que forman Nigeria, contaban ya con una lista de 168 personas sospechosas de ser homosexuales. Bauchi es, en cualquier caso, uno de los nueve Estados en los que rige la sharía (ley que aplica con rigor los dictados del islam) y juzga por tanto ilegal la homosexualidad —el pasado 17 de enero, la cadena BBC informaba de la condena en este Estado a 20 latigazos a un joven, Mubarak Ibrahim, por haber mantenido relaciones sexuales hace siete años.

El presidente de Uganda firmará una ley que prevé la cadena perpetua

“[Desde la aprobación de la ley] ha habido muchas detenciones, pero también han puesto a muchos en libertad posteriormente”, relata en conversación telefónica Makmid Kamara, investigador para Nigeria de Amnistía, organización que tilda esta norma, como lo ha hecho Naciones Unidas, de “draconiana”.

Los arrestos, sirva de ejemplo Bauchi, no provienen solo de las fuerzas de seguridad del Estado o de la policía de la sharía. “Mucha gente se ha visto forzada a abandonar su casa por los ataques de grupos de ciudadanos”, apunta Kamara. “Hay muchos que se han tenido que ir a dormir con amigos para evitar a los asaltantes”, prosigue. ¿Por qué cebarse ahora contra los homosexuales? “No es nuevo, antes teníamos casos aislados de agresiones, pero ha habido una escalada de la violencia con esta ley”, responde el investigador de Amnistía. Preocupan las agresiones a esta organización, pero también la marginalización a la que los legisladores nigerianos han querido someter al colectivo gay, a los activistas que luchan por sus derechos, a sus organizaciones, a la libre asociación de personas…

¿Qué será, por ejemplo, de las ONG que tratan de prevenir el contagio del VIH y a las que acuden sin duda ciudadanos homosexuales? “Cualquiera puede caer en las manos de esta ley”, advierte Kamara, “y como ejemplo están las tomboys [mujeres con apariencia y comportamientos masculinos]”. También están en la mirilla de las masas que azuzan la homofobia.

Camerún, Nigeria, Uganda, Ghana, Senegal, Gambia… Según las cifras de Amnistía, 38 de los 54 países del continente africano, un 70%, criminalizan la homosexualidad. En algunos, como Mauritania, Somalia o Sudán, ese delito puede llevar a una sentencia de muerte. ¿A qué se debe tan vasto rechazo a la homosexualidad en África? Motivos sociopolíticos hay muchos, pero hay uno que se repite más que otros: la religión.

El 70% de los países africanos consideran un crimen ser homosexual

El think tank estadounidense Pew Research Center trató de analizar en un informe datado el pasado mes de junio la aceptación que la homosexualidad tiene en el mapa del mundo. En bruto, el estudio concluía que allí donde la religión no tenía presencia en la vida de la gente, la homosexualidad contaba con mayor aceptación en la sociedad. También coincidía esta tendencia con aquellos países en los que la hucha anda algo más llena a final de mes. En los que caen del lado del globo más pobre y con una influencia de la religión notable —con excepciones, una cosa lleva a la otra—, pocos creen que la homosexualidad deba ser aceptada.

Las cifras asustan, pero explican: en el África subsahariana, el 98% de los nigerianos consultados, el 96% de los senegaleses, ghaneses y ugandeses, y el 90% de los kenianos consideran que la homosexualidad es inaceptable. Dando la vuelta a los porcentajes, el exiguo visto bueno al colectivo gay resulta escalofriante: dos de cada cien en Nigeria, cuatro de cada cien en Senegal… Tampoco resulta muy diferente en el norte africano arabo-musulmán, y tan solo es algo menos inquietante en el sur, en uno de los países más desarrollados del continente, bandera de la lucha contra el racismo: Sudáfrica. Según el Pew Research Center, el 61% de los preguntados para el estudio rechazan la homosexualidad. Y eso que es legal y su discriminación pasa por ser inconstitucional.

El empuje de la religión, de las religiones, iglesias, confesiones, etc. es también uno de los argumentos que el escritor keniano Binyavanga Wainaina, de 43 años y bien conocido en su país, trae a la charla cuando es preguntado por qué tantos africanos dan la espalda a los gais. Él es homosexual. Lo hizo público en su último cumpleaños, el pasado 18 de enero, en un texto personal y demoledor que ha sacudido el país y el continente bajo el título “Mamá, soy un homosexual”. Wainaina lo escribió como un capítulo perdido de su libro Un día escribiré sobre este lugar. Y lo escribió para afirmar que era gay ahora que sus padres, fallecidos, ya no podían escucharle.

Activistas e intelectuales culpan a la religión de alentar la homofobia

“Lo hice justo el día de mi cumpleaños”, relata en conversación telefónica y a ritmo acelerado el autor keniano, “para provocar una discusión entre los africanos y ver qué pasaba”. Admite que no sabía cómo explicarse, pero que la muerte de un amigo con sida hace ocho meses y las leyes aprobadas en Uganda y Nigeria dieron la puntilla a sus ganas de contarlo. Leer más…

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