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Arrestan a 27 jóvenes homosexuales en una redada en Bangladés

Lunes, 22 de mayo de 2017
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780x580-youtube-c-1ddiazsr4-arrestan-a-27-personas-en-una-redada-contra-personas-homosexuales-en-bangladesVeintisiete jóvenes han sido detenidos en Bangladés, acusados de homosexualidad. Al parecer los jóvenes, la mayoría estudiantes de entre 20 y 30 años, se encontraban reunidos en un centro comunitario en Keraniganj, en los alrededores de Daca, la capital. La policía asegura haberles incautado “drogas ilegales” y condones, y todo apunta a que este será el argumento que utilizarán para juzgarlos. La detención del grupo de jóvenes supone un paso más en la escalada de homofobia que sufre este país asiático, de mayoría musulmana.

Un cuerpo de élite de las fuerzas de seguridad de Bangladés realiza una redada contra la homosexualidad en un centro comunitario, arrestando a 27 personas a las que acusan de posesión de drogas. El asalto al centro comunitario, protagonizado por una unidad policial de élite, el Batallón de Acción Rápida (RAB por sus siglas en inglés: Rapid Action Battalion), y se produjo este viernes tras un soplo de que se estaban realizando actividades delictivas como «consumir drogas y realizar actividades encubiertas» en un centro comunitario en Keraniganj, al sur de Daca. Al parecer, los jóvenes, la mayoría estudiantes, acudían de diferentes zonas del país y organizaban encuentros periódicos en el local, donde creían sentirse a salvo en un país que sigue castigando las relaciones homosexuales. Bangladés es uno de los varios países que mantienen todavía en vigor la sección 377, una norma heredada de la época colonial británica, que establece que “el que voluntariamente mantenga relaciones carnales contra natura con varón, mujer, o animal, será castigado con pena de prisión de cualquier tipo, desde reclusión durante diez años hasta cadena perpetua, y podrá ser también castigado con una multa”. El Gobierno de Bangladés, país de mayoría musulmana, rechazó en 2013 su derogación, pese a ser instado a ello por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Desgraciadamente los jóvenes no estaban a salvo. La policía asaltó el centro y detuvo a veintisiete de ellos, además de al responsable del centro. Según un portavoz policial, en el lugar encontraron “drogas ilegales y artículos sexuales como condones y lubricante”, según explica Jahangir Hossain Matabbar, comandante del RAB, señalando que los detenidos se reunían allí periódicamente y se comunicaban entre ellos a través de las redes sociales. Sin embargo, una vez fueron puestos en custodia de la policía, sólo fueron acusados por delitos relacionados con el uso de drogas. De hecho, y dado que los jóvenes no estaban manteniendo relaciones sexuales, el “hallazgo de drogas” será el elemento por el que serán formalmente acusados. «Hemos presentado un caso de narcóticos contra ellos, ya que el RAB encontró Yaba (metanfetamina) y marihuana entre sus posesiones», puntualiza posteriormente Mohammad Jubayer, jefe de la policía local.

Como tantos otros países vecinos de la zona, Bangladés es un país conservador de mayoría musulmana en el que las relaciones secuales entre personas del mismo sexo está considerado como un crimen según la sección 377, en vigor desde la época colonial británica, que contempla penas de hasta cadena perpetua. Aunque las personas homosexuales, bisexuales y transexuales son a menudo víctimas de una fuerte discriminación y abusos que llevan a muchos a ocultar su orientación sexual y su identidad de género por miedo a las represalias, en la práctica, muchas de las demandas contra ellos no prosperan en los tribunales.

Lo ocurrido este viernes es buena muestra de la escalada de homofobia que se vive en Bangladés, un país en el que la situación de las personas LGTB se deteriora por momentos. Un punto de inflexión, en este sentido, fue el asesinato en su domicilio de Daca, hace poco más de un año, de Xulhaz Mannan, activista y fundador de Roopbaan, la la primera y única revista de temática LGBT del país (lanzada en enero de 2014) a manos de extremistas islámicos vinculados con Al Qaeda. Junto a él fue también asesinado Tanay Fahim, otro activista que se encontraba en ese momento con él. Unos asesinatos que se producían en el contexto de una brutal campaña de violencia desatada por islamistas armados contra líderes de opinión contrarios al fundamentalismo islámico.,  Debido al crecimiento del extremismo religioso en la zona, muchos activistas han huido del país después de haber recibido amenazas de muerte. Desde 2013, alrededor de 70 personas han sido asesinadas en Bangladesh por grupos extremistas, siendo algunos de estos crímenes reivindicados pro El Estado islámico y Al Qaeda para el Sur de Asia, aunque el gobierno sostiene que han sido ataques perpetrados por extremistas locales.

Durante las celebraciones del año nuevo bengalí, a mediados de abril, cuatro activistas de derechos de la comunidad homosexual eran arrestados por desfilar con los colores del arco iris, a pesar de la prohibición de manifestarse de esta manera en base a amenazas islamistas, aunque eran liberados pocas horas después. Diez días después, dos activistas eran asesinados a machetazos por miembros de un grupo afiliado a la rama de Al Qaeda para el Subcontinente Indio (AQIS), quienes reivindicaron el ataque explicando que los dos activistas asesinados «eran pioneros en la práctica y promoción de la homosexualidad en Bangladesh» desde 1998, colaborando con la fundación del colectivo Roopbaan, un colectivo defensor de los derechos de la comunidad LGTB en Bangladesh, así como también en la revista de Sulhaz Mannan.

La decisión del Primer Ministro Sheikh Hasina en 2013 fue un hecho sin precedentes con el reconocimiento de un tercer género y  revolucionó al país, ofreciendo al colectivo nuevos derechos y una nueva identidad legal visible en pasaportes y papeles oficiales. El gobierno aceptó y reconoció la existencia de unas 15.000 “hijras en Bangladesh, aunque grupos militantes dicen que la cifra es más cercana al medio millón.

A pear de ello y de que en noviembre de 2014 se pudo celebrar la primera marcha del Orgullo en Bangladesh , la discriminación y el miedo todavía están íntimamente ligados al colectivo LGBT en muchos países del mundo, como es el caso de Bangladesh. Una encuesta, elaborada por la revista Roopban en 2014, desvelaba que un 59% de los homosexuales vivían con el miedo de que descubran su condición sexual, debido a posibles respuestas violentas y discriminatorias

Este país musulmán todavía tiene mucho que avanzar tanto en derechos sociales como de igualdad de todo tipo. De hecho, muchos de los encuestados afirmaron que sentían que su orientación sexual estaba en conflicto con su identidad religiosa, algunos considerándolo un pecado mortal.

El número de participantes en la encuesta fue de 751 personas LGBT pertenecientes a 8 ciudades distintas, 250 de ellas pertenecientes a la capital, Dacca. La edad promedio fue de 25 años. Saad Khan, uno de los investigadores, afirmaba  que esperaba que estos datos sirvieran para alimentar la lucha en favor de los derechos LGBT: “Espero que estos datos alimenten el activismo. La sociedad de nuestro país tiene que dejar de ver la sexualidad como un tema tabú. Necesitamos más voces que luchen por la igualdad”.

Sin embargo, recientemente conocíamos el caso de Mahamood Rakib Hasan, un joven activista  de 23 años natural de Bangladés, un joven gay refugiado en Nepal quien afirmaba que si tuviera que volver a Bangladés “estoy listo para morir a manos de mi comunidad”. Se vio obligado a marcharse de su casa a los 19 añor por el rechazo de sus progenitores a su orientación homosexual. “No aceptamos a un hijo gay en nuestra familia”, confiesan. Ante la falta de apoyo de sus padres, decidió mudarse a Daca (la capital del país), donde comenzó a implicarse como activista LGTB en la lucha igualitaria. Pero, tras un corto periplo en defensa de los derechos del colectivo, empezó a ser acosado por fanáticos religiosos y llegó a ser detenido por la policía, acusado de ser “trabajador sexual”. Hasan, que tuvo que abandonar a una familia que lo había rechazado por su condición de gay, denunciaba de hecho haber sido violado y vejado por tres policías que lo detuvieron en una ocasión. Temiendo por su vida y amenazado de muerte, Rakib huyó a Nepal, país en el que por el momento le ha acogido como refugiado gracias a la mediación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y desde donde está tramitando una petición de asilo en Canadá con la ayuda de la organización canadiense Rainbow Railroad. Allí, asegura que su vida no corre peligro, pero confiesa que le tratan como a un “inmigrante ilegal” en lugar de como a un refugiado. En todo caso, Rakib Hasan tiene claro que no quiere volver “jamás” a Bangladés, país en el que está seguro que acabarian con su vida.

 Fuente Universogay/Cristianos Gays

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Un joven gay refugiado en Nepal dice que si tuviera que volver a Bangladés “estoy listo para morir a manos de mi comunidad”

Lunes, 1 de mayo de 2017
Comentarios desactivados en Un joven gay refugiado en Nepal dice que si tuviera que volver a Bangladés “estoy listo para morir a manos de mi comunidad”

rakib-nepal-refugee-kathmanduMahamood Rakib Hasan, de 23 años y natural de Bangladés, se vio obligado a marcharse de su casa a los 19 ante el rechazo de sus progenitores a su orientación homosexual. “No aceptamos a un hijo gay en nuestra familia”, confiesan. Ante la falta de apoyo de sus padres, decidió mudarse a Daca (la capital del país), donde comenzó a implicarse como activista LGTB en la lucha igualitaria. Pero, tras un corto periplo en defensa de los derechos del colectivo, empezó a ser acosado por fanáticos religiosos y llegó a ser detenido por la policía, acusado de ser “trabajador sexual”. Gracias a la mediación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) consiguió el estatus de “refugiado” en Nepal. Allí, asegura que su vida no corre peligro, pero confiesa que le tratan como a un “inmigrante ilegal” en lugar de como a un refugiado.

A pesar de su juventud, Mahamood Rakib Hasan ha vivido una vida llena de dificultades debido a su orientación sexual. Primero rechazado por sus padres por ser gay y luego perseguido por extremistas religiosos, tras implicarse en el activismo LGTB en Daca. Según explica el joven, debido a la homofobia de Estado imperante en Bangladés, las fuerzas de seguridad “se oponen a los asuntos LGTB” y esta indefensión provoca todo tipo de injusticias.

De hecho, Rakib denuncia haber sido violado y vejado por los tres policías que lo detuvieron en una ocasión. Al parecer, se encontraba en un parque en el que, decían los mismos agentes, se practica “cruising” durante la noche. Así que los policías, que se encontraban paseando por el parque, le habrían arrestado acusándolo de “trabajador sexual”. Así lo explica el joven: “me agredieron físicamente, me asaltaron sexualmente, me quemaron con cigarrillos”.

Bangladés, recordemos, es una de las antiguas colonias británicas que mantiene en vigor la tristemente conocida sección 377, que establece que “el que voluntariamente mantenga relaciones carnales contra natura con varón, mujer, o animal, será castigado con pena de prisión de cualquier tipo, desde reclusión durante diez años hasta cadena perpetua, y podrá ser también castigado con una multa”. El Gobierno de Bangladés, país de mayoría musulmana, rechazó en 2013 su derogación, pese a ser instado a ello por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Durante el tiempo que Rakib Hasan estuvo relacionado con el activismo LGTB en Daca, “me pasaron muchas cosas malas. La gente decía que me habían puesto ácido en la cara porque «eres un enemigo del Islam, de los musulmanes»”. Sus compañeros activistas le decían que, juntos, “tenemos que absorber este dolor”. En la capital blangladesí compartía piso y se ganaba la vida como tutor particular y en un restaurante, donde también tuvo problemas por ser gay.

Mahamood Rakib Hasan, por otra parte, vivió el asesinato de algunos amigos y activistas igualitarios en Daca, como los de Xulhaz Mannan y Tanay Fahim. Hace ahora justo un año, recogíamos la violenta muerte a machetazos de Xulhaz Mannan, activista y fundador de Roopbaan (la única publicación LGTB de Bangladés), así como de Tanay Fahim, otro activista que se encontraba en ese momento con él.

Con todo el dolor causado por estas experiencias vividas, Rakib encontró su situación insostenible en Bangladés. Sobre todo cuando empezó a recibir amenazas y a verse acosado por fanáticos islamistas, incluso a través de las redes sociales e internet. Rakib nació musulmán y dice respetar “todas las religiones”, aunque “ahora mi religión es la humanidad”.

Refugiado en Nepal, actualmente está en trámite de asilo en Canadá

“Me puse en contacto con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y me sugirieron dejar mi país: «Si buscas asilo, podemos ayudarte»”, explica Rakib. En un principio pensó en la India; un país en el que su parlamento ha rechazado en varias ocasiones la despenalización de la homosexualidad,   a finales de 2015 y nuevamente en marzo de 2016 y que en 2015 detuvo a más de 1300 personas bajo la acusación de practicar la homosexualidad, incluyendo 207 adolescentes.

En ACNUR, explica el joven, “me dieron una visa honorable como ciudadano de Bangladés. Tenía un límite de un mes”. Finalmente, solicitó asilo en Nepal y, tres meses más tarde, le acabaron concediendo el estatus de “refugiado”. Aunque Nepal no es signatario de la Convención de 1951 sobre los refugiados ni del Protocolo de 1967 y carece de legislación nacional sobre refugiados, “este país asiático sigue acogiendo a un gran número de refugiados y solicitantes de asilo”, asegura la propia organización.

Otra cosa es la vida en el país de estas personas y su exposición a la discriminación (algo que, por otra parte, ocurre en muchos Estados receptores de refugiados). “Tratan a los refugiados como inmigrantes ilegales, no como a refugiados”, se lamenta Rakib. Cuando llegó a Katmandú (capital nepalí), pasó tres meses viviendo en la oficina de la organización LGTB Blue Diamond Society (la única del país). “Me quedé allí sin comida, sin mantas, durante todo el invierno. ACNUR no tiene ningún apoyo [financiero] para mí. ¡Es tan difícil sobrevivir!”, se lamenta.

Aunque no teme por su seguridad como en su país de origen, con su condición de refugiado no consigue encontrar trabajo en Nepal. “No quieren complicaciones”, asevera Rakib. Así que después de haber agotado sus ahorros en el alquiler de la habitación de un motel de carretera, durante varios meses, se encuentra en trámites de asilo por Canadá, con el apoyo de Rainbow Railroad. En todo caso, Rakib Hasan tiene claro que no quiere volver “jamás” a Bangladés. Pero si no le quedara otro remedio tiene claro que “estoy listo para morir a manos de mi comunidad”.

Fuente Dosmanzanas

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