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Decisión histórica: la OMS retira la transexualidad de su lista de enfermedades mentales

Miércoles, 20 de junio de 2018
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transflagLa noticia era esperada, pero ello no le quita relevancia histórica: la Organización Mundial de la Salud deja de considerar la transexualidad una enfermedad. La nueva Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS (CIE-11), dada a conocer este lunes, entierra definitivamente el concepto «trastorno de la identidad de género», encuadrado en el capítulo 5 (enfermedades mentales) de la CIE-10, para dar paso a una definición no patologizante encuadrada en un nuevo capítulo.

La CIE-11 se presentará en la Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 2019 para su adopción por los Estados miembros y entrará en vigor el 1 de enero de 2022. La presentación de este lunes, en este sentido, no es más que un avance que permitirá a los países planificar cómo usar la nueva versión, preparar las traducciones y capacitar a los profesionales de la salud de todo el país. Sin embargo, ya nos permite extraer importantes conclusiones.

Por lo que se refiere a la transexualidad. Lo que hace la nueva CIE-11 es crear un nuevo capítulo, el 17, «condiciones relacionadas con la salud sexual», motivada por la necesidad de codificar determinadas situaciones que, sin necesidad de ser entendidas como patológicas, sí pueden tener implicaciones sanitarias. Dentro de este capítulo aparece la denominada «incongruencia de género», que según la nueva clasificación se caracteriza por una incongruencia «marcada y persistente» entre la experiencia de género de una persona y su sexo asignado en el momento del nacimiento. Esta necesidad de que la situación sea «marcada y persistente» supone una limitación que sin duda recibirá criticas: la nueva codificación expresa, en este sentido, que el comportamiento variable de género o la simple indicación de preferencia no son suficientes como para establecer el «diagnóstico».

A su vez, la OMS divide la incongruencia de género en dos variantes: la que se da en adolescentes y personas adultas y la que se da en la infancia. Las definiciones son prácticamente idénticas, pero mientras que en adolescentes y adultos (HA60) la «persistencia de la incongruencia» se limita a «varios meses», en el caso de los niños (HA61) la OMS marca un límite mínimo de dos años de identificación con un género que no se corresponde con el sexo asignado para que la persona pueda considerarse dentro de esta categoría. Se mantiene además una tercera categoría de codificación, «incongruencia de género no especificada» (HA6Z), al margen de las dos anteriores.

Según explica la página web de la OMS, la evidencia disponible en la actualidad ya permite asegurar que no nos encontramos ante un trastorno mental, por lo que mantener la condición trans dentro del capítulo de l solo serviría para causar un «enorme estigma» a las personas transgénero. Sin embargo, la OMS considera necesario seguir manteniendo como posible la codificación de la transexualidad (que al fin y al cabo de eso trata la CIE) dadas las significativas necesidades sanitarias de este colectivo.

Insertamos a continuación unas declaraciones de la doctora Lale Say, coordinadora del Departamento de de Salud Reproductiva e Investigación de la OMS, en las que explica las razones del cambio. La doctora Say, además de insistir en que la decisión tiene como finalidad combatir el estigma al que se enfrentan las personas transgénero, explica que esta no se ha tomado solo en respuesta a las demandas del colectivo afectado (como muchos argumentarán) sino como resultado, también, de la revisión de la evidencia científica disponible, tal y como se hizo en su momento con la despatologización de la homosexualidad:

En definitiva, una gran noticia. Podrá argumentarse, y sin duda no faltarán argumentos racionales para ello, que persiste una cierta filosogía «patologizante» en la terminología elegida (una anacrónica «incongruencia» de género) o en el mero hecho de mantener esta categoría dentro de la CIE, aunque sea ya solo como una condición cuya forma de abordaje determina una mayor o menor salud sexual, no como una enfermedad o un trastorno. De la misma forma, es indudable que las nuevas definiciones no respetan el principio de autodeterminación de género en su acepción más radical, y que no contemplan adecuadamente realidades como las de las personas no binarias. Aspectos que sin duda habrá que comenzar a trabajar desde ya mismo. Pero lo que hoy hemos conocido es un avance importantísimo que tendrá sin duda consecuencias a la hora de que las personas trans puedan seguir avanzando en el reconocimiento de sus derechos en el mundo.

Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que la CIE es utilizada por aseguradoras médicas de todo el mundo (cuyos reembolsos dependen de su codificación), por los administradores de los programas nacionales de salud, por los especialistas en recopilación de datos, y por otras personas que hacen un seguimiento de los progresos en la salud mundial y determinan la asignación de los recursos sanitarios.

Celebremos hoy lo conseguido. Y a partir de mañana a trabajar sin descanso por mejorarlo.

Sin embargo…

Nada que celebrar: Para Mar Cambrollé la OMS continúa estigmatizando y desconociendo la realidad de las personas trans

Para quienes tienen años luchando por la despatologización total de la transexualidad el anuncio realizado este lunes por la Organización Mundial de la Salud es “trasnochado” y continúa perpetuando la cisnormativa de la “caverna médica”.

Este lunes la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció que la transexualidad fue retirada de la lista de enfermedades mentales. Sin embargo, fue ubicada en la categoría de “desórdenes de identidad de género”, hecho que, según activistas trans que llevan décadas luchando por la despatologización total de la transexualidad, antes de celebrar y calificarlo como histórico es importante leer las “letras pequeñas” que traen consigo esa decisión.

“El anuncio de la OMS de despatologizar la transexualidad me parece, por un lado, que es un titular efectista que nada tiene que ver con la lucha que habíamos emprendido desde los colectivos trans a nivel internacional desde hace 11 años, con la campaña de despatologización. Está claro que cualquier clasificación que no sea la de un trastorno de la identidad nos puede parecer más suave.

Sin embargo, la nueva categorización de desorden de la identidad es desafortunada, trasnochada y nos da con la puerta en la cara a las personas trans, ya que nos sitúa de nuevo en la terminología, pues, precisamente, en una comparativa cisnormativa de lo que está en orden y de lo que no está en orden, negando con ello que las identidades trans sean parte de la diversidad humana y una expresión más de la diversidad”, declaró Mar Cambrollé, activista por los derechos humanos de las personas trans; presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía, de la Federación Española Plataforma Trans y representante en Europa de la Red Sororitaria de Mujeres Trans.

El camino para la despatologización es el que han emprendido países como Noruega, Islandia, Argentina, Malta, Reino Unido, algunos estados federados de Alemania y también algunas regiones de España como Andalucía, Madrid, Valencia y Aragón. Desoyendo los dictámenes de la OMS que sigue trasnochada y perpetuando y estigmatizando a las personas trans en nuevos términos que nos sitúan en una comparativa que desnaturaliza y deslegitima las identidades trans.

No me parece que haya algo que celebrar. Este nuevo pronunciamiento nos reafirma que tenemos que seguir luchando por la despatologización total. Querer justificar que si no está categorizado como una enfermedad no hay derecho a una atención médica, nos parece maniqueo, demagógico y antagónico a la propia organización, ya que la OMS define la salud, no solamente ausencia de enfermedades sino el bienestar social y psíquico de las personas.

Ahí es donde se sitúan las necesidades de las personas trans. Todo el mundo sabe y hemos recurrido a atenciones médicas que no son una enfermedad pero que requieren una atención profesional, como es el caso del embarazo, con lo cual creo que a estas alturas es obsoleto y esconde ese interés de la caverna médica de querer tener el control sobre las identidades y los cuerpos trans.”

Cambrollé ha asegurado que no se pueda hablar de “avance”, cuando se “intenta justificar lo injustificable”. Cuando -en realidad- “es una prolongación estigmatizante de las personas trans”.

Fuente Dosmanzanas/Universogay

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