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José, el amado de Jacob

Martes, 24 de marzo de 2020
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La única realidad inquebrantable en la historia de José, que no se ha perdido, aunque se haya olvidado, incomprendida, no asumida conscientemente, es el amor de Jacob. El amor de Jacob que vive en los hijos y no puede ser pisoteado, muerto, olvidado, porque resucitará en los mismos hijos como amor fraterno. Existe un valor, al que podemos llamar “el valor”, que está en el fondo de todos los deseos, de todos los esfuerzos, de toda la actividad humana, y es el amor del Padre, el amor con que crea a todo hombre.

El nombre puede vivir desvinculado de este amor, incluso negando este amor, pero nunca podrá destruirlo, porque es un valor que resucita siempre; es la realidad que actúa en la pascua. A veces  hablamos acaloradamente sobre los valores, pero la historia de José nos dice que cada valor es valor si crece a partir de este único valor fundante que es el amor del Padre vivido en los hijos, resucitado en los hermanos. Un valor es valor si ayuda a las personas a adherirse libremente al organismo de la fraternidad de todos los hombres.

Lo que no ayuda a la libre adhesión, a la fraternidad, a la comunicación cada vez más universal, a descubrir la unidad del amor que crea a todos y que se ejercita al reconocerse uno al otro, no es valor; es ilusión, engaño, una especie de idolatría cultural. Al final de la historia de José, en una carestía, en una tragedia fratricida a la que lleva una falsa cultura, emerge una cultura del amor o, mejor, una cultura entendida como un tejido en el que la actividad humana, su creatividad, respira y recibe vida del único valor indestructible, que es el amor del Padre y mueve el universo hacia una filiación y fraternidad consciente.

*

M. I. Rupnik,
“Cerco i miei frate‘”. Lectio divina su Giuseppe d’Egitto,
Roma 1998, 1 Oós, passim

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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , ,

“Dolor, deseo y liberación, en los brazos del ángel”, por Carlos Osma

Viernes, 20 de marzo de 2015
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jacobangelDel blog Homoprotestantes:

Al final se hizo de noche, y prefirió quedarse sólo. Ya no necesitaba familia ni amigos, se había alejado de ellos poco a poco, casi sin darse cuenta. La continua tensión con la que vivía empezaba a hacer mella en él, por eso buscó un lugar en la noche donde pasar desapercibido. Allí estaba, en medio de la nada, agudizando todos sus sentidos para no ser descubierto, y con la esperanza de encontrar algo de tranquilidad.

Prefirió quedarse sólo, esperando, mientras recordaba las mentiras, engaños, y astucias que le habían ayudado a construir su vida. Siempre había huido de todo, invadido por profundos miedos y desestabilizadores deseos; pero ahora presentía que no podía escapar más, y que muy pronto acabaría por enfrentarse a sus peores pesadillas. Su cuerpo se agarrotaba por esa mezcla de sentimientos, quizás por eso subió hasta aquel lugar inhóspito, donde la oscuridad de la noche impedía distinguir otros rostros.

El terror le atravesó el alma cuando sintió a su lado la presencia de otro hombre. Se giró con rapidez para ver a aquel demonio que se abalanzaba sobre él. Intentó mirarle a la cara, pero era tarde ya, lo tenía encima. Fue una lucha atroz, donde el deseo insaciable por la vida, le ayudó a no darse por vencido. Intentó escapar de los brazos de su enemigo con todas sus fuerzas: empujando, golpeando, incluso mordiendo, pero le fue imposible. Una fuerza sobrehumana que desconocía le empujaba una y otra vez hacia él. Nunca se había resistido tanto, pero jamás había sentido una atracción tan sobrehumana como aquella.

Durante toda la noche no pudo escapar de aquel cuerpo, sintió su fuerza, su piel y el calor que desprendía. Aquello le produjo un profundo dolor que no podía entender ni compartir con nadie, estaba sólo. En cada uno de los golpes que infringía a aquel ser demoniaco se concentraban todas las experiencias de rechazo, falsedad y dolor que le acompañaban desde niño. Toda la energía malgastada en su huída hacia ningún sitio, explotaba virulentamente para repeler aquel cuerpo codiciable. Una noche larga y oscura, con ansias de amor encendido, que no tuvo otra luz ni guía que un corazón ardiente(1).

Pero llegó el alba, y aquellos primeros rayos de luz le permitieron adivinar el rostro de con quién luchaba. No era un demonio, el hermoso cuerpo de aquel hombre pertenecía a un ser celestial. Cuentan los antiguos que fue en ese momento, mientras observaba maravillado, que golpeó a aquel ser divino dejándolo herido para siempre(2). Entonces, como si de un milagro se tratase, sus ojos vieron claramente al varón que yacía en el suelo herido por sus rebeliones, molido por sus pecados, y con una llaga en el costado(3). Aquel ser que había venido, no para luchar, sino para acompañarle en su liberación, le susurraba: “vete, déjame ya, que nace un nuevo día. Vete, yo no te condeno”.

Podía haberle dejado marchar en aquel momento, pero no pudo hacerlo. La experiencia lo había transformado para siempre, eso lo sabía, pero necesitaba mucho más. Por eso, con su deseo liberado, se aferró aún más a él, y lo abrazó con todas las fuerzas que le quedaban. “No, no te dejaré”, le decía una y otra vez, “ahora no; no te dejaré si no me bendices”. Mucho le había costado llegar hasta allí como para perder la oportunidad de llevar siempre consigo algo de la esencia divina. Prefería morir en los brazos de aquel ángel, que volver sólo a la vida que había llevado hasta entonces.

Y milagrosamente recibió lo que pedía, fue transformado, salió de la oscuridad de su vida anterior para entrar en otra nueva. Ya no tenía que escapar de nadie, Dios mismo estaría con él en cada momento de su vida para enfrentarse a sus temores. Su nombre, su falsa identidad, quién todo el mundo creía que era, fue borrado para siempre. Ahora era alguien nuevo, porque se atrevía a ser él mismo en todas las facetas de su vida. No necesitaba mentir, ni engañar, ni esconderse. La experiencia con aquel ser divino lo cambió para siempre, y entro a formar parte de un pueblo. Un pueblo en busca de vida, la que Dios mismo le había dado.

Que alegría recordar aquella noche oscura y dolorosa, que se convirtió en una noche más amable que el alborada, donde fuimos guiados, y transformados por el amado(4). Una noche donde cayeron los disfraces que tan dolorosamente llevábamos y en la que fuimos conducidos ante la verdad desnuda de quienes éramos. Allí vimos perfectamente las heridas que producía la negación de nuestra identidad en aquel que nos dio la vida. Y allí, abrazando al herido por nuestras rebeliones, lloramos por nuestra incredulidad, por nuestra ignorancia, y por todas aquellas veces que le habíamos golpeado pensando que era nuestro enemigo.

Carlos Osma

Notas:

(1) Referencia a “Noche oscura del Alma” de San Juan de la Cruz.
(2) Gerard von Rad sostiene que probablemente, en una forma mucho más antigua de esta saga, y antes de que el texto bíblico quedase fijado como hoy lo conocemos, fue Jacob quién hirió al ángel. “El libro del Génesis”. (Ediciones Sígueme. Salamanca, 1988), p.395.
(3) Referencia a Is 53,5
(4) Referencia a “Noche oscura del Alma” de San Juan de la Cruz.

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“Soñando un año Nuevo: 2015 Génesis 28:10-19.”, por Olga Lucia Álvarez Benjumea*

Domingo, 4 de enero de 2015
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577783_229816003828737_688233598_nLeído en Evangelizadoras de los Apóstoles:

Me dormí y soñé. Todos/as estábamos de viaje, emigrando, buscando el Cielo.

Me encontré con Jacob en Betel, muy emocionado, me volvió a contar su sueño. Génesis 28:19-19

 10 Jacob partió de Berseba y se encaminó hacia Jarán. 11 Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. 12 Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 13 En el sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tus abuelos Sara-Abraham y de tus padres Raquel-Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14 Tu descendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti y de tu descendencia. 15 Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No les abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.” (1)

 Cuando escuché su nueva versión, vi que si era posible unir el Cielo con la Tierra, “porque el Cielo es Dios y Dios está en la Tierra” (Sor Isabel de la Trinidad).

Sin intermediarios/as, no hay que bajarlo con palabras mágicas, la Esencia Divina está siempre presente, en el Aquí y Ahora.

Soñaba, y no importaba que la almohada fuera una piedra, símbolo de los sinsabores duros de la vida.

Mi ancestro Jacob, me ayudó a ver la dimensión divina entre el Cielo y la tierra. Soñé, la catolicidad autentica, verdadera fraternidad, en plena sororidad “de norte a sur, y oriente a occidente”.

Soñé, el fin de las guerras en el mundo. Soñé el fin de la violencia, psicológica, y física contra las mujeres, hombres, ancianos, jóvenes y niños.

Soñé, la equidad,igualdad  en justicia, para las mujeres en la Iglesia, según el Evangelio.

Soñé, que los campos, volvían a reverdecer, no habían paramilitares, guerrilla, ni ejército,  acosando a los campesinos, indígenas y afros. Tampoco existía la delincuencia, ni las pandillas de las comunas, ni las invisible fronteras.

Soñé, que no había TLC, ni la visa Shengen, ni la visa americana.

Soñé, que no existía la Escuela de las Américas (SOA). Soñé que Colombia no era el país que importaba el militarismo a México y a la U.E.

Soñé, la libertad de tantos presos de conciencia, activistas por la Paz y la Vida: Hna Megan Rice y sus compañeros, Kathy Kelly y otras cuyos nombres no conocemos, porque los medios de comunicación los ignora.

Soñé, que ya no había cárceles para a los emigrantes, que Guantánamo, había sido cerrada.

Soñé, que la ambición, la avaricia, por fin habían sido sometidos.

Soñé, que no había dicriminaciones por opción sexual, de clase, etnia o sexismo.

Soñé, que el racismo, la mentira y la injusticia,  nunca existieron y eran leyendas de otra vida.

Soñé, que la Paz generó empleo, para todos/as. Soñé, que sin categorías el gobierno, empresarios y sindicatos acordaron por primera vez, fuera el mismo sueldo, desde el modesto jardinero, portero, arquitecto, médico, hasta el gerente o gran jefe, de Ongs, instituciones civiles y religiosas.

Soñé, que empresarios y gerentes, repartían las ganancias entre sus empleados y familiares, bendiciendo y estimulado al trabajador.

Soñé, que no habían secuestrados ni desaparecidos.

Soñé, que la Fundación Bordado a Mano,las pos-penadas regresaban a sus casas, con sus hijos. La sociedad e iglesia les acogía y daba empleo. Tenian su sede y guarderia para sus actividades e hijos, sin que se les falte al respeto o se les humille.

Soñe, que no habia indigenas o afros, en las calles o semaforos medigando una comida.

Soñe, que no habia niños abandonados en las calles…

Soñe, que habia techo, salud, educación, empleo para aquellos que nada tenían.

Soñé, una danza de paz y amor en medio de la Alegría, mientras la realidad se hacía.

Era tan lindo este sueño, que tuve que despertar, para hacerlo realidad!!!

FELICES PASCUAS!!! UNIENDO EL CIELO CON LA TIERRA.

1) El nombre de las esposas de Abrahan e Isacc y el resaltado es nuestro.

*Presbitera católica romana.

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