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Siguiendo tus huellas, Señor.

Lunes, 26 de julio de 2021
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Partir con quien nada tiene,
pero que es digno de todo lo mejor
a sus ojos tristes y rojos,
y a los de Dios que nos mira a todos.

Partir no sólo lo sobrante,
también lo que hemos robado,
lo que hemos trabajado,
y hasta lo que nos es necesario.

Partir por justicia, por amor,
por encima de lo que es legal,
sin intereses y sin llevar la cuenta,
hasta que el otro sienta la hermandad.

Partir con sencillez y entrega,
sin creerse mejor ni superior,
sin exigir cambio, ni recompensa,
ni reconocimiento a nuestra actitud.

Partir, y aceptar decrecer
sin agobio, sin temor, sin tristeza,
con la confianza puesta en ti
para hacer posible la fraternidad.

Partir evangélicamente
en todo tiempo, en todo lugar,
dentro y fuera de nuestro hogar,
en toda ocasión, aquí, ahora ya.

Partir, o al menos intentarlo cada día,
nunca en solitario, siempre en compañía;
pero sin pretensiones ni vanidad,
sólo para hacer posible el compartir.

Como Tú, Señor.

*

Florentino Ulibarri

A man sleeps on a sculpture of a figure called 'Homeless Jesus' in front of the Archdiocese of Washington Catholic Charities offices in Washington, on September 16, 2015. Photo courtesy of REUTERS/Jonathan Ernst *Editors: This photo may only be republished with RNS-POPE-HOMELESS, originally transmitted on Sept. 24, 2015.

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , ,

Las huellas

Sábado, 21 de octubre de 2017
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huellas-de-camelloUn gran amigo es Hermanito de Foucault. Desde los dieciocho años va contemplando y buscando a Dios. Su primer trabajo fue cuidar camellos en el desierto. Y para ello, se especializó en conocer y buscar huelas de camello en la arena. Me quedé impresionado. ¿Cómo se pueden conocer las huellas de cada camello…? Esto viene muy bien. Muchas veces me lamento de que es muy difícil ver las huellas de Dios en la vida.

Todo es cuestión de entrenamiento. Conocer cómo se manifiesta Dios, cómo deja sus huellas y luego… a buscar.

Dios nos dice Jesús que se manifiesta especialmente en las personas. Y entre ellas, en las más pobres. Cómo verle en el preso, en el hambriento, en el enfermo, en el ignorante… Vista y acción. Sin duda yo creo que lo primero es conocerle dentro de mí, en mis pobrezas y miserias.

Es curioso, nunca lo había pensado. Las huellas son el casco del pie al revés. Igual es cuestión de ver la parte positiva al ver las señales. Puede parecer feo, pero le doy la vuelta y siempre veo lo positivo: los animales, o las personas, que han pasado por ahí me hacen pensar en las maravillas que soportan esos pies, en el peso, el cuerpo, la inteligencia….

Dios se hace presente, deja su marca, en la belleza de la naturaleza. Y también en lo que no vemos pero se revela… Ahora me toca jubilarme. Es la parte inversa de la vida. Ya no son ilusiones, actividades, fuerza, coraje… Es ver los resultados de toda una vida. Y las huellas son cansancio, dolores, disminuciones… ¿Y si me fijo y recuerdo lo que ha producido esas huellas que ahora tengo? Una mano de labrador está llena de callos. ¡Qué hermosura, qué grandeza, qué obra de arte!

Cada vez que vea alguna carencia en las personas, algún detalle de fracaso, dolor, marginalidad, voy a pensar en quienes produjeron esas huellas. Quizás otras personas con su trato, con su estilo de vida, con su riqueza produjeron esa marginación. Para que unas personas vayan corriendo a 120 por hora, muchas tienen que ir a pie, en autobús, en animal, o a velocidades cortas.

Me resulta más difícil ver las intenciones de las personas, que las huellas de los camellos.

Es cuestión de mirar siempre las huellas. Detrás hay toda una vida, una intencionalidad. Y sobre todo, una persona. Por eso es tan importante llegar a la persona, a quiénes produjeron esos frutos.

Y por supuesto, voy a intentar ver lo bonito en todo porque “mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura y yéndolas mirando, vestidas las dejó de su hermosura”.

Necesito tiempo para aprender a conocer las huellas del camello, para reconocer la presencia de Dios que está en todas las cosas y personas.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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Huellas.

Lunes, 9 de mayo de 2016
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–Y tú, ¿qué haces?– preguntó el curioso a la joven que, inclinada, recogía cosas del suelo.

–  ¿Yo?– preguntó sorprendida, como si fuera evidente lo que hacía-. Recojo huellas.
Si la muchacha hubiese levantado la vista de su trabajo y la hubiera dirigido hacia su interlocutor se habría encontrado con un enorme ceño fruncido y una cara de extrañeza inmensa.

– Que haces ¿qué?, ¡¿recoger huellas?!

– Sí, sí, recoger huellas.

– ¡pero!… ¿cómo se hace eso?

– Bueno, no siempre es fácil, se necesita paciencia, constancia e interés.

– Ya, ¿pero cómo lo haces?

– Sólo cojo las huellas de gente que ha pasado por mi historia, las levanto con cuidado, e intento que mi pie encaje en ellas lo mejor posible.

– ¿No se rompen?

– Ya te digo que se necesita paciencia, constancia e interés. Hay que hacerlo despacito, procurando que no se rompan. No siempre es posible, y a veces no consigo meter mi pie en ellas pero… la mayoría de las veces no hay una huella única, se repiten, y siempre puede intentarse otra vez. En cuanto las levantas ya son tuyas, colocas el pie con cuidado y… ¡es increíble pero puede hacerse!

– ¿Y para qué quieres eso?

– Las huellas de estas personas son más que sus pisadas, son las huellas de Dios, las huellas de Dios en mi vida, porque cada ser humano indica el paso de Dios. El descubrimiento es tremendo, ¿cómo no voy a procurar recogerlas? Pero he de ir más allá, es bueno que mi pie encaje en la huella de otro, significa que voy siendo capaz de aceptar el camino ajeno, que puedo caminar con otros, que puedo apoyarme en ellos, pedir ayuda, o ser yo quien guie o acompañe. Recojo huellas de Dios porque no quiero perderme ni uno de sus pasos por mi vida, y tampoco quiero caminar sola, sino rodeada, junto a otras huellas.

¿Cuántas huellas de Dios estás encontrando a lo largo de este tiempo de Pascua?

Agáchate con humildad, repasa tu historia y descubre sus pisadas, ¿qué haces ahora con esas presencias de Dios?

¿Dónde has sentido su paz, o su perdón? ¿A qué te llaman? ¿Qué te sugieren? ¿A dónde te lleva su memoria?

Las huellas de Dios son para recogerlas y seguirlas, así se hace el camino y se construye la propia vida.

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