Archivo

Entradas Etiquetadas ‘6º Domingo de Pascua’

“El Padre es más que yo”: La realidad y la apariencia.

Domingo, 22 de mayo de 2022
Comentarios desactivados en “El Padre es más que yo”: La realidad y la apariencia.

827C8344-94BA-42C1-A22A-B7511B50E15EDomingo VI de Pascua

22 mayo 2022

Jn 14, 23-29

Con frecuencia, la afirmación que da título a este comentario y que el autor del cuarto evangelio pone en boca de Jesús ha dado pie a interminables debates teológicos, con el telón de fondo de la “divinidad” de Jesús. ¿Es Jesús de la “misma sustancia que el Padre” –“homoousios”, como proclamó el concilio de Nicea en el año 325- o, como afirma el Jesús del cuarto evangelio, el Padre es “más” que él?

Más allá de las sofisticadas elucubraciones teológicas, parece claro que esa afirmación no tiene encaje posible dentro de la dogmática elaborada en Nicea. Y, sin embargo, cabe una lectura que da razón ajustada a toda esta cuestión.

Desde la comprensión no-dual, advertimos que Fondo y Forma -o, si se prefiere, Realidad y Apariencia- constituyen las dos dimensiones de la (única) Realidad, que nosotros también compartimos. Así, hablamos de “personalidad” (como nuestra “forma” o “apariencia” concreta) y de nuestra “identidad” (como el “fondo” último de nuestra verdad).

Pues bien, cada uno, cada una de nosotros puede hacer suya la afirmación de Jesús, expresada ahora en este lenguaje: “Soy uno con el Fondo de lo real -el “Padre”- pero, al mismo tiempo, en cuanto “persona” particular, soy más «pequeño” que aquel Fondo que reconozco mi identidad. En palabras de Fidel Delgado: “Soy Todo y poco, a la vez”.

Una vez más, se pone de manifiesto cómo lo que parecen dilemas irresolubles para la mente analítica, quedan disueltos en la comprensión no-dual, que sabe ver y reconocer la paradoja que habita toda la realidad.

Padre” e “Hijo”, Realidad y Apariencia, no son realidades contrapuestas y mutuamente excluyentes, así como tampoco aluden a entidades o seres separados que entrarían en comparación. Constituyen las dos dimensiones de lo real, que descubrimos en nosotros mismos reconociéndonos, a la vez, ambas cosas: identidad (realidad) y personalidad (apariencia). Según desde la perspectiva que adoptemos podemos vernos como plenitud o como una forma “pequeña” (personalidad particular), en comparación con lo que somos en profundidad. O dicho de otro modo: “Somos «más grandes» que lo que pensamos ser”.

¿Puedo percibir en mí esas dos dimensiones y el “juego” que se da entre ellas?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

La democracia en los parlamentos es valiosa. La comunidad eclesial vive la paz de la comunión en la fe, no del poder

Domingo, 22 de mayo de 2022
Comentarios desactivados en La democracia en los parlamentos es valiosa. La comunidad eclesial vive la paz de la comunión en la fe, no del poder

F83F30DA-5496-4EBD-9151-ED3867EC55DADel blog de Tomás Muro la verdad es libre:

01.- Nostalgia de paz.

    Este año recordamos y evocamos la paz en plena guerra Rusia / Ucrania y otras guerras larvadas en Oriente Medio, en África, Latinoamérica, etc.

    Por otra parte añoramos la paz también en la Iglesia por las viejas rupturas históricas, por el enfrentamiento entre diversos sectores en el seno de la misma Iglesia católica.

    También sentimos nostalgia de paz en nuestras propias familias, en lo más íntimo de nuestra propia persona.

02.- Y qué es la paz.

    La paz os dejo, mi paz os doy…

    La paz no es la mera ausencia de guerra. La guerra conduce a la paz. La guerra no conduce a la victoria o a la derrota, pero ni una ni otra son paz.

  El poder, todo poder (incluido el eclesiástico) puede generar opresión, orden público “manu militari”, pero eso tampoco es paz.

    La mera resignación y aceptación estoica de una situación tampoco es paz. Pensar: “es lo que hay o lo que toca”, no es paz.

    No es fácil definir lo que sea la paz. Podríamos aproximarnos al concepto de paz si la entendemos como la integración de las dimensiones del ser humano que nos hace vivir en armonía interior y también hacia el exterior.

    En hebreo (en el mundo bíblico) para hablar y desear la paz emplean la palabra Shalom. Esta expresión hebrea significa estar sano, íntegro. Y con esta expresión se quiere desear la armonía personal y comunitaria que viene de la bendición de Dios.

Con este término, Shalom, se desea la paz en todos los aspectos de la vida: la salud corporal, que la vida transcurra en paz, se trabaja en paz, se celebra en paz, se duerme en paz, se muere en paz.

La paz no es ni proviene meramente de las instituciones políticas y militares. ¿Enviando armas a Ucrania se construye la paz? Para vivir en paz hace falta algo más y mejor que misiles y tanques. Y hace falta algún pensamiento más noble y sano(shalom) que la nación, la economía y el poder.

La paz no proviene de la economía, ni de la tecnología. Por mucho que progresen la técnica y la economía, no podrá haber en el mundo justicia ni paz en tanto los hombres no reconozcan la gran dignidad que hay en ellos como criaturas e hijos de Dios (Juan XXIII / Mater et Magistra, 215).

    Toda la tecnología y el bienestar social, etc. no dan síntomas de sensibilidad de paz y pacificación ante las pateras, los refugiados, ante el problema de Rusia y Ucrania, ante el Islam. La respuesta no está siendo precisamente de paz, sino más bien bélica.

Ni tan siquiera la paz surgirá de la seguridad jurídico política de acuerdos y pactos que no cambian mentalidades y corazones. Las grandes instituciones: Bruselas, Estrasburgo, la onu, la otan, etc. pueden y tienen que llegar a acuerdos y pactos ecologistas, bélicos, quizás atómicos, étnicos, religiosos, etc., pero la paz brotará siempre de una conciencia más profunda, de un ethos, que hoy por hoy están muy ausente en nuestro mundo, al menos en nuestras sociedades occidentales y en nuestros planes de educación.

¿Tal vez las ideologías políticas, económicas y nacionales no son “sanas” en el sentido de shalom?

Pablo VI decía que la paz es necesaria para la madurez de la conciencia moderna, desde la evolución progresiva de los pueblos, desde la necesidad intrínseca de la civilización moderna (Jornada de la Paz, 1 de enero de 1975).

03.- La paz interior, personal.

    Conflictos, problemas, pecado profundo, crisis interiores los vamos a tener en la vida. Y ello nos va a quitar la paz interior con el peligro de que –según qué momento religioso nos pille- la cosa derive en angustia y escrúpulos patológicos.

     En el ámbito de la persona, la paz es la integración armónica de las diversas fuerzas y capacidades del ser humano. La paz personal, interior, proviene -en la medida de lo posible- de una sana integración de las diversas dimensiones humanas: las diversas áreas de nuestra psicología, la afectividad, la salud y la enfermedad, el pecado, la dimensión religiosa, etc.

     La falta de paz personal puede fomentar o derivar en miedo, angustia o en otras actitudes negativas: odios, venganzas, obsesiones.

    La persona cristiana adulta, -y adulta en la fe-, no pierde la confianza ni la paz cuando se encuentra con Dios en la profundidad de la vida. Cuando en su interior uno asume su propia debilidad, miseria o fracaso y lo pone en manos del Señor, eso produce una profunda paz, que el mundo no puede dar.

04.- Paz y comunión eclesial no es dominación

Para nosotros resuena: la paz os dejo, mi paz os doy.no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde.

En la Iglesia se habla mucho de comunión eclesial, pero se realiza poco esa comunión.

En un parlamento conviven y trabajan diversas ideologías que llegan, más o menos, a consensos y acuerdos. Eso es bueno, está bien y se llama democracia. Pero la democracia no es comunión.

En la comunidad eclesial nos une la comunión en la misma fe en el Señor resucitado. La comunión está en la fe en el Señor, no en las órdenes y disciplina. La comunión eclesial no se produce por el sometimiento y dominación de los obispos y el clero, sino porque todos creemos –fe- en el mismo Señor JesuCristo.

La comunión no viene por la uniformidad de los ritos, de la liturgia, o de las formulaciones teológicas, etc., que pueden ser –son- muy diversas y No impongamos cargas que no son necesarias.

La comunión eclesial viene de la fe en el Señor Jesús.

La paz os dejo mi paz os doy.

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

“Al estilo de Jesús”. 6º Pascua – B (Juan 15,9-17)

Domingo, 9 de mayo de 2021
Comentarios desactivados en “Al estilo de Jesús”. 6º Pascua – B (Juan 15,9-17)

821290Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ha querido apasionadamente. Los ha amado con el mismo amor con que lo ha amado el Padre. Ahora los tiene que dejar. Conoce su egoísmo. No saben quererse. Los ve discutiendo entre sí por obtener los primeros puestos. ¿Qué será de ellos?

Las palabras de Jesús adquieren un tono solemne. Han de quedar bien grabadas en todos: «Este es mi mandato: que os améis unos a otros como yo os he amado». Jesús no quiere que su estilo de amar se pierda entre los suyos. Si un día lo olvidan, nadie los podrá reconocer como discípulos suyos.

De Jesús quedó un recuerdo imborrable. Las primeras generaciones resumían así su vida: «Pasó por todas partes haciendo el bien». Era bueno encontrarse con él. Buscaba siempre el bien de las personas. Ayudaba a vivir. Su vida fue una Buena Noticia. Se podía descubrir en él la cercanía buena de Dios.

Jesús tiene un estilo de amar inconfundible. Es muy sensible al sufrimiento de la gente. No puede pasar de largo ante quien está sufriendo. Al entrar un día en la pequeña aldea de Naín se encuentra con un entierro: una viuda se dirige a dar tierra a su hijo único. A Jesús le sale de dentro su amor hacia aquella desconocida: «Mujer, no llores». Quien ama como Jesús vive aliviando el sufrimiento y secando lágrimas.

Los evangelios recuerdan en diversas ocasiones cómo Jesús captaba con su mirada el sufrimiento de la gente. Los miraba y se conmovía: los veía sufriendo o abatidos, como ovejas sin pastor. Rápidamente se ponía a curar a los más enfermos o a alimentarlos con sus palabras. Quien ama como Jesús aprende a mirar los rostros de las personas con compasión.

Es admirable la disponibilidad de Jesús para hacer el bien. No piensa en sí mismo. Está atento a cualquier llamada, dispuesto siempre a hacer lo que pueda. A un mendigo ciego que le pide compasión mientras va de camino lo acoge con estas palabras: «¿Qué quieres que haga por ti?». Con esta actitud anda por la vida quien ama como Jesús.

Jesús sabe estar junto a los más desvalidos. No hace falta que se lo pidan. Hace lo que puede por curar sus dolencias, liberar sus conciencias o contagiar su confianza en Dios. Pero no puede resolver todos los problemas de aquellas gentes.

Entonces se dedica a hacer gestos de bondad: abraza a los niños de la calle: no quiere que nadie se sienta huérfano; bendice a los enfermos: no quiere que se sientan olvidados por Dios; acaricia la piel de los leprosos: no quiere que se vean excluidos. Así son los gestos de quien ama como Jesús.

José Antonio Pagola

Biblia, Espiritualidad , , , , , , ,

“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Domingo 09 de mayo de 2021. Domingo sexto de Pascua

Domingo, 9 de mayo de 2021
Comentarios desactivados en “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Domingo 09 de mayo de 2021. Domingo sexto de Pascua

32-PascuaB6 cerezoDe koinonia:

Hechos de los apóstoles 10,25-26.34-35.44-48: El don del Espíritu Santo se ha derramado también sobre los gentiles.
Salmo responsorial: 97: El Señor revela a las naciones su salvación.
1Juan 4,7-10. Dios es amor.
Juan 15,9-17: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

La primera lectura de este domingo, el famoso episodio de la visita de Pedro a Cornelio, en el capítulo 10 de los Hechos de los Apóstoles, refleja simbólicamente un momento importante del crecimiento del «movimiento de Jesús»: su transformación en una comunidad abierta, transformación que le llevará más allá del judaísmo en el que nació. Dejará de identificarse con una religión étnica, una religión casada con una etnia y su cultura, religión étnica que se tenía por la elegida, y que miraba a todas las demás por encima del hombro considerándolas «los gentiles», dejados de la mano de Dios. Es un tema muy importante, y relativamente nuevo, en todo caso, desatendido por la teología tradicional. Para una homilía puede merecer la pena, más que insistir en el tema eterno del amor…

El pasaje se presta además para toda una lección de teología. Es bueno recomendar a los oyentes que no se queden con la referencia entrecortada que habrán escuchado en la lectura (una selección de unos cuantos versículos salteados), sino que la lean en casa despacio (sin más: “el capítulo 10” de los Hechos, y que saquen sus conclusiones. También se puede recomendar a los grupos e estudio de la comunidad parroquial que lo tomen para su estudio.

Pedro ni sus compañeros de comunidad, todavía no se llamaban «cristianos»… eran simplemente judíos conmovidos por la experiencia de Jesús. Y observaban todas las leyes del judaísmo. Una de ellas era la de no mezclarse con «los gentiles». Y eran leyes sagradas, que eran normalmente observadas por todos, y cuyo incumplimiento implicaba incurrir en «impureza» y obligaba a molestas prácticas de purificación.

Pero Pedro da varios saltos hacia adelante. En primer lugar deja de considerar profano o impuro a ninguna persona, a pesar de que se lo mandaba la ley; es como el levantamiento de una condenación de impureza que pesaba sobre las “otras” religiones desde el punto de vista del judaísmo. Y en segundo lugar «cae en la cuenta» de que Dios no puede tener acepción de personas, ni de religiones, sino que no hace diferencia entre las personas según su etnia o su cultura-religión: acepta a quien practica la justicia, sea de la nación que sea. Es un salto tremendo el que dio Pedro.

Respecto al primer punto, de la valoración negativa de las demás religiones, en la historia subsiguiente se retrocedería: se llegaría a pensar que las otras religiones serían… no sólo inútiles, sino falsas, o incluso negativas, hasta diabólicas. Por poner sólo un ejemplo: el primer catecismo que se escribió en América Latina, nada menos que por el profético Pedro de Córdoba, superior de la comunidad dominica de Antonio Montesinos, declara en su primera página: «Sabed y tened por cierto que ninguno de los dioses que adoráis es Dios ni dador de vida; todos son diablos infernales».

Respecto al segundo punto, la «no acepción de personas por parte de Dios en lo que se refiere a razas, culturas y religiones», o lo que es lo mismo, la igualdad básica ante Dios de todos los seres humanos –incluyendo todas sus culturas y religiones-, hoy mismo continuamos en retroceso con relación a Pedro: la posición oficial de la Iglesia católica dice que las «otras» religiones «están en situación salvífica gravemente deficitaria» (Dominus Iesus 22).

Paradójicamente, la posición de Pedro en los Hechos de los Apóstoles resulta más afín a la mentalidad de hoy que nuestra teología oficial actual. Es por ello por lo que, en este domingo, confrontarse con la Palabra de Dios puede traducirse en una aplicación concreta a nuestras maneras de pensar respecto a las otras religiones. En el guión subsiguiente proporcionamos algunas cuestiones para un tratamiento pedagógico del tema.

El evangelio de hoy, de Juan, es el del mandamiento nuevo, el mandamiento del amor. Pocas palabras deben saturamos tanto en el lenguaje cotidiano como ésta: «amor». La escuchamos en la canción de moda, en la conductora superficial de un programa de televisión (tan superficial como su animadora), en el lenguaje político, en referencia al sexo, en la telenovela (más superficial aún que la animadora, si eso es posible)… Se usa en todos los ámbitos, y en cada uno de ellos significa algo diferente. ¡Pero, sin embargo, la palabra es la misma!

El amor en sentido cristiano no es sinónimo de un amor «rosado», sensual, placentero, dulzón y sensiblero del lenguaje cotidiano o posmoderno. El amor de Jesús no es el que busca su placer, su «sentir», o su felicidad sino el que busca la vida, la felicidad de aquellos a quienes amamos. Nada es más liberador que el amor; nada hace crecer tanto a los demás como el amor, nada es más fuerte que el amor. Y ese amor lo aprendemos del mismo Jesús que con su ejemplo nos enseña que «la medida del amor es amar sin medida». Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , , , , , ,

(Dom 6 Pas ) Amigos os llamo, no siervos (Jn 15, 15)

Domingo, 9 de mayo de 2021
Comentarios desactivados en (Dom 6 Pas ) Amigos os llamo, no siervos (Jn 15, 15)


abtmenas.jpg-abtmenasDel blog de Xabier Pikaza:

9.5.21. Hemos visto con Juan los rasgos principales de la Iglesia: Rebaño de Buen Hermoso; Vid, árbol de vida, con la misma savia… Este domingo va la imagen más honda: Dios no es Pastor, ni es Vid, sino “amigo”, de forma que en él podamos ser y seamos “amigos” unos de los otros. La fuerza y esencia de la vida es la “amistad”: ser unos en y con otros, sin imposición, sin mando superior.

En general, no hemos creído ni cumplido este evangelio. Pensamos quizá que Jesús lo dijo cuando estaba“subido de tono”, en la línea del vino del domingo anterior”, pues con la amistad no se arreglan los temas, hace falta orden, buena administración, jerarquía de ley.

Pues bien, en contra de eso, la liturgia nos recuerda hoy que este evangelio traza el camino más serio, más hondo,  gozoso y exigente de todos. Ésta es la tarea de vida o muerte de la Iglesia y de la humanidad: O comenzamos nos hacemos y somos “amigos” o nos destruimos, pues vamos en una misma frágil “barca-patera” y sin amistad ella se vuelva y zozobra.

Es así, pero llevamos dos mil años de iglesia preguntando quién manda, y discutiendo por los mandos, mientras la barca-patera está encallada en las rocas. Pero este evangelio de Jn  15, 15 nos sacude de nuevo, como “revelación” suprema, don y tarea de gozo. Si este evangelio no hay gozo de iglesia y de humanidad, ni hay “salida” a los anchos mares de la nueva humanidad, como he puesto de relieve en Palabras de Amor.

Introducción. Pedro ¿me amas?

Para empezar, recordamos Jn 21, el final del evangelio, de inmensa finura. Allí esta Simón, llamado “pedro”, el piedra, patrón de la barca/patera, y Jesús le pregunta por tres veces si le ama (si ama) para recordarle su tarea:

− Las dos primeras veces (Jn 21, 15-16),le dice: Simón, hijo de Juan ¿me amas (agapás me), con amor tierno y ardiente, de buen enamorado?. Pero Simón el “piedra” le responde con vergüenza y con “rebajas”, las dos veces: “sí, tú sabes que te quiero”. No le dice “te amo” (así, a lo intenso, con agapô se), sino“filô se”, soy tu amigo. No está mal se amigo, pero no Jesús quería más.

– A la tercera (Jn 21, 17), viendo que era imposible pedir a Simón Piedra ese amor (que le tenía de discípulo amado), Jesús acepta la rebaja y le pregunta: ¿Eres mi amigo (fileis me)? Y Pedro Piedra le responde: “tú lo sabes bien, sabes que soy tu amigo? No ha logrado sacarle un “te amo” (agapô se), como el discípulo amado y/o María Magdalena, pero acepta esarebaja (soy tu amigo, filos), y sobre ella (no sobre el amor radical “agapê” del Discípulo Amado o de Magdalena), fundó Jesús la organización de su iglesia como grupo de amigo, dejando el amor fuerte para voluntario especiales, como el discípulo amado o Magdalena.

Sobre ese fondo se entiende el evangelio de este domingo 6 de Pascua, desde Jn 15, 9-17, con una Iglesia de todos (=para toodos), entendida y vivida como grupo y camino de amistad (filia) universal humana, sin más rebajas, pues sin amistad no existe iglesia, por muy obispo, pope y pastor que uno se llama.

Jn 15, 9-17. No os llamo siervos, os llamo amigos:

Puede ser una imagen de una o varias personas y texto que dice “”A vosotros os llamo amigos””

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.”

Evangelio de amistad universal. Presupuestos

Éste evangelio tiene otros muchos rasgos, que sería bueno comentar. Pero quiero presentar algunos rasgos que me parecen fundamentales:

1. Este evangelio ha sido olvidado por la “Gran Iglesia”, al menos desde el siglo XI en adelante. Así en la cúpula de San Pedro Vaticano no se dice “sois todos amigos, mis amigos”, sino “tú eres Pedro, y sobre esta piedra…” (Mt 18).

La Iglesia “en general” se ha tomado como grupo de autoridad (no de amistad), y lo recuerdan cada día obispos, nuncios y demás “gestores” de esa autoridad especial que Cristo les habría concedido. Pero el Cristo de Jn 15 y 21 no les ha dado autoridad-poder, le ha llamado menos amigos” (filous), si es que no pueden ser “amantes” (agapetous).

2. La amistad supera toda jerarquía y distinción entre señores y siervos… Es lo primero que dice Jesús: No os llamo siervos (doulous), sino amigos (filous): En su grupo hay =no puede haer) “autoridad” (poder), no hay servidumbre, sino amistad, todos en diálogo entre iguales, compartiendo la única autoridad, que es la de “conocer” (conocerse), sin secretos ni poderes, de unos sobre otros.

Jesús certifica así un principio de Aristóteles, el Sabio de Santo Tomás, cuando dijo que sólo hay amistad entre “iguales” y libres: Por eso, el hombre libre no puede ser amigo del esclavo, ni del súbdito, ni de la mujer que es “inferior” (buena para cama y cocina), no para la amistad…La amistad sólo puede darse entre un grupo selecto de ricos, libres y claros varones (no entre mujeres y siervos).

La Iglesia australiana pide al Gobierno un esfuerzo para aumentar el salario mínimo
Jesús sabe bien lo de Aristóteles, pero en vez de negar la amistad universal (como él hacía), niega y rechaza la servidumbre. suprimiendo la esclavitud, el dominio de unos sobre otros, el servicio de las mujeres de cama y cocina. Quiere la amistad de todos, por eso niega la “jerarquía” y servidumbre a favor del evangelio o buena nueva de la humanidad.

3. Esa “amistad universal” es la única “revolución” del cristianismo y de la historia humana, la gran revolución pendiente de siglo XXI, como supo otro gran filósofo, Hegel. En el cap. 4º de su “despliegue” (fenomenología) del espíritu, Hegel dice que hasta ahora (año 1800) la humanidad se dividía en “amos y esclavos”, “señores y siervos”…, pero que había llegado la hora en la que todos pudiéramos ser amigos (como había proclamado Pablo, en Gal 3, 28. Hegel recupera así el lenguaje de Jesús: ¡No quiero siervos, quiero que todos seáis amigos, unos de los otros, de forma que os améis con amistad (filía) y con pasión intensa (agapê, cf. Jn 15, 17).

Hegel conoció bien el cristianismo, pero no quiso o no pudo iniciar un amino real de “amistad” universal, y sus sucesores se perdieron (nos perdimos) en un curvas “dialécticas” de imposición económica con guerra (marxismo) o de libre capitalismo también con guerra. Me decía una judía “visionaria” en Jerusalén: A nosotros nos costó 1.500 años para pasar de Moisés a los buenos rabinos; vosotros, cristianos, lleváis 2000 años con Jesús y no habéis empezado a entender y menos a cumplir su “revolución” de amistad.

4. La iglesia en general ha tenido miedo de ese “proyecto-programa” de amistad Jesús… Le ha dado pavor de que la “gente” (mujeres, esclavos, pobres, gentiles de todo color) se desmadre o, mejor dicho, se “des-padre”, tome la libertad (amistad) por la mano, y esto sea un caos. Por eso, ella ha creado pronto una “superestructura” sacral de poder “religioso” (anticristiano), imponiendo una “dicta-dura” (¿dicta-blanda?) espiritual y social de autoridad/poder.

Los cristianos han dejado de ser utopía y camino de amistad universal (sin necesidad de llegar siempre al agapê de fondo) y han trazado una sociedad de clases (conforme a los “ordenes” romanos y/o platónicos: pensadores, funcionarios, trabajadores), con jerarquía y laicado, iglesia docente (la que es y manda) y otra discente (la que no es y escucha). Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , , , , , ,

Dios nos ha amado. Amémonos unos a otros. Domingo 6º de Pascua. Ciclo B

Domingo, 9 de mayo de 2021
Comentarios desactivados en Dios nos ha amado. Amémonos unos a otros. Domingo 6º de Pascua. Ciclo B

amarDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

La 2ª lectura y el evangelio están estrechamente relacionados. «Amémonos unos a otros», comienza el texto de la carta de san Juan. Y el evangelio insiste dos veces: «Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros»; «Esto os mando: que os améis unos a otros». Este precepto se basa en el amor que Dios nos ha manifestado de dos formas complementarias: enviando su Espíritu y enviando a su Hijo.

 Un Padre que da el Espíritu sin distinguir entre judíos y paganos (1ª lectura)

            La lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles recoge parte de un importantísimo episodio de la iglesia primitiva. Hasta entonces, los discípulos de Jesús se han visto a sí mismos con un grupo dentro del judaísmo, sin especial relación con los paganos. No se les pasa por la cabeza hacer apostolado entre ellos, mucho menos entrar en sus casas si no se han convertido al judaísmo y se han circuncidado. Los consideran impuros.

En este contexto, se cuenta que Pedro tuvo una visión: ve bajar del cielo un mantel repleto de toda clase de animales impuros (cerdo, conejo, cigalas, etc.) y escucha una voz que le ordena: mata y come. Pedro se niega en redondo. «Nunca he probado un alimento profano o impuro». Y la voz del cielo le responde: «Lo que Dios declara puro tú no lo tengas por impuro».

            Termina la visión. Pedro se siente desconcertado, y mientras piensa en su posible sentido, llaman a la puerta de la casa tres hombres enviados por un pagano, el capitán Cornelio, para pedirle que vaya a visitarlo. Pedro comprende entonces el sentido de la visión: no puede considerar impuro a un pagano interesado en conocer el evangelio. Al día siguiente se pone en camino desde Jafa a Cesarea y cuando llega a casa de Cornelio tiene lugar la escena que hoy leemos.

Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo:

-Levántate, que soy un hombre como tú.

Pedro tomó la palabra y dijo:

-Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.

Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles. Pedro añadió:

-¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?

Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.

            Indico algunos detalles interesantes:

1) «Está claro que Dios no hace distinciones»; para él lo importante no es la raza sino la conducta del que lo respeta y practica la justicia.

            2) La venida del Espíritu Santo sobre este grupo de paganos produce los mismos frutos que en los apóstoles el día de Pentecostés: hablan lenguas extrañas y proclaman la grandeza de Dios.

            3) El Espíritu Santo viene sobre ellos antes de recibir el bautismo. No se puede decir de forma más clara que «el Espíritu sopla donde quiere y cuando quiere».

            La conducta de Pedro provocó gran escándalo en los sectores más conservadores de la comunidad de Jerusalén y debió subir a la capital a justificar su conducta. Pero este episodio deja claro que, para Dios, los paganos no son seres impuros. Él ama a todos los hombres sin distinción. Con ello se justifica el apostolado posterior entre los paganos.

Un Padre que da su Hijo a los pecadores (2ª lectura)

La carta de Juan justifica el mandato de amarnos mutuamente diciendo que «Dios es amor» y cómo nos lo ha demostrado.

Queridos hermanos: Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Cuando yo era niño, el catecismo de Ripalda, a la pregunta de quién es Dios nos enseñaba a responder: «Un señor infinitamente bueno, sabio y poderoso, principio y fin de todas las cosas». El autor de la carta no necesita tantas palabras. Se limita a decir: «Dios es amor». Y ese amor lo manifiesta enviando a su hijo «como víctima de propiciación por nuestros pecados».

La «víctima de propiciación» era el animal que se ofrecía para impetrar el perdón. El Día de la Expiación (yom kippur), el Sumo Sacerdote ofrecía un macho cabrío por los pecados del pueblo. En otras ocasiones se ofrecían cabras y novillos con el mismo fin. Pero esas víctimas carecían de valor definitivo. La humanidad se encontraba en una especie de círculo cerrado del que no podía escapar. Entonces Dios nos proporciona la única víctima decisiva: su propio hijo.

            Y esto lo hace cuando todavía éramos pecadores. No espera a que nos convirtamos y seamos buenos para enviarnos a su Hijo. Si la primera lectura decía que Dios no hace distinción entre judíos y paganos, la segunda dice que no hace distinción entre santos y pecadores.

En vez de amar a Dios, amar a los hermanos (evangelio)

En la segunda lectura el protagonismo ha sido de Dios. En el evangelio, el protagonista principal es Jesús, que demuestra su amor hasta el punto de dar la vida por nosotros, llamarnos amigos suyos, elegirnos y enviarnos. (¡Cuánta gente desearía poder decir que es amigo o amiga de un personaje famoso, que ha sido elegido por él para llevar a cabo una misión!).

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis el Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.

Lo que Jesús exige a cambio de esta amistad es muy curioso. Cuando era estudiante en el Pontificio Instituto Bíblico le escuché este comentario al P. Lyonnet: «Fijaos en lo que dice la 1ª carta de Juan: “Si tanto nos ha amado Dios…” Nosotros habríamos añadido: “también nosotros debemos amar a Dios”. Sin embargo, lo que dice Juan es: “Si tanto nos ha amado Dios, debemos amarnos unos a otros”».

            Algo parecido ocurre en el evangelio de hoy. «Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.» Jesús podría haber dicho: «Amadme como yo os he amado». Pero no piensa en él, piensa en nosotros. Es fácil engañarse diciendo o pensando que amamos a Jesús, porque no puede demostrarse ni negarse. Lo difícil es amar al prójimo.

Biblia, Espiritualidad , , , , , , ,

6º Domingo de Pascua. 09 Mayo, 2021

Domingo, 9 de mayo de 2021
Comentarios desactivados en 6º Domingo de Pascua. 09 Mayo, 2021

AA1C9F2B-F080-411C-98D0-F4ABE5845804

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotras, y vuestra alegría llegue a plenitud.”

(Jn 15, 9-17)

Lo que nos presenta el evangelio de hoy es una declaración de amor. “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo.” Estas son las palabras que Jesús no deja de pronunciar en la vida de cada creyente.

El signo de los cristianos no es la cruz, es el Amor. La cruz por sí sola es un instrumento de tortura. Cuando Jesús en un acto infinito de amor y generosidad se deja clavar en cruz la convierte en símbolo de Amor.

El problema que tenemos los cristianos es que nos quedamos mirando a la cruz. O mirando al Amor. Y eso hay que hacerlo, pero no podemos quedarnos ahí. El evangelio continua, Jesús no dice: “amadme como yo os he amado.” No, lo que dice es: “amaos unos a otros como yo os he amado”.

Jesús era muy listo, y nos conoce bien. Sabía que no íbamos a tener grandes dificultades en amarle a Él o amar a Dios. Esto último ya lo hacía muy bien el pueblo judío. Pero no basta. El amor a Dios, para ser completo, para que de verdad se convierta en alegría, tiene que pasar por las hermanas, por las personas que conviven con nosotras.

Por que el amor del que habla Jesús no es una cuestión teórica sino una realidad existencial y práctica. No es algo que “se aprende de memoria” sino algo que que se experimenta en la vida.

Las teorías, por buenas que sean, no provocan alegría. La alegría brota de la vida, de la “práctica”. Y la vida concreta es mucho más audaz y sorprendente que cualquier teoría.

Por que “en teoría” es feliz aquella persona que consigue éxito, fama y dinero. La publicidad nos vende una infalible teoría sobre la felicidad. Es feliz la persona que es guapa, joven y tiene buena salud. Es decir, que tiene un cuerpo atlético, un hermoso cabello, una piel sin arrugas y un buen bronceado.

Pero la vida nos muestra otra cosa. Vemos el brillo de la auténtica felicidad en los ojos de una madre que ve salir adelante a su hijo con parálisis cerebral. O en un joven que se queda en silla de ruedas tras un accidente y pierde movilidad pero descubre la Vida.

La alegría que llega a plenitud es la que es capaz de atravesar los fracasos y el dolor. Es la que lleva consigo la conciencia de saberse vulnerables pero profundamente amadas.

Oración

Trinidad Santa, no dejes que nos conformemos con medias alegrías, sino que caminemos hacia la alegría que brota de Ti. Amén.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

Biblia, Espiritualidad , , , , , , ,

Lo más humano de lo humano es el amor.

Domingo, 9 de mayo de 2021
Comentarios desactivados en Lo más humano de lo humano es el amor.

0f5f124a47c98c6d1975f836decccdb3Jn 15, 9-17

El evangelio de hoy es continuación del que leímos el domingo pasado. Sigue explicando en qué consiste esa pertenencia del cristiano a la vid. Poniendo como modelo su unión con el Padre, va a concretar Jesús lo que constituye la esencia de su mensaje. Ya sin comparaciones, nos coloca ante el centro del mensaje: El AMOR. En el c. 13 ya nos había dado la consigna: un mandamiento nuevo os doy. Solo el amor nos hace humanos.

Juan pone en boca de Jesús la seña de identidad que debe distinguir a los cristianos. Es el mandamiento nuevo, por oposición al mandamiento antiguo, la Ley. Queda establecida la diferencia entre las dos alianzas. Jesús no manda amar a Dios ni amarle a él, sino amar como él ama. No se trata de una ley sino de una consecuencia de la Vida de Dios y que se ha manifestado en Jesús. Nuestro amor será “un amor que responde a su amor” (Jn 1,16). El amor que pide Jesús tiene que surgir de dentro, no imponerse desde fuera.

Juan emplea la palabra “ágape”. Los primeros cristianos emplearon ocho palabras, para designar el amor: ágape, cáritas, philia, dilectio, eros, líbido, stergo, nomos. Ninguna de ellas excluye a las otras, pero solo el “ágape” expresa el amor sin mezcla alguna de interés personal. Sería el puro don de sí mismo, solo posible en Dios. Está haciendo referencia a Dios, es decir, al grado más elevado de don de sí mismo. No está hablando de amistad o de una “caridad”. Se trata de desplegar una cualidad exclusiva de Dios.

Dios demostró su amor a Jesús con el don de sí mismo. Jesús está en la misma dinámica con los suyos, es decir, les manifiesta su amor hasta el extremo. El amor de Dios es la realidad primera y fundante. Juan lo ha dejado bien claro en la segunda lectura: “En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó”. Descubrir esa realidad y vivirla es la principal tarea del que sigue a Jesús. Es ridículo seguir enseñando que Dios nos ama si somos buenos y nos rechaza si somos malos.

Hay una diferencia que tenemos que aclarar. Dios no es un ser que ama. Dios es el amor. En Él, el amor es su esencia, no una cualidad como en nosotros. Yo puedo amar o dejar de amar y seguiré siendo yo. Si Dios dejara de amar un solo instante, dejaría de existir. Dios manifiesta su amor a Jesús y a mí, pero no lo hace como nosotros. No podemos esperar de Dios “muestras puntuales de amor”, porque no puede dejar de demostrarlo un instante. Jesús sí puede manifestar el amor de Dios, amando como un ser humano.

Juan intenta trasmitirnos que, hablando con propiedad, Dios no puede ser amado. Él es el amor con el que yo amo, no el objeto de mi amor. Aquí está la razón por la que Jesús se olvida del primer mandamiento de la Ley: “amar a Dios sobre todas las cosas”. Juan comprendió perfectamente el problema, y deja muy claro que solo hay un mandamiento: amar a los demás, no de cualquier manera, sino como Jesús nos ha amado. Es decir, manifestar plenamente ese amor que es Dios, en nuestras relaciones con los demás.

No se puede imponer el amor por decreto. Todos los esfuerzos que hagamos por cumplir un “mandamiento” de amor están abocados al fracaso. El esfuerzo tiene que estar encaminado a descubrir a Dios que es amor dentro de nosotros. Todas las energías que empleamos en ajustarnos a una programación tienen que estar dirigidas a tomar conciencia de nuestro verdadero ser. Solo después de un conocimiento intuitivo de lo que Dios es en mí, podré descubrir los motivos del verdadero amor.

El amor del que nos habla el evangelio es mucho más que instinto o sentimiento. A veces tiene que superar sentimientos e ir más allá del instinto. Esto nos lleva a sentirnos incapaces de amar. Los sentimientos de rechazo a un terrorista pueden hacernos creer que nunca llegaré a amarle. El sentimiento es instintivo y anterior a la intervención de nuestra voluntad. El amor es más que sentimiento. La prueba de fuego del amor es el amor al enemigo. Si no llego hasta ese nivel, todos los demás amores son engañosos.

El amor no es sacrificio ni renuncia, sino elección gozosa. Esto que acaba de decirnos el evangelio no es fácil de comprender. Tampoco esa alegría de la que nos habla Jesús es un simple sentimiento pasajero; se trata de un estado permanente de plenitud y bienestar, por haber encontrado mi verdadero ser y descubrir que es inmutable. Una vez que has descubierto tu ser luminoso e indestructible, desaparece todo miedo, incluido el miedo a la muerte. Sin miedo no hay sufrimiento. Surgirá espontáneamente la alegría.

Solo cuando has descubierto que lo que realmente eres, no puedes perderlo, estás en condiciones de vivir para los demás sin límites. El verdadero amor es don total. Si hay un límite en mi entrega, aún no he alcanzado el amor evangélico. Dar la vida, por los amigos y por los enemigos, es la consecuencia lógica del verdadero amor. No se trata de dar la vida biológica muriendo, sino de poner todo lo que somos al servicio de los demás.

Ya no os llamo siervos. No tiene ningún sentido hablar de siervo y de señor. Más que amigos, más que hermanos, identificados en el mismo ser de Dios, ya no hay lugar ni para el “yo” ni para lo “mío”. Comunicación total en el orden de ser. Jesús se lo acaba de demostrar poniéndose un delantal y lavándoles los pies. La eucaristía dice exactamente lo mismo: Yo soy pan que me parto y me reparto para que me coman. Yo soy sangre (vida) que se derrama por todos para comunicarles esa misma Vida. Jesús lo compartió todo.

Os he hablado de esto para que vuestra alegría llegue a plenitud. Es una idea que no siempre hemos tenido clara en nuestro cristianismo. Dios quiere que seamos felices con una felicidad plena y definitiva, no con la felicidad que puede dar la satisfacción de nuestros sentidos. La causa de esa alegría es saber que Dios comparte su mismo ser con nosotros. Nos decía un maestro de novicios: “Un santo triste es un triste santo”.

No me elegisteis vosotros a mí, os elegí yo a vosotros. Debemos recuperar esta vivencia. El amor de Dios es lo primero. Dios no nos ama como respuesta a lo que somos o hacemos, sino por lo que es Él. Dios ama a todos de la misma manera, porque no puede amar más a uno que a otro. De ahí el sentimiento de acción de gracias en las primeras comunidades cristianas. De ahí el nombre que dieron los primeros cristianos al  sacramento del amor. “Eucaristía” significa exactamente acción de gracias.

Cualquier relación con Dios, sin un amor manifestado en obras, será pura idolatría. La nueva comunidad no se caracterizará por doctrinas, ni ritos, ni normas morales. El único distintivo debe ser el amor manifestado. Jesús no funda un club cuyos miembros tienen que ajustarse a unos estatutos sino una comunidad que experimenta a Dios como amor y cada miembro lo imita, amando como Él. Esta oferta no la puede hacer la institución, por eso se muestra Jesús tan distante e independiente de todas ellas. Ninguna otra realidad puede sustituir lo esencial. Si esto falta no puede haber comunidad cristiana.

Meditación

Sin la experiencia de unidad con Dios
no podemos desplegar el verdadero amor.
El verdadero amor nos lleva al límite de lo humano.
No somos nosotros los que tenemos que amar.
Tiene que desaparecer el yo
para sentirme uno con todos.
Amar es deshacerme de todo lo que creo ser
para que solo quede en mí lo que hay de Dios.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

Amarnos unos a otros.

Domingo, 9 de mayo de 2021
Comentarios desactivados en Amarnos unos a otros.

viajero-concentrado-mirando-la-brujula-sobre-el-mapa_23-2147628786En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno, y, no obstante, siguen siendo dos (Erich Fromm).

Domingo VI de Pascua

Jn 15, 9-17

-Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os amé. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos.

El amor entre todos los seres de la creación –todos son hijos del Creador- son destellos de la gloria divinaYo les di la gloria que tu me diste para que sean uno como lo somos nosotros (Jn 17, 22). Una teofanía permanente –manifestación de Dios- en versión reencuentro de personas: Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos (Mt 18, 20).

La universalidad de esta gloria queda cantada en la liturgia por el Responsorial del Salmo 97: El Señor revela a las naciones su salvación. Y en los Hechos 10, 45 relatándonos que el don del Espíritu Santo se ha derramado también sobre los gentiles. Esta historia bíblica no es nueva. En la antigüedad griega y en la filosofía hindú, el amor representa el principio del cosmos, como ocurre en los Vedas, en Hesiodo y Empédocles.

Un principio dinámico exigido por el propio sentido de evolución de la materia y de la vida. En su raíz está el amor como condición indispensable. Una historia de amor materializada en un perpetuo crecer con los demás –y con lo demás- como le recuerda Dios a Joan Baxter en la película Bruce Almighty de Tom Shadyac (2007), mientras dialogan sentados en la cafetería. En la Parábola de la Vid, Juan pone en boca del Maestro estas palabras que, al estar fundamentadas en el amor ‘que se es’, que se basta a sí mismo- la plenitud le es inherente“Os he dicho esto para que participeis de mi alegría y vuestra alegría sea colmada” (Jn 15, 11).

El amor a Dios carece de sentido fuera del amor al prójimo. Y en todo amor al prójimo hay inexcusablemente -se admita o no- amor a Dios, incluido el de a sí mismo que, según Aristóles, es requisito indispensable para poder amar a otra persona. Se lo recordó Jesús a los fariseos en Mateo 22, 38, trayéndoles a la memoria el “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” de las leyes del Levítico.

Un amor que, abarcando a todos los seres, les impulsa a colaborar en el hacer, como ocurre en el mencionado largometraje, donde todos los animales ayudan a Noé en la construcción del Arca. Cosa que sucede, según sugieren Alphone et Rachel Goettmann en La mystique du couple enero 2015, Desclée de Brouwer, porque dicho amor les permite “entrar en fusión sin confusión, o más bien, comulgar, llegar a ser uno”. Erich Fromm lo había dicho en estos otros términos, manteniendo pluralidad y unidad: “En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno, y, no obstante, siguen siendo dos”.

Disponemos de una fuerza que no tiene prejuicios ni fronteras: “De cualquier nación que sea”, dice Pedro en casa de Cornelio, capitán de la cohorte itálica (Hch 10, 34). Es el gran mandamiento de Jesús: amarle amándonos unos a otros. La mejor manifestación del amor a Dios es el amor al prójimo. En su ópera pastoral Acis y Galatea, cantó este amor universal y uno Händel. La misma voz, pues eran dos en uno. En el mitológico amor de su desnudez, trazada por el pincel del pintor galo Édouard Zier, los hombres fueron dioses, y los dioses, humanos.

ACIS

Retumbaba a lo lejos
con pavoroso estruendo sostenido
la fiera voz del terrible gigante:
-“las montañas se agitan, tiembla el bosque”.

Respondió Galatea:
-“Dejarán los rebaños las montañas,
las tórtolas los bosques, y las ninfas
vendrán a disfrutar mi amor con Acis”.

Lo entonaron violas y clarines
con allegro clamor en la llanura:
la misma voz, pues eran dos en uno.

Sonaban sus canciones como ecos
y terminaron con un dolce finale
compartido con tórtolas y ninfas.

En el amor los hombres fueron dioses,
y los dioses, humanos.

(SOLILOQUIOS, Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

Testigos de lo inédito.

Domingo, 9 de mayo de 2021
Comentarios desactivados en Testigos de lo inédito.

1102014719_univ_lsr_xl9 de mayo, sábado

Jn 14, 7-14

La fuente del hacer y el decir de Jesús es Dios mismo, su voluntad. De ahí brota su radical confianza y libertad. Por eso sus palabras son verdaderas y remiten a gestos y acciones liberadoras que son Buena Noticia para las personas más olvidadas y excluidas. Jesús es la ternura y la misericordia de Dios en acción. Creer en Él es reproducir sus obras, con la ayuda del Espíritu, que más que a imitar o repetir esquemas nos mueve a la creatividad y a la novedad del amor en cada contexto y situación.

También como Felipe, nosotros y nosotras hoy, ante la densidad de la crisis que atravesamos anhelamos reconocer las huellas de Dios en la vida. El Evangelio vuelve a recordarnos que la fe cristiana no se vive en abstracto, sino que remite siempre a la carne, (1 Jn 4,2) a lo concreto, a lo histórico, en definitiva, al ejercicio del amor y su encarnación en gestos, obras y acciones. Un amor que incluye tres dimensiones: el amor a uno y a una misma con  y reconocimiento y la valoración de los propios dones y capacidades para el bien común, el amor interpersonal y el amor político, como nos señala el papa Francisco en Fratelli Tutti.

El evangelista ya en capítulos anteriores nos ha señalado que Dios es amor y por tanto que allá donde detectemos la presencia del amor podemos rastrear las huellas de Dios (Jn 4,12) porque La voluntad de Dios no es” jugar al escondite” con la humanidad, sino que el Dios de Jesús es un Dios accesible. Pero requiere una sensibilidad abierta y depurar nuestras imágenes sobre Él, hacernos conscientes de los ídolos en los que hemos ido deformándolo y que nos impiden descubrir el rostro del Dios vivo: el Abba de Jesús.

El Abaa de Jesús no nos suple ni nos resuelve nada, pero nos acompaña y sostiene en todo. Un Dios que no actúa directamente en la historia, ni para causar el mal ni para evitarlo, que no es un dios mágico o milagrero, pero que nos asegura que si ponemos nuestra confianza en Él y nos dejamos configurar por su Palabra y la sensibilidad del Evangelio su Espíritu actuará en nosotros y nos hará fecundos y creativas en el amor. Seremos testigos de lo inédito.

Pepa Torres Pèrez, A.C.J.

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , , ,

Amor

Domingo, 9 de mayo de 2021
Comentarios desactivados en Amor

Amor.2Domingo VI de Pascua

9 mayo 2021

Jn 15, 9-17

Amar es permanecer en la certeza de no-separación. No se trata, en primer lugar, de una emoción que puede oscilar ni de una exigencia que se pueda imponer. Es una certeza que se corresponde con la realidad de lo que es: no existe nada separado de nada.

 Amar es permanecer de manera consciente en esa certeza y dejarnos vivir desde ella. Por tanto, el amor genuino nace de la comprensión de lo que somos.

 El término “permanecer” me parece muy apropiado para expresar la actitud adecuada. Significa conectar y mantenerse en conexión con eso que somos en profundidad. Eso que somos está más allá del cuerpo -aunque lo experimentemos en él-, más allá de la mente -aunque luego podamos pensarlo y hablar de ello-, más allá de los sentimientos y emociones -aunque en ocasiones puedan aparecer con intensidad-…

 La puerta que conduce a experimentar el amor que somos es el silencio de la mente. Gracias a él, reconocemos la “espaciosidad” silenciosa como presencia consciente, nuestra identidad más profunda que compartimos con todos los seres: somos uno con todo lo que es.

 No eres el yo separado que tu mente piensa, y con el que has podido llegar a identificarte. Ese yo es una forma que aparece en la espaciosidad que eres, la forma o persona en que la consciencia que realmente eres se está desplegando temporalmente. Acogiendo el yo, permanece, más allá de él, en la consciencia que eres.

 Esa consciencia constituye la “sustancia” última de todo lo real. Descansa en esa certeza silenciosa. No busques nada, permanece… El silencio te irá revelando el amor, la paz y -en palabras de Jesús- la alegría en plenitud.

 En la medida en que te ejercites en permanecer, notarás los efectos que eso produce en tu vida cotidiana; notarás cómo el amor se hace cada vez más presente en tu existencia.

¿Cuido permanecer en conexión consciente con lo que realmente soy, gracias al silencio de la mente?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

Biblia, Espiritualidad , , , , , , ,

Somos discípulos amados, queridos por Dios, no clientes o consumidores religiosos de un sistema religioso

Domingo, 9 de mayo de 2021
Comentarios desactivados en Somos discípulos amados, queridos por Dios, no clientes o consumidores religiosos de un sistema religioso

222Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

¿Qué ha pasado por los entresijos de la historia de la iglesia para que el Dios de amor haya pasado a ser un Dios justiciero, condenador? ¿Por qué se ha producido una predicación del infierno, de la condenación tan negativa y tan poco cristiana?

  1. Dios es amor.[1]

         En la lectura de la 1ª Juan y en el texto del evangelio de hoy se despliegan como en cascada los valores centrales del cristianismo: el amor, permanecer en el amor del Señor, así viviremos en la alegría del Señor, porque nos tiene como amigos.

         Estamos en el vértice de la revelación del Dios de Jesús que es amor,

Como el Padre me ha amado, así os he amado yo.

La vivencia, la experiencia que Jesús tiene de Dios es que es amor. JesuCristo podía habernos dicho que Dios es infinito, eterno, justo, castigador, implacable, ultraortodoxo, el gran inquisidor, etc. Pues bien, JesuCristo tiene una experiencia muy distinta de Dios. Dios es Padre que ama: como el Padre me ha amado. Jesús se siente amado, querido por Dios. Dios es amor.

¿Qué ha pasado por los entresijos de la historia de la iglesia para que el Dios de amor haya pasado a ser un Dios justiciero, condenador? ¿Por qué se ha producido una predicación del infierno, de la condenación tan negativa y tan poco cristiana? ¿Por qué el descenso liberador de Jesús a los infiernos (muerte-sheol) se ha convertido en el infierno eternamente condenador? ¿Por qué en lugar de permanecer en el amor: permaneced en mi amor, hemos pasado a “permanecer en el miedo y la angustia” a un Dios de terror?

         En los rostros y conciencias de muchos cristianos y eclesiásticos vemos mucha amargura y angustia. En el “subconsciente” del momento eclesiástico actual (a excepción de Francisco) no parece residir la gracia, la bondad, el amor de Dios Padre.

         Sin embargo, somos cristianos porque hemos sido amados, hemos recibido el amor de Dios y nos hacemos cristianos porque amamos.

El adn del cristiano no es la precisión de su dogmática, ni la ley, ni el  cumplimiento, ni la perfección y escrupulosidad de su moral, ritos, vestimentas, tampoco la identidad del cristiano está en la ortodoxia, sino en el amor. Quien no ama, no ha conocido a Dios.

Muchos de nosotros tenemos una imagen, una experiencia de un Dios duro, violento, implacable. (Mejor olvidar aquellas meditaciones sobre el infierno de los Ejercicios Espirituales, aquellas torturadoras confesiones, etc.) El Dios de Jesús es Padre bondadoso.

Cristiano es quien tiene la experiencia honda de sentirse querido, amado por Dios. Muchas personas son “perfectos religiosos”, cumplidores estrictos de todo lo establecido, pero no cristianos, porque quizás no viven en el amor que Dios nos tiene. No es lo mismo ser religioso que ser cristiano. Cristiano es demorarse, permanecer en el amor de Dios.

Volvamos nuestra mirada al amor de Dios: conozcamos la misericordia de Dios y de Cristo. Somos discípulos amados queridos por Dios, no clientes o consumidores religiosos de un sistema religioso.

  1. Algunas precisiones.

         ¿Y qué es el amor?

         Por simple sentido común, conviene ser conscientes y distinguir los diversos niveles de las relaciones humanas y los varios modos de vivir el entramado de tales relaciones.

         En griego hay tres palabras para hablar de los diversos niveles del amor, que son los que Sigmund Freud y Benedicto XVI utilizarán estas tres expresiones: eros (amor erótico), filia (amor de amistad) y ágape (amor de donación / entrega).

         Los tres niveles son buenos, pero diversos y conviene no mezclarlo todo.

         Algunos sois padres y el amor matrimonial es profundo, pero diverso del amor, también profundos, hacia los hijos.

En la vida familiar somos hermanos y tal fraternidad es algo muy profundo. Sin embargo puede que dos hermanos, siendo hermanos queridos, no sean amigos. Es distinto ser hermano que ser amigo. Con un amigo tengo otro tipo de relación y, quizás, de confidencialidad. (Los amigos los elegimos, más o menos, libremente, la fraternidad de hermanos nos viene dada).

En la vida podemos querer a personas por su serenidad, por su competencia, su disponibilidad. En la vida religiosa, presbiteral el amor, la afectividad se encauza por otros derroteros (celibato).

La vida religiosa, la vida monacal vive en comunidad y se dan relaciones de fraternidad en la fe que les une en un carisma concreto: benedictinos, franciscanos, jesuitas, etc. Y viven como hermanos o hermanas, lo cual no significa que todos los miembros de tal comunidad sean amigos, ni que la comunidad viva en una adolescente amistad, si bien procurarán una convivencia noble y fraterna.

La vida comunitaria ha de estar posibilitada por una madurez personal, de fe, afectiva y en muchas ocasiones habrá de echar mano del respeto hacia quien no piensa como yo; y en ocasiones el perdón será necesario en una convivencia adulta y madura.

El presbítero-sacerdote realiza su afecto y amor orientando su vida hacia el Reino de Dios, que se concretará en la tarea pastoral, intelectual y en una buena convivencia con los colaboradores de su parroquia o de las personas con quienes trabaja. Ama su propia tarea, parroquia, mundo pastoral.

Las Parroquias y “comunidades cristianas” no son comunidades de amigos. Los que se reúnen en una parroquia se estiman, se respetan, incluso estarían dispuestos a ayudarse o ayudar a otros en caso de necesidad, de enfermedad, de penuria económica, etc. pero no somos estrictamente amigos, ni se debe pretender que una parroquia sea una comunidad de amigos.

No es lo mismo amistad que amor, enamoramiento que encuentro, eros que caridad. Y conviene no mezclarlo todo, porque, de otro modo, podemos volver a la confusión del “caos inicial del Génesis”.

  1. El amor es intrínseco al ser humano.

         Siendo muy consciente del evangelio que hemos escuchado: “este es mi mandamiento: que os améis”, sin embargo el amor no es que el amor sea un “imperativo legal o moral”, una ley más entre las muchas que se puedan legislar.

         Dios es amor, el ser humano está creado a imagen de Dios, por lo que el ser humano es imagen del amor de Dios y se realiza en el amor.

         De hecho el amar y sentirnos queridos es lo más importante en la vida humana. Podemos vivir -hemos vivido- sin justicia, sin derechos humanos, sin libertades, sin apenas dinero y con hambre (al menos las generaciones mayores), lo que ya no podemos vivir es sin amar y ser amados. Las grandes crisis personales y las grandes realizaciones en la vida humana están en proporción directa a la experiencia que tengamos del amor.[2]

         El amor hace bien al ser humano. Probablemente nada cura tanto como sentirse querido y acogido en la vida.

  1. Amor y política.

         La ciencia, la tecnología, el progreso sin amor, deshumaniza. Lo mismo se puede aplicar a la vida sociopolítica y a la vida eclesiástica.

         Puede parecer una ilusión infantil, pero la crisis económica en que estamos sumidos no se va a solucionar solamente con criterios económicos, sino con criterios éticos. El problema de la pacificación requiere tratamiento político, conversaciones, negociaciones, etc. En algún momento sería muy noble tender la mano, reconciliarnos.

         Inteligencia creativa humana hay, dinero hay, tecnología, materias primas (creación) siguen habiendo todavía, vacunas hay para todo el mundo. Si todo ello no llega a todos es por otras razones ya no técnica, sino éticas.

         Lo que llama la atención es que ni los economistas, ni políticos, ni los medios de comunicación, ni la Universidad, ni los sindicatos, ni muchas veces los eclesiásticos invoquemos el amor eficaz en nuestras vidas

         El dinero no cree en Dios ni en el hombre, el dinero no ama. Y es ahí donde comienza la convivencia y el encuentro entre personas y pueblos.

  1. Algunas concreciones

Amar es respetar y acoger a los seres humanos solamente porque son seres humanos, hijos de Dios.

  • o Por tanto amar significa respetar a todas las personas por el mero hecho de ser personas: hijos de Dios. Hacemos interesadas acepciones de personas: pensemos en ideologías, puestos eclesiásticos, emigrantes, racismos, etc.
  • o Hoy en día en nuestro pueblo el mandamiento del amor significa respeto y buscar, abrir cauces y caminos, diálogo para la convivencia y la paz. Y en cuanto sea posible, perdonar.
  • o En el ámbito familiar amar significa muchas veces respeto, no hurgar en viejas heridas, no revolver las cosas. Cuestiones de dinero, herencias, etc. Saber declinar, dejar ya de lado determinadas cuestiones.
  • o El mundo eclesiástico comenzará o comenzaremos a ser cristianos cristianos- cuando intentemos ver la vida y las situaciones y problemas desde el amor y no tanto desde el legalismo, el miedo, el poder y la ortodoxia.
  • o En ocasiones -siempre- amar significa ser discreto y callarse. Callar un defecto, un pecado ajeno, etc. El silencio y la discreción son variantes del mandamiento del amor. Una persona adulta ha de saber callar y marcharse a la tumba con unos cuantos secretos.
  • o En muhco momentos amar significa: perdonar.
  1. Somos discípulos amados.

         Somos cristianos y ser cristiano es sentirse querido por Dios y desplegar la vida desde el amor. Desde el amor las cosas se ven de otra manera.

El amor produce una confianza enorme, una gran serenidad. Noches oscuras nos van a venir, pero quien ama, quien ama la humanidad, la vida, los valores del Reino de Dios tiene el alma sosegada, en calma, en esa serenidad y alegría que nos promete Jesús.

esto os mando: que os améis unos a otros.

[1] Un apunte exegético: la primera mitad del evangelio de San Juan emplea 32 veces el lenguaje de luz-tinieblas, 50 veces el tema de la vida: agua, pan de vida, etc. La segunda mitad del evangelio joánico se centra en el amor: 38 veces. (X. Léon Dufour, Lectura del evangelio de Juan, Salamanca, 19933, vol 1, p 22.

[2] Hay ciertas dimensiones en la vida que hemos de saber llevarlas bien: el amor, la sexualidad, el poder, la belleza, el dinero, etc. son cuestiones que hemos de procurar “gestionarlas” bien, porque de otro modo, nos pueden despistar en la vida.

 

Biblia, Espiritualidad , , , , , , ,

“Vivir en la Verdad de Jesús”. 17 de mayo de 2020. 6 Pascua (A). Juan 14, 15-21.

Domingo, 17 de mayo de 2020
Comentarios desactivados en “Vivir en la Verdad de Jesús”. 17 de mayo de 2020. 6 Pascua (A). Juan 14, 15-21.

1398445799_315714_1398446224_album_normalNo hay en la vida una experiencia tan misteriosa y sagrada como la despedida del ser querido que se nos va más allá de la muerte. Por eso el evangelio de Juan trata de recoger en la despedida última de Jesús su testamento: lo que no han de olvidar nunca.

Una cosa es muy clara para el evangelista. El mundo no va a poder «ver» ni «conocer» la verdad que se esconde en Jesús. Para muchos, Jesús habrá pasado por este mundo como si nada hubiera ocurrido; no dejará rastro alguno en sus vidas. Para ver a Jesús se necesitan unos ojos nuevos. Solo quienes lo amen podrán experimentar que está vivo y hace vivir.

Jesús es la única persona que merece ser amada de manera absoluta. Quien lo ama así no puede pensar en él como si perteneciera al pasado. Su vida no es un recuerdo. El que ama a Jesús vive sus palabras, «guarda sus mandamientos», se va «llenando» de Jesús.

No es fácil expresar esta experiencia. El evangelista la llama el «Espíritu de la verdad». Es una expresión muy acertada, pues Jesús se va convirtiendo en una fuerza y una luz que nos hace «vivir en la verdad». Cualquiera que sea el punto en que nos encontremos en la vida, acoger en nosotros a Jesús nos lleva hacia la verdad.

Este «Espíritu de la verdad» no hay que confundirlo con una doctrina. No se encuentra en los libros de los teólogos ni en los documentos del magisterio. Según la promesa de Jesús, «vive con nosotros y está en nosotros». Lo escuchamos en nuestro interior y resplandece en la vida de quien sigue los pasos de Jesús de manera humilde, confiada y fiel.

El evangelista lo llama «Espíritu defensor», porque, ahora que Jesús no está físicamente con nosotros, nos defiende de lo que nos podría separar de él. Este Espíritu «está siempre con nosotros». Nadie lo puede asesinar, como a Jesús. Seguirá siempre vivo en el mundo. Si lo acogemos en nuestra vida, no nos sentiremos huérfanos y desamparados.

Tal vez la conversión que más necesitamos hoy los cristianos es ir pasando de una adhesión verbal, rutinaria y poco real a Jesús hacia la experiencia de vivir arraigados en su «Espíritu de la verdad».

José Antonio Pagola

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

“Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor”. Domingo 17 de mayo de 2020. 6º Domingo de Pascua.

Domingo, 17 de mayo de 2020
Comentarios desactivados en “Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor”. Domingo 17 de mayo de 2020. 6º Domingo de Pascua.

28-PascuaA6 cerezoLeído en Koinonia:

Hechos de los apóstoles 8,5-8.14-17: Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo
Salmo responsorial: 65: Aclamad al Señor, tierra entera.
1Pedro 3,15-18: Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida
Juan 14,15-21: Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor

La palabra de Felipe, un misionero que lleva el mensaje de Jesús a nuevas fronteras, es escuchada con atención porque hay coherencia entre lo que dice y lo que hace. La palabra y el poder sanador de Felipe son motivo de alegría para la comunidad samaritana. Para que una comunidad se mantenga firme en el evangelio es necesario tener la fuerza y la gracia del Espíritu Santo, algo que solo se logra con la oración, la imposición de las manos como signo de herencia fraterna y el bautismo comprometido con la misión de Jesús. Los discípulos y discípulas de ayer y de hoy tenemos la gracia de haber recibido el Espíritu Santo a través del Bautismo y la imposición de las manos. El Espíritu Santo es el único que puede garantizar el éxito y la eficacia de la misión. Discipulado, Espíritu y misión son las marcas que identifican al misionero de Jesús.

El pasaje de la carta de Pedro insta a la comunidad a ser santos. Una santidad que está siempre ligada al seguimiento y a las consecuencias que esta opción misionera imponga en nuestras vidas.

El Evangelio de Juan nos da la clave del verdadero seguimiento: AMAR. Este amor es el mandamiento que Jesús da a quienes quieran seguirlo. Ser discípulos o discípulas de Jesús implica tener como norma de vida el amor, un amor activo, liberador y eficaz. Ésta es la esencia del Evangelio, éste es el corazón de la vida y la práctica de Jesús, esto es lo que identifica a todos aquellos y aquellas que han asumido su misión.

Jesús teme por el futuro de sus discípulos. Sabe que las fuerzas del mal son poderosas y no escatiman esfuerzos para eliminar a las fuerzas del bien. Reconoce que sus discípulos no tienen todavía la formación y la convicción necesaria para enfrentar estas fuerzas malignas. Por esto, en un gesto de amor profundo, Jesús le pide al Padre que derrame el Espíritu sobre los discípulos de ayer y de hoy, para no dejarnos huérfanos, para que permanezca siempre con nosotros en la continuidad de la misión. Mientras el mundo permanece ciego, el Espíritu permite a los discípulos de Jesús reconocerlo en los hermanos. En el amor a los demás se reconoce el verdadero rostro de Jesús. Sólo el amor, al que somos llamados, es garantía de la presencia de Dios en nosotros y en nuestras comunidades. Si el amor es la clave del seguimiento de Jesús, tendremos que preguntarnos que estamos haciendo en nuestra vida y en nuestras comunidades para impregnar el mundo de amor, un amor que con la fuerza del Espíritu, permita que la verdad, la justicia y la fraternidad sean las huellas del Reino en el mundo de hoy.


La 1ª lectura, tomada del libro de los Hechos, nos presenta a Felipe predicando a los samaritanos en su capital. Es una noticia inusitada si tenemos en cuenta la enemistad tradicional entre judíos y samaritanos, tan presente en los evangelios, en pasajes como la parábola del buen samaritano (Lc 10,29-37), o la conversación de Jesús con la samaritana (Jn 4,1-42) o en otros pasajes más breves (Mt 10,5; Lc 9,51-56; 17,16; Jn 8,48). Los judíos consideraban a los samaritanos como herejes y extranjeros (cfr. 2Re 17,24-41) pues, aunque adoraban al único Dios y vivían de acuerdo con su ley, no querían rendir culto en Jerusalén, ni aceptaban ninguna revelación ni otras normas que las contenidas en el Pentateuco. Los samaritanos pagaban a los judíos con la misma moneda, pues los habían hostigado en los períodos de su poderío y habían llegado a destruir su templo en el monte Garitzín. Por todo esto nos parece sorprendente encontrar a Felipe predicando entre ellos, en su propia capital, y con tanto éxito como sugiere el pasaje que hemos leído, hasta concluir con un hermoso final: que su ciudad, la de los samaritanos, “se llenó de alegría”.

Esta obra evangelizadora que rompe fronteras nacionales, que supera odios y rivalidades ancestrales, provocando en cambio la unidad y la concordia de los creyentes, es obra del Espíritu Santo, como comprueban los apóstoles Pedro y Juan, que con su presencia en Samaria confirman la labor de Felipe. Se trata de una especie de Pentecostés, de venida del Espíritu Santo sobre estos nuevos cristianos procedentes de un grupo tan despreciado por los judíos. Para el Espíritu divino, no hay barreras ni fronteras. Es Espíritu de unidad y de paz.

La 2ª lectura sigue siendo, como en los domingos anteriores, un pasaje de la 1ª carta de Pedro. Escuchamos una exhortación que con frecuencia se nos repite y recuerda: que los cristianos debemos estar dispuestos a «dar razón de nuestra esperanza» a todo el que nos la pida. ¿Por qué creemos, por qué esperamos, por qué nos empeñamos en confiar en la bondad de Dios en medio de los sufrimientos de la existencia, las injusticias y opresiones de la historia? Porque hemos experimentado el amor del Padre, y porque Jesucristo ha padecido por nosotros y por todos, para darnos la posibilidad de llegar a la plenitud de nuestra existencia en Dios. Por esta misma razón el apóstol nos exhorta a mostrarnos pacientes en los sufrimientos, contemplando al que es modelo perfecto para nosotros, a Jesucristo, el justo, el inocente, que en medio del suplicio oraba por sus verdugos y los perdonaba. La breve lectura termina con la mención del Espíritu Santo por cuyo poder Jesucristo fue resucitado de entre los muertos.

A quince días de que termine la cincuentena pascual, la Iglesia comienza a prepararnos para la gran celebración que la concluirá: la de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. La manifestación pública de la Iglesia. Podríamos decir que su inauguración –teológicamente hablando, no históricamente hablando–. En la lectura del evangelio de san Juan, tomada de los discursos de despedida de Jesús que encontramos en los capítulos 13 a 17 de su evangelio, el Señor promete a sus discípulos el envío de un “Paráclito”, un Defensor o Consolador, que no es otro que el Espíritu mismo de Dios, su fuerza y su energía, Espíritu de verdad porque procede de Dios que es la verdad en plenitud, no un concepto, ni una fórmula, sino el mismo Ser Divino que ha dado la existencia a todo cuanto existe y que conduce la historia humana a su plenitud.

Los grandes personajes de la historia permanecen en el recuerdo agradecido de quienes les sobreviven, tal vez en las consecuencias benéficas de sus obras a favor de la humanidad. Cristo permanece en su Iglesia de una manera personal y efectiva: por medio del Espíritu divino que envía sobre los apóstoles y que no deja de alentar a los cristianos a lo largo de los siglos. Por eso puede decirles que no los dejará solos, que volverá con ellos, que por el Espíritu establecerá una comunión de amor entre el Padre, los fieles y El mismo.

El «mundo» (en el lenguaje de Juan) no puede recibir el Espíritu divino. El mundo de la injusticia, de la opresión contra los pobres, de la idolatría del dinero y del poder, de las vanidades de las que tanto nos enorgullecemos a veces los humanos. En ese mundo no puede tener parte Dios, porque Dios es amor, solidaridad, justicia, paz y fraternidad. El Espíritu alienta en quienes se comprometen con estos valores, esos son los discípulos de Jesús.

Esta presencia del Señor resucitado en su comunidad ha de manifestarse en un compromiso efectivo, en una alianza firme, en el cumplimiento de sus mandatos por parte de los discípulos, única forma de hacer efectivo y real el amor que se dice profesar al Señor. No es un regreso al legalismo judío, ni mucho menos. En el evangelio de San Juan ya sabemos que los mandamientos de Jesús se reducen a uno solo, el del amor: amor a Dios, amor entre los hermanos. Amor que se ha de mostrar creativo, operativo, salvífico. Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

17.5.20 Las siete obras de Cristo ¿Cumple hoy la Iglesia las siete obras de Cristo, y aún mayores? ¿Como las cumple?

Domingo, 17 de mayo de 2020
Comentarios desactivados en 17.5.20 Las siete obras de Cristo ¿Cumple hoy la Iglesia las siete obras de Cristo, y aún mayores? ¿Como las cumple?

Codexaureus_25Del blog de Xabier Pikaza:

Unos milagros al alcance de las manos

15.05.2020 | Pikaza

En un sentido, parece la Iglesia no cumple esas siete obras de Cristo, y aún mayores…, como seguirá viendo quien lea. Ciertamente, hace mucho en esa línea, es quizá el grupo social que más hace. Pero muchos añaden que no las cumple de un modo suficiente, quizá porque no sabe (¡cree que lo de Jesús es otra cosa!) o porque  no puede o porque prefiere hacer otras cosas.

No es que la Iglesia en conjunto piense que el evangelio de Juan se ha equivocado al insistir en la siete obras que presentaré a continuación. Pero da la impresión de que algunos suponen que esas obras de Jesús eran de otro tiempo, y que los buenos ministros de la Iglesia tienen que hacer otras cosas.Juzgue quien siga leyendo.

Sea como fuere, quienes mejor cumplen esas obras de Cristo no son los ministros oficiales de la iglesia, sino otros, menos oficiales, pero quizá más evangélicos:  Miles de “religiosas” de caridad, voluntarios de cáritas y de servicios sociales, hombres y mujeres de toda raza, lengua y lugar que creen en el evangelio y en las siete obras de Jesús.

El pasado domingo (10.5.20) escribí una postal sobre estas obras según el evangelio del día (Jn 14, 1‒12), donde Jesús terminaba diciendo Os aseguro: quien cree en mí, hará él también las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo voy al Padre (Jn 14, 12).

Puse la postal también en FB y casi nadie se dio por aludido. Me puse a ver la TV y a escuchar las misas de la radio, y todos los curas y obispos hablaban de cosas importantes, con vírgenes de mayo y coronavirus, pero nadie planteó el tema central de esas obras (como si no lo hubieran leído hasta el evangelio hasta el final, o no supieran qué decir sobre el tema): hacer la obras de Cristo y aún mayores.

El que más se acercó fue mi querido alumno Atilano de Sigüenza, en la 13, pero también él se quedó con la Virgen amada de Barbantona… Por eso pensé, voy a esperar una semana y hacer yo un sermoncito en RD sobre las siete obras de Cristo, tal como aparecen en el evangelio de Juan, que para eso estudié el tema en mi tesis de Roma sobre R. Bultmann, y el otro libro sobre  las obras de misericordia.

51Sz-4Rc1dLVolveré a decir que estás palabras (¡quien cree en mí harás las obras que yo hago, y aún mayores!) son quizá las más escandalosas y urgentes del evangelio de Juan (y quizá del NT). Hemos creído en Jesús, le hemos divinizado en el sentido fuerte de la palabras (ya en el Concilio de Nicea, año 325); le hemos puesto en la gran peana de todos los altares de la Iglesia para adorarle, pero no sé si hacemos sus obras y aún mayores. Así me ha dicho un amigo:

O se equivoca Jesús cuando nos dice que las hagamos o nos equivocamos nosotros, que no sabemos, no queremos o no podemos. Ciertamente, hay que distinguir las obras

‒ La más importante es que creamos. En el fondo, según el evangelio de Juan,  lo que importa es que creamos. Que creamos en Dios, en la vida, en nosotros mismos, unos en otros. La obra es creer, es decir, vivir de fe, de amor activo… Por eso el dicho de Jesús empieza “quien crea en mí” (quien crea como yo, conmigo…). Esta es la obra “crear”, es decir, crear queriendo…

Pero esa fe se expresa en las siete obras ejemplares de Jesús…  En un sentido se les puede llamar “milagros”, pero no son milagros externos, de esos de “mago”, sino los “milagros de la vida”, los milagros de la fe. Por eso el evangelio les llama “señales” (sêmeia), signos de la fe, de la transformación de la vida.

Todas son obras humanas:  que la gente crea, vida, ande… El  evangelio de Juan dice quee Jesús hizo muchas más obras (Jn 20, 30‒31), de manera que si se escribieran todas no cabrían en todos loe libros del mundo (Jn 21,25 ), pero las siete son las principales

    evangelio-juan  Dicen los expertos que Juan empezó ordenando las siete obras  en un librito pequeño, y que después, cuando podía, añadía un largo comentario a cada obra, o a las más importantes (el sermón del paralítico, el de la multiplicación, el del ciego etc.). Y sin más introducción presentó ya cada una de las obras:

1º Obra: Bodas de Caná, que la gente se case bien casada, con fiesta de vino para toda la vida (Convertir el agua en vino: Jn 2, 1‒11).

 Éste es el tema: Pasar de la religión y de la vida como agua penitencial y de leyes y leyes a las bodas con vino abundante. Fijaos bien, el evangelio empieza con un chico y una chica que parece que se quieren, pero después no pueden, falta vino. Fijaos mejor, a la boda viene “todo cristo”, hasta la Virgen María, con un “arquitriclino”, que es un tipo experto en leyes, ceremonias y vino. Pero nada, sigue la boda, hay mucha agua, mucha ley, hasta seis “hidrias” de las grandes. Pero pronto se acaba el vino.

En la gran tristeza de las bodas sin vino (la gente se casa, descasa y recasa, con toda ceremonia… pero falta el vino) está el “resquicio de la buena madre” que dice a Jesús “aquí falta el vino, tiene que hacer algo…”. Esta es la primera obra de Jesús, la primera obra de la iglesia. No sé si los curas de iglesia se tienen que casar o no, eso sigue siendo un tema de leyes de hidrias de agua de purificaciones.  El tema es si los curas con obispos y toda la parafernalia están ahí para animar a la gente (chicos, chicas y mayores) a casarse bien con mucho amor de vino.

Animar a la gente a que se case, y se case con vino, no con aguas de leyes. Esa es la primera obra de Jesús… que nos dice “yo hice lo que pude”, pero añadiendo “le pediré al Padre Dios, os mandaré el Espíritu santo, y tendréis que hacerlo mejor.

54ea45ae6c2bf8427b20c4e7137dbc62¿Qué hace la iglesia en general con esta obra de Jesús? Ciertamente, la cuenta y explica de un modo más o menos moralista. Pero, va la iglesia a las bodas de la gente para animar la fiesta con vino.  Normalmente solemos andar por el mundo con miedo en los ojos, con mucho derecho, con poco evangelio, si se abre la iglesia para la misa de las 11 o no se abre, si hay o distancia en los bancos, si el cepillo electrónico funciona… Pero de vino más bien poco.  ¿Qué significaría en general que la Iglesia fuera a las bodas con más evangelio y menos miedo. ¿A todas las bodas? ¿Incluso o, sobre todo, a las homosexuales, a las bodas de la gente a la que se le acaba el vino?

2ª obra. Jesús cura al hijo enfermo del “reyezuelo” (4, 46‒ 54). Después de las bodas, celebradas de un modo o de otro suelen venir los niños… Y así vuelve Jesús, como si nada, para ver cómo andas las cosas, y se acerca a Caná, y le sale e “reyezuelo” diciendo que se le muere el niño.

81hrEdwXBpL Ésta es una obra extraña, que el evangelio de Juan no comenta después como las otras. Quizá no hace falta. El hecho está claro. Sucede, como dicho,  en el entorno de Caná, el sitio de las bodas. El protagonista es un “reyezuelo” (es decir, un funcionario de la corte de Antipas, a quien el texto le llama “basilicós” (de la casa real, reyecito).

Este reyezuelo debe ser un tipo con cierto poder. Forma parte de la “corte de los milagros del rey Herodes Antipas”. Normalmente se decía que este tipo de gentes de la administración eran hábiles y se hacían ricos con el dinero que robaban a los “hijos” de los pobres. Así, sin más…  Debe ser rico, no se dice que sea buena (al contrario, el texto supone que, siendo quien era, debía ser malo… pero su hijo está muriendo viene a Jesús para decirlo que su hijo se muere. Toma a Jesús como el “milagrero de la zona”: Tiene que hacerle un milagro

El texto no habla de la mujer de la mujer/madre (debe estar por Cafarnaúm, en la casa de familia, con el niño que se muere, mientras el padre anda por ahí haciendo política y sacando dinero de ello, mientras y el propio hijo se le muere. ¿Por qué se le muere? ¡No le sabe ni quiere cuidar‒educar a pesar de su dinero (o por su mismo dinero). Así viene a  Jesús y le pide ayuda… y se la ofrece, pero diciéndole que lo resuelva él mismo, que crea y quiere de verdad a su hijo, que asuma la vida, que se fije en lo importante.

Jesús no le pide “dinero” a este reyezuelo, no baja con él a Cafarnaum, simplemente le dice que “crea”, que cuide a su hijo, que se olvide de negocios de “régulos”.Ésta a la obra, éste es el milagro: Que Jesús convenza a este tipo duro, reyezuelo, que deje de andar merodeando por ahí, por dinero, y se vaya con su mujer y su hijo, que crea en el hijo, que le escuche, que le abrace, que le cure.

¿Qué hace la iglesia con los hijos de los reyezuelos de este mundo? ¿Cómo dice a los padres que cuiden y animen a sus hijos, día a día, hora tras hora, sin dejarlos ante la TV sin más o sin “echarlos” a la escuela de pago o pago para que hagan otros lo que ellos no hacen? Éste es la tarea: No basta que los padres se casen con vino, sino que les llegue el vino bueno de la vida para los niños. Ésta es la segunda obra de la iglesia. Jesús no dice si los curas han de tener hijos propios o no, eso es secundario,  sino que les dice que animen y ayuden a los padre para cuidar, animar, hacere crecer en amor a los hijos. Leer más…

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

Alegría, esperanza, amor. Domingo 6º de Pascua.

Domingo, 17 de mayo de 2020
Comentarios desactivados en Alegría, esperanza, amor. Domingo 6º de Pascua.

jsalvDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Las lecturas continúan las tres situaciones de la iglesia que comenté el domingo pasado.

Iglesia naciente: modelo de una nueva comunidad (Hechos de los apóstoles)

En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.

Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.

Tras la institución de los diáconos, Lucas nos cuenta la actividad de uno de ellos, Felipe, en la fundación de la comunidad de Samaria. Esto le sirve para indicar las características que debería tener cualquier nueva comunidad.

1) No debe excluir a nadie. Felipe se dirige a Samaria, la región más despreciada y odiada por un judío.

2) Felipe predica a Cristo. Los misioneros no proponen una filosofía moral ni una ética; su intención primordial no es reformar las costumbres sino dar a conocer a Jesús.

3) La palabra va acompañada de la acción. Lucas la concreta en signos y prodigios semejantes a los que realizaron Jesús y los apóstoles: curación de todo tipo de enfermos.

4) El fruto de esta actividad es que «la ciudad se llenó de alegría». El evangelio no es un mensaje triste.

5) Sólo falta algo que el diácono Felipe no puede dar: el Espíritu Santo. Eso lo concede la oración de los apóstoles Pedro y Juan, que simbolizan al mismo tiempo con su presencia la unión entre la nueva comunidad y la iglesia madre de Jerusalén.

Iglesia sufriente: calumnias y esperanza (1 de Pedro)

Queridos hermanos: Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal. Porque también Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.

La carta de Pedro menciona el tema de las calumnias que sufrían los primeros cristianos. Recuerdo dos de ellas, tomadas de textos de Tertuliano y Minucio Félix.

Se decía que cuando uno iba a incorporarse a la comunidad e iniciarse en los misterios, se tomaba a un niño muy pequeño, se lo recubría por completo de harina y se lo colocaba sobre una mesa. Cuando el neófito entraba en la sala, le ordenaban golpear con fuerza aquella masa. Él lo hacía, pensando que no se trataba de nada grave. Y golpeaba una y otra vez hasta matar al niño. Entonces, todos se lanzaban sobre el niño muerto para lamer su sangre y repartirse sus miembros, sellando de ese modo la alianza con Dios.

Otra acusación era la del incesto. Según ella, los cristianos se reúnen en sus días de fiesta para celebrar un gran banquete. Acuden con sus hijos, hermanas, madres, personas de todo sexo y edad. La sala está iluminada sólo por un candelabro, al que se encuentra atado un perro. Cuando han comido y bebido abundantemente, ya medio borrachos, excitan al perro tirándole trozos de carne a un sitio al que no puede llegar, hasta que el perro tira el candelabro, se apaga la luz, y todos se abrazan al azar y se entregan a la mayor orgía entre hermanos y hermanas.

En este contexto, la carta de Pedro recomienda:

1) Saber dar razón de nuestra esperanza con mansedumbre y respeto. Es decir, saber explicar qué creemos y esperamos, pero sin usar condenas y descalificaciones.

2) Es mejor padecer haciendo el bien que padecer haciendo el mal.

Esta conducta, humanamente tan difícil, sólo se puede conseguir recordando el ejemplo de Jesús que, siendo inocente, murió por los culpables. E igual que él resucitó, también nosotros recibiremos el premio de nuestra paciencia.

Iglesia creyente: «obras son amores» (evangelio de Juan)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.»

El evangelio, en pocas palabras, reúne temas tan distintos que resulta difícil encontrar un elemento común. No se puede pedir un discurso lógico y ordenado a una persona que se despide de sus seres más queridos poco antes de morir. Destaco tres temas.

1) Este breve fragmento comienza y termina con palabras muy parecidas: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos.» «El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama». Como dice el refrán: «Obras son amores, y no buenas razones».

La relación entre el amor y la observancia de los mandamientos es muy antigua en Israel: se remonta al Deuteronomio, donde amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser, se concreta en la observancia de sus leyes, mandatos y decretos. En el caso de Jesús hay una gran diferencia, sus mandamientos se resumen en uno solo: «Esto os mando: que os améis los unos a los otros como yo os he amado».

2) Teniendo en cuenta la proximidad de la fiesta de Pentecostés, son importantes las palabras: «Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.» Parece una contradicción manifiesta pedir al Padre que nos dé algo que ya vive en nosotros. Son los dos tiempos en los que se mueven a menudo estos discursos: el de Jesús, que mira al futuro y pide al Padre que nos dé un defensor; y el nuestro, que ya hemos recibido el Espíritu y vive en nosotros.

3) La unión plena del cristiano con el Padre y con Jesús. «No os dejaré huérfanos, volveré.» «Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

17 de Mayo. Sexto Domingo de Pascua. Ciclo A

Domingo, 17 de mayo de 2020
Comentarios desactivados en 17 de Mayo. Sexto Domingo de Pascua. Ciclo A

CFA4913D-EAA6-48BC-B3B1-E1358F8291D0

Las lecturas de este sexto domingo de Pascua nos pasean por nuestro interior a modo de guía turística para despertarnos a lo esencial, que, como decía El Principito, es invisible a los ojos. Nos llevan hacia lo que habita dentro, nuestros amores, lo que escuchamos, lo que vemos y conocemos y, muy importante, nuestros descubrimientos. Esas experiencias que anclan la existencia en Dios.
Felipe en Samaría es capaz de alegrar a toda la ciudad hablando de Jesús, de Cristo. Contando que vive y que su presencia es sanadora, liberadora, permite volar al viento del Espíritu.

La calle de la alegría

Así que la primera parada en nuestra ruta turística interior, es la calle de la alegría. Aquella que descubrimos cuando Dios se hizo presente en nuestra vida, o nos dimos cuenta de que siempre había estado ahí, acompañándonos con su mirada enamorada. ¿Cómo andamos de alegría? Atención, cuidado con desviarse por la calle de la amargura porque se nos avinagra la sonrisa.

Si pasamos a la segunda lectura, nos encontramos con una carta de Pedro. Nos anima a ser valientes y explicar abiertamente a quien nos lo pregunte, sin pudor, qué es lo que llena nuestra vida de esperanza, de confianza, de serenidad. Nos invita a hablar de Dios a quien nos quiera escuchar… pero nos pide que lo hagamos con delicadeza y respeto. Nada de caer en la tentación de imponer nuestra experiencia a otras personas, o despreciarlas y sentirnos por encima.

Nuestra guía turística interior después de mostrarnos la calle de la alegría nos para frente a la fuente de la esperanza… Agua fresca y gratuita, para todas las personas que se quieran acercar. Y digo que nos para porque es precisamente lo que se necesita, parar. Parar para comprender y contemplar cuál es nuestra verdadera fuente, qué aguas bebemos que a veces nos arrugan la mirada y nos decoloran la sonrisa.
Para escuchar las palabras de Jesús la Iglesia durante la Pascua nos acerca al Evangelio de Juan, que para algunas personas es belleza y poesía y para otras es más bien enigmático y filosófico. Este domingo, igual es porque escribimos desde una monasterio trinitario, lo que más resuena en el corazón es la presencia de las Tres Divinas Personas a lo largo del texto. Y, como no puede ser de otra manera, para hablar de Dios Trinidad habla de amar, del amor que damos, del que recibimos, del Amor. Y lo hace como simulando una danza de entrega y acogida.

«el Espíritu mora en vosotros»… «yo estoy en mi Padre, vosotros en mí, yo en vosotros»… «quien me ama, será amado por mi Padre, y y también lo amaré»

(Jn 14, 6-14)

Si leemos el texto con serenidad nos está invitando a participar en la danza del Amor, con Jesús, con Abba, con el Espíritu Santo. Así que, para nuestras sorpresa, esta ruta por nuestro interior no nos lleva a una clase teórica de dogmática cristiana sino a un taller de danza. La torpeza no es una excusa, porque el taller está preparado para quien se decida a dejar a un lado el pequeño mundo de los razonamientos y dejarse llevar por el ritmo trinitario del Amor. El Amor que habita en ti. Tan solo escucha, y que el latir del corazón se acompase con el latir de Dios. ¡A danzar!

Oración.

Tus palabras refrescan nuestra alma,
todo se hace posible,
envueltas y a la vez habitadas por Ti,
nos hacemos música para Ti.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

***

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

Yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros.

Domingo, 17 de mayo de 2020
Comentarios desactivados en Yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros.

enfants1Juan 14,15-21

Se habla de la presencia de Dios, de Jesús y del Espíritu en la primera comunidad. Se trata de hacer ver a los cristianos de finales del s. I, que no estaban en inferioridad de condiciones con relación a los que habían conocido a Jesús; por eso es tan importante este tema, también para nosotros hoy. Nos pone ante la realidad de Jesús vivo que nos hace vivir a nosotros con la misma Vida que él tenía antes y después de su muerte; y que ahora se manifiesta de una manera nueva. Se trata de la misma Vida de Dios (Zoe). Esto explica que entre en juego un nuevo protagonista: el Espíritu.

No debemos dejarnos confundir por la manera de formular estas ideas sobre la relación de Jesús, Dios y el Espíritu por aquellos cristianos de finales del s. I. No se trata de una relación con alguna entidad exterior al ser humano. Tampoco se está hablando de tres realidades separadas, Dios, Jesús, Espíritu. Si uno se fija bien en el lenguaje, descubrirá que se habla de la misma realidad con nombres distintos. Una y otra vez insisten los textos en la identidad de los tres. Después de morir, el Jesús que vivió en Galilea, se identificó absolutamente con Dios que es Espíritu. Ahora los tres son indistinguibles.

Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Mandamientos que en el capítulo anterior quedaron reducidos a uno solo: amar. Quien no ama a los demás no puede amar a Jesús, ni a Dios. Los mandamientos son exigencia del amor. Las “exigencias” no son obligaciones impuestas desde fuera sino la exigencia que viene del interior y que se debe manifestar en cada circunstancia concreta. Para Jn, “el pecado del mundo” era la opresión, que se manifiesta en toda clase de injusticias. El “amor” es también único, que se despliega en toda clase de solidaridad y entrega a los demás.

Yo pediré al Padre que os mande otro defensor que esté con vosotros siempre. Cuando Jesús dice que el Padre mandará otro defensor, no está hablando de una realidad distinta de lo que él es o de lo que es Dios. Está hablando de una nueva manera de experimentar el amor, que será mucho más cercana y efectiva que su presencia física durante la vida terrena. Primero dice que mandará al Espíritu, después que él volverá para estar con ellos, y por fin que el Padre y él vendrán y se quedarán. Esto significa que se trata de una realidad múltiple y a la vez única: Dios.

“Defensor” (paraklêtos)=el que ayuda en cualquier circunstancia; abogado, defensor cuando se trata de un juicio. Se trata de una expresión metafórica. La defensa a la que se refiere, no va a venir de otra entidad, sino que será la fuerza de Dios-Espíritu que actuará desde dentro de cada uno. Tiene un doble papel: interpretar el mensaje de Jesús y dar seguridad y guiar a los discípulos. El Espíritu será otro valedor. Mientras estaba con ellos, era el mismo Jesús quien les defendía. Cuando él se vaya, será el Espíritu el único defensor, pero será mucho más eficaz, porque defenderá desde dentro.

“El Espíritu de la verdad”. La ambivalencia del término griego (alêtheia) = verdad y lealtad, pone la verdad en conexión con la fidelidad, es decir con el amor. “De la verdad” es genitivo epexegético; quiere decir, El Espíritu que es la verdad. Jesús acaba de decir que él era la verdad. “El mundo” es aquí el orden injusto que profesa la mentira, la falsedad. El mundo propone como valor lo que merma o suprime la Vida del hombre. Lo contrario de Dios. Los discípulos tienen ya experiencia del Espíritu, pero será mucho mayor cuando esté en ellos como único principio dinámico interno.

No os voy a dejar desamparados. En griego órfanoús=huérfanos se usa muchas veces en sentido figurado. En 13,33 había dicho Jesús: hijitos míos. En el AT el huérfano era prototipo de aquel con quien se pueden cometer impunemente toda clase de injusticias. Jesús no va a dejar a los suyos indefensos ante el poder del mal. Pero esa fuerza no se manifestará eliminando al enemigo sino fortaleciendo al que sufre la agresión, de tal forma que la supere sin que le afecte lo más mínimo.

El mundo dejará de verme; vosotros, en cambio, me veréis, porque yo tengo vida y también vosotros la tendréis. La profundidad del mensaje puede dejarnos en lo superficial de la letra. “Dejará de verme” y “me veréis”, no hace referencia a la visión física. No se trata de verlo resucitado, sino de descubrir que sigue dándoles Vida. Esta idea es clave para entender bien la resurrección. El mundo dejará de verlo, porque solo es capaz de verlo corporalmente. Ellos, que durante la vida terrena lo habían visto como el mundo, externamente, ahora serán capaces de verlo de una manera nueva.

Aquel día experimentaréis que yo estoy identificado con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros. Al participar de la misma Vida de Dios, de la que él mismo Jesús participa, experimentarán la unidad con Jesús y con Dios. Es el sentido más profundo del amor (ágape). Ya no hay sujeto que ama ni objeto amado. Es una experiencia de unidad e identificación tan viva, que nadie podrá arrancársela. Es una comunión de ser absoluta entre Dios y el hombre. Por eso, al amar ellos, es el mismo Dios quien ama. El amor-Dios se manifiesta en ellos como se manifestó en Jesús.

“El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; a quien me ama le amará mi Padre y le amaré yo y yo mismo me manifestaré a él”. Su mensaje es el del amor al hombre y no el del sometimiento. La presencia de Jesús y Dios se experimenta como una cercanía interior, no externa. En (14,2) Jesús iba a preparar sitio a los suyos en el “hogar”, familia del Padre. Aquí son el Padre y Jesús los que vienen a vivir con el discípulo. En el AT la presencia de Dios se localizaba en un lugar, la tienda del encuentro o el templo, ahora cada miembro de la comunidad será morada de Dios. No será solo una experiencia interior; el amor manifestado hará visible esa presencia.

Un versículo después de lo que hemos leído dice: el que me ama cumplirá mi mensaje y mi Padre le demostrará su amor: vendremos a él y permaneceremos con él. Los discípulos tienen garantizada la presencia del Padre y la de Jesus. Esa presencia no será puntual, sino continuada. Dios no tiene que venir de ninguna parte porque está en nosotros antes de empezar a ser. Una vez más se utiliza el verbo “permanecer” que expresa una actitud decidida de Dios. También queda una vez más confirmada la identidad del Jesús con Dios, una vez que ha terminado su trayectoria terrena.

Jesús vivió una identificación con Dios que no podemos expresar con palabras. “Yo y el Padre somos uno.” A esa misma identificación estamos llamados nosotros. Hacernos una cosa con Dios, que es espíritu y que no está en nosotros como parte alícuota de un todo que soy yo, sino como fundamento de mi ser, sin el cual nada puede haber de mí. Se deja de ser dos, pero no se pierde la identidad de cada uno. Esa presencia de Dios en mí no altera para nada mi individualidad. Yo soy totalmente humano y totalmente divino. El vivir esta realidad es lo que constituye la plenitud del hombre.

Meditación

No nos empeñemos en meter en conceptos lo indecible.
Solo la vivencia puede saciar el ansia de conocer y amar.
Lo que te empeñas en buscar fuera, no existe más que dentro.
El ojo ya no existe, ni hay nada que mirar.
Vete al centro de ti y descubre tu esencia.
Ese descubrimiento colmará tus anhelos.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

El mundo no le reconoce.

Domingo, 17 de mayo de 2020
Comentarios desactivados en El mundo no le reconoce.

766c2beac81bb1ac7b41ec146ec21e38La forma de desarrollar la confianza en ti mismo es hacer lo que temes y llevar un registro de tus experiencias exitosas (William Jennings Bryan)

17 de mayo. DOMINGO VI DE PASCUA

Jn 14, 15, 21

El Espíritu de la verdad, que el mundo no puede recibir, puesto que no lo ve ni lo conoce; vosotros lo conocéis, pues permanece y está con vosotros y en vosotros

Entonces su descendencia será conocida entre las naciones, y sus vástagos en medio de los pueblos; todos los que los vean los reconocerán, porque son la simiente que el Señor ha bendecido (Isaías 16, 9).

Natanael le dijo: ¿Cómo es que me conoces? Jesús le respondió y le dijo: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi (Juan 1, 48)

Al llegar a cada nueva ciudad el viajero encuentra un pasado suyo que ya no sabía que tenía: la extrañeza de lo que no eres o no posees más te espera al paso de los lugares extraños y no poseídos, escribió Italo Calvino en Las ciudades invisibles.

Y viajar a las ciudades, que todos llevamos dentro de nuestra personal geografía, nos enriquece y divierte, por lo mucho que en sus museos, plazas, calles y personas aprendemos, pues como decía Martin Buber, filósofo y escritor judío conocido por su filosofía de diálogo, por sus obras de carácter existencialista, y partidario de “una tierra para dos pueblos” buscando el diálogo entre judíos y árabes en Palestina: “Todos los viajes tienen destinos secretos sobre los que el viajero nada sabe”.

Viajamos para aprender que el amor divino, el tuyo y el nuestro, es un sentimiento que da la vida, y que nos lleva a entregarnos a él sin condiciones: un corazón es su meta, una diana, cuyo amor es la flecha que se dirige a ella orientada por la mano imantada de los sueños.

En el libro de Italo Calvino, Las ciudades invisibles, y una de ellas, Andria, -una ciudad colgada del cielo- con arquitectos, ingenieros, urbanistas, bancos y politicastros, para construir ciudades más humanas, vivibles y sostenibles, menos ciudades de la cultura y más cultura, menos ciudades de la justicia y más justicia y menos ciudades de la imagen y más imaginación.

Nuestro débil e imperfecto yo, recarga sus baterías con solo reconocerte y aproximarse a ti, Jesús, fuente, camino y verdad de cuanto vivimos.

hidroelectrica

 

Y por esa y otras muchas más razones nos negamos a vivir aislados, desenchufados de la corriente, que alimentada por la fuerza de tu Hidroeléctrica tanto divina como humana, nos mantiene iluminando la casa de nuestra y la de los demás, avivándonos el deseo de pasar a la vía iluminativa y unitiva, como sucedía en la vida real de los místicos.

Para William Jennings Bryan, la forma de desarrollar la confianza en ti mismo es hacer lo que temes y llevar un registro de tus experiencias exitosas.

Yo las llevo, y os las envío a todos por correo para que estéis al corriente de todo cuanto hago, para que lo que el evangelista dice en 14, 17.

“La verdad, que el mundo no puede recibir, puesto que no lo ve ni lo conoce; vosotros lo conocéis, pues permanece y está con vosotros y en vosotros”.

Hubo redoble de tambores en la calle y tú, Blas de Otero, respondiste con tu redoble de conciencia, y con tu poesía social, intimista y profundamente religiosa, nos acercaste a la Iglesia y a reconocer a Jesús en ella.

REDOBLE DE CONCIENCIA

Imaginé mi horror por un momento
que Dios, el solo vivo, no existiera,
o que, existiendo, sólo consistiera
en tierra, en agua, en fuego, en sombra, en viento.

Y que la muerte, oh estremecimiento,
fuese el hueco sin luz de una escalera,
un colosal vacío que se hundiera
en un silencio desolado, lento.

Entonces ¿para qué vivir, oh hijos
de madre, a qué vidrieras, crucifijos
y todo lo demás? Basta la muerte.

Basta. Termina, oh Dios, de maltratarnos.
O si no, déjanos precipitarnos
sobre Ti, ronco río que revierte

 

 Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

¿Nos sentimos hijos amados o vamos por la vida como “huérfanos”?

Domingo, 17 de mayo de 2020
Comentarios desactivados en ¿Nos sentimos hijos amados o vamos por la vida como “huérfanos”?

holy-spirit-3Jn 14, 15-21

El evangelio de este domingo habla de amor y de presencia. Un amor que es la clave y la garantía de todo, y una presencia distinta a la que habitualmente estamos acostumbrados. Después de tantas apariciones, Jesús mismo nos prepara para otro tipo de presencia, la de su Espíritu, menos tangible, pero no menos real.

En estos momentos quizá estamos más preparados para entenderlo. Hasta hace unas semanas, nos veíamos y nos encontrábamos con mucha frecuencia. Nos saludábamos y nos abrazábamos, a veces rápida y distraídamente. Pero posiblemente, nunca como ahora que no podemos encontrarnos, hemos oído y nos hemos dicho tantas veces: “Te quiero”. Por teléfono o por WhatsApp, por videoconferencia o por email, lo repetimos y nos aseguramos de que nuestros seres queridos sepan eso, que los queremos. Que nos sientan cercanos aun estando lejos.

Vamos a leer el evangelio de hoy en esta misma clave. Jesús, consciente de que no va estar físicamente con nosotros, nos habla de amor. De su amor y el nuestro, del amor del Padre a Él y a nosotros.

Nos puede sorprender que empiece con una condición: Si me amáis… una condición que parece depende de nosotros, que nos da el protagonismo ¿hemos decidido amarle? Todo lo demás, incluso la capacidad de hacerlo surge de aquí. Primero es amarle a Él, luego su mandamiento, como respuesta a una experiencia muy honda. Ese mandamiento que en los versículos anteriores a este texto ha expresado: “Amaos unos a otros como yo os he amado” (Jn 13, 34)

Es una imagen sugerente de lo que es ser cristianos: amar a Jesús y por ello vivir como Él, cumplir sus mandamientos. Es una clave distinta a la que muchas veces usamos. Lo primero no son los mandamientos y preceptos, con los que nos ganamos su amor, lo primero no es ser perfectos… lo primero, la condición única es amar. Amarle a Él, el centro y el Señor de nuestra vida. Si le amamos, Él mismo hará posible esa otra forma de vida, la que se vive desde el amor. Y lo hará por esa nueva forma de presencia, la del Espíritu en nosotros. Esa presencia que nos asegura que conoceremos y gozaremos, aunque no la conozca ni goce el mundo.

Aquí “el mundo” no se refiere a nuestra sociedad, ni al planeta… representa todo lo que se opone al proyecto de Dios, lo que destruye la verdad y fomenta la injusticia, por eso una parte de la humanidad no quiere acoger esta presencia ni experimentar que el Espíritu de la verdad está en su interior.

Y aún da un paso más y afirma: “¡No os dejaré huerfanos!”. Esta es quizá una de las frases más esperanzadoras del evangelio. Es la gran promesa, el gran consuelo y la gran confianza.

Muchos hemos vivido la experiencia de la orfandad. Cuando mueren los padres, aunque sean mayores y dependientes, se apodera de nosotros un profundo sentimiento de desamparo y desarraigo, aunque seamos adultos y perfectamente capaces de vivir solos. ¡Y más si hemos tenido que afrontar esta pérdida en estos últimos meses, en soledad y en la distancia! Sentirnos huerfanos, enfrentarnos como huerfanos a las dificultades de la vida, es como hacerlo “sin estar a cubierto”, sin retaguardia, solos… sin nadie que nos sostenga desde atrás. Posiblemente es uno de los sentimientos más hondos del ser humano. Nos mete de lleno en una adultez distinta, más solitaria.

Pues hoy dejemos que en nosotros resuene con fuerza esta consoladora promesa de Jesús: Yo no os dejaré huerfanos nunca. Si por el bautismo, por nuestro primer encuentro con Jesús, se nos dio la gracia de sabernos y sentirnos hijos e hijas, ahora se nos asegura que esto es para siempre. Que siempre podremos vivir como hijos, con esa confianza básica de que hay alguien que nos ama, nos defiende y nos apoya, gratuita e incondicionalmente, para afrontar lo que venga. Que ser hijos e hijas define nuestra permanente relación con Dios, nos da una identidad propia. Que después de la resurrección, en este tiempo Pascual que es el definitivo, se nos asegura la presencia del Espíritu, del Padre y de Jesús mismo, en nosotros, de forma definitiva.

El evangelio de hoy que empieza con una condición referida a nuestro amor acaba con una afirmacion referida al suyo: “… será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él”. Sin exigencias, sin medidas… solo si me amáis. Lo demás viene luego. Esta nueva presencia que Jesús nos promete, la del Espíritu, presencia amorosa que nos une al Padre y a Jesús mismo, nos capacita para vivir amando. Amando a su estilo, es decir, estando, como Él, siempre dispuestos a lavar los pies, a liberar de dolores y esclavitudes, a perdonar, a salir a buscar al que está perdido, a hacernos pan, partirnos y repartirnos, para aliviar las necesidades de los hermanos y hermanas, hasta dar la vida…

Es, en definitiva, conocer y reconocer agradecidos su presencia en nosotros, anunciarla, testificarla y extenderla en nuestro entorno como amor, vida y esperanza.

Que el evangelio de este domingo nos ayude a saborear esta inabarcable experiencia y podamos sentirnos plenamente gozosos fiados en la palabra de Jesús, aun en estos tiempos de oscuridad.

Mª Guadalupe Labrador Encinas fmmdp

Fuente Fe Adulta

Biblia, Espiritualidad , , , , , ,

Recordatorio

Las imágenes, fotografías y artículos presentadas en este blog son propiedad de sus respectivos autores o titulares de derechos de autor y se reproducen solamente para efectos informativos, ilustrativos y sin fines de lucro. Yo, por supuesto, a petición de los autores, eliminaré el contenido en cuestión inmediatamente o añadiré un enlace. Este sitio es gratuito y no genera ingresos.

El propietario del blog no garantiza la solidez y la fiabilidad de su contenido. Este blog es un lugar de entretenimiento. La información puede contener errores e imprecisiones.

Este blog no tiene ningún control sobre el contenido de los sitios a los que se proporciona un vínculo. Su dueño no puede ser considerado responsable.