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Luz en el candelero

Domingo, 5 de febrero de 2017
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la-magia-de-las-velasLa doctrina de Jesús es un organismo vivo que respira, se desarrolla y evoluciona. Si no lo hace, muere (E. Trías)

5 de febrero. V domingo del TO

Mt 5, 13-16

No se enciende un candil para taparlo con un celemín, sino que se pone en el candelero para que alumbre a todos los de la casa

Y alumbra cuando, como dice Isaías, la luz de ese candil, además de iluminar a los que caminan en obscuridad, les satisface en sus necesidades básicas“comparte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste a quien ves desnudo y no despreocuparte de los tuyos” (Is 58, 7-10). En la Biblia, la luz es faro imprescindible para el mundo y sus moradores.

AT

Dijo Dios: Que exista la luz. Y la luz existió (Gén 1, 3) Fue el primer acto de Dios en la Creación. Luz y oscuridad son, sobre todo, símbolos ricos y profundos: ver la luz equivale a vivir (Job 33, 30); y en 22-28: la luz es la prosperidad; Dios es luz y fuente de luz y su gloria es luminosa; ilumina su rostro mostrando benevolencia (Nm 6, 25). Y en Is 30, 26 y 60, y Zac 14, 7 es una aurora sin término.

NT

Significativa del acercamiento del hombre a Dios (Jn 3, 19-21); elemento de teofanía en la Transfiguración (Mt 17, 2). Como símbolo: Dios es luz (1 Jn 1, 5); Jesús es luz (Jn 1, 4s; y 8,12; el discípulo debe serlo (Mt 5, 14, Ef 5, 8-9, 1 Jn 2, 9-11).

La luz de los discípulos no puede reducirse a la de un humilde candil, aunque generoso, y debe expandirse. En la novela Para siempre, de Susanna Tamaro, Matteo le recuerda a Nora la protagonista, lo que Jesús demanda a sus seguidores y ella anhelaba: “No quieres ser un afluente -decías-, quiero ser un río que desemboca directamente en el mar”Y esto es ser co-creadores y fieles al Antiguo y al Nuevo Testamento.

Hay que ser como Ana Bolena, de la que decía María Estuardo en la ópera de Donizetti: “Sé que seduce a todas las almas, y que inflama todos los deseos”. Una seducción que otorga vida a quienes se sienten embriagados por ella. Como nos sentimos encandilados por el Evangelio. Eugenio Trías lo vió de esta manera cuando escribió en La imaginación Sonora que: “La doctrina de Jesús es un organismo vivo que respira, se desarrolla y evoluciona. Si no lo hace, muere”.

Y ha de desarrollarse porque, como dice Juan en el prólogo de su Evangelio, en la Palabra había vida, y la vida era luz en nosotros destinada a brillar en las tinieblas. Una intencionalidad que el protagonista de la película El cónsul de Sodoma, apunta en estos términos: “Y entonces descubrí que me iría; y a cualquier sitio que fuera yo, tendría mi camino y mi libro para leer. Otros en cambio no se irían. Ellos seguirán años y años, sin esperar con rabia que den las 7 para escapar, y saltar al otro lado de la vida”.

Con esta luna mía del Poema de bellos claroscuros, quiero danzar el rítmico ballet de los candiles y luceros.

LA LUNA SUBE Y BAJA

La luna sube y baja mis problemas
por la escarpada cuesta de la vida,
y yo los bajo y subo como ella.

No puedo abandonarlos, pues son míos;
son fruto de mi amor y mi deseo.

-“¡Préstame tu maleta,
quiero viajar contigo, y con ellos
escalar y bajar las cordilleras!”.

Luna “la de los pies ligeros”
como Aquiles,
no me robes el sueño.

Quiero subir, quiero bajar,
rodando cuando bajas,
trepando cuando subes.

Por las laderas de mi tiempo
me persiguen las sombras y las luces
que en mi mente sembraron los ensueños.

Lunática de bellos claroscuros,
quiero danzar contigo
el rítmico ballet de los luceros.

(SOLILOQUIOS. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Sal y Luz ¿qué somos?

Domingo, 5 de febrero de 2017
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mt-5-13-16Mt 5, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra”.

Difícilmente podremos entender la riqueza de esta imagen que propuso Jesús, si no recordamos la importancia que tenía la sal en la sociedad de su tiempo:

· Servía para frotar el cuerpo de los bebés nada más nacer, así se evitaban las infecciones propias de la falta de higiene o de las heridas causadas en el parto.

· La sal era salario; se consideraba una especie de “moneda”, muy valiosa para intercambiar con otros productos de primera necesidad, especialmente con los pueblos que no tenían acceso al mar.

· Se utilizaba como arma, al alcance de cualquiera. Si se esparcía sobre la huerta de un enemigo se le podía arruinar la cosecha y causarle un grave daño económico, sin dejar rastro.

· Se ponía en los hornos del pan para catalizar el calor, hasta que por el uso continuado acababa desvirtuada.

· Servía para convertir el pescado en salazón. De este modo era muy útil para conservarlo y alimentarse en los viajes.

· Condimentaba las comidas.

La sal, por tanto, era muy un elemento imprescindible y valioso en la sociedad. Cuando san Mateo escribió su evangelio, los cristianos eran grupos marginales y estaban siendo perseguidos. ¿Qué reconocimiento social podía tener un grupo de gente que seguía a un galileo crucificado? Los hombres y mujeres cristianos eran la imagen viva del fracaso, como lo fue su Maestro.

El evangelista acaba el texto de las bienaventuranzas con un grito lleno de júbilo y esperanza: “Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos”. Pero no hay que esperar a llegar al cielo (parece que dice Mateo), porque aquí y ahora ya sois sal y luz.

Pero si la sal se estropea no hay manera de devolverle su capacidad de salar. No valía como salario, ni para los hornos; solo servía para reforzar los caminos.

Si los cristianos apostataban, por miedo a las persecuciones o a la muerte ¿cómo podrían recuperar el amor primero, la pasión del seguimiento? Si el Evangelio se desvirtuaba ¿quién le devolvería la garra con la que predicó Jesús la Buena Noticia?

Hoy, junto a la sal tenemos otros productos que potencian el sabor. Seguramente se podría prescindir de la sal en la alimentación y no notaríamos que había sido sustituida por otro producto.

Algo semejante ocurre con el evangelio. La fuerza de una Buena Noticia que ha revolucionado la historia se ha ido desvirtuando en los países ricos y se va sustituyendo por migajas que no sacian el hambre y por “tiritas” que no curan las heridas de la humanidad.

En la educación religiosa y la catequesis se suele poner más el acento en lo que no somos y en lo que hacemos mal que en recordarnos que somos tan imprescindibles y valiosos como la sal.

Si no somos conscientes de esto ¿cómo vamos a despertar esa conciencia en quienes nos rodean?

Vosotros sois la luz del mundoEstos versículos se escribieron en una sociedad en la que la llegada de la noche sumía en la oscuridad total, abundaban los peligros y la gente intentaba guarecerse en alguna aldea, en lugar de seguir el camino.

¿Quién podía permitirse el lujo de iluminar por la noche el camino? ¿Quién era tan tonto que malgastaba el aceite de una lámpara, poniéndola debajo del cajón con el que se medía el trigo (celemín)?

Todavía ahora se cuelgan los candiles en lugares altos, en los que alumbren lo más posible, así se economiza aceite.

¡Qué lejanas nos resultan estas imágenes de la luz y la oscuridad si no hemos experimentado una oscuridad total!

Quienes sufrieron el apagón que se produjo en Nueva York, del 13 al 14 de julio de 1977, contaron que habían vivido situaciones de auténtico pánico;  por ejemplo, las personas que se quedaron atrapadas durante horas en el Metro, hasta que pudieron ser evacuadas; o encerradas en los ascensores de los rascacielos.

A consecuencia de la caída de varios rayos, casi toda la ciudad quedó sin suministro eléctrico, en medio de una severa ola de calor. El pillaje se extendió, hasta el punto de que arrestaron a unas 4.500 personas que fueron sorprendidas saqueando viviendas y comercios. Y muchas personas temieron toparse con un hombre que había cometido varios asesinatos en esa ciudad y andaba suelto.

¿Cómo nos sentiríamos nosotros si nos perdemos en un monte, en una noche sin luna, y sin ningún medio para iluminarnos? ¿Qué sentimos si  descubrimos a lo lejos la luz de las linternas de quienes vienen a rescatarnos?

Muchas homilías son soporíferas y no tienen relación con lo que está viviendo la comunidad o la parroquia. ¿Dónde tomamos conciencia de que somos luz? ¿Dónde, cuándo y cómo nos recordamos que somos como una central eléctrica, por la corriente que nos une? ¿Cómo podemos recuperar el potencial “energético” que tenemos las comunidades cristianas? ¿Nos damos cuenta de los profundos cambios sociales que pueden operarse cuando este potencial se pone en marcha?

La luz que somos ¿no se ha ido diluyendo con las pequeñas luces de las pantallas, que nos absorben la energía, nos entretienen y nos anestesian?

Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»

Hay un tiempo para cada cosa. Hay un tiempo para pasar desapercibidos, como levadura en la masa, y hay un tiempo para dar testimonio y que se vea el dinamismo del talante cristiano.

Pero siempre hace falta un requisito imprescindible: que el ego se acalle para que se perciba al Abba como la Luz y la Sal, de donde proceden nuestra sal y nuestra luz.

Marifé Ramos González

Fuente Fe Adulta

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Con un poco de sal

Domingo, 5 de febrero de 2017
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salt-of-the-earthJesús se ve que conocía la costumbre riojana. Cuando se asan chuletas al fuego encima de la parrilla, se echa sal a las ascuas, para que tomen fomento y se enciendan más.

Es sorprendente cuando me encuentro con algún texto de personas, creyentes o no, que me impresionan y me hacen pensar. Una tarea a realizar como misión evangelizadora es dar a conocer lo bueno y lo positivo. Hay muchas películas y libros y videos… Qué labor más bonita y cómo animan. Después de ver Silencio, muchas personas nos interrogamos tanto, por lo menos, como si viéramos una película religiosa.

Los que estamos con problemas de tensión arterial, nos ponen poca sal en las comidas. Y da la impresión de que en nuestra iglesia andamos mal de tensión y enseguida se nos sube de tono, y rechazamos y no descubrimos a Jesús en lo no religioso.

Ayer me encontré con un señor a quien le falta una pierna y va sobre una bicicleta: “voy a la cárcel de jóvenes porque un joven quiere hablar conmigo” y allá se va y rocía de sabor la vida y abre horizontes.

Por las noches en el verano está el campo plagado de luciérnagas. Pequeñas lucecitas. Si damos a conocer menos discursos pero más hechos positivos, con un poco de sal, eso son lucecitas. Ahí creo que está mi misión como cristiano.

Ya lo decía Helder Camara: “La sal tiene que estar mezclada con las alubias” Si no, no da sabor. Nuestras experiencias no las podemos dejar guardadas en nuestro arcón, sino en la vida, saliendo al periódico, dialogando en las pequeñas terrazas de la vida, del trabajo, de la diversión.

Me sorprende. Soy aficionado a escribir cartas al director en el periódico y sé que hay muchas personas que lo leen y que llegan a pensar a favor o en contra, pero intento que transmitir el sabor de la vida.

La comida demasiado salada no hay quien la coma, con un poco de sal, da gusto.

No se trata de atiborrar de grandes enseñanzas. Con una pizca de sal, especialmente si tiene humor, cala y penetra más. Me va sucediendo que los últimos cuatro domingos, se me ha ocurrido un chiste en cada evangelio. Y eso cala. Somos sal y luz con la vida, la palabra, los hechos. Aunque a veces la sal escuece las conciencias.

Gerardo Villar

Fuente Fe Adulta

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