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Compartir vida y misión con el Maestro

Domingo, 22 de enero de 2017
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he_calling_disciples_710Poned atención:
un corazón solitario
no es un corazón 

(A. Machado)

22 de enero. III domingo del TO

Mt 4, 12-23

Los llamó, y ellos inmediatamente, dejando la barca y a su padre, le siguieron

En su novela El Monje, Thich Nhat Hanh dice: “El corazón de Kinh Tam se había transformado en un ilimitado corazón de bondad, compasión, alegría y ecuanimidad, con la capacidad de abarcar a todo ser viviente”. Con ello quiere decirnos el novicio vietnamita que el compartir ha de ser sin restricciones. Como hizo Jesús, “sal y luz de la Tierra”, iluminando y salando a cuantos respondiendo a su voz, dejaron su barca y le siguieron. Una luz de esperanza destinada a curar las enfermedades y dolencias del pueblo.

Las de todos los que sufren, como sufría Matteo por la muerte en accidente de coche de su esposa Nora, que le lleva a un retiro voluntario en el bosque para reflexionar sobre los acontecimientos de su vida y buscando que la fuerza regeneradora de la Naturaleza y el misterio de la existencia encerrado en las cosas más pequeñas –también ellos comparten vida- lo pueden apaciguar y sanar. Una historia de Susanna Tamaro en Para siempre. Un “¡Sí, la vida puede ser mucho más!”. Puede ser compartida como río en el mar, como le recuerda en una ocasión Matteo a Nora: “No quieres ser un afluente -decías-, quiero ser un río que desemboca directamente en el mar”.

Era la intencionalidad y el compromiso de los Padres de la Iglesia primitiva. San Benito de Nursia (480-547), iniciador de la vida monástica en Occidente y considerado patrón de Europa escribió que “Todo el que se compromete, como lo hicieron los antiguos, con la vía de la espiritualidad cristiana siente que su corazón se expande y camina en la alegría inconmensurable del Espíritu Santo, hacia Dios y hacia los otros hombres”.

Washington Irving refiere en Cuentos del Alhambra la escena en que le guiaba el escudero. “Le invitamos a que lo comiese allí mismo el panecillo que se le había ofrecido: “No señores –respondió–; el vino lo he bebido con vuestro permiso; pero el pan me lo llevo a la casa para compartirlo con mi familia”.

Según el director Mohamed Hamidi en su película La Vaca, 2016, con sus protagonistas Fatah y Jacqueline, dice que “En estos tiempos tan difíciles donde alguna gente quiere oponerse a diferentes tipos de vida, quería mostrar que los individuos, sin importar de dónde fueran, pueden vivir juntos y compartir sin importar las diferencias culturales, estatus social o religión”. Palabras de dimensión política que el profesor Hans Küng llevó al campo religioso cuando dijo que “Hasta que no haya paz entre las religiones no podrá haber paz en el mundo”.

A. Machado: “Poned atención: / un corazón solitario / no es un corazón”. Creo que el significado de este proverbio es para resaltar que la vida no es completa sin amor: sin compartir misión y vida. Lo que nos cuenta Rabidranath Tagore evidencia la riqueza derivada del compartir generosamente con el otro.

EL MENDIGO

Iba yo mendigando de puerta en puerta, a lo largo de la calle de la aldea. En un lugar me daban una manzana, en otro un trozo de pan, en otro una espiga de trigo… De pronto allá a lo lejos apareció un carruaje, parecido a un sueño maravilloso. Me pregunté: Quién será ese Rey de reyes?

Crecieron mis esperanzas, y pensé que los días tristes de mis esperanzas estaban a punto de terminar, esperé que se me diera la limosna sin pedirla, y que tus riquezas abundantes fueran esparcidas por el polvo del camino. El carruaje se detuvo a mi lado; Tu mirada cayó sobre mí, y Tú descendiste con una sonrisa. Presentí que mis días de mendigo habían llegado a su fin y me quedé esperando tesoros inmensos. Había llegado el momento supremo de mi vida. Pero Tú, bajando lentamente del carruaje te quedaste quieto ante mí y me extendiste la mano derecha diciéndome: “¿Qué tienes para darme?” ¡Ah, pero qué gesto verdaderamente digno de un rey fue aquél de extenderme Tu mano para pedir la limosna a un pobre!

Titubeante y confuso, extraje lentamente de mi zurrón un grano de trigo y Te lo di. Y con un gesto sencillo sonreíste y continuaste tu camino. ¡Pero cuál no sería mi sorpresa cuando, al final del día, extendí sobre la vieja mesa el contenido de mi mochila y encontré en la exigua espiga de trigo, un granito de oro… el mismo que yo te había entregado horas antes. Lloré amargamente por no haber tenido generosidad suficiente para haberte entregado todo aquello que poseía…”

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Echar redes

Domingo, 22 de enero de 2017
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47702_430163937461_92187362461_5294011_7048196_nMt 4,12-23; Evangelio del domingo 22 de enero 2017

No ha venido a reivindicarse. Y podía haberlo hecho con toda razón. Tanta indiferencia y desprecios hacia las iniciativas que Dios había tenido a lo largo de la historia habrían merecido una respuesta contundente por su parte. Pero no. Su estilo va en otra dirección.

Jesús, después del bautismo, se ha presentado ante el mundo y ante nosotros para hacernos una propuesta aún más atractiva que todas las anteriores: participar en una misión que consiste en extender, agrandar y adelantar el reinado de Dios; ser sus compañeros de camino; tratarnos de “tú a tú” para ayudarle en sus planes. La primera reacción ante tal “despropósito” es echarse a temblar, sentirse indigno e incapaz. Pero viendo el plantel de los primeros llamados nadie debería autoexcluirse: Andrés, fue el que no creyó que con tan pocos panes y peces pudieran alimentar a una multitud que esperaba anhelante las palabras de Jesús; su hermano Pedro, no tardó en traicionar al Maestro a pesar de haber declarado que estaría con Él hasta el final; y los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, no destacaban precisamente por su buen carácter (no en vano eran conocidos como los hijos del trueno). Nadie queda, pues, excluido.

Pero todavía quedan aspectos interesantes de la propuesta que merece la pena no pasar por alto:

– El Señor la realiza en “los dominios” de la persona a la que se dirige; es decir, en su terreno. Por eso su modo de “entrar” es procurando no estorbar, aprovechando lo que el otro ya es. Los discípulos estaban en su lugar de trabajo, en medio de la faena diaria.

– La tarea que les encomienda es echar las redes para captar a cuantos más, mejor. El valor de lo que se ofrece es, en sí mismo, incuestionable, y no depende de la cantidad de “me gusta” que pueda registrar. El Reino de Dios es bueno para todos.

– La invitación no es a uno solo, sino a quien quiera seguirle… Estamos “en esto” los unos con los otros, esperando la señal del Maestro que nos indique cuándo es el momento de echar el copo (o las redes) y de tirar todos a la vez (se requiere mucha fuerza y destreza) para arrastrar una buena cantidad de gente.

Cierto es que en esta misión las condiciones son manifiestamente mejorables (porque esto de vivir a la intemperie no es precisamente para echar las campanas al vuelo), pero ¿quién no pagaría lo que fuera por entrar a formar parte de este “Cuerpo” liderado por el Señor? ¿Alguien piensa que no está hecho para él? En la comunión con Jesús, el de Nazaret, los héroes encontrarán su causa; los cobardes, la fortaleza que les falta; los decididos, el respaldo para “echarse a volar”; los indecisos, apoyo incondicional; los pecadores, la versión más radical y gratuita del amor a través del perdón… Y todo esto sin estar atados por un contrato ni por cláusulas engañosas. Basta con seguir sus pasos. Todos son bienvenidos y necesarios. Las redes son pesadas, y se necesita el esfuerzo de todos para arrastrar y atraer a uno solo, y a grandes masas.

María Dolores López Guzmán

Fuente Fe Adulta

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