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Terraplanismos populistas de mercado y Doctrina Social de la Iglesia (I)

Miércoles, 13 de septiembre de 2023

Terraplanismos-populistas-Doctrina-Social-Iglesia_2590850891_16679347_660x371Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado” (Simone Weil)

En la sobrevaluada civilización del conocimiento exclusivamente racional y sin lugar para la Trascendencia, que nos prometía progreso infinito y acabar con la ignorancia… han aparecido estos nubarrones imprevistos que reclaman una felicidad y sentido de la vida que esta cosmovisión no ha podido brindar…y le están pasando factura.

Los negacionistas se sienten depositarios de meta-argumentos, de certezas emocionales que descartan escuchar cualquier razonamiento…Ya no hace falta leer ni pensar ni seguir a los maestros. Tenemos “influencers” que nos desenmascaran “la verdad” de todo.

No son un agujero en el sistema. Son el antisistema. Y vienen con una furia fundamentalista que no le interesa el diálogo ni la participación de los demás. Sus líderes mesiánicos , cada vez más votados, encarnan la reacción frente a un sistema que los ha “engañado”. Alarma el número de ciudadanos occidentales que no se sienten representados ni comprendidos por la democracia tal como la veníamos concibiendo.

Las salidas populistas o liberales son la simplificación errónea del problema, como advierte el Papa Francisco: “El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos. En ambos casos se advierte la dificultad para pensar un mundo abierto que tenga lugar para todos, que incorpore a los más débiles y que respete las diversas culturas”. (Francisco, FT 155)

El nuevo escenario negacionista

Terraplanistas, antivacunas, conspiracionistas, negacionistas de todo tipo cada día ganan más adeptos. Adhieren a la negación deliberada o la minimización de hechos históricos, científicos o eventos ampliamente aceptados. Hay varias razones y factores que alimentan esta reacción:

…negar hechos y verdades que no cuadran con determinadas ideologías, el insaciable uso de las nuevas tecnologías que desfigura la percepción de la realidad, la pérdida  del sentido de la historia y la pertenencia a un pueblo y su cultura, la desconfianza de las instituciones y de las leyes, el miedo a un mundo que cambia y que amenaza destrucción total, la  afiliación a grupos cuyas identidades son puestas en duda por las certezas de siempre, la educación deficiente que produce unos pocos universitarios especialistas y masas inmensas “desinformadas” por las redes y los mass media, las polarizaciones fundamentalistas llenas de odio al adversario, un nivel de vida imposible a no ser por el delito, etc.

En la sobrevaluada civilización del conocimiento exclusivamente racional que nos prometía progreso infinito y acabar con la ignorancia…han aparecido estos nubarrones imprevistos que reclaman una felicidad y sentido de la vida que esta cosmovisión no ha podido brindar…y le están pasando factura. Como cristianos, la complejidad de la situación nos convoca a ver, discernir antes que condenar y ser creativos en el actuar misericordiosamente  desde el Evangelio.

Ya no “todo lo real es racional ni todo lo racional es real“. La frase está tomada de Hegel, el máximo filósofo del racionalismo ilustrado. Un autor difícil, pero que ha sido sustento de todas las ideologías contemporáneas, algunas opuestas como el marxismo-nazismo o incluso el “paradigma tecnocrático” denunciado por Francisco en Laudato Si.

Mientras tanto, la Iglesia, tras ser defenestrada en cuanta ocasión se tenga, ha contribuido con su propia decadencia perdiendo el hilo de la Trascendencia encarnada en los signos de los tiempos. Presa de soberbias clericales y problemas autorreferenciales de ombligo; han dejado a las espiritualidades en una dispersión huérfana, “como ovejas sin pastor” (Mt 9,36). La incidencia de estas espiritualidades aisladas en la modificación de la cultura global es ínfima, por eso han sido permitidas por el sistema, para “distraer y no molestar”, como placebos para el individuo egoísta, consumista y aislado que esta civilización ha creado.

El siglo XX fue a las guerras mundiales y las actuales, “legitimadas” por las artificiales construcciones ideológicas…que justifican el ansia de poder y tener sin límites, de siempre. Del placer se encarga el sobredimensionado consumismo de “entretenimiento”, una maquinaria de circo capitalista que arrasa todas las generaciones dejando un tendal de analfabetismo comunitario y cultural.

La educación ya no busca formar personas cultas con sentido crítico. Las escuelas son burocráticos enseñaderos donde se pretende entrenar individuos para tener competencias, en su doble sentido: competir con el otro y adquirir adiestramiento para producir y consumir… pero sin la movilidad social que en otra época identificó a la educación.  Los medios de comunicación banalizan al que ha estudiado e investigado, y pone su discurso a la misma altura de ignorantes opinólogos disruptivos de tv.

Toda la carga del sistema recae sobre docentes agobiados por hacer informes, cumplir protocolos, bajar ocurrencias políticas oficiales y mediáticas todo el tiempo, cumplir con más y más trámites como bolas sin manija… mientras los medios, la sociedad y sus gobiernos les piden que hagan milagros con una tarea educativa… que en realidad no les interesa.

Pero como dice el proverbio africano, “la que educa es la tribu”... y aquí la tribu está en otra cosa. No es raro pues encontrar un alumnado tan desmotivado y una masa de jóvenes ignorantes y divertidos que adherirán a un negacionismo sistémico de lo que sea y de lo que se predique en las redes asegurándoles emociones y certezas sin elaboración, felicidad y no compromiso con los demás, tranquilidad egoísta y desinterés social.

burocracia_escolarEste desgaste de la visión ilustrada que, aunque sesgada, otrora irradió admiración global por su imaginario universal, ha dado pie a nuevos e inciertos fenómenos masivos. Terraplanismos de todo tipo y color que tienen en común un mismo fervor antisistema. Millones de personas dentro del occidente de la racionalidad triunfante se sienten engañanadas…y reaccionan peligrosamente en muchos planos.

Ni la amenaza terrorista islámica, ni el peligro chino, ni Putin, etc. son tan peligrosos (que lo son) como esta bomba en el interior de una cosmovisión deteriorada que ha perdido los grandes sueños colectivos. Grandes civilizaciones cayeron desde dentro, el imperio romano, la URSS, etc.

Alguien dirá que no hay nada mejor para justificar la irresponsabilidad que echar la culpa al engaño de otros. Pero también sucede que engaños del sistema no faltan, desde los negociados de las farmacéuticas, el greenwhashing de las empresas contaminantes, la extorsión de la deuda externa de los pobres, el voluntarismo que lucra con la vanidad de los selfies con los pobres,  los discursos mentirosos de los políticos, el mercantilismo que todo lo invade, la acumulación sin medida en paraísos fiscales, la desigualdad y violencia que se pretende combatir con más violencia, la depredación de recursos naturales y humanos de los países pobres, la provocación de mayor inmigración a la que se deja morir, etc. Ahora todo se conoce rápido (no como en los tiempos de Leopoldo y su Congo Belga en “El corazón de las tinieblas”).

Aquel mundo racional hace agua, o tal vez es que nos estamos enterando. Y la respuesta lamentablemente no se da desde el discernimiento y la cordura. La ciencia institucionalizada, los sistemas legales, económicos y políticos se perciben como parte de una gran conspiración: antivacunas, negación del covid, prácticas sanitarias y alimenticias absurdas, negación del cambio climático, de acontecimientos históricos como el holocausto, el desprecio por la historia, la investigación y el estudio, etc. ya no son casos aislados. Tribus de todo tipo surcan manifestaciones callejeras reclamando, cancelando opositores y pidiendo más derechos, no siempre muy acordes a la dignidad humana personal y social.

Potenciados por las redes sociales, generan convicciones colectivas muy difícil de rebatir con las mejores evidencias y explicaciones que ayuden a distinguir la paja del trigo. Siempre tendrán alguna incierta anécdota particular que rebate “el sistema”.

Ya no hace falta leer ni pensar ni seguir a los maestros actuales y perennes, tenemos “influencers” que nos desenmascaran “la verdad” de todo. Nuestros ídolos, “los que venden”, se dedican al entretenimiento y al espectáculo, donde los otros son escenografía pero no compromiso con el destino de un “todos”.

Francisco lo ha captado en Fratelli Tutti: “Se suele confundir el diálogo con algo muy diferente: un febril intercambio de opiniones en las redes sociales, muchas veces orientado por información mediática no siempre confiable. Son sólo monólogos que proceden paralelos, quizá imponiéndose a la atención de los demás por sus tonos altos o agresivos. Pero los monólogos no comprometen a nadie, hasta el punto que sus contenidos frecuentemente son oportunistas y contradictorios (FT 200) …Prima la costumbre de descalificar rápidamente al adversario, aplicándole epítetos humillantes, en lugar de enfrentar un diálogo abierto y respetuoso, donde se busque alcanzar una síntesis superadora…lenguaje habitual de campañas políticas que se ha generalizado a lo cotidiano (201)

Los negacionistas se sienten depositarios de meta-argumentos, de certezas emocionales que descartan escuchar cualquier razonamiento, porque son considerados parte de la “conspiración”. Todos tienen en común la no aceptación de una realidad que se puede verificar de una manera empírica. No importa que mueran miles de niños de sarampión por no vacunarse o sentencien a un ex-presidente americano por decenas de delitos. El negacionista evita aceptar un escenario que le incomoda psicológicamente. Les resulta más sencillo optar por no creer en las evidencias, aunque sean fácilmente comprobables y siempre tiene a mano su canal de red social en el que mediocres y exaltados formadores de opinión, les confirman la burbuja de su sesgo antisistema.

Los terraplanistas de la cultura eclesial ya los conocemos de antes, han buscado salvar la iglesia muchas veces desde la inquisición, las cruzadas, la quema de herejes, el santo oficio, el contubernio con las colonizaciones depredadoras, el silencio con los demoníacos totalitarismos, tradicionalistas de latín y amenazas del infierno, los abusos y pederastias para someter, someter y someter, etc. Bastante carga tiene Francisco en sus espaldas para anunciar un Evangelio mancillado por históricos pecados estructurales a personas que ya no quieren saber nada que huela a incienso.

El negacionismo antidemocrático

d97a8beb-09f4-45d9-a959-22b266daa813_16-9-aspect-ratio_default_0Es común ver en muchos jóvenes, que la aspiración democrática gestada en occidente durante casi 200 años ya casi no responde a sus expectativas. La desconfianza hacia “los políticos”, opera como chivo expiatorio de todos los males. Ellos son acusados de ser los únicos culpables, la casta que impiden una vida “natural”, como si la hubiera.

Ya no es un combate moral entre progresistas y reaccionarios. Por eso, solo buscando comprender a los negacionistas y terraplanistas de todo tipo, se puede entender la sociedad en la que vivimos y hacia donde vamos, algo que ni los encuestadores captan antes de la elecciones. No son un agujero en el sistema, son la dinamitación del mismo. Y vienen con furia fundamentalista, sin el menor interés por el diálogo ni la participación de los demás en la toma de decisiones consensuadas. Son los herederos del individualismo a mansalva del hipercapitalismo.

Sus líderes mesiánicos, cada vez más votados, encarnan la reacción frente a un sistema que los ha “engañado”. Alarma el número de ciudadanos occidentales que no se sienten representados ni comprendidos por la democracia tal como la veníamos concibiendo. Hace falta que las democracias se adapten a estos reclamos inteligente y generosamente.

Como vemos, no solo la Iglesia viene lenta. Los tiempos se han acelerado. En la próxima nota veremos cómo también el sistema neoliberal genera sus propios populismos desbocados para responder a los problemas que él mismo ha generado. Mientras, terminamos con una frase icónica de Francisco que advierte sobre las soluciones erróneas:

Las salidas populistas o liberales son la simplificación errónea del problema, como advierte el Papa Francisco: “El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos. En ambos casos se advierte la dificultad para pensar un mundo abierto que tenga lugar para todos, que incorpore a los más débiles y que respete las diversas culturas. (FT 155)

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Fuente Religión Digital

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