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Marion Muller-Colard: la fe como pasión de la humanidad

Miércoles, 19 de enero de 2022
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EECC1E05-045C-49CE-A179-FDC04BE26832-768x432La auténtica fe brota de una existencia radicalmente marcada por la lamentación y la aflicción

 No hay historia sin la entrada en escena de una dificultad imprevista, de una contrariedad que nos desvía del camino previsible. No hay historia con la seguridad de quien sólo sigue los caminos ya transitados

Hay quien prefiere los tranquilizantes para abrazar el reposo y la programación. Eso supone ignorar que el evangelio es el libro de la intranquilidad, que la fe se inaugura con la incertidumbre y la fragilidad que permiten la irrupción del Inédito

¿Qué entendemos de la realidad si eliminamos la presencia de la intranquilidad? ¿Queda algo de la espiritualidad cuando se anula la queja? Algunos han querido hacer de la religión un hogar confortable en el que ya no hay espacio para la tensión salvífica

Hay quien cree encontrar seguridad pactando con la realidad, pero la vida no admite concesiones. Buscamos prevenirnos del riesgo inspirándonos en una simplificación irreal de la vida. Pensamos ilusoriamente que el control, el discurso, el protocolo y la fuerza detendrán la angustia existencial, pero todas estas estrategias nos vuelven rígidos y, por tanto, más fácilmente quebradizos. La única oportunidad de la que disponemos es la ductilidad que proviene, paradójicamente, de la intranquilidad.

No hay historia sin la entrada en escena de una dificultad imprevista, de una contrariedad que nos desvía del camino previsible. No hay historia con la seguridad de quien sólo sigue los caminos ya transitados. Sin embargo, hay quien prefiere los tranquilizantes, se abraza al reposo y se aferra a la programación. Eso supone ignorar que el evangelio es el libro de la intranquilidad, que la fe se inaugura con la incertidumbre y la fragilidad que permiten la irrupción de lo Inédito.

No estamos en tierra de certezas sino en el ámbito de la confianza en los maestros que han pasado por la lección que transmiten. Por eso algunos reconocen a Jesús como un maestro válido, porque justo a continuación de la palabra de elección experimenta la tentación de la suficiencia y el poder. Y es que Jesús no promete la evitación del riesgo sino una inmersión incondicional en la complejidad de la vida sin tratar de sustraernos. La religión es receta, pero la fe auténtica frustra el deseo religioso. La fe de Jesús y de Abraham les lleva a no tener dónde reponer la cabeza, los preserva del inmovilismo, los aboca a un nomadismo que posibilita encuentros renovadores. Quien quiera salvar su vida, la perderá. Quien caiga en la seducción de los atajos perderá la experiencia de la profundidad humana.

De la impotencia a la fe: otro Dios

No nos educan para la impotencia. No aprendemos a aceptar la debilidad, la soledad, la pérdida de capacidades… y por eso nos quejamos. Pero existen situaciones en la vida que nos hacen pasar de las quejas a la Queja que resiste todo consuelo. Quien da este paso se acerca a Job: no es la pérdida lo que le lleva a la Queja; no es sufrimiento lo que le conduce a la Protesta. Es más bien la decepción de haber creído que Dios le protegía y ahora se siente defraudado.

Es la Queja frente a lo que no consideramos justo porque pensamos que la realidad se rige por una lógica. Confiábamos porque creíamos estar protegidos. Es el peso de la lógica retributiva: Dios vuelve bien por bien y mal por mal. Somos religiosos porque hemos firmado un contrato con Dios: felicidad a cambio de piedad. Hasta que la vida nos pone a prueba y fracasa la idea de un dios funcional. Job perdió más que familia y propiedades; perdió la seguridad de la protección que provenía de Dios. Y su fe retributiva no le había enseñado a sobrevivir a la Amenaza.

Job vivía de la contabilidad de una vida piadosa hasta que la Amenaza le agrede y aflora la Queja. Pero esta vivencia le hace consciente de la existencia de Otro Dios, Incondicional, que le salva de la relación contractual. Entre un Dios juez y un Dios perverso aparece un Dios imprevisible. El sufrimiento ha llevado a Job a encontrar el Inconmensurable. Ha pasado de un sistema de creencias a una relación personal, de la religiosidad a la fe, de un Dios funcional a un Dios vivo que se nos escapa porque nos supera. Ha accedido a la Gracia.

Vivir la fe con pasión

El sufrimiento se convierte en una provocación porque perturba la aparente quietud de la piedad y habla con elocuencia. Por eso la historia de la pasión humana (y de la compasión) es inmune al optimismo de la idea de justicia. Nada de sordera, de mitos consoladores y explicaciones ahistóricas, sino búsqueda permanente e infatigable de la dimensión espiritual como acceso a la Gracia. La Queja se convierte en interpelación y Gracia lleva a la esperanza. El aspecto intranquilizante de la Amenaza y de la Queja estimula la dimensión profética de la denuncia y del testimonio, quizás el único discurso capaz de romper nuestro caparazón defensivo. El Dios que se acomoda al deseo humano tiene mucho ídolo engañoso. La auténtica fe brota de una existencia radicalmente marcada por la lamentación y la aflicción. Es una fe que clama porque cree que, en cuanto a Dios, todavía no se ha dicho la última palabra. Es la esperanza en tensión porque sabe que quiere creer en Dios y no en la propia fe en Dios.

De Marion Muller-Colard (Marsella, 1978) la editorial Fragmenta ha traducido dos ensayos espléndidos: La intranquilidad (Premio de Espiritualidad Panorama-La Procure) y El otro Dios. El lamento, la amenaza y la gracia (Premio Spiritualidades de Aujourd’hui, Premio Écritures & Spiritualités, Premio Abat Marcet). Muller-Colard atestigua que la fe transita por un paisaje de oraciones, muy lejos del confismo de los triunfadores. Ni la indiferencia arrogante ni la relativización engañosa del sufrimiento aceptan creer en un Dios que está continuamente adviniendo y reclama ser recibido. Por eso sólo accede al otro Dios quien se niega a ser un espectador pasivo, un adorador del fatalismo o un gestor de estrategias a medio plazo.

No se recibe a Gràcia sin haber pasado por la crisis que nos convierte. ¿Qué entendemos de la realidad si eliminamos la presencia de la intranquilidad? ¿Queda algo de la espiritualidad cuando se anula la queja? Algunos han querido hacer de la religión un hogar confortable en el que ya no hay espacio para la tensión salvífica. Han atrofiado la sensibilidad espiritual olvidando que el encuentro con Dios pasa por el sufrimiento y las lágrimas secas. Marion Muller-Colard enseña que la intranquilidad del sufrimiento contiene una revelación porque forma parte de la sacralidad de la vida. Sólo quienes son sensibles descubren la presencia divina (“¿Cuándo te vimos desnudo, o enfermo, o encarcelado, o con hambre y sed…?”). Donde prospera este proceso arraiga un elemento esencial de la experiencia espiritual: la fe es la confianza, pese a la precariedad, en un Dios garante de la vida.

Fuente Religión Digital

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Tomar la Cruz

Martes, 30 de noviembre de 2021
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asd


(Mateo 16, 21-27)

Rechazar en mí lo que me atesta de ilusiones
llegar a ser lo que soy, ser el (la) que puede seguirte.
Seguir contigo el despojo feliz de aquellos
que se conocen a sí mismos
y saben cuánto de su vida depende de sus encuentros.
Llevar mi cruz, renunciar al combate vano
que haría de mí un rey (una reina), un (una) inmortal .
Avanzar en tus pasos conociendo la ganancia
que a veces hay que perder.
Perder mi vida entre tus manos con el fin de que le des
su verdadera forma.
Renunciar contigo a mi único imaginario
que no sabe más que rumiar
lo conocido, lo deseado, el contenido, lo programable
Y zambullirse en el gran baño fresco de lo imprevisible
donde operas, cada día, asombrosas conversiones.

*

Marion Muller-Colard.
“Éclats d’Évangile”

8836590

***

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Marion Muller-Colard: “La Amenaza es absolutamente inseparable del ser”

Martes, 30 de noviembre de 2021
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EECC1E05-045C-49CE-A179-FDC04BE26832-768x432La escritora y teóloga protestante fue una de las ponentes de la XVI Jornada Sant Jordi

La escritora francesa Marion Muller-Colard y el párroco de la iglesia de Santa Anna Peio Sánchez fueron los ponentes de la dieciseisava edición de la Jornada Sant Jordi, celebrada el pasado 13 de noviembre en Barcelona

Llamado a reflexionar sobre la situación humana mas radical bajo el lema ‘El Movimiento del alma: el ruego y el amparo’, el acto reunió a unas 115 personas procedentes de diversas diócesis españolas

“La misericordia supone invertir el orden natural y es la única forma de hacer la justicia. Solo el amor se hace extremo en la medida en que coloca en primer lugar a los más rezagados”, dijo Peio Sánchez

Encandiló al público con la idea de que la intranquilidad es inherente al ser humano y que, puestos a tener que convivir con ella, quizás haríamos bien si la acogiéramos con sinceridad y la quisiéramos un poco. “Prefiero los intranquilos que los tranquilizantes. Perturbados, perturbadores, me gustan sus vuelcos, exigencia, su insatisfacción”, afirma la escritora y teóloga protestante Marion Muller-Colard (Marsella, 1978).

La autora de La intranquilidad y El otro Dios. La queja, la amenaza y la gracia (ambas obras publicadas por Fragmenta y la segunda de ellas reconocida con el premio Abat Marcet), protagonizó una de las dos ponencias de la decimosexta edición de la Jornada Sant Jordi, celebrada el pasado 13 de noviembre en el Hotel Alimara de Barcelona.

Bajo el lema ‘El Movimiento del alma: el ruego y el amparo’, el evento (convocado por Grupo Sant Jordi de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, Equipos de Pastoral de la Política y la Comunicación, Liga Espiritual de la Virgen de Montserrat, el Consejo de Laicos de los Capuchinos de Cataluña y Justícia i Pau) contó con la asistencia de unas 115 personas venidas de diferentes provincias de España.

“Las religiones siempre se enfrentan a la cuestión de la Amenaza. Incluso se podría decir que se ocupan de ella, que es a la vez su razón de ser y su negocio. Domar la amenaza y promover sistemas explicativos del mal que nos preserven de él, ése es el proyecto religioso, sea cual sea la tradición”, advirtió la teóloga francesa al inicio de su disertación, titulada ‘La experiencia de la amenaza’.

El valor de ser

Remarcando que en el corpus bíblico algunos textos promueven el sistema retributivo y otros lo cuestionan, Muller-Collard sostiene que es en el libro de Job donde “se juegan todas las posibles fricciones provocadas por el sistema retributivo, tensiones, contradicciones reunidas tras la experiencia del ‘justo sufriente’, y la resistencia que esta experiencia despierta en las mentes religiosas que han hecho del sistema retributivo un dogma tranquilizador que les permite sentirse a salvo de la Amenaza”.

De ahí que la teóloga proponga una relectura del libro de Job para mostrar “cómo la cuestión de la Amenaza, de nuestra capacidad de aceptarla o de nuestros intentos religiosos de contenerla, determinan nuestra relación con la existencia y lo que el teólogo Paul Tillich llama el valor de ser”.

Para Muller-Collard, la definición de la fe que se desprende de la “teología de la amenaza” planteada en el libro de Job se resume en que el creador no niega la persistente Amenaza. “El Creador luchó para garantizarnos no recintos protectores, sino espacios habitables donde la vida es posible. La vida es posible allí, pero no está a salvo de la Amenaza porque la Amenaza es absolutamente inseparable del ser: el ser está constantemente amenazado por el no-ser, así como el ser amenaza constantemente al no-ser oponiéndose a él”, detalló.

El Creador luchó para garantizarnos no recintos protectores, sino espacios habitables donde la vida es posible”

En la resistencia y el coraje para hacer frente al caos, en la promoción incondicional del ser, en la pugnacidad de lo vivo: ahí radica la fe, según la ensayista marsellesa. “El credo de la fe es sencillo: es el credo del propio Creador al final de cada uno de los siete días de la creación: es bueno. Es bueno que haya algo en lugar de nada. Este compromiso absoluto con el ser nos compromete tal vez más que todos los dogmas y todo el sistema moral que hemos construido sobre él, pero sin que esa base sea suficientemente sólida”.

La ilusión de controlar la amenaza

La pandemia global de coronavirus demuestra, a juicio de la teóloga francesa que nuestra sociedad, al igual que las religiones de antaño, afirma poder controlar la Amenaza. “Los dos últimos años han demostrado que esto es de nuevo una ilusión. Independientemente de lo que creamos, ya sea en Dios o en el progreso humano, si nuestras creencias nos lleva a la ilusión de que podríamos estar a salvo de una Amenaza que ha estado con nosotros desde el principio del mundo, es que ‘creemos mal’”.

La última reflexión que dejó Muller-Colard puso el foco en el efecto paradójico del desarrollo. “En términos de ‘seguridad’ y de esperanza de vida, el progreso nos lleva a una intolerancia de la desgracia que es tanto mayor cuanto que nuestra vida occidental nos da la ilusión de estar a salvo. ¿La rareza de las manifestaciones de la Amenaza no nos ha hecho paradójicamente mucho más vulnerables cuando llega? Esta es una cuestión para las religiones, para una redefinición de la fe, y para todas nuestras sociedades contemporáneas”, concluyó la teóloga.

Conversión a la misericordia

En una jornada llamada “a reflexionar sobre la situación humana más radical”, no menos decisiva resultó la ponencia del sacerdote vasco Peio Sánchez, titulada ‘Conversión a la misericordia’, con la que el rector de la iglesia de Santa Ana de Barcelona propuso como camino de cambio el compadecimiento de los sufrimientos y miserias ajenas.

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