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Villancicos del Claroscuro-Canciones de la “Nochemala”

Miércoles, 30 de diciembre de 2015
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Leído en el blog de Juan Antonio Espinosa:

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La foto de Aylan Kurdi, este niño muerto, tendido sobre la playa, me ha traído a la memoria aquellos dos poemas del extremeño Manuel Pacheco, musicalizados por mí en 1975.

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En el poema “Niño de carne amarilla” Manuel Pacheco reflejaba la “Nochemala” en Vietnam, cuando los aviones de la muerte lanzaban sobre el pueblo las bombas de napalm.

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“Nochemala” también la de aquellos niños de Biafra. Para ellos el hambre siempre ha tenido el mismo color de su piel: “El hambre es negra”, nos decía Manuel Pacheco. Canción que nos golpea con fuerza, como el sonido del tambor africano en medio de la noche.

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En nuestros días, el triste y sangrante éxodo de niños, mujeres y hombres… Y cerrándoles el paso, esas alambradas asesinas.

¡Cuántas “Nochesmalas” han ido apareciendo en esta nuestra Madre Tierra!. ¿Conseguiremos que algún día la Nochebuena sea verdaderamente Buena para todos?

— Ahora puedes escuchar, y bajarte gratis si lo deseas, estos dos “Villancicos del claroscuro”:
“Niño de carne amarilla”, pulsando aqui

“El hambre es negra”, pulsando aqui

— La grabación de estas dos canciones, interpretadas por Pedro Espinosa, se encuentra en el Doble CD “Cantares de Libertad” (EDIBESA, telf. 91 345 19 92 // www.edibesa.com)

— Niño de carne amarilla” —

Niño de carne amarilla
y de pupilas alertas
como un cervatillo herido
huyendo de selva en selva.

En tu país Nochemala,
¿dónde está la Nochebuena?
Niño de carne amarilla
y de pupilas alertas.

Los asesinos del cielo
cantan de Vietnam la guerra
y tu Belén es la muerte,
la soledad, la tristeza.

En tu país Nochemala,
¿dónde está la Nochebuena?
Niño de carne amarilla
y de pupilas alertas.

Desnudo y huérfano estás
llorándole a las estrellas,
mientras los hombres que matan
celebran la Nochebuena.

En tu país Nochemala
¿dónde está la Nochebuena?
Niño de carne amarilla
y de pupilas alertas.

***

Letra: Manuel Pacheco

Música: Juan Antonio Espinosa

— El hambre es negra —

Abres tu boca al aire
y en la tierra está tu cuerpo
como un alambre.

Y el hambre llega,
y el hambre llega.
Y te mueres de hambre
en Nochebuena,
en Nochebuena.

(Recitado)
Se congregan los fieles
de otros países
y en las mesas se comen
pavo y perdices.

El Hambre es Negra.
El Hambre es Negra.
Mueres tu Nochemala
comiendo tierra,
comiendo tierra.

Letra: Manuel Pacheco

Música: Juan Antonio Espinosa

***

— Estas dos canciones no fueron compuestas para ser cantadas en Celebraciones Litúrgicas o similares.

Sin embargo, sí pueden proyectar un rayo de sana inquietad en nuestras, a veces, edulcoradas celebraciones navideñas, rompiendo nuestros esquemas de hombres y mujeres satisfechos.

Estas canciones nos invitan a abrir los ojos y el corazón, a ponernos en marcha contra la guerra, el hambre y la miseria.

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad, Música , , , , , ,

“Aylán, el icono”, por José Arregi

Jueves, 10 de septiembre de 2015
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7-Aylan-Kurdi-APMientras seguíamos inquietos las fluctuaciones del Ibex o las incertidumbres de la Bolsa de Shangai, discutíamos míseramente sobre cuotas de inmigrantes, las justas para cubrir nuestras necesidades económicas o lavar nuestra conciencia, o exhibíamos frívolamente la capacidad de jigas de nuestro último Smartphone, la imagen de este niño sirio de tres años, solo, desamparado, muerto en una playa turca, nos ha encogido el corazón. No lo podemos mirar, pero ¿cómo dejar de mirarlo? Sus pequeños ojos apagados nos miran y nos reflejan. Su sangre helada, como la de Abel, nos grita desde el fondo del mar y de la tierra: “¿Dónde está tu hermano?”.

Se llama Aylán Kurdi. Mira esa foto: Aylán cuelga de los brazos de un policía turco, como colgaba el crucificado, después de haber “entregado el espíritu”, el aliento vital; cuelga con sus pequeños pies calzado y sus pequeñas manos desnudas, como Jesús en brazos de María en todas las Pietàs vivas del mundo. Caído, inerte, mudo. Talitha kum (“levántate, niña”), dijo Jesús en arameo, la lengua de Siria por entonces, a una niña muerta. Levántate, Aylán. ¿Pero cómo te levantarás, si nosotros no te levantamos?

En otra foto, yace en la playa boca abajo, mientras una pequeña ola lo acaricia suavemente, como si quisiera enjugar en su cara las últimas lágrimas de su trágico viaje. Como si el mar nos dijera: “Ahí tenéis al niño, nacido del agua, ahogado en el agua. Nadie lo ha salvado como al pequeño Moisés, el liberador. Os lo devuelvo para que vuestra conciencia despierte. ¿Cómo habéis convertido estas aguas en un mar de lágrimas de niños, de madres, de hombres desesperados?.

Aylán, varado en la orilla del mar, de la vida, de la historia humana, es una imagen sobrecogedora de nuestra humanidad varada. Es testigo del naufragio de nuestra civilización, con sus imperios de ayer y de hoy, con sus anacrónicos Estados parapetados en fronteras, todas ellas artificiales, con sus Naciones Unidas sujetas al derecho de veto de los más poderosos, con su economía especulativa, asesina, destinada al beneficio de unos pocos, con su política sometida a los poderes financieros. Y con sus grandes religiones ancladas en la posesión y en la difusión de la verdad absoluta, empeñadas en la conquista espiritual (o incluso militar, ¡qué horror!) del planeta. Esta humanidad naufraga. O la salvamos entre todos o todos nos hundiremos.

Aylán es un trágico retrato del desajuste del mundo en que vivimos
, uno de cuyos focos más dramáticos es el Medio Oriente, con su feroz guerra civil entre sunnitas y chiítas, con su increíble fanatismo, con sus brutales dictaduras, con su desalmado Estado Islámico enemigo del Islam y de la paz, de la humanidad. ¿Cómo es posible que tantos musulmanes, árabes o no, lo apoyen o consientan o callen? Pero Occidente no es inocente. ¿Quién se repartió el Oriente Medio después de la I Guerra Mundial hace cien años? ¿Quién ha hecho fracasar, desde entonces, desde Irán hasta Egipto, las frágiles democracias laicas nacientes? ¿Quién apoyó las dictaduras más crueles de esos países? ¿Quién se apoderó de sus inmensos pozos petrolíferos? ¿Quién ha humillado y maltratado a sus hermanos, nuestros hermanos palestinos, ignorando cínicamente los mandatos de las Naciones Unidas? ¿Quién impulsó el nacimiento y financió el desarrollo primero de Al Qaeda y luego del Estado Islámico hasta que se les fueron de las manos? Otro mundo, otra Europa es necesaria.

Aylán nos pone a cada uno en nuestro lugar y ante nuestra responsabilidad. Pregonamos la ciudadanía universal. Presumimos de Derechos Humanos, y no sin razón: es lo mejor que han dado al mundo Europa y Occidente, con la oposición, por cierto, de la Iglesia católica en no pocos de sus artículos, las cosas como son. Pero no nos engañemos. El primer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos reza: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Desde el fondo de su profético silencio mortal, Aylán nos grita: “Europa, no mentirás. Europa, no cierres tus puertas. Iglesia católica, deja tus obsesiones doctrinales y morales, vuelve a la parábola del Buen Samaritano”.

Aylán significa “halo de luz” en turco, y “roble” en hebreo, lengua pariente del arameo (o siríaco) y del árabe. No sé, ni me importa, cuál es el origen concreto del nombre. Aylán es un icono de luz, una semilla de vida más fuerte que el roble. Y germina, revive y brilla en los movimientos sociales de acogida de inmigrantes, testigos benditos de la esperanza.

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