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“Abiertas al proyecto de Dios”. Sagrada Familia – A (Mateo 2,13-15.19-23)

Domingo, 29 de diciembre de 2019
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Dios es FamiliaLos relatos evangélicos no ofrecen duda alguna. Según Jesús, Dios tiene un gran proyecto: construir en el mundo una gran familia humana. Atraído por este proyecto, Jesús se dedica enteramente a que todos sientan a Dios como Padre y todos aprendan a vivir como hermanos. Este es el camino que conduce a la salvación del género humano.

Para algunos, la familia actual se está arruinando porque se ha perdido el ideal tradicional de «familia cristiana». Para otros, cualquier novedad es un progreso hacia una sociedad nueva. Pero ¿cómo es una familia abierta al proyecto humanizador de Dios? ¿Qué rasgos podríamos destacar?

Amor entre los esposos. Es lo primero. El hogar está vivo cuando los padres saben quererse, apoyarse mutuamente, compartir penas y alegrías, perdonarse, dialogar y confiar el uno en el otro. La familia se empieza a deshumanizar cuando crece el egoísmo, las discusiones y malentendidos.

Relación entre padres e hijos. No basta el amor entre los esposos. Cuando padres e hijos viven enfrentados y sin apenas comunicación alguna, la vida familiar se hace imposible, la alegría desaparece, todos sufren. La familia necesita un clima de confianza mutua para pensar en el bien de todos.

Atención a los más frágiles. Todos han de encontrar en su hogar acogida, apoyo y comprensión. Pero la familia se hace más humana, sobre todo, cuando en ella se cuida con amor y cariño a los más pequeños, cuando se quiere con respeto y paciencia a los mayores, cuando se atiende con solicitud a los enfermos o discapacitados, cuando no se abandona a quien lo está pasando mal.

Apertura a los necesitados. Una familia trabaja por un mundo más humano, cuando no se encierra en sus problemas e intereses, sino que vive abierta a las necesidades de otras familias: hogares rotos que viven situaciones conflictivas y dolorosas, y necesitan apoyo y comprensión; familias sin trabajo ni ingreso alguno, que necesitan ayuda material; familias de inmigrantes que piden acogida y amistad.

Crecimiento de la fe. En la familia se aprende a vivir las cosas más importantes. Por eso, es el mejor lugar para aprender a creer en ese Dios bueno, Padre de todos; para conocer el estilo de vida de Jesús; para descubrir su Buena Noticia; para rezar juntos en torno a la mesa; para tomar parte en la vida de la comunidad de seguidores de Jesús. Estas familias cristianas contribuyen a construir ese mundo más justo, digno y dichoso querido por Dios. Son una bendición para la sociedad.

José Antonio Pagola

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Una Sagrada Familia doblemente refugiada.

Domingo, 29 de diciembre de 2019
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1440598291_029854_1440599681_noticia_normalDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre:

Suele decirse que la familia está en crisis. Los matrimonios por la Iglesia, y también los civiles, disminuyen de forma notable; los divorcios y las separaciones crecen. ¿Qué mensaje puede esperar el cristiano que acude a misa el día de la Sagrada Familia? Sea lo que sea, se puede llevar una gran sorpresa.

Hijos adultos y padres ancianos (Eclesiástico 3,3-7.14-17a)

Curiosamente, la primera lectura no se dirige a los padres, sino a los hijos. Pero no se trata de hijos pequeños, sino de personas adultas, casadas, que conviven con sus padres ancianos (cosa frecuente en el siglo I). El texto de Jesús ben Sira (autor del libro del Eclesiástico) da por supuesto que esos hijos tienen suficientes recursos económicos y, al mismo tiempo, vivencia religiosa. Son personas que rezan y piden perdón a Dios por sus pecados. Pero, según ben Sira, el éxito a todos los niveles, humano y religioso, dependerá de cómo trate a sus padres ancianos. En una época en la que no existía la Seguridad Social, “honrar padre y madre” implicaba también la ayuda económica a los progenitores. Pero no se trata sólo de eso. Hay también otros consejos de enorme actualidad: “Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras viva; aunque flaquee su mente, ten indulgencia, no lo abochornes”. Esta actitud de respeto y cariño hacia el padre y la madre es lo único que garantiza que su oración sea escuchada y que sus pecados “se deshagan como la escarcha bajo el calor”.

Maridos, mujeres, hijos y padres (Colosenses 3,12-21)

El texto de la carta a los Colosenses comienza con una serie de consejos válidos para toda la comunidad cristiana, entre los que destacan el amor mutuo y el agradecimiento a Dios. Pero ha sido elegido para esta fiesta por los breves consejos finales a las mujeres, los maridos, los hijos y los padres.

El que resulta más problemático en la cultura actual es el que se dirige a las mujeres. En una época de igualdad, desentona decirles: “Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor.” Pero en la situación del imperio romano durante el siglo I, cuando sobre todo las mujeres de clase alta presumían de independencia y organizaban su vida al margen del marido, no es raro que el autor de la carta pida a la esposa cristiana un comportamiento distinto. El consejo a los maridos, amar a sus mujeres y no ser ásperos con ellas sigue siendo válido en una época donde abunda la violencia de género. Los consejos finales a padres e hijos sugieren el ideal de las relaciones entre ambos: un hijo que obedece con gusto, un padre que no se impone a gritos e insultos.

Una familia de refugiados y emigrantes (Mateo 2,13-15.19-23)

Las dos primeras lecturas se adaptan bien a la situación de las familias del Primer Mundo. El evangelio nos hace pensar en los miles de familias de refugiados y desplazados del mundo entero. Padres que emigran con su familia y sus pocos bienes, no por miedo a Herodes, sino a la guerra, las bombas o el hambre. Sin ningún ángel que les avise ni les proteja. En el relato de Mateo, el principal protagonista es José. “El niño y su madre” son personajes pasivos, que se dejan llevar a Egipto en mitad de la noche y terminan estableciéndose en Nazaret sin que nadie les consulte. Alguien podrá acusar a este evangelio de “patriarcal”, de centrarse en el padre. Pero no es un tarea agradable la que se encomienda a José: refugiarse en un país extranjero para que no maten a su hijo. La continuación de la historia es significativa. Hasta ahora, José se ha limitado a obedecer, Al morir Herodes, toma la iniciativa e interpreta la orden del ángel como considera más oportuno. Siente miedo a Arquelao y no vuelve a Belén; decide trasladarse mucho más al norte, a una aldea miserable, “de la que no sale nada bueno”, Nazaret. Pero así, sin que él lo sepa, se cumplirá lo dicho por los profetas, “que se llamaría Nazareno”.

El matrimonio del Primer Mundo, aunque no haya tenido que huir ni emigrar, puede sacar también una buena enseñanza de este evangelio. Las dificultades siempre existen, y es raro el que no ha debido enfrentarse a situaciones imprevisibles (enfermedades, problemas económicos o laborales, tensiones con los hijos…). Pocas veces, o nunca, habrá sido Dios el que mande un ángel a decir lo que se debe hacer. La reflexión, la oración, el diálogo habrán ayudado a tomar la decisión más justo. Y aunque pueda parecer un fracaso humano, como la ida a Nazaret, así se cumple también la voluntad de Dios.

Tres apéndices: el miedo a Arquelao, Nazaret y Nazareno

 

1.- ¿En qué basa Mateo el temor de José? No lo dice. Podemos imaginarlo basándonos en lo que cuenta Flavio Josefo. En primer lugar, por los disturbios que siguieron a la muerte de Herodes. Al principio la gente se limitó a pedir disminución de las tasas, abolición de los impuestos, liberación de los prisioneros y castigo de los favoritos de Herodes (Guerra II 4-7). Muy pronto, mientras Arquelao se encuentra en Roma, de las peticiones se pasa a las armas. El día de Pentecostés se produce una revuelta en Jerusalén que causó muchos muertos (Guerra II 39-54).

En segundo lugar, por la conducta tiránica y cruel de Arquelao. Este hijo de Herodes el Grande y de Maltace, fue constituido etnarca por César Augusto, «prometiéndole que lo honraría con el título de rey si demostraba ser merecedor de esta dignidad». Pero solo gobernó diez años (del 4 a.C. al 6 d.C.), debido a la crueldad con que trataba a sus súbditos. «En el año décimo del gobierno de Arquelao, los principales de los judíos y de los samaritanos, no pudiendo soportar más su crueldad y su tiranía, lo acusaron ante el César, especialmente porque creían que procedía contra las órdenes del César, que le había mandado tratarlos con moderación.» El César, una vez que hubo oído la acusación, lo obligó a ir a Roma, lo condenó y desterró a Viena, en la Galia, y le confiscó sus bienes. En Mateo 2,22 se lo llama, inadecuadamente, «rey de Judá». El César solo le concedió el título de etnarca.

2.- Nazaret. Al turista moderno le resulta difícil hacerse una idea de cómo era Nazaret en tiempos de Jesús. Hoy día es una ciudad de más de setenta mil habitantes, extendida a lo alto y a lo bajo de numerosas colinas, animada por un flujo continuo de visitantes. La Nazaret de tiempos de Jesús era muy distinta. Cuando se viene del lago de Tiberíades, tras contemplar las hermosas llanuras de Genesaret y de Bet Netofa, impresiona el contexto tan árido y agreste de la aldea primitiva. Encerrada entre tres colinas, en la falda de una de ellas, carecía de horizonte. Ni siquiera se veían la cercana llanura de Esdrelón o el monte Tabor, si bien era posible divisarlos desde un elevado monte situado al sureste. La aldea en cuanto tal la conocemos bien gracias a la espléndida labor arqueológica de los franciscanos: unos doscientos habitantes, con las casas excavadas en ligera pendiente, recordando las cuevas del Sacromonte granadino o de Guadix. Nazaret nunca es mencionada en el Antiguo Testamento, ni en las obras de Flavio Josefo, que conocía muy bien Galilea. No es raro que sus vecinos de Caná dijesen con desprecio: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?». Aquí se desarrolló durante años la vida de Jesús.

3.- Nazoreo o Nazareno. La idea de refugiarse en Nazaret es propia de Mateo. Según Lucas, la familia era originaria de esa aldea. Pero Mateo ve aquí el cumplimiento de la profecía anunciada por diversos profetas (¡en plural!): «se llamará nazoreo» (Nazwrai/oj klhqh,setai).

«Jesús el nazoreo» (VIhsou/j o` Nazwrai/oj) lo llaman en Lc 18,37; Hch 6,14; es el título que figura en la cruz (Jn 19,19), y el que él mismo se aplica en la aparición a Pablo (Hch 22,8). Generalmente se traduce «nazareno», considerándolo equivalente al «Jesús nazareno» (VIhsou/j o` Nazarhno,j) que aparece en Mc 1,24; 10,47; 14,67; 16,6; Lc 4,34; 24,19; pero ninguna profecía dice el Mesías fuese de Nazaret. Otros lo relacionan con Sansón, «consagrado (nazirai/on) a Dios» (Jue 13,5.7). Más adecuado resultaría, recordando el texto hebreo, no el griego, ver una alusión a Is 11,1: «retoñará el tocón de Jesé, de su cepa brotará un vástago (nëcer)». De todos modos, también Esd 9,10ss alude a la profecía de varios profetas que no se encuentra en ningún libro del AT.

Los apéndices están tomados de J. L. Sicre, El evangelio de Mateo. Un drama con final feliz. Verbo Divino, Estella 2019, pp. 63-65,

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29 Dic Fiesta de la Sagrada Familia. Ciclo A

Domingo, 29 de diciembre de 2019
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Y avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret”

(Mt 2, 13-15.19-23)

¿Qué más soñó José? no lo sabemos. De María y de José sabemos muy poco pero es más que probable que sepamos aquello que es verdaderamente importante.

De María sabemos que “guardaba” las cosas en el corazón, que hacía de su cotidianidad el lugar de encuentro con Dios. Y de José sabemos que cumplía con sus sueños, que se fiaba de la voz de Dios en su vida y caminaba por sus caminos. De Jesús sabemos más, aunque también nos parece poco. Muchas veces al leer los evangelios querríamos saber más, mucho más.

La Sagrada Familia: María, José y Jesús. Una familia pequeña perteneciente a un pueblo castigado y oprimido en un tiempo que se nos hace lejano, ¡más de 2000 años de historia!

Pero en estas fechas se nos hacen “como de casa”. Se cuelan en nuestros salones (¿quién no tiene un nacimiento?, aunque sea en postal…). Y si no es en casa es en la calle, en el centro comercial, en el escaparate de las tiendas. Esta familia nos es muy familiar.

En este tiempo de Navidad podemos quedarnos con la Sagrada Familia como modelo de grupo, de comunidad que camina tras sus sueños. Normalmente todas las comunidades o grupos de cualquier tipo suelen tener un “proyecto” y está bien. Como personas humanas nos es más sencillo movernos en los márgenes seguros de un proyecto y nuestras pequeñas verdades.

Pero hay momentos en los que debemos estar dispuestas a seguir la voz de nuestros sueños. Hay momentos en los que solo crecemos como comunidad y como personas si nos atrevemos a ir más allá de nuestras normas, nuestros proyectos y nuestras seguridades.

 

Oración

Danos, Trinidad Santa, esa pizca de locura (o un poco más) para que nos atrevamos a caminar detrás de nuestros sueños.

 

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Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

***

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Toda familia es sagrada.

Domingo, 29 de diciembre de 2019
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1 imagenMt 2,13-23

El tipo de familia de Nazaret que se nos ha propuesto, es muy probable que no haya existido nunca. Los evangelios no nos dicen nada sobre el tema. Lo razonable es pensar que fue una familia normal. Mientras más nos alejemos de lo normal, se convertirá en más improbable. El modelo de familia del tiempo de Jesús era el patriarcal. La familia molecular (padres e hijos) era inviable, tanto social como económicamente. Cuando nos dice que José recibió a María en su casa. Quiere decir que María dejó de pertenecer a la familia de su padre y pasó a integrarse en la familia de José. El relato de la pérdida del Niño es impensable en una familia de tres.

El valor supremo de la familia era el honor. En la honorabilidad estaban basadas todas las relaciones sociales, desde las económicas hasta las religiosas. Si una persona no pertenecía a un clan respetado, no era nadie. En consecuencia, el primer deber de todo miembro de la familia era el mantener y aumentar su honorabilidad. Esto explica las escenas evangélicas donde se dice que su madre y sus hermanos vinieron a llevarse a Jesús, porque decían que estaba loco. Querían evitar a toda costa el peligro del deshonor de la familia. Lo que pasó confirmó sus temores.

Las instituciones son entes de razón, son medios que el hombre utiliza para regular sus relaciones sociales. Son imprescindibles para su desarrollo como persona humana. Como todo instrumento, ni son buenas ni son malas en sí mismas. La bondad o malicia depende de su utilidad para conseguir el fin. Todas las instituciones pueden ser mal utilizadas, con lo cual, en vez de ayudar al ser humano a perfeccionarse, le impiden progresar en humanidad. La familia también puede ser utilizada para oprimir y someter. La familia debe estar al servicio de cada persona y no al revés.

En los evangelios no encontramos ningún modelo especial de familia. Se dio siempre por bueno el ya existente. Más tarde se adoptó el modelo romano, que tenía muchas ventajas, pues desde el punto de vista legal, era muy avanzado. No sólo se adoptó sino que se vendió después como cristiano, sin hacer la más mínima crítica a los defectos que conllevaba. Voy a señalar sólo tres:

No contaba para nada el amor. El contrato era firmado por la familia según sus conveniencias materiales o sociales. Una vez firmado por las partes, no había más remedio que cumplirlo, sin tener en cuenta para nada a los contrayentes.

La mujer quedaba anulada como sujeto de derechos y deberes jurídicos. De un plumazo se reducían a la mitad los posibles conflictos legales. Esto ha tenido vigencia prácticamente hasta hoy. Hasta hace unos años, la mujer no podía abrir una cuenta corriente sin permiso del marido.

El fin del matrimonio era tener hijos. Al imperio romano lo único que le importaba es que nacieran muchos hijos para nutrir las legiones romanas que eran diezmadas en las fronteras. Hoy se sigue defendiendo esta ideología en nombre del evangelio. El número de hijos no tiene por qué afectar a la calidad de una paternidad; siempre que la ausencia de hijos no sea fruto del egoísmo.

Aunque esos fallos no están superados del todo, hoy son otros los problemas que plantea la familia. La Iglesia no debe esconder la cabeza debajo del ala e ignorarlos o seguir creyendo que se deben a la mala voluntad de las personas. No conseguiremos nada si nos limitamos a decir: el matrimonio indisoluble, indisoluble, aunque la estadística nos diga que el 50 % se separan.

Dos razones de esta mayor exigencia son: a) La estructura nuclear de la familia. Antes, las relaciones familiares eran entre un número de personas mucho más amplio. Hoy, al estar constituidas por tres o cuatro miembros, la posibilidad de armonía es mucho menor, porque los egoísmos se diluyen menos. b) La mayor duración de esa relación. Hoy es normal que una pareja se pase sesenta u ochenta años juntos. En un tiempo tan prolongado, es más fácil que en algún momento surjan diferencias insuperables.

Como cristianos, tenemos la obligación de hacer una seria autocrítica sobre el modelo de familia que proponemos. Jesús no sancionó ningún modelo, como no determinó ningún modelo de religión u organización política. Lo que Jesús predicó no hace referencia a las instituciones, sino a las actitudes que debían tener los seres humanos. Jesús enseñó que todo ser humano debía relacionarse con los demás como exige su verdadero ser, a esta exigencia le llamaba voluntad de Dios. Cualquier tipo de institución que favorezca esta actitud humana, es válido y cristiano.

Es verdad que la familia está en crisis, pero las crisis no tienen por qué ser negativas. Todos los cambios profundos en la evolución de la humanidad vienen precedidos de una crisis. La familia no está en peligro, porque es algo completamente natural e instintivo. Como cristianos tenemos la obligación de colaborar con todos lo hombres en la búsqueda de soluciones que ayuden a todos a conseguir mayores cuotas de humanidad. Tenemos que demostrar con hechos, que el evangelio es el mejor instrumento para conseguir una humanidad más justa, más solidaria, más humana.

Si tenemos en cuenta que todo progreso verdaderamente humano es consecuencia de las relaciones con los demás, descubriremos el verdadero valor de la familia. En efecto, la familia es el marco en que se pueden desarrollar las más profundas relaciones humanas. No hay ningún otro ámbito o institución que permita una mayor proximidad entre las personas. En ninguna otra institución podemos encontrar mayor estabilidad, que es una de las condiciones indispensables para que una relación se profundice.

Podemos estar seguros que las primeras lecciones de humanidad las recibió Jesús en el entorno familiar. Este entorno no se redujo a José y a María; comprendía también a sus hermanos (si los tuvo) a sus primos, a sus tíos y abuelos (sobre todo paternos). En una familia auténticamente israelita, la base de todo conocimiento y de todo obrar era la Biblia. Sin este trasfondo sería impensable el despliegue de la figura del hombre Jesús. Jesús fue mucho más allá que el AT en el conocimiento de Dios y del hombre, pero allí encontró las orientaciones que le permitieron descubrir al verdadero Dios.

Debemos olvidarnos de espectacularidades externas y descubrir su infancia como la cosa más normal del mundo. Fue una familia completamente normal. Nada de privilegios ni protecciones especiales, ni su familia ni sus vecinos pudieron enterarse de lo que ese niño iba a ser, porque también él fue completamente normal. Es en esa absoluta normalidad donde tenemos que ver lo extraordinario, su vida interior y su cercanía a Dios, que era lo que les mantenía unidos y entregados unos a otros, como soporte de la convivencia.

Jesús fue un ser humano, aunque en esa humanidad se estaba manifestando la plenitud de la divinidad. Es Dios el que se hace hombre, no Jesús el que se hace Dios. Si a Jesús le hacemos Dios, nosotros quedamos al margen de ese acontecimiento. Si descubrimos que Dios se hace hombre, podré experimentar que se está haciendo en mí. Este es el verdadero mensaje del evangelio. Esta es la buena noticia que nos aportó Jesús.

Meditación

La familia es el marco más íntimo de relaciones humanas.
Es, por tanto, el marco privilegiado de humanización.
Ahí debe manifestarse y potenciarse nuestra plenitud humana.
Dentro de mí, en lo hondo de mi ser, debo descubrir esa necesidad de amar.
Los lazos familiares me ayudan a salir de mí e ir al otro.
La familia es el mejor campo de entrenamiento para hacerme más humano.

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Una familia cariñosa.

Domingo, 29 de diciembre de 2019
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fam-felizDebes recordar que la familia nace a menudo de la sangre, pero no depende de la sangre. Tampoco es exclusivo de la amistad. Los miembros de tu familia pueden ser tus mejores amigos. Y los mejores amigos, estén o no relacionados contigo, pueden ser tu familia (Trenton Lee Stewart)

29 de diciembre. DOMINGO DE LA SAGRADAFAMILIA

Mt 2, 13-15 y 19, 23

Así se cumplió lo que el señor anunció por el profeta: Llamé a mi hijo que estaba en Egipto

En el Antiguo Testamento, la familia es núcleo de vida civil y religiosa, y en los tiempos patrimoniales abarca, varias generaciones, ramas colaterales y empleados, es tema que domina el las relaciones hereditarias en el Génesis, y puede ser responsable de penas y sanciones, como se dice en Números 16.

En la familia se transmite la propiedad, el nombre, y a veces el oficio.

En la literatura sapiencial, las relaciones son tema permanente, y se habla específicamente de la educación de los hijos, de los deberes de éstos para con los padres, de la esposa y de la convivencia; temas que aparecen igualmente referidos a la plegaria, y de modo partículas en los Salmos, siendo objeto de imágenes teológicas.

La familia es la unidad cúltica de Pascua.

Y en el Nuevo, en Mateo 7, 8-12 se resalta el deber de sustentar a los padres y cuidar de los hijos. ¡Quién de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? (Mt 7, 8).

Y en el mismo evangelista, 13, 12, Jesús pone límites al amor a la familia, subordinándola al amor a su persona, y estableciendo una nueva familia, cuyo vínculo es cumplir la voluntad del Padre (Mt. 12, 46).

Pablo dice en Colosenses 3 que los empleados formaban parte de la unidad familiar.

¡¡ Qué maravillosamente siguen los del Opus estas doctrinas cuando dicen a sus aspirantes que “vosotros ya no pertenecéis a vuestra, familia, nosotros somos la familia vuestra” !! (Ojalá fuera cierto en sentido recíproco)

 

Cuando los conquistadores españoles llegaron al área de las Islas Filipinas, nos cuenta el italiano Antonio Pigafetta en su libro Primer viaje en torno del globo, lo siguiente: Y cosa sorprendente lo de que aquellos empleaban, como Jesús en el Padrenuestro quince siglos antes, la palabra Abba, que para ellos significaba Dios.

En un documento del IV domingo de Adviento, el papa Francisco propone tres aptitudes para ir al encuentro de Dios, diciendo en una de ellas:

“Estamos en camino para encontrarle a él, en camino para encontrarme, y cuando nos encontremos veamos que la gran sorpresa es que él me está buscando antes de que yo comenzara a buscarle”.

Pero lo que no sabía el italiano, es que en aquellas tierras filipinas todos sus habitantes eran moros, y que los relatores de Mahoma habían heredado esa palabra aramea, del judaísmo.

Como en el Acto II de ópera I Pagliacci de Ruggiero Leoncaballo, el público encuentra espléndida la representación y grita: ¡Bravo!, mientras Neda se da cuenta de lo que está ocurriendo; que estamos regresan do de Egipto a la Familia Prometida.

El poeta Christian Manríquez escribió este poema:

Uno se siente como en su hogar, el confort cálido y suave
de todas las cosas familiares.

Uno se siente como en el hogar,
un lugar seguro, tranquilo y confortable,
donde uno se puede relajar y ser libre.

Con tu sonrisa de complicidad,
me puedes poner a reír de gusto,
porque maravillosamente eres mi madre.

Cuando vives con tu familia no lo sabes apreciar,
el amorque te dan de forma incondicional, demostrándote
que te querían ya antes de nacer,
sin necesidad de demostrarles nada.

Han pasado muchos años desde entonces,
viviendo solo y sin mirar atrás,
pero el amor que en su momento me demostrasteis
es algo que no se olvida ni en el mayor de los tormentos.

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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¿Sabes, José?… te admiro.

Domingo, 29 de diciembre de 2019
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552625620dfa0c8d469d565befd68aa0Mt 2, 13-15.19-23                                                        

El espacio del sueño era para ti, José, rico en mensajes que no te tomabas a la ligera. Soñabas, y al despertar, en ese misterioso espacio entre el sueño y el no-sueño, espabilabas interpretando el mensaje.

Podrías haber dejado de lado los sueños, que ya sabemos se evaporan si no llegan a ser entendidos como mensajes a discernir y valorar.

soñabas y, aun superándote la responsabilidad a la que te habías comprometido, te ponías en marcha.

Pero no sólo tú soñabas, también “los magos, avisados en sueños(Mt 2, 12)  de las maniobras del  poder manipulador, faltaron a la cita del embaucador, que al sentirse “burlado por los magos, se enfureció terriblemente y mandó matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, menores de dos años” (Mt 2, 16-18). Eligió la violencia, como suele pasar.

¿Sabes, José?… por aquí se sueña poco, y lo poco que se sueña suele hacerse  despiertos; son sueños que tiene que ver con el dinero, el poder, la imagen. Se sueña con la inmediatez de ver realizado el sueño instantáneamente; se sueña pidiendo resultados rápidos que liberen de preocupaciones, de compromisos, de esfuerzo. Se sueña con cosas que puedan adquirirse, consumirse, atesorarse, con la ilusión de que traerán la suprema felicidad, pero que cuando se esfuman dejan un vacío incómodo que ha de ser llenado a toda prisa. ¿Llenado de qué?, de lo mismo.

En el primer sueño “tomas al niño y a su madre” y os convertís en una familia de refugiados en país extranjero.

¿Sabes, José?… en el mundo en que vivo millones de familias están en movimiento huyendo de la violencia, del hambre, de la falta de oportunidades para llevar una vida digna. Caminan y topan con alambradas, muros de hormigón, desiertos imposibles y mares en la noche, y lo que es peor: rechazo, incomprensión, violencia, violación, degradación, abandono y torturas burocráticas que invisibilizan a las personas convirtiéndolas en datos estadísticos.

Hace unos días se celebraba el Día del Migrante y según datos de Naciones Unidas “en 2019, el número de migrantes alcanzó la cifra de 272 millones, 51 millones más que en 2010”. Esto va mal y no parece que haya voluntad política internacional de querer arreglarlo.

Pero sigamos con tus sueños“el ángel del Señor se te apareció de nuevo en sueños” en Egipto y te dijo: “Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han  muerto los que atentaban contra la vida del niño”.

Puedo imaginar tu alegría en medio de la noche o a punto del amanecer, recogiendo lo poco que puede recoger una familia migrante para volver a su tierra, al lugar de donde salió a toda prisa y de noche.

¿Sabes, José?… Creo que te mueves bien entre el sueño y el no-sueño; sabes que  suceden cosas, llegan mensajes en forma de intuición, despertando y sobresaltando…  Tú sabías que esos susurros venían directos del corazón de un Dios-Padre que ama y protege pero que no limita la libertad humana: pudiste haber elegido quedarte en la tierra que te acogió, o sencillamente seguir durmiendo no sólo de noche como sucede tantas veces en la vida cuando nos dejamos llevar por la rutina sin plantearnos cambios.

De vuelta a casa, pisando ya la tierra de Israel, supiste quien era el sucesor del que os hizo huir. El miedo te puso en guardia e hicisteis un alto en el camino. Otra vez se repite la historia: “Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada Nazaret”. Dejaste el desvío hacia Judea y emprendiste camino hacia Galilea.

¿Sabes, José?… ¡Te admiro! Vives contando con la presencia de Dios, aun durmiendo, pero tomas decisiones, eres responsable y sabes parar cuando hay que parar. Para mí eso significa que colaboras en primera persona. Practicas una obediencia activa. Y recordemos que obedecer viene de escuchar. Reconozco en tu modo de actuar que esa obediencia es la de alguien que ha comprendido que su pequeño proyecto de vida está insertado en un Proyecto Mayor: el que Dios quiere para cada uno de nosotros que se cumple estando a la escucha y poniendo toda la carne en el asador, es decir, comprometiéndose en la misión encomendada confiando en Quien envía.

La familia se instaló en Nazaret, lugar del que después supimos que se decía que “no podía haber nada bueno” (Jn 1, 46).  El niño fue creciendo en estatura y sabiduría dentro de una familia sencilla rodeado de amor. Sin lugar a dudas podemos decir que de Nazaret salió Alguien muy bueno.

Mari Paz López Santos

Fuente Fe Adulta – 29 diciembre 2019

Fuente Fe Adulta

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Fiesta de la “Sagrada Familia”: Reaccionar o responder

Domingo, 29 de diciembre de 2019
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Mt 2, 13-15.19-23

           Parece seguro que el presente texto –exclusivo de este evangelio– ha sido construido por Mateo con un objetivo bien definido: presentar a Jesús como el “nuevo Moisés” que habría de liberar al pueblo y dar razón del nombre de “nazareno” aplicado a Jesús.

          En el relato destaca la disponibilidad y prontitud de José para responder a lo que le es indicado: se percibe a José como un hombre lúcido, consciente y disponible, que responde adecuadamente a las situaciones que se le presentan. En una lectura simbólica, la respuesta resulta adecuada para liberar a Jesús del peligro.

          Ante los diferentes acontecimientos o circunstancias, los humanos podemos responder o reaccionar, con resultados completamente diferentes.

          La reacción se define por el automatismo ante cualquier estímulo. Nace de las necesidades, de las frustraciones o de las defensas –ese es el triple “nivel” en el que nos movemos mientras estamos atrapados por la herida emocional–. Su tema es la venganza y/o la culpa. Y siempre que reaccionamos lo hacemos para defendernos o para atacar. El resultado es obvio: vamos por la vida como víctimas o como verdugos o, quizás más exactamente, alternando ambos papeles.

          La respuesta, por el contrario, nace de lo mejor de la persona, porque se es capaz de “tomar distancia”, tanto del estímulo como del propio ego (necesidades, frustraciones y defensas). Su tema es la responsabilidad. Y vivimos como cauces desapropiados, permitiendo que la vida se exprese a través de nosotros. Requiere situarse en el lugar del “observador” de los propios movimientos mentales y emocionales, y recibir todo lo que nos ocurre como un “despertador” o “mensajero”.

          Todo ello queda recogido en este esquema:

REACCIÓN RESPUESTA
Automatismo.Desde las necesidades, frustraciones o defensas.

Tema: venganza o culpa.

Para defendernos o atacar.

Víctimas o/y verdugos.

Toma de distancia.Desde lo mejor de la persona.

Tema: responsabilidad.

Dejar que la Vida se exprese.

Cauces desapropiados.

         El paso de la reacción a la respuesta requiere un trabajo psicológico –solo la curación o gestión adecuada de las propias heridas permite la toma de distancia frente a los estímulos– y espiritual –gracias al cual va cesando o menguando la identificación con el ego–. Son las dos condiciones para crecer en libertad interior, sin la que es imposible salir de los automatismos reactivos.

¿Cuándo reacciono y cuándo respondo? ¿Lo distingo con facilidad?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Boletín Semanal

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Cambios socio-culturales en la familia

Domingo, 29 de diciembre de 2019
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índiceDel blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

  1. Lo que no es una homilía.

         La homilía de hoy va a consistir en unas consideraciones, algunos soliloquios sobre la familia. No serán afirmaciones tajantes porque ni yo mismo tengo las cosas claras y definidas acerca de esta realidad primaria y elemental, así como tampoco tengo resueltas todas las dimensiones que la familia implica. Esta homilía será un apuntar los problemas para los que yo mismo no tengo respuesta. (Absténganse fanáticos, frívolos de pensamiento y legislación, así como eclesiásticos “sabelotodo”).

Tampoco en una homilía se pueden tratar todos los aspectos de la familia y probablemente se me pase por alto más de uno.

“Todo” lo que voy a decir es discutible. No pretendo tener razón, porque no tengo la verdad. La única finalidad de esta homilía es ayudar a pensar un poco y, quizás, pro-vocar (“llamar a”) pensar las cosas, tal vez una conversación ulterior (conversar no es discutir).

  1. La familia que hemos conocido.

         Gran parte de los que estamos aquí reunidos hemos nacido en el seno de una familia “tradicional” más o menos amplia, con sus problemas, pero bien estructurada.

Ahora bien: ¿Qué es la familia? Vayan dos aproximaciones a una definición de lo que es la familia: una de la Declaración de los derechos Humanos y otra entresacada de un discurso de Benedicto XVI:

La declaración Universal de los derechos humanos dice que la familia es: el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado, y se fundamenta en la afinidad y el matrimonio.

Benedicto XVI en un discurso[1] a un Congreso de la Diócesis de Roma dice:

Matrimonio y familia no son una construcción sociológica casual, fruto de situaciones particulares históricas y económicas. Por el contrario, la cuestión de la justa relación entre el hombre y la mujer hunde sus raíces en la esencia más profunda del ser humano.

  1. dimensiones, cambios y problemas implícitos en la familia

         La familia es, pues,  la institución primaria en la que el ser humano inicia y realiza su existencia afectiva y en la que accedemos a la vida en el más pleno sentido.

         La familia se compone de amor, encuentro, afectos, sexualidad, convivencia, acceso a la vida y múltiples elementos culturales. Es una amalgama de muchas dimensiones y criterios, muchos de los cuales han dado un giro copernicano o han entrado en crisis:

  • o Nosotros conocemos la monogamia. Es nuestro modo de entender y vivir la sexualidad, la afectividad, el amor. Hubo otra forma de vivir estas cosas, de hecho en África viven en poligamia, como Abraham. La monogamia parece que es más humanista-humanizadora que la poligamia. ¿Y si el mundo islámico propusiera la poligamia como modelo cultural? ¿Occidente valora o soporta la monogamia?
  • o amor – sexualidad. Hemos sido educados y hemos y vivido una concepción más bien negativa de la sexualidad (pensamiento griego) y represora (una moral en la que todo era pecado y pecado mortal).

Estamos asistiendo a una revolución copernicana en la comprensión y vivencia de la sexualidad. La sexualidad es una hermosa dimensión y potencia humana, pero no es un juguete, no es un juego, un divertimento, al menos no es solamente eso.

Posiblemente la nuestra es una civilización una sociedad obsesivamente erotizada: desde el turismo erótico, programas de tv de un erotismo de “baja -o alta- intensidad”, medios de comunicación: pornografía en internet (adicciones) criterios a la hora de las parejas, de comprender el matrimonio, etc.

El amor es algo distinto de la genitalidad y del enamoramiento eternamente adolescente. Amar (agapé-caridad) es la capacidad de querer y entregarse a una persona (a un ideal) más allá de lo físico.

Por otra parte el sexo, el género y la identidad se valoran y se viven hoy en día de modo muy diferente a como se hacía hace tan sólo unas décadas. Así surgen “núcleos familiares” que tienen poco que ver con lo que tradicionalmente hemos conocido como familia.

¿Los hijos que hemos vivido los polos (educativos) masculino – femenino desde nuestro padre y madre, verán por igual los modelos de identidad en las parejas del mismo sexo? ¿El sexo oscila como uno puede cambiar la ideología?

  • o virtudes y actitudes (valores).

Uno de los significados de la palabra virtud es energía, fuerza. Algunas virtudes, cualidades y maneras que alentaban nuestra existencia en gran medida han sido aparcadas o incluso se tienen antiguallas: el trabajo bien hecho, la capacidad de esfuerzo y de sufrimiento, la paciencia, la fidelidad, el perdón, saber que la vida es lo que es y da de sí lo que da, saber que la muerte está presente en la vida, etc.

Sin estas “herramientas” o sin estos “programas”, ¿el “ordenador” familiar, convivencial, comunitario podrá funcionar?

  • o Los hijos y los “roles” familiares. En otros momentos culturales los hijos eran un bien. ¿Hoy los hijos más que un bien, no son una carga? El papel de la madre era tener hijos, cuidar de la casa y tareas domésticas; el padre trabajaba en el campo, en la oficina o en la fábrica. Como paradigma eso ya no es así. La mujer y el hombre son iguales en competencias, derechos, tareas, etc. La mujer trabaja fuera de casa, el hombre también. Los pocos hijos, si los hay, pasan a manos de los abuelos o de la guardería… ¿Esto es así, tiene que ser así? ¿Sabemos cuál es el papel del hombre y de la mujer, del padre y de la madre?
  • o El concepto de persona se ha vuelto inestable. El problema del aborto y el de la “eutanasia” es el mismo sea por el principio o por el final de la vida. Se trata de una cuestión tan importante como delicada. Aquí hay muchos y graves problemas implícitos. Influye mucho el concepto de persona y de realización de la misma que circula en nuestro habitat socio-cultural. Si el ideal de vida es “pasarlo bien”, entonces lo mejor que podemos hacer ante un cáncer es terminar cuanto antes. Si una chiquita de quince años queda embarazada, no se va a desgraciar la vida por un hijo.
  • o Yo creo que estas cosas -y otras- no se pueden ventilar de un plumazo y dos leyes. Me parece a mí que se legisla demasiado frívolamente y sin pensamiento. Muchas leyes no tienen detrás el más mínimo respaldo filosófico y humanista. Y lo que es peor, se legisla por el impacto social que una ley puede causar y el número de votos que puede aportar o restar a una ideología. Las realidades de persona, de familia, de padres-hijos, divorcio, fecundación in vitro, aborto, homosexualidad, bio-ética son demasiado importantes como para dejarlas en manos de los políticos. Estas cosas no pueden estar únicamente en manos de los parlamentos, sino que han de ser pensadas por la Universidad, la ética, la iglesia, por la fe, la medicina (humanista), la sociología, etc. Conviene que los bueyes vayan por delante del carro.
  • o Acceso a la vida.

La familia es la cuna y el humus en el que se accede a la vida física, cultural, religiosa, a la sociedad. Sentirse acogido en la vida después de esa expulsión del paraíso terrenal que es el parto-nacimiento acontece en la familia.

El universo de sentido: relaciones de afecto de los padres y fraternales, la fiesta, la vivencia del dolor, la responsabilidad, el sentido del trabajo, de la transcendencia, el amor a lo propio: pueblo, cultura, el idioma, todo eso se transmite inicial e insensiblemente en la familia.

¿Cómo será capaz la sociedad de comunicar –socializar y educar- a los niños / adolescentes cuyos padres se han separado / divorciado y que son ya más de la mitad de los que se casan? ¿Cómo accederán a la vida: serena o turbulentamente?

Tiene que haber separaciones y divorcios (nulidades), pero que no se nos olvide que el divorcio es un fracaso en el amor. No pensemos que el divorcio es un éxito en la vida, si bien todo el mundo tiene derecho a rehacer la vida.

¿Todo el mundo puede casarse sin más?

  • o La economía: No es cierto, creo, que la escasez de medios lleve a la ruptura familiar y la riqueza lleve al éxito. Muchas de nuestras familias que vivimos en mucha estrechez y penuria económica, vivimos más unidos que familias que hoy en día viven boyante en el plano económico. Riqueza y felicidad no son sinónimos, ni pobreza e infelicidad.

No es lo mismo nacer en la emigración por razones de trabajo, de exilio, etc. a nacer en el propio pueblo y cultura.

No es lo mismo que los jóvenes tengan o no tengan trabajo y, por tanto, no puedan pensar en construir su futuro y tener una cierta estabilidad de trabajo.

Agradezcamos la familia en que nacimos.

[1] 17 de junio de 2005.

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