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Ser trans en Guatemala: contar vidas para frenar la discriminación

Jueves, 28 de noviembre de 2019
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imagenes_de_guatemala-4788Por Pilar Salazar

En un contexto social y político de vulnerabilidad extrema para las personas trans, donde el 60% sólo terminó la escuela primaria y el mismo porcentaje sufrió alguna vez algún atentado contra su vida, distintas organizaciones lanzaron campaña “sertrans.gt” para sensibilizar a la población guatemalteca con historias e información y así combatir la discriminación.

Los lugares de mayor exclusión suelen ser el mundo laboral, la justicia – por eso la mayoría de las veces no hacen denuncias- y en particular la salud. Entre los tratamientos hormonales caseros, la exposición al VIH por tener que ejercer el trabajo sexual y los ataques, la salud de las personas queda muy resentida y el sistema de salud de Guatemala no responde a esas necesidades, sino que excluye y, muchas veces, maltrata.

Para paliar esto se aprobó hace cuatro la “Estrategia de salud integral diferenciada», pero sigue sin implementarse. “El VIH nos ha azotado muy fuerte con una prevalencia del 24% y nos sigue matando y seguimos en el trabajo sexual y la muerte” dijo la directora de Otrans Guatemala, Andrea González, en la presentación de la campaña lanzada por Otrans Guatemala, Redmutrans (Red Multicultural de mujeres trans), Colectivo Hombres en Transformación y la Red Lactrans (Red Latinoamericana y del Caribe de personas trans).

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Según la Red Nacional de la Diversidad Sexual, en 2018 hubo al menos 24 crímenes de odio y unas 20 son trans. Pero cifras aparte: ¿Qué significa ser trans en Guatemala? Para eso Presentes conversó con dos activistas que recorren sus vidas y sentires.

Mónica Estefanía Chub Caal, de 27 años, mujer trans maya quekchi y bilingüe.

monica-garcia-2Originaria de San Pedro Carchá (ubicado en la parte central del departamento de Alta Verapaz, en la región norte del país. A 220 kilómetros del departamento de Guatemala). Trabaja como activista en Asociación Gente Positiva, es la coordinadora de la Oficina para la Diversidad Sexual y de Género en Alta Verapaz.

“La experiencia de vivir en mi territorio ha sido muy difícil sabiendo que vivimos en un municipio machista, conservador y discriminador. Las que somos mujeres trans indígenas hemos sido doblemente discriminadas por nuestra identidad de género, nuestro idioma y por el uso de nuestra indumentaria maya. Esas son algunas problemáticas que enfrentamos y sobre todo  la exclusión de parte de la sociedad. En el mundo laboral se me excluyó por mi forma de vestir y expresarme. Ya que iba maquillada y me dijeron que si me cortaba el pelo y si iba varonil entonces obtenía la plaza. Y en el sistema educativo es peor ya que no nos aceptan a recibir una educación por la forma de vestirnos y expresarnos. Me había inscrito en un centro educativo nocturno pero me tuve que salir por motivos de burla y bulliyng por mi identidad.

Alex Castillo, hombre trans de 48 años, inició su transición a los 43 años pues sentía que no tenía referentes.

alex-castillo-1“No es fácil estar por una vida sin tener claro quién eres, sobre todo por la culpabilidad que manejas al sentirte diferente, cuestionado y no saber el porqué. Al descubrir mi transexualidad es cuando decido iniciar un colectivo para apoyar a otros que se encontraban en mi situación, así que me ha tocado abrir muchos caminos, luchar por una agenda inclusiva, en donde se plasmen las necesidades de mi población. Guatemala un país muy hostil con las personas trans y si a esto le sumamos la nula agenda de transmaculinos que existe hace que todo sea más difícil”, incluso dentro la misma comunidad LGTBI.

Salud y educación

“En la salud, se me negó el derecho a asistencia ginecológica en el IGSS, ya que, por el tiempo de reemplazo hormonal, necesitaba una histerectomía y al asistir a solicitar dicho servicio, además de cuestionar mi expresión masculina en el área de ginecología, me indicaron que yo me había ocasionado los problemas ginecológicos que tenía en ese momento, por lo que no podían atender mi caso», continúa Alex.

Para las personas trans, uno de los espacios más violentos es el área educativa, ya que no hay ningún tipo de respeto hacia tu identidad de género (esto hace que la mayor de niñez y adolescentes, no estén estudiando en este momento).  En mi caso, continuo con un título de nivel medio, con mi nombre femenino, ya que a la fecha no he logrado que el ministerio de educación, pueda hacer el cambio en dicho título, aun teniendo ya mi cambio de nombre legal en masculino”.

«Con el cambio de nombre, mi pasado laboral desapareció

“Soy administrador, con 15 años de experiencia en bancos. También trabajé con el Estado de Guatemala por 4 años antes de mi transición. Ahora con el cambio de nombre, mi pasado desapareció, ya que al pedir referencias a estas instituciones con mi actual nombre, solo se limitan a decir que nunca trabajé para ellos. A la fecha trabajo, pero porque es una ONG de la Diversidad sexual”.

-¿Cómo ves la campaña sertrans.gt y su alcance a nivel social y político?

-Luego de 2 consultorías fallidas para intentar lanzar esta campaña, fue hasta ahora con Victoria Orellana Comunicadora trans, con quien se logró esta hermosa campaña, la cual es muy apegada a nuestras realidades. Hago esta introducción, ya que es importante resaltar que las personas cisgénero son las que suelen hablar y estudian a las personas trans, y esto ha hecho que haya muy poca información real sobre nosotres. Esta es una campaña que plasma lo que realmente queríamos, que era simple:  dar la cara como lo que somos “seres humanos comunes y corrientes”, para deconstruir ese imaginario social, que por ser trans eres:  conflictivo, trabajadora sexual, vicioso, adicto, que no somos capaces de tener familia, amigos, contar con personas que nos amen y apoyen.

Fuente Agencia Presentes

General, Historia LGTBI , , , , , , , , , , , , , , ,

Así es el calvario de una persona homosexual en una estación migratoria.

Miércoles, 25 de junio de 2014
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Ender Manuel Martínez, migrante salvadoreño gay y activista de la comunidad LGBT en su país, estuvo encerrado siete meses en la estación migratoria ‘Las Agujas’, en Iztapalapa. Fue detenido cuando se dirigía a pedir asilo a la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado, en Tapachula, Chiapas.

Manu Ureste (@ManuVPC)

Agentes que piden favores sexuales a cambio de un mejor menú en la comida, internos con esquizofrenia que acosan a sus compañeros y amenazan con violarlos, habitaciones vigiladas las 24 horas por cámaras de video, sin sanitarios ni duchas, con un colchón tirado sobre el suelo húmedo y con la misma sábana sin lavar para varios meses.

 Ender Manuel Martínez, migrante salvadoreño gay y activista de la comunidad LGBT en su país, no está describiendo el escenario marginal que se vive dentro de una de esas cárceles de las películas, donde se reprime a criminales de alta peligrosidad. Está hablando de su experiencia dentro de la estación del Instituto Nacional de Migración (INM) en Iztapalapa; lugar donde estuvo recluido siete meses tras cruzar a México con la intención de llegar hasta las oficinas de Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (COMAR) en Tapachula, donde presentaría “un folder repleto de documentación” con pruebas sobre las amenazas y el intento de homicidio que su propio hermano perpetró contra él debido a su orientación sexual.

“Persecución siempre he tenido en El Salvador. Porque allá si tú sales del closet y decides vivir tu sexualidad libremente, de manera automática eres estigmatizado -comienza a narrar en una entrevista con Animal Político el centroamericano-. Pero a pesar de ese estigma tan brutal, quien me ha hecho la vida verdaderamente imposibe… es mi propio hermano”.

Tras la primera sentencia, Ender cuenta que el calvario que lo sumergió en “un tormento psicológico” comenzó cuando su hermano regresó de Estados Unidos a El Salvador con ideas religiosas “muy ortodoxas y fanáticas”, hasta el punto de considerarse “un enviado de Dios” destinado a liberarlo “de todas las cadenas” que, según él, lo atan a la homosexualidad.

De ahí que primero surgieran las notas anónimas “Mejor ten cuidado. Porque te puedes morir ahora mismo”, le advertían-, luego las agresiones físicas en plena calle, y finalmente el intento de homicidio que casi manda a Ender a esa escalofriante estadística que dio a conocer la ONG salvadoreña Entre Amigos, la cual apunta que, de 1994 hasta junio del pasado 2013, en El Salvador ha habido más de 150 “crímenes de odio” contra personas de la diversidad sexual. “Un día voy caminando por la ciudad y cuatro tipos me cierran el paso; comienzan a insultarme, a pegarme –se levanta las mangas de la sudadera que viste- y me lanzan varias cuchilladas que se me quedaron marcadas en los brazos. Y después de la agresión, me dijeron: esto es para que aprendas y le hagas caso a tu hermano. Y es ahí cuando decido agarrar lo que pueda de ropa, pasar la noche en un hotel, y lanzarme a México”.

Sin imaginarlo, Ender estaba a punto de comenzar a vivir otro calvario.

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Son las 10 de la noche y Ender Manuel baja de la camioneta que lo transporta para ingresar a la Estación Migratoria Las Agujas, en Iztapalapa, donde pasará los próximos siete meses de su vida. Adentro, una comitiva de custodios lo recibe junto a otros compañeros para someterlo a una primera inspección a modo de bienvenida.

“Me revisaron como si fuera un criminal. Casi me desnudan, me tiraron al piso, me desordenaron toda la maleta… -recuerda el centroamericano tirando ligeramente la cabeza hacia atrás-. Luego me pasaron al área de población varonil y no había pasado ni cinco minutos cuando entró un oficial, gritó mi nombre y me dijo: tú no puedes estar aquí”.

El motivo, su orientación sexual. “Me dijeron que corría peligro en la zona de migrantes varones y que era su obligación brindarme seguridad… y por eso me llevaron a un cuarto al que llaman la vitrina”. La vitrina, explica Ender Manuel con más detalle al ser cuestionado, es la zona donde personas de la comunidad LGTB comparten espacio con otros internos que padecen problemas como esquizofrenia, o tendencias suicidas. Se trata de un cuarto vigilado las 24 horas hasta por tres cámaras de video, con custodios resguardando el perímetro de la habitación, y en el que si quieres ir al baño tienes que pedir permiso para que un oficial -“que poco falta que entre contigo hasta la taza”-, te escolte al sanitario.

Además, continúa denunciando el migrante, tienes que solicitar permiso para ducharte, “y muchas veces pasan hasta tres días sin que las personas se bañen porque, o no les da la gana a los de trabajo social llevarte, o simplemente no te escuchan”.

Sin embargo, Ender hace hincapié en que lo que más padeció en estos siete meses en la estación migratoria fue el acoso sexual y la homofobia que se respira al interior de Las Agujas. “Ahí dentro hay acoso sexual de parte de custodios, de los agentes de migración, y también de extranjeros que están alojados… Llegué a un punto donde necesitaba medicamentos para poder dormir. No dormía pensando a qué hora se me tirarían encima, porque a veces en la madrugada llegaban a acostarse a mi lado, o cuando yo me iba a duchar se metían conmigo, y en dos ocasiones intentaron abusar de mí, a pesar de denunciar a las autoridades lo que estaba pasando. Sin embargo, ellos insistían que era el lugar más seguro para mí, porque era más fácil controlar a siete que a los 400 que hay en población (zona de migrantes varones)”. “El INM disfraza su homofobia diciendo que todo es por tu seguridad –agrega el centroamericano-. Pero todo ese hostigamiento es para que renuncies a tu solicitud de refugio. Porque es tan grande la homofobia dentro de la estación migratoria que hasta para ponerte una inyección en el glúteo hacen fiesta. Es la broma de la semana: los mismos doctores te hacen albures diciéndote cosas como ‘hoy sí te voy a ponchar’. Es algo estúpido el tipo de homofobia que existe ahí dentro”.

En este mismo sentido, Julio Campos, de la ONG Migrantes LGTB –organización civil que junto a otras como Sin Fronteras, Ustedes somos nosotros, o Insyde, han llevado el caso de Ender Manuel- denuncia al respecto que la ausencia de una política de atención específica a personas de la diversidad sexual en las estaciones migratorias mexicanas “es parte del acoso para la que persona renuncie a su derecho de solicitar asilo”. “Es decir –apunta Campos-, las autoridades te acosan para que te aburras y desistas de pedir asilo y te vayas a tu país de regreso”.

Por su parte, Andrea González, del Colectivo Ustedes somos nosotros, recalca al respecto que, tras un año  de visitas a la estación migratoria de Iztapalapa, han constatado que las violaciones a derechos humanos a los migrantes de la comunidad LGBT “son una constante”, como lo es el acoso sistemático por parte de los custodios, debidoa la falta de un política de atención adecuada para esta población”.

Otra forma de acoso, retoma la denuncia Ender, es el de obtener favores sexuales a cambio de una mejor dieta alimenticia. “Los agentes de migración piden favores sexuales. En una ocasión, tres migrantes transgénero me comentaron que les pedían favores a cambio de dejarlos salir de la estación migratoira, o a cambio de mejorarles la alimentación, porque ésta es también pésima. De hecho, parte del acoso es darte de comer lo que te hace daño para que tú desistas y pidas que te regresen a tu país. Porque si tú peleas para que se respeten tu derechos, eres una persona muy peligrosa para migración”.

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Tras soportarsiete meses de acoso psicológico, moral, sexual, y emocional”, Ender Manuel obtuvo, gracias en gran medida al apoyo que organizaciones de la sociedad civil le han brindado todo este tiempo, un oficio de salida del INM para continuar con el trámite de refugio fuera de la estación migratoria.

A pesar del calvario sufrido, y de que “las autoridades de migración se encargan de dar a conocer el lado más feo de las políticas mexicanas, el centroamericano asegura categórico que su intención es quedarse en México una vez que consiga el refugio. “En El Salvador si sales a la calle y paseas de la mano y te besas con tu pareja te linchan literalmente, o te tiran a la carretera cuando pase un camión. En cambio aquí, sólo el hecho de tener la posiblidad de casarme con alguien de mi mismo sexo, o tener la posibilidad de adoptar un hijo, ya dice mucho a nivel internacional y a nivel político de las oportunidades que la comunidad LGBT tiene en este país”. “Por eso –concluye-, mi intención es quedarme aquí y ser parte de México. Quiero ser tomado en cuenta como un ciudadano que lucha por sacar adelante a su país”.

Fuente Animal Político

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