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Arrollado por la ola de una alegría inagotable

Domingo, 24 de septiembre de 2023
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“Habiendo entrado, o las cinco y diez de la mañana, en una capilla del barrio Latino en busca de un amigo, salí a las cinco y cuarto en compañía de una amistad que no era de la tierra.

Habiendo entrado allí escéptico y ateo de extrema izquierda, y aun más que escéptico y todavía más que ateo, indiferente y ocupado en cosas muy distintas a un Dios que ni siquiera tenía intención de negar – hasta el punto me parecía pasado, desde hacía mucho tiempo, a la cuenta de pérdidas y ganancias de la inquietud y de la ignorancia humanas-, volví a salir, algunos minutos más tarde, “católico, apostólico, romano”, llevado, alzado, recogido y arrollado por la ola de una alegría inagotable.

Al entrar tenía veinte años. Al salir era un niño, listo para el bautismo y que miraba en torno a si, con los ojos desorbitados, ese cielo habitado, esa ciudad que no se había suspendido en los aires, esos seres a pleno sol que parecían caminar en la oscuridad, sin ver el inmenso desgarrón que acababa de hacerse en el toldo del mundo. Mis sentimientos, mis paisajes interiores, las construcciones intelectuales en las que me había repantingado, ya no existían; mis propias costumbres habían desaparecido y mis gustos estaban cambiados.

No me oculto lo que una conversión de esa clase, por su carácter improvisado, puede tener de chocante, e incluso de inadmisible, para los espíritus contemporáneos que prefieren los encaminamientos intelectuales a los flechazos místicos y que aprecian cada vez menos las intervenciones de lo divino en la vida cotidiana. Sin embargo, por deseoso que esté de alinearme con el Espíritu de mi tiempo, no puedo sugerir los hitos de una elaboración lenta donde ha habido brusca transformación; no puedo dar las razones psicológicas, inmediatas o lejanas, de esa mutación, porque esas razones no existen; me es imposible describir la senda que me ha conducido a la fe, porque me encontraba en cualquier otro camino y pensaba en cualquier otra cosa cuando caí en una especie de emboscada. Nada me preparaba a lo que me ha sucedido: también la caridad divina tiene sus actos gratuitos .”

*

A. Frossard,
Dios existe. Yo lo he encontrado,
Rialp, Madrid 2001, 6-8;
traducción, José María Carrascal Muñoz.

andre-frossard

***

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

– “El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido.” Ellos fueron.

Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?” Le respondieron: “Nadie nos ha contratado.” Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña.”

Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros.

Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno.”

Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia por que yo soy bueno?”

Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.”

*

Mateo 20,1-16

***

***

"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , ,

El día en que Jesús “hizo las maletas” ¿Dónde estaban Mateo y Juan?

Domingo, 21 de mayo de 2023
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La Ascensión del Cristo es el complemento lógico de su Resurrección y el preludio necesario para su divinización.

En posts anteriores he señalado que se suponía que el mítico fundador de Roma, Rómulo, había corrido la misma suerte .

Añadiré hoy un complemento sobre el valor histórico, desde el punto de vista de algunos, que convendría conceder a tal hecho, bajo el pretexto de que figuraría en documentos que son históricos y presentados como testimonios. Cuando digo “de”, entendamonos: el relato de la Ascensión figura bien en ciertos evangelios apócrifos; pero dejemos éstos de lado por hoy, ya que, según el punto de vista que acometo, es decir el de la historia infestada de teología, los llamados evangelios apócrifos no serían creíbles, de ningún modo; mientras que los cuatro canónicos lo serían. Veamoslos pues.

Primera observación: de los cuatro Evangelios decretados creíbles, sólo dos hablan de la Ascensión : Marcos y Lucas. El pasaje de Marcos es de una brevedad notable: “Entonces, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. “ (Marcos 16 , 19 ) . Cada uno sacará las conclusiones que quiera. Lucas es un poco más largo, pero tiene una vaga mirada de la narración, ya que el lugar es mencionado como un gesto (bendición) : “Después los llevó Jesús hasta Betania; allí alzó las manos y los bendijo. Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo”. (Lucas 24, 50-51) Esto es realmente corto , sobre todo teniendo en cuenta el hecho de que los Evangelios de Marcos y Lucas son muy abundantes en los detalles de género “vivido” y esto para cantidad de episodios que están lejos de tener la importancia de este último.

Los teólogos no tuvieron ningún problema para edificar un razonamiento para establecer que esta brevedad es querida y significativa; posiblemente veremos allí el signo tangible de la salida simultánea del tiempo y del espacio que debía tener su equivalente en el estilo del relato… ¿Por qué no? Pero los historiadores no pueden, evidentemente, seguirlo y se preguntarán más bien si no se trata, muy simplemente, de una interpolación, es decir de un añadido ulterior debido a un copista que encontraba sin duda que la Ascensión, que conocía por otro lado, sea por la tradición oral, sea por otros evangelios, verdaderamente faltaba en éste y que esto podía ser sólo como consecuencia de un error de uno de sus predecesores, un error que había que reparar.

¿Pero entonces, en este caso, por qué la Ascensión no figuraba en el Evangelio de Mateo y en el de Juan, ya que, de cerca o de lejos, no se encuentra en estos dos textos ninguna mención de tal acontecimiento? Pues bien, primero: nada permite afirmar que no hubieran existido evangelios, según Mateo y según Juan, que no hubieran contenido, precisamente, una mención breve, a manera de Marcos y Lucas, del último episodio de la Ascensión. Haré, un poco más tarde, un post sobre los primeros manuscritos íntegros de los evangelios que poseemos. Los manuscritos muy antiguos de los cuatro evangelios no están exentos de divergencias entre ellos con gran numero de variaciones en relacion a los más antiguos que se encuentra en nuestra posesión. Pero no hay ninguno, claro está, que se sepa que incluya una mención de la Ascensión. No obstante, la hipótesis de que haya existido alguno no es descabellada.

Desconfiemos, sin embargo, de hipótesis en historia y quedémonos con el hecho de que Mateo y Juan no mencionan la Ascensión. Pero recordamos también el hecho, porque está ahí, que Orígenes y Jerónimo se quejan de las variantes que observan en los diversos manuscritos que tienen en su disposición.

Para concluir sobre la Ascensión, la ausencia de este episodio en Mateo y Juan parece estar más cerca del hecho de que, – por lo menos teóricamente ¿debiera suscribirlo? Es otra la cuestión – Mateo y Juan son testigos directos de los acontecimientos que cuentan, contrariamente a Marcos y Lucas.

Suponiendo que Mateo y Juan hayan estado ocupados con otras cosas el día de la Ascensión – lo que sería poco menos que un desastre – por lo menos debían habernos dicho que sus compañeros habían visto …

¿Será que la importancia de la Ascensión se les había escapado? Pero, en este caso, habría sido necesario que el Espíritu Santo que los inspiraba, se hubiera también, el mismo, distraído…

*
Jean-Paul Yves le Goff

http://www.lelivrelibre.net

Publicado en fr.soc.religio

***

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, paro algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

“Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”

*

Mateo 28,16-20

***

Existe otro mundo. Su tiempo no es nuestro tiempo, su espacio no es nuestro espacio; pero existe. No es posible situarlo, ni asignarle una localización en ningún sitio de nuestro universo sensible: sus leyes no son nuestras leyes; pero existe.

Yo lo he visto lanzarse, con la mirada del espíritu, cual «fulguración silenciosa», como trascendencia que se entrega; en semejante circunstancia ve el espíritu, con deslumbrante claridad, lo que los ojos del cuerpo no ven, por muy dilatados que estén por la atención y a pesar de que subsista en ellos, después de todo, una especie de sensación residual.

Existe casi una contradicción permanente en hablar de este otro mundo, que está aquí y que está allí, como del «Reino de los Cielos» del evangelio, que puede hacerse inteligible sin palabras y visible sin figuras, que sorprende totalmente sin confundir; pero existe. Es más bello que lo que llamamos belleza, más luminoso que lo que llamamos luz; sería un grave error hacernos una representación fantasmal y descolorida del mismo, como si fuera menos concreto que nuestro mundo sensible.

Todos caminamos hacia este mundo donde se inserta la resurrección de los cuerpos; en él es donde se realizará, en un instante, esa parte esencial de nosotros mismos que se puso de manifiesto para unos por el bautismo, para otros por la intuición espiritual, para todos por la caridad; en él es donde volveremos a encontrar a los que creíamos haber perdido y están salvos. No entraremos en una forma etérea, sino en pleno corazón de la vida misma, y allí haremos la experiencia de aquella alegría inaudita que se multiplica por toda la felicidad que dispensa en torno a sí, y por el misterio central de la efusión divina.

*

André Frossard,
¿Hay otro mundo?
Rialp, Madrid 1981.

*

***

Biblia, Espiritualidad , , , , , , ,

Arrollado por la ola de una alegría inagotable

Domingo, 20 de septiembre de 2020
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“Habiendo entrado, o las cinco y diez de la mañana, en una capilla del barrio Latino en busca de un amigo, salí a las cinco y cuarto en compañía de una amistad que no era de la tierra.

Habiendo entrado allí escéptico y ateo de extrema izquierda, y aun más que escéptico y todavía más que ateo, indiferente y ocupado en cosas muy distintas a un Dios que ni siquiera tenía intención de negar – hasta el punto me parecía pasado, desde hacía mucho tiempo, a la cuenta de pérdidas y ganancias de la inquietud y de la ignorancia humanas-, volví a salir, algunos minutos más tarde, “católico, apostólico, romano”, llevado, alzado, recogido y arrollado por la ola de una alegría inagotable.

Al entrar tenía veinte años. Al salir era un niño, listo para el bautismo y que miraba en torno a si, con los ojos desorbitados, ese cielo habitado, esa ciudad que no se había suspendido en los aires, esos seres a pleno sol que parecían caminar en la oscuridad, sin ver el inmenso desgarrón que acababa de hacerse en el toldo del mundo. Mis sentimientos, mis paisajes interiores, las construcciones intelectuales en las que me había repantingado, ya no existían; mis propias costumbres habían desaparecido y mis gustos estaban cambiados.

No me oculto lo que una conversión de esa clase, por su carácter improvisado, puede tener de chocante, e incluso de inadmisible, para los espíritus contemporáneos que prefieren los encaminamientos intelectuales a los flechazos místicos y que aprecian cada vez menos las intervenciones de lo divino en la vida cotidiana. Sin embargo, por deseoso que esté de alinearme con el Espíritu de mi tiempo, no puedo sugerir los hitos de una elaboración lenta donde ha habido brusca transformación; no puedo dar las razones psicológicas, inmediatas o lejanas, de esa mutación, porque esas razones no existen; me es imposible describir la senda que me ha conducido a la fe, porque me encontraba en cualquier otro camino y pensaba en cualquier otra cosa cuando caí en una especie de emboscada. Nada me preparaba a lo que me ha sucedido: también la caridad divina tiene sus actos gratuitos .”

*

A. Frossard,
Dios existe. Yo lo he encontrado, Rialp, Madrid 2001, 6-8;
traducción, José María Carrascal Muñoz.

andre-frossard

***

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

-“El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido.” Ellos fueron.

Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?” Le respondieron: “Nadie nos ha contratado.” Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña.”

Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros.

Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno.”

Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia por que yo soy bueno?”

Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.”

*

Mateo 20,1-16

***

*

Biblia, Espiritualidad , ,

El día en que Jesús “hizo las maletas” ¿Dónde estaban Mateo y Juan?

Domingo, 24 de mayo de 2020
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fc3aatedelascension

La Ascensión del Cristo es el complemento lógico de su Resurrección y el preludio necesario para su divinización.

En posts anteriores he señalado que se suponía que el mítico fundador de Roma, Rómulo, había corrido la misma suerte .

Añadiré hoy un complemento sobre el valor histórico, desde el punto de vista de algunos, que convendría conceder a tal hecho, bajo el pretexto de que figuraría en documentos que son históricos y presentados como testimonios. Cuando digo “de”, entendamonos: el relato de la Ascensión figura bien en ciertos evangelios apócrifos; pero dejemos éstos de lado por hoy, ya que, según el punto de vista que acometo, es decir el de la historia infestada de teología, los llamados evangelios apócrifos no serían creíbles, de ningún modo; mientras que los cuatro canónicos lo serían. Veamoslos pues.

Primera observación: de los cuatro Evangelios decretados creíbles, sólo dos hablan de la Ascensión : Marcos y Lucas. El pasaje de Marcos es de una brevedad notable: “Entonces, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. “ (Marcos 16 , 19 ) . Cada uno sacará las conclusiones que quiera. Lucas es un poco más largo, pero tiene una vaga mirada de la narración, ya que el lugar es mencionado como un gesto (bendición) : “Después los llevó Jesús hasta Betania; allí alzó las manos y los bendijo. Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo”. (Lucas 24, 50-51) Esto es realmente corto , sobre todo teniendo en cuenta el hecho de que los Evangelios de Marcos y Lucas son muy abundantes en los detalles de género “vivido” y esto para cantidad de episodios que están lejos de tener la importancia de este último.

Los teólogos no tuvieron ningún problema para edificar un razonamiento para establecer que esta brevedad es querida y significativa; posiblemente veremos allí el signo tangible de la salida simultánea del tiempo y del espacio que debía tener su equivalente en el estilo del relato… ¿Por qué no? Pero los historiadores no pueden, evidentemente, seguirlo y se preguntarán más bien si no se trata, muy simplemente, de una interpolación, es decir de un añadido ulterior debido a un copista que encontraba sin duda que la Ascensión, que conocía por otro lado, sea por la tradición oral, sea por otros evangelios, verdaderamente faltaba en éste y que esto podía ser sólo como consecuencia de un error de uno de sus predecesores, un error que había que reparar.

¿Pero entonces, en este caso, por qué la Ascensión no figuraba en el Evangelio de Mateo y en el de Juan, ya que, de cerca o de lejos, no se encuentra en estos dos textos ninguna mención de tal acontecimiento? Pues bien, primero: nada permite afirmar que no hubieran existido evangelios, según Mateo y según Juan, que no hubieran contenido, precisamente, una mención breve, a manera de Marcos y Lucas, del último episodio de la Ascensión. Haré, un poco más tarde, un post sobre los primeros manuscritos íntegros de los evangelios que poseemos. Los manuscritos muy antiguos de los cuatro evangelios no están exentos de divergencias entre ellos con gran numero de variaciones en relacion a los más antiguos que se encuentra en nuestra posesión. Pero no hay ninguno, claro está, que se sepa que incluya una mención de la Ascensión. No obstante, la hipótesis de que haya existido alguno no es descabellada.

Desconfiemos, sin embargo, de hipótesis en historia y quedémonos con el hecho de que Mateo y Juan no mencionan la Ascensión. Pero recordamos también el hecho, porque está ahí, que Orígenes y Jerónimo se quejan de las variantes que observan en los diversos manuscritos que tienen en su disposición.

Para concluir sobre la Ascensión, la ausencia de este episodio en Mateo y Juan parece estar más cerca del hecho de que, – por lo menos teóricamente ¿debiera suscribirlo? Es otra la cuestión – Mateo y Juan son testigos directos de los acontecimientos que cuentan, contrariamente a Marcos y Lucas.

Suponiendo que Mateo y Juan hayan estado ocupados con otras cosas el día de la Ascensión – lo que sería poco menos que un desastre – por lo menos debían habernos dicho que sus compañeros habían visto …

¿Será que la importancia de la Ascensión se les había escapado? Pero, en este caso, habría sido necesario que el Espíritu Santo que los inspiraba, se hubiera también, el mismo, distraído…

*
Jean-Paul Yves le Goff

http://www.lelivrelibre.net

Publicado en fr.soc.religio

***

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, paro algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

“Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”

*

Mateo 28,16-20

***

Existe otro mundo. Su tiempo no es nuestro tiempo, su espacio no es nuestro espacio; pero existe. No es posible situarlo, ni asignarle una localización en ningún sitio de nuestro universo sensible: sus leyes no son nuestras leyes; pero existe.

Yo lo he visto lanzarse, con la mirada del espíritu, cual «fulguración silenciosa», como trascendencia que se entrega; en semejante circunstancia ve el espíritu, con deslumbrante claridad, lo que los ojos del cuerpo no ven, por muy dilatados que estén por la atención y a pesar de que subsista en ellos, después de todo, una especie de sensación residual.

Existe casi una contradicción permanente en hablar de este otro mundo, que está aquí y que está allí, como del «Reino de los Cielos» del evangelio, que puede hacerse inteligible sin palabras y visible sin figuras, que sorprende totalmente sin confundir; pero existe. Es más bello que lo que llamamos belleza, más luminoso que lo que llamamos luz; sería un grave error hacernos una representación fantasmal y descolorida del mismo, como si fuera menos concreto que nuestro mundo sensible.

Todos caminamos hacia este mundo donde se inserta la resurrección de los cuerpos; en él es donde se realizará, en un instante, esa parte esencial de nosotros mismos que se puso de manifiesto para unos por el bautismo, para otros por la intuición espiritual, para todos por la caridad; en él es donde volveremos a encontrar a los que creíamos haber perdido y están salvos. No entraremos en una forma etérea, sino en pleno corazón de la vida misma, y allí haremos la experiencia de aquella alegría inaudita que se multiplica por toda la felicidad que dispensa en torno a sí, y por el misterio central de la efusión divina.

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André Frossard,
¿Hay otro mundo?
Rialp, Madrid 1981.

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Una mirada nueva

Miércoles, 6 de mayo de 2020
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Si el siglo XXI se convierte, será a través de una mirada nueva, por medio de la mirada mística, que tiene la propiedad de ver las cosas, por primera vez, de una manera inédita.

Cuando el ser humano se dé cuenta de que está amenazado en su esencia por la cocina infernal de los aprendices de brujos; en su vida, por el peligro mortal de la polución, sin hablar de la polución moral que acabará por darle miedo, quizás experimente entonces la necesidad de ser salvado; y este instinto de salvación es posible que le lleve a buscar en otra parte, muy lejos de los discursos inoperantes de la política o del murmullo de una cultura exangüe, la razón primera de lo que es él. Ahora bien, no la encontrará más que a través del rejuvenecimiento integral de su inteligencia por medio de la contemplación, del silencio, de la atención más extrema y, para decirlo con una sola palabra, de la mística, que no es otra cosa que el conocimiento experimental de Dios.

*

André  Frossard.

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***

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Como busca la cierva…

Lunes, 27 de mayo de 2019
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En un día especial para mí, este salmo explica mi vida…

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Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;

tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?

*

Salmo 41

***

Si el siglo XXI se convierte, será a través de una mirada nueva, por medio de la mirada mística, que tiene la propiedad de ver las cosas, por primera vez, de una manera inédita.

Cuando el ser humano se dé cuenta de que está amenazado en su esencia por la cocina infernal de los aprendices de brujos; en su vida, por el peligro mortal de la polución, sin hablar de la polución moral que acabará por darle miedo, quizás experimente entonces la necesidad de ser salvado; y este instinto de salvación es posible que le lleve a buscar en otra parte, muy lejos de los discursos inoperantes de la política o del murmullo de una cultura exangüe, la razón primera de lo que es él. Ahora bien, no la encontrará más que a través del rejuvenecimiento integral de su inteligencia por medio de la contemplación, del silencio, de la atención más extrema y, para decirlo con una sola palabra, de la mística, que no es otra cosa que el conocimiento experimental de Dios .

*

André Frossard

***

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Arrollado por la ola de una alegría inagotable

Domingo, 24 de septiembre de 2017
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“Habiendo entrado, o las cinco y diez de la mañana, en una capilla del barrio Latino en busca de un amigo, salí a las cinco y cuarto en compañía de una amistad que no era de la tierra.

Habiendo entrado allí escéptico y ateo de extrema izquierda, y aun más que escéptico y todavía más que ateo, indiferente y ocupado en cosas muy distintas a un Dios que ni siquiera tenía intención de negar – hasta el punto me parecía pasado, desde hacía mucho tiempo, a la cuenta de pérdidas y ganancias de la inquietud y de la ignorancia humanas-, volví a salir, algunos minutos más tarde, “católico, apostólico, romano”, llevado, alzado, recogido y arrollado por la ola de una alegría inagotable.

Al entrar tenía veinte años. Al salir era un niño, listo para el bautismo y que miraba en torno a si, con los ojos desorbitados, ese cielo habitado, esa ciudad que no se había suspendido en los aires, esos seres a pleno sol que parecían caminar en la oscuridad, sin ver el inmenso desgarrón que acababa de hacerse en el toldo del mundo. Mis sentimientos, mis paisajes interiores, las construcciones intelectuales en las que me había repantingado, ya no existían; mis propias costumbres habían desaparecido y mis gustos estaban cambiados.

No me oculto lo que una conversión de esa clase, por su carácter improvisado, puede tener de chocante, e incluso de inadmisible, para los espíritus contemporáneos que prefieren los encaminamientos intelectuales a los flechazos místicos y que aprecian cada vez menos las intervenciones de lo divino en la vida cotidiana. Sin embargo, por deseoso que esté de alinearme con el Espíritu de mi tiempo, no puedo sugerir los hitos de una elaboración lenta donde ha habido brusca transformación; no puedo dar las razones psicológicas, inmediatas o lejanas, de esa mutación, porque esas razones no existen; me es imposible describir la senda que me ha conducido a la fe, porque me encontraba en cualquier otro camino y pensaba en cualquier otra cosa cuando caí en una especie de emboscada. Nada me preparaba a lo que me ha sucedido: también la caridad divina tiene sus actos gratuitos .”

*

A. Frossard,
Dios existe. Yo lo he encontrado, Rialp, Madrid 2001, 6-8;
traducción, José María Carrascal Muñoz.

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***

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

-“El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido.” Ellos fueron.

Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?” Le respondieron: “Nadie nos ha contratado.” Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña.”

Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros.

Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno.”

Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia por que yo soy bueno?”

Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.”

*

Mateo 20,1-16

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