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Sin espíritu no somos más que barro

Domingo, 22 de diciembre de 2019
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imagesDel blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

Consideraciones para la oración y revisión de vida / homilía

  1. El Espíritu de Dios está sobre María.

La persona y la vida de María están presididas por el Espíritu de Dios. Es el mismo Espíritu del Génesis, de la creación de la vida y del ser humano:

         La tierra al comienzo era confusión y caos, las tinieblas cubrían la tierra, y el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas y surgió la luz y el sentido (Gn 1,2-3).

         Cuando Dios infunde aliento vital (espíritu) a la debilidad humana, la evolución alcanzó un momento cualificadamente diverso y superior, al barro (Gn, 2,7) y así el ser humano llega a ser viviente.

  • o La naturaleza humana, el barro humano sin espíritu somos un pequeño caos y confusión. La inteligencia, la libertad, la sexualidad, las capacidades humanas sin espíritu quedan en pura materialidad, sin espíritu, sin alma.
  • o ¿Mi vida es un caos, una confusión de cosas, deseos y pulsiones sin espíritu? ¿Hay aliento vital en mi vida? ¿”Soy viviente” o “vegeto” por la existencia? ¿Cuál es el espíritu de mi vida?

Dios guía y acompaña a su pueblo en la dura marcha hacia la libertad y se les hace presente en el FUEGO de la zarza del Sinaí. (Éxodo 3).

         En las dudas y oscuridades de la vida, el Espíritu es LUZ que ilumina nuestro caminar (Éxodo 13, 21).

  • o En el camino de la vida, -a veces duro-, podemos atravesar “noches oscuras”, problemas-crisis, hundimientos psíquicos, morales, desánimos, desierto… Tal vez solamente quedan fuerzas para intuir el fuego y la luz del Espíritu de Dios: fortaleza, sabiduría – comprensión. La oscuridad puede acoger la luz
  • o Si me quedan algunas fuerzas: ¿Hay luz en mi vida o vivo superficialmente, quizás en tinieblas? ¿Al menos miro hacia la Luz? ¿Amo y busco la Verdad?
  • o

          El Espíritu de Dios nos envuelve y hace amable la vida cotidiana como la suave brisa. (1Reyes 19, 12).

  • o Puede que ande “bajo de tono”, bajo de espíritu, sin muchas ganas de vivir. En ese caso, el espíritu pudiera ser la brisa de cada día: un encuentro, el amor, encuentro sentido a la enfermedad, el trabajo hecho lo mejor posible, una celebración familiar, una celebración cristiana, una buena palabra, etc.
  • o ¿Trato de poner buen espíritu -buen tono y talante- en la vida cotidiana con mis familiares, amigos, compañeros de trabajo, de comunidad? ¿Procuro una cierta amabilidad en mis relaciones eclesiales?

El Espíritu es la fecundidad de María (Mt 1, 18)

  • o Cuando la sombra, el Espíritu, -el estilo de Dios- preside nuestra vida, como la de María, brota vida, brota El que es la Vida.
  • o La “sombra de Dios” protege y hace fecunda la vida humana y la llena de calma, de sentido, de libertad y creatividad. Lo que “veo y percibo” a la sombra de Dios, lo que “oímos” en silencio y comunidad es Palabra y es vida.
  • o Toda encarnación de Dios es obra del Espíritu y solamente obra del Espíritu.
  • o Sin el Espíritu, lo engendrado en la carne de la mujer galilea, es, sin más, hijo de María. Con y desde el Espíritu de Dios, el hijo de María es hijo de Dios.
  • o Toda encarnación de Dios en nuestra condición humana es obra del Espíritu. Sin el Espíritu, nuestra materialidad será siempre materia, barro.
  • o ¿Mi vida está sobrecargada de infinidad de “trastos”: trabajo, reuniones, clases, viajes, prisas, móviles e inmuebles? Las horas a la sombra de Dios quedan fuera de la agenda y son fecundas, son las que crean vida personal.
  • o ¿Con qué espíritu vivo y hago las cosas en mi vida? ¿El espíritu del que vivo me impulsa a crear vida en mi transcurrir por la existencia: familia, fe, cultura, ayuda a personas cercanas o lejanas?
  • o ¿Mi ideología política es de vida?

         El Espíritu es un bautismo de fuego y lucha en el desierto de la vida. (Mt 3,11.16).

  • o El Espíritu nos impulsa y nos hace críticos; nos saca de nuestra superficialidad y e intereses.

         Jesús vive una profunda alegría porque el Espíritu está en él. (Lc 10, 21).

         Cristo resucitado confiere su espíritu a la comunidad cristiana. Y ese Espíritu es paz, alegría e impulso e ilusión para vivir y para la misión. (Jn 20, 22).

  • o Cuando el buen espíritu (santo) impregna nuestra vida: nuestros criterios y nuestras tareas, la serenidad, alienta nuestra existencia.
  • o El Espíritu es quien nos anima y consuela en nuestros desánimos y momentos difíciles. (Jn 16, 7).
  • o ¿Soy persona de calma y alguna alegría o transmito nervios allá por donde voy? ¿Estoy siempre amargado? Los discípulos, los cristianos, se llenaron de alegría al ver al Señor: ¿es mi caso?
  • o ¿Soy “buen compañero de viaje”, sé animar y apoyar una idea, un proyecto? ¿Sé consolar, o más bien, soy derrotista y cierro las puertas de salida a los problemas y las crisis? ¿Acompaño cuando alguien sufre en mi derredor? Siempre en la discreción: ¿me preocupo y visito a los enfermos que me son más o menos cercanos, personas ancianas, etc.? ¿Doy limosna?

El Espíritu nos hace libresy no esclavos. (Rm 7; 8, 15). Hemos sido hechos hijos de la libertad por el Espíritu. (Gál 3, 13-14).

  • o El espíritu de Jesús nos hace libres y audaces. ¿Me da miedo la libertad, el pensamiento, la creatividad, los cambios? Prefiero atrincherarme en los “cuarteles de invierno ideológicos, eclesiásticos? (A mí que me dejen en paz).
  1. Jesús: Dios salva / Emmanuel: Dios con nosotros

Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús (Mateo 1)

La virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”. (Isaías 7 / Mateo 1)

  • o No sabemos cómo ocurrieron históricamente estas cosas, lo decisivo es que Dios se hace uno de nosotros. Cuando Dios decide acercarse a la humanidad lo hace salvíficamente y se hace Jesús: Dios salva. Dios se acerca a nosotros para ser con nosotros: Enmanuel.
  • o Dios está con nosotros para salvarnos: ¿Dios está en mi vida? ¿Dios cuenta algo en mi vida? ¿Dios está con nosotros?
  • o ¿O todo el asunto Dios–cristianismo lo reducimos a un “subproducto” por el que tenemos fácil acceso a unas “rebajas eclesiásticas” de cumplimientos más fáciles?
  • o Dios está con nosotros en Jesús: Dios salva. ¿Sigo teniendo miedo a Dios? ¿Mi mente y mi corazón viven asustados ante el Dios que nos salva?
  • o Dios se hace carne en la debilidad humana, en los más pobres y débiles. ¿Veo a Dios en los más pobres de la tierra?
  • o Dios asume la naturaleza humana en la naturaleza de María y desde ella queda bendecido todo el Universo, toda la materia, toda la humanidad.

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“Un anuncio sorprendente”. 4 Domingo de Adviento – B (Lucas 1,26-38)

Domingo, 24 de diciembre de 2017
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El Concilio Vaticano II presenta a María, Madre de Jesucristo, como «prototipo y modelo para la Iglesia», y la describe como mujer humilde que escucha a Dios con confianza y alegría. Desde esa misma actitud hemos de escuchar a Dios en la Iglesia actual.

«Alégrate». Es lo primero que María escucha de Dios y lo primero que hemos de escuchar también hoy. Entre nosotros falta alegría. Con frecuencia nos dejamos contagiar por la tristeza de una Iglesia envejecida y gastada. ¿Ya no es Jesús Buena Noticia? ¿No sentimos la alegría de ser sus seguidores? Cuando falta la alegría, la fe pierde frescura, la cordialidad desaparece, la amistad entre los creyentes se enfría. Todo se hace más difícil. Es urgente despertar la alegría en nuestras comunidades y recuperar la paz que Jesús nos ha dejado en herencia.

«El Señor está contigo». No es fácil la alegría en la Iglesia de nuestros días. Solo puede nacer de la confianza en Dios. No estamos huérfanos. Vivimos invocando cada día a un Dios Padre que nos acompaña, nos defiende y busca siempre el bien de todo ser humano. Dios está también con nosotros.

Esta Iglesia, a veces tan desconcertada y perdida, que no acierta a volver al Evangelio, no está sola. Jesús, el Buen Pastor, nos está buscando. Su Espíritu nos está atrayendo. Contamos con su aliento y comprensión. Jesús no nos ha abandonado. Con él todo es posible.

«No temas». Son muchos los miedos que nos paralizan a los seguidores de Jesús. Miedo al mundo moderno y a una sociedad descreída. Miedo a un futuro incierto. Miedo a la conversión al Evangelio. El miedo nos está haciendo mucho daño. Nos impide caminar hacia el futuro con esperanza. Nos encierra en la conservación estéril del pasado. Crecen nuestros fantasmas. Desaparece el realismo sano y la sensatez evangélica.

Es urgente construir una Iglesia de la confianza. La fortaleza de Dios no se revela en una Iglesia poderosa, sino humilde. También en nuestras comunidades hemos de escuchar las palabras que escucha María: «No temas».

«Darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús». También a nosotros, como a María, se nos confía una misión: contribuir a poner luz en medio de la noche. No estamos llamados a juzgar al mundo, sino a sembrar esperanza. Nuestra tarea no es apagar la mecha que se extingue, sino encender la fe que, en no pocos, está queriendo brotar: hemos de ayudar a los hombres y mujeres de hoy a descubrir a Jesús.

Desde nuestras comunidades, cada vez más pequeñas y humildes, podemos ser levadura de un mundo más sano y fraterno. Estamos en buenas manos. Dios no está en crisis. Somos nosotros los que no nos atrevemos a seguir a Jesús con alegría y confianza. María ha de ser nuestro modelo.

José Antonio Pagola

Audición del comentario

Marina Ibarlucea

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“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo”. Domingo 23 de diciembre de 2017. Domingo 4º de Adviento.

Domingo, 24 de diciembre de 2017
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04advientoB4cerezoLeído en Koinonia:

2Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16: El reino de David durará por siempre en la presencia del Señor.
Salmo responsorial: 88: Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Romanos 16,25-27: El misterio, mantenido en secreto durante siglos, ahora se ha manifestado.
Lucas 1,26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

La lectura del segundo libro de Samuel nos cuenta que, deseando David edificarle una casa Yahvé en Jerusalén, Yahvé dirigió la palabra al profeta Natán, para comunicarle que no sería David quien le edificaría una casa a Yahvé, sino que Yahvé le edificaría una casa a David. En aquellos tiempos «casa» se entendía de varias maneras, como Templo, como morada, o como descendencia. Esta profecía quiere decir es que Dios le dará una descendencia a David, es decir, la permanencia del linaje de David sobre el trono de Israel. Esta es la promesa que hace Yahvé a David y que la tradición posterior interpretará en relación con el Mesías como hijo-descendiente de David. La primitiva Iglesia entendió estas palabras en relación con Jesús como el verdadero Mesías. Mateo y Lucas se esfuerzan en presentar en sus genealogías a Jesús como descendiente de David, y varias veces se le llama Hijo de David. Es claro, Jesús es el Mesías esperado, en él se cumplen las promesas de Dios.

En los versículos que hemos leído del largísimo salmo 88 están dispuestos en la liturgia para mostrarnos la relación de Jesús con Dios. El salmo es un himno al Creador seguido de un oráculo mesiánico. En este oráculo el salmista pone en boca de Dios estas palabras: yo lo nombraré mi primogénito, altísimo entre los reyes de la tierra. Se refiere al Mesías, al salvador esperado, pero que nosotros como cristianos lo leemos claramente referido a Jesús. Él es el Hijo, la primicia por la que todos seremos salvados, el primogénito entre todos los hombres. Por su predicación, por su sencillez y servicio a los más pequeños, por su sí incondicional a Dios hasta la muerte, Dios lo resucitó haciéndolo altísimo entre los reyes de la tierra.

La segunda lectura tomada de la carta de Pablo a los Romanos nos presenta una oración de alabanza a Dios (doxología) con la que concluye toda la carta. La oración está dirigida a Jesucristo, en él cual se revela el misterio que Dios había mantenido oculto por siglos, pero que ahora, gracias a la Escritura y la predicación del mismo Jesucristo fue dado a conocer a todos, pero especialmente a los gentiles para la obediencia de la fe. Finaliza con una bendición tomada de las costumbres judías. Reconocemos que el misterio oculto por los siglos, es Jesús mismo que ahora nos revela el rostro del Padre y que se convierte en salvación para de todos los hombres.

En el evangelio leemos el anuncio del ángel a María del nacimiento de Jesús, que la convierte en la primera discípula y evangelizada: escucha la palabra de Dios, es capaz de reconocer que la acción de Dios pasa por los más pequeños y humildes. María era una mujer joven y pobre de un pueblo muy pequeño del norte del país. Ella recibe el anuncio del ángel, que la sorprende pero que sabe reconocer la acción de Dios en el anuncio. Le dice sí a Dios. A diferencia de Zacarías el signo que pide María no parte de la incredulidad, sino de la necesidad de poner por obra las palabras del ángel.

El evangelista Lucas pone de manera consecutiva el anuncio a Zacarías y el anuncio a María para resaltar que la acción de Dios se manifiesta fuera del Templo, fuera del lugar sagrado, en medio de los pobres y abandonados, como lo es María triplemente excluida por ser mujer, por ser pobre y por ser joven. Y es en ese lugar de marginación y pobreza donde el proyecto de Dios para la humanidad va a fructificar, por medio del sí consciente de María y de todos los que se identifican con ella.

El niño que nacerá de María será el Salvador, el Mesías, un «Hijo de Dios». Dios se hace ser humano en la persona de Jesús para que siendo como él, los seres humanos seamos semejantes a Dios. Pero no lo hace en contra de la voluntad de los hombres. María, con su «sí» al proyecto de Dios, introduce a Jesús en la historia, haciéndose hombre pobre y creyente.

Adviento es tiempo de preparación, de espera de la fiesta de la Natividad, de la manifestación del Mesías. Participar de esta fiesta es asumir la misma dinámica de María que le dice sí a Dios, y la misma actitud de Dios que se hace pobre para nuestra salvación en la persona de Jesús de Nazaret. Leer más…

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Tres mensajeros, tres promesas y un misterio. Domingo 4º de Adviento. Ciclo B

Domingo, 24 de diciembre de 2017
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fra-angelico-the-annunciationDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Primer mensajero (Natán) y primera promesa (a David)

                Al final de numerosas aventuras, David se ha convertido en rey del Norte y del Sur, de Israel y Judá.

Ha conquistado una ciudad, Jebús (Jerusalén) que le servirá de capital. Se ha construido un palacio. Y ahí es donde comienzan los problemas.

Mientras se aloja cómodamente en sus salas, le avergüenza ver que el arca de Dios, símbolo de la presencia del Señor, está al aire libre, protegida por una simple tienda de campaña. Decide entonces construirle una casa, un templo.

El profeta Natán está de acuerdo. Dios, no. Será Él quien le construya a David una casa, una dinastía. A su heredero lo tratará como un padre a su hijo. “Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre”.

Lectura del segundo libro de Samuel 7,1-5. 8b-12. 14a.16

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán:

̶  Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.

Natán respondió al rey:

̶  Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.

Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:

̶  Ve y dile a mi siervo David: “Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.”

Segundo mensajero (Gabriel) y segunda promesa (a Israel)

El anuncio de Gabriel a María es como un cuadro que solo comprendemos bien cuando lo comparamos con otro situado a su izquierda: el anuncio de Gabriel a Zacarías. Entonces, contemplando las diferencias, captamos mejor su mensaje.

[El cuadro de la anunciación a María, tan distinto del de Fray Angelico, es de Henry Ossawa Tanner, 1898.]

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1) El anuncio a Zacarías tiene lugar en el espacio sagrado del templo, el de María, en un pueblecillo desconocido de Galilea, de doscientos habitantes.

2) Gabriel se aparece a un anciano venerable, casado con una mujer muy piadosa, los dos israelitas modélicos; luego Dios lo envía a una pareja joven, todavía sin casar, de los que no se menciona ninguna virtud.

3) En el primer caso, el protagonista es un varón, Zacarías; en el segundo, una muchacha, María.

4) En ambos casos se anuncia el nacimiento de un niño, pero con enormes diferencias entre ellos: Juan será un profeta, al estilo de Elías, y su misión consistirá en preparar al pueblo; Jesús será un rey que gobernará en la Casa de David eternamente. A menudo se pasa por alto el fuerte contenido político de las palabras relativas a Jesús: «Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Si tenemos en cuenta que «Hijo del Altísimo» no significa «Segunda persona de la Santísima Trinidad», sino que es un título del rey de Israel, las palabras de Gabriel repiten insistentemente la idea de la realeza de Jesús. Pero su reino no es universal, se limita a «la casa de Jacob».

5) En ambos casos, el nacimiento parece imposible: Zacarías e Isabel son ancianos; María no ha tenido relaciones con José. [La traducción habitual: “no conozco varón” se presta a malentendido, ya que María conoce a José, es su novio; lo que quiere decir es “no he tenido relaciones sexuales con ningún hombre”.]

6) Ante esa dificultad, Zacarías pide una garantía de que eso pueda ocurrir [algo que solo se percibe claramente en el texto griego: kata. ti, gnw,somai tou/toÈ]; María se limita a formular una pregunta: “¿Cómo puedo quedarme embarazada si no he tenido relaciones con un hombre?” [pw/j e;stai tou/to( evpei. a;ndra ouv ginw,skwÈ].

7) En consecuencia, mientras Zacarías queda mudo hasta el día del nacimiento de Juan, María es la que pronuncia la última palabra: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

̶  Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres.

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

̶  No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel:

̶  ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?

El ángel le contestó:

̶  El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

María contestó:

̶  Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Y la dejó el ángel.

Tercer mensajero (Pablo) y tercera promesa (al mundo entero)

                Pablo no ha visitado todavía Roma cuando escribe su carta a los romanos. Pero tiene una larga experiencia de apostolado y de reflexión. Sobre todo, ha tenido una experiencia fundamental en el momento de su vocación: el Mesías Jesús no ha sido destinado por Dios sólo al pueblo de Israel, sino a todas las naciones.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 16,25-27

Hermanos: Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

El misterio

Desde David hasta Pablo se recorre un largo camino y la perspectiva se abre de modo asombroso: lo que comenzó siendo la promesa a un rey, más tarde un pueblo, termina siendo la promesa al mundo entero. Como dice la segunda lectura, esta es la “revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos”.

Tres reacciones a tres mensajeros

                ¿Cómo reaccionan los interesados antes los mensajes que reciben?

                La respuesta de David no la recoge la lectura, pero es una extensa oración de alabanza y acción de gracias por la promesa que Dios le hace (2 Samuel 7,18-29).

                María reacciona con aceptación y fe. No imagina los momentos tan duros que tendrá que aceptar por causa de Jesús (“una espada te atravesará el alma”) ni la cantidad de fe que necesitaría cuando vea a su hijo criticado y condenado por terrorista y blasfemo.

                La reacción de Pablo, la que desea inculcar a sus lectores romanos, es cantar la sabiduría y la gloria de Dios a través de Jesucristo.

Tres reacciones muy adecuadas para vivir estos días previos a la Navidad.

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La encarnación de Dios en Jesús es la clave.

Domingo, 24 de diciembre de 2017
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annunciation-mary-bible-video-1398414-galleryLc 1, 26-38

Los textos que vamos a leer estos días, están tomados del “evangelio de la infancia”. Debemos tomar conciencia del sentido no histórico de los textos. El anuncio del nacimiento de un hijo de dios, el nacimiento de madre virgen, el nacimiento en una gruta, los pastores adorando al niño, el intento de matar al niño, la huída después de un aviso, la muerte de los inocentes, el anuncio por medio de una estrella, la adoración de unos magos, etc.; todos son relatos míticos ancestrales y ninguno es original del cristianismo.

El decir “mítico” no quiere decir “mentira”. Este es el primer error a superar. El mito es un relato que intenta desvelar una verdad radical que atañe al hombre entero, y que no se puede explicar por medio de discursos racionales. Al decir que estos relatos son míticos, no estamos devaluando su contenido, sino todo lo contrario; nos estamos obligando a descubrir el significado profundo y vital que tienen. Lo nefasto es haber considerarlo los relatos míticos como crónicas de sucesos sin mayor alcance vital.

Todo esto lo ha descubierto la exégesis hace muchas décadas. No acabo de comprender por qué existe tanto miedo a que el pueblo conozca la verdad. ¿No nos dice el mismo evangelio que la verdad os hará libres? ¿O es que lo que nos asusta es esa libertad? Es verdad que la explicación del sentido profundo de estos textos no es sencilla, pero es precisamente esa dificultad la que debía espolearnos. He visto a la gente abrir ojos como platos cuando han comprendido la profundidad del mensaje.

En las lecturas de hoy se destaca el contraste entre la actitud de David, que después de hacerse un palacio, decide hacer un favor a Dios, construyéndole un templo para que habite; y la actitud de María que ve solo la gratuidad de Dios para con ella. La humildad de María hace posible el acercamiento a Dios. La soberbia de David le aleja de Él. La lección es clara: Nosotros no podemos hacer nada por Dios, es Él, quien lo hace todo por nosotros. Ni siquiera tenemos que comprar su voluntad a partir de sacrificios y oraciones.

Lo que Lc nos propone, es la teología de la encarnación entendida desde el AT. Casi todas las palabras del relato hacen referencia a situaciones bíblicas. El evangelista acaba de narrar la concepción de Juan, que tiene como modelo la de Isaac. Para la concepción de Jesús, Lc toma como modelo la creación de Adán. Como Adán, Jesús nace de Dios mismo sin intermediarios; y como él va a ser el comienzo de una nueva humanidad. No es uno más de los grandes personajes de la historia de Israel. Esta es la clave de todo el relato.

Ángel=mensajero, no tiene, en el AT, la misma connotación que tiene para nosotros. No debemos pensar en unos seres al servicio de Dios, sino en la presencia de Dios de una manera humana para que el hombre pueda soportarla. El pueblo de Nazaret no es nombrado en todo el AT; es algo completamente nuevo. Galilea era la provincia alejada del centro de la religiosidad oficial. La intervención divina en Jesús rompe con el pasado y va a constituir una auténtica novedad. Todo sucede lejos del templo y de la oficialidad.

La escena se desarrolla en una casa sencilla de un pueblecito desconocido. A una virgen= doncella, no ligada a la institución, sino completamente anónima. Ni tiene ascendencia ni cualidad alguna excepcional. De los padres de Juan acaba de hacer grandes elogios, de María, ninguno. Virgen no debemos entenderla según nuestro concepto actual. Se trata de una niña aun no casada. Alude a la absoluta fidelidad a Dios, por oposición a la imagen del pueblo rebelde, tantas veces representado por los profetas como la adúltera o prostituta. María representa al pueblo humilde, sin relieve social alguno, pero fiel.

Alégrate, agraciada, el Señor está de tu parte. Alusión también a los profetas: “Alégrate hija de Sión, canta de júbilo hija de Jerusalén”. Es un saludo de alegría en ambiente de salvación. Cercanía de Dios a los israelitas fieles. Dios se ha volcado sobre ella con su favor. La traducción oficial, “llena de gracia”, nos despista, porque el concepto que nosotros ponemos detrás de la palabra “gracia”, se inventó muchos siglos después. No se trata de la gracia, (un ser divino) sino de afirmar que le ha caído en gracia a Dios.

Al contrario que en Mt, José, descendiente de David, no tiene papel alguno en el plan de salvación anunciado en Lc María misma impondrá el nombre a Jesús = Salvado. No será hijo de David, sino del Altísimo. Ser Hijo, en el relato mítico, no significa generación biológica, sino heredar la manera de ser del padre, y tener por modelo al Padre. No será David ni cualquier otro ser humano, el modelo para Jesús, sino Dios. Jesús no puede tener padre humano, porque en ese caso tendría la obligación de obedecerle e imitarle.

El Espíritu Santo y la fuerza del Altísimo son lo mismo. Cubrir con su sombra hace referencia a la gloria de Dios que en el Génesis se representaba por una nube que cubría el campamento. Santo=Consagrado, Hijo de Dios, son designaciones mesiánicas. Consagrado hace referencia siempre a una misión. El rey ungido era desde ese instante, hijo de Dios. El Espíritu no actúa sobre el cuerpo, sino sobre el ser de Jesús, dándole calidad divina. “De la carne nace carne, del Espíritu nace Espíritu”, dice Jn. No es la carne de Jesús la que procede del Espíritu, sino su verdadero ser. Claro que Jesús fue ‘engendrado’ por obra del Espíritu, pero de un modo más profundo de lo que pensamos.

Aquí esta la esclava del Señor. Hemos insistido tanto en los privilegios de María que hemos convertido en impensable la encarnación de Dios en alguien, que no sea perfecto. Pablo nos habla del misterio escondido y revelado. El misterio mantenido en secreto por generaciones, es que Dios es encarnación. Dios salva desde dentro de cada persona, no desde fuera con actos espectaculares. La buena noticia es una salvación que alcanza a todos. Misterio que está ahí desde siempre, pero que muy pocos descubren. No es que Dios realice la salvación en un momento determinado, Dios no tiene momentos.

Cambia el concepto de Dios para el evangelista. El Dios que a través de todo el AT se manifiesta como el poderoso, el invencible, el dador de la muerte y la vida, pide ahora el consentimiento a una humilde muchacha para llevar a cabo la oferta más extraordinaria en favor de los hombres. Ese formidable cambio de la manera de concebir a Dios no es fácil de comprender. Una y otra vez, hemos vuelto al Júpiter tonante, que está a nuestro favor y en contra de nuestros enemigos, pero estará contra nosotros si le fallamos.

Dios se hace presente en la sencillez. Seguimos esperando portentos y milagros en los que se manifieste el dios que nos hemos fabricado. Ningún acontecimiento espectacular hace presente a Dios. Al contrario en cualquier acontecimiento por sencillo que sea, podemos descubrirlo. Somos nosotros los que ponemos a Dios allí donde lo vemos. Pascal dijo: “Toda religión que no predique un Dios escondido, es falsa”. Los budistas repiten: “Si te encuentras al Buda, mátalo”. Todo dios que percibimos viniendo de fuera, es un ídolo.

Meditación

La disponibilidad de María es la clave del mensaje.
Dejar hacer a Dios es descubrir lo que está haciendo.
Él lo está haciendo todo en cada instante.
Descubrir esta presencia activa,
Es la esencia de toda vida espiritual auténtica.
No tienes que hacer nada ni conseguir nada.
En ti está ya la plenitud, que quieres alcanzar.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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El Tecnicolor de Jesús.

Domingo, 24 de diciembre de 2017
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annonciationCrear y vivir están unidos (Mahler)

24 de diciembre, domingo IV de adviento

Lc 1, 26-38

Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús

La consagración que María hace al Señor cuando dijo “Aquí está la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra”, dice Pedro Olalde en sus Comentarios Evangélicos, “va directamente de corazón a corazón. Es la libre corriente del amor mismo de persona a persona. El sentido de una consagración viene dado por el amor que ponemos en dicho acto”.

El cielo de la película de Jesús en tecnicolor, no perderá su arco-iris porque, como dicen Newberg y Aquili en ¿Porquoi “Dieu” ne disparaîtra pas?“La primera función del ritual religioso es transformar las historias espirituales en experiencias espirituales; transformar algo en lo que se cree en algo que se puede sentir”. Y ésta iba a ser la tarea del hijo de María.

San Agustín nos insta a emprender con empeño esta misma tarea de Jesús en su Sermón El Nacimiento del Señor: “Su madre le llevó en el seno; llevémosle nosotros en el corazón; la virgen quedó grávida por la encarnación de Cristo, estén grávidos nuestros corazones de la fe en Cristo; ella alumbró al salvador; alumbremos nosotros las alabanzas a Dios. No seamos estériles; dejemos que nuestras almas las fecunde Dios”. La historia, viene a decir el obispo de Hipona, estaba grávida de Cristo y él fue creciendo hasta nacer.

Un crecer constante como lo hace la planta desde el instante en que fue depositada como semilla en el vientre fecundo de la tierra, y a continuación se extiende para dar cobijo a las aves, y sombra y alimento a los necesitados. José Mª Castillo lo expresó en La religión de Jesús, de esta manera: “El Dios trascendente se nos da a conocer en el pobre y desamparado niño que nació de María. Así se hizo Dios presente, visible y tangente en la Historia”.

Pirueta mental del cristianismo, que pone en marcha el quehacer inexcusable y conjunto de Dios y de los hombres –de Dios en los hombres- hasta alcanzar la plenitud del hombre y de los tiempos. En el Club de Cristo (la ekklesia) juega Pablo con la esperanza de lograr el premio merecido: “Sólo me espera la corona de la justicia, que el Señor como justo juez me entregará aquel día. Y no sólo a mí sino a cuantos desean su manifestación”. (2 Tim 4, 8)

Una pirueta que aconseja realizar Daniel, protagonista del film sueco Tierra de ángeles (2004) dirigido por Kay Pollak, cuando le dice al Coro: “Todo comienza con escuchar. Imaginar que toda la música ya existe. Que está aquí vibrando, esperando a que la plasmemos. Y para plasmarla, primero tenemos que escuchar, tenemos que encontrarla dentro de nosotros. Cada persona tiene un tono que le es exclusivo, un tono totalmente individual. Todos tenemos una tonalidad que nos es exclusiva. Ahora intentaremos encontrarla. La música es ante todo saber escuchar”.

Esa misma pirueta que aconseja Daniel se hace realidad en Norma, una ópera renovadora en el arte del italiano Vincenzo Bellini, en la que se muestra liberado de la influencia de su compatriota Gioachino Rossini, y en la que, con admirable afán se esfuerza por llevar a la música los sentimientos humanos con una presencia viva que ninguno de sus predecesores había conseguido antes. ¿No era ésta, acaso, la misión con que venía al mundo el niño de Belén?

Llevar los sentimientos a la vida con una presencia viva es lo que hacen las personas comprometidas. Acabo de recibir la “Carta de Navidad” de Patxi Loidi, compañero de estudios en Salamanca. Hoy trabaja entregado a los necesitados, como hizo Jesús, en Antiguo Cuscatlán (El Salvador). Dice en ella: “Me gustaría que todos mis amigos y amigas se acercaran más a Él en estos días. Y con él, a la gente pobre, donde están sus preferidas y preferidos. Es un dolor ir a esas zonas pobres, donde los egoísmos humanos se notan igual que en otras partes. Pero es un dolor necesario para no deshumanizarse”.

Gioconda Belli (1948), es una poetisa y novelista nicaragüense cuya obra se caracteriza por rescatar y ahondar en el mundo femenino, reivindicando el papel de las mujeres en la sociedad y en la construcción de la cultura. En su poema A media voz, se ve unida al pueblo, caminando hacia un nuevo y luminoso porvenir: el que, en palabras de Mahler, “Crear y vivir están unidos”.

A MEDIA VOZ

Me felicito porque voy comprendiendo
la importancia que tiene mi existencia
y la de todos, por mi mano unida a otras manos,
mi canto unido a otros cantos…
Y por eso quiero caminar de frente
hacia una nueva mañana,
donde hombres y mujeres nuevos,
van naciendo erguidos,
luminosos, como volcanes. ¡Vamos!

(Gioconda Belli)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Dios quiere estar con nosotros.

Domingo, 24 de diciembre de 2017
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imagesDel blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. DIOS QUIERE ESTAR CON NOSOTROS: ANUNCIACIÓN.

Lo de Dios es un diálogo de amor con los seres humanos. Dios quiere convivir con nosotros. Los paseos con Adán y Eva en el paraíso, la marcha con su pueblo por el desierto, la presencia de su Palabra entre nosotros: el Verbo se hizo uno de nosotros, (Jn 1,14) no son otra cosa que Dios está siempre con su gente, con su pueblo, con la humanidad.

Ahora bien, la cuestión de fondo y difícil es cómo Dios, la Palabra de Dios, se hace presente entre nosotros, en nuestra historia.

02. MANIFESTACIONES Y PRESENCIAS DE DIOS EN EL AT (Y EN OTRAS CULTURAS Y PUEBLOS).

Las presencias de Dios en el AT son descritas siempre de modo simbólico, poético. No es que ocurrieran como nos narran los textos, pero lo decisivo es que Dios está siempre con nosotros:

o Dios pasea con Adán y Eva en el paraíso terrenal.

o Aunque un poco lejano, Dios se muestra a Moisés en la zarza ardiendo (Ex 3).

o Isaías evoca el Éxodo y dice: Dios se han montado en una nube y llega a Egipto (Is 19,1).

o Dios no estaba ni en el viento, ni en el terremoto, ni en el fuego, sino en la suave brisa, (1Re 19,11-13).

o Una nube fue la que cubría la Transfiguración en el monte Tabor, así como también una nube les ocultó a JesuCristo en la Ascensión.

Pero, dice el mismo evangelio que a Dios nadie le ha visto nunca jamás, (Jn 1,18), ¿cómo podrá hacerse presente en nuestra historia?

03. ANUNCIACIÓN.

ppvirgenmaria-726630El Evangelio de hoy nos anuncia la cercana presencia de Dios en medio de nosotros, que eso significa Emmanuel: Dios con nosotros.

Pero el anuncio de Gabriel es un anuncio imposible.

Se anuncian dos vidas y las dos de modo absurdo: Juan Bautista hijo de unos ancianos (Zacarías e Isabel) y Jesús, hijo de una virgen.

Acerquémonos estos textos con un poco de delicadeza, otro poco de poesía y sobre todo, fe. Mejor que dejemos de lado curiosidades morbosas.

Quien lea estas cosas desde la biología, no entenderá nada y puede terminar siendo escéptico o fanático.

Humanamente la procreación de la vida humana es imposible en la ancianidad y en la virginidad.

La acogida de María en la Anunciación significa que, quien de ella nacerá, es puro don, regalo, gracia.

Jesús es la Palabra de Dios, no del hombre, no de la humanidad. María acepta a Dios en su vida, acepta la Palabra de Dios.

Los hijos son expresión de sus padres. Jesús es expresión del Padre, de Dios Padre. Jesús no dice, no expresa la línea de José, de la estirpe de David, del mundo judío, etc. Jesús es la expresión, la Palabra (el Logos) del Padre, por eso es hijo de Dios.

María es como figura de todo creyente y de la humanidad que acoge en sí la Palabra.

04. ¿CÓMO SERÁ ESTO, PUES NO CONOZCO A VARÓN?

Si -en el lenguaje bíblico- María hubiese conocido a varón, quien habría nacido de María, no sería Palabra de Dios, hijo de Dios.

María es madre de Dios, por ello el hombre (masculino) queda relegado y cobra protagonismo el Espíritu de Dios: el mismo Espíritu creador de vida en la noche del Génesis. El mismo espíritu libertador de la noche de Egipto. Creemos en el Espíritu señor y dador de vida.

05. ALÉGRATE, NO TEMAS QUE EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO.

En las turbulencias de la vida, en las “noches oscuras”, cuando todo está perdido, cuando no vemos salida: no temamos, vivamos en serenidad. El Señor está siempre con nosotros.

o El Eterno se ha hecho tiempo-historia.

o El Lejano se ha acercado a nosotros: Emmanuel.

o El Inmenso se ha hecho pequeño. San Anselmo (1033-1109) decía que Dios es aquel que mayor, no puede ser pensado. En el caso de Jesús podríamos dar la vuelta al argumento y decir que Dios es aquel que menor, no puede ser pensado.

Puesto que el hombre no puede hacerse Dios, Dios ha decidido hacerse hombre.

No temas, alégrate. No temas en la vida, aunque no la entendamos, aunque suframos las injusticias, aunque nos golpee el poder político, eclesiástico, económico. Vive en paz, sereno. La Palabra, la verdad no están en el poder, sino en la sencillez y en la debilidad.

06. ANUNCIACIÓN EN NUESTRO MUNDO.

Esta Palabra y esta vida que nos anuncia el Evangelio de hoy, no parece estar presente ni en nosotros mismos, ni en las metas de nuestra cultura y sociedad, ni en los criterios y medios que empleamos. La vida no está en el estilo y ni en el espíritu de la guerra, ni del poder, ni de la corrupción, ni en la patria, ni en la potestad del Templo, ni en el superlujo y la supermiseria…

El Espíritu que cubra la tierra y la humanidad habrá de ser otro para que brote la vida. El mismo Espíritu que descendió sobre María, habrá de cubrir la faz de la tierra para que brote la vida.

07. APERTURA A LA PALABRA.
57e8d62df7c69c77fd6bef4e31bc9627Toda palabra para ser acogida ha de ser escuchada. Hay quien oye, pero no escucha. La mera audición se produce por un órgano físico auditivo. La escucha es una actitud personal.

María acogió en sí la Palabra de Dios como la tierra acoge la semilla de trigo. La cuestión de María no es un asunto meramente fisiológico, sino de fe. María cree y ama la vida y en ella brota la vida.

Quizás nuestro problema no sea tanto religioso cuanto de apertura a la palabra, a toda palabra que se pronuncia en la historia.

No cerremos caminos, búsquedas, horizontes ni en el ámbito cultural, teológico, bíblico-exegético, escolar, universitario y, mucho menos cerremos caminos y búsquedas en la Iglesia.

(A la jerarquía eclesiástica, muchas búsquedas le parecen perniciosas, absurdas y heterodoxas, ¿por eso en algunas iglesias y movimientos religiosos hay más fósiles que vida?).

Los caminos que buscó Dios para acercarse a nosotros fueron absurdos: la ancianidad de Isabel y la sencillez de María.

K Rahner termina su obra: “Oyente de la Palabra” con esta idea: el ser humano es aquel que ha de prestar oído, escuchar toda Palabra que se pronuncie en la historia, también una posible palabra de Dios.

Somos “oyentes de la Palabra” que hoy se nos anuncia también a nosotros.

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Concebido por el Espíritu Santo (cada ser humano engendrado por Dios)

Martes, 20 de diciembre de 2016
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imagesDel blog de xabier Pikaza:

He comentado anteayer el evangelio de este domingo 4º de Adviento (Mt 1, 18-25), pero sin ocuparme de las palabras centrales del ángel a José:

No tengas miedo de recibir a María, tu mujer,
porque lo que ella ha concebido es del Espíritu Santo (1, 20)

Estas palabras han pasado a todos los credos cristianos: “fue concebido por el Espíritu Santo, nació de la virgen María”. Ellas han sido objeto de grandes disputas, desde el comienzo de la Iglesia (como indican los primeros concilios de Nicea y de Éfeso…), y en la actualidad siguen siendo tergiversadas, criticadas y aceptada con pasión (según los casos).

En la reflexión que sigue quiero comentarlas brevemente, sin distinguir entre creado, engendrado y concebido (como sería necesario), sin separar el plano eterno del Hijo de Dios y el plano histórico de Cristo (con otros temas igualmanente discutibles y distinguidos). Para situar el tema quiere recoger dos experiencias:

— La primera es muy antigua (del año 1951 o 1952). Yo me examinaba por libre en el Instituto de Bilbao. Éramos muchos, el examen era público y oral, y el cura de religión nos iba haciendo las preguntas pertinentes. Llegó mi turno, miró la lista, me dijo si me llamaba así y me pregunto si Dios era creador de todo… Le respondí como pude (no recuerdo bien cómo), y de pronto me dijo: “¡O sea, que ahora Dios no crea nada!”. Yo le respondí con gran aplomo: “No, no es así, Dios sigue creando un alma para cada hombre que nace”.

Yo no sé si entendía lo que decía, pero sé que nos lo había dicho el profesor de Religión de Durango, José M. Duñabeitia, y me había quedado muy grabado, y se lo dije con todo aplomo. Duñabeitia se cansaba a veces en las clases, y nos contaba sus historia, sobre todo la del Penal de Ocaña donde le internaron tras la guerra (en el mismo penal donde estuvo y murió Miguel Hernández, de quien entonces no nos hablaban).

No recuerdo mucho más. Sólo que el examinador, un Canónigo de Bilbao, me miró fijamente y me dijo: ¡Bien, Chaval, puedes irte!

— Segunda experiencia… El recuerdo de aquel examen y de aquella respuesta que di sin entenderla me ha guiado toda la vida (y parte de mi teología ha sido un intento de responder a ella)… Hoy (2016) creo como entonces que Dios sigue creando almas, aunque quizá lo diría de otra forma: Dios no crea” almas sin más, sino que “engendra personas”, por obra de su Espíritu, como engendró a Jesús .

Desde ese fondo entiendo un modo mejor (sin entenderlo del todo) este relato de Mt 1, 18-25, donde se nos recuerda la palabra del ángel a Jesús: Lo que María tu esposa ha concebido viene del Espíritu Santo, por eso acógelo como don de Dios. Sabes que ese niño es tuyo y de María, su Madre, viniendo directamente de Dios.

De eso tratan las reflexiones que siguen, algo más técnicas, elaboradas a partir del texto de Mt 1, 18-25, en sintonía con las cosas tan hermosa que ha dicho en este mismo lugar Juan Masiá (RD: 11.12.16) al decir que todos los padres son “adoptivos” en el sentido profundo del término, pues cada niño es engendrado y nace (crece, vive…) por obra del Espíritu Santo.

Me gustaría poder decir cosas tan hondas y verdaderas que ha dicho mi amigo Juan Masiá, que han ayudado a tantos padres, a tantos creyentes. Pero quizá también las mías, un poco más técnicas, en la línea de las postales anteriores de este blog podrán acompañar a mis lectores. Buen final de adviento para todos.

Concepción por el Espíritu, una experiencia pascual

Este pasaje (1, 18-25) nos sitúa ante la ruptura mesiánica, que sólo se entiende en clave pascual: El mismo Dios, Señor de Israel (kyrios) ha pedido a José que supere su justicia anterior, poniéndose al servicio de la Mujer que engendra y da a luz, por encima de la Ley israelita, para ponerse así al servicio de la vida que se expande a todas las naciones, de manera que parece repetirse el modelo de Gen 3, 20, donde se decía que Adán llamó a su mujer Eva, reconociendo así que era “madre de todos los vivientes”. Aquí es José el israelita, hombre de ley, quien debe aceptar a María, reconociendo que el Espíritu de Dios actúa en ella y aceptando el valor salvador de su Hijo . Leer más…

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18.12.16. Así fue la generación de Jesucristo (2017, año de Mateo).

Lunes, 19 de diciembre de 2016
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sanmateoHe venido presentando, con las primeras lecturas de los cuatro domingos de Adviento de este año el evangelio de Isaías, retomando así la esperanza mesiánica israelita, la búsqueda y camino de todos los pueblos y culturas de la tierra.

Pero hoy, cuarto domingo de Adviento de este año (que para la Iglesia es ya de alguna forma el 2017) quiero comentar ya el evangelio de Mateo, que nos irá acompañando a lo largo de todo el año litúrgico, pues como bien sabemos la liturgia nos invita a recorrer cada tres año el camino de un evangelio sinóptico (el de Juan va mezclado entre los tres).

Empieza, pues, el evangelio de Mateo, para leer, para vivir, para soñar, para practicar a lo largo del 2017. Si Dios me sigue dando salud, os acompañaré con Mateo cada domingo normal de este nuevo año, pues me he venido preparando durante muchos años (y ahora al fin durante varios meses) para publicar un comentario de Mateo, verá la luz hacia el verano (si todo va normal). Pero aquí puedo empezar ofreciendo algunos materiales.

Debería haber comenzado con la genealogía de Jesús (Mt 1, 17), pero la liturgia de este domingo de Adviento nos introduce en la Navidad (y en todo el año 2017) con el texto de la generación de Jesucristo (Mt 1, 18-25), como seguirá viendo quien lea.

Es un acontecimiento gozoso éste de poder volver al evangelio de Mateo, y leerlo cada domingo, y gozarse una vez más de leerlo, de vivirlo… Con esa alegría ofrezco esta primera postal de Mateo, mi viejo amigo, compañero fiel a través de tantos años… Buen domingo final de Adviento a todos, buena preparación de Navidad, con los tres primeros de Mateo, en este orden: José, María y Jesús.

Imagen. Logotipo de Mateo: Evangelista con ángel. Desde tiempo muy antiguo, la Iglesia ha representado a Mateo con un ángel (Marcos con León, Lucas con Toro,Juan con Águila…), quizá porque escribe como un ángel, o porque un ángel le enseña a ver las cosas… o porque su primer personaje (como veremos en la lectura de hoy) es un ángel dialogando con José, de manera que algunos han podido decir que el signo del ángel representa a José, más que Mateo (o a los dos a la vez)

Notas: Ofrezco un texto de cierta densidad, pero quiero que puedan leerlo todo los interesados por el tema. Por eso dejo para el fin cuatro notas de tipo más erudito, con bibliografía (para más curiosos o especialistas).

Nacido por el Espíritu Santo (1, 18-25) (1).

La genealogía de Mateo nos sitúa ante el conjunto de la historia israelita, representada por los patriarcas (1ª parte), los reyes de Judá (2ª parte) y los retornados del exilio (3ª parte), que no han logrado reconstruir el reino, hasta Jesús. Las cuatro mujeres anteriores de esa genealogía han puesto de relieve la aportación o, quizá mejor, la novedad femenina en el origen de la vida, y esto es algo que aparecerá con toda fuerza en el caso de Jesús, hijo de María, por el Espíritu Santo, como supone este pasaje cuando dice, al final de la genealogía que “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, el llamado Cristo” (1, 16).

Así dice el evangelio de este domingo… con él ángel que dialoga con José sobre el misterio (por eso he dicho que Mateo es un evangelio con ángel):

1 18 Así fue la generación de Jesucristo estando María, su madre, desposada con José, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

19 José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. 20 Mientras pensaba en ello, se le apareció en sueños el ángel del Señor que le dijo: José, hijo de David, no tengas reparo en llevar a María, tu mujer, a casa, porque lo engendrado en ella viene del Espíritu Santo. 21 Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.

22 Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: 23 Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”. 24 Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer 25. Y no la conoció hasta que dio a luz un hijo, a quien puso el nombre Jesús (1, 18-25) .

Este relato incluye aspectos de carácter teológico y antropológico, cristológico y sacral, que no pueden resolverse en un simple comentario. Aquí dejo a un lado variosrasgos que son importantes en otro plano (de crítica histórico/literaria) para centrarme en aquellos que son más significativos, en línea de mensaje, es decir, en perspectiva de novedad cristiana:

– Este pasaje nos sitúa ante una concepción nacimiento irregular. En clave de ley, desde el punto de vista de José, Hijo de David y portador de su promesa, el surgimiento de Jesús se opone al orden patriarcal y nos sitúa en los bordes del mayor “pecado” posible: El adulterio como ruptura del orden familiar. El esposo/padre José, que decide abandonar a María, dejándola a su suerte, aunque sin condenarla externamente, con el hijo ya engendrado, es el signo de una religión que quiere separar a los judíos de los extraños, impuros, diferentes (gentiles), no pudiendo acogerles en su casa, en su comunidad (que en este caso sería la comunidad judeo-cristiana) .

– El evangelio amplía la visión de Dios. En contra de lo que podía esperar cierto judaísmo (o judeo-cristianismo), Dios se expresa y actúa a través de una mujer irregular, María, en la línea de las cuatro ya indicadas (extranjeras, problemáticas) para fecundarla con su Espíritu Santo, a fin de que ella sea madre del mesías. Ciertamente, José, que es hombre justo, hijo de David “según la carne” (cf. Rom 1, 3), quiere actuar según ley, en obediencia a la legalidad del propio grupo (es decir, de un tipo de judeo-cristianismo) .

– El Espíritu Santo se identifica con la misma acción y presencia de Dios que se revela creadoramente, a través del gesto acogedor de María, superando un tipo de ley patriarcalista simbolizada por José, que era hombre justo (di,kaioj: 1, 19). Allí donde reinaba un orden de justicia eterna, simbolizada por el padre de familia, en línea de buena ley (por medio de José, hombre justo), viene a elevarse/revelarse la más alta función de María, mujer y madre, que aparece como signo de acogida universal humana, en línea de gratuidad . Leer más…

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“Experiencia interior”. 4 Adviento – A (Mateo 1,18-24)

Domingo, 18 de diciembre de 2016
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04-adv-a-600x883El evangelista Mateo tiene un interés especial en decir a sus lectores que Jesús ha de ser llamado también «Emmanuel». Sabe muy bien que puede resultar chocante y extraño. ¿A quién se le puede llamar con un nombre que significa «Dios con nosotros»? Sin embargo, este nombre encierra el núcleo de la fe cristiana y es el centro de la celebración de la Navidad.

Ese misterio último que nos rodea por todas partes y que los creyentes llamamos «Dios» no es algo lejano y distante. Está con todos y cada uno de nosotros. ¿Cómo lo puedo saber? ¿Es posible creer de manera razonable que Dios está conmigo si yo no tengo alguna experiencia personal, por pequeña que sea?

De ordinario, a los cristianos no se nos ha enseñado a percibir la presencia del misterio de Dios en nuestro interior. Por eso muchos lo imaginan en algún lugar indefinido y abstracto del universo. Otros lo buscan adorando a Cristo presente en la eucaristía. Bastantes tratan de escucharlo en la Biblia. Para otros, el mejor camino es Jesús.

El misterio de Dios tiene, sin duda, sus caminos para hacerse presente en cada vida. Pero se puede decir que, en la cultura actual, si no lo experimentamos de alguna manera vivo dentro de nosotros, difícilmente lo hallaremos fuera. Por el contrario, si percibimos su presencia en nosotros podremos rastrear su presencia en nuestro entorno.

¿Es posible? El secreto consiste sobre todo en saber estar con los ojos cerrados y en silencio apacible, acogiendo con un corazón sencillo esa presencia misteriosa que nos está alentando y sosteniendo. No se trata de pensar en eso, sino de estar «acogiendo» la paz, la vida, el amor, el perdón… que nos llega desde lo más íntimo de nuestro ser.

Es normal que, al adentrarnos en nuestro propio misterio, nos encontremos con nuestros miedos y preocupaciones, nuestras heridas y tristezas, nuestra mediocridad y nuestro pecado. No hemos de inquietarnos, sino permanecer en el silencio. La presencia amistosa que está en el fondo más íntimo de nosotros nos irá apaciguando, liberando y sanando.

Karl Rahner, uno de los teólogos más importantes del siglo XX, afirma que, en medio de la sociedad secular de nuestros días, «esta experiencia del corazón es la única con la que se puede comprender el mensaje de fe de la Navidad: Dios se ha hecho hombre». El misterio último de la vida es un misterio de bondad, de perdón y salvación, que está con nosotros: dentro de todos y cada uno de nosotros. Si lo acogemos en silencio conoceremos la alegría de la Navidad.

José Antonio Pagola

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“Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David”. Domingo 18 de diciembre de 2016 4º de Adviento

Domingo, 18 de diciembre de 2016
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04-advientoa4-cerezoLeído en Koinonia:

Isaías 7,10-14: Mirad: la virgen está encinta. Salmo responsorial: 23: Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria. Romanos 1,1-7: Jesucristo, de la estirpe de David, Hijo de Dios. Mateo 1,18-24: Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David.

 Vamos a hacer en primer lugar un comentario litúrgico-pastoral a estos textos bíblicos en una línea más bien tradicional. Luego haremos una nota crítica.

En el pasaje de Isaías que escuchamos hoy resuena ese anuncio esperanzador del nacimiento de alguien que estará permanentemente inserto en medio de su pueblo. Al parecer estas palabras del profeta al rey Acaz se dieron en un contexto en el que las esperanzas del mantenimiento de la seguridad del reino de Judá se centraban más en el poder político y militar, dejando a un lado la confianza en el Dios YHWH. Isaías ha visto los afanosos intentos del rey para aliarse con sus vecinos en orden a defenderse de las amenazas del reino del norte, quienes a su vez se han aliado con otros para defenderse del poderoso de turno.

Para despertar de nuevo la confianza en Dios, el profeta se vale de un hecho probablemente histórico, el embarazo de alguna de las doncellas del rey. Así como esa joven dará a luz un primogénito, del mismo modo enviará Dios un descendiente davídico que asuma los destinos del pueblo, en medio del cual estará siempre; por eso su nombre “Emmanuel”, Dios con nosotros. Con base en esta profecía, se fue fomentando la idea de que el Mesías nacería de una virgen. Desde entonces, toda primeriza en Israel albergaba la esperanza de ser la madre del Mesías; todo ello debido a la misma terminología empleada tanto en el hebreo como en el griego y luego en nuestra lengua. Cuando Mateo relata la concepción de Jesús, se hace eco de esta profecía de Isaías y la cita textualmente.

La segunda lectura está tomada de la carta de san Pablo a los romanos, concretamente se trata del encabezamiento de la carta. Allí relata Pablo a los cristianos de Roma su propia vocación al apostolado, para lo cual fue elegido por el mismo Dios. Para Pablo está claro que el evangelio que él predica es Jesucristo mismo, su persona, su obra, su muerte y resurrección. Es muy importante para el apóstol subrayar que este Jesús es descendiente de David en cuanto a lo humano, pero que Dios le otorgó su Espíritu constituyéndolo en Mesías todopoderoso, Señor Único, resucitándolo de entre los muertos. Otra cosa que recalca Pablo es que su actividad evangelizadora le ha sido otorgada por puro don, por vocación; de ahí que su preocupación haya sido durante toda su vida el dar a conocer a la noticia de Jesucristo especialmente a los gentiles.

En el evangelio, Mateo nos narra el origen de Jesucristo. María estaba desposada con José, pero aún no vivían juntos. Ello indica que estaban en un período que llamaban desposorio o compromiso matrimonial, período que podía durar de seis meses a un año, tiempo prudente para el esposo construir o acondicionar la casa en donde recibiría a su esposa. En el entretiempo la novia seguía viviendo con sus padres, dependiendo de su papá hasta que pasara formalmente a depender de su marido. La promesa de matrimonio o desposorio implicaba completa fidelidad al novio; todo acto de infidelidad era adulterio, y como tal podía ser castigado conforme a la ley mosaica.

En esas circunstancias, nos narra el evangelio que María resultó embarazada; pero aclara diciendo: “por obra del Espíritu Santo”. El hecho haría sentirse muy mal a José; sin embargo, agrega Mateo, que como “era un hombre justo, y para no exponerla a la infamia, decidió abandonarla en secreto”. José hubiera podido hacer valer sus derechos, exigir el castigo previsto por la ley…; con todo, quizá sin darse cuenta, va colaborando también él con los planes divinos.

En estos planes divinos no todo está garantizado, pues en ellos también están involucradas la libertad y la voluntad humanas. Es una constatación que podemos hacer en toda la historia de la salvación partiendo desde el mismo paraíso. Parece que los planes de Dios caminaran sobre el filo de la navaja (!). Un ejemplo de ello lo tenemos en el relato que hoy nos cuenta Mateo.

Pero en esos planes hay siempre una cosa muy importante que se llama diálogo. Precisamente en el diálogo con el ángel que le habla en sueños a José se nos muestra cómo Dios va incorporando a su proyecto a sus mismas criaturas. El silencio de aceptación de José es la respuesta que Dios nos pide también a nosotros. Le ponemos muchas trabas y condiciones a la obra de Dios. A veces intentamos “corregir” la manera como Dios actúa; ¡no es necesario! Basta que pongamos nuestra fuerza y voluntad al servicio del plan de Dios, lo demás Él sabe cómo lo hace.

Aunque en nuestro pasaje se resalta la figura de José en su duda, en su aceptación de ser padre de Jesús y de ponerle el nombre, la verdad es que María, que apenas es nombrada, está también allí recordándonos su actitud de fe y sumisión a los planes de Dios que son vida para el hombre y la mujer de todos los tiempos.

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 133 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil, titulado «Una noche de dudas». El audio, el guión del texto, y su comentario bíblico-teológico, puede ser tomado de aquí: https://radialistas.net/article/133-una-noche-de-dudas/

Como nota crítica podríamos decir algo que hace mucho tiempo que es ya un «lugar común» en el mundo bíblico: los profetas no fueron en su tiempo adivinos del futuro, ni muchas de las cosas que los primeros cristianos creyeron ser «cumplimiento de lo anunciado por las Escrituras» realmente lo fueron. Ese esquema apologético de que lo sucedido en Jesucristo estaría previsto y anunciado en el pasado, hace tiempo que ha sido abandonado en los estudios bíblicos. Más. Desde hace apenas unos años, menos de veinte, se está hablando de una nueva ola, un «revolcón» en el tema de la historicidad bíblica. Ya sabíamos que había muchas cosas y figuras (importantes) de la Biblia que no eran literalmente histórica. Los grandes especialistas bíblicos ya exhibían hace tiempo una visión bastante matizada de la base histórica de la Biblia. Los planteamientos concordistas de La Biblia tenía razón, aquel famoso libro (1955), hace mucho tiempo que no gozan de audiencia. Pero en los últimos años, como decimos, se ha dado una vuelta de tuerca. Hay toda una corriente arqueológica última, la más actual, que se pronuncia ya con claridad por una postura bastante más radical sobre la historicidad. No quieren ya utilizar la arqueología para ornamentar con curiosidades la ciencia bíblica, sino que creen que debemos ser honrados y someter los estudios bíblicos a lo que la arqueología descubre y cree poder probar. Es, de alguna manera, una nueva edición del conflicto entre la ciencia y la fe, pero a estas alturas, la solución del conflicto está ya muy precocinada, y no caben componendas. Ya no vamos a condenar a Galileo… ni a los arqueólogos.

No podemos entrar aquí en más profundidad. Remitimos a un libro clave, de Finkelstein, La Biblia desenterrada. Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados, Siglo XXI Editores, Madrid y Buenos Aires, 2003. O vean cualquiera de estos cuatro videos: https://vimeo.com/user10361814/videos, que son de toda calidad científica. Leer más…

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Dom 18.12.16. Adviento, una Mujer Embarazada

Domingo, 18 de diciembre de 2016
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Domingo 4º de Adviento. Ciclo A. He comentado los domingos de Adviento de este año con textos y signos del profeta Isaías: de las espadas forjarán arados, juntos pacerán el lobo y el cordero….

Pues bien, el mayor de todos , cuarto cirio de Adviento, árbol de la Navidad es una Muchacha Embarazada, que va a dar a luz a un niño y le pondrá por nombre Emmanuel, Dios está con nosotros.

Es una simple una mujer gestante, sin marido conocido, firme en medio de la guerra, en una ciudad asediada como Alepo… Así estaba Jerusalén en aquel tiempo, en medio de la guerra entre sirios y samaritanos con judíos, como verá quien siga leendo… Una mujer que cree en la vida entre las bombas, que cree en el “Dios” que le ha hecho fecunda, simplemente una muchacha, todo el universo.

imagessEn el centro del gran huracán de la lucha entre los pueblos, del hambre y la venganza, caminando, refugiada entre ruinas, quizá en una patera, ella mantiene su fidelidad al hijo que nace, que es hijo de Dios, siendo hijo de todos y de nadie en este mundo, y le pone como nombre Emmanuel, Dios con nosotros.

Éste es uno de los signos más fuertes de la historia humana, el signo supremo de la Navidad. Es el signo de todas las madres que acogen al niño de su entraña, a pesar de que no tengan marido (como José), a pesar de que los reyes de la tierra no se ocupen de ellas, ni de sus hijos, sino de ganar sus guerras.

Entre los 30.000 niños que mueren cada día de hambre y desamparo social, sin nadie que les acoja, en ciudades asediadas, en cambios de refugiados… en villas de miseria, hoy celebramos (con ellos, por ellos, para ellos) al niño acogido por una mujer/madre, un niño que vivirá para que un día no mueran los niños del mundo.

Esa madre con niño, ese niño que nacerá en cada ser humano que nace y empieza sufriendo, es la mayor protesta y esperanza de la historia humana, la revolución definitiva de la vida.

No todo es malo en la tierra. Hubo una madre embarazada que decidió acoger al niño y llamarse Emmanuel. Ayudar a esa madre y a todas las madres con niño, y a todos los niños que no tienen ni siquiera madre capaz de acogerles: eso es Adviento, eso será Navidad. Feliz domingo de esperanza a todos

Texto

El Adviento nos conduce año tras año a las raíces del Antiguo Testamento: al hontanar de donde brota nuevamente la esperanza, al principio del camino que Dios mismo camina con los hombres. Por eso, la lectura principal de este domingo último de adviento ha de ser Is 7, 10-14, con el signo de Emmanuel, Dios con nosotros. Sólo en esa perspectiva se entienden las otras dos lecturas: Mt 1, 18-24 y Rom 1, 1-7.

En tiempo de Ajaz , rey de Judá, subió Rasón, rey de Siria, con Pécaj, rey de Israel, a Jerusalén para atacarla, más no pudieron hacerlo. 2 La casa de David había recibido este aviso: «Aram se ha unido con Efraím», y se estremeció el corazón del rey y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del bosque por el viento. 3 Entonces Yahveh dijo a Isaías: «Ea, sal con tu hijo Sear Yasub al final del caño de la alberca superior, por la calzada del campo del Batanero, al encuentro de Ajaz, 4 y dile: «¡Alerta, pero ten calma! No temas, ni desmaye tu corazónpor ese par de cabos de tizones humeantes…1 En aquellos días, el Señor habló a Acaz: “Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.” Respondió Acaz: “No la pido, no quiero tentar al Señor.” Entonces dijo Dios: “Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros” Cuajada y miel comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno (Is 7, 1-14)

Situemos el texto. Estamos hacia el 733 a. de C. Los reyes de la costa siro-palestina (de Samaría y de Damasco) quieren oponerse al rey de Asiria, que intenta invadir el territorio, desde el sur de la actual Turquía hasta Egipto.. Buscan el apoyo del rey de Jerusalén, pero Jerusalén se opone (porque ha pactado en secreto del Egipto). Por eso le declaran guerra y suben dispuestos al com¬bate. Tiemblan los habitantes de la ciudad sagrada de Sión, el rey prepara la defensa. Recordemos que el rey es eficiente y, conforme a los principios de este mundo, debe defenderse. Pero ante el rey se alza el profeta.

Ya están frente a frente. El rey confía en las armas y en los pactos militares: inspecciona las defensas de la ciudad y espera la ayuda de los egipcios. El profeta confía solamente en Dios… y en una mujer embarazada; por eso ofrece un signo de carácter humano, no militar. El rey no quiere signos de profetas que rechazan el uso de las armas y que dejan a los hombres indefensos ante la llamada vacía de la gracia. El profeta insiste: “la virgen (la doncella, la mujer) está encinta y dará a luz un niño…”.

Sentido y tareas del signo de la mujer embarazada

En un sentido muy profundo, esa palabra sobre la muchacha que da a luz y cuida al hijo en medio de la guerra es, para los cristianos, la comulminación del Testamento israelita, la más honda palabra del Adviento. Por eso queremos comentarla brevemente, resaltando nueve de sus rasgos. Según las circunstan¬cias podrá (y deberá) acentuarse más alguno de ellos.

1) Éste es ante todo el signo de la paz.

Acab deseaba una señal de guerra: cien mil pares de jinetes bien armados, capaces de triunfar en la batalla. En contra de eso, el profeta le presenta una señal de paz: una muchacha encinta, un niño que va a nacer, precisamente ahora, en medio de la guerra, cuando mueren por doquier los hombres, cuando el hambre se extiende, cuando tiemblan de miedo los corazones de todos los hombres. Este es camino de Dios: los grandes varones armados se levantan para la guerra y se combaten mutuamente (se dominan, se destruyen) por cuestiones de poder y de dinero; pero ellos no son signo de Dios; sus armas son muerte, su lucha no es Navidad. Leer más…

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Asombro ante el misterio. Domingo 4º de Adviento. Ciclo A

Domingo, 18 de diciembre de 2016
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jose-angel-600x300Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre:

El evangelio del domingo pasado hablaba del desconcierto de Juan Bautista, y nos obligaba a pensar en el desconcierto y escándalo que podemos sentir ante la conducta y el mensaje de Jesús. El evangelio del cuarto domingo da un paso adelante. El desconcierto y el escándalo se pueden superar. El asombro se da ante el misterio y no acaba nunca, dura toda la vida. Mt da un título a lo que va a contar: El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera. Sin embargo, no es eso lo que cuenta, se limita a ofrecer una serie de datos sobre ese misterio.

            María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

‒ José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros“.»

Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

El relato del evangelio consta de los elementos típicos: planteamien¬to, nudo y desenlace. Como en cualquier novela poli¬cíaca. Pero existe una diferencia. Mientras Agatha Christie dedica la mayor parte al nudo, a las peripecias de Hércules Poirot en busca del asesino, Mateo es brevísimo en las dos primeras partes y pasa enseguida al desenlace. No se trata de un relato dramático, sino didáctico.

Planteamiento

Parte de unos personajes que da por conocidos para el lector, María y José, y de una costumbre que también da por conocida entre judíos: después de los desposorios (la petición de mano), los novios son considerados como esposos, con el compromi¬so de fidelidad mutua, pero siguen viviendo por separado. De repente, resulta que María espera un hijo del Espíritu Santo. Mt no deja al lector ni un segundo de duda. Con perdón del Espíritu Santo, y siguiendo el símil policiaco, el lector sabe desde el principio quién es el asesino.

Nudo

La duda es para José, hombre bueno. Según el Deuteronomio, si un hombre se casa con una mujer y resulta que no es virgen, si la denuncia, “sacarán a la joven a la puerta de la casa paterna y los hombres de la ciudad la apedrearán hasta que muera, por haber cometido en Israel la infamia de prostituir la casa paterna” (Dt 22,20ss). José prefiere interpretar la ley en la forma más benévola. La ley permite denunciar, pero no obliga a hacerlo. Por eso, decide repudiar a María en secreto para no infamarla. Mt escribe con enorme sobriedad, no detalla las dudas y angustias de José. Como mejor se advierte esto es comparando el relato con un fragmento del Génesis Apócrifo encontrado en Qumrán, en el que leemos algo parecido a propósito del patriarca Lamec: advierte que su mujer, Bitenós, está encinta, y duda de que ese hijo sea suyo (el estado fragmentario del texto no permite saber por qué duda). La angustia del personaje la refleja el autor de forma casi patética:

“Entonces pensé que la concepción era obra de los Vigilantes, y la preñez de los Santos, y pertenecía a los Gigantes […] y mi corazón se trastornó en mi interior por causa de este niño. Entonces yo, Lamec, me asusté y acudí a Bitenós, mi mujer, y dije […]: júrame por el Altísimo, por el Gran Señor, por el Rey del Universo […] que de veras me harás saber todo, me harás saber de veras y sin mentiras si esto […]. Júrame por el Rey de todo el Universo que me estás hablando sinceramente y sin mentiras […] Entonces Bitenós, mi esposa, me habló muy reciamente, lloró y dijo: ¡Oh mi hermano y señor! Recuerda mi placer, el tiempo del amor, el jadear de mi aliento en mi pecho […] Yo te juro por el Gran Santo, por el Rey de los cielos, que de ti viene esta semilla, de ti viene este embarazo, de ti viene la siembra de este fruto, y no de ningún extranjero, ni vigilante, ni hijo del cielo. ¿Por qué está la expresión de tu rostro tan alterada y deformada, y tu espíritu tan deprimido?” (1QapGn Col. II, 1-17).

Ni siquiera con estas palabras de su esposa queda tranquilo Lamec; acude a su padre, Matusalén, para que le pregunte a Henoc y se informe de todo con certeza. Es una pena que la columna esté tan estropeada en algunos momentos capitales para la interpretación del argumento. El relato de Mt parece en muchos detalles como la antítesis del Génesis Apócrifo.

Desenlace

En cuanto José toma la decisión, se aparece el ángel que resuelve el problema. José obedece, y María da a luz un hijo al que José pone por nombre Jesús. En esta sección final, entre las palabras del ángel y la obediencia de José introduce Mt unas palabras para explicar el misterio: se trata de cumplir la profecía de Is 7,14 (que se lee hoy como 1ª lectura).

Mensaje

Este análisis literario demuestra que Mt no ha intentado poner en tensión al lector. Sabe desde el comienzo a qué se debe el misterio. Entonces, ¿qué pretende decirnos con este episodio? Tres cosas fundamentales a propósito del protagonista de su obra.

¿Quién es Jesús? Al comienzo del evangelio, en la genealogía, Mt acaba de indicarnos que es verdadero israelita y verdadero descendiente de David. ¿Significa que sea el Mesías? Para eso hace falta algo más según la tradición de ciertos grupos judíos. El Mesías debe nacer de una virgen, según está anunciado en Is 7,14. Este episodio demuestra que Jesús cumple ese requisito. Pero hay otro dato que no contiene el texto de Isaías: Jesús viene del Espíritu Santo, con lo cual se quiere expresar su estrecha relación con Dios.

¿Qué hará Jesús? Lo indica su nombre: salvar a su pueblo de los pecados. Salvar de los pecados no es lo mismo que perdonar los pecados. Perdonar los pecados se puede hacer de forma cómoda, sentado en el confesionario, o incluso paseando o tomando un café. Salvar de los pecados sólo se puede hacer ofreciendo la propia vida. Sabemos desde niños que Jesús, para salvarnos de nuestros pecados, dio su vida por nosotros. Pero no debe dejar de asombrarnos. Porque la actitud normal de un judío piadoso ante el pecado no es comprenderlo ni justificarlo, mucho menos morir por el pecador. Es condenarlo.

¿Qué repercusiones tiene su aparición? Mt, al escribir su evangelio, parte de la experiencia de su comunidad, perseguida y rechazada por aceptar a Jesús como Mesías. Mt le indica desde el comienzo que las dificultades son normales. Incluso las personas más ligadas al Mesías, sus propios padres, sufren problemas desde que es concebido. El cristiano debe ver en José un modelo que le ayuda y anima. No debe tener miedo a aceptar a Jesús y seguirlo, porque “viene del Espíritu Santo” y “salvará a su pueblo de los pecados”.

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Cuarto Domingo de Adviento. 18 diciembre, 2016

Domingo, 18 de diciembre de 2016
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iv-dadviento-2016

“José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le podrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de los pecados.”

(Mt 1, 18-24)

¡Ya viene! se puede decir que ya se oye el rumor de sus pasos… La Navidad ya está muy cerca recordándonos que Dios ha querido ponerse en nuestras manos frágil, pequeño y desnudo.

Y supongo que nos pasa un poco como a José: ¡que no acabamos de creerlo! Se nos llena el corazón de dudas…

¿Cómo es posible que Dios tenga algo que ver en esta historia nuestra? ¿Cómo lo vamos a reconocer envuelto en tanta fragilidad, con una apariencia tan vulnerable?

No tuvo que ser nada fácil para José reconocer el paso de Dios por su vida precisamente en la “irregularidad” del embarazo de su prometida. Porque, vamos a ver, no es fácil reconocer el paso de Dios en aquello que nos hiere y nos complica de quienes más cerca tenemos: una novia embarazada, un marido enfermo, una amiga con sida, un primo con cáncer… no parece, a simple vista, la tarjeta de visita de la felicidad, de la vida plena, del amor. No, no lo parece.

Pero Dios, Nuestro Dios Amor, nos sorprende haciendo brillar aquello que nos parecía una terrible oscuridad. Así viene Dios a nuestras vidas bajo unas apariencias sospechosas, que muchas veces nos dan miedo y nos llenan de dudas.

María y José pueden ser un ejemplo de cómo puede llegar a descolocar la vida cuando Dios viene a tu historia. Muchas veces nos empeñamos en hacer de las grandes figuras bíblicas o de las personas con fama de santidad unas criaturas extrañas, especiales, que tenían muy claro lo que Dios quería de ellas y cómo tenían que llevarlo a cabo, pero no fue así. Todas ellas tuvieron sus dudas y dificultades. Pasaron por momentos de desconcierto, de no entender. Todas probaron el sabor amargo de tener que cambiar sus planes, sus vidas.

El evangelio de este domingo nos muestra la lucha de José. A nosotras que nos sabemos el final de la historia nos pasa casi desapercibido. Pero el texto dice claramente: “José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto”. Llegar a tomar esta decisión debió de costarle más de una noche sin dormir. A fin de cuentas, lo único en claro que podía sacar José era que María le había engañado. Ella estaba embarazada y él no tenía nada que ver…

Llevamos todo el adviento diciéndole a Dios que venga: ¡Maranatha, ven Señor Jesús! Hoy podemos pararnos a pensar si estamos dispuestas a dejarles venir como él quiera…

¿Le abriríamos la puerta si viene llenando nuestras vidas de dificultades? ¿Dejaremos que entre si viene poniendo en tela de juicio nuestra buena fama y la de nuestra familia? ¿Podremos dejarle entrar si viene con una enfermedad?

Quién sabe, tal vez este año tampoco encuentre posada y es que las cosas de Dios son bastante complicadas…

Oración

Si te decides a venir, Buen Jesús, no te olvides de traer algo de valentía, de esa que ensancha el corazón y abre los ojos a la luz que tú pones en toda oscuridad.

Si vienes, insiste, que aunque dudamos y no queremos complicarnos la vida, tampoco podemos vivir sin ti.

Ven que cuando ya estés aquí, se nos quitarán los miedos y desaparecen las dudas.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Lo divino en Jesús no puede percibirse por los sentidos.

Domingo, 18 de diciembre de 2016
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hqdefaultMt 1, 18-24

Estamos ya en el centro del misterio de la Encarnación. ¿Quién es Jesús? Hoy la clave nos la da Pablo: “Nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu, Hijo de Dios.” Pero hay otra frase en el evangelio de Jn todavía más esclarecedora; cuando Jesús propone a Nicodemo que hay que nacer de nuevo, dice: “lo que nace de la carne es carne; lo que nace del espíritu es espíritu”. Lo cual quiere decir, que de la carne no puede nacer el espíritu. Pablo considera normal la procedencia de la humanidad de Jesús. “nacido de una mujer”, dice. Pero a su vez, deja muy claro que lo importante es lo que hay en él de divino; y eso, sin duda ninguna, ha nacido del Espíritu.

Los relatos “de la infancia” de Mt y Lc, no son crónicas de sucesos, no son “historia” en el sentido que hoy damos a la palabra. Son teología narrativa. Mc no sabe nada de la infancia de Jesús. Jn tampoco quiere saber nada de esas historias. La fuente Q tampoco hace alusión alguna a ellas. Por otra parte, los relatos de Mt y Lc, solo coinciden en lo esencial. En los detalles, no se parecen el uno al otro en nada. Su intención no fue hacer una crónica de sucesos. El interés por la figura de Jesús, empezó con su vida pública, y sobre todo, con la muerte-resurrección. Antes de eso, nada extraordinario sucedió en él que se pudiera descubrir desde el exterior. Nadie reparó en aquel niño ni en su madre.

Para poder resaltar de una manera convincente lo que Jesús fue para los primeros cristianos, vieron la necesidad de hablar de las maravillas de su infancia, fue una necesidad de comunicación, para hacer creíble lo que ellos habían descubierto con tanta dificultad. Los conocimientos que hoy tenemos nos hacen pensar que la infancia de Jesús fue de lo más normal. Nadie pudo adivinar lo que después iba a manifestar con su vida. Sus padres lo trataron siempre como un niño normal. La mejor prueba de ello es que, cuando empezó a salirse de la norma, creyeron que estaba loco y quisieron impedírselo.

Solo después de la experiencia pascual, se intentó explicar quién era Jesús, más allá de lo que se podía percibir. El modo en que lo hicieron era lo lógico para ellos. Ni se engañaban ni quisieron engañar. Nos engañamos nosotros al entender literalmente el texto, dando al relato un sentido distinto al que ellos le dieron. En todas las culturas se ha intentado explicar la grandeza de unos personajes, contando historias sobre su nacimiento portentoso. De más de cuarenta personajes anteriores a Cristo, se dice, que han nacido de madre virgen. Esos datos no pretenden afirmar nada sobre su madre sino sobre ellos.

Es ridículo tratar de determinar, desde nuestra manera de entender el mundo, si es verdadero o es falso lo que dicen. Todas esas afirmaciones tienen su verdad. En todos los casos se habla de la infancia de esos personajes después de haber constatado que su vida sobrepasó lo que se puede esperar de un ser humano. Si lo que hacen es más que humano, tiene que ser divino. Es una manera de hablar que todos entendían y que no causaba conflicto alguno. Los primeros cristianos, después de descubrir en la experiencia pascual lo que Jesús significaba para ellos, razonaron: Si de tantas personas famosas se puede decir que son hijos de dios, de Jesús con mucha más razón.

“María estaba desposada con José”. El matrimonio, constaba de dos partes: el contrato y la boda. Lo importante era el contrato (desposorio). En la boda se celebraba la acogida de la esposa en la casa familiar del novio. María y José estaban casados a todos los efectos jurídicos. ¿Por qué ha tenido tan poca repercusión en nuestra religión este anuncio, comparado con la que ha tenido la Anunciación de María? El anuncio se hace a José. Vamos a dar un somero repaso al texto que acabamos de leer.

“Antes de vivir juntos”. Mt quiere transmitirnos el origen divino de Jesús. Por dos veces lo dice sin rodeos. Todo lo que es y significa Jesús, es obra del Espíritu Santo. Pero, ¿creéis que eso queda explicado diciendo que Dios se hizo espermatozoide? El pensar que Dios garantiza su presencia en Jesús por vía biológica es una monstruosidad. Dios no puede manipular la materia biológica. Dios no tiene actos puntuales. En Dios ser y actuar son la misma realidad. La presencia de Dios en Jesús, se manifiesta en lo humano, pero no se reduce a lo biológicamente humano. Lo divino es una presencia en Espíritu.

“Por obra del Espíritu Santo”. Dos veces hace Lc referencia al Espíritu. En los dos casos está sin artículo. Al traducirlo con artículo determinado, estamos empujando a entenderlo mal. “Pneumatos Agiou”, hace referencia a Dios Espíritu (viento, aliento vital, fuerza, energía). Sería: “por obra de la fuerza de Dios”. “Agiou” (Santo) tampoco coincide con nuestro concepto de santo; significa, más bien, separado, incontaminado, completamentedistinto, y además separador y purificador. Apunta a una absoluta originalidad. Jesús no es obra de la casualidad, ni de una evolución progresiva, sino que responde a la presencia en él de Dios

“José, su esposo que era bueno.” José es el centro del relato. Ni la palabra “bueno” ni la de “justo”, traducen la riqueza del término griego. Significaría un israelita auténtico, temeroso de Dios y cumplidor de la Ley. Simboliza el “resto de Israel” fiel. María, para Mt, simboliza la nueva comunidad. En las dificultades que encuentran estos dos personajes, se está manifestando el conflicto que se vivía en tiempo de Mt, entre el judaísmo fiel al AT y la nueva comunidad asentada sobre la figura de Jesús. El origen divino simboliza la superioridad del NT. El encargo a José de recibir a María, está indicando que todo buen israelita debe aceptar la novedad, aunque cause problemas, porque es lo que Dios quiere.

“El ángel del Señor, no es una naturaleza angélica como lo concebimos nosotros, sino la presencia misteriosa del mismo Dios. Es Dios mismo el que hace la invitación a dar el salto. Los judíos pueden sentirse seguros al abandonar lo antiguo y hacerse cristianos. “En sueños, es la manera normal de dirigirse Dios a los hombres en todo el AT. “Hijo de David”. La referencia a David, deja bien clara la pertenencia al pueblo judío. José es el encargado de legitimar la transición. Se trata de deshacer toda posible prevención.

“Tú le pondrás por nombre Jesús”. Si conociéramos lo que significaba en todo el AT poner el nombre a una persona, descubriríamos la importancia que toma José en este relato. El nombre es resumen de lo que va a ser una persona. El innombrable va a tener nombre, y la imposición de ese nombre va a depender del hombre José. Recordemos que en relato de Lc el nombre se le revela a María y ella será quien se lo imponga.

“Para que se cumpliera la Escritura. Mt hace especial hincapié en el cumplimiento de lo anunciado por el AT. En el párrafo de Isaías citado, la palabra hebrea ‘almâ, que significa joven, fue traducida de manera incorrecta por “párthenos” que significa (célibe, soltera, doncella, virgen). En hebreo hay una palabra (betûâ) que significa de manera precisa virgen, pero no fue la usada en el pasaje. El malentendido lo denunció ya Trifón (s II). El relato bíblico se refiere a la joven esposa de Acaz que va a tener su primer hijo, y que iba a suponer la salvación para el reino. Jesús será salvador, como aquel hijo.

“Enmanuel (Dios-con-nosotros)”. La ausencia de Dios era la causa de todos los males para Judá. Su presencia garantizaba que las cosas iban a ir bien. Jesús no será un enviado más de Dios. Al no tener padre humano, no tiene en la tierra nadie a quien imitar. Su modelo será exclusivamente Dios. Será Hijo porque en todo imitara al Padre. Para nosotros, es un lenguaje extraño, pero en aquella época, la referencia de un hijo al padre no se medía por lo biológico, sino por la capacidad del hijo para imitar al padre.

Meditación-contemplación

“Nacido, según la carne, de la estirpe de David”
“Constituido, según el Espíritu, Hijo de Dios”.
Pablo tenía muy claro la diferencia entre carne y espíritu.
Jesús nació de la carne; y nació del Espíritu.
………………..

Lo que soy biológicamente me vine dado por la naturaleza.
Lo que puedo llegar a ser espiritualmente me viene de Dios.
Pero tengo que nacer del agua y del Espíritu.
Nadie puede hacerlo por mí; ni siquiera el mismo Dios.
………………….

El Espíritu ya está dentro de mí.
Mi tarea es darle a luz; es decir, tomar conciencia de esa realidad
y manifestarla en mi vida, para que la vean los demás.
Ese proceso me llevará a la plenitud humana.
………………..

 

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Teatro de los sueños

Domingo, 18 de diciembre de 2016
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mt-118-24-gesu-nascera-da-maria-sposa-di-giuseppe-figlio-di-davide-1Ha llegado el momento de instaurar una religión que proponga la idea de un Dios encarnado en toda la materia (Louis Althusser)

18 de noviembre, IV domingo de Adviento

Mt 1, 18-24

Cuando un ángel se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no tengas reparo en acoger a María como esposa

El Eclesiástico dice en su Himno a la Sabiduría (Eclo 34, 1) que los tontos viven de falsas esperanzas y que los sueños dan alas a los insensatos. Alguien dijo: “No siempre el tiempo es propicio para la navegación de los sueños”. Sin embargo en el Pentateuco (12, 6 del Libro de los Números) leemos que Dios dijo a Aarón y María: “Escuchad mis palabras: Cuando entre vosotros hay un profeta del Señor, me doy a conocer a él en visión y le hablo en sueños”.

Ya en la Ilíada aparecen éstos como el medio a través del cual los dioses se comunicaban con los mortales. Y en las Biblias de todas las religiones ocurre otro tanto. En la cristiana muchas veces soñar es gratis y rentable, como le sucedió a San José al desear repudiar a María en secreto y al volver de Egipto; al otro José hijo de Jacob y de Rebeca; a los Reyes Magos, cuando buscaban al niño y cuando partieron para su tierra por otro camino; el famoso sueño de Jacob en Betel (Génesis 28, 12) subiendo y bajando por la escala, que el español Ribera pintó en un lienzo, y el suizo Chagall soñó en la iglesia Fraumünster de Zurich, etc, etc.

Son sueños o ensoñaciones en los que, como escribió Juan Ramón Jiménez en Platero y yo: “Por doquiera, el campo se abre en estallidos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva. Parece que estuviéramos dentro de un gran panal de luz, que fuese el interior de una inmensa y cálida rosa encendida”. En definitiva, que cuando una flor se abre, es primavera en todas partes. Así lo creía también George en el diálogo que mantenía con su hija pequeña Sussi en la película ¡Qué bello es vivir! del director Frank Capra: -”Procura dormir un poco. / -No tengo sueño. / -Lo sé, lo sé, pero tienes que dormir. Así soñarás con ella y será un jardín entero”.

Esta fue, es y será la ensoñación universal de María y nuestra, como lo fue de Isaías 7, 10-14Mirad: la virgen está en cinta”, y en Shakespeare, que ve el mundo como un Teatro de los sueños cuando en Como gustéis decía:

“El mundo entero es un escenario,
y hombres y mujeres, meros actores.
Entran en escena, salen de ella, y cada uno utiliza
su tiempo para representar muchos papeles”.

Gran Teatro del Universo y de los sueños que, con el filósofo marxista Louis Althusser (Argelia 1818-París 1990), nos permite soñar que “Ha llegado el momento de instaurar una religión que proponga la idea de un Dios encarnado en toda la materia. (Louis Althusser). Un Dios que, como las pinturas rupestres de Cantabria, se revelan como magma sonoro en progresión constante, manteniendo los valores del pasado.

El BISONTE

Animal único viviente
capaz de soportar toda tormenta.
Inclinas tu cerviz, la desafías
en vez de huir de ella.
Quizás por eso el hombre primitivo
cantó tu valentía en sus cavernas
cuando las nubes dieron a luz en las montañas
vestidas de tules y de sedas.

Simas de Puente Viesgo, tus pinturas
-magma sonoro en progresión constante-
mantienen los valores del pasado.
Pinturas de bisontes
en las Cuevas Rupestres de Cantabria:
Teatro de los Sueños.

(Naturalia. Los sueños de las criaturas. Ediciones Feadulta)

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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El nombre de Jesús

Domingo, 18 de diciembre de 2016
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joseph-songeMt 1, 18-24

Si en aquel tiempo, el nombre revelaba la identidad y lo que se espera de una persona en su futuro, su misión, nada mejor que llamarle al niño que va a nacer, Jesús porque es Emmanuel. Jesús es Jesús, el salvador, porque Dios estaba con él. También nosotros estamos salvados y somos salvadores si experimentamos esa misma cercanía de Dios en nuestra vida y además imita y se parece a la de Jesús.

Según las narraciones de los evangelios de la infancia de Jesús José y María lo tuvieron muy fácil. Antes de que la criatura que llevaba en su vientre naciera un ángel o un arcángel les “soplan” cómo se debe llamar el niño, Jesús. Gabriel se lo comunica a María, según Lucas. Según Mateo el encargado de dar el nombre es José. El evangelio que hoy comentamos es el de Mateo. Según este evangelista, un ángel del Señor le dice, en sueños, a José: “tu le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados. Y todo esto (dichosos neutros) sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por medio del profeta Isaías al desconfiado rey Acaz: una doncella dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios con nosotros” (primera lectura de hoy).

La unión de los dos nombres dados al niño que va a nacer, Emmanuel y Jesús, resulta altamente clarificadora del proyecto que viene a realizar en la tierra. De ahí la importancia de llamarse Jesús. Este niño será Dios con nosotros y Dios nos salva. En él Dios está con nosotros salvándonos. Si Dios está con nosotros, estamos salvados desde Dios. La toma de conciencia, el caer en la cuenta de que Dios está con nosotros, es la salvación desde nosotros. Ahora solo falta sacar las consecuencias. Vamos a ello.

Emmanuel significa “Dios con nosotros”. Jesús dijo e hizo lo que nos cuentan los relatos evangélicos porque Dios estaba con Él. Así lo testimonian los que lo vieron y oyeron. Jesús nos desvela la esencia de Dios. Siente su presencia en él. Le dice a Felipe: Quien me ve a mi ve al Padre. Yo y el Padre somos uno. ¿Qué nos dice Jesús del Dios en el que cree y confía? El Dios en quien cree y confía Jesús queda bien descrito en los evangelios. Dios es buena noticia para los hombres. Es un/a padremadre. Nos ha creado por amor, nos ha hecho a su imagen y semejanza, capaces de amar como Él nos ha amado. Está comprometido con nuestra felicidad y entregado a nuestra plenificación, codo con codo con nosotros, a nuestro lado siempre. Es nuestro amigo, compañero y cómplice, sufre con nosotros. En Él vivimos, nos movemos y existimos. El mejor retrato de Dios que Jesús hizo es la parábola del padre estupendo del hijo pródigo.

Como Jesús, nosotros seremos y haremos lo que tenemos que ser y hacer, lo que se espera de nosotros, nuestro ser verdadero, si descubrimos que Dios está en nosotros y entre nosotros. En el grado en que Dios sea nuestro fundamento, nuestra fuente, nuestro horizonte (alfa y omega), nuestra plenitud, nuestra vida reflejará nuestra participación en la vida divina. Seremos plenamente humanos y divinos. Como Jesús.

La palabra Jesús significa “Dios salva”. “Le pondrás por nombre Jesús porque el salvará a su pueblo de los pecados”. Dios salva. Necesitamos descubrir a Dios como nuestra salvación, nuestra liberación. Nos ayudará reflexionar e intentar contestar a estas tres preguntas: ¿De qué nos salva? ¿Para qué nos salva? ¿Cuándo y cómo sé yo que estoy salvado? Empecemos a responder. Nos salva del mal, para hacer el bien, y sé que estoy salvado cuando tengo la experiencia de que soy capaz de vencer mi egoísmo a favor del servicio a mi hermano. Ampliemos nuestra reflexión: Dios nos crea creadores, con capacidad de hacer el bien, de servir a los demás, de salvar a los hermanos. Estamos salvados y podemos ser salvadores. La humanidad necesita ser salvada del mal, de la injusticia y de la violencia. La salvación es el paso de las obras de las tinieblas a las obras de la luz. Sabremos que estamos salvados y salvando en el grado que seamos “luz de las naciones”. Luz que ilumina y vivifica. En respuesta a las preguntas: Dios, en Jesús, nos salva del mal (pecado) y nos salva para hacer el bien. Experimentamos que estamos salvados si somos capaces de que nuestra disponibilidad y entrega sea superior a nuestro egoísmo, si somos seres para los demás, más que solo para nosotros, si mi verdadero ser es la honradez y la bondad. En dos palabras, si construimos el Reino. Salvación y trabajo por el Reino son correlativos.

En resumen: Todo lo bueno, verdadero y bello que hay en nosotros es la huella de Dios, nuestro verdadero ser, la parte divina, nuestra participación en la vida de Dios. Es Dios en nosotros. Lo importante es experimentar su presencia misteriosa. Estamos salvados y somos salvadores en el grado en que activemos la presencia de Dios en nuestra vida. En la medida en que nuestra vida participe de la Vida de Dios con nosotros y seamos capaces de hacer el bien. La honradez y la bondad deben ser nuestros criterios de salvación. La capacidad de entrega y servicio es el termómetro de nuestra salud salvadora. Si me parezco a Jesús, que es el modelo de los salvados, si mi estilo de vida imita al de Jesús que pasó la vida haciendo el bien, curando el sufrimiento humano, alimentando al hambriento, librando al oprimido… entonces y solo entonces llegaré a mi plenitud humana.

África de la Cruz

Fuente Fe Adulta

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“Un anuncio sorprendente”. 4 Domingo de Adviento – B (Lucas 1,26-38)

Domingo, 21 de diciembre de 2014
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04advientoB4cerezoLucas narra el anuncio del nacimiento de Jesús en estrecho paralelismo con el del Bautista. El contraste entre ambas escenas es tan sorprendente que nos permite entrever con luces nuevas el Misterio del Dios encarnado en Jesús.

El anuncio del nacimiento del Bautista sucede en «Jerusalén», la grandiosa capital de Israel, centro político y religioso del pueblo judío. El nacimiento de Jesús se anuncia en un pueblo desconocido de las montañas de Galilea. Una aldea sin relieve alguno, llamada «Nazaret», de donde nadie espera que pueda salir nada bueno. Años más tarde, estos pueblos humildes acogerán el mensaje de Jesús anunciando la bondad de Dios. Jerusalén por el contrario lo rechazará. Casi siempre, son los pequeños e insignificantes los que mejor entienden y acogen al Dios encarnado en Jesús.

El anuncio del nacimiento del Bautista tiene lugar en el espacio sagrado del «templo». El de Jesús en una casa pobre de una «aldea». Jesús se hará presente allí donde las gentes viven, trabajan, gozan y sufren. Vive entre ellos aliviando el sufrimiento y ofreciendo el perdón del Padre. Dios se ha hecho carne, no para permanecer en los templos, sino para «poner su morada entre los hombres» y compartir nuestra vida.

El anuncio del nacimiento del Bautista lo escucha un «varón» venerable, el sacerdote Zacarías, durante una solemne celebración ritual. El de Jesús se le hace a María, una «joven» de unos doce años. No se indica dónde está ni qué está haciendo. ¿A quién puede interesar el trabajo de una mujer? Sin embargo, Jesús, el Hijo de Dios encarnado, mirará a las mujeres de manera diferente, defenderá su dignidad y las acogerá entre sus discípulos.

Por último, del Bautista se anuncia que nacerá de Zacarías e Isabel, una pareja estéril, bendecida por Dios. De Jesús se dice algo absolutamente nuevo. El Mesías nacerá de María, una joven virgen. El Espíritu de Dios estará en el origen de su aparición en el mundo. Por eso, «será llamado Hijo de Dios». El Salvador del mundo no nace como fruto del amor de unos esposos que se quieren mutuamente. Nace como fruto del Amor de Dios a toda la humanidad. Jesús no es un regalo que nos hacen María y José. Es un regalo que nos hace Dios.

José Antonio Pagola

Ver en la web

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“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo”. Domingo 21 de diciembre de 2014. Domingo 4º de Adviento.

Domingo, 21 de diciembre de 2014
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Leído en Koinonia:

122512Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16: El reino de David durará por siempre en la presencia del Señor.
Salmo responsorial: 88: Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Romanos 16,25-27: El misterio, mantenido en secreto durante siglos, ahora se ha manifestado.
Lucas 1,26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

 

La lectura del segundo libro de Samuel nos cuenta que, deseando David edificarle una casa Yahvé en Jerusalén, Yahvé dirigió la palabra al profeta Natán, para comunicarle que no sería David quien le edificaría una casa a Yahvé, sino que Yahvé le edificaría una casa a David. En aquellos tiempos «casa» se entendía de varias maneras, como Templo, como morada, o como descendencia. Esta profecía quiere decir es que Dios le dará una descendencia a David, es decir, la permanencia del linaje de David sobre el trono de Israel. Esta es la promesa que hace Yahvé a David y que la tradición posterior interpretará en relación con el Mesías como hijo-descendiente de David. La primitiva Iglesia entendió estas palabras en relación con Jesús como el verdadero Mesías. Mateo y Lucas se esfuerzan en presentar en sus genealogías a Jesús como descendiente de David, y varias veces se le llama Hijo de David. Es claro, Jesús es el Mesías esperado, en él se cumplen las promesas de Dios.

En los versículos que hemos leído del largísimo salmo 88 están dispuestos en la liturgia para mostrarnos la relación de Jesús con Dios. El salmo es un himno al Creador seguido de un oráculo mesiánico. En este oráculo el salmista pone en boca de Dios estas palabras: yo lo nombraré mi primogénito, altísimo entre los reyes de la tierra. Se refiere al Mesías, al salvador esperado, pero que nosotros como cristianos lo leemos claramente referido a Jesús. Él es el Hijo, la primicia por la que todos seremos salvados, el primogénito entre todos los hombres. Por su predicación, por su sencillez y servicio a los más pequeños, por su sí incondicional a Dios hasta la muerte, Dios lo resucitó haciéndolo altísimo entre los reyes de la tierra.

La segunda lectura tomada de la carta de Pablo a los Romanos nos presenta una oración de alabanza a Dios (doxología) con la que concluye toda la carta. La oración está dirigida a Jesucristo, en él cual se revela el misterio que Dios había mantenido oculto por siglos, pero que ahora, gracias a la Escritura y la predicación del mismo Jesucristo fue dado a conocer a todos, pero especialmente a los gentiles para la obediencia de la fe. Finaliza con una bendición tomada de las costumbres judías. Reconocemos que el misterio oculto por los siglos, es Jesús mismo que ahora nos revela el rostro del Padre y que se convierte en salvación para de todos los hombres.

En el evangelio leemos el anuncio del ángel a María del nacimiento de Jesús, que la convierte en la primera discípula y evangelizada: escucha la palabra de Dios, es capaz de reconocer que la acción de Dios pasa por los más pequeños y humildes. María era una mujer joven y pobre de un pueblo muy pequeño del norte del país. Ella recibe el anuncio del ángel, que la sorprende pero que sabe reconocer la acción de Dios en el anuncio. Le dice sí a Dios. A diferencia de Zacarías el signo que pide María no parte de la incredulidad, sino de la necesidad de poner por obra las palabras del ángel.

El evangelista Lucas pone de manera consecutiva el anuncio a Zacarías y el anuncio a María para resaltar que la acción de Dios se manifiesta fuera del Templo, fuera del lugar sagrado, en medio de los pobres y abandonados, como lo es María triplemente excluida por ser mujer, por ser pobre y por ser joven. Y es en ese lugar de marginación y pobreza donde el proyecto de Dios para la humanidad va a fructificar, por medio del sí consciente de María y de todos los que se identifican con ella.

El niño que nacerá de María será el Salvador, el Mesías, un «Hijo de Dios». Dios se hace ser humano en la persona de Jesús para que siendo como él, los seres humanos seamos semejantes a Dios. Pero no lo hace en contra de la voluntad de los hombres. María, con su «sí» al proyecto de Dios, introduce a Jesús en la historia, haciéndose hombre pobre y creyente.

Adviento es tiempo de preparación, de espera de la fiesta de la Natividad, de la manifestación del Mesías. Participar de esta fiesta es asumir la misma dinámica de María que le dice sí a Dios, y la misma actitud de Dios que se hace pobre para nuestra salvación en la persona de Jesús de Nazaret. Leer más…

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Dom. 21 XI 14. “Adviento. Sólo una mujer, una mujer con varón”

Domingo, 21 de diciembre de 2014
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165Anunciación de  Raúl Berzosa

Del blog de Xabier Pikaza:

Domingo 4º Adviento. Lc 1, 26-38. María ha dialogado con Dios (que se le muestra a través de Gabriel) y, en el interior de ese diálogo, se atreve a preguntarle a Dios (¿cómo será eso…?) y Dios le responde diciéndole su Palabra, dándole a su Hijo.

Dios no se impone, no avasalla, sino que dialoga. Busca un interlocutor humano para ser (nacer como) Dios en la tierra, y necesita la palabra de María, una mujer, para que su Hijo nazca…

En ese momento decisivo la mujer ha de actuar como persona, es decir, con autonomía, pudiendo afirmar “no conozco varón”, para añadir que ella misma tiene una palabra, que puede vincularse a la Palabra de Dios.

De esta palabra de Mujer depende la Palabra de Dios, y en esa línea, en este final de Adviento, descubrimos a María como mujer autónoma, amorosa, libre y decidida, capaz de poner su vida al servicio de la Vida de Dios.

Desde ese fondo quiero comentar la parte final del pasaje bíblico (Lc 1, 26-38) que la liturgia presenta como texto clave del Adviento, ofreciendo algunas consideraciones sobre el diálogo de Dios con María, centrándome en Lc 1, 34: No conozco varón (para dejar abierta la relación de María con José y con Jesús).

the-nativity-story-5-1280[1]Sólo a partir de ese fondo negativo (no conozco varón) podrá expresarse, en un segundo momento, el principio positivo integrador donde María aparece ante sí misma y ante Dios como persona. Ya no podrá decir “no conozco varón”, sino que conoce a José como varón y padre de su Hijo (del Hijo de Dios), tal como suponen de forma sorprendente los evangelios de Mateo y Lucas al poner de relieve la función de José en el principio de la historia de Jesús. María será en ese momento, tanto en Mt 1-2 como en Lc 2, una como mujer con varón, persona dual.

En ese contexto habiendo dicho que María se alza sola ante Dios, dialogando con él, debemos añadir que ella recibe y educa a Jesús como “mujer con varón”. Así conocemos (=nos conocemos) y así somos al amarnos (sin amarnos no seríamos), de manera que Dios mismo puede nacer en nuestra vida.

Esta mujer María del primer adviento que no conoce varón abre el camino para un conocimiento más alto de varón y de mujer que sea acogida y engendramiento de Dios, como indica ya el segundo adviento, la segunda imagen o icono de Jesús con María y José.

María no dialoga ya sólo con un ángel de Dios, sin varones (como en el primer icono), sino que dialoga con Dios compartiendo la vida del mismo Dios (Jesús, el hijo) en compañía de un hombre, que es José. Para educar a Jesús, hijo de Dios (hijo suyo) María ha dialogado en intimidad creadora con ese hombre, hijo de David, de manera que el niño (siendo de Dios) aparece en la imagen y en la experiencia de la Iglesia como Hijo de ambos.

Dios no nace allí donde falta el conocimiento humano (de varón o de mujer), sino allí donde ese conocimiento siendo palabra de intimidad total con Dios (como seguirá diciendo esta postal), se abre en forma de diálogo activo de un hombre y una mujer (María y José) que acogen y educan en humanidad (es decir, en divinidad) al mismo Hijo Eterno de Dios que es Jesús. Las reflexiones que siguen son un balbuceo de esa experiencia insondable que ilumina la vida de los creyentes cada Adviento-Navidad

Lucas 1,26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.

El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le podrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” Y María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?”

El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.” María contestó: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.” Y la dejó el ángel.

– 1,34. Objeción de María. Más allá de la obra del varón

Dios pide a María su compromiso de persona al decirle concebirás, introduciendo en ella una fuente de vida y compromiso que ella debe asumir en forma personal. El ángel le ha indicado que su hijo será hijo de David… Es evidente que ella tiene que pensarlo, interpretarlo, repitiendo de forma distinta el proceso de Eva en Gen 3.

Es como si en este contexto más hondo de vida el varón (antes Adán, ahora José) quedara al margen, no pudiera decir ni decidir lo más excelso. Es ella, la mujer (antes Eva, ahora María) quien decide. Esta es la raíz, el momento fundante de todo realidad humana: la más alta acción se entiende así como concepción.

La primera respuesta de María parece devolvernos al espacio de los varones. Es como si ella no pudiera, no quisiera. Le han educado diciendo que el surgimiento mesiánico es cosa de engendradores varones, creadores de estirpe y familia sobre el mundo, de profetas y guerreros victoriosos. Ellos son quienes deben asumir la responsabilidad y resolverla. Por eso responde diciendo que está sola, prometida a un marido pero sola. Desde su pequeñez de mujer sin voz en aquel mundo, pregunta:

¿Cómo sucederá esto,
pues no conozco varón? (1, 34).

Sin entrar en la multitud de interpretaciones de esta respuesta, muchas de ellas positivas y convergentes, quiero situar el tema sobre el fondo de esperanza y deseos de una mujer como María. Ante el despliegue de Dios que le promete un niño, en perspectiva de cumplimiento mesiánico, (en la línea de todo el pensamiento y teología israelita) ella eleva su dificultad diciendo: ¿dónde está el varón?

Tiene que pensar así, tiene que decirlo. No se mueve en un nivel de paganismo en el que dioses y humanos cohabitan y engendran; no es filósofa de tipo filoniano, experta en engendramientos interiores (Dios que suscita un valor espiritual dentro del alma, en clave de contemplación). Leer más…

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