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¿Se puede ser mujer después de la Teoría Queer?

Sábado, 18 de febrero de 2023

3EDE9C35-67D5-48EC-9E43-457FD04A5591Del blog Tras las huellas de Sophia:

En esa palabra encuentro posibilidad y resistencia

| Mónica Treviño Álvarez

Niña, me nombraron al nacer. Aquella “a” marcó gran parte de mis posibilidades. Me condujo al rosa, a las muñecas y a las tareas de cuidado. Me alejó del azul, los videojuegos, los deportes y las luchitas.

Fui educada en el mundo para ellas mientras veía como mi hermano era educado en el mundo de ellos. Me descubrí niña desde las violencias y muchas imposibilidades. La primera vez que entendí de violencia no llegaba a los diez años, cuando aquel profesor de canto abusó sexualmente de mí. Niña, la que es leída como cuerpo de consumo.

Niña, aquella valiente que busca la sanación del abuso*

Fui creciendo y los mandatos siguieron llegando. Depílate el bigote, las piernas y los brazos; que en tu cuerpo sólo haya pelo en la cabeza y en las cejas. No hables, ni digas groserías. Imita a la “Virgen María” evita ser María de Magdala. Enamórate de un hombre, jamás de una mujer. Chava, la que es leída como cuerpo de consumo. Chava, la que debe ser sumisa.

Morra, la que busca descubrirse. La que desea besar a otra mujer.

Devine mujer soñadora y valiente. Aquella que fantaseaba con el sacerdocio. Quien se enfrentó a instituciones machistas y homofóbicas en las que se le negó la posibilidad de dedicar su vida a la Divinidad; la que no puede acceder al sacerdocio por una institución que teme a los cuerpos con vulvas.

Mujer, la que genera espacios de autogestión cuando le dicen un “no“.                                                        Mujer, aquella sagrada hija de la Diosa.                                                                                              Mujer sacerdotisa que opta por espiritualidades callejeras.

Mujer migranta de la fe.

Después de la Teoría Queer me apropio del derecho de seguirme nombrarme mujer, pues en esa palabra encuentro posibilidad y resistencia. Opto por reivindicar la feminidad, pues vivirme en falda, con maquillaje y de rosa no es pecado, ¡es resistencia! ¡Si! Resistencia pues el mundo nos ha enseñado a entender que ser ella es lo peor, algo para llorar. Renuncio a creer que vivirse en rosa es inferior.

Soy mujer, pues en el metro me siguen tocando los pechos y las pompas. El transporte público sigue siendo sinónimo de ver a hombres masturbarse mientras me miran. Ir a Zona Rosa y besarte significa provocar una erección en ellos. Mujer, pues mi cuerpo sigue enfrentándose a violencias por el simple hecho de serlo. Mujer, porque sigo teniendo miedo de subirme sola a un Didi y acabar siendo asesinada y tirada en un río.

Mujer porque el levantarse diario con mi corporalidad es un acto de valentía. Mujer porque me encanta serlo, porque cuando me hablan de “a” me sacan una sonrisa. Y ser feliz es el mejor acto de resistencia en un sistema que hace lo imposible por vernos llorar.  Soy mujer porque me da la gana serlo. Soy mujer y desde esta categoría opto por resistir. Mujer que reconoce que la resistencia es múltiple, fluida y con cientos de posibilidades de nombrarse: no binarie, trans, género fluido.

Soy mujer y me vivo desde la tonalidad rosa rebeldía.

* Todas las letras en negrita fueron enviadas en color “rosa

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