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¿Bienaventurados o dionisíacos.? La bondad genera serena felicidad .

Domingo, 29 de enero de 2023

230DF2AC-27C6-4BB1-A732-DB1AEF6DF6E5Del blog de Tomás Muro, la Verdad es libre:

01. – Contexto del texto de las bienaventuranzas.

El evangelio de San Mateo está compuesto para cristianos provenientes del mundo judío, por tanto de cultura y religión de origen judío (Antiguo Testamento). Los cristianos que escuchaban las palabras de este Evangelio conocían perfectamente la ley, el Sinaí, Moisés, el Éxodo, la Alianza etc.

Los judíos consideraban los cinco primeros libros de la Biblia (Pentateuco – Torá) como la ley sagrada de la tradición israelita. Por eso San Mateo compone en su evangelio cinco solemnes discursos, de los cuales el primer discurso está formado por las bienaventuranzas.

De ahí que Mateo sitúe las bienaventuranzas en un monte, en un nuevo Sinaí, con un nuevo legislador, ya no Moisés, sino JesuCristo, y brota un nuevo “decálogo”, que no son leyes, sino Evangelio. [1]

    Las bienaventuranzas son seguramente la enseñanza más genuina de Jesús. En las bienaventuranzas estamos en el centro del pensamiento y en las mismas palabras de Jesús.

02.- Queremos ser felices, pero…

Cuestiones terminológicas y exegéticas aparte, lo primero que Cristo desea para el ser humano es: que seamos felices, dichosos, bienaventurados.

La primera cuestión cristiana no es, pues, religiosa: cumple con los preceptos, ni ética: sé bueno, ni teórico-dogmática: tienes que aceptar este jeroglífico teológico.

La primera cuestión es: sé feliz: bienaventurado.

San Agustín formuló en sus Confesiones aquello de que: no soy sólo yo, ni siquiera unos cuantos los que deseamos ser felices, sino absolutamente todo el mundo. [2]

Todo ser humano quiere –queremos- ser dichosos, felices.

La nostalgia de felicidad ya estaba en el ser humano cuando Dios modeló con sus manos y su aliento vital el barro humano.

Todos queremos ser felices. Es evidente. Y esto lo podemos constatar especialmente cuando pecamos, [3]

03.- Lo que pasa es que no conseguimos ser felices.

    No es lo mismo felicidad que placer.

    Queremos, pero no conseguimos ser felices en la vida.

    Tal vez no conseguimos ser felices porque confundimos felicidad con placer.

    El placer y la felicidad son valiosos en la vida, pero no son lo mismo ni van a la vez.

    Hay momentos y situaciones en la vida en las que se da un gran placer, pero no conllevan ni nos llevan a la beatitud, a la felicidad. No hay que decir muchas palabras para comprender tales situaciones.

    Y hay circunstancias que no suponen placer, pero implican una gran serenidad y felicidad. Cuidar un enfermo, ayudar en un trabajo, afrontar un problema familiar, social, etc. no son situaciones especialmente placenteras, pero conducen a vivir en paz y serenidad.

    El consumismo en el que vivimos, los planes de economía del capitalismo van enfocados al placer, pero no terminan en la felicidad del ser humano

Ahora bien, ¿dónde o cómo lograr ser felices? ¿Hacia dónde dirigimos la mirada y nuestros pasos?

04.- Las Bienaventuranzas suponen una inversión de los valores que manejamos habitualmente en la vida

    También podemos buscar la felicidad en las bienaventuranzas.

    Las bienaventuranzas suponen una inversión de los valores con los que funcionaba la sociedad en tiempos de Jesús y nuestra sociedad.

    JesuCristo entiende que la bienaventuranza está en las personas y modos de vida considerados insignificantes y desgraciados.

Ahora bien la riqueza, el vivir en la injusticia, los comportamientos y violentos, los que odian, los perseguidores pueden vivir en situaciones de placer, pero ahí no está la felicidad.

    Jesús siendo rico, se hizo pobre, se despojó de ser Dios, fue honrado, limpio en la vida, trabajó por la justicia al defender y sanar a los débiles, tuvo misericordia.

    Seremos felices y bienaventurados si somos sencillos, si “jugamos limpio” en nuestras relaciones y tareas de todo tipo; seremos bienaventurados si somos pobres-libres, si trabajamos por la paz también en nuestro pueblo, por la justicia. La felicidad –bienaventurados- está en la bondad, en la misericordia, en la paz, en la honradez.

    Seguramente que muchos tenéis ya esta experiencia. ¿No hemos tenido etapas de escasez, de persecución por causa de la justicia, no ha sufrido el pueblo a causa de la dictadura político – económica o de la persecución eclesiástica?, ¿Muchas veces y muchas personas habéis sido honrados cuando las circunstancias invitaban a no serlo y sin embargo sin embargo seguido las bienaventuranzas y ello –las bienaventuranza- nos ha causado una profunda paz y serenidad interior?

05.- Estrambote eclesial.

    ¿Y si continuáramos soñando con una iglesia de las bienaventuranzas?

Porque nos puede pasar dentro de la Iglesia aquello del refrán: consejos vendo que para mí no tengo. Sería bienaventurado y cristiano vivir en una iglesia de misericordia, donde se juega limpio en todos sus criterios y procedimientos: una iglesia cuya primera visión fuesen los débiles y pobres, una iglesia de bondad y misericordia, donde se jugara limpio en los nombramientos, en las valoraciones de las personas, de las corrientes de pensamiento, una iglesia que trabajara por la paz

Bienaventurados seremos, Señor.

[1] De ahí que durante los dos capítulos siguiente Mateo utilice un “juego literario” y escribe: “se os dijo en el AT … pero yo os digo”

[2] San Agustín, Confesiones X, 21.

[3] La manzana de Adán y Eva no es otra cosa que una nostalgia de felicidad, de ser como dioses.

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