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Déjame que te hable un poco de la Navidad

Lunes, 27 de diciembre de 2021

Navidad1Juan de Burgos Román

Madrid.

ECLESALIA, 20/12/21.- A punto he estado de abandonar la costumbre, ya añosa, de, aprovechando que llega la Navidad, dirigirme a los amigos y, que te conste, ello no ha sido por falta de ganas, lo de abandonar esto, digo, que las ganas nunca me faltaron, que ha sido por escasez de fuerzas, de brío, de pujanza, que de todo esto cada año me va quedando menos, que ellos, mis muchos y pajoleros años, que cada vez son más, vienen a jugar en mi contra y me pillan cada día más y más mermado, no obstante, al fin, me he arrancado a hacerlo, mas este arrancarme me ha costado y no poco, pero bueno, la cosa es que ya estoy en ello un año más, y esperando ser bien recibido, que me malicio que, en una de estas, corro el riesgo de no serlo, que con los años se desbarra cada vez más, sin darse uno cuenta de ello, por lo que, si es así, si me estoy poniendo cargante o fastidioso, te pido que tengas la amabilidad de señalármelo, con discreción y buenas formas, eso sí, que, si he de recibir ese palo, que ello sea con la compostura y el miramiento debidos, que uno, tú lo entenderás, tiene su corazoncito.

Pero veo que me estoy enredando, tú sabrás perdonármelo, eso espero, que esta es una de esas consecuencias de los muchos años, que antes te señalaba, y, a lo que iba, que te quería decir que esta carta de hoy, como las de otros años, tiene por objeto hablarte de alguna cosa principal, que, como todas las cosas principales, por no ser consideradas urgentes, se van dejando para mejor momento, grave error este, y que, digo yo, no encuentro un tal mejor momento que él que nos brinda la Navidad, que, conveniente es decirlo ya ahora, parece como si se nos fuera olvidando lo que es, la Navidad, digo, que está pasando con ella como, por poner un ejemplo, con la tradición esa en la que el novio, tras la boda, entrar en la pieza con la novia en brazos, que muchos lo hacen con entusiasmo, pero sin tener noticia ni de su origen ni de su significado (creo que la cosa procede de épocas remotas, de cuando los romanos o los godos, supongo, y está relacionada con el rapto de mujeres con fines de repoblación, reproducción y casamiento, cuando faltaban mujeres, claro), pues pienso que igualito está aconteciendo con la Navidad, que son cada vez más los que se unen a las fiestas navideñas sin saber qué es lo que celebra la Navidad, que muchos son los que, hoy en día, desconocen que la cosa tiene que ver con el nacimiento de Jesús de Nazaret, vamos, con su cumpleaños, que, aunque el 25 de diciembre es fecha simbólica, elegida sagazmente por la Iglesia, no deja de conmemorar el nacimiento de Jesús.

Así que, conforme a lo que te venía diciendo, para muchos, la Navidad es, sin más, unos días de alegría y solidaridad, días entrañables,…, bueno, también hay quienes señalan que tiene su origen en la antigua tradición celta que celebraba el solsticio de invierno, y viene a acontecer, obviamente, que lo de que se está desdibujando la figura de Jesús de Nazaret, a muchos creyentes les incomoda de un modo espacial, y entre estos me hallaba yo hasta no hace mucho, pero hete aquí que me ha dado por pensar que, en Navidad, aunque para algunas gentes Jesús sea poco menos que un desconocido, si ellos se inclinan por la paz, el amor, la tolerancia, la bondad, la hospitalidad, viene a resultar que, al menos en alguna medida, en ellos se ha hecho un hueco su mensaje, el mensaje de Jesús, quiero decir, aunque la verdad es que no es oro todo lo que relumbra, que para no pocos esa paz y ese amor que te decía antes se reducen a aspectos externos, a hacerse regalos, a comer opíparamente o a poner una lucecitas rutilantes en sus casas, y ya que han salido estas cuestiones, también he de decirte que tengo para mí que este olvidarse de Jesús de Nazaret se me antoja chocante, extraño, ya que debiera ser difícil que nos olvidásemos de él, pues Jesús “…pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos…” y nos reveló que Dios es nuestro Abbá, nuestro padre amoroso que todo lo perdona, todo, de punta a punta, y dado que esto es una muy buena noticia, me cuesta entender que Jesús esté siendo arrinconado, postergado (un ejemplo: la Comisión Europea prohibió a sus funcionarios “felicitar la Navidad”, que es poco inclusivo, dicen; es mejor felicitar «las fiestas», añaden; bien es verdad que, por el momento, esta orden ha quedado en suspenso), salvo que, como me temo, los que decimos saber de Jesús no estemos, realmente, mostrándole a él tal como fue, sino haciendo un remedo suyo, sustituyendo su mensaje de amor por una bufonada embarazada de dogmas, cumplimientos y rituales

Y, bueno, no querría olvidarme de aquellos que, apenados, afligidos, vienen a decir que la Navidad les entristece, que, en muchos caso, echan en falta a familiares muy queridos que fallecieron, algo así como al que unos dulces le amargan cuando todos los demás disfrutan con ellos, y digo yo que es una verdadera pena que estas personas no lleguen a descubrir que su felicidad solo depende de ellos mismos y no de las circunstancias que les rodeen, por muy penosas que estas sean, aunque parece ser que lo de descubrir esto se les oculta a muchos.

Y que digo yo que la nota esta que te mando está dejando de ser una simple nota y va alargándose, camino de emparejarse a los Anales del Imperio Romano, por un decir, así que me dispongo a despedirme de ti, deseándote lo mejor, que nada cuesta este desear mío, que otra cosa seria, me temo, si ello algo costara, que a lo mejor, mejor a lo peor, no te llegaría un mejor tan mejor como el mejor que ahora de deseo, y que espero que las cosas te marchen a pedir de boca, acompañado todo ello de el mejor de mis abrazos, Juan.

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