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Pareja gay condenada a 154 latigazos por tener relaciones sexuales en Indonesia

Martes, 2 de febrero de 2021

bc55caf5-113b-42dc-b970-07da691490be_alta-libre-aspect-ratio_default_0La pareja fue descubierta manteniendo relaciones sexuales en Aceh, donde rige la ley islámica

Para los que dicen que no es necesario el Día Internacional del Orgullo Gay, o el Día Internacional contra la Homofobia… Sí, hace falta un día del orgullo gay. Hay que seguir reivindicando y saliendo a las calles por los que no pueden hacerlo, por los que no están y los que vendrán. Y por noticias como esta: una pareja gay adulta en Indonesia es castigada con 3 meses de prisión y 154 latigazos (77 para cada uno) por tener sexo consentido. Según la sharia, la sodomía tiene pena de prisión y 80 latigazos… que después redujeron a 77.

La Sharia permite que un hombre se case con 4 mujeres, pero criminaliza la orientación sexual, violando el derecho internacional, algo que en pleno siglo XXI aún sucede en un tercio de los países del mundo. En doce de ellos estos casos se castigan con la pena de muerte, como indica el último informe de ILGA sobre la Homofobia de Estado en 2020.

Ya no es que sea imposible adoptar o acceder al matrimonio igualitario, es que hay países en los que ser gay es un delito penado con la muerte, con la cárcel e incluso con castigos físicos propios de épocas lejanas que tristemente han llegado hasta nuestros días. Indonesia es precisamente uno de esos países.

Dos hombres recibieron 77 latigazos en público en la conservadora provincia de Aceh, en el noroeste de Indonesia, tras ser hallados culpables de mantener relaciones sexuales entre ellos. Los hombres, de 28 y 27 años, fueron descubiertos en noviembre cuando mantenían relaciones en una habitación que habían alquilado, tal y como ha explicado Zakwan Shi, portavoz de la Policía.

 “Ambos fueron pillados por el arrendador, que sospechó cuando vio pasar varios hombres a la habitación”, afirmó Zakwan en declaraciones a la agencia de noticias DPA .“La aplicación de la ley islámica es definitiva, no importa de quien se trate, e incluso los visitantes deben respetar las normas locales”, explicó Heru Triwijanarko, oficial encargado del mantenimiento del orden.

No hubo más clemencia y el castigo se ejecutó con ellos arrodillados en medio de un tumulto y con sus respectivas madres presenciándolo. Las imágenes han recorrido todo el mundo y son estremecedoras, el sonido, la vara de madera, los verdugos ataviados con máscara… todo.

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Los dos hombres, vestidos con una túnica blanca, se retorcían de dolor y suplicaron una pausa. El castigo fue brevemente interrumpido y pudieron beber agua antes de que continuara el suplicio. La madre de uno de ellos se desmayó.

Los dos fueron condenados a recibir 80 varazos pero finalmente recibieron 77 en un parque público de Banda Aceh, la capital provincial. Aceh es la única provincia de Indonesia donde rige la Sharia, o ley islámica, que tipifica como delitos las relaciones entre personas del mismo sexo, el juego y las apuestas, beber y vender bebidas alcohólicas, la violación, el acoso sexual y el adulterio.

El suceso de por sí es espeluznante, pero aún pone más los pelos de punta que haya gente que acuda a verlo o las declaraciones que presenciamos después. Llama la atención que dos mujeres jóvenes expliquen que el castigo no es suficiente, que deberían hacer algo más para reeducarlos (sic).

Indonesia, un infierno para la diversidad LGTB

En 2018, informábamos de la detención de  diez mujeres, acusadas de «conducta lésbica». Antes, recogíamos, precisamente, la detención de cuatro personas en Banda Aceh, a manos de patrullas ciudadadanas, acusadas de «practicar la homosexualidad»: tres varones y una mujer transexual, que se enfrentan a penas que incluyen los mencionados castigos físicos. A principios del 2018 recogíamos el descarnado caso de LGTBfobia de Estado en Indonesia. La policía de Aceh detuvo a doce mujeres trans, les afeitó el cabello y las obligó a vestirse como«hombres normales». En Aceh, desde 2005 rige la sharia o ley islámica gracias a la autonomía que le fue concedida al firmar la paz con los separatistas, poco después del tsunami que asoló la región. En septiembre de 2014, además se aprobó una terrible ley que castiga las relaciones homosexuales con la pena de recibir cien azotes en público con una vara de ratán. La legislación entraba en vigor en octubre de 2015 y fue aplicada, entre otras ocasiones, en mayo de 2017 a dos jóvenes de 20 y 23 años. En el mismo mes de octubre de 2015 nos hacíamos eco de la detención de dos jóvenes lesbianas (de 18 y 19 años) por abrazarse públicamente y confesar que eran pareja. Según el jefe de la policía islámica las chicas serían “sometidas a rehabilitación con la participación de psicólogos en dependencias sociales”.

Indonesia también votó en 2014 en contra de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas contra la homofobia y la transfobia y ha sido calificado, por su propia población, como un mal lugar para vivir si eres gay o lesbiana (solo un 2% opina lo contrario) en una encuesta de Gallup.

En el mes de octubre de 2016, informábamos de la detención de una pareja gay por subir a su cuenta de Facebook unas fotos besándose, junto con un mensaje de amor, que fue considerada por las autoridades como “pornografía”. A estos hechos se suman un deterioro homófobo que reconocía el presidente Joko Widodo, quien lejos de atajarla ha llegado a aprobar medidas discriminatorias, como confiscar preservativos, o la persecución de webs LGTB, bloqueando aplicaciones de citas entre personas del mismo sexo o autorizar formas de discriminación laboralcon el veto de aspirantes LGTB a plazas públicas, el cierre de la única escuela y mezquita para personas trans de Indonesia, aparte de permitir las irresponsables declaraciones homofóbicas de políticos y alcaldes demonizando al colectivo LGBTy la radicalización de líderes religiosos que han llegado a fomentar el boicot a empresas internacionales que apoyan al colectivo LGBT.

En diciembre de 2017 nos hacíamos eco la condena de diez hombres a dos años de cárcel en Indonesia por participar en una supuesta «fiesta gay» en Yakarta, la capital de este país asiático. A diferencia de Aceh, en Yakarta las relaciones homosexuales no son ilegales, por lo que los detenidos fueron condenados por violar la ley contra la pornografía.

El hecho de que se utilice esta ley para perseguir penalmente la homosexualidad en un territorio en el que supuestamente esta no está criminalizada pone de manifiesto la gravedad de la situación que se vive hoy día en Indonesia. De hecho, solo en las provincias autónomas de Aceh y Sumatra Meridional, en las cuales se aplica la sharía o ley islámica (en Aceh a todos los ciudadanos, en Sumatra Meridional solo a los musulmanes, que en cualquier caso son mayoría), las relaciones homosexuales son formalmente ilegales, castigándose incluso con castigos físicos.

Pero también en el resto del país la situación se está deteriorando. Ya lo recogíamos en febrero de 2016, cuando hacíamos alusión a la ola de LGTBfobia protagonizada por políticos y líderes religiosos. Desde entonces, por desgracia, no hemos dejado de conocer casos de detenciones y abusos. Un ejemplo es la redada de mayo de 2017 en el que la policía indonesia detenía en Yakarta a 141 hombres por asistir a lo que las autoridades han calificado como una supuesta “fiesta de sexo gay”, pese a que la homosexualidad no es ilegal en la capital y que desembocó en la citada condena de diez hombres, pero ha habido muchos otros. Días antes de aquella redada, otros ocho hombres eran detenidos, igualmente acusados de celebrar una «fiesta gay» en Surabaya, la segunda ciudad del país. En Java Occidental, la provincia más poblada de Indonesia, el jefe de policía hizo pública por su parte su intención de constituir un grupo de trabajo policial para investigar la actividad de personas LGTB. Y en octubre de 2017 tuvo lugar otra redada en un local de ambiente gay de Yakarta, en la que fueron detenidos 51 hombres. Una estigmatización a la que también ha contribuido la decisión de la Asociación Psiquiátrica Indonesia de clasificar la homosexualidad, la bisexualidad y la transexualidad como trastornos mentales.

Esta espantosa situación podría agravarse de prosperar la iniciativa legislativa que pretende castigar en todo el país las relaciones homosexuales con penas de hasta cinco años de prisión. Sin embargo, en diciembre también aludíamos al “respiro provisional” que había supuesto la decisión del Tribunal Constitucional de Indonesia de rechazar una propuesta de criminalización de las relaciones sexuales entre personas no casadas, cuyo objetivo principal no era otro que el de castigar por vía indirecta las relaciones homosexuales. Poco duraba el respiro, por desgracia.

En julio de 2020 conocíamos que Indonesia podría aprobar en 2021 los “exorcismos” a personas LGTB+.

 

Fuente El Periódico/Cristianos Gays

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