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Pista para este adviento 2015

Domingo, 29 de noviembre de 2015
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AdvientoporlaPazNo puede ser otra nuestra propuesta de este año. Tres únicas letras que gritan casi dolorosamente: ¡PAZ!

Nuestra pista para vivir este adviento es hacerlo en clave de paz, preparándonos para abrir nuestro corazón a Cristo, el generador, el germinador de Paz.

Cristo nació en un tiempo de paz impuesta, pero toda su vida fue un anuncio del camino hacia la paz: “¡si hubieras comprendido el mensaje de paz!”, suspiró ese niño una vez convertido en un adulto desarmado y entregado.

El Adviento es un tiempo de espera contenida, pero también de cierta actitud activa, de vela atenta. Es tiempo de alegría y de bendición, pero, sobre todo, es tiempo para los demás, para buscar otras miradas, otros corazones. ¿Qué es lo que golpea día tras día nuestra conciencia? La ausencia de paz.

Podemos realizar muchas acciones buenas en clave de paz. En estas semanas podemos comenzar un proceso de relajación, intentando evitar las crispaciones innecesarias, incluso las necesarias. La paz no siempre es un don, en ocasiones es una tarea. La paz también se construye, se crea, se regala, se aprende,…

No hace falta realizar muchos estudios para saber qué es lo que nos quita la paz y, al mismo tiempo, qué nos empuja a la violencia. Básicamente conocemos nuestras reacciones, y las de quienes se relacionan con nosotros de una manera habitual. Sabemos cómo evitar confrontaciones absurdas que nos endurecen la mirada y nos ahogan las palabras hermosas en el alma. Pero…

… se nos olvida el espíritu, y que hay leyes espirituales en el universo, y que si devuelves amor recibirás amor, y que si contestas con paz, serás respondido con paz, y que también… podemos orar. Sí, así de sencillo. Orar. Esta es nuestra verdadera propuesta para el adviento 2015, orar por la paz.

Porque orar es algo natural al ser humano, pero se nos olvida en algunas ocasiones y esa capacidad acaba llena de herrumbre.

Orar donde quieras, en cualquier momento, solo o en compañía, de día o de noche, pero orar, hacer silencio, cerrar los ojos, respirar profundamente y encontrar en lo más profundo de tus entrañas la semilla de paz colocada por Dios cuando te creó. A partir de ese momento levantar la barbilla y, sin necesidad de abrir los ojos, con la semilla de paz en las manos enviarla humildemente a cualquier punto del globo terráqueo falto de paz. Quizás sea el piso de al lado, habitado por una familia sumergida en la discordia.

Orar por la paz. Hacernos paz. Traspasarnos de paz hasta lograr un espacio más sano, más libre, más hermanado.

No vamos a estar sol@s en este descenso hacia la serena humildad del Niño de Belén. Jamás en nuestra historia Dios nos permite avanzar un paso sin que él esté presente, sin que coloque algunas estrellas que alumbran el cielo si es de noche, o jirones de humo que indican el camino si es de día.

Por eso podemos agarrarnos de la mano de la belleza de Isaías que, tozudamente, desde el primer día nos habla de paz sin ocultismos, sin artificios, con claridad. Estamos en el buen camino, y la certeza de Isaías de que está a punto de comenzar algo nuevo si seguimos por aquí nos da el primer empujón.

Juan, el Bautista, es más sobrio, menos tiernos, buscador de la paz que viene de la verdad desnuda, de la reconciliación con el propio corazón y con el de la hermana y hermano. Juan nos apabulla con su humildad. Solo hemos de seguir la dirección que marca su dedo. Vamos por la senda correcta, el destino anhelado.

En este caminar tenemos un área de descanso: María de Nazaret. Un espacio sereno en el que descargarnos del peso del camino, de su dureza. Ahí podemos dejar también nuestras desconfianzas, los pasos mal dados o su sentido equivocado, también las ganas de abandonar esta espera activa de la paz. María responde orando, cogiendo nuestra mano y avanzando en silencio, con firmeza y decisión, sin perder tiempo en veleidades, con las entrañas entregadas a la belleza y al dolor de la vida.

Con ellos tres avanzamos hacia el Dios que nos dará la Paz. Y en el camino se nos exige la práctica: la palabra innecesaria contenida; el pensamiento negativo rechazado; el gesto violento abandonado; el silencio que construye la mirada que embellece; el abrazo que acoge; el corazón que ora. Sobre todo esto último, un corazón orante que suplica la paz.

Nuestra pista para este adviento 2015: un sencillo gesto de oración, cada día, cada uno de los días que ocupa el adviento, así el próximo 25 de diciembre quizás podamos acercarnos a la figura del Niño que ofrece paz y devolverle nuestra semilla centuplicada.

Gesto concreto en nuestra comunidad:

Nosotras también estamos preparando este Adviento para vivirlo como un camino de espera de la Paz, por eso, los cuatro sábados de Adviento tendremos la iglesia abierta (como siempre) y ambientada de manera que invite a orar por la paz. Desde las 16.00 h, hasta las 19.30 h, quien lo desee podrá venir, orar en silencio, y dejar su granito de arena en esta búsqueda de paz. A las 19.30 h. tendremos un rato de oración compartida con las personas que estén en ese momento. Cuatro sábados preparándonos para recibir la Paz. Cuatro sábados ayudando a construir la paz. No es demasiado, ¿no? Pues te esperamos.

Feliz, fecunda y pacífica tarea.

Marana tha.

Fuente Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa

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Oratioterapia.

Sábado, 5 de septiembre de 2015
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oratioterapiaUn excelente texto que publican las monjas Trinitarias de Suesa en su blog:

Docenas. Hay docenas de terapias para estar mejor, para ser más felices, para solucionar conflictos personales que se hacen comunitarios, sociales,…

Existe un porcentaje elevadísimo de personas que han hecho alguna clase de terapia. Yo entro en el tanto por ciento. Cada día hay más tipos: psicoterapia, logoterapia, auriculoterapia, risoterapia, reflexoterapia, terapias de escucha, corporales, cognitivas,de profundización, de comunicación, con personas, con animales, con cosas, con elementos naturales,… breves, más largas, más o menos intensas…, en grupo, individuales, con o sin deberes para casa…, más o menos creativas, más o menos clásicas…, más o menos caras… La variedad es increíble. El objetivo prácticamente el mismo.Algo nos pasa si necesitamos tanta terapia y tanto terapeuta. Quizás tenemos que acudir a un terapeuta para averiguar porqué necesitamos hacer terapia… No sé.

¿Es bueno hacer terapia? Ni idea. No es malo ni bueno, es necesitarlo o no. Y viceversa. Y no siempre. Depende, de según cómo se mire todo depende, dice la canción.

Las terapias ayudan a parar el ajetreo diario, a dedicar un tiempo a mejorar la calidad interior de nuestra vida. Obligan a hurgar en una misma, a sacudir algunas alfombras viejas, a descubrir otros muebles nuevos que no conocíamos y a pasar un trapo a parte del alma. Digo a parte, no digo a toda el alma.

Para hacer este ejercicio de “empleada de hogar” es preciso cierto silencio, algo de calma, bastante sinceridad e ir dejando de lado el pudor, mientras se adquiere la capacidad de abandono. De esta manera es más fácil investigar nuestros conflictos, reconocer su origen y buscar la solución (si la tiene), para encontrarnos más livianas, más libres, llenas de energía positiva.

Y, sin embargo, mi experiencia me enseña que las terapias tienen un techo, un tope. Ayudan hasta un punto del cual ya no pueden avanzar más. Por eso decía anteriormente que facilitan la limpieza de parte del alma. Otra parte queda sin pulir. Pero indudablemente son el comienzo de un nuevo camino. Y todo empieza por un principio.

Después de buscar, e incluso practicar, terapias y métodos que me ayudasen a crecer, a solucionar conflictos personales, a liberarme de ataduras propias y sociales, a sacudirme comportamientos adheridos con el paso de los años…, he encontrado la que mejor me va. Se llama “oratioterapia”. Es perfectamente adaptable a cualquier edad, no es excesivamente complicada y, con el tiempo, puede hacerse en cualquier momento y lugar, de hecho puede ser algo intrínseco a la naturaleza propia.

Bromas aparte, en mis prácticas terapéuticas llegó un momento en el que ya no sabía si me encontraba mejor por el ejercicio de reflexión o por el ejercicio, más intenso, de la oración.

La oración, la “oratioterapia”, exige intimidad, discreción, sinceridad, docilidad ante lo que puedas encontrarte en el avance de la “terapia”. Conlleva silencio interior, confrontación con tu propia realidad y con el yo imaginado y creado, el que se alza como un gigante pero con pies de barro.

Sentarse a hacer oración significa derramar muchas lágrimas, descubrir varios cajones revueltos y bastantes paquetes de regalos entregados en nuestro nacimiento y aún sin desenvolver.

Es un misterio. La oración es misterio, apertura a la comunicación, desarraigo. La oración es sanación, por eso es terapéutica, pero sin techo, una especie de terapia infinita, en la que avanzarás tanto como quieras avanzar, y siempre en compañía.

Comenzar un camino de oración, o retomarlo, no es sólo recitar fórmulas ya aprendidas sino que es inventar palabras nuevas, saborear frases que se han quedado vibrando en nuestra piel, que despiertan la belleza que espera tras nuestra mirada. Dejar al alma deslizarse, como la niebla sobre la ría, e ir haciéndola cálida y húmeda, fértil.

La mayor parte de las técnicas utilizadas en terapias son válidas para la oración: la relajación, las visualizaciones, la introspección, la confrontación, el ejercicio de la consciencia atenta y motivada, el descubrimiento propio, los pensamientos positivos, la aceptación,… todo entra en la “oratioterapia”, todo y más, porque aunque son elementos útiles para la oración no son en sí oración.

La oración te religa con Alguien que está en ti y más allá de ti, Alguien que te suscita preguntas y te sugiere respuestas, Alguien que te desnuda y te cubre,… Alguien que te sana, que cauteriza tus heridas, que las besa, en silencio, que no las borra pero sí las cicatriza y honra. En las heridas está escrita una parte de nuestra historia, ellas mismas son elemento constitutivo de la tinta con que se ha escrito.

La oración es como la sal: intensifica los sabores, hace los alimentos más sabrosos.

La “oratioterapia” es técnica viejísima, adaptada a lo largo del tiempo, con diferentes métodos y corrientes, con distintos maestros. Y siempre hay expertos ejercitantes dispuestos a iniciar y acompañar, por ejemplo, monjes y monjas, verdaderos terapeutas y sanadores, compañeros en el camino ajeno.

Invito, humildemente, a practicar “oratioterapia”, sin prejuicios, con absoluta desnudez, olvidando lo que creemos saber.

Acércate a alguien que ore con las entrañas descarnadas, alguien que esté reconstruyendo su vida tal y como un día la ideó Dios.

Sé tú oración, para ti y para otros. Ya sabes lo que se dice: “año nuevo, vida nueva”

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Cuaresma, sí, pero comunitaria

Sábado, 21 de febrero de 2015
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cruz-cenizaCOMUNIDAD DE MONJAS TRINITARIAS,monjasdesuesa@gmail.com
SUESA (CANTABRIA).

ECLESALIA, 19/02/15.- A veces nos encontramos con textos que nos dicen que la cuaresma es una carrera, o una cuesta, o una escalada. Está claro que, visto así, la cuaresma es para deportistas, y… bueno, en fin, no a todo el mundo se le da bien eso del ejercicio.

Cada cual que le encuentre su sentido propio a la cuaresma pero… nuestra propuesta es vivir una cuaresma comunitaria, ¿o es que no vamos todos hacia la misma meta? ¿Y no será mejor llegar juntos?

El tiempo de cuaresma es ideal para ahondar en el interior, en lo profundo, en “lo secreto” y rebuscar el perfume oculto antes de que se nos quede viejo.

¡Vamos a perfumar la cuaresma! ¡Que cuando llegue la pascua la gran comunidad de Jesús olamos a vida y fiesta! Como la mujer del perfume, rompamos el frasco y derrochemos el amor a raudales. No os preocupéis, no se gasta, no se agota, cuanto más se extrae más se posee.

¿Qué podemos hacer?

Algunas ideas:

  • Vamos a querernos un poco más. No, no hablamos de quererse cada una, cada uno, un poco más a sí mismo (que es muy sano, sí) sino de querernos más entre nosotras y nosotros. Con gestos, con detalles sencillos, con palabras, con miradas, ¡hay mil maneras, no busques excusas!
  • Podemos ayunar de “yoísmos”: abramos los pabellones auditivos del corazón para escuchar lo que nos cuenta el otro, la otra. No lo demos por sabido aunque ya nos lo sepamos.
  • Nuestra oración en este tiempo puede ser alzando la cabeza y mirando más allá. Oraremos más por quienes están al lado, desde el vecino gruñón del 5º, hasta la compañera del trabajo que nos roba los minutos del descanso, pasando por la hermana mayor que nos desespera por su lentitud o las docenas de rostros sin nombre que vemos por el televisor.
  • Quizás sea también buena idea sacar unos minutos al día para mirar hacia dentro, remover la propia tierra, abonarla un poco (no huele muy bien pero es buenísimo para después recoger mejores frutos) y bendecirla (esto no suele venir en los manuales de horticultura pero os lo recomendamos encarecidamente).
  • Cuenta, cuenta: sí, eso, que cuentes, que te narres, que saques lo que hay en ti, con humildad y honestidad, que la belleza regalada por Dios y colocada en tu interior no es solo tuya, es de todos. Coteja tu vida con alguien, confronta tu camino, sé valiente y exponte ante alguien que acompañe tu camino, ante tu comunidad, tu familia,…
  • Haz un censo: no para saber todo lo que tienes sino para darte cuenta de ¡todo lo que tienes! ¿Todo es necesario? Olvida los “por si…”, despréndete solidaria y ecológicamente de aquello que sabes que no necesitas: libros, ropa, dinero,…
  • Haz un donativo: ¿el mejor?, tu tiempo, que no es recuperable.

Seguro que cada cual tiene más propuestas pero las que queremos fomentar son las que nos lleven a vivir una cuaresma comunitaria: “que todos sean uno como Tú y Yo somos uno”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Empezamos desde ya sembrando vida juntas, juntos, con esta danza:

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