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Las ansiadas identificaciones dan a a las personas Trans de Indonesia el derecho a votar

Lunes, 5 de febrero de 2024
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transflagCientos de mujeres trans podrán votar por primera vez en las elecciones del 14 de febrero en Indonesia después de obtener documentos de identidad del KTP. Las mujeres trans suelen tener dificultades para obtener un documento de identidad oficialEl acuerdo gubernamental ha ayudado a impulsar el acceso trans a las tarjetas KTPSe necesitan tarjetas de identificación para votar, conducir y acceder a servicios públicos.

Por Yosef Riadi y Leo Galuh

YAKARTA, 19 de enero (Openly) –

A sus 53 años, Mak Luké, una mujer transgénero, acudirá a las urnas por primera vez cuando Indonesia celebre elecciones el 14 de febrero, tras obtener finalmente un documento de identidad del gobierno.

Como muchos indonesios trans, Mak Luké dejó a su familia cuando era adolescente y terminó viviendo en la calle, lo que le dificultó solicitar un documento de identidad.

Eso significaba que no podía acceder a los servicios públicos, abrir una cuenta bancaria ni votar.

Incluso ir al médico era “muy difícil” sin el documento, conocido como KTP, dijo Mak Luké a Openly.

Finalmente obtuvo su KTP en 2021 con el apoyo del grupo de derechos LGBTQIA+, con sede en Yakarta, Suara Kita, que ha ayudado a obtener tarjetas de identificación para cientos de mujeres trans, que tienden a enfrentar más estigma y marginación que los hombres trans u otros indonesios LGBTQIA+.

Dijo que le ha cambiado la vida, incluso si el documento todavía lleva su nombre de nacimiento masculino y el género asignado al nacer.

Las personas trans en muchos países están luchando para que su identidad de género sea reconocida en los documentos oficiales, pero los trans indonesios sólo pueden cambiar su género legal si se han sometido a una cirugía de reasignación de género.

A pesar de los muchos desafíos que enfrentan las personas trans indonesias hoy en día, las comunidades de género fluido históricamente han sido aceptadas en el país. El grupo étnico Bugis en la isla de Sulawesi, por ejemplo, reconoce tradicionalmente cinco géneros, incluido uno que se dice que “trasciende” o combina lo femenino y lo masculino.

Aún así, una creciente ola de Islam conservador en el país de mayoría musulmana más grande del mundo ha alimentado la persecución anti-LGBTQIA+.

Aunque las relaciones entre personas del mismo sexo no están penalizadas en toda Indonesia, excepto en las provincias de Aceh y Sumatra del Sur, el 92% de los indonesios encuestados por el Centro de Investigación Pew en 2023 se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo.

Pero hay algunas señales de cambio, incluido el reconocimiento por parte del gobierno en 2021 de las dificultades particulares que enfrentan las mujeres trans para obtener KTP.

“Los problemas para obtener una tarjeta de identificación para las mujeres trans son un reflejo del problema que enfrentan las personas que viven por debajo del umbral de pobreza”, dijo Hartoyo, un activista LGBTQIA+ de 46 años que tiene un solo nombre y es uno de los fundadores de Suara Kita. .

Abrazar las diferencias de género

Como uno de los 20 voluntarios de Suara Kita que trabajan para obtener tarjetas de identificación para mujeres trans, Mak Eci ha ayudado con todo, desde pequeños cambios como nuevas fotos hasta actuar como garante para aquellos que no tienen su información biométrica en el sistema, algo que todos los indonesios deben realizar cuando cumplan 17 años.

“Finalmente, veo que el gobierno acepta gradualmente las diferencias de género”, dijo Mak Eci, una mujer trans de 50 años que vive en el oeste de Yakarta y que ayudó a Mak Luké a obtener su documento de identidad.

En 2021, el Ministerio del Interior federal de Indonesia redactó un memorando de entendimiento para resolver cuestiones como la falta de documentos de identidad legales a nivel administrativo local, en lugar de enviar los casos a Yakarta.

El MOU ha reducido drásticamente el tiempo que lleva procesar estos casos complejos, de tres meses a una semana, y a veces una tarjeta de identificación se procesa en cuestión de horas.

Nosotros, en la oficina de administración civil, debemos servir a todos los ciudadanos indonesios sin excepción”, dijo Zudan Arif Fakrulloh, ex director general de la Oficina del Servicio de Registro Civil, quien firmó el memorando de entendimiento.

Esto se produjo tras 10 años de cabildeo por parte de Suara Kita, dijo Hartoyo, quien comenzó a trabajar para ayudar a las mujeres trans a obtener tarjetas de identificación en 2011.

Desde entonces, Hartoyo dijo que Suara Kita ha ayudado a 650 mujeres trans a obtener nuevas tarjetas en todo el país, un proceso que está en curso.

“Cada semana se emiten nuevos documentos de identidad”, dijo Hartoyo, que reside en la capital, Yakarta.

‘Todo se vuelve más fácil’

Victoria Sintara, de 36 años, llegó por primera vez a Yakarta hace 12 años desde una aldea en Kalimantan Occidental, donde dijo que soportó años de intimidación y abuso.

Su documento de identidad de casa expiró y no tenía dinero para viajar de regreso a renovarlo.

Eso significó que Sintara estuvo sin KTP durante tres años, hasta que consiguió uno nuevo con la ayuda de Suara Kita.

“Incluso encontrar un trabajo fue difícil para mí, a pesar de tener una educación decente”, dijo Sintara. “Incluso recurrí a tocar en la calle”.

Sintara todavía toca la calle a tiempo parcial, pero también tiene un trabajo como responsable de finanzas para un grupo de teatro.

“Todo se vuelve más fácil; cada tarea, cada lugar es accesible”, dijo.

Además de facilitar la vida cotidiana, garantizar que las mujeres trans tengan documentos de identidad fue un paso para darles “una voz política”, dijo Irwan Hidayana, profesora de estudios de género y sexualidad en la Universidad de Indonesia.

“La participación de las mujeres trans en las elecciones es un reconocimiento de que son ciudadanas como los demás indonesios”, dijo Hidayana.

(Reporte de Yosef Riadi y Leo Galuh en Yakarta; Editado por Sadiya Ansari y Helen Popper. Damos crédito a Openly, el sitio web de noticias LGBTQ+ de la Fundación Thomson Reuters, el brazo caritativo de Thomson Reuters. Visite https://www.openlynews.com )

Esta historia es parte de una serie apoyada por el programa Free To Be Me

Openly/Thomson Reuters Foundation están trabajando juntos para ofrecer noticias líderes sobre LGBTQIA+ a una audiencia global.

Openly es una iniciativa de la Thomson Reuters Foundation dedicada a la cobertura imparcial de cuestiones LGBTQIA+ de todo el mundo.

Nuestros estándares: The Thomson Reuters Trust Principles.

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El Consejo de Ulemas de Indonesia pide la pena de muerte para quien cometa actos homosexuales

Domingo, 22 de marzo de 2015
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Indonesia_Ulema_Council_0El Consejo de Ulemas de Indonesia ha dictado una fetua en la que exige que los actos homosexuales sean castigados hasta con la pena de muerte. Aunque el Consejo no tiene ningún poder ejecutivo, se trata del máximo órgano clerical del islam en Indonesia, el país con mayor número de fieles musulmanes del mundo, por lo que su influencia social es indudable. La fetua también puede afectar a las provincias indonesias donde rige la sharia o ley islámica, como la región de Aceh, donde la homosexualidad ya está castigada con la degradante pena de recibir cien azotes en público.

El pasado 4 de marzo, el Consejo de Ulemas de Indonesia emitió una fetua, o edicto de carácter religioso, en la que se proponían castigos para quienes estuvieran implicados en actos homosexuales, que iban desde la flagelación hasta la pena de muerte. Según Hasanuddin A.F., que preside la comisión de la fetua, “la sodomía, los homosexuales, los gais y lesbianas están prohibidos en la ley islámica. Son actos viles que están castigados con la pena de muerte. No importa si se aman el uno al otro, sigue estando prohibido por la ley. Para la ley islámica es un acto sexual que debe ser fuertemente castigado”.

Ya el pasado mes de enero, el Consejo dictó otra fetua en la que consideraba la homosexualidad como una enfermedad “curable” y la sodomía como un delito punible. También se prohibía la legalización de las relaciones homosexuales. Asrorun Ni’am Sholeh, secretario de la comisión de la fetua, dijo en aquella ocasión que la sodomía era peor que el adulterio y el sexo extramarital y que era castigada con penas más severas según el derecho islámico.

El Consejo de Ulemas no tiene ningún poder legislativo o ejecutivo en Indonesia, pero su influencia social es muy alta. Grupos extremistas como el Frente de Defensores Islámicos, por ejemplo, han justificado los violentos ataques dirigidos contra la comunidad Ahmadía en el hecho de que había sido considerada herética en fetuas emitidas por el Consejo de Ulemas. En regiones como Aceh, donde rige la sharia o ley islámica, el precedente de esta fetua puede traducirse en cambios legales que endurezcan el castigo contra los actos homosexuales, ya fuertemente penados.

Por ello, el alcance del edicto preocupa a activistas LGTB como Hartoyo, para quien “la emisión de una fetua de este tipo es lo mismo que promover el odio y motivar a las personas para que lleven a cabo actos de violencia contra otros. Si al Consejo de Ulemas no le gustan los homosexuales, debería expresar su desaprobación por otros medios, de una manera educada y pacífica. No debe cubrir su mensaje con odio y violencia”.

Haris Azhar, coordinador de la Comisión de Personas Desaparecidas y Víctimas de la Violencia, opina que “la homosexualidad no es un delito, ni una desviación. Se trata simplemente de una preferencia y es algo privado. Además, no es deber del Consejo de Ulemas el determinar la legislación nacional. Se supone que el Consejo de Ulemas debe educar a los musulmanes de Indonesia. Proponer un castigo tan severo es una muestra de mentalidad muy inmadura por parte del Consejo. Como musulmán, aprecio los esfuerzos del Consejo en la expedición de fetuas. Pero, de nuevo como musulmán, estoy en contra de esta fetua porque yo tengo derecho a expresarme a mí mismo y mis preferencias, siempre y cuando no viole los derechos de los demás”.

Para Todung Mulya Lubis, abogado especializado en la defensa de los derechos humanos, el Consejo de Ulemas debe superar el hecho de que la homosexualidad existe en Indonesia, y aceptar también que “nadie debería ver violados sus derechos. Todos somos iguales. Los derechos humanos no difieren entre las personas, sea cual sea su orientación sexual. El gobierno no debe tener favoritismos en la protección de los ciudadanos. Sean heterosexuales, gais, lesbianas o transexuales, todos deben ser protegidos. Todos somos iguales ante los ojos de la ley”.

Indonesia presenta una realidad muy diferente para su comunidad LGTB dependiendo de la región. Formalmente, la homosexualidad no es delito en el país con mayor número de fieles musulmanes del mundo, que mantiene un código penal heredado de la época colonial neerlandesa. La excepción es la provincia de Aceh, donde desde 2005 rige la sharia o ley islámica gracias a la autonomía que le fue concedida al firmar la paz con los separatistas, poco después del tsunami que asoló la región. En el año 2010 saltaba la indignación de grupos musulmanes ultraconservadores por la celebración de un certamen de belleza para mujeres transexuales, mientras que en 2013conocíamos la iniciativa del ayuntamiento de la capital de la provincia, Banda Aceh, de introducir un castigo físico para quienes mantuviesen relaciones con personas del mismo sexo. En septiembre de 2014, fue el Parlamento de la provincia quien aprobó por unanimidad castigar las relaciones homosexuales con la degradante pena de recibir cien azotes en público.

En 2004, las autoridades municipales de Palembang, en Sumatra del Sur, dictaron una regulación en la que aglutinaban toda la actividad de las personas LGTB como “prostitución”, un cajón de sastre que incluye también a la sodomía, los abusos sexuales o la pornografía. En virtud de ese reglamento, todas las personas acusadas de cometer cualquiera de esas actividades calificadas de “prostitución” se enfrentan a la perspectiva de un máximo de seis meses de prisión o 5.000.000 de rupias (360 euros, 380 dólares) de multa.

En otros lugares del país, sin embargo, existe una actitud más tolerante, especialmente en zonas urbanas como Yakarta. Con todo, la influencia de los islamistas más radicales en Indonesia no se limita por desgracia a Aceh. En la propia Yakarta las autoridades prohibieron hace dos años un concierto de Lady Gaga, abanderada de los derechos LGTB, por considerarla un personaje diabólico y antirreligioso. Los fundamentalistas también han obligado a cancelar una reunión de la división asiática de la ILGA (International Lesbian and Gay Association) en Surabaya y han amenazado a los organizadores del Q! Film Festival, un festival de cine LGTB, por mencionar otros dos ejemplos.

Indonesia también votó el pasado 2014 en contra de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU contra la homofobia y la transfobia y ha sido calificado, por su propia población, como un mal lugar para vivir si eres gay o lesbiana (solo un 2% opina lo contrario) en una encuesta de Gallup.

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