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Entradas Etiquetadas ‘Cántico Espiritual’

Una hermenéutica estética y creativa del ‘Cántico espiritual’ de san Juan de la Cruz

Lunes, 15 de abril de 2024

IMG_3903Lola Josa y su edición a la luz de la mística hebrea del ‘Cántico espiritual

Es uno de los comentarios más bellos y lúcidos desde el punto literario y estético, escrito por la doctora Lola Josa, catedrática de Literatura del Siglo de Oro Español en la Universidad de Barcelona y una de las grandes especialistas mundiales en la obra del Carmelita Descalzo

El resultado final de esta edición es una escritura estética, un acercamiento simbólico y una hermenéutica creativa que da nueva vida a tan memorable poema, estudiado hoy desde las diferentes disciplinas con aportaciones siempre nuevas dada su profundidad inagotable

Durante estas semanas he vuelto a leer el Cántico espiritual, de san Juan de la Cruz. Y lo he hecho acompañado de uno de los comentarios más bellos y lúcidos desde el punto literario y estético, escrito por la doctora Lola Josa, catedrática de Literatura del Siglo de Oro Español en la Universidad de Barcelona y una de las grandes especialistas mundiales en la obra del carmelita descalzo. La perspectiva desde donde escribe el comentario es la mística hebrea (Cántico espiritual,de San Juan de la Cruz, nueva edición de Lola Josa a la luz de la mística hebrea, Lumen, Barcelona, 2023, 366 páginas). Ofrezco a continuación las que considero nuevas aportaciones de esta edición de un texto tantas veces estudiado, comentado y pluralmente interpretado.

La noche del 2 al 3 de diciembre de 1577 entraron en la casa de Juan de la Cruz unos carmelitas calzados con el apoyo de voluntarios civiles armados, dirigidos por Hernando Maldonado, prior de Toledo, lo maniataron y lo llevaron al convento abulense del Carmen. Logró escapar, pero pronto cayó en manos de sus enemigos, que lo condujeron a lomos de un mulo al convento de Nuestra Señora del Carmen de Toledo y lo encerraron en una oquedad de seis pies de ancho y unos diez de largo, donde estuvo encarcelado nueve meses. Allí concibió y escribió las primeras estrofas del Cántico espiritual, nacido de la experiencia de abandono, oscuridad, hambre y sufrimiento, de la meditación corporeizada, del exilio exterior e interior, la heterodoxia religiosa y la teología simbólica en un riguroso silencio, sin duda uno de los más creativos estética y poéticamente.

Numerosas han sido las ediciones del Cántico, uno de los poemas mayores de la literatura universal y cumbre de la poesía mística de todos los tiempos. En su edición de la Poesía, de San Juan de la Cruz, Domingo Ynduráin afirma que el misticismo español del Siglo de Oro hay que estudiarlo a partir de un profundo conocimiento de la Cábala. Certera observación que sigue Lola Josa. Ahí radica precisamente la peculiaridad y originalidad de esta nueva edición: en el análisis riguroso y la interpretación creativa del Cántico a través de la mística hebrea, liberada de dogmas tanto religiosos como filológicos, campo poco trabajado en los estudios de San Juan de la Cruz.

san-juanEl autor del Cántico, subraya Lola Josa, fue un “sagaz conocedor de la Biblia”, sobre todo de la Biblia hebrea, que sabía casi de memoria. En las aulas de la Universidad de Salamanca siguió las enseñanzas de los grandes hebraístas del siglo XVI y de Fray Luis de León, traductor del Cantar de los Cantares, y vivió la influencia del humanismo entonces subversivo basado en los estudios bíblicos y singularizado por el saber hebreo. Es precisamente ese humanismo, basado en la “verdad hebraica”. el que rezuma el Cántico, frente al fanatismo y la intransigencia de la teocracia entonces vigente, que llevó a la cárcel a los cultivadores de dicho humanismo, entre ellos a Fray de León.

Desnudarse y descalzarse para encontrar a Dios

El inspirador del Cántico es el Cantar de los cantares, libro de la Biblia hebrea escrito en términos eróticos profanos que transforma el amor erótico en símbolo divino. De él destaca la profesora Josa su carácter despatriarcalizante, ya que el amado y la amada se buscan, mantienen una relación igualitaria y se encuentran en la desnudez, como despatriarcalizante es también el Cántico. Dos son las razones que aporta para justificar dicha inspiración. La primera, porque el Cantar fue el libro más estudiado por los humanistas hispánicos del siglo XVI. La segunda, porque en él se pone de manifiesto que la mística judía convirtió la desnudez del cuerpo humano en la mejor representación física del vacío. Para encontrar y saborear a Dios hay que desnudarse y descalzarse. Es más, para Juan de la Cruz, la desnudez es el mismo Dios. Ya en la primera estrofa deja implícita la idea de la “nada de Dios” en plena sintonía con el místico medieval Maestro Eckhart: “¿Adónde te escondiste,/ amado, y me dejaste con gemido?/ Como el ciervo huiste/ habiéndome herido,/ salí tras ti clamando, y eras ido”. Estamos ante una de las manifestaciones más lúcidas y coherentes de la teología apofática, que tiene su inicio en el siglo IV con el Pseudo Dionisio, y que el místico abulense lleva hasta sus últimas consecuencias no nombrando a Dios en ninguno de sus grandes poemas.

De esta edición puede decirse lo que afirma Juan de la Cruz del monte o del collado: “do mana el agua pura

Los comentarios de Lola Josa a cada una de las 39 estrofas identifican la voluntad mística y lírica que se dan en el carmelita descalzo de Fontiveros de manera unitaria e inseparable, al tiempo que, siguiendo a Eckhart, descubren la luminosidad en la noche oscura del poeta y la claridad en las tinieblas. El resultado final de esta edición es una escritura estética, un acercamiento simbólico y una hermenéutica creativa que da nueva vida a tan memorable poema, estudiado hoy desde las diferentes disciplinas con aportaciones siempre nuevas dada su profundidad inagotable. De esta edición puede decirse lo que afirma Juan de la Cruz del monte o del collado: “do mana el agua pura”. Cierto, el agua pura de las fuentes del saber hebreo, que la autora de este comentario conoce a la perfección y prioriza en la vida, la obra y el pensamiento del carmelita descalzo.

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Texto de San J7an de la Cruz

Sin que este libro sea una biografía del descalzo abulense, me parece una pieza maestra el perfil que de él traza Lola Josa: “Qué incómodo tuvo que ser el místico para las fuerzas y la vigilancia oficiales, poco menos que un revolucionario que defendía la no necesidad de absolutamente nada de lo que pudiera ofrecer el orden implantado. Él, pobre de nacimiento, que cuidó a enfermos desahuciados, sabía que la bondad y la caridad, atributos de la voluntad del vacío, pueden más que cualquier gobierno” (p. 100).

La revolución de Juan de la Cruz estuvo guiada por el amor, una palabra que recorre toda su obra y da fin a su vida. Estando en el lecho de muerte, mientras el prior estaba haciendo las oraciones de despedida del místico, le pidió las interrumpiera y leyera los versos del Cantar de los cantares, que había inspirado su Cántico espiritual: El amor es más fuerte que la muerte […]./ Los océanos no podrían apagar el amor,/ ni los ríos anegarlos./ Quien quisiera comprar el amor,/ con todas las riquezas de su casa/sería despreciable” (Cantar de los cantares 8.6-7).

Fuente Blog de Juan José Tamayo en Religión Digital

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Felices los que creen sin haber visto ( Jn 20, 29)

Domingo, 16 de abril de 2023
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Domingo de la Misericodia

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Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacedlos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre de ellos,
y sólo para ti quiero tenerlos.

Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

*

San Juan de la Cruz,

Cántico Espiritual, estrofas 10 y 11

***

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

“Paz a vosotros.”

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

“Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.”

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

-“Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.”

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

-“Hemos visto al Señor.”

Pero él les contestó:

Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.”

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomas con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

-“Paz a vosotros.”

Luego dijo a Tomás:

-“Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.”

Contestó Tomás:

-“¡Señor mío y Dios mío!

Jesús le dijo:

-“¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.”

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

*

Juan 20,19-31

***

En el evangelio de hoy encontramos un cenáculo y una puerta cerrada. Una puerta cerrada por temor a alguien es una historia de todos los días, anticipada en el siervo de la parábola que entierro el talento por miedo a perderlo. Afortunadamente, al Señor no le importan nada nuestros cerrojos, y entra y sale como quiere su caridad. Camina o se detiene, trabaja y descansa, habla o se calla, sin que le importen nuestros temores. El Señor muestra que no se ofende por la incredulidad de Tomás, incluso la convierte en un argumento para nuestra fe. No es verdad que al Señor le disgusten ciertas resistencias. Cuando se trata de resistencias razonables, cuando el hombre obra con lealtad, con honestidad, como un hombre que, antes de fiarse de otro, prueba si puede hacerlo por sí solo, entonces el Señor no puede estar descontento. Basta con profundizar un poco en el episodio de Tomás.

Es cierto que este último se mostró reservado y reacio y que, antes de exclamar «¡Señor mío y Dios mío!», quiso asegurarse con la pequeña garantía que ofrecen los sentidos, pero añora el Señor sabe que puede contar con él más que con los otros, que ese grito es un credo que continuará también ante el martirio. Los tipos como Tomás tardan algo en arrodillarse, pero cuando lo hacen se arrodillan de verdad, cuando aman lo hacen de verdad. Cuando Tomás se ofrece, es un hombre el que se ofrece. Y si ofrece a Cristo su propio corazón, es un corazón de hombre el que le ofrece. Y si inclina su cabeza ante él, es una cabeza de hombre la que se inclina. De este modo comienza la adoración «en espíritu y en verdad».

*

P. Mazzolari,
La parola che non passa,
Vicenza 1984, pp. 138s, passim

***

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Felices los que creen sin haber visto ( Jn 20, 29)

Domingo, 19 de abril de 2020
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Domingo de la Misericodia

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Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacedlos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre de ellos,
y sólo para ti quiero tenerlos.

Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

*

San Juan de la Cruz,

Cántico Espiritual, estrofas 10 y 11

***

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

“Paz a vosotros.”

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

“Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.”

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

-“Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.”

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

-“Hemos visto al Señor.”

Pero él les contestó:

Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.”

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomas con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

-“Paz a vosotros.”

Luego dijo a Tomás:

-“Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.”

Contestó Tomás:

-“¡Señor mío y Dios mío!

Jesús le dijo:

-“¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.”

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

*

Juan 20,19-31

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En el evangelio de hoy encontramos un cenáculo y una puerta cerrada. Una puerta cerrada por temor a alguien es una historia de todos los días, anticipada en el siervo de la parábola que entierro el talento por miedo a perderlo. Afortunadamente, al Señor no le importan nada nuestros cerrojos, y entra y sale como quiere su caridad. Camina o se detiene, trabaja y descansa, habla o se calla, sin que le importen nuestros temores. El Señor muestra que no se ofende por la incredulidad de Tomás, incluso la convierte en un argumento para nuestra fe. No es verdad que al Señor le disgusten ciertas resistencias. Cuando se trata de resistencias razonables, cuando el hombre obra con lealtad, con honestidad, como un hombre que, antes de fiarse de otro, prueba si puede hacerlo por sí solo, entonces el Señor no puede estar descontento. Basta con profundizar un poco en el episodio de Tomás.

Es cierto que este último se mostró reservado y reacio y que, antes de exclamar «¡Señor mío y Dios mío!», quiso asegurarse con la pequeña garantía que ofrecen los sentidos, pero añora el Señor sabe que puede contar con él más que con los otros, que ese grito es un credo que continuará también ante el martirio. Los tipos como Tomás tardan algo en arrodillarse, pero cuando lo hacen se arrodillan de verdad, cuando aman lo hacen de verdad. Cuando Tomás se ofrece, es un hombre el que se ofrece. Y si ofrece a Cristo su propio corazón, es un corazón de hombre el que le ofrece. Y si inclina su cabeza ante él, es una cabeza de hombre la que se inclina. De este modo comienza la adoración «en espíritu y en verdad» (P. Mazzolari, La parola che non passa, Vicenza 1984, pp. 138s, passim

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Mundo hermoso

Lunes, 4 de marzo de 2019
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Del blog Nova Bella:

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Si el mundo es tan hermoso,

Señor,

cuando se mira con vuestra paz,

dentro de nuestros ojos,

¿qué más nos podéis dar en otra vida?

*

Joan Maragall,
Cántico espiritual

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Felices los que creen sin haber visto ( Jn 20, 29)

Domingo, 23 de abril de 2017
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Domingo de la Misericordia

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Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacedlos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre de ellos,
y sólo para ti quiero tenerlos.

Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

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San Juan de la Cruz,

Cántico Espiritual, estrofas 10 y 11

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Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

“Paz a vosotros.”

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

“Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.”

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

-“Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.”

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

-“Hemos visto al Señor.”

Pero él les contestó:

Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.”

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomas con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

-“Paz a vosotros.”

Luego dijo a Tomás:

-“Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.”

Contestó Tomás:

-“¡Señor mío y Dios mío!

Jesús le dijo:

-“¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.”

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

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Juan 20,19-31

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Cántico espiritual

Miércoles, 7 de septiembre de 2016
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Del blog Nova Bella:

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“La poesía de san Juan es como la música, no necesita uno entenderla si no quiere. Basta con una aprehensión aquí y allá, y entregarse a los demás, como en el amor. No conozco poesía que exija menos comprensión ni esfuerzo para ser gozada.”

*

Juan Ramón Jimenez

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Felices los que creen sin haber visto ( Jn 20, 29)

Domingo, 27 de abril de 2014
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Domingo de la Misericordia

Del blog À Corps… À Coeur:

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 Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacedlos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre de ellos,
y sólo para ti quiero tenerlos.

Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

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San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, estrofas 10 y 11

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“Ternura: la savia del amor”, por Leonardo Boff, teólogo

Sábado, 22 de febrero de 2014
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44722c6f0e43a4600c5be5f41dc9ab40Leído en Koinonía

Los caminos que van del corazón de un hombre al corazón de una mujer son misteriosos. Igualmente misteriosas son las travesías del corazón de dos hombres y respectivamente de dos mujeres que se encuentran y se declaran sus mutuos afectos. De ese ir y venir nace el enamoramiento, el amor y finalmente el casamiento o la unión estable. Como tratamos con libertades, las parejas se encuentran expuestas a eventos imponderables.

La propia existencia nunca está fijada de una vez. Vive en permanente diálogo con el medio. Ese intercambio no deja a nadie inmune. Cada uno vive expuesto. Las fidelidades mutuas son puestas a prueba. En el matrimonio, apagada la pasión, empieza la vida cotidiana con su rutina gris. En la convivencia a dos suceden desencuentros, irrumpen pasiones volcánicas por la fascinación de otra persona. No es raro que después del éxtasis siga la decepción. Hay vueltas, perdones, renovación de promesas y reconciliaciones. Siempre sobran, sin embargo, las heridas, que, aunque cicatricen, recuerdan que un día sangraron.

El amor es una llama viva que arde pero que puede oscilar y lentamente ir cubriéndose de cenizas hasta apagarse. No es que las personas se odien, se vuelven indiferentes unas a otras. Es la muerte del amor. El verso 11 del Cántico Espiritual del místico San Juan de la Cruz, que son canciones de amor entre el alma y Dios, dice con fina observación: «el mal de amor no se cura sino con la presencia y la figura». No basta el amor platónico, virtual o a distancia. El amor exige presencia. Quiere la figura concreta que más que la piel-a-piel es el cara-a-cara y el corazón sintiendo el palpitar del corazón del otro.

Bien dice el místico poeta: el amor es una dolencia que, en mis palabras, solo se cura con lo que yo llamaría ternura esencial. La ternura es la savia del amor. Si quieres guardar, fortalecer, dar sostenibilidad al amor sé tierno con tu compañero o con tu compañera. Sin el aceite de la ternura no se alimenta la llama sagrada del amor. Se apaga.

¿Qué es la ternura? De entrada, descartemos las concepciones psicologizantes y superficiales que identifican la ternura como mera emoción y excitación del sentimiento frente al otro. La concentración solo en el sentimiento genera el sentimentalismo. El sentimentalismo es un producto de la subjetividad mal integrada. Es el sujeto que se pliega sobre sí mismo y celebra las sensaciones que el otro provocó en él. No sale de sí mismo.

La ternura, por el contrario, irrumpe cuando la persona se descentra de sí misma, sale en dirección al otro, siente al otro como otro, participa de su existencia, de deja tocar por su historia de vida. El otro marca al sujeto. Ese demorarse en el otro, no por las sensaciones que nos produce, sino por amor, por el aprecio a su persona y por la valoración de su vida y de su lucha. “Te amo no porque eres hermosa; eres hermosa porque te amo”.

La ternura es el afecto que damos a las personas en sí mismas. Es el cuidado sin obsesión. Ternura no es afeminación ni renuncia de rigor. Es un afecto que, a su manera, nos abre al conocimiento del otro. El Papa Francisco hablando en Río a los obispos les pidió “la revolución de la ternura” como condición para un encuentro pastoral verdadero.

En realidad solo conocemos bien cuando tenemos afecto y nos sentimos envueltos con la persona con la cual queremos establecer comunión. La ternura puede y debe convivir con el extremo empeño por una causa, como fue ejemplarmente demostrado por el revolucionario absoluto Che Guevara (1928-1968). De él guardamos esta sentencia inspiradora: “hay que endurecerse pero sin perder nunca la ternura” . La ternura incluye la creatividad y la auto-realización de la persona junto y a través de la persona amada.

La relación de ternura no envuelve angustia porque está libre de la búsqueda de ventajas y de dominación. El enternecimiento es la fuerza propia del corazón, es el deseo profundo de compartir caminos. La angustia del otro es mi angustia, su éxito es mi éxito y su salvación o perdición es mi salvación y, en el fondo, no solo mía sino de todos.

Blas Pascal (1623-1662), filósofo y matemático francés del siglo XVII, introdujo una distinción importante que nos ayuda a entender la ternura: distingue el esprit de finesse del esprit de géometrie. El esprit de finesse es el espíritu de finura, de sensibilidad, de cuidado y de ternura. El espíritu no sólo piensa y razona. Va más allá, porque añade al raciocinio sensibilidad, intuición y capacidad de sentir en profundidad. Del espíritu de finura nace el mundo de las excelencias, de los grandes sueños, de los valores y de los compromisos a los cuales vale la pena dedicar energías y tiempo.

El esprit de géometrie es el espíritu de cálculo y de trabajo, interesado en la eficacia y en el poder. Pero donde hay concentración de poder ahí no hay ternura ni amor. Por eso las personas autoritarias son duras y sin ternura y, a veces, sin piedad. Pero este es el modo de ser que ha imperado en la modernidad. Ésta ha arrinconado, bajo un montón de sospechas, todo lo relacionado con el afecto y la ternura.

De aquí se deriva también el vacío aterrador de nuestra cultura “geométrica” con su plétora de sensaciones pero sin experiencias profundas; con una acumulación fantástica de saber pero con escasa sabiduría, con demasiado vigor muscular, demasiada sexualización, demasiados artefactos de destrucción, mostrados en los serial killer, pero sin ternura ni cuidado de unos con otros, con la Tierra, y con sus hijos e hijas, con el futuro común de todos.

El amor y la vida son frágiles. Su fuerza invencible viene de la ternura con la cual los rodeamos y los alimentamos siempre.

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