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Dios no se encarna, es encarnación.

Viernes, 24 de diciembre de 2021
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Refugiados_CaritasInternationalis_050117NOCHEBUENA (C)

Lc 2,1-14

Cualquier clase de discurso que podemos hacer hoy se me antoja ridículo. Nada se puede expresar con propiedad del misterio que estamos celebrando. Hoy mejor que nunca debíamos aplicar el proverbio oriental: “Si tu palabra no es mejor que el silencio, cállate”. Solo en clave de silencio seremos capaces de entender algo. Esta noche debemos intentar una meditación sosegada sobre Jesús y sobre lo que su figura supone para todos nosotros. Lo que tienes que descubrir y vivir no puede venir de fuera, tiene que surgir de lo hondo de ti mismo.

El evangelio que acabamos de leer nos coloca ante el misterio, pero tendrás que adentrarte tú solito en él. Es fácil que se desborden los sentimientos en este tiempo de Navidad, pero eso no basta para vivir el misterio que celebramos. Es una noche, no para el folclore sino para la meditación. Sin esta contemplación, se quedará en algo vacío, sin ningún sentido religioso. El valor de esta fiesta depende de mi actitud. Nada suplirá el itinerario hacia el centro de mí mismo. Solo allí se desarrolla el misterio. Solo en lo hondo de mi ser descubriré la presencia de Dios.

Recordar el nacimiento de Jesús nos puede ayudar a encontrar a Dios dentro de nosotros y en los demás. Jesús vivió y murió en un lugar y un tiempo determinado, pero no estamos celebrando un cumpleaños. Los datos históricos no tienen importancia. Jesús nació, no sabemos dónde, no sabemos cuándo, ni en qué día, ni en qué mes, ni en qué año. Todo lo que digamos de él, desde el punto de vista histórico, apunta al desconcierto. El encuentro con Jesús, que apareció en un momento de la historia, me tiene que llevar al encuentro con Dios, que no tiene historia. Dios es siempre el mismo, pero para mí será siempre diferente.

La encarnación no es un hecho puntual, sino una actitud eterna de Dios. Dios no tiene actos. Todo lo que hace, lo es. Si se encarnó, es encarnación, es Emmanuel. Si en Jesús se hizo presente a Dios, debemos buscar en nosotros lo que descubrimos en él. No se trata de recordar y celebrar lo que pasó hace dos mil años sino de descubrir que la presencia de Dios se da hoy en mí y debo descubrir y vivir conscientemente esa realidad sublime. Lo que pasó en Jesús, está pasando en cada uno de nosotros, está pasando en mí. Este es el sentido de la Navidad.

Ni María ni José ni nadie de los que estuvieron relacionados con los acontecimientos que estamos celebrando, se pudo enterar de lo que estaba pasando, porque Dios actúa siempre acomodándose a la naturaleza de cada ser. En lo externo no pudo acontecer nada que diera cuenta de la realidad que estaba en juego. Seguimos sin enteramos del significado de la Navidad, porque nos limitamos a recordar acontecimientos externos y extraordinarios que nunca se dieron. Si yo quiero enterarme, tendré que tomar conciencia de lo que Dios me ofrece en este instante.

Ponernos en el lugar del que escribe es la clave para poder entender lo que nos quiere trasmitir. Para Lucas, de mentalidad mítica, Dios está en el cielo. Si quiere hacerse presente, tiene que bajar. Viene a salvar a los pobres y empieza por compartir su condición. La salvación se hará desde abajo, pero para llevarla a cabo, Dios tiene que bajar. Pero solo lo encontrará el que está buscando, no los que están satisfechos, instalados cómodamente en este mundo. No lo encontrarán en el bullicio de las relaciones sociales del día, sino en el silencio de la noche.

Los dioses necesitan intermediarios, se ponen en acción y anuncian la noticia. ¿Quién estará preparado para escucharlo? Solo los pastores, la profesión más despreciada y marginada de aquella sociedad. La salvación se anuncia en primer lugar a los oprimidos, a los que menos cuentan. Los demás están descansando, dormidos, cómodos; no necesitan ninguna salvación. Este dato es decisivo porque nosotros nos encontramos entre ese grupo que para nada necesita la salvación que el ángel anunció. Solo necesitamos que nos confirmen en nuestro bienestar.

El anuncio es ‘buena noticia’. Dios es siempre buena noticia. Dios muestra su salvación en Jesús. “Os ha nacido un Salvador”. Puesta al día, la noticia sería: Dios está viniendo siempre hacia mí para darme plenitud. Los pastores salen corriendo. No será fácil encontrarlo. Alguna pista: Un niño en un pesebre desnudo y entre pajas. Él mismo es alimento. Sus padres no dicen ni palabra. ¿Qué podrían decir? Dios decide enviar su Palabra y nos envía a un niño que no sabe hablar.

En el ambiente de la celebración de la Navidad hoy, corremos el peligro de quedemos en las pajas y no descubrir el grano. La importancia del acontecimiento se la tengo que dar yo. Dios no tiene que venir de ninguna parte. Dios está donde nosotros le descubrimos y le hacemos presente. Dios está donde hay amor. Allí donde un ser humano es capaz de superar su egoísmo y darse al otro. Allí donde hay comprensión, perdón, tolerancia, allí está Dios. Dios no será nada si yo no lo hago presente con mi postura ante los demás, con mi entrega.

Todo lo que nos hace más humanos debemos incorporarlo a la fiesta. La reunión con la familia, la comida, los abrazos, todo puede ayudarnos a descubrir lo que somos y a manifestarlo con alegría. La fiesta cobrará sentido para todos en el momento que sepamos aunar lo humano y lo divino. Si sabemos ir más allá del folklore, nos podemos encontrar celebrando la única realidad que interesa: La VIDA que está en mí y espera ser desplegada. Merece la pena hacer un esfuerzo en estos días y tratar de ser hoy más humanos que ayer y menos que mañana.

Lo que el silencio no diga
nadie lo podrá decir.
Cuanto te venga de fuera
de nada puede servir.
En tu interior está el pozo
donde tienes que beber.
Ningún líquido prestado
llegará a apagar tu sed.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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“Relato desconcertante”. Epifanía del Señor – C (Mateo 2,1-12) 06 de enero 2019

Domingo, 6 de enero de 2019
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9_Epifanía-del-Señor_C-283x300Ante Jesús se pueden adoptar actitudes muy diferentes. El relato de los magos nos habla de la reacción de tres grupos de personas. Unos paganos que lo buscan, guiados por la pequeña luz de una estrella. Los representantes de la religión del Templo, que permanecen indiferentes. El poderoso rey Herodes que solo ve en él un peligro.

Los magos no pertenecen al pueblo elegido. No conocen al Dios vivo de Israel. Nada sabemos de su religión ni de su pueblo de origen. Solo que viven atentos al misterio que se encierra en el cosmos. Su corazón busca verdad.

En algún momento creen ver una pequeña luz que apunta hacia un Salvador. Necesitan saber quién es y dónde está. Rápidamente se ponen en camino. No conocen el itinerario preciso que han de seguir, pero en su interior arde la esperanza de encontrar una Luz para el mundo.

Su llegada a la ciudad santa de Jerusalén provoca el sobresalto general. Convocado por Herodes, se reúne el gran Consejo de «los sumos sacerdotes y los escribas del pueblo». Su actuación es decepcionante. Son los guardianes de la verdadera religión, pero no buscan la verdad. Representan al Dios del Templo, pero viven sordos a su llamada.

Su seguridad religiosa los ciega. Conocen dónde ha de nacer el Mesías, pero ninguno de ellos se acercará a Belén. Se dedican a dar culto a Dios, pero no sospechan que su misterio es más grande que todas las religiones, y tiene sus caminos para encontrarse con todos sus hijos e hijas. Nunca reconocerán a Jesús.

El rey Herodes, poderoso y brutal, solo ve en Jesús una amenaza para su poder y su crueldad. Hará todo lo posible para eliminarlo. Desde el poder opresor solo se puede «crucificar» a quien trae liberación.

Mientras tanto, los magos prosiguen su búsqueda. No caen de rodillas ante Herodes: no encuentran en él nada digno de adoración. No entran en el Templo grandioso de Jerusalén: tienen prohibido el acceso. La pequeña luz de la estrella los atrae hacia el pequeño pueblo de Belén, lejos de todo centro de poder.

Al llegar, lo único que ven es al «niño con María, su madre». Nada más. Un niño sin esplendor ni poder alguno. Una vida frágil que necesita el cuidado de una madre. Es suficiente para despertar en los magos la adoración.

El relato es desconcertante. A este Dios, escondido en la fragilidad humana, no lo encuentran los que viven instalados en el poder o encerrados en la seguridad religiosa. Se les revela a quienes, guiados por pequeñas luces, buscan incansablemente una esperanza para el ser humano en la ternura y la pobreza de la vida.

José Antonio Pagola

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6.1.19. Me pido un abrazo. Epifanía de Dios: Magas, mujeres (y reyes)

Domingo, 6 de enero de 2019
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48422018_2276606585947275_8657895783669956608_nDel blog de Xabier Pikaza:

Dice una tradición que los Magos trajeron a Jesús Oro, Incienso y Mirra, pero que lo hicieron para despistar, pues en realidad lo que ellos querían era sólo abrazar a Jesús, y así lo hicieron, dejándose abrazar por él.

Sigue diciendo esa misma tradición que no eran reyes, ni varones, sino mujeres sabias, eficientes y buenas (o quizá dos mujeres y un hombre: Melchora, Gaspar y Baltasara…), pues lo que Jesús niño y María con José necesitaban no eran hombres barbudos y sesudos, sino mujeres cercanas, amorosas, sabias, parta ofrecer su presencia y enseñarle a ser Mesías (con María y José, sus padres).

Sea como fuere, la Iglesia celebra el 6 de Enero la fiesta de la Epifanía, es decir, de la revelación de Dios a los Magos/as de Oriente, esto es, a los sabios, astrónomos… que buscan la Estrella de Dios, es decir, el signo de la Vida (la Promesa Mesiánica) en las tradiciones del judaísmo.

a) No se dice que sean Reyes, sino magos”, representantes de la sabiduría y religión de Oriente (Persia, India, China, el mundo entero…), hombres de culturas distintas, muy sabia, que interpretan los signos de los “astros” (la sacralidad cósmica), pero que siguen buscando algo más, que puede ofrecerles el Mesías Judío de los pobres y excluidos de la tierra.

49704075_1146217962222061_3092584488450916352_nb) Son mujeres sabias, como la Reina de Saba, que vino a ver a Salomón, como recuerda el mismo Jesús (Mt 12, 42‒44), que trajeron a Jesús lo más importante: El cariño, el cuidado, comida apropiada. Sí, estoy convencido de que eran “magas” en el sentido radical de la palabras, porque sólo las mujeres saben recibir a los que vienen, acompañando a la madre (como en la historia famosa de Gloria Fuertes, con portada e ilustración de su libro).

c) Son el Oriente… No vienen de Grecia (sabiduría racional), ni de Roma (orden político), sino del ancho mundo de la vida abierta al misterio y a la verdadera fraternidad. Vienen impulsados por su propia religión. No tienen que renunciar a nada (a sus posibles dioses, a sus tradiciones zoroastrianas o hindúes, budistas o taoístas…), sino a culminar su camino. Son la humanidad que busca, desde sus propias religiones.

d) Buscan al Rey de los Judíos… pero encuentran a Jesús, simplemente un Niño, como ellas sospechaban ya, un niño que fuera signo de la Humanidad Nueva. No llegan a la Iglesia organizada de tiempos posteriores, ni al cristianismo cultual, sino sólo a Jesús, rechazado por los representantes políticos del judaísmo o de la religión establecida de su tiempo. En este contexto se sitúa el texto, que tiene muchos rasgos, que ahora no quiero destacar. Sólo presentaré la lectura y una breve aplicación.

49439064_1146211245556066_2304244869062721536_nA todos los lectores y amigos del blog: Buen días de magos y magas, es decir, de reyes verdaderos, amorosos, viniendo llenos de abrazo.

Texto. Mateo 2, 1-12

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel””.
Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: “Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo”. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

EXPLICACIÓN GENERAL

49338801_1146209512222906_6510249154545975296_nEl texto es muy rico, está lleno de indicaciones que deberían estudiarse con más cuidado. Ahora sólo ofrezco algunas indicaciones generales

1. Jesús, Mesías de Dios, no está encerrado en el templo y ley de Jerusalén, sino abierto en Belén para todos los que vengan. No es Rey que impone su derecho en Sión, sino Niño necesitado, en brazos de su madre. No es Sacerdote que expande la sacralidad divina desde el tabernáculo del templo, sino niño amenazado, que debe exilarse en Egipto, asumiendo así la historia del auténtico Israel, Hijo de Dios (cf. 2, 15).

2. Los representantes religiosos y sociales de Israel (de la Gran Iglesia de entonces), todos ellos varones, no han venido a Belén para adorar al Rey de los judíos. Ellos conocen de algún modo el misterio (saben que el Mesías debe nacer en Belén), pero no quieren buscarle, ni le ofrecen el tesoro de su vida (cf. Mt 2, 11), pues están fijados en sus sacralidades nacionales y sociales. Esta es la paradoja de un mesías de Israel que los israelitas no aceptan. La subida mesiánica de los pueblos hacia Jerusalén queda truncada, pues Jerusalén no les reciba.

3. Herodes, el rey de los hombres poderosos, varones impositivos, no acepta el mesianismo de Jesús y decide matarle. De manera consecuente, la venida de los magos se inscribe en un contexto de persecución: el rey de turno persigue al verdadero Rey de los judíos, obligándole a exilarse, mientras los buscadores mesiánicos de oriente vuelven a sus tierras por otro camino. De esa forma, el Israel histórico de Herodes queda en manos de su propia violencia destructora (relato de los inocentes). Eso significa que la búsqueda de los pueblos que quieren adorar en Jerusalén al Rey Mesías ha fracasado, pues el Mesías no se encuentra allí.

4. El camino de los magos (es decir, de todos los pueblos que buscan de hecho a Dios, buscando la luz, en especial las mujeres) forma parte del mesianismo de Jesús: Como he dicho, estos magos gentiles que han buscado y le siguen buscando, para ofrecerle el homenaje de sus dones, son mujeres amigas: Ella traen el oro de la realeza, el incienso de la sacralidad, la mirra del perfume gozoso… Pero traen sobre todo el cariño, el abrazo la presencia, la palabras… La vida de los hombres ha sido y sigue siendo un don de mujeres, de madres, de hermanas, de amigas.

49787429_1146212082222649_5991821729763164160_n5. A lo largo de la historia de la cristiandad, muchos han aplicado y siguen aplicando a Jesús sólo un modelo de graves varones, reyes impositivos, que tiende a confundir el evangelio con sus intereses culturales o sociales, en Roma o Londres, en Moscú o América. Este ha sido quizá el mayor problema cristológico moderno: la vinculación de Jesús con los poderes dominantes de occidente, con un mundo de hombres-reyes que buscan poder y dinero. Los magos antiguos eran distintos, eran magos y magas, personas abiertas al amor. Muchos de nosotros (y, de algún modo, la iglesia) hemos secuestrado a Jesús en los muros de nuestra cultura dominante, sea filosófica o social, económica o militar.

6. La cristiandad posterior ha sentido miedo de esta universalidad del Cristo, encerrándole de nuevo bajo llaves religiosas de dominio, dentro de estructuras de poder cultural o social de graves varones; no ha dejado que emerja el Cristo verdaderamente ecuménico, capaz de unificar en amor a todas las naciones de la tierra. Se plantea así uno de los grandes retos de la iglesia ante el siglo XXI: o la cristología se vuelve católica (universal), capaz de recibir a los magos y de abrirse a todas las culturas de la tierra, en respeto fuerte y búsqueda de amor, o ella termina convirtiéndose en ideología particular de un pequeño grupo de cristianos, cada vez más perdidos dentro de una humanidad que busca otros caminos de realización, en clave de violencia.

7. El camino de los magos que buscan a Jesús… es el camino de todos los hombres (es decir, de mujeres y hombres), de todas las religiones… El Jesús de Belén o del Monte de pascua ha de estar dispuesto a recibir el oro de la cultura de los pueblos, el incienso de todas las formas de cultura religiosa… la mirra de todos los dolores… Los cristianos tenemos que sentirnos capaces de acoger la cultura religiosa de los pueblos… Sólo en ese sentido se puede hablar de “epifanía”. No se trata sólo de ir y llevar a los otros lo que tenemos, sino de recibir lo que nos ofrecen otros, en abrazo de amor…desde las mujeres sabias que fueron a visitar y engrandecer a Jesús.

AMPLIACIÓN TEOLÓGICA

Para los que tengan algo más de tiempo, he querido ampliar lo anterior, volviendo al texto del evangelio, vinculando este pasado de los magos (Mt 2, 1‒11) con el final del Evangelio (28, 16-20), distinguiendo así dos tipos misión:

a) Hay una misión centrípeta, es decir, de testimonio y levadura: Ofrecer una estrella de luz a quienes busquen y venga, de Oriente (como los Magos) o de Occidente (como serían en el caso de Jesús los Romanos). Esta es la misión de la vida y el ejemplo, la atracción creadora, como la de Jesús en Belén, que con su misma humanidad llama a todos los pueblos.

b) Hay una misión centrífuga, es decir, de salida y siembra: Extender la palabra entre todos los pueblos y personas. Se trata de dejar lo que tenemos, de perder nuestras seguridades, para buscar y enriquecer a todos con nuestra palabras. Así lo índice Jesúa, ya crecido, al final del evangelio, tras la pascua, desde el Monte de Galilea: «Id y haced discípulos entre todos los pueblos… y yo estaré con vosotros…” (Mt 28, 16-20).
Ambas misiones se implican y completan, la de Epifanía (testimonio) y la de Pentecostés (envío). Así lo mostraré en lo que sigue. Buen final de Epifanía a todos.

Introducción

Mateo ha evocado en torno al nacimiento de Jesús el tema de la expansión misionera de la iglesia (con el relato de los Magos), recuperando un tema clásico de la tradición israelita: la peregrinación de pueblos de Oriente, que vienen a Sión para ofrecer sus dones en el templo. Pues bien, según Mateo, ellos no quedan ya en Sión (ciudad del templo), sino que continúan el camino y llegan a Belén, lugar de las promesas mesiánicas. No adoran al Dios judío, que reina glorioso desde el santuario nacional de Jerusalén, sino que vienen a inclinarse ante el Niño que ha nacido en Belén, como signo de bendición para las naciones. Leer más…

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Los reyes magos somos nosotros. Fiesta de la Epifanía.

Domingo, 6 de enero de 2019
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images21Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El autor del primer evangelio (el de Mateo), que probablemente vive en Antioquía de Siria, lleva años viviendo una experiencia muy especial: aunque Jesús fue judío, la mayoría de los judíos no lo aceptan como Mesías, mientras que cada vez es mayor el número de paganos que se incorporan a la comunidad cristiana. Algunos podrían interpretar este extraño hecho de forma puramente humana: los paganos que se convierten son personas piadosas, muy vinculadas a la sinagoga judía, pero no se animan a dar el paso definitivo de la circuncisión; los cristianos, en cambio, no les exigen circuncidarse para incorporarse a la iglesia.

Mateo prefiere interpretar este hecho como una revelación de Dios a los paganos. Para expresarlo, se le ocurre una idea genial: anticipar esa revelación a la infancia de Jesús, usando un relato que no debemos interpretar históricamente, sino como el primer cuento de Navidad. Un cuento precioso y de gran hondura teológica. Y que nadie se escandalice de esto. Las parábolas del hijo pródigo y del buen samaritano son también cuentecitos, pero han cambiado más vidas que infinidad de historias reales.

La estrella

Los antiguos estaban convencidos de que el nacimiento de un gran personaje, o un cambio importante en el mundo, era anunciado por la aparición de una estrella. Orígenes escribía en el siglo III:

“Se ha podido observar que en los grandes acontecimientos y en los grandes cambios que han ocurrido sobre la tierra siempre han aparecido astros de este tipo que presagiaban revoluciones en el imperio, guerras u otros accidentes capaces de trastornar el mundo. Yo mismo he podido leer en el Tratado de los Cometas, del estoico Queremón, que han aparecido a veces en vísperas de algún aconteci­miento favorable; de lo que nos proporciona numerosos ejemplos” (Contra Celso I, 58ss).

Sin necesidad de recurrir a lo que pensasen otros pueblos, la Biblia anuncia que saldrá la estrella de Jacob como símbolo de su poder (Nm 24,17). Este pasaje era relacionado con la aparición del Mesías.

El bueno: los magos

De acuerdo con lo anterior, nadie en Israel se habría extrañado de que una estrella anunciase el nacimiento del Mesías. La originalidad de Mt radica en que la estrella que anuncia el nacimiento del Mesías se deja ver lejos de Judá. Pero la gente normal no se pasa las noches mirando al cielo, ni entiende mucho de astronomía. ¿Quién podrá distinguirla? Unos astrónomos de la época, los magos de oriente.

La palabra “mago” se aplicaba en el siglo I a personajes muy distin­tos: a los sacerdotes persas, a quienes tenían poderes sobrenaturales, a propagandis­tas de religiones nuevas, y a charlatanes. En nuestro texto se refiere a astrólogos de oriente, con conocimientos profundos de la historia judía. No son reyes. Este dato pertenece a la leyenda posterior, como luego veremos.

El malo: Herodes, los sumos sacerdotes y los escribas

La narración, muy sencilla, es una auténtica joya literaria. El arran­que, para un lector judío, resulta dramático. “Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes”. Cuando Mt escribe su evangelio han pasado ya unos ochenta años desde la muerte de este rey. Pero sigue vivo en el recuerdo de los judíos por sus construcciones, su miedo y su crueldad. Es un caso patológico de apego al poder y miedo a perderlo, que le llevó incluso a asesi­nar a sus hijos y a su esposa Mariamme. Si se entera del nacimiento de Jesús, ¿cómo reaccionará ante este competidor? Si se entera, lo mata.

Un cortocircuito providencial

Y se va a enterar de la manera más inesperada, no por delación de la policía secreta, sino por unos personajes inocentes. Mt escribe con asombrosa habili­dad narrativa. No nos presenta a los magos cuando están en Oriente, observando el cielo y las estre­llas. Omite su descubrimiento y su largo viaje.

La estrella podría haberlos guiado directamente a Belén, pero entonces no se advertiría el contraste entre los magos y las autoridades políticas y religiosas judías. La solución es fácil. La estrella desaparece en el momento más inoportuno, cuando sólo faltan nueve kilómetros para llegar, y los magos se ven obligados a entrar en Jerusalén.

Nada más llegar formulan, con toda ingenuidad, la pregunta más compromete­do­ra: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”. Una bomba para Herodes.

El contraste

Y así nace la escena central, importantísima para Mt: el sobresalto de Herodes y la consulta a sacerdotes y escribas. La respuesta es inmediata: “En Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas”. Herodes informa a los magos y éstos parten. Pero van solos. Esto es lo que Mt quiere subrayar. Entre las autori­dades políticas y religiosas judías nadie se preocupa por rendir homenaje a Jesús. Conocen la Biblia, saben las respuestas a todos los proble­mas divinos, pero carecen de fe. Mientras los magos han realizado un largo e incómodo viaje, ellos son incapa­ces de dar un paseo de nueve kilómetros. El Mesías es rechazado desde el principio por su propio pueblo, anunciando lo que ocurrirá años más tarde.

Los magos no se extrañan ni desaniman. Emprenden el camino, y la reapari­ción de la estrella los llena de alegría. Llegan a la casa, rinden homenaje y ofrecen sus dones. Estos regalos se han interpretado desde antiguo de manera simbólica: realeza (oro), divinidad (incienso), sepultura (mirra). Es probable que Mt piense sólo en ofrendas de gran valor dentro del antiguo Oriente. Un sueño impide que caigan en la trampa de Herodes.

Los Reyes magos, somos nosotros

A alguno quizá le resulte una interpretación muy racionalista del episodio y puede sentirse como el niño que se entera de que los reyes magos no existen. Podemos sentir pena, pero hay que aceptar la realidad. De todos modos, quien lo desee puede interpretar el relato históricamente, con la condición de que no pierda de vista el sentido teológico de Mt. Desde el primer momento, el Mesías fue rechazado por gran parte de su pueblo y aceptado por los paganos. La comunidad no debe extrañarse de que las autoridades judías la sigan rechazando, mientras los paganos se convierten.

La mitificación de la estrella

La estrella ha atraído siempre la atención, y sigue ocupando un puesto capital en nuestros naci­mientos. Mt, al principio, la presenta de forma muy sencilla, cuando los magos afirman: “hemos visto salir su estrella”. Sin embargo, ya en el siglo II, el Protoevangelio de Santiago la aumenta de tamaño y de capacidad lumínica: “Hemos visto la estrella de un resplandor tan vivo en medio de todos los astros que eclipsaba a todos hasta el punto de dejarlos invisibles”. Y el Libro armenio de la infancia dice que acompañó a los magos durante los nueve meses del viaje.

En tiempos modernos incluso se ha intentado explicarla por la conjunción de dos astros (Júpiter y Saturno, ocurrida tres veces en 7/6 a.C.), o la aparición de un cometa (detectado por los astrónomos chinos en 5/4 a.C.). Esto es absurdo e ingenuo. Basta advertir lo que hace la estrella. Se deja ver en oriente, y reaparece a la salida de Jerusalén hasta pararse encima de donde está el niño. Puesta a guiarlos, ¿por qué no lo hace todo el camino, como dice el Libro armenio de la infancia? ¿Y cómo va a pararse una estre­lla encima de una cuna? Para Dios «nada hay imposible», pero dentro de ciertos límites.

El número y nombre de los magos

En el Libro armenio de la infancia (de finales del siglo IV) se dice: “Al punto, un ángel del Señor se fue apresurada­mente al país de los persas a avisar a los reyes magos para que fueran a adorar al niño recién nacido. Y éstos, después de haber sido guiados por una estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el momento en que la Virgen daba a luz… Y los reyes magos eran tres hermanos: el primero Melkon (Melchor), que reinó sobre los persas; el segundo, Baltasar, que reinó sobre los indios, y el tercero, Gaspar, que tuvo en posesión los países de los árabes”. Para Mt, el dato esencial es que no son judíos, sino extranjeros.

            Según Justino proceden de Arabia. Luego se impone Persia. En cuanto al número, la iglesia siria habla de doce.

El contraste entre la primera lectura y el evangelio

La liturgia parece ver en el relato de los magos el cumplimiento de lo anunciado en el libro de Isaías (Is 60,1-6).

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;

la gloria del Señor amanece sobre ti!

Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos,

pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti.

Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora.

Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti;

tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.

Entonces lo verás, radiante de alegría;

tu corazón se asombrará, se ensanchará,

cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar

y te traigan las riquezas de los pueblos.

Te inundará una multitud de camellos,

de dromedarios de Madián y de Efá.

Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro,

y proclamando las alabanzas del Señor.

            Sin embargo, la relación es de contraste. En Isaías, la protagonista es Jerusalén, la gloria de Dios resplandece sobre ella y los pueblos paganos le traen a sus hijos, los judíos desterrados, la inundan con sus riquezas, su incienso y su oro. En el evangelio, Jerusalén no es la protagonista; la gloria de Dios, el Mesías, se revela en Belén, y es a ella adonde terminan encaminándose los magos. Jerusalén es simple lugar de paso, y lugar de residencia de la oposición al Mesías: de Herodes, que desea matarlo, y de los escribas y sacerdotes, que se desinteresan de él.

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06 Enero. Epifanía. Ciclo C

Domingo, 6 de enero de 2019
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“¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?

Hemos visto salir en Oriente su estrella, y venimos a adorarle.”

(Mt 2,1-12)

Hoy recordamos la visita de unos sabios extranjeros a Jesús recién nacido. La historia es como un juego de reyes: en primer lugar, para entrar en el espíritu del Evangelio, podemos olvidarnos de todas las ideas sobre Melchor, Gaspar y Baltasar que pueblan nuestro imaginario. El segundo rey es Herodes, el rey de Judea. Y el tercer rey es Jesús, el Mesías judío que ya desde el comienzo atrae a gente de otras naciones.

En la escena, los sabios son quienes van de acá para allá. Vienen de lejos siguiendo una estrella que les ha de llevar hasta el rey de los judíos. Mirándoles sentimos el sabor que nos dejan las personas libres: lo que les guía es una estrella del cielo, están en movimiento, les llena la alegría. Van sin expectativas, prejuicios ni intereses, saben reconocer a Jesús. Y, lo más importante: lo adoran.

Esto es lo que la liturgia nos invita a hacer en este tiempo: como los sabios, ponernos delante de Jesús vacías de nosotras mismas, sin pedir, sin querer comprender, sin esperar nada. Solo permanecer en silencio.

La actitud de Herodes es completamente diferente. Quiere saber dónde está el Mesías, pero tiene miedo. Teme por su propio poder. Pretende encontrar a Jesús sin moverse de su palacio.

Y Jesús, tan pequeñín, ya mueve a tanta gente. Este tiempo nos ayuda tal vez a acercarnos a él con más sencillez, confianza, silencio. Cuando crece, a veces sentimos que no le comprendemos, que le pedimos demasiado y hacemos demasiado poco, que no tenemos ganas de acercarnos a él por miedo a que la vida se nos complique más de lo que ya está… Hoy se nos regala una buena ocasión para estar, para poner el corazón, sin más propósito, delante del Señor de nuestra vida.

Oración

Padre, que tu Santa Ruah nos vaya transformando en personas sabias y libres,

capaces de cruzar oasis y desiertos buscando a tu Hijo en nuestro mundo.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Dios se está manifestando siempre en todo lo que es.

Domingo, 6 de enero de 2019
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mirando-al-cieloMt 2, 1-12

Es una de las fiestas más antiguas, anterior a la Navidad. “Epifanía” significa en griego manifestación. Parece ser que en su primer significado hacía referencia a la primera luz que aparecía en Oriente y anunciaba el nuevo día. Hasta hace bien poco se conmemoraban este día tres ‘manifestaciones’ de Jesús: la adoración de los magos, la boda de Caná y el bautismo. Hoy celebramos en occidente la adoración de los magos, más conectada con la Navidad y como símbolo de la llamada de todos los pueblos a la salvación ofrecida por Dios en Jesús. En oriente se sigue celebrando hoy la Navidad.

No hay la más mínima posibilidad de que el relato, que hoy leemos del evangelio de Mt, sea histórico. Esto no nos debe preocupar en absoluto, porque lo que se intenta con esa “historia” es dar un mensaje teológico. Dios se está manifestando siempre. El que lo descubre tiene que convertirlo en imágenes para poder comunicarlo a los que no lo han descubierto. Si nos quedamos en los signos, no descubriremos la realidad. Dios se manifiesta siempre, pero nosotros lo descubrimos solo en circunstancias muy concretas.

El concebir la acción de Dios como venida de fuera, y haciendo o deshaciendo algo en el mundo material, sigue jugándonos muy malas pasadas. Muchas veces he intentado explicar cómo es la actuación de Dios, pero acepto que es muy difícil de comprender, mientras sigamos creyendo en un Dios todopoderoso, apto para deshacer cualquier entuerto. Pensemos, por ejemplo, en el comienzo de la mayoría de las oraciones de la liturgia: “Dios todopoderoso y eterno… para terminar poniendo el cazo.

Debemos superar la idea de Dios creador como hacedor de algo que deja ahí fuera. Dios no puede desentenderse de la criatura, como hacemos nosotros al ‘crear’ algo. Lo que llamamos creación es manifestación de Dios, que está ahí sosteniendo en el ser a su criatura. Imaginad que la creación es la figura que se refleja en el espejo. Si quitamos del medio la realidad reflejada, el espejo no podría reflejar ninguna imagen. Dios crea porque es amor y en la creación manifiesta su capacidad de darse. Al crear, Dios solo puede buscar el bien de las criaturas, no puede esperar nada para Él.

La creación no falla nunca. Siempre está manifestando a su creador. En el Génesis se repite una y otra vez, que lo que iba haciendo Dios era “bueno”. Cuando llega a la creación del hombre, dice: era todo “muy bueno”. La idea de un Dios que tiene que estar haciendo chapuzas con la creación, es mezquina. La idea de una salvación como reparación de una creación que le salió mal, es consecuencia de un maniqueísmo mal disimulado. Cada ser humano puede no ser consciente de lo que es y vivir como lo que no es, pero en el fondo seguirá siendo manifestación de Dios, y como tal, único y perfecto.

Podemos seguir diciendo que Dios actúa puntualmente en la historia, que se sigue manifestando en los acontecimientos, pero conscientes de que es una manera impropia de hablar. Con ello queremos indicar que el hombre, en un momento determinado, se da cuenta de la presencia de Dios, y para él es como si en ese momento Dios se hiciera presente. Como Dios está en toda criatura y en todos los acontecimientos, está ahí en todo momento. La manifestación de Dios es siempre la misma para todos, pero sólo algunos, en circunstancias concretas, llegan a descubrir su teofanía.

La presencia de Dios nunca puede ser apodíctica, nunca se puede demostrar, porque no tiene consecuencias que se puedan percibir por los sentidos y por lo tanto no se puede obligar a nadie a admitir esa presencia. Es indemostrable. Tener esto claro equivaldría a desmontar todo el andamiaje de las acciones espectaculares como demostración de la presencia del poder de Dios. No digamos nada cuando ese poder se quiere poner al servicio de los “buenos”, e incluso, en contra de los “malos”. Pascal decía: “Toda religión que no confiese un Dios escondido es falsa”.

Dios es a la vez, el Dios que se revela siempre y el Dios que siempre está escondido. La experiencia de los místicos les llevó a concluir que Dios es siempre el ausente. S. Juan de la Cruz lo dejó claro: “A dónde te escondiste, Amado y me dejaste con gemido. Como el ciervo huiste, habiéndome herido. Salí tras ti clamando y eres ido.” Y el místico sufí persa Rumi dice: “Calla mi labio carnal. Habla en mi interior la calma, voz sonora de mi alma, que es el alma de otra Alma eterna y universal. ¿Dónde tu rostro reposa, Alma que a mi alma das vida? Nacen sin cesar las cosas, mil y mil veces ansiosas de ver Tu faz escondida.

El relato de los Magos. No hace referencia a personas sino a personajes. Ni eran reyes ni eran magos ni eran tres. Eran sabios que escudriñaban el cielo para entender la tierra. Porque estaban buscando, encontraron. Fijaos que lo descubren los que estaban lejos, pero no se enteraron de nada lo que estaban más cerca del niño. Para descubrir la presencia de Dios, lo único definitivo es la actitud. Al descubrir algo sorprendente, se pusieron en camino. No sabían hacia donde encaminarse, pero arriesgaron.

Otro mensaje importantísimo para los primeros cristianos, casi todos judíos, es que todos los seres humanos están llamados a la salvación. Para nosotros hoy esto es una verdad obvia, pero a ellos les costó Dios y ayuda salir de la conciencia de pueblo elegido. Pablo lo propone como un misterio que no había sido revelado en otro tiempo: “También los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la de la promesa”. Lo definitivo no es pertenecer al pueblo elegido, sino estar en sincera búsqueda.

Preguntan por un Rey, contrapuesto al rey Herodes. La ciudad se sobresaltó con él, es decir identificada con el rey en su tiranía. Es Herodes el que lo identifica con el Mesías. Los sacerdotes y escribas “sabían” donde tenía que nacer, pero no experimentan ninguna reacción ante acontecimiento tan significativo. Una vez más se demuestra que el conocimiento puramente teórico no sirve de nada.

En aquellas culturas, el signo de la presencia extraordinaria de Dios en una vida humana era la estrella. Se creía que el nacimiento de todo personaje importante estaba precedido por la aparición de su estrella. El relato nos dice que la estrella de Jesús solo la pudo ver el que está mirando al cielo. Solo los que esperan algo nuevo están en condiciones de aceptar esa novedad. Los magos, insatisfechos, siguen escudriñando el cielo y por eso pueden detectar la gran novedad de Jesús. En Jerusalén nadie la descubre.

Los dones que le ofrecen son símbolo de lo que significa aquel niño para los primeros cristianos después de haber interpretado su vida y su mensaje. El oro, el incienso y la mirra son símbolos místicos de lo que el niño va a ser: el oro era el símbolo de la realeza;

El incienso se utilizaba en todos los cultos que solo se tributan a Dios; la mirra se utilizaba para desparasitar el cuerpo y para embalsamar, como hombre.

Meditación

¿Por qué no descubrimos a Dios? Muy sencillo:
O busco un dios que no existe.
O le busco donde no está.
O le busco con la razón y no con el corazón.
No hay que buscar a Dios
si no la luz que nos permita verlo en todas partes.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Una Estrella en Oriente.

Domingo, 6 de enero de 2019
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_reyesmagos“Cuando miras el cielo y fijas una estrella, si sientes escalofríos bajo la piel, no te abrigues, no busques calor, no es frío, es solo amor” (Kahlil Gibran)

6 domingo. Festividad de los Reyes Magos

Mt 2, 1-12

Vimos su estrella en oriente y venimos a adorarle (v 2)

El llamado evangelio del Pseudo Tomás -o Evangelio de la infancia- del siglo II, es un evangelio apócrifo, no incluido en la actual Biblia, y dice que estos magos tenían vínculos familiares entre sí, y que llegaron a Belén con tres legiones de soldados: una de Persia, otra de Babilonia y otra de Asia. De ahí, puede ser, que se les considerara reyes o líderes.

¿Os imagináis el espanto, de San José, la Virgen, el niño, el buey, la vaca, los pastores, las ovejas, y hasta los ángeles, que estuvieron quizás a punto de reclamar el rápido descenso de las doce legiones celestiales al son de divinas trompetas celestiales, ante semejante terrenal comitiva?

“¿Quién nos dio ojos para ver los astros, sin darnos los brazos para alcanzarlos?, dijo la escritora portuguesa Florbela Spanca. Mis brazos se alargaron más allá del oriente y se perdieron abrazando y besando estrellas buscando al niño en la cuna. Porque, como también dijo el francés Christian Bobin Hay una estrella en el cielo para cada uno de nosotros, lo suficientemente lejos para que nuestros errores no la opaquen jamás”.

El pasaje evangélico de La adoración de los magos, es una de las escenas religiosas más representadas en la pintura, sobre todo en le época que va desde el románico hasta el barroco, en todas sus etapas, aunque se sigue practicando en todos los estilos posteriores hasta la actualidad.

El Greco pintó una escena que muestra la Adoración de los Reyes Magos. En la composición, María y el Niño Jesús son la figura central. El niño extiende un brazo para recibir los presentes que le ofrecen los magos, quienes se muestran tanto con atuendos como con colores de piel diferentes; alegoría pictórica de los continentes conocidos en el contexto del autor. El que le ofrece directamente el regalo deja su corona en el suelo como símbolo de la jerarquía divina de Jesús. La escena transcurre en un ambiente palaciego, de la que se observa detrás de las columnas plasmadas con trazos clasicistas, una cúpula.

Lionello Puppi comenta, en El Greco en Italia y el arte italiano, haciendo referencia a la Adoración que se conserva en el Museo Benaki: “…manifiesta una evidencia híbrida en la que se mezclan y conviven, si bien con algunos desequilibrios estridentes, signos iconográficos y estilemas de procedencia italiana y griega”.

Kahlil Gibran, decía: “Cuando miras el cielo y fijas una estrella, si sientes escalofríos bajo la piel, no te abrigues, no busques calor, no es frío, es solo amor”.

Yo por las noches miro más allá de las nubes y clavo estrellas en el cielo sin sentir temblores en el cuerpo. No me pongo el abrigo de colores, ni busco calentar mis sentidos, porque desde que veo una Estrella en oriente, el frío se convierte en amores.

Rubén Darío nos introduce el la escena con el siguiente Poema modernista:

LOS REYES MAGOS

Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso.
Vengo a decir: la vida es pura y bella.
Existe Dios. El amor es inmenso.
¡Todo le sé por la divina Estrella! 

Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo
Existe Dios. Él es la luz del día.
La blanca flor tiene sus pies en todo.
¡Y en el placer hay la melancolía!

Soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro
que existe Dios. Él es el grande y fuerte.
Todo lo sé por el lucero puro
que brilla en la diadema de la Muerte.

Gaspar, Melchor y Baltasar, callaos.
Triunfa el amor y a su fiesta os convida,
¡Cristo resurge, hace luz del caos
y tiene la corona de la Vida!

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Epifanía del Señor.

Domingo, 6 de enero de 2019
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fichero_25918_20130104(Mt 2, 1-12)

Epifanía: Manifestación de Jesús como Mesías esperado, como salvador universal, a todos los pueblos y culturas. El relato de “la Adoración de los Magos” representa de manera simbólica que, en Jesús, Dios se hace visible, se manifiesta. Epifanía es, también, la fiesta de la luz. Dios, desde Jerusalén, es la luz para todos los pueblos (1ª lectura de hoy). Jesús de Nazaret es la luz de todos los hombres. Y Jesús nos encomienda a sus seguidores “ser luz del mundo y sal de la tierra”.

Mateo escribe para una comunidad de judeo-cristianos en lenguaje y simbología judía del siglo I de nuestra era. Su audiencia conoce el Antiguo Testamento y Mateo lo usa como punto de partida para la enseñanza de la Buena Nueva que les trae. En el relato de la Adoración de los Magos, actualiza y adapta los siguientes textos bíblicos: Num 24,17. Is 60,6 (nuestra primera lectura de hoy) y el Salmo 72. Diríamos que Mateo se acomoda a su audiencia para facilitarles los nuevos aprendizajes. Les habla en su vocabulario a partir de sus conocimientos previos y su cultura. Es un buen ejemplo que tenemos que imitar nosotros. Para comprender y asimilar el mensaje que la Biblia trasmite, tenemos que traducir ese texto a pensamiento cristiano del siglo XXI. Leerlo y predicarlo desde nuestra cultura, con nuestro vocabulario, metáforas y modos de pensar.

En el Evangelio de hoy, la Adoración de los Magos, se nos relata cómo unos sabios (astrólogos) de Oriente buscan lo que una estrella nueva les revela. Buscan al Rey de los judíos. A los Magos su inquietud, (“han visto su estrella”) los lleva a lo imposible e inverosímil. Nada los detiene. Tienen muy claro lo que quieren y no renuncian a su logro. La necesidad no repara en medios. Tesón no les falta. Los guía una estrella que han visto nacer.

Los Magos (sabios) de Oriente son símbolo (semeia significa que trasmite “experiencias”) del ser humano en su búsqueda de Dios, su anhelo de infinito y plenitud. La estrella simboliza la fuerza de los anhelos más profundos del ser humano. Es la impronta, la huella, la marca de cantero que Dios ha dejado en nosotros. La nostalgia de lo divino, lo sublime, lo infinito, lo pleno, lo Otro.

Intentemos seguir los pasos del proceso de búsqueda-encuentro-manifestación que siguieron los Magos. Los Magos buscan al Rey de los judíos porque “hemos visto su estrella” (los prohombres de la Antigüedad eran anunciados por una estrella. Ejemplos: Alejandro Magno, César Augusto). Lo encuentran en un niño, en casa, con su madre, María. Descubren lo divino en lo humano, en lo más débilmente humano. Este es el núcleo del mensaje del relato de la Adoración de los Reyes Magos. Lo divino está en lo humano. Cuanto más humano más divino. ¡Hace falta tener ganas para descubrirle de esa guisa! ¿Dudarían los Magos de lo que estaban viendo? ¿Cómo puede ser que este niño sea “el Rey de los judíos que ha nacido “el hijo del Altísimo”?

Como los Magos nosotros también somos buscadores de Dios. Y como ellos debemos preguntarnos ¿A qué Dios buscamos? ¿Dónde lo encontraremos? ¿Cómo sabremos que lo hemos encontrado? A nosotros también nos será difícil descubrir a Dios donde hoy sabemos que está pero no parece que nos convenza la propuesta. En nuestra cultura postmoderna, con frecuencia, nos hemos hecho “incapaces de Dios”. Dios no cuenta en nuestras vidas tanto como necesitamos. Nuestra fe está descafeinada, es demasiado líquida, inoperante. Confundimos a Dios con los ídolos. Parece que no necesitamos a Dios, superficialmente, pero en el fondo “mi alma tiene sed de Ti”. Este es nuestro dilema, nuestra contradicción.

El Dios que necesitamos buscar es el Dios de Jesús, el Abba, el Padre, que es Amor-ágape (fusión). El Dios que es Uno con nosotros y en nosotros. El Dios que solo puede amar y busca solo nuestra felicidad. Toda otra imagen de Dios no nos vale. Nos destruye. Lejos de ser nuestra fuerza es nuestro peligro, nuestro placebo. De ahí el miedo y temor a esas imágenes “tétricas” del dios que no puede ser Dios en quien confiar ya quien amar. La fe cristiana es la experiencia de la bondad de Dios, de su amor para con nosotros, de su presencia en nuestra historia personal y comunitaria. Por eso podemos vivir con confianza en su preocupación por nuestra felicidad.

A este Dios hay que buscarle en donde está. En ti, en los otros, en la naturaleza, en el Evangelio, en Jesús. No le busques fuera, está dentro de ti. Más íntimo a ti que tu mismo (S. Agustín) o como Elías en el Horeb. Dios no esta en el viento, ni en el terremoto, ni en el fuego. Está en la brisa suave: paz, silencio, sosiego, esperanza. Lo que buscas está en ti y en los otros.

Por último ¿cómo puedo saber que lo he encontrado? Por los frutos. Si de mí surge la necesidad de un compromiso con las tareas del Reinado de Dios. Si lo que he recibido gratis yo lo doy gratis. Si soy amor porque Dios es amor. Si mi vida no tiene sentido sin “el principio Dios”. Si soy para mis próximos un regalo de Reyes. Entonces ten la seguridad de que has encontrado lo que buscabas, tu plenitud humana. Y ahora serás lámpara encendida y puesta en el candelero para iluminar a los que te rodean.

En resumen: El mensaje del evangelio de los Reyes Magos es un mapa que nos muestra el terreno a pisar en la búsqueda, encuentro y manifestación del “Enmanuel”, Dios con nosotros. Y en versión siglo XXI. “Dios en nosotros”.

África De La Cruz Tomé

Fuente Fe Adulta

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La estrella y el camino de la verdad. Fiesta de Epifanía.

Domingo, 6 de enero de 2019
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reyes estrella6Mt 2, 1-12

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

-“¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”.

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:

-“En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: «Y tú Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel»”.

Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

-“Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarle”.

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abrieron sus cofres y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Parece claro que el presente texto es una construcción del evangelista, que le sirve para mostrar la dimensión universal del nacimiento de Jesús, como apertura o “epifanía” (manifestación) a todos los humanos, personificados en los “magos de Oriente”.

Con ello prepara el próximo relato –debido a la persecución de Herodes, los padres del niño huirán con él a Egipto–, en el que se hace presente la intención de Mateo de presentar a Jesús como el “nuevo Moisés” que vendrá de Egipto para liberar a su pueblo.

Más allá de la intencionalidad del evangelista, el texto encierra un profundo simbolismo, cargado de sabiduría.

Todo empieza con una “estrella”. Es la luz interior (intuición, insight) la que desencadena el proceso de búsqueda y nos pone en camino. Puede aparecer de manera inesperada en cualquier momento y, con frecuencia, suele surgir en una situación de crisis que, al remover nuestros hábitos, hace que nos abramos a una dimensión más profunda.

En cualquier caso, se trata siempre de la voz del anhelo que nos habita, y que no es otra cosa que expresión de nuestra verdadera identidad que nos llama para “volver a casa”.

La estrella no tiene otra finalidad que la de conducirnos a “casa”. Pero apenas iniciamos el camino aparecen las dificultades: los apegos que no estamos dispuestos a soltar, las formas de funcionar que se nos han hecho habituales, el miedo a la incomodidad que supone todo cambio, el susto ante lo desconocido… y, en último término, la ignorancia básica que nos hace tomarnos por lo que no somos y nos mantiene en esa noria de insatisfacción que empieza y acaba en el yo.

El relato dice que los magos llevaron oro, incienso y mirra. La meta a la que apunta la voz del anhelo requiere desapego y desprendimiento de nuestros “tesoros”. Y eso solo es posible cuando comprendemos que aquello a lo que nos habíamos aferrado palidece ante la verdad de lo que somos.

En efecto, el camino en el que nos introduce el anhelo es el camino de la verdad: la estrella siempre conduce a la verdad. Y sabemos o intuimos que la verdad nos va a desnudar de todo aquello que habíamos absolutizado. Por ese motivo es importante que nos preguntemos si realmente buscamos la verdad… o nos conformamos con cualquier sucedáneo.

Puede ser que afirmemos alegremente que deseamos la verdad y, sin embargo, nos embarquemos en el llamado “camino espiritual” buscando sencillamente bienestar, tranquilidad o seguridad, es decir, una situación que podamos controlar. Si es así, no será extraño que nos veamos zarandeados por la Vida y, antes o después, confrontados con la motivación real que mueve nuestra búsqueda.

¿Busco la verdad por encima de cualquier otra cosa o busco que se puedan realizar mis expectativas?

Enrique Martínez Lozano

Boletín Semanal

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No hay sueño sin ensueño.

Domingo, 6 de enero de 2019
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estrella-belenDel blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

01. BÚSQUEDA DE LOS MAGOS DE ORIENTE.

Los Magos, gente pagana y extranjera han visto salir la estrella en ORIENTE (¿Y quién no es extranjero y medio pagano en esta vida?)

Las palabras tienen significados que pueden quedar olvidados o gastados. En castellano decimos: “ORIENTAR”, “estoy ORIENTADO / DESORIENTADO”, etc. La luz, el sol nace en Oriente.

Los Magos están en una espesa noche, como todos y como casi siempre. Si ven la estrella es porque están de noche, pero siempre que es media noche, comienza un nuevo día. Vienen de ORIENTE, vienen del sol naciente y caminan hacia la luz. Están ORIENTADOS.

Oriente es donde nace el sol, la luz. Los Magos siguen la luz, siguen la estela de la estrella. Aman y, por ello, buscan la verdad.

La vida nos puede ser favorable o menos, podemos atravesar por noches oscuras y valles de tinieblas, pero como antiguamente Abraham y los Magos, si miramos la estrella, estamos ORIENTADOS, quizás sufrientes, pero ORIENTADOS

Ya quisiéramos que los medios de comunicación, los planes de educación, colegios-ikastolas, universidades, incluidos obispos y mundo eclesiástico orientaran y transmitieran luz…

02. ¿DÓNDE ESTÁ EL REY DE LOS JUDÍOS? ¿DÓNDE ESTÁ DIOS?

v 2. PREGUNTARON: ¿DÓNDE ESTÁ EL REY DE LOS JUDÍOS? HEMOS VISTOS SALIR SU ESTRELLA Y VENIMOS A ADORARLE.

¿Dónde está el rey de los judíos?

Herodes es rey de Judea. Los magos buscan al rey de los judíos (¿). Y es que quien ama y busca la luz y la verdad únicamente se postran ante la Luz, la Verdad. Solamente la verdad os hará libres. (Jn 8,32).

Cristo es el rey de los judíos (de los seres humanos). Los magos están hablando con el rey Herodes, pero ni le buscan a él, ni se postran ante él, ni le adoran. Le preguntan: dónde está el rey, porque “tú no lo eres”.

En la vida tendemos a adorar, a postrarnos o a hacer el “rendez vous” al jefe, al político de turno, al obispo, porque así “guardo la viña”, el puesto de trabajo, el cargo, etc. Esto es algo muy frecuente y lo vemos continuamente en las ideologías, en las instituciones económicas, religiosas, en el obispado…

El “dónde”, el lugar del hombre es Dios, y “Dios con nosotros” se llama Jesús, Enmanuel.

Pero no basta con el lugar físico: con el cuerpo, con Belén, o en otro orden de cosas con una supuesta seguridad doctrinal, institucional, etc. Aunque lo sepamos “todo”: el lugar del nacimiento de Jesús, todo el NT, toda la teología y el catecismo, hemos de hacer el recorrido personal lo mismo que los Magos, con las incertidumbres de las noches, con las dudas y esperanzas, siguiendo los parpadeos de las estrellas que aparecen y desaparecen. La fe es una luz (luminosidad) pero no una demostración.

“Los sabios y entendidos” (el poder) lo saben todo, pero no creen en nada. Conocen las formulaciones legales, dogmáticas, pero se hallan muy lejos de la verdad, están lejos de ella; aman el poder no la verdad, ni la luz.

mas-punteroLos amigos de Job conocían la doctrina respecto de la escatología, y la repiten como “charlatanes de feria”, pero no dan un paso “siguiendo la estrella” en búsqueda de la verdad y la esperanza.

Hay muchas apreciaciones en la vida que no coinciden con la formulación y el dogma oficiales, pero son búsquedas. La verdad no está en el armario de “DVD” verdades, sino en el corazón y en el pensamiento que sufren y buscan.

Decía San Agustín que “El alma (el ánima) está más presente donde ama (en el “lugar”, en la persona que ama) que en el cuerpo que la anima”. (San Agustín). La luz está presente en la estrella del cielo y en quien la mira con nostalgia que en Jerusalén y en los entendidos. Abraham miró las estrellas y creyó.

v. 12 OTRA VEZ EL SUEÑO: LOS MAGOS SE VUELVEN A SU CASA POR OTRO CAMINO.

Los magos, como José, son sensibles y reciben el mensaje de Dios en sueños. Le oyen, le escuchan.

(El sueño es siempre un lugar un poco enigmático. Por eso en la Biblia se creía que Dios hablaba en el sueño y los sueños del ser humano)

Los Magos se vuelven a su casa por otro camino. Y no cambian de camino para evitar a Herodes, sino porque han encontrado el camino.

La luz no está en los caminos y pretensiones de Herodes (y hay mucho Herodes y faraones sueltos por la historia), sino en el débil y acostado en un pesebre.

Tras haber intuido la luz de la estrella.

Volvamos también nosotros a casa por otro camino.

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“Una familia diferente”. Sagrada Familia – C (Lucas 2,41-52)

Domingo, 30 de diciembre de 2018
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Foto-no-Facebook-muda-vida-de-uma-família-no-litoral-de-SPEntre los católicos se defiende casi instintivamente el valor de la familia, pero no siempre nos detenemos a reflexionar el contenido concreto de un proyecto familiar, entendido y vivido desde el Evangelio. ¿Cómo sería una familia inspirada en Jesús?

La familia, según él, tiene su origen en el misterio del Creador que atrae a la mujer y al varón a ser «una sola carne», compartiendo su vida en una entrega mutua, animada por un amor libre y gratuito. Esto es lo primero y decisivo. Esta experiencia amorosa de los padres puede engendrar una familia sana.

Siguiendo la llamada profunda de su amor, los padres se convierten en fuente de vida nueva. Es su tarea más apasionante. La que puede dar una hondura y un horizonte nuevo a su amor. La que puede consolidar para siempre su obra creadora en el mundo.

Los hijos son un regalo y una responsabilidad. Un reto difícil y una satisfacción incomparable. La actuación de Jesús, defendiendo siempre a los pequeños y abrazando y bendiciendo a los niños, sugiere la actitud básica: cuidar la vida frágil de quienes comienzan la andadura por este mundo. Nadie les podrá ofrecer nada mejor.

Una familia cristiana trata de vivir una experiencia original en medio de la sociedad actual, indiferente y agnóstica: construir su hogar desde Jesús. «Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Es Jesús quien alienta, sostiene y orienta la vida sana de la familia cristiana.

El hogar se convierte entonces en un espacio privilegiado para vivir las experiencias más básicas de la fe cristiana: la confianza en un Dios Bueno, amigo del ser humano; la atracción por el estilo de vida de Jesús; el descubrimiento del proyecto de Dios, de construir un mundo más digno, justo y amable para todos. La lectura del Evangelio en familia es una experiencia decisiva.

En un hogar donde se le vive a Jesús con fe sencilla, pero con pasión grande, crece una familia acogedora, sensible al sufrimiento de los más necesitados, donde se aprende a compartir y a comprometerse por un mundo más humano. Una familia que no se encierra solo en sus intereses, sino que vive abierta a la familia humana.

Muchos padres viven hoy desbordados por diferentes problemas, y demasiado solos para enfrentarse a su tarea. ¿No podrían recibir una ayuda más concreta y eficaz desde las comunidades cristianas? A muchos padres creyentes les haría mucho bien encontrarse, compartir sus inquietudes y apoyarse mutuamente. No es evangélico exigirles tareas heroicas y desentendernos luego de sus luchas y desvelos.

José Antonio Pagola

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“Los padres de Jesús lo encuentran en medio de los maestros”. Domingo 30 de diciembre de 2018. Sagrada Familia

Domingo, 30 de diciembre de 2018
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06-sagradafamilia (C) cerezoLeído en Koinonia:

Eclesiástico 3, 2-6. 12-14: El que teme al Señor honra a sus padres.
Salmo responsorial: 127, 1-2. 3. 4-5: Dichosos los que temen al Señor.
Colosenses 3, 12-21: La vida de familia vivida en el Señor.
Lucas 2, 41-52: Los padres de Jesús lo encuentran en medio de los maestros

Celebramos hoy la fiesta de la Sagrada Familia. Los textos de la liturgia hacen referencia a temas familiares. En la primera lectura, tomada del libro del Eclesiástico, escuchamos los consejos que un hombre, Ben Sirac, que vivió varios siglos antes de Jesucristo, da a sus hijos. El respeto y la veneración de éstos hacia sus padres es cosa agradable a los ojos de Dios, que éste no dejará sin recompensa. Los hijos que veneren a sus padres serán venerados a su vez por sus propios hijos. Todos estos consejos, aún conservando hoy plena validez, parecen insuficientes, puesto que están dados desde una mentalidad estrictamente rural, en donde otros aspectos de la vida familiar no son tenidos en cuenta. No sólo importa hablar hoy del respeto que los hijos deber a los padres, sino de la actitud de éstos con relación a los hijos. Esta insuficiencia resulta particularmente notable en momentos como los actuales, cuando la familia tiene planteados problemas de pérdida de sus funciones.

Desde una perspectiva cristiana, la familia continúa teniendo una función insustituible: ser una comunidad de amor en donde los que la integran puedan abrirse a los demás con una total sinceridad y confianza. Dejando aparte los consejos que en último lugar da San Pablo, y que son puramente circunstanciales y muy ligados a las costumbres y mentalidad de la época, la exhortación a la mansedumbre, a la paciencia, al perdón y, sobre todo, al amor, es algo realmente básico para la familia de nuestro tiempo.

El evangelio de Lucas en el que se nos cuenta la pérdida del niño Jesús en el Templo, fue escrito probablemente unos cincuenta años después de este suceso. Doce años es, aproximadamente, la época en que los niños comienzan a sentirse independientes. Para Lucas, esta primera subida de Jesús a Jerusalén es el presagio de su subida pascual y por ello, estos acontecimientos hay que leerlos a la luz de la muerte y resurrección del Señor.

La sabiduría de Cristo ha consistido para Lc en entregarse desde su joven edad “a su Padre”, sin que esto quiera decir que supiera ya adónde le llevaría esa entrega. Pero en ella va incluida ciertamente la decisión de anteponer su cumplimiento a toda otra consideración. Sus padres no tienen aún esa sabiduría. María parece que llega a presentirla. Pero, de todas formas, respetan ya en su hijo una vocación que trasciende el medio familiar. Y esto es algo muy valioso para cada una de nuestras familias. La educación de los hijos tiene que comenzar por una actitud de sincero respeto. Si no, es imposible que surja la compresión y el amor.

Pablo da algunos consejos para la convivencia con otros. Se requiere humildad, acogida mutua, paciencia. Y si fuese necesario, perdonar. Así procede Dios con nosotros. Su actitud debe ser el modelo de la nuestra (v.12-13). Pero, “por encima de todo”, está el amor, de Él tenemos que revestirnos, dice Pablo empleando una metáfora frecuente en sus cartas (v.14). De este modo “la paz de Cristo” presidirá en nuestros corazones (v.15).

Si el amor es el vínculo que une a las personas, la paz se irá construyendo en un proceso, los desencuentros irán desapareciendo (los enfrentamientos también) y las relaciones se harán cada vez más trasparentes. En el marco de la familia humana, esos lazos son detallados en el texto del Eclesiástico (3,3-17).

Lucas nos presenta a la familia de Jesús cumpliendo sus deberes religiosos (vv. 41-42). El niño desconcierta a sus padres quedándose por su cuenta en la ciudad de Jerusalén. A los tres días, un lapso de tiempo cargado de significación simbólica, lo encuentran. Sigue un diálogo difícil, suena a desencuentro; comienza con un reproche: “¿Por qué nos has hecho esto?”. La pregunta surge de la angustia experimentada (v. 48). La respuesta sorprende: “¿Por qué me buscaban?” (v. 49), sorprende porque la razón parece obvia. Pero el segundo interrogante apunta lejos: “¿No sabían que yo debía estar en las cosas de mi Padre?”. María y José no comprendieron estas palabras de inmediato, estaban aprendiendo (v.50).

La fe, la confianza, suponen siempre un itinerario. En cuanto creyentes, María y José maduran su fe en medio de perplejidades, angustias y gozos. Las cosas se harán paulatinamente más claras. Lucas hace notar que María “conservaba todas las cosas en su corazón” (v. 51). La meditación de María le permite profundizar en el sentido de la misión de Jesús. Su particular cercanía a él no la exime del proceso, por momentos difícil, que lleva a la comprensión de los designios de Dios. Ella es como primera discípula, la primera evangelizada por Jesús.

No es fácil entender los planes de Dios. Ni siquiera María “entiende”. Pero hay tres exigencias fundamentales para entrar en comunión con Dios: 1) Buscarlo (José y María “se pusieron a buscarlo”); 2) Creer en Él (María es “la que ha creído”); y 3) Meditar la Palabra de Dios (“María conservaba esto en su corazón”). Leer más…

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30.12.18. No se perdió, vino a enseñar familia al templo

Domingo, 30 de diciembre de 2018
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imagesDel blog de Xabier Pikaza:

Sagrada Familia. Lc 2, 41-52. En el centro de la Navidad, la iglesia dedica este domingo último del año a la Familia de Jesús, que son José y María, con sus hermanos de Nazaret, los judíos de Galilea, cristianos de la Iglesia, y todos los hombres y mujeres de la tierra, , en especial los excluidos de todas las familias del mundo.

Con palabra piadosa, la tradición cristiana y el “5º misterio gozoso” del Rosario Católico suelen hablar del Niño perdido y hallado en el templo. Pero Jesús no se perdió por casualidad, sino que quiso quedar de propósito al templo (es decir, en la “gran iglesia”), para “enseñar allí familia” a los grandes doctores, que se creían expertos en leyes de familia, pero vacíos de humanidad.

Para cumplir su tarea de niño liberado (12 años), al servicio de la nueva familia de Dios (que son todos los hombres, y en especial los niños “perdidos”), Jesús dejó a sus padres (¿o saltó con su madre el muro?: cf. imagen 2, tomada de la Vanguardia: 27, 12, 18), dirigiéndose al templo.

No se “perdió”, como digo, sino que quiso proclamar precisamente allí, tras los muros del gran santuario protegido para los privilegiados del sistema, un proyecto y camino distinto de comunión y solidaridad de vida, debiendo romper para ello con un tipo de familia anterior.

48957914_1141349316042259_6900370281106243584_nPor eso empezó su misión de Mesías de Familia discutiendo con los doctores de la “iglesia”, tras los grandes muros del templo, donde quiso enseñar a los doctores, si fueran capaces de aprender y cambiar. Años más tarde volverá Jesús al templo a enseñar lo mismo, queriendo limpiar su comercio…, pero entonces, al fin, le mataron los protectores imperiales de aquel templo de Jerusalén.

Éste es un hondo tema importante de la Biblia, desde su primera página:

– El mismo Adán dice en Gen 2, 21-23, al mirar sorprendido y gozoso a la mujer, que todo hombre o mujer al crecer deja a sus padres para unirse a su mujer (o a su hombre), creando una familia diferente, de carne y vida, en línea genealógica, que puede tender a cerrarse en sí misma

– Pues bien, el hijo Jesús de Lc 2 abandona a sus padres, pero no para crear otra familia igual (y conflictiva), a fin de que todo siga como antes, sino para crear una distinta, de hijos de Dios Padre, empezando por el templo, que es el lugar más necesitado de buena familia y enseñanza , tanto en aquel tiempo, en Jerusalén, como ahora, a lo largo y ancho de la tierra.

Jesus temploÉste es el día de la familia de Dios, que son todos los hombres … un día en que muchos cantan complacidos la buena familia de Iglesia, donde los amores son (=deberían ser) siempre limpios, puros y universales (=crear familia para todos los niños del mundo), aunque han olvidado quizá que el estilo de familia de Jesús fue conflictivo, y que fue conflictiva relación que él mantuvo con sus padres y hermanos… porque venía a reunir en familia a los expulsados, dispersos y oprimidos de la tierra.

En esa línea deberá cambiar mucho nuestra sociedad, para que podamos sentirnos y ser hermanos y hermanas, familia de Jesús en comunión con todos los expulsados de la familia humana.

Este gesto de Jesús, que abandona a su familia y queda tres días y tres noches en el templo (como si no pensara en el dolor que causaba a sus padres) resulta tan conflictivo y contra-cultural que pone las carnes de gallina a quien lo piense, en una sociedad como la nuestra que, por una parte, abandona a los niños y por otra se muestra super-protectora con ellos.

El evangelio de hoy nos sitúa así ante una increíble ruptura familiar, que comienza con un niño de doce años…, al hacerse mayor de edad ante la Ley (es decir, ante Dios, en el entorno de la fiesta de la fiesta de la Bar Mitzvah), para decir su primera palabra de “mayor” y abrir el templo (lugar de Dios) para el abrazo y la vida de todos los niños del mundo.

Por eso, una familia que no posibilite (y en algún sentido no promueva) la independencia creadora de sus hijos (Jerusalén), al servicio de todos los niños del mundo, no responde al evangelio .

6324bb_ninomigranteEste Jesús que “deja” con ese fin a sus padres es un signo esencial de la nueva iglesia, un signo que nos hace recordar a los millones de niños perdidos (abandonados) en lugares que debían ser “templos”para ellos,muriéndose cada día en campos de concentración, pasando vallas prohibidos…

Según eso, en un momento dado, el niño-joven, para ser buen joven, como Jesús (al celebrar su mayoría de edad ante la ley de Dios), ha de superar un tipo de padre y madre para dedicarse a la búsqueda y creación de una nueva familia, porque las “cosas de mi Padre” son las cosas de todos los niños del mundo, en el templo de la vida que ha de abrirse para todos.

En ese sentido debemos recordar que los niños nos precederán en el Reino de Dios… Si ellos no empiezan, si no nos cambiar, no tendrá salida nuestra forma de vida y familia actual. Buen domingo a todos. Siga leyendo quien quiere vivir por dentro este evangelio.

images (1)Las imágenes son fáciles de entender, unas más tradicionales… Una es la del niño que que mira sorprendido y expectante más allá de la valla; otra la del niño que salta con la madre (¿María de Nazaret?) la valla prohibida de las leyes de los grandes doctores del “templo”.

Buen domingo a todos, con esa madre de la valla que enseña a su hijo Jesús a saltar al otro lado, para compartir familia con todos los marginados del templo y de la tierra. Lo que sigue es un comentario de Lc 2,41-52 (tomado en parte de mi Diccionario de la Biblia).

Texto: Jesús abandona a sus padres (Lucas 2, 41-52)

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.” Él les contesto: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?”

Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

a. EXÉGESIS BÁSICA

Rompiendo el contexto judío: Un niño que abandona a sus padres

Esta escena, construida de forma simbólica (no podemos decidir su historicidad), destaca la piedad de los padres y la sabiduría de Jesús, niño prodigio, dialogando con los maestros de Jerusalén. Así aparece como adolescente sabio que, a los doce años, como bar/ben mitzvah (hijo de los mandamientos), dialoga ya con los letrados del templo de Jerusalén. Los judíos actuales celebran esa fiesta de mayoría de edad a los trece años. No se sabe cómo lo hacían en tiempos de Jesús, pero es claro que Lucas evoca una celebración de ese tipo. Leer más…

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Fiesta de la Sagrada Familia. Ciclo C

Domingo, 30 de diciembre de 2018
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Sagrada_Familia_iconoDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

Dos lecturas que encajan

En una fiesta de la Sagrada Familia, esperamos que las lecturas nos animen a vivir nuestra vida familiar. Y así ocurre con las dos primeras.

Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2-6. 12-14

El libro del Eclesiástico insiste en el respeto que debe tener el hijo a su padre y a su madre; en una época en la que no existía la Seguridad Social, “honrar padre y madre” implicaba también la ayuda económica a los progenitores. Pero no se trata sólo de eso; hay también que soportar sus fallos con cariño, “aunque chocheen”.

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-21

La sección final de la carta a los Colosenses exhorta a vivir como cristianos, insistiendo en la bondad, el perdón, la paz, el agradecimiento a Dios. Después de estos consejos, añade una serie de advertencias dirigidas a las esposas, los maridos, los hijos, los padres, los esclavos y los señores. Las cuatro primeras han sido elegidas para esta fiesta de la Sagrada Familia. Pueden resultar extrañas por su carácter exigente, como si las relaciones familiares en Colosas dejaran bastante que desear. Pero estos consejos forman parte de la cultura de la época, muy influida por la filosofía estoica. Con una notable diferencia en nuestro caso: mientras los estoicos enfocaban estas virtudes desde un punto de vista humano, la carta adopta un enfoque cristiano. Hay que obrar de este modo “como conviene en el Señor” y “porque eso le gusta al Señor”. Cristo es el punto de referencia para el comportamiento en la familia cristiana. Precisamente este enfoque permite adaptar la advertencia dirigida a la mujer a nuevas circunstancias. Hoy día no se le puede pedir que viva bajo la autoridad del marido “como conviene en el Señor”. Pero todos los miembros de la familia deben plantearse cuál es la forma de vida que “conviene en el Señor” y la que más le agrada.

Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor.

Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.

Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor.

Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

¿Un evangelio impropio?

Después de los consejos anteriores, que animan a obedecer y respetar a los padres, lo que menos podíamos esperar es un evangelio en el que Jesús parece ofrecer un pésimo ejemplo de falta de respeto.

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: 

− Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados. 

Él les contestó: 

− ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? 

Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres. 

No sólo el hecho de quedarse en el templo sin avisar, sino también la respuesta tan chulesca que da a María, le habrían merecido una bofetada en cualquier cultura anterior a la nuestra. Mal ejemplo para una fiesta de la familia. ¿Qué quiere decirnos Lucas con este extraño episodio que solo cuenta él?

Lo que quiere decir a María y de María

En el relato inmediatamente anterior se ha contado que Simeón, al tener a Jesús niño en sus brazos, además de hablar de su futuro anunció a María que una espada le atravesaría el alma. Jesús no iba a ser para ella puro motivo de alegría, sino también de angustia y preocupación. Saltando por alto doce años, la visita al templo le sirve a Lucas para ejemplificar esa espada que atravesaría a María durante toda su vida: sufrimiento y desconcierto (porque, aunque Jesús se explique, “ellos no comprendieron lo que quería decir”). Cuando hablamos de los sufrimientos de María, de sus “dolores”, pensamos casi siempre en la pasión y muerte de Jesús. Sin embargo, Jesús hizo sufrir a María toda su vida, no solo al final. La hizo sufrir con su actividad y sus palabras, que suscitaban la oposición y el rechazo de mucha gente y que terminarían provocando su muerte.

Lo que quiere decir de Jesús

¿Qué pensaba Jesús de sí mismo? ¿Era simplemente un buen israelita que, un día, acudió a que Juan lo bautizara y después tuvo la experiencia de que Dios le hablaba y le encomendaba una misión, como parece sugerir el comienzo del evangelio de Marcos? Lucas quiere corregir esta imagen. La estrechísima relación de Jesús con Dios no empieza en el bautismo, se da desde siempre.

Este episodio se comprende mucho mejor si se recuerda la historia del profeta Samuel. Consagrado por su madre al templo, ha pasado toda su vida junto al sacerdote Elí. Hasta que, a los doce años (según Flavio Josefo), una noche Dios lo llama: “Samuel, Samuel”. Naturalmente, no puede imaginar que Dios lo llame y va corriendo junto al sacerdote Elí. Este le dice que no lo ha llamado, que vuelva a acostarse. Pero la escena se repite al pie de la letra, y el narrador se siente obligado a comentar: “Samuel no conocía todavía a Yahvé”. Lleva doce años en el templo, viviendo con el sumo sacerdote, asistiendo al culto, pero “no conocía todavía a Yahvé”. Jesús, en cambio, a los doce años, sabe perfectamente cuál es su relación con él: “¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” Dios es su Padre, y ese conocimiento se lo ha comunicado ya a José y María con anterioridad. Estas palabras contrastan no solo con la ignorancia de Samuel sino también con lo que le ha dicho María: “Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.” Para Jesús, su único Padre es Dios. Y su misión la ha recibido mucho antes del bautismo.

Lucas, tan buen conocedor de la Escrituras, cuando dice que Jesús asombraba a todos los maestros con su sabiduría, es posible que esté aludiendo al Salmo 119: “Soy más docto que todos mis maestros porque medito tus preceptos. Soy más sagaz que los ancianos porque observo tus decretos” (vv.99-100). Aunque Jesús no pondrá nunca el acento en la letra de los preceptos y decretos, sino en la entrega plena a la voluntad de su Padre.

María y nosotros

Lucas tiene especial interés en presentar a María como modelo del cristiano. Con pocas palabras (“He aquí la esclava del Señor”), con el silencio (como en el caso de los pastores y de Simeón) y, sobre todo, con su actitud de reflexionar y meditar todo lo que se relaciona con Jesús. María no es tan lista como los teólogos, y mucho menos que los obispos y papas. Ella no entiende muchas cosas. Jesús la desconcierta. Pero conoce el gran remedio para el desconcierto: la oración. Cuando estamos a punto de recomenzar el contacto con la actividad de Jesús, es muy bueno acordarnos de ella e intentar imitarla.

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30 de Diciembre de 2018. Fiesta de la Sagrada Familia. Ciclo C.

Domingo, 30 de diciembre de 2018
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“Su madre conservaba todas las cosas en lo íntimo de su corazón”

(Lc 2, 41-52)

María, como madre y como mujer de fe se nos pone hoy de ejemplo. Tras haber perdido a Jesús en Jerusalén, tras días de gran angustia familiar, no comprendiendo los comentarios de su hijo, se nos presenta a María orante, contemplativa, serena, posando lo que vive, lo que duda, sus alegrías y sus miedos, en el corazón. No es tanto el “espacio” de las emociones como lo profundo de la persona.

María irá comprendiendo con el paso de los años que su hijo no será como ella pensaba (ningún hijo ni hija lo somos). Es una parte del Evangelio que da lugar a volar con la imaginación a la vida oculta de Cristo, a esas conversaciones con sus padres, momentos en los que la rutina lo invadía todo…

En este tiempo en que vivimos nos resulta extraño este “conservar las cosas en lo íntimo del corazón”. Podemos preguntarnos: ¿y no lo compartía? Hoy que subimos fotos a facebook o las compartimos por whatsapp… Nuestra gente cercana sabe enseguida dónde hemos cenado, qué nos hemos comprado o a dónde hemos viajado… ¿Compartimos con la misma facilidad nuestros deseos, nuestros anhelos, cómo Dios va actuando en lo cotidiano de nuestra vida? Creo que no, que hay cosas que necesitamos guardar en lo profundo de nosotras mismas, allí donde no tenemos una imagen que mantener, donde somos realmente libres.

María nos enseña a vivir en Dios. Por cierto, en cada Eucaristía lo decimos: “por Cristo, con Él y en Él”. Se nos invita a abandonar ese vivir hacia fuera, pensando en qué van a opinar las demás personas sobre nosotras… Solo tras dejar en lo más íntimo de nuestro ser lo que nos va ocurriendo, podremos ser hombres y mujeres entregadas al servicio de la humanidad.

Oración

Trinidad Santa, ayúdanos a vivir en ti,

y a guardar lo que vamos viviendo en lo íntimo de nuestro ser.

*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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El evangelio no sacraliza ningún modelo de familia.

Domingo, 30 de diciembre de 2018
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sainte-famille-2007Lc 2, 41-52

Solo si conocemos lo que era la familia en tiempo de Jesús, estaremos en condiciones de comprender lo que nos dice el evangelio. En aquel tiempo no existía la familia nuclear, formada por el padre, la madre y los hijos. En su lugar encontramos el clan o familia patriarcal. El control absoluto pertenecía al varón más anciano. Todos los demás miembros: hijos, hermanos, tíos, primos, esclavos formaban una unidad sociológica. Este modelo ha persistido en toda el área mediterránea durante milenios. Cuando un varón se casaba, la esposa entraba a formar parte de su familia, olvidándose de la suya propia.

Todos los miembros de la familia, formaban una unidad de producción y de consumo. Pero la riqueza básica del clan era el honor. Sus miembros estaban obligados a mantenerlo por encima de todo. No era solo una cuestión social sino también económica. Las relaciones económicas eran inconcebibles al margen de la honorabilidad y el prestigio. Era vital para el clan que ningún miembro se desmandara y malograra el bienestar de toda la familia. Esto no quiere decir que no tuvieran los esposos relaciones especiales entre ellos y con los hijos. Incluso podían tener su casa propia, pero nunca gozaban de independencia.

Esta perspectiva nos permite comprender mejor algunos episodios de los evangelios. El que acabamos de leer es un ejemplo. Desde la idea de una familia formada por José, María y Jesús, es incomprensible que se volvieran de Jerusalén sin darse cuenta de que faltaba Jesús. Si todo el clan (treinta – cincuenta personas) sube a Jerusalén, como familia, los varones estarían juntos, las mujeres también y los jóvenes andarían por su lado, sin preocuparse demasiado los unos de los otros, porque la seguridad la daba el grupo.

Otros pasajes que se explican mejor desde esta perspectiva: (Mc 3, 20-21) “Al enterarse ‘los suyos’ se pusieron en camino para echarle mano, pues decían que había perdido el juicio”. Lo que pretendía su familia era evitar una catástrofe para él y para todo el clan. El tiempo les dio la razón. Más adelante (Mc 3, 31-34): “Una mujer dice a Jesús: tu madre y tus hermanos están fuera. Él contestó: Y ¿quiénes son mi madre y mis hermanos? Se nos está diciendo que para llevar a cabo su obra, Jesús tuvo que romper con su clan, lo cual no supone para nada que rompiera con sus padres. Este episodio lo recoge también Mt y Lc.

Hay otro aspecto que también se explica mejor desde este contexto. La costumbre de casarse muy jóvenes (las mujeres a los 12 -13 años y los hombres a los 13-14). Era vital adelantar la boda, porque la media de edad era unos treinta y tantos años y a los cuarenta eran ya ancianos. En el ambiente que tenían que vivir, no era tan grave la inexperiencia de los recién casados, porque seguían bajo la tutela y seguridad que daba el clan. También la responsabilidad de criar y educar a los hijos era tarea colectiva, sobre todo de las mujeres.

Jesús no se sometió a ese control porque le hubiera impedido desarrollar su misión. Fijaos el ridículo que hacemos cuando en nombre de Jesús, predicamos una obediencia ciega, es decir, irracional, a personas o instituciones. Cuando creemos que el signo de una gran espiritualidad es someter la voluntad a otra persona, dejamos de ser nosotros mismos. La explicación que acabo de dar, pretende armonizar la responsabilidad de Jesús con su misión y el cariño entrañable que tuvo que sentir, sobre todo, por su madre.

El relato evangélico que acabamos de leer, está escrito ochenta años después de los hechos; por lo tanto no tiene garantías de historicidad. Sin embargo, es muy rico en enseñanzas teológicas. No hay nada de sobrenatural, ni de extraordinario, en lo narrado. Se trata de un episodio que revela un Jesús que empieza a tomar contacto con la realidad desde su propia perspectiva. Justo a los doce años se empezaban a considerar personas, a tomar sus propias decisiones y a ser responsables de sus propios actos.

Sentado en medio de los doctores. Los doctores no tienen ningún inconveniente en admitirle en el “foro de debate”. Tiene ya su propio criterio y lo manifiesta. Lc prepara lo que va a significar la vida pública, adelantando una postura que no es de niño sino de persona autónoma. Sus padres no lo comprendían. La verdad es que fue, para todos los que le conocieron, incomprensible la calidad humana del que se llamaría ‘hijo de hombre’. Siguió bajo su autoridad, pero ya ha dejado claro que su misión va más allá de los intereses del clan. La última referencia es un aldabonazo al empeño en hacerle Dios antes de tiempo. Dice el texto: Jesús crecía en estatura en sabiduría y en gracia ante Dios y los hombres.

Debemos buscar la ejemplaridad de la familia de Nazaret donde realmente está, huyendo de toda idealización, que lo único que consigue es meternos en un ambiente irreal que no conduce a ninguna parte. Lo importante no es la clase de institución familiar en que vivimos, sino los valores humanos que desarrollamos. Jesús predicó lo que vivió. Si predicó la entrega, el servicio, la solicitud por el otro, quiere decir que primero lo vivió. El marco familiar es el primer campo de entrenamiento para todo ser humano. El ser humano nace como proyecto, que tiene que desarrollarse a lo largo de la vida, con la ayuda de los demás.

Debemos tener mucho cuidado de no sacralizar ninguna institución. Las instituciones son instrumentos que tienen que estar siempre al servicio de la persona humana. Ella es el valor supremo. Las instituciones ni son santas ni sagradas. Con demasiada frecuencia se abusa de las instituciones para conseguir fines ajenos al bien del hombre. Entonces tenemos la obligación de defendernos de ellas. No son las instituciones las culpables sino algunos seres humanos que se aprovechan de ellas para conseguir sus propios intereses a costa de los demás. No se trata de echar por la borda una institución por el hecho de que me exija esfuerzo. Todo lo que me ayude a crecer en mi verdadero ser me exigirá esfuerzo. Pero nunca puedo permitir que la institución me exija nada que me deteriore como ser humano.

La familia sigue siendo hoy el marco privilegiado para el desarrollo de la persona humana, pero no solo durante los años de la niñez o juventud, sino durante todas las etapas de nuestra vida. El ser humano solo puede crecer en humanidad a través de sus relaciones con los demás. La familia es el marco insustituible para esas relaciones profundamente humanas. Sea como hijo, como hermano, como pareja, como padre o madre, como abuelo. En cada una de esas situaciones, la calidad de la relación nos irá acercando a la plenitud humana. Los lazos de sangre o de amor natural debían ser puntos de apoyo para aprender a salir de nosotros mismos e ir a los demás con nuestra capacidad de entrega y servicio.

En ninguna parte del NT se propone un modelo de familia, sencillamente porque no se cuestiona el existente en aquel tiempo. Proponer un único modelo de familia, como cristiano, es pura ideología. Si dos hermanos viven con uno de los padres forman una familia, cuando muere el padre, ¿dejan de ser una familia? y si son dos personas que se quieren y deciden vivir juntos, ¿no son una familia? Jesús no defendió instituciones, sino a las personas que la forman. En cualquier modelo de familia lo importante es el amor, que Jesús predicó y que debemos desarrollar en cualquier circunstancia que la vida nos plantee.

Meditación

Piensa: ¿Qué sería yo sin los demás?
Nada, absolutamente nada, ni siquiera mi existencia sería posible.
Si los que te rodean han hecho posible que tú seas,
¿es mucho pedir, que tú ayudes a los demás a ser?
Deja que todos encuentren en ti un apoyo para seguir viviendo;
es la única manera de vivir tú humanamente.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Para olvidar a Padres y Maestros.

Domingo, 30 de diciembre de 2018
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Y3906_natal2“Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo” (Mahatma Gandhi)

30 de diciembre. Fiesta de la Sagrada Familia

Lc 2, 41-52

¿Por qué me buscabais?

Una fiesta de la Familia -Sagrada o no-, lo más importante en los textos bíblicos es la obediencia a los padres. En el Antiguo Testamento: “El que honra a su padre expía sus pecados. El que respeta a su madre acumula tesoros” (Eclo 3, 2-4). Y el Nuevo: “Hijos, obedeced al padre en todo, como al Señor le agrada” (Col 3, 20). En uno otro caso, los autores manifiestan los prejuicios patriarcales y machistas de su tiempo.

En cambio, Jesús rompe con las normas vigentes en la antigüedad, y hace una declaración insólita de intenciones acerca del objetivo que dará a su vida: “No sabíais que yo debo estar en la casa de mi Padre?”.

En el mundo pagano, tan firmemente asentado sobre bases tradicionales, también existen indicios de similar pensamiento. En la histórica novela Yo, Julia, premio Planeta de este año, Santiago Posteguillo pone en boca del emperador Cómodo -un tirano loco con albarda-, estas imperantes palabras: “Y nunca más, nunca, vuelvas a dudar de una orden mía: si te digo que me des el nombre de una lista me lo das, Quinto. Tú no piensas, ya pienso yo por los dos, por la urbe entera, pero por encima de todo -y aquí el emperador se acercó mucho a su jefe del pretorio y le habló al oído-, por tu propia seguridad personal, Quinto, no pienses demasiado. Es peligroso”.

Esta es la línea en la que se han movido siempre los grandes personajes de la Historia:

“Hasta que no tomen conciencia no se rebelarán, y sin rebelarse no podrán tomar conciencia” (George Orwel)

“La rebeldía es la virtud original del hombre” (Arthur Shopenhauer)

“Algún día el yunque, cansado de ser yunque, pasará a ser martillo” (Mijail Bakunin)

“Nuestra cabeza es redonda para permitir a los pensamientos cambiar de dirección” (Francis Picabia)

“Si te dan un papel pautado, escribe por detrás (Juan Ramón Jiménez)

Y Adolfo Bécquer lo cantó de este modo en su poema “La canción del pirata”:

“Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad”.

El Duero se libera de la fuente que es su madre, y corre luego libre por el valle. A la Sabina no le encadena el viento, y soporta con dignidad tanto los climas secos como las heladas invernales. El halcón vuela soberano por el cielo, caza sin que le obliguen normas. Y yo, verso de pata quebrada, autónomo y sin reglas, canto las mismas canciones que el pirata, en un bajel que sueña más allá de fronteras circunscritas.

Y en uno de los villancicos navideños se entonan estos versos:

“Pero mira como beben los peces en el río,
pero mira como beben por ver al Dios nacido”.

Mahatma Gandhi dijo: “Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo”. 

Espero que a nadie tenga que repetir más aquello de Jesús en Lucas: ¿Por qué me buscabais?

DONDE HAY AMOR SOBRAN LAS NORMAS

La mística de arriba y la de abajo
lo ha mantenido siempre en su Programa.
San Agustín lo reafirmó en latín.
Nos lo legó Jesús con su Palabra:
“No fue hecho el hombre para el sábado”. 

Y corrigiéndole la plana
a Jesús, Agustín, al mundo entero,
al sentido común, a la Palabra…,
a ultranza lo negó la Santa Iglesia
que desde entonces se quedó en Beata. 

Comentaron el hecho los poetas,
lo cantaron los bardos en las plazas.
Así sonaban sus místicos versos:
“Donde hay fe hay amor,
donde hay amor hay paz,
donde hay paz está Dios
y donde Dios está no falta nada”. 

Dios tiene tantos corazones
como criaturas hay en la existencia. 

Eres billete necesario,
-Amor humano libre de cadenas-
para el Amor divino.
Hay que llevarte siempre en la cartera. 

Cuando llegue el momento de embarcar
y partir ya para la orilla eterna,
no quiero quedarme encadenado
en tierra.

Vicente Martínez

Fuente Fe Adulta

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Cuando Jesús cumplió 12 años… ¡preadolescente!

Domingo, 30 de diciembre de 2018
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San Jose y Jesus Adolescente(Lc 2, 41-52)

Familia… familias diversas y variadas, comprendidas e incomprendidas. La familia ese núcleo ancestral de tribus y sociedades desde que el ser humano puede recordar. La familia como ejemplo estereotipo de lo ideal y, tantas veces, de lo perverso.

La familia, estructura alabada y denostada, necesitada y repudiada; a medio camino entre utopía  y realidad, avanzando en la historia con lo único que puede sostenerla: el Amor.

Los cristianos ponemos los ojos en una familia muy especial que celebramos como Sagrada Familia, formada por María, José y Jesús por este orden, un tanto terrenal pero que me aclara lo que quiero contar.

Tenemos noticia de cómo empezó esto cuando el ángel Gabriel se presenta en casa de María para transmitir lo que Dios le propone y, después de la sorpresa y una directa pregunta de María, escucha atentamente lo que sería su misión en el plan de Dios y dice: “Fiat” (1), que significa: acepto, me comprometo en lo bueno y en lo menos bueno, en lo que entiendo y en lo que no llegue a entender, más allá de si me entienden o no me entienden, en este tiempo y en los venideros. Amén.

Por otro lado, José aparece en escena aportando la inclusión de Jesús en un árbol genealógico que le vincula al rey David, de donde el pueblo judío sabía que nacería el Mesías. Pero José tuvo que hacer su recorrido en la aceptación, su personal “Fiat” (2). Se vio inmerso en una historia que no concordaba con lo reconocido como “normal”; ni en su época ni en ninguna otra. A José se le aclararon las cosas en el tiempo del sueño por medio de otro ángel. Aceptó su misión en el plan global de Dios: ser esposo y padre, junto a María como esposa y madre; adoptando a la criatura que venía en camino, sabiendo que su identidad le sobrepasaba pero que su misión sería quererle y educarle para ser un buen hijo. José acepta y se compromete en la historia de Salvación. Amén.

“Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años (3)… ¡Tienen ya un preadolescente, cómo puede pasar el tiempo tan deprisa!

“Subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres”. Preadolescente, ya digo.

“Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos”. Como soy madre y también abuela (uno de mis nietos tiene casi la edad de Jesús en ese momento), se me ponen los pelos de punta sin poder evitarlo, pensando en el susto y preocupación mayúscula de María y José buscándole sin encontrarlo. Recordemos que un preadolescente interesado por algo desaparece en su nube, perdiendo contacto con lo que le rodea, y concentrándose en el objeto, sujeto o situación que le llama la atención.

Parece ser “que los judíos, cuando subían al día de la fiesta, tenían la costumbre de caminar, por una parte los hombres y por otra las mujeres y los niños iban a juntarse con su padre y los hombres y otras con su madre y las mujeres (4). Quizás, a la ida, Jesús estuvo de un lado a otro, con otros niños. Pero al iniciar el retorno después de la fiesta, se olvidó ponerse en camino con todos. Sus padres tardaron en echarle de menos pues pensaron que estaría con los demás niños.

“Se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciendo preguntas”. Puedo imaginarme las impresiones interiores de María y José, después de tres días con sus noches imaginando todo lo que le puede pasar a un preadolescente de doce años perdido en las multitudes que se acercarían en la Pascua a Jerusalén.

Cuando lo encontraron en el templo, por un lado querrían haber saltado entre los maestros –personas relevantes y respetadas del templo- para abrazarle compulsivamente y, por otro, echarle una bronca memorable y… ¡Anda, vámonos para casa que ya hablaremos!.

Imagino que respirarían hondo, sintiendo en lo profundo aquel Fiat que permanecía presente día a día en su vida con Jesús. Pero el susto no se lo quitó nadie.

“Hijo, ¿Por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados”, le dijo su madre.

¿Qué te pasó, Jesús? Estabas creciendo en la fe judía, habías escuchado muchas veces “yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” en el episodio de Moisés y la zarza (5); y es posible que esa vez, ya con doce años, empezaste a investigar por ti mismo y a preguntar a los maestros. Te olvidaste de todo lo que te rodeaba, lo único que centraba tu atención era ese Dios que luego nos contarías como Padre.

Volviste con ellos al humilde y cálido hogar de Nazaret a seguir descubriéndote.

Mari Paz López Santos

  1. Lc 1, 26-38
  2. Mt 1, 18-24
  3. Lc 2, 41-52
  4. “Jesús a los doce años”, Elredo de Rieval, Ed. Montecarmelo, pág. 88
  5. Ex 3, 6

Fuente Fe Adulta

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Relatos de la Infancia, no cosas de niños.

Domingo, 30 de diciembre de 2018
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6e4223395a2f7e4163a0742868f9c806Del Blog de Tomás Muro La Verdad es libre:

01. RELATOS DE LA INFANCIA, SÍ, PERO NO COSA DE NIÑOS.

A lo mejor todos estos relatos de la infancia son una lectura del Jesús que se desplegará en el Evangelio, una Palabra a lo largo de su vida de adulto, pasión, muerte y resurrección.

Los temas de los relatos de la infancia son de adultos:

 Nacemos niños, pero nacer y la natalidad no es una cuestión infantil.

 La noche y la luz, la estrella de los pastores y los magos (ver o no ver en la vida) no son cosa de niños, nuestra vida no está resuelta, basta mirar la noche cultural en que vivimos.

 La huida a Egipto: la esclavitud y la libertad, las migraciones no son cosa de poca monta

 Herodes comparado con el momento actual era San Luis Gonzaga:

5 millones de niños mueren al año de hambre / malnutrición.

1 millón de personas mueren de paludismo al año, la mayor parte: niños

La historia se repite, por desgracia.

02. JESÚS EN EL TEMPLO: UN ACONTECIMIENTO TEOLÓGICO.

El relato de Jesús en el Templo bien pudo ocurrir y bien está que conservemos estos relatos y tradiciones de Navidad: los relatos evangélicos, villancicos, “belenes”. Pero tengamos en cuenta en cuenta que, quienes los escribieron y meditaron, estaban pensando y creyendo ya en JesuCristo adulto.

A partir de una romería se arma un diálogo para sordos:

Es lógico que: “Tu padre y yo te buscábamos angustiados”
(Es evidente que María no está hablando de Dios Padre, sino de su marido, José).

María y José ¿encontrarían a Jesús discutiendo con los “doctores del concilio de Trento acerca de la transubstanciación”? ¿Jesús era un niño prodigio? ¿Se lo sabía todo? No parece que sea ese el significado.

La cuestión es que Jesús responde “extrañamente”:

“¿No sabíais que yo tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?”

Nosotros enseguida lo resolvemos distinguiendo y diciendo que Jesús hablaba de Dios y en cambio, María se refería a un hombre, a José. Jesús es el Hijo de Dios” y es una especie de embajador o nuncio de Dios entre nosotros. Le metemos un “filioque” y solventada la cuestión.

03. CRISTOLOGÍA ASCENDENTE Y DESCENDENTE.

Quizás las palabras “ascendente y descendente” son un poco extrañas. Vamos a ver si nos entendemos y si comprendemos un poco -solamente un poco- el asunto Jesús.

CRISTOLOGÍA DESCENDENTE

La mayor parte de los creyentes tenemos la mentalidad de una cristología “descendente”. Jesús era una especie de “extraterrestre” que vivía en los espacios siderales, quién sabe dónde, y que -un buen día- a Dios se le ocurrió enviarlo a la tierra. Por eso se encarnó de manera muy extraña, pero ya desde niño “se lo sabía todo” de “este mundo y del otro”. Pasó unos treinta años esperando a su crucifixión, pero sin que tampoco tuviera demasiada importancia, pues Jesús ya sabía que iba a resucitar.

Jesús “desciende” del cielo a la tierra, pero la tierra y lo terreno no tiene excesiva importancia.

CRISTOLOGÍA ASCENDENTE.

La visión es otra. Jesús, el hijo de María, es la Palabra, lo que Dios nos quería decir, nos lo va a decir por medio de un Jesús que nace entre nosotros, vive en una familia, probablemente va al colegio-ikastola de Nazaret, alguna vez fue a Jerusalén, al templo y, poco a poco, iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Jesús no fue un “niño prodigio”, sino que fue creciendo, madurando. Jesús fue un gran creyente en Dios Padre y desde su fe profunda en el Padre, leía, vivía, curaba enfermos, discutía con las injusticias de fariseos, sacerdotes, del Templo, etc.

La Palabra de Dios va creciendo y madurando en Jesús.

Es la cristología ascendente. La Palabra de Dios va creciendo y madurando en Jesús de Nazaret.

Podríamos pensar que el relato de Jesús en el Templo no es el final de la infancia de Jesús, sino el comienzo de Jesús como creyente adulto.

04. MARÍA CONSERVABA ESTAS COSAS EN SU CORAZÓN.

María, la madre de Jesús, no entendía y quedaba desconcertada ante el comportamiento y actitudes de Jesús. Jesús discutiendo en el Templo con los sabios, Jesús que se salta la ley por menos de nada: cura en sábado, toca la lepra, la muerte, se deja tocar por la hemorroísa, etc., Jesús al que le siguen zelotas y prostitutas, Jesús que vuelca las mesas y las “ventanillas” del Templo…

María conservaba, meditaba y le daba más de cuatro vueltas a la cuestión.

El anuncio del ángel Gabriel llega a María después que ella ha llegado a la fe en su hijo Jesús.

María es madre, pero sobre todo, es creyente en Jesús.

05. La de Jesús: ¿UNA FAMILIA ROMÁNTICA?

La familia de Nazaret será santa y sagrada, pero en calma, no.

La Sagrada familia fue sin duda santa, pero ciertamente no fue tranquila. Es obligado distanciarse de la imagen consabida imagen tradicional de la familia de Nazaret: La Virgen vestida de manto celeste que hila lana, “San José” todo seráfico que trabaja la madera y “Jesús niño” rubio como un sueco, ojos azules, de color sonrosado, con un vestido más blanco imposible, siempre en una pose de bendición como preparándose para la futura misión … algún angelito disperso por el cuadro, algún pajarillo y florecillas. ¿Todo muy idílico? Nada de nada.

La agitación, como en tantas familias, es causada por el Hijo.

No le entienden. Y él, Jesús, no hace nada por facilitar las cosas.

Los tres, Jesús, José y María son santos pero inquietos.

Inquieto José porque no ve respetada su autoridad. Inquieta María, que no entiende a este Hijo. Inquieto Jesús, porque soporta mal las pretensiones de sus padres.

Lo más probable es que hubiera una grave tensión y más de cuatro discusiones entre Jesús y su familia, (Flusser).

06. MEDITEMOS Y CONSERVEMOS.

Nunca está de más echar una “pensada” a la vida, a los problemas y conflictos. Es la actitud de María.

Bueno será que pensemos las cosas personalmente y en la familia, en la sociedad, en la Iglesia.

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Yo y Dios somos uno.

Domingo, 30 de diciembre de 2018
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E44035D1-3734-4AEE-A78C-29B65E0BCA0ADomingo dentro de la Octava de Navidad.

Fiesta de la Sagrada Familia, 30 de diciembre de 2018.

Lc 2, 41-52

No es casual que la primera y la última palabra que Lucas pone en boca de Jesús sea “Padre”, en el texto de hoy (1,49) y en el momento de morir en la cruz (23,46: “Padre, a tus manos confío mi espíritu”). El significado parece simple: el “Padre” era la referencia constante y última del Maestro de Nazaret.

Como toda palabra humana para expresar el Misterio, “Padre” no puede ser sino una metáfora, como lo es también el término “Dios”. En este segundo caso, la etimología parece remitir al sánscrito “Dev”, que significa “luz” o “luminosidad”. Por su parte, “Padre” hace referencia al origen, la fuente y el sustento de la vida.

El significado de la metáfora hace caer en la cuenta de que no se trata de un ente separado, sino de aquel Fondo –fiable y amoroso– del que Jesús, en el cuarto evangelio, afirma que “el Padre y yo somos uno” (Jn 10,30).

Ahora bien, aun reconociendo que no es un ente separado, es posible vivir ese Fondo en clave relacional. Al hilo de la otra metáfora, desarrollada en el comentario de la semana anterior –la ola frente al mar o ella misma mar–, es posible vivir a Dios en forma de éxtasis o de éntasis.

Desde una consciencia de “yo” separado, brotará la relación que percibe a Dios como el “Tú” a quien dirigirse. Desde una consciencia que transciende el yo porque, silenciada la mente, se ha experimentado una con todo lo que es, surgirá la comprensión y vivencia de Unidad, hasta poder hacer propias aquellas palabras de Jesús que citaba más arriba.

Las dos formas son legítimas e incluso compatibles: depende del “lugar” donde la persona se encuentre. En la mística cristiana se encuentran ejemplos de ambas vivencias. Dado que las extáticas son bien conocidas, me gustaría citar simplemente una del Maestro Eckhart, quien alaba a quien “está vacío de toda oración, y su oración no es más que ser uno con Dios. En eso consiste toda su oración”…, llegando a afirmar –las resonancias joánicas son evidentes– que “me doy cuenta de que yo y Dios somos uno”.

Sin embargo, siendo legítimas ambas formas, como ocurre con todo lo humano, cada una de ellas encierra ventajas e inconvenientes.

El silencio contemplativo (éntasis) favorece la comprensión y vivencia de nuestra verdadera identidad, superando el engaño que supone cualquier dualismo: somos no-separados de todo y del Fondo de lo que es. El riesgo es el de quedar atascados en el narcisismo y –a falta de un “tú” como referencia– atrapados en un movimiento egocentrado. En efecto, aun partiendo de una comprensión genuina, el yo tenderá a apropiarse de Aquello que nos constituye, dando lugar a lo que se denomina como “narcisismo espiritual”.

La oración relacional (éxtasis), por su parte, puede prevenir tal riesgo, al percibir ese Fondo como un “Tú”, estableciendo una “distancia” con respecto al yo apropiador, que puede resultar liberadora y prevenir trampas narcisistas; el sujeto se sitúa “frente” al Fondo que lo constituye, y esa misma postura impide que se identifique con él. La “distancia” permite contemplar y celebrar Eso (Lo que es), así como reconocerlo en todas las personas, favoreciendo una actitud de asombro, admiración, gratitud, respeto y amor. El riesgo que ello comporta no es otro que el dualismo –la separatividad– y el antropomorfismo, tal como suele ocurrir con frecuencia en las representaciones religiosas.

¿Cómo podría vivirse de manera que se sorteara ese riesgo? La expresión que me surge espontánea es la siguiente: “Que me reconozca en ti y me viva desde ti”. ¿Quién es ese “ti” a quien me dirijo? Eso inefable que constituye el Fondo de todo lo real y, por tanto, también nuestra verdadera identidad. Las religiones lo han llamado “Dios” –si bien han tendido a pensarlo como un Ente separado–, pero igualmente puede nombrarse como “Consciencia”, “Presencia consciente”, “Vida”, “Lo que es”… A esa Realidad última me dirijo y me entrego, consciente de que me estoy entregando a lo que verdaderamente soy, aunque ahora me dirija a Ello en clave relacional. Tal entrega puede prevenir eficazmente el narcisismo espiritual, en la medida en que me hago consciente de que no busco lo que quiere el yo, sino lo que la “Vida” me trae o quiere para mí.

La comprensión nos sitúa en el “lugar” desde el que se expresaba Jesús hasta hacernos reconocer que no somos el yo que la mente piensa, sino la Vida o Dios viviéndose en nosotros. Siendo así, ¿cómo no habríamos de vivir “ocupándonos de las cosas del Padre”, o incluso en el momento de la muerte, cómo no confiar a él nuestro espíritu?

¿De qué forma vivo el Fondo que somos?

Enrique Martínez Lozano

Fuente Fe Adulta

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