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Transexualidad: infancia, adolescencia y edad adulta. Implicaciones psicosociales y médico-quirúrgicas

Martes, 9 de junio de 2015
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TransexualidadAntonio Becerra Fernández, coordinador de la Unidad de Trastornos de Identidad de Género de la Comunidad de Madrid, ha dirigido este curso en la Universidad de Alcalá de Henares.

La Universidad de Alcalá de Henares ha acogido, dentro del marco de los cursos de verano de este año, la tercera edición del curso titulado ‘Transexualidad: infancia, adolescencia y edad adulta. Implicaciones psicosociales y médico-quirúrgicas’, impartido bajo la dirección del coordinador de la Unidad de Trastornos de Identidad de Género de la Comunidad de Madrid, la UTIG, Antonio Becerra Fernández y por Nuria Asenjo Araque.

El curso ha contado también con otros profesionales de la UTIG, que han tomado también parte en las clases, así como por profesores de la Universidad de Alcalá.

Con este curso se ha pretendido alcanzar varios objetivos. Por un lado, definir la transexualidad y la diversidad sexual y de género. Un segundo objetivo ha sido el de informar sobre guías de actuación profesional en diferentes ámbitos, como el sanitario, el psicosocial o el escolar. En tercer lugar se ha querido informar acerca del proceso de atención dentro de la unidad especializada de Madrid, la UTI.

Otra de las metas que se han perseguido es la de adquirir habilidades básicas de manejo en personas con transexualidad/disforia de género, desde los diferentes ámbitos (sanitario, escolar, social, familiar…) a través de la exposición de casos clínicos.

Además, se han analizado nuevos retos como es la transexualidad infantil y su manejo dentro del ámbito sanitario público de la Comunidad de Madrid.

En él han participado todos los profesionales que participan desde su creación en el año 2007 en la asistencia de la población transexual de la Comunidad de Madrid, desde psicólogos y psiquiatras, hasta los diferentes cirujanos (plásticos, ORL, ginecólogos, etc.) pasando por endocrinólogos, pediatras, bioquímicos y sociólogos de los diferentes hospitales que participan en esta Unidad. Aspectos farmacológicos y nutricionales también han sido abordados por profesores de la Universidad de Alcalá.

Fuente Cáscara amarga

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Indignación en la comunidad transexual por un artículo publicado en El País que mantiene el enfoque patologizador

Martes, 12 de mayo de 2015
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noticias_file_foto_1001176_1431159766Indignación en la comunidad transexual por un artículo publicado este viernes (7 de mayo) en el diario El País. La plataforma #NadieSinIdentidad, formada por colectivos trans de toda España, ha mostrado su malestar por el texto de opinión sobre transexualidad infantil redactado por el doctor Luís Montero Ezpondaburu, médico forense y miembro del Grupo de Trabajo de Disforia de Género en Menores que integra a profesionales de UTIG. Un artículo que incide de nuevo en el enfoque patologizador de la transexualidad, que contiene afirmaciones tales como que “solo el 15-20% niños/niñas con disforia persistirán en la edad adulta” –al margen del consenso científico- y que reclama una centralización normativa sobre cómo proceder con los menores transexuales de carácter restrictivo, que poco tiene que ver con lo que las familias piden o con lo que otros especialistas recomiendan. El artículo ha merecido duras críticas por parte de la Plataforma por los Derechos Trans, que agrupa a diversas organizaciones españolas de personas transexuales, y demuestra hasta qué punto existe todavía una fuerte disociación entre la realidad de las personas trans y algunos profesionales de la sanidad, anclados a un paradigma que no hace sino generar sufrimiento innecesario a los menores transexuales y a sus familias.

La plataforma ha remitido un comunicado en el que explican su disconformidad con este artículo. “Queremos hacer pública nuestra repulsa e indignación por sentirnos aludidos de forma discriminatoria y entender que las afirmaciones que se vierten en el articulo atentan contra los derechos de las personas trans y son contrarias a las leyes aprobadas recientemente en nuestro país, Andalucía, Extremadura, así como a la Resolución del Consejo de Europa de 22 de abril de 2015”, señalan.

A continuación se transcribe la respuesta íntegra que desde #NadieSinIdentidad da al médico.

“Señor Montero, cuando usted se refiere a las personas transexuales como personas con disforia de género lo hace única y exclusivamente desde una perspectiva médica, limitando el universo de estas personas a esta única visión. Por encima de la medicina están los Derechos Humanos y la propia voz de las personas transexuales. Disforia de género y transexualidad no son sinónimos, puesto que no todas las personas transexuales tienen disforia de género ni quien la tiene, la tiene en el mismo grado. Referirse así a las personas transexuales induce a error y no deja de ser una categorización desafortunada y estigmatizante que fundamenta la vulneración de los Derechos Humanos de las personas transexuales. En este sentido la Resolución del Consejo de Europa del pasado 22 de abril, en su punto 3, considera una violación de los Derechos Fundamentales, entre otros, el diagnóstico de la transexualidad como enfermedad mental. Al hilo de todo esto, el Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Thomas Hammarberg, el verano del 2011 solicitó a la OMS la despatologización de la transexualidad, declarando que la “disforia de género” (como se denomina erróneamente a la transexualidad en ciertos manuales de medicina) debe dejar de considerarse como enfermedad mental en los países del Consejo de Europa y los organismos internacionales de salud. Añade que “mantener este término -que designa a las personas que viven un desacuerdo entre su sexo biológico y su sexo psicológico- en la categoría de trastorno mental, estigmatiza a las personas transexuales y restringe su libertad a la hora de escoger un eventual tratamiento hormonal”. El término “Disforia de género”, por más que se utilice, no deja de ser un término desafortunado en castellano, y que induce a error. Peor aún es el término “Trastorno de identidad de género” que, por fortuna, ya se ha desterrado en las últimas publicaciones que tratan sobre la transexualidad.

Si la homosexualidad fue desclasificada como enfermedad mental y no necesita de acompañamiento psicológico obligatorio, ¿por qué si la transexualidad ha dejado de ser una patología según la APA y la OMS, usted Sr. Montero afirma en su artículo que “las personas que sufren esa disconformidad (refiriéndose a la transexualidad) con su sexo anatómico precisan de acompañamiento psicológico (…)”?.

Sr. Montero, a lo largo de su artículo usted mantiene la necesidad de las UTIG como referente para la atención médica de las personas transexuales. Los tratamientos recibidos por las personas transexuales no son distintos a los que son prescritos al resto de usuarios y usuarias del Sistema público de Salud de nuestro país. Segregar a las personas transexuales en UTIGs es estigmatizarlas. La Resolución del Consejo de Europa del pasado 22 de abril, en lo que concierne a los tratamientos de reasignación y cuidados de la salud la Asamblea llama a los Estados miembros a: “Modificar las clasificaciones de patologías utilizadas a nivel nacional y proponer la modificación de las clasificaciones internacionales con el fin de garantizar que las personas transexuales, incluidos las menores, no sean considerados como enfermos mentales, al mismo tiempo asegurando el acceso a los tratamientos médicos sin estigmatización”

Sr. Montero, lo que usted expresa en su artículo que no es otra cosa que un modelo de atención obsoleto, discriminatorio y patologizante, y que confronta con la nueva realidad social, con la mayor visibilidad de los/as menores trans, el cambio legislativo que han supuesto las Leyes Trans de Andalucía y Extremadura, que abogan por la libre autodeterminación del género como hiciera la ley argentina de 2012, y con la citada Resolución del Consejo de Europa del mes pasado. Esas disposiciones cuenta con gran apoyo social (las leyes autonómicas fueron aprobadas por unaimidad), y con gran consenso de profesionales de la medicina, psicología, antropología, trabajo social, pedagogía etc.; profesionales que usted desautoriza en su artículo otorgándose la potestad y autoridad en la materia de forma única e incluso usurpando la tutela legal de los padres y las madres de los menores trans. Algo tendrán que decir las propias personas transexuales a través de sus organizaciones, las cuales usted desacredita en su artículo. Y no es que lo digamos nosotros, sino que la propia Resolución del Consejo de Europa expresa la necesidad de consultar explícitamente a las personas transexuales y sus organizaciones e implicarlas en la elaboración y puesta en marcha de políticas y disposiciones jurídicas que les conciernen.

Es momento ya de dar un salto cualitativo que nos acerque a la igualdad de trato en todos los ámbitos y esto se concreta en ser atendido de forma normalizada como el resto de la ciudadanía y sin el prejuicio y el paternalismo que usted propone bajo la fórmula segregatoria que han supuesto las UTGs, insistiendo de forma antagónica en el descarte de patologías mentales. Usted fomenta la implantación y proliferación de “nuevas UTGs” que quieren tutelar a las personas transexuales y no acompañar, que quieren apartar su libre autodeterminación y marcar la pauta en el desarrollo de nuestras vidas. Es necesario la creación de una Ley estatal, pero no su Ley sino la nuestra.

Por otro lado, Sr. Montero, en su artículo vemos cómo una vez más se repite aquello de que “Solo el 15-20% niños/niñas con disforia persistirán en la edad adulta. Siempre que lo escuchamos o leemos, preguntamos que de dónde sacan esa estadística, porque entre los colectivos trans no consta que eso sea así. En este colectivo, por más que preguntamos por la existencia de tales remisiones, no encontramos dicho porcentaje. A pesar de ello, esa estadística se repite y repite hasta mil veces, con la intención de que se convierta en la “verdad”, parece que siguiendo la máxima de Joseph Goebbels. Existen rendiciones: personas transexuales que ante el temor a lo que conlleva todavía esa condición, en especial en la adolescencia, tiran la toalla y optan por vivir una vida que no es la que querrían, simulando una identidad sexual que no es la sentida como propia. Pero ni de lejos existe ese porcentaje de remisiones.

La evidencia está en las propias unidades de corte patologista. En el reciente estudio de la Dra. Delamarre-Van De Waal (2014), se concluye que “A día de hoy, no tenemos ningún caso de arrepentimiento en nuestro grupo de pacientes jóvenes”. De manera similar, en el trabajo publicado por el equipo del Hospital Universitario Ramón y Cajal, se afirma que “Respecto a la persistencia del diagnóstico, a pesar de que se ha publicado datos cuantitativos de otros autores resultan contradictorios (…). Nuestros datos hasta la fecha objetivan un número elevado de casos de menores vistos en edades tempranas, en los que se confirma y se mantiene su diagnóstico de disforia de género, después de la mayoría de edad”. También el Hospital Clinic de Barcelona en 2013, en su publicación al respecto, se dice “es preciso realizar nuevos estudios con criterios diagnósticos muy definidos para analizar la gran discrepancia entre estudios.”

Por tanto, la propia clase médica reconoce que las estadísticas no son fiables, y además es importante subrayar que en los casos en lo que no se mantiene el “diagnóstico” no se trata de que algunos menores “diagnosticados” como personas transexuales hayan dejado de serlo con el paso de los años (la condición de persona transexual se tiene desde que se nace hasta que la persona fallece), sino que ha existido un “diagnóstico” erróneo, resultando paradójico que hasta los “errores de diagnóstico” del sistema sanitario se vuelvan en contra de los menores transexuales, tratando de extender la errónea creencia de que lo más probable es que haya remisiones, por lo que mejor no hacerles caso… La conclusión debería ser que esto no hace sino confirmar que nadie, nada más que cada persona, en la única que puede saber cuál es su identidad sexual: el principio de autoderminación de género”.

Desde la Plataforma de los Derechos Trans #NadieSinIdentidad, hacemos un llamamiento a Instituciones, Partidos Políticos, Organizaciones Sociales y Entidades LGTBI, para que se posicionen públicamente al lado de las personas transexuales y no junto a los profesionales de la medicina que contribuyen a la segregación, patologización y estigmatización de las personas transexuales. Los derechos de las personas transexuales también son derechos humanos”.

La plataforma que firma esta respuesta está integrada por colectivos trans de Madrid, Aragon, Catalunya, Canarias y la Asociación Estatal de Madres y Padres de menores Trans “Chrysallis”.

Excelente tratamiento del tema en El Intermedio

Mucho mejor sabor de boca que el artículo mencionado nos dejó el programa de La Sexta El Intermedio de este lunes 11 de mayo, que dedicó buena parte de su contenido a la realidad de los menores transexuales con entrevistas a dos familias, la de Eli, una niña transexual de 11 años, y la de Elise, una adolescente de 14 años que acaba de comenzar su tratamiento con bloqueadores hormonales (sufragado por la propia familia, dado que la Unidad de Género de la Comunidad de Madrid hasta el momento se ha resistido a suministrar este tipo de tratamientos).

Elise, por cierto, sorprende por la madurez con la que a sus 14 años cuenta su historia y el trato que recibió por parte de la Unidad de Género  madrileña, donde una socióloga llegó a espetarle que si se arrepentía lo único que le quedaba era “tirarse por un puente”. También fue entrevistado (ya en directo, en el estudio) Leo Mulió, un joven transexual de 22 años que acaba de ver reconocida legalmente su identidad masculina.

En este enlace puedes ver el programa en su integridad (el reportaje sobre los menores transexuales comienza en el minuto 12:30).

Fuente Ragap y Dosmanzanas

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Un niño de 12 años pone a prueba a la Unidad de ‘Trastorno’ de Identidad de Género de Aragón

Martes, 1 de abril de 2014
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_imagen22_59eaff1fP. practicando snowboard

Una moción parlamentaria de CHA (Chunta Aragonesista) en el 2006, apoyada por todos los grupos de las Cortes a excepción del PP, forzó a asumir el coste de las operaciones de reasignación de sexo en esa comunidad autónoma. No solo las intervenciones propiamente, sino todo el proceso de hormonación, asesoría psicológica y cirugía para adecuar los rasgos sexuales que acompañan a este tipo de operaciones. Sin embargo, los padres de un chico de Benasque, de 12 años de edad, que nació con genitales femeninos, han tenido que acudir a una clínica privada de Barcelona ante la falta de consenso médico en Aragón.

Paula Figols. Zaragoza

La familia ha acudido a una clínica privada de Barcelona, ante la falta de acuerdo médico en Aragón.

Un niño de Benasque de 12 años es el primer transexual aragonés que va a recibir un tratamiento con bloqueadores hormonales. Este tratamiento sirve para frenar el desarrollo de la pubertad en adolescentes transexuales. Desde hace pocos años se suministra en algunas comunidades (en la sanidad pública y en la privada), pero en España no hay una legislación ni consenso médico sobre cómo tratar a estos menores.

El caso de P., que nació con genitales femeninos pero se siente niño, es el primero que se ha planteado en Aragón. Ha vivido de acuerdo con su identidad de niño desde que era pequeño y ahora, ante el inicio de la pubertad, su familia ha pedido que le suministren estos bloqueadores hormonales. La familia se ha encontrado con mucho desconocimiento médico y recelos ante este tema.

Un pediatra especializado en endocrinología de Barbastro ha llevado su caso y recomendó el tratamiento con la hormona GHRH, a falta de un informe psicólógico del equipo multidisciplinar del Salud que atiende a las personas transexuales. Ante el retraso y la falta de respuestas por parte de los profesionales del hospital Miguel Servet, la familia ha buscado otras alternativas. Han realizado varias visitas en una clínica de Barcelona que trata a menores transexuales de España y Francia, donde podrían comenzar el tratamiento en junio.

“Nosotros queríamos que trataran a nuestro hijo en Aragón, pero hemos optado por esta opción porque queremos lo mejor para él. No entendemos por qué nos ponen problemas, cuando en otros sitios se da. Hemos visto que hay mucho desconocimiento por parte de los profesionales sobre la transexualidad infantil. Hace falta un protocolo médico común, afirma Natalia A., madre de P.

Diferencias entre comunidades

El tratamiento con bloqueadores hormonales para niños transexuales a partir de los 12 años (o incluso antes) tiene años de experiencia en algunos países, como EE.UU. Holanda o Reino Unido. En España es relativamente reciente y en Aragón no se había planteado hasta ahora. En la comunidad autónoma aragonesa hay un equipo médico multidisciplinar desde 2006 para tratar a personas transexuales. En estos años ha atendido a 22 adolescentes de entre 14 y 18 años.

Hasta hace poco tiempo, ni siquiera se hablaba de niños transexuales. En julio de 2013 se creó la Asociación de Familias de Menores Transexuales (Chrysallis), que agrupa a 88 familias en España. Piden que se establezcan protocolos educativos y sanitarios para evitar la discriminación. Y una de sus principales demandas es que se suministren bloqueadores hormonales. En Aragón hay al menos seis niños transexuales que forman parte de la asociación o se han puesto en contacto con ella.

En España no hay ninguna legislación sobre cómo tratar a los menores transexuales, estamos a merced de lo que quieran los profesionales. En enero hubo una reunión de todas las unidades de trastorno de identidad de género (nueve comunidades cuentan con estas unidades especializadas) y no se llegó a ningún consenso sobre el uso de bloqueadores hormonales”, afirma Eva Witt, presidenta de Chrysallis.

“Retrasar los bloqueadores hormonales genera mucho sufrimiento a los niños transexuales,
porque comienzan a hacer el cambio físico de la pubertad y no se sienten identificados con su cuerpo. Si no se les permite vivir como chicos o chicas, lo que son, les genera mucho sufrimiento. Según un estudio de EE.UU, en los casos de adolescentes transexuales que no han recibido bloqueadores, el 83% han pensado en el suicidio y el 41% lo han intentado”, subraya.

En qué consiste el tratamiento

Según datos de la Asociación de Familias de Menores Transexuales, se están suministrando bloqueadores hormonales a niños transexuales en Canarias, País Vasco, Murcia, Valencia, Cataluña, Extremadura y Andalucía. Y en Castilla la Mancha y Castilla y León están a punto de empezar varios tratamientos.

“Los bloqueadores hormonales son un tratamiento reversible que consiste en suministrar un nivel estable de la hormona GHRH, que impide el desarrollo de la pubertad. Es aconsejable empezar con los primeros signos de desarrollo sexual. La edad es muy variable, depende de cada paciente. En los niños transexuales con cuerpo de niña comienza antes. Es una inyección al mes o una trimestral más o menos hasta los 16 años, cuando se podría comenzar el tratamiento con hormonas cruzadas (estrógenos para las chicas transexuales y testosterona para ellos). Los bloqueadores hormonales sirven para ganar tiempo hasta los 16 años, cuando el paciente tiene mayor madurez para tomar decisiones“, explica José María Donate, pediatra especializado en endocrinología del Hospital General Universitario Santa Lucía de Cartagena. Él lleva un caso de una niña transexual de 11 años, a la que suministra bloqueadores hormonales desde hace unos meses.

Algunos médicos plantean dudas morales y otros apuntan a los posibles efectos secundarios de estos bloqueadores en el desarrollo óseo. Según uno de los últimos estudios publicados sobre el tema y citados por Chrysallis (de la médica holandesa Henriette A. Delemarre-van de Waal), “se ha demostrado que es un tratamiento efectivo y seguro”. “Después de más de diez años de experiencia con bloqueadores hormonales para adolescentes 12-16 años, la experiencia es muy satisfactoria para los pacientes, sus padres y el entorno. No hemos tenido ningún rechazo entre los pacientes”.

Tras los bloqueadores hormonales, el siguiente paso para los jóvenes transexuales sería el tratamiento de hormonas cruzadas, que sí que es irreversible. Y, después, la operación de reconstrucción genital. Según Chrysallis, solo el 7% de los hombres transexuales se opera y el 30% de las mujeres. En Aragón, las operaciones de reasignación de sexo de mujeres a hombres se hacen en el Clínico. Y las de hombre a mujer se derivan al hospital Carlos Haya de Málaga.

Fuente Heraldo de Aragón

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