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Carta abierta al Papa Francisco de una víctima de abusos ignorada

Viernes, 12 de diciembre de 2014
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1402648948319detallednJavier Paz, con su denuncia en la mano.

Javier Paz Ledesma escribe al Papa tras ser ignorado en sus denuncias de abusos del cura Isidro López Santos desde los diez hasta los 20 años

Javier Paz Ledesma, tras denunciar canónicamente al cura Isidro López Santos por abusar de él desde los diez hasta los 20 años, tras dirigirse repetidas veces al Vaticano con esta misma denuncia, tras exponer su caso en este medio, y tras, desesperado ante el silencio de la Iglesia, finalmente demandar penalmente a su abusador -demanda que se archivó pero que provocó, por su difusión, que el reticente obispo de Salamanca finalmente “apartase” al cura en un retiro dorado sin consecuencias-, ha decidido escribirle una carta al Papa Francisco para recordarle que a él, al contrario que a la víctima de Granada, ni le ha llamado, ni se ha interesado por su caso.

Indignado por el silencio de la Iglesia, Javier se dirige al pontífice para recordarle su silencio:

Su Santidad, Papa Francisco.

Mi nombre es Javier Paz Ledesma. A principios del año 2011, puse una denuncia por la vía canónica contra el sacerdote Isidro Lopez Santos. Lo hice en el Obispado de Salamanca, ante el actual obispo Carlos López. La causa de la denuncia eran los abusos sexuales sufridos desde los 10 años hasta los casi 20 cumplidos a manos de ese sacerdote.

La denuncia dio vueltas y vueltas, sin ser atendida y sin prestar atención al dolor de la víctima denunciante -en este caso el que escribe- o a las muchas otras que sufrían en silencio. Algo de lo que tenía constancia el Obispo y que también se sabía en la Santa Sede, pues a ella fue enviada mi denuncia.

A pesar de que no fue una vez la que yo escribí a Roma, a la Santa Congregación para la Doctrina de la Fe, sino varias. A pesar de que además de mí, otra persona se dirigió a esta misma congregación en el mismo sentido y con los mismos objetivos: un delito de abusos por parte del sacerdote Isidro López Santos. A pesar de que en esa otra denuncia también se criticaba la falta de resolución del obispo de Salamanca, Carlos López, recibimos el silencio por toda respuesta desde Roma o Salamanca.

En vistas de la inacción del Obispado, de sus silencios y demoras cómplices, el 30 de abril de este 2014 decidí poner denuncia por la vía penal para poder así hacer público mi caso y sacarlo de la oscuridad a la que lo había relegado la Iglesia Católica.

Son ya tres años largos los que dura el proceso. Tres años en los que no se ha hecho nada. Fue sólo al sacar el caso a la luz con mi denuncia penal y unas declaraciones en un medio de comunicación cuando aparece una sentencia rápida por parte de la Iglesia. Una sentencia escandalosa y casi secreta que da un retiro dorado a un abusador de menores sin aplicar una sola condena.

Por mi lado, yo todavía estoy esperando que alguien se acerque a mí, que me pidan perdón por los daños, que reparen los años de dolor y sufrimiento.

Pero ahora resulta que usted, Papa Francisco, pretende convertirse en adalid de esta causa -y muchas otras, según leo-, y de repente se moviliza para salvar almas en pena, supuestamente ejecutando justicia a diestro y siniestro, sin reparar en medios. Aunque la mayoría de víctimas no veamos ningún resultado real más allá de grandilocuentes brindis al sol.

Porque yo todavía estoy esperando una llamada de alguien, una explicación por la demora en mi caso que afecta a bastantes más personas, y no sólo de la parroquia en la que yo sufrí los abusos. Yo, como todas esas víctimas de los abusos de la Iglesia y su ocultación culpando a las víctimas, sigo esperando una justicia real. Algo que no quede a merced de un castigo eclesial, sin reparación a las víctimas y reducido a un gesto vacuo.

Sigo esperando que usted me llame y se interese por mi estado, que castigue a los negligentes y cómplices que durante años permitieron que algo sabido fuera a mayores.

Y sigo esperando que su justicia no esté por encima de la de los hombres y mi abusador cumpla condena como cualquier otro pederasta.

Pues si así no se hace, creo que este teatro de expiación y de arremeter contra ciertos casos no es más que un bonito decorado dentro de una campaña de márketing que, al igual que las de los políticos, solo pretende fidelizar a los ya adeptos y lavar una imagen mancillada por el paso de los años y de las complicidades.

Para resumir: el Obispado de Salamanca ocultó y fue cómplice con su silencio y connivencia durante años, al tener constancia de las actuaciones de Isidro Lopez, al no apartarlo cautelarmente a raíz de mi denuncia del trato con menores, y habiendo el acusado -ahora ya culpable por la sentencia emitida- reconocido los hechos.

En este caso, Su Santidad no se movilizó, todo quedó en la sombra, a pesar de las repetidas llamadas de auxilio. Algo que a mí y a muchas otras víctimas de abusos nos hace preguntarnos: ¿Tendrá valor para limpiar la casa de arriba abajo, o se quedará en detalles, espectáculos magníficos y puntuales para hacer campaña pero sin meterse de verdad en harina?

De no ser así, le invito a ponerse en contacto conmigo. Yo le ayudaré, junto a muchas otras personas, a limpiar en la ciudad de Salamanca.

Atentamente, una víctima de los abusos sexuales y del silencio de la Iglesia.

Fuente Público

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Obligado por El Vaticano, el obispo de Salamanca prohíbe dar misa al cura acusado de abusos a menores

Jueves, 21 de agosto de 2014
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1402648948319detallednJavier Paz sufrió abusos sexuales desde los 10 a los 20 años

El obispo de Salamanca, obligado por el Vaticano, impedirá que Isidro López vista de nuevo el hábito, aunque no lo expulsará de la congregación

El joven que le denunció por abusar de él acusó en junio al prelado de guardar un silencio hipócrita

Javier Paz denunció en abril los abusos sexuales a los que fue sometido durante 10 años por el cura, que finalmente no podrá ejercer públicamente el ministerio pastoral.

Pese a las reticencias iniciales del obispo de Salamanca, que defendió la “presunción de inocencia” de Isidro López, la Congregación para la Doctrina de la Fe (actual órgano inquisitorial de la Iglesia católica) ha exigido que se prohíba al cura dar misa y estar acompañado de menores sin la presencia de un adulto. El obispo de Salamanca no ha tenido más remedio que prohibir oficialmente el ejercicio público del ministerio pastoral  por indicación de la Congregación para la Doctrina de la Fe,  órgano del Vaticano, al cura Isidro López tras un proceso penal administrativo ante la acusación de abuso sexual de menores. “El pastor diocesano pide a todos perdón”, dice en un comunicado en el que también  se solicita la misericordia divina para López.  La víctima Javier Paz Ledesma, que denunció al cura por abusar de él desde los 10 hasta los 20 años, escribió en mayo una demoledora carta al obispo acusándole de guardar un  “silencio hipócrita”.

López, ya retirado, fue denunciado por Javier Paz, que declaró haber sufrido abusos sexuales desde los 10 a los 20 años. “Entre el año 1982 y verano de 1992 sufrí abusos sexuales por parte del cura al que ahora denuncio. En 1982 yo tenía 10 años“, aseguraba Paz en el escrito de denuncia presentado el 30 de abril ante el Juzgado de Instrucción de Salamanca, al que tuvo acceso el  diario Público.

Desde que en abril se denunciase al cura Isidro López por abusar sexualmente de un menor durante 10 años, la Iglesia mantuvo su defensa de la presunción de inocencia del sacerdote. En mayo, Carlos López, obispo de Salamanca, se negó a tomar cartas en el asunto y se limitó a apartar al cura de los focos. Paz escribió entonces una demoledora carta, en la que acusaba al prelado de reconocer “que Isidro había admitido los hechos” y “esconderle”. Finalmente, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha exigido que se prohíba al cura dar misa y estar acompañado de menores sin la presencia de un adulto.

Carlos López acata ahora la decisión de El Vaticano, aunque no expulsará al cura. “La Congregación para la Doctrina de la Fe, habiendo valorado el conjunto de las pruebas recogidas en las actas del proceso y la situación personal del sacerdote acusado, ha decretado sancionarle con la prohibición del ejercicio público del ministerio pastoral“, señala la prelatura, tal y como recoge El Plural : La  prelatura da cuenta de esta condena en una nota que ha hecho pública en su página web oficial: “La Congregación para la Doctrina de la Fe nos ha notificado la conclusión del proceso penal llevado a cabo en relación con el sacerdote de la diócesis de Salamanca, D. Isidro López Santos, acusado del delito de abuso sexual de menores”. Refiere el obispado que se ha llevado a cabo “un largo procedimiento de investigación, primero de investigación previa de los hechos denunciados y posteriormente de realización de un proceso penal administrativo, una vez derogada la prescripción canónica de los delitos denunciados, que por el largo tiempo transcurrido habían prescrito civil y canónicamente”.  Por lo que explica posteriormente el obispado, al cura (ya jubilado) no se le va a expulsar, pero no podrá decir misa.

Isidro López fue denunciado por Javier Paz, que declaró haber sufrido abusos sexuales desde los 10 a los 20 años. “Entre el año 1982 y verano de 1992 sufrí abusos sexuales por parte del cura al que ahora denuncio. En 1982 yo tenía 10 años“, aseguraba Paz en el escrito de denuncia presentado el 30 de abril ante el Juzgado de Instrucción de Salamanca, cuyo obispo se negó en su momento a tomar cartas en el asunto y simplemente decidió apartar al cura de la vida pública, a pesar de que López había reconocido los hechos, tal y como denuncia la víctima en su escrito.

Para quien sí  ha sido el tiempo largo y terrible es para Javier Paz, la víctima que denunció al sacerdote. En mayo, el joven vio con asombro cómo el obispado lanzaba balones fuera con un comunicado hecho público al haber saltado el tema a la prensa en el que reclamaba la presunción de inocencia para el sacerdote que se abstendría cautelarmente de dar misa en público “para prevenir el posible escándalo de los fieles”.

Javier decidió escribir al obispo de Salamanca Carlos López Hernández, una carta valiente en la que le decía que se sentía en paz tras haber dado el paso de explicar lo que el cura le había hecho desde los 10 años “aunque ese dolor nunca desaparece. Dolor es lo que llevamos a cuestas las víctimas de abusos sexuales: dolor,  dolor y más dolor”. “Hablar me ha hecho persona”, añadía. Y acusaba a renglón seguido: “Señor obispo, usted sabe de qué hablo ¿no? Le hablo de la verdad, la que usted conoce y esconde con palabras vacías argumentando tener conocimiento de causa por primera vez cuando sabe que usted y yo nos llevábamos reuniendo más de tres años”. Continuaba Javier apuntando con el dedo al prelado por su actitud en este caso y de la necesaria paz que las víctimas de abusos buscan:  “Esa paz robada en la infancia a manos de un sacerdote que , al amparo de una casta eclesial ha ido cambiando de parroquia –como suele ser habitual en estos casos- para escapar de la justicia y de las víctimas”, añadía en la carta.

Numerosas víctimas de abusos sexuales a manos de sacerdotes se dirigieron a Javier tras la denuncia para darle las gracias y animarle. Y eso también se lo comentaba al obispo al que recuerda que en 2011 le puso al tanto de los hechos y que el prelado respondió jubilando  al cura “ya consciente de su delito”.

Con dureza, se refería a  “esa terrible cadena social que es la que les ha amparado hasta el día de hoy. A ustedes, señor obispo, y a los que usted y sus compañeros esconden. Esa cadena social que impone la vergüenza y que se estigmatice a las víctimas. Cuando la verdadera vergüenza son ustedes y su silencio hipócrita, inhumano, criminal”. Para Javier  el orgullo por su hijo es el motivo de que haya querido seguir adelante y  pregunta: “¿Sabe a qué me refiero, señor obispo? No, claro, usted nunca ha tenido un hijo, nunca ha querido a un hijo, a un niño de su sangre. De ser así no habría permitido y amparado esa monstruosidad que son los abusos a menores por parte de curas”. “Ahora entiendo el por qué le tenéis tanto miedo a una educación sexual en las escuelas. Perderíais ese reino de terror y abusos que habéis impuesto a lo largo de siglos de mentiras. Haríamos personas libres. No vulnerables”, argumentaba. En esa carta demoledora desafiaba al obispo la víctima del cura de Tejares:  ”Vuelva a decir, como me dijo a mí en persona, que en función de unos rumores usted no podía hacer nada. Cuando tenía constancia de los abusos cometidos por Isidro López Santos, de las denuncias archivadas en Tejares”

Dos meses después de esta carta a monseñor, la respuesta del obispado tras la demoledora verdad se resume en un comunicado tibio no exento de cierto triunfalismo. Dice el documento eclesiástico: “Con estas actuaciones, la Iglesia ha querido manifestar su compromiso con la verdad y la justicia, creando a la vez las condiciones jurídicas necesarias para garantizar la imparcialidad y la equidad en la comprobación de los hechos denunciados”. Y por supuesto: “salvaguardando en todo momento el derecho a la intimidad y a la buena fama de todas las partes implicadas, así como todos los demás derechos de las víctimas y del sacerdote acusado”.

¿En qué quedan las cosas? Pues según señala la prelatura “finalmente, la Congregación para la Doctrina de la Fe, habiendo valorado el conjunto de las pruebas recogidas en las actas del proceso y la situación personal del sacerdote acusado, ha decretado sancionarle con la prohibición del ejercicio público del ministerio pastoral”. Eso sí, “la Diócesis de Salamanca manifiesta su compromiso con la tutela del bien público general y de la Iglesia en particular. Esta responsabilidad se concreta en la vigilancia y protección de los derechos de todos los fieles, pero de un modo especial, en la salvaguarda de los menores, los más frágiles y desprotegidos”. En este punto es donde el comunicado indica que la comunidad diocesana manifiesta “su profundo dolor por unos delitos que han lesionado la santidad del sacerdocio y han herido gravemente la vida cristiana de las víctimas y su comunión con la Iglesia” y “el pastor diocesano pide a todos perdón, expresando a la vez el compromiso de que actos semejantes no se repitan nunca más”.Expresa finalmente el obispado de Salamanca “su fraternal solidaridad a las víctimas y “exhorta a los fieles católicos a implorar la misericordia divina para el sacerdote que ha recibido la pena canónica y a otorgarle nuestro perdón cristiano”.

Javier Paz ha manifestado no estar conforme con la decisión del Vaticano respecto al futuro de su agresor y ha expresado en La Tribuna de Salamanca que no le vale “que el cura se vaya a la cama con un  ‘padre nuestro’ y la tripa llena”. El objetivo del salmantino es lograr un cambio legislativo. “Estos hechos no pueden prescribir porque en mi caso, por ejemplo, empecé a recordar con 28 años”, explica. Por eso dice querer “apuntar con el dedo a todos los culpables y ayudar a la gente a que tenga fortaleza”, ya que cree que “la negación o la vergüenza no arreglan nada”.

Con Información de Público y El Plural

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